La Spada e La Croce

“L'amore è violenza?
La pace è violenza?
No, la pace è pace.
E se la conseguenza è che Roma debba cadere, lascia pure che Roma crolli nella polvere”

María Magdalena es mencionada, tanto en El Nuevo Testamento canónico como en varios Evangelios Apócrifos, como una distinguida discípula de Jesús de Nazaret.
Su nombre hace referencia a su lugar de procedencia, Magdala, localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades, y aldea cercana a Cafarnaúm; y es ampliamente aceptado entre los historiadores seculares, que como Jesús, María Magdalena fue una verdadera figura histórica.
No obstante se sabe muy poco sobre su vida…
A diferencia del Apóstol Pablo, María Magdalena no ha dejado ningún escrito suyo, ni se falsificaron obras posteriores bajo su nombre, como era común para los otros discípulos; y nunca se menciona en ninguna de las epístolas paulinas ni en ninguna de las epístolas generales.
Las fuentes más antiguas y más confiables sobre su vida, son los 3 Evangelios sinópticos de Marcos, Mateo y Lucas, que fueron escritos durante el primer siglo después de Cristo; por lo que “María” fue por mucho, el nombre de pila judío más común para las mujeres durante el primer siglo, por lo que era necesario que los autores de los evangelios la llamaran “Magdalena” para distinguirla de las otras mujeres llamadas María que siguieron a Jesús.
Aunque El Evangelio de Marcos, el primer evangelio sobreviviente, no menciona a María Magdalena hasta La Crucifixión de Jesús, El Evangelio de Lucas 8:2-3, proporciona un breve resumen de su papel durante su ministerio, y dice:
“Poco después siguió por ciudades y pueblos, proclamando y trayendo las buenas nuevas del reino de Dios.
Los 12 estaban con él, así como algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades:
María, llamada Magdalena, de quien habían salido 7 demonios, y Juana, la esposa del mayordomo de Herodes Chuza; y Susana, y muchos otros, quien les proporcionó sus recursos”
La información sobre María Magdalena en los evangelios canónicos es escasa; pero es citada en relación con al menos 5 hechos diferentes:
De acuerdo con El Evangelio de Lucas, María Magdalena alojó y proveyó materialmente a Jesús y sus discípulos durante su predicación en Galilea.
Se añade que anteriormente había sido curada por Jesús.
Esta idea nace en primer lugar, de la identificación de María con la pecadora de quien se dice únicamente que “era pecadora y que amó mucho”; en segundo lugar, de la referencia en donde se dice, esta vez refiriéndose claramente a María Magdalena, que “de ella habían salido 7 demonios”
Como puede verse, nada en estos pasajes evangélicos permite concluir que María Magdalena se dedicase a la prostitución; pues en el primer siglo, se creía que los demonios eran la causa de las enfermedades físicas y psicológicas.
Y sobre la referencia al número de demonios que son 7, puede significar que María tuvo que someterse a 7 exorcismos, probablemente durante un largo período de tiempo, debido a que los primeros 6 fueron parcial o totalmente infructuosos.
También se sostiene que el #7 puede ser meramente simbólico, ya que en la tradición judía, 7 era el número de finalización, por lo que la declaración de que María fuera poseída por 7 demonios, puede simplemente significar que estaba completamente abrumada por su poder.
En cualquier caso, María debe haber sufrido un trauma emocional o psicológico grave, para que un exorcismo de este tipo se haya percibido como necesario.
En consecuencia, su devoción a Jesús a causa de esta curación, debe haber sido muy fuerte.
Y es que los escritores de Los Evangelios, normalmente disfrutan dando descripciones dramáticas de los exorcismos públicos de Jesús, con la persona poseída llorando, agitándose y rasgando su ropa frente a una multitud; y el hecho de que al exorcismo de María se le preste tan poca atención, puede indicar que se hizo en privado, o que no se consideró particularmente dramático.
Debido a que María figura en la lista como una de las mujeres que apoyaban financieramente El Ministerio de Jesús, ella debe haber sido relativamente rica.
Los lugares donde ella y las otras mujeres se mencionan a lo largo de Los Evangelios, indican claramente que fueron vitales para El Ministerio de Jesús, y el hecho de que María Magdalena siempre aparece primero, siempre que aparezca en la lista Los Evangelios sinópticos, como miembro de un grupo de mujeres, indican que fue vista como “la más importante de todas ellas”
Y en las listas de los discípulos, María Magdalena ocupa una posición similar entre las seguidoras de Jesús, como lo hace Simón Pedro entre los apóstoles varones.
El hecho de que las mujeres desempeñaran un papel tan activo e importante en El Ministerio de Jesús, no era completamente radical o incluso único; inscripciones de una sinagoga en Afrodisias en Asia Menor, de aproximadamente el mismo período, revelan que muchos de los principales donantes a la sinagoga eran mujeres.
Además, es altamente improbable que el Jesús histórico haya abogado alguna vez por la completa igualdad entre los sexos, especialmente considerando que uno de los hechos mejor atestiguados de su vida, es que los 12 de sus apóstoles elegidos eran varones.
