The Adventures of Marco Polo

“Marco Polo lived in Venice seven hundred years ago.
He was the first European to visit China and write the story of his adventures in that land of magic and mystery.
He was also the first traveling salesman…”

El mundo conocido por los europeos, no iba mucho más allá del actual Oriente Medio; y las pocas noticias que se tenían de lo que estaba más allá, eran generalmente confusas y muy mitificadas.
Marco Polo fue un mercader y viajero veneciano, célebre por los relatos que se le atribuyen sobre el viaje a Asia Oriental, manuscritos por Rustichello de Pisa con el título original de “Le divisament du monde, Livre des merveilles du monde”, o “Il Milione”, y conocido en español como “Los viajes de Marco Polo, narración que dio a conocer en la Europa medieval las tierras y civilizaciones del Asia central y China”; por lo que estas narraciones constituyen el primer testimonio fidedigno del modo de vida de la civilización china, de sus mitos y sus riquezas, así como de las costumbres de sus países vecinos:
Siam o sea Tailandia, Japón, Java, Cochinchina, que corresponde a una parte de Vietnam; Ceilán, hoy Sri Lanka; Tíbet, India y Birmania.
Por su parte, Rustichello da Pisa, también conocido como Rusticiano, fue un escritor pisano que, después de ser hecho prisionero por los genoveses en La Batalla de Meloria de 1284, estuvo encarcelado con Marco Polo alrededor del año 1298, durante la guerra entre Venecia y Génova; siendo en ese momento en que empezó Polo a redactarle sus vivencias; pero existen discrepancias entre los historiadores sobre el hecho de que Marco Polo haya realizado efectivamente los viajes que se le atribuyen, en particular aquellos que lo ubican en Mongolia y China, de los que proviene su celebridad; y según esos relatos, Marco Polo nació y aprendió a comerciar en Venecia, mientras su padre Niccolò y su tío Maffeo, viajaban por Asia donde habrían conocido al Kublai Kan.
Kublai Kan era nieto del gran Gengis Kan; y Kublai fue el 5º y último gran kan, de 1260 a 1294 del Imperio Mongol, y primer Emperador Chino de La Dinastía Yuan, de 1271 a 1294; y también fue el primer gobernante mongol en convertirse formalmente al budismo, específicamente el budismo tibetano; y si uno cuenta El Imperio Mongol en ese momento como un todo, su reino se extiende desde El Océano Pacífico hasta El Mar Negro, desde Siberia hasta lo que ahora es Afganistán.
Y para 1269, Niccolò y Maffeo regresaron a Venecia; pero se llevaron por primera vez a Marco en un viaje comercial a Asia, en el que habrían visitado Armenia, Persia y Afganistán, recorriendo toda La Ruta de La Seda, hasta llegar a Mongolia y China.
Cabe señalar que en la época de Marco Polo, el comercio en Europa seguía un sistema triangular, en el que los productos de lujo procedentes de Oriente, especialmente la seda y las especias que ocupaban un importante lugar.
Estos, en la conocida como Ruta de La Seda, atravesaban Asia Central y las tierras controladas por los sarracenos, siendo comprados por comerciantes italianos, sea venecianos, genoveses, pisanos... que obtenían grandes beneficios al revenderlos luego por Europa.
Es por ello que Venecia y otros puertos italianos ganaron en importancia, y comenzaron una política comercial agresiva para explotar estas rutas comerciales.
Por otra parte, existe muy escasa información sobre Marco Polo y su familia, aparte de la contenida en el libro que relata su viaje; y constan unos pocos documentos venecianos, y está completamente ausente en las fuentes chinas; por lo que hay que tratar con precaución su biografía, por tratarse en su mayor parte de rumores y leyendas populares.
Según el prefacio de la edición italiana de “Il Milione” publicada en 1559 por Giovanni Battista Ramusio; dice que Marco Polo nació en 1254, en una familia de mercaderes.
Su padre, Niccolò, había formado una asociación comercial, o “fraterna compagnia”, con sus hermanos Marco y Maffeo, cuya residencia familiar se encontraba en La Parroquia de San Severo, al norte de La Basílica de San Marcos.
Después de la toma de Constantinopla de 1204, Venecia poseía su propio barrio en la ciudad, además de controlar el puerto, y muchos venecianos se instalaron allí, entre ellos Los Polo.
Una de las rutas comerciales que de allí partían, era la del Mar Negro, y en ella se especializaron, hasta el punto de que disponían de una casa en el puerto de Soldaia, el principal emporio comercial italiano de Crimea.
La familia Polo entró al patriciado veneciano en el siglo XIV, bastante después de la Serrata del Consejo Mayor; y esto se consiguió en gran parte a los matrimonios convenidos con varias de las familias de la más alta nobleza de Venecia, entre las que se encontraron:
Los Querini, Bragadín, Trevisán, Delfín, Gradénigo, Contarini y Vendramín.
El mismo aventurero, Marco, se casó con Donata Badoer, también perteneciente a una familia noble, aunque perdió su posición al casarse con el célebre veneciano.
La elección del nuevo Papa se retrasaba, que acabaría siendo la más prolongada de la historia; así que Niccolò y Maffeo iniciaron el viaje de regreso a La Corte de Kublai Kan en 1271, pero esta vez acompañados por Marco, que ya tenía 17 años.
Llegaron a Acre, donde se encontraron de nuevo con Tedaldo Visconti, que quizás estaba allí en relación con La Cruzada en la que estaba embarcado el futuro Rey Edward I de Inglaterra; y tras desviarse a Jerusalén para hacerse con el aceite de la lámpara del Santo Sepulcro, siguieron viaje hasta Layas, donde se enteraron de que la elección papal había recaído precisamente en Tedaldo Visconti, que adoptó el nombre de Gregorio X.
Regresaron de inmediato a Acre, en una galera facilitada por El