No obstante, El Ministerio de Jesús trajo a las mujeres una mayor liberación de la que normalmente tendrían en la sociedad judía dominante.
Jesús enseñó que, “en el inminente Reino de Dios, habría una inversión de roles, y que los oprimidos serían exaltados”; y esta idea probablemente habría sido particularmente atractiva y empoderadora para las mujeres de la época, como María Magdalena, que tal vez se sintiera oprimida por las actitudes tradicionales hacia los roles de género.
De acuerdo con Los Evangelios de Marcos, Mateo y Juan; ella estuvo presente durante La Crucifixión de Jesús:
Marcos 15:40, enumera los nombres de las mujeres presentes como María Magdalena, María, madre de Santiago; y Salomé.
Mateo 27: 55-56, enumera a María Magdalena, María, madre de Jacobo y José, y la madre anónima de los hijos de Zebedeo, que puede ser la misma persona que Marcos llama a Salomé.
Lucas 23:49, menciona un grupo de mujeres que observan La Crucifixión, pero no da ninguno de sus nombres.
Juan 19:25, enumera a María, madre de Jesús; su hermana María, esposa de Cleofás; y María Magdalena como testigos de La Crucifixión.
Se cree que la razón por la cual las mujeres observaron La Crucifixión, incluso después de que los discípulos habían huido, pudo haber sido porque tenían menos probabilidades de ser arrestadas, porque eran más valientes que los hombres, o por alguna combinación de ellas.
Pero la de Magdala estuvo presente en la sepultura, y vio donde Jesús era puesto, según Mateo 27:61 y Marcos 15:47; y se la menciona junto a María, la madre de Jacobo, el menor.
Los 4 Evangelios canónicos, así como el apócrifo Evangelio de Pedro, concuerdan en que el cuerpo de Jesús fue quitado de La Cruz y sepultado por un hombre llamado José de Arimatea.
Marcos 15:47, enumera a María Magdalena y María, madre de José, como testigos del entierro de Jesús.
Mateo 27:61, enumera a María Magdalena y “a la otra María” como testigos.
Lucas 23:55, menciona “a las mujeres que lo habían seguido desde Galilea”, pero nuevamente no menciona ninguno de sus nombres.
Juan 19: 39-42, no menciona a ninguna mujer presente durante el entierro de Jesús por parte de José, pero menciona la presencia de Nicodemo, un fariseo con quien Jesús tuvo una conversación cerca del comienzo del Evangelio.
También se afirma que el enterramiento de Jesús por parte de José de Arimatea en presencia de María Magdalena y de las otras mujeres seguidoras, es completamente histórico.
En compañía de otras mujeres, María Magdalena fue la primera testigo de La Resurrección, según una tradición en la que concuerdan los 4 Evangelios; y después comunicó la noticia a Pedro y a los demás apóstoles.
Según un relato que sólo aparece en El Evangelio de Juan, ella fue testigo de una aparición de Jesús resucitado; y los 4 Evangelios canónicos, así como el apócrifo Evangelio de Pedro, coinciden en que María Magdalena, ya sea sola o como miembro de un grupo, fue la primera persona en descubrir que la tumba de Jesús estaba vacía.
No obstante, los detalles de las cuentas difieren drásticamente; y por estas razones, ella es conocida en muchas tradiciones cristianas como “el apóstol de los apóstoles”; y figura central en posteriores escritos apócrifos cristianos gnósticos, incluyendo “El Diálogo del Salvador”, el “Pistis Sophia”, El Evangelio de Tomás, el de Felipe y el de María…
Estos textos, que los eruditos no consideran que contienen información histórica precisa, la retratan como la discípula más cercana de Jesús, y la única que realmente entendió sus enseñanzas; y en Los Evangelios gnósticos, la cercanía de María Magdalena a Jesús, resulta en tensión con los otros discípulos, particularmente con Simón Pedro.
Los citados, también son los únicos pasajes de Los Evangelios canónicos en los que se nombra a María de Magdala; en la tradición católica, sin embargo, han identificado como María Magdalena a otros personajes citados en El Nuevo Testamento:
La mujer adúltera a la que Jesús salva de la lapidación, en un episodio que sólo relata El Evangelio de Juan.
La mujer que unge con perfumes los pies de Jesús, y los enjuga con sus cabellos antes de su llegada a Jerusalén según Los Evangelios sinópticos, cuyo nombre no se menciona; y esa unción tuvo lugar durante El Ministerio en Galilea.
María de Betania, hermana de Lázaro, a la que se atribuye en El Evangelio de Juan la iniciativa antes mencionada, y que aparece en otros conocidos pasajes del 4º Evangelio, como La Resurrección de Lázaro; y se identifica también con la María del episodio de la disputa entre Marta y María.
La identidad de María Magdalena como María de Betania y “la mujer quien fue una pecadora”, fue establecida en la homilía 33 que El Papa Gregorio I dio en el año 591, en el cual dijo:
“Ella, la cual Lucas llama la mujer pecadora, la cual Juan llama María de Betania, nosotros creemos que es María, de quien 7 demonios fueron expulsados, según Marcos”
Difundida por los teólogos de los siglos III y IV, esta teoría gozó de mucha popularidad en el siglo XIX, y constituyó un tema frecuente en la iconografía cristiana occidental.
Por último, otra importante referencia al personaje se encuentra en El Evangelio de María Magdalena, texto del que se conservan sólo 2 fragmentos griegos del siglo III y otro más extenso en copto del siglo V.
En ninguno de los fragmentos hay mención alguna del autor de este Evangelio.
El nombre que tradicionalmente recibe, “Evangelio de María Magdalena”, se debe a que se cita en el texto a una discípula de Jesús llamada María, que la mayoría de los especialistas identifican con la María Magdalena que aparece en Los Evangelios canónicos, aunque algunos han sugerido que podría referirse a María, la madre de Jesús.
En el texto, 3 apóstoles discuten acerca del testimonio de María Magdalena sobre Jesús.
Andrés y Pedro desconfían de su testimonio, y es Leví, el apóstol Mateo, quien defiende a María.
Aunque la obra se conoce popularmente como “El Evangelio de María”, técnicamente no se clasifica como un Evangelio por consenso académico, porque el término “Evangelio” se usa como una etiqueta para cualquier texto escrito que se centre principalmente en relatar las enseñanzas y/o actividades de Jesús durante su vida adulta.
Mientras que el cristianismo oriental honra especialmente a María Magdalena por su cercanía a Jesús, considerándola “igual a los apóstoles”; en Occidente se desarrolló, basándose en su identificación con otras mujeres de Los Evangelios, la idea de que antes de conocer a Jesús, había sido muy pecadora, y de ahí viene el suponer, aunque La Iglesia Católica no lo afirme, que se haya dedicado a la prostitución.
Así las cosas, no se sabe con exactitud, cuándo comenzó a identificarse a María Magdalena con María de Betania y la mujer que entró en la casa de Simón el fariseo, pero ya en una homilía del Papa Gregorio Magno se expresa inequívocamente la identidad de estas 3 mujeres, y se muestra a María Magdalena como prostituta arrepentida.
Por eso, la leyenda posterior hace que pase el resto de su vida en una cueva en el desierto, haciendo penitencia y mortificando su carne, y son frecuentes en el arte occidental, las representaciones de “la Magdalena penitente”
En la tradición católica, por tanto, María Magdalena pasó a ser un personaje secundario, a pesar de su indudable importancia en la tradición evangélica; y el relegamiento que sufrió María Magdalena, ha sido relacionado por algunos autores con la situación subordinada de la mujer en La Iglesia.
A esta opinión oponen algunos teólogos católicos, la especial consideración que guarda La Iglesia para con Santa María, madre de Jesús, venerada con hiperdulía, en tanto que los apóstoles y los otros santos, son venerados con dulía, es decir, no hacia sus imágenes.
La identificación de María Magdalena con María de Betania y “la mujer pecaminosa sin nombre” fue una gran controversia en los años previos a La Reforma, y algunos líderes protestantes la rechazaron; y así, durante La Contrarreforma, La Iglesia Católica usó a María Magdalena como símbolo de penitencia; pero en 1969, El Papa Pablo VI retiró del calendario litúrgico el apelativo de “penitente” adjudicado tradicionalmente a María Magdalena; asimismo, desde esa fecha dejaron de emplearse en la liturgia de la festividad de María Magdalena, la lectura del Evangelio de Lucas acerca de la mujer pecadora.
Desde entonces, La Iglesia Católica ha dejado de considerar a María Magdalena una prostituta arrepentida; sin embargo, esta visión continúa siendo la predominante para muchos católicos.
En el cine, teatro y la TV, María Magdalena ha sido retratada como parte de sus historias en al menos 40 obras reconocidas; por ejemplo, ella es retratada en la novela de 1955 de Nikos Kazantzakis, “The Last Temptation of Christ” y en la adaptación cinematográfica de Martin Scorsese de 1988; en la que Jesús, mientras muere en La Cruz, tiene una visión de Satanás, de cómo sería si se casaba con María Magdalena y formaba una familia con ella, en lugar de morir por los pecados de la humanidad.
María también es retratada como una prostituta reformada en la ópera rock de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice “Jesus Christ Superstar” (1971), donde ella describe su atracción sexual hacia Jesús en la canción “I Do not Know How to Love Him”, que sorprendió a muchos de los espectadores.
La película de 2018, “Mary Magdalene”, protagonizada por Rooney Mara como el personaje principal, trató de revertir la imagen secular de María Magdalena como una prostituta arrepentida, mientras que también combate las conspiraciones de que ella es la esposa o pareja sexual de Jesús.
En cambio, la película la retrata como la discípula más cercana de Jesús, y la única que realmente entiende sus enseñanzas.
“Lei-diavolo... o santa?”
La Spada e La Croce es un drama del año 1958, dirigido por Carlo Ludovico Bragaglia.
Protagonizado por Yvonne De Carlo, Jorge Mistral, Rossana Podestà, Massimo Serato, Andrea Aureli, Terence Hill, Nando Tamberlani, Philippe Hersent, Rossana Rory, Nadia Brivio, entre otros.
El guión es de Sandro Continenza, basado en una historia de Ottavio Poggi.
El título de trabajo para la película fue “The Great Sinner”; y en contraste con el magnífico telón de fondo de La Roma Clásica, La Spada e La Croce es la historia de una cortesana notoria, que debe elegir entre su estilo de vida lascivo, por el amor y afecto de un hombre “de mentalidad decente”; y esta interpretación se toma prestada del filme “King Of Kings” (1927) de Cecil B. DeMille, que la tenía como una cortesana rica en la antigua Jerusalén; cuyo sobrino de Caifa, que tiene una relación de trabajo con Barabba, un luchador por la libertad hebreo y rebelde, apoya ese estilo de vida.
Aparte de eso, la historia sigue líneas bíblicas, excepto que Lazzaro es el hermano de María Magdalena; y su despertar realmente la hace una creyente.
Pero si son muy atentos, verán en esta historia muchos elementos de la obra “La Dame aux Camélias” (1848) de Alexandre Dumas, hijo.
De esa manera, Bragaglia vuelve con el tema de la “historia más grande jamás contada”, sólo que esta vez lo hace tras los pasos María Magdalena, una hetera mitad cortesana, mitad prostituta; en una historia que curiosamente no ha sido contada como protagonista en la historia del cine, siendo ella más un personaje de reparto.
Y debido a que María Magdalena está compuesta de personajes destacados en Las Sagradas Escrituras y sus aventuras que incluyen a un Barabba al ataque predador, y una aventura con un oficial romano, son bastante poco confiables.
La producción fue filmada en inglés, y luego doblada en italiano, siendo estrenada en los Estados Unidos en 1960 como “Mary Magdalene”; y según informes, Edgar G. Ulmer estaba preparando otro proyecto sobre Magdalena con Ottavio Poggi.
Aunque esta película fue filmada también bajo el título en inglés “The Sword and The Cross”, otra película italiana con ese nombre en inglés protagonizada por Gianna Maria Canale llamada originalmente “Gerusalemme Liberata”, y fue estrenada a los Estados Unidos en 1960.
Esta filmación tuvo lugar en Roma, en los Cinecittà Studios.
La acción inicia cuando El Centurión Gaio Marcello (Jorge Mistral) es enviado a controlar al gobernador Ponzio Pilato (Philippe Hersent), enfrentándose a los rebeldes sublevados en Judea.
Allí se encontrará con que un bandido, Barabba (Andrea Aureli), que mata a soldados romanos en emboscadas, y les roba cuanto tienen.
Y mientras un nuevo rabino llamado Jesús de Nazaret (Sergio Fantoni), proclama a quien le quiera oír, cada vez más gente, sobretodo humilde, que “dicha gente heredará La Tierra, y que el perdón y el amor al prójimo deben ser sus máximas reglas”
Esto pone muy nervioso al Sanedrín del lugar, y al propio Ponzio Pilato, que considera estas palabras como muy peligrosas para la estabilidad en el lugar.
De esa manera, la historia bíblica toma un giro hacia una famosa cortesana llamada Maria Maddalena (Ivonne De Carlo) que debe elegir entre su estilo de vida lascivo, el amor de Gaio Marcello, o el afecto de su hermano Lazzaro (Terence Hill, acreditado como Mario Girotti; y su hermana Marta (Rossana Podestà)
Por ello, Maria Magdalena es atormentada por engaños y pesadillas por su mala vida, hasta que conoce a Jesús.
La película incluye algunos eventos importantes referidos al Nuevo Testamento con pasajes bíblicos descriptivos como La Resurrección de Lazzaro, la rebelión liderada por Barabba, y su lucha para tratar de buscar el mejor curso de resistencia a la opresión romana personificado por el experto político, Ponzio Pilato; así como se ve el arresto de Jesús en El Monte de Los Olivos, La Crucifixión del Gólgota, entre otros.
Por ello, El Centurión también se enfrentará a los rebeldes sublevados en Judea, como partícipe de los mismos eventos que presencia Maria Maddalena.
Este filme es un recuento interesante sobre la vida de la cortesana, caída en desgracias como prostituta, y de Cristo desde un punto de vista político, histórico y religioso romano, pero desde otra perspectiva, desde la de Maria; y hay que tener en cuenta, que es una película filmada con un presupuesto muy bajo, eso que se denomina un “péplum”, en este caso de corte aventurero y religioso; y en absoluto es una superproducción, lo cual que se queda en una obra limitada pero honrosa, ya que no consiguió elevarse por encima de otros filmes equivalentes de los años 50 y 60 realizados en España, Italia, o en coproducción; y por ello vale revalorarla.
“Questa è la Giudea, centurione, è una terra misteriosa che sfida la logica di un uomo pratico quale sono io”
La obra sobre La Pasión de Cristo recibe el tratamiento “péplum” del director Carlo Ludovico Bragaglia, un autor respetuoso del género responsable de los clásicos “de espada y sandalia” como:
“Queen Of Babylon”, “Annibale”, “Amazons Of Rome”, “Ursus In The Valley Of The Lions” y “The Loves Of Hercules”, en una carrera de 30 años que prosperó bajo el reinado de Mussolini; y aquí, filmado y producido eficientemente por Ottavio Poggi, la vida de Maria Maddalena es escrita por el famoso guionista Sandro Continenza, y el mismo productor Ottavio Poggi; incluyendo la brillante fotografía de Raffaele Masciocchi, filmada en los alrededores de Roma con el denominado sistema “Ferraniacolor”, meritorio sistema en la fotografía de color desarrollado en Italia por Ferrania Tecnologías; y sobre el papel, La Spada e La Croce parece una idea interesante con momentos clave y eventos en la vida de Jesús, como se ve a través de los ojos de otros personajes, principalmente Maria Maddalena; y donde Jesús aparece solo en lo que mejor se puede describir como “cameo”, generalmente desde una gran distancia, o con la cara fuera del marco.
El resultado, sin embargo, demuestra una cosa por encima de todas las demás:
Que el pecado, si se puede llamar a la danza provocadoramente “un pecado”, que hace esta piadosa película, es más entretenido que virtuoso.
Todo inicia cuando Gaio Marcello es enviado a Judea por El Emperador Tiberio para negociar con El Sanedrín.
Por orden de Ponzio Pilato, fue llevado lejos de Cesárea, para no crear tensiones contra el gobernador; y en marcha hacia La Capital, él vence el rebelde Barabba, que en El Consejo de Anan (Massimo Serato), un miembro del Sanedrín y su cómplice, han atacado recientemente el convoy con ingresos percibidos por los romanos.
De esta manera, Gaio Marcello también libera a Maria Maddalena, una cortesana judía secuestrada por Barabba, con quien comienza una historia de amor.
Una vez en Cesárea, Gaio Marcello reprime una revuelta, y toma parte en una fiesta en la que Maria Maddalena se presenta en un baile provocador hacia un seguidor de Cristo… pero poco después, Dios se le aparece a ella, y la persuade para que cambie su vida… por lo que ella va al Templo de Jerusalén; y dada su reputación como cortesana, se la acusa de sacrilegio, y corre el riesgo de apedrearla; solo la intervención de Jesús, le permite ser salva.
Y todavía, luchado entre el amor terrenal por Cayo Marcello y el amor espiritual por Jesús, Maria Maddalena se muda de Cesárea; y a su regreso, descubre que su hermano Lazzaro está muerto, y que acaba de ser enterrado…
Gracias a sus oraciones y su fe, Jesús aparece ante la tumba, y lo resucita.
Por lo que Anan convence al Sanedrín, de que condene a Jesús y, explotando la traición de Giuda (Jonathan Kane), lo hace arrestar por los soldados romanos de Cayo Marcello.
Maria Maddalena va donde Barabba en busca de ayuda para liberar a Jesús; pero dirigido por Anan, Gaio Marcello llega al escondite de Barabba, y lo arresta también; y con motivo de La Pascua, Ponzio Pilato permite al pueblo elegir a cuál de los 2 condenados debe conceder el perdón...
La gente elige a Barabba, y Ponzio Pilato se “lava las manos” para tomar esta decisión; por lo que Barabba inmediatamente va a estrangular a Anan, culpable de haberlo traicionado.
Así, sin remedio, guiados en El Calvario, Jesús es crucificado en presencia de Maria Maddalena y Gaio Marcello.
En contraste con el magnífico telón de fondo de La Roma Clásica, La Spada e La Croce es una colorida versión de la vida de Jesucristo y de Maria Maddalena con un verdadero tratamiento épico de todas las estrellas, y alcanza un pico emocionante al final; aunque no es completamente reverencial en algunos personajes bíblicos como Giuda, Ponzio Pilato y Barabba, retratar al hombre menos como un ladrón que como un revolucionario político… es más una licencia política que histórica; y sin embargo, como era la norma en aquel entonces, se incorporaron a la trama una serie de florituras, léase inexactitudes o simplemente inventos que la hacían “más disfrutable”, y esto incluía hacer que Maria Maddalena se convirtiera en la hermana de Lazzaro, interpretado por un súper jovencito Terence Hill, que todavía actúa bajo su nombre original de Mario Girotti; su participación en el esquemas insurreccionales de Barabba, representado como un individuo bastante insidioso; y también las relaciones alternas de De Carlo entre el ambicioso e inescrupuloso judío Anan, el propio hombre de contacto de Barabba; y El Centurión que también es el viejo amigo de Anan… que es un recién llegado para conducir a Ponzio Pilato, Gobernador de Judea, hacia el cumplimiento de la voluntad de Roma.
Por cierto, mientras que el judío explota la profesión de cortesana de Maria, no hace falta decir, mal visto pero básicamente tolerado, porque su religión lo dictamina, por la hermana de Maria, Marta.
Por otro lado, el romano “se sorprende por su comportamiento desvergonzado”, especialmente cuando descubre que ella había sido la intérprete enmascarada de un baile sensual en una fiesta ofrecida por Anan; al parecer, él olvidó que Maria ya había hecho una demostración de sus dudosas habilidades artísticas en su tienda cuando se queda atrás durante un ataque de Barabba y sus fanáticos…
Es poco creíble.
¿No debería ser la prerrogativa de un cristiano, intentar y reformar a un Pagano?
Y qué hay de la propia apariencia de Jesús, siendo de la época en la que no se consideró apropiado mostrar sus facciones, con la nueva versión del “King Of Kings” todavía estaba a 3 años de distancia; su presencia es tan fugaz a lo largo de todo, que bien podría haber sido un fantasma... que casi es Cristo cuando aparece histéricamente en el jardín de Maria Maddalena, suplicando que arregle sus malos caminos.
Naturalmente, esto finalmente ocurre después de que Él intervino en la famosa lapidación improvisada; y lo recompensa con una visita igualmente ficticia e increíble a su celda de la prisión; gracias al peso del Centurión  aparentemente, donde su espíritu redentor no ha disminuido.
A continuación, avanzamos hacia la escena de La Crucifixión y, por extensión, hacia el final de la película, una señal segura, si es que se necesitaba, que la religión era lo último en la mente de los cineastas.
Del reparto, Yvonne De Carlo contaba ya 36 años, cuando firmó para la película en mayo de 1958.
El director, Carlo Ludovico Bragaglia, recordó más tarde que “el productor, Ottavio Poggi, había enviado el guión provisional a EEUU para que Yvonne De Carlo pudiera leerlo, y decidir sobre su participación en la película.
Ella lo leyó y se emocionó mucho, aceptando desempeñar el papel de Maddalena”
Y ella hace un notable trabajo con respetable vis dramática, y gran variedad de matices interpretativos.
Como dato, su esposo en la vida real, el especialista en dobles, Bob Morgan, tiene un papel pequeño acreditado como Roberto Morgani.
El actor español, fallecido prematuramente por suicidio, Jorge Mistral, tiene poco peso, muy a pesar de ser protagonista, no se siente realmente importante o interesante; pero Mistral ejecuta su actuación con estimable profesionalidad en su rol del Centurión Marcello.
La celebérrima Rossana Podestà, está muy bien como el personaje bíblico de Marta; y Massimo Serato convincente como el pragmático Anan, el villano en la sombra.
También destacan Andrea Aureli como Barabba, Nando Tamberlani como Caifa, Philippe Hersent como Ponzio Pilato, y el jovencito Terence Hill acreditado como Mario Girotti, antes de sus exitosos “Spaghetti Western”
Sin olvidar a la atractiva estrella invitada, Rossana Rory, desperdiciada como la esposa encubierta de Pilato, pero, para ser justos, De Carlo es la estrella.
Por otra parte, la puesta en escena no está mal, las imágenes exteriores son vistosas y lucen por su intensidad cromática, con decorados humildes, pero dignos.
Lo que no quita para que se observen errores como en la lapidación de la Magdalena u otras escenas, como cuando la Magdalena, lira en mano canta sin abrir la boca; o sea, tiene aspectos que benévolamente se califican de “naif” como la indumentaria, el armamento, las maneras de lucha de los soldados romanos, sin olvidar el ataque de Barabba para robar las arcas de oro de las legiones, o el uso de los estribos… pueden producir en el espectador exigente cierto rubor; pero se disfrutar hora y media imaginando la ilusión de sentir una incómoda y antigua butaca de madera.
Por último, destacar la banda sonora original, evocadora y atmosférica de Roberto Nicolosi, muy apropiada en los momentos más emotivos.
“Come mai ti preoccupi tanto per me?”
María Magdalena es considerada Santa por La Iglesia Católica, La Iglesia Ortodoxa y La Comunión Anglicana, que celebran su festividad el 22 de julio; y reviste una especial importancia para las corrientes gnósticas del cristianismo.
En 1988, El Papa Juan Pablo II en La Carta “Mulieris Dignitatem”, se refirió a María Magdalena como “la apóstol de los apóstoles”; y señaló que en “la prueba más difícil de fe y fidelidad de los cristianos, La Crucifixión, las mujeres demostraron ser más fuertes que los apóstoles”
El 10 de junio de 2016, La Congregación para El Culto Divino y La Disciplina de Los Sacramentos, publicó un decreto por el cual se eleva la memoria de Santa María Magdalena al grado de Fiesta en El Calendario Romano General, por expreso deseo del Papa Francisco.
Por su parte, El Obispo católico y teólogo inglés, Arthur Roche señaló en su artículo en el L’Osservatore Romano titulado “Apostolorum apostola” que la decisión se enmarca en el contexto eclesial actual, a favor de una reflexión más profunda sobre la dignidad de la mujer, la nueva evangelización y la grandeza de la misericordia divina.
El propio Roche señaló que “es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de fiesta, dado a la celebración de los apóstoles en el Calendario Romano General, y que resalte la especial misión de esta mujer, que es ejemplo y modelo para toda mujer en La Iglesia”
Algunos autores recientes, han puesto en circulación una hipótesis según la cual, María Magdalena habría sido la esposa, o la compañera sentimental de Jesús de Nazaret, además de la depositaria de una tradición cristiana de signo feminista que habría sido cuidadosamente ocultada por La Iglesia Católica.
Estas ideas fueron desarrolladas primero en algunos libros de pseudohistoria, como “The Holy Blood and The Holy Grail” (1982) de Michael Baigent, Richard Leigh, Henry Lincoln; y “The Templar Revelation” (1997) de Lynn Picknett y Clive Princey.
En estos libros se mencionaba además, una hipotética dinastía fruto de la unión entre Jesús de Nazaret y María Magdalena.
Posteriormente, estas ideas han sido aprovechadas por varios autores de ficción como Peter Berling en “Die Kinder des Gral” (1991) basado en teorías de conspiración, recreando de forma maravillosa, todo el ambiente propio de esta apasionante época, con todos sus ingredientes:
El tesoro guardado por los cátaros, El Sacro Imperio, La Iglesia, Los Caballeros Templarios, Hospitalarios y teutones; la secta de los asesinos, El Priorato de Sion, los musulmanes, los mongoles, las cruzadas...
Y Dan Brown en su famoso “The Da Vinci Code” (2003), donde popularizó una serie de ideas erróneas sobre María Magdalena, incluyendo que ella era miembro de la tribu de Benjamín, que ella era la esposa de Jesús, que estaba embarazada al momento de La Crucifixión de Jesús, y que dio a luz al hijo de Jesús, quien se convirtió en el fundador de un linaje que sobrevive hasta el día de hoy.
No hay absolutamente ninguna evidencia histórica, de Los Evangelios Canónicos o apócrifos, otras escrituras cristianas tempranas, o cualquier otra fuente antigua, para apoyar cualquiera de estos reclamos.
La obra de Brown, también afirma que la figura del “discípulo amado” a la derecha de Jesús en “La Última Cena” de Leonardo da Vinci, es María Magdalena, disfrazada de uno de los discípulos varones.
Los historiadores del arte sostienen que la figura es, en realidad el apóstol Juan, que solo parece femenino debido a la fascinación característica de Leonardo por desdibujar las líneas entre los sexos, una cualidad que se encuentra en sus otras pinturas, como “San Juan Bautista”, pintado hacia 1513.
Además, según Ross King, un experto en arte italiano, la aparición de María Magdalena en “La Última Cena” no habría sido controvertida, y Leonardo no habría tenido ningún motivo para disfrazarla como uno de los otros discípulos, ya que era ampliamente venerada en su papel de “apóstol de los apóstoles y Patrona de La Orden Dominicana”, para quien se pintó “La Última Cena”
Incluso habría habido un precedente, ya que el anterior pintor renacentista italiano, Fra Angelico, la había incluido en su pintura de “La Última Cena”
De esa manera, numerosas obras fueron escritas en respuesta a las inexactitudes históricas en el libro de Dan Brown, pero la novela aún ejerció una influencia masiva sobre, cómo los miembros del público en general vieron a María Magdalena.
Además, según Marcos 12:25, Jesús enseñó que el matrimonio no existiría en el futuro reino de Dios.
Como Jesús enseñó, que las personas debían vivir como si El Reino ya hubiera llegado, esta enseñanza implicaba una vida de celibato no casado.
Finalmente se señala que, si Jesús hubiera estado casado con María Magdalena, los autores de Los Evangelios definitivamente lo habrían mencionado, ya que mencionaron a todos los otros miembros de su familia, incluyendo a su madre María, su padre José, sus 4 hermanos y sus al menos 2 hermanas.
Y se rechaza la idea de que María Magdalena sea la esposa de Jesús como nada más que sensacionalismo popular salvaje; además las fuentes históricas son simplemente demasiado contradictorias, y simultáneamente demasiado silenciosas para hacer declaraciones absolutas con respecto a la sexualidad de Jesús.
Los partidarios de esta idea, se apoyan en 3 argumentos:
1. En varios textos gnósticos, como El Evangelio de Felipe, se muestra que Jesús tenía con María Magdalena una relación “de mayor cercanía que con el resto de sus discípulos”, incluidos los apóstoles.
En concreto, El Evangelio de Felipe habla de María Magdalena como “compañera de Jesús” y menciona que éste “la besaba en la boca”
2. En Los Evangelios Canónicos, María Magdalena es, excluyendo a la madre de Jesús, la mujer que más veces aparece, y es presentada además como seguidora cercana de Jesús.
Su presencia en los momentos cruciales de la muerte y resurrección de Jesús, puede sugerir que estaba ligada a él por lazos conyugales.
3. Otro argumento que esgrimen los defensores de la teoría del matrimonio entre Jesús y María Magdalena, es que en la Palestina de la época, era raro que un varón judío de la edad de Jesús, unos 30 años permaneciese soltero, especialmente si se dedicaba a enseñar como rabino, ya que eso hubiese ido en contra del mandamiento divino:
“Creced y multiplicaos”
No obstante, el judaísmo que profesó Jesús era muy distinto del actual, y el papel del rabino no estaba todavía bien definido.
Sólo después de la destrucción del Segundo Templo, en el año 70, el papel del rabino quedó establecido con claridad en las comunidades judías.
Antes de Jesús, está atestiguada la existencia de maestros religiosos solteros, por ejemplo en los círculos esenios.
También, Juan “El Bautista” fue soltero, según todos los indicios.
Más adelante, algunos primeros cristianos, como Pablo de Tarso, serían también predicadores célibes.
Sin embargo, no existe ningún pasaje ni en Los Evangelios canónicos ni en los apócrifos, que permita afirmar que María de Magdala fue la esposa de Jesús de Nazaret.
Lo que sí se sabe, según la tradición ortodoxa, es que María Magdalena se retiró a Éfeso con La Virgen María y el apóstol Juan, y murió allí.
En el año 886, sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde se conservan en la actualidad.
Más adelante, sin embargo, surgió en el mundo católico una tradición diferente, según la cual, María Magdalena, identificada aquí con María de Betania; su hermano Lázaro y Maximino, uno de los 72 discípulos, así como algunos compañeros, viajaron en barca por El Mar Mediterráneo huyendo de las persecuciones en Tierra Santa, y desembarcaron finalmente en el lugar llamado Saintes Maries de la Mer, cerca de Arlés.
Posteriormente, María Magdalena viajó hasta Marsella, desde donde emprendió, supuestamente, la evangelización de Provenza, para después retirarse a una cueva, La Sainte-Baume, en las cercanías de Marsella, donde habría llevado una vida de penitencia durante 30 años.
Según esta leyenda, cuando llegó la hora de su muerte, fue llevada por los ángeles a Aix-en-Provence, al oratorio de San Maximino, donde recibió el viático.
Su cuerpo fue sepultado en un oratorio construido por Maximino en Villa Lata, conocido desde entonces como St. Maximin.
En referencia al título de la película, “La Espada y La Cruz”, Lucas 9:23 dice:
“…si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame”
Este pasaje del Evangelio de Lucas sienta las bases de lo que Cristo exige de la vida de sus discípulos, las condiciones sin las cuales es imposible alcanzar la plenitud de una vida cristiana sincera y fiel al Evangelio.
Cristo pone 3 condiciones fundamentales para ser verdaderos discípulos suyos:
La primera de ellas va referida a la negación de nuestra propia voluntad que muy a menudo se enfrenta a la voluntad de Dios:
Los impulsos del corazón del hombre tienden al mal desde su adolescencia.
Desde el nacimiento, ya nuestra naturaleza está manchada con el pecado original, y toda nuestra vida debe ser un constante batallar para negar impulsos, pasiones e influencias que nos alejen de Dios; sin negación de nuestra naturaleza caída, no puede existir una verdadera conversión..
La segunda condición exige asumir las cargas que Dios pone en la vida para la santificación con las virtudes con las que Cristo asumió el peso de La Cruz y la muerte en la misma, si bien jamás podremos ser como Él, es necesario imitarlo en lo posible, y asumir con las virtudes especialmente de la humildad y la paciencia, todas las contrariedad que Dios nos mande para nuestro bien, el sufrimiento llevado con amor es la clave de la salvación, “porque el amor cubrirá multitud de pecados” decía Pedro; así, la clave de la redención está en que El Hijo de Dios sufrió el más grande tormento en La Cruz por amor a los suyos.
Solamente las 2 primeras condiciones pueden dar paso a la tercera:
Seguir a Cristo implica negar nuestra naturaleza perversa, revestirnos de la voluntad de Dios, y caminar según sus mandamientos hasta la misma Cruz, así caminaron todos Los Mártires y Santos desde San Esteban hasta nuestros tiempos, donde El Martirio y La Cruz adquieren nuevas formas que no siempre implican el derramamiento de sangre, sino que pueden presentarse en forma de exclusión, marginación, o persecución por nuestro entorno social a causa de la fe.
Cristo, no solamente advirtió sobre las condiciones necesarias para ser sus discípulos, sino que expuso las consecuencias que esto tendría para los cristianos:
“No creáis que he venido a traer la paz a La Tierra; no he venido a traer la paz, sino La Espada, porque yo he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y la nuera de su suegra, y serán enemigos del hombre sus mismos domésticos”, según Mateo 10, 34-36
Y es que Cristo sabía que vivir una vida auténticamente cristiana, sería motivo de escándalo para el mundo, y causa de división aun entre nuestro entorno más cercano.
La Espada para el cristiano, debe adquirir un sentido alegórico en cuanto a que la fe debe ser combativa, y nunca pasiva porque, “el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”, según Santiago 2,24; así, la fe debe ser motivo de división, ya que el mundo siempre la rechazará y la perseguirá, que el cristianismo no sea motivo de división y de lucha en una sociedad, es síntoma inequívoco de su corrupción, y de que este ha perdido el sentido primigenio del mismo y su esencia.
Así, San Juan 2,15 sentencia:
“Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él”
Sean pues La Cruz y La Espada símbolos de nuestra fe:
La Cruz por ser la finalidad de nuestra vida cristiana, el sacrificio agradable que Dios espera de nosotros; y La Espada, por ser símbolo del combate espiritual que el cristiano libra contra su propia naturaleza y contra el mundo.

“I poveri?
I derelitti?
Erediteranno la terra.
Roma cadrà sotto l'urto di quest'idea.
Non è assolutamente un'idea di pace e piena di una violenza irresistibile”



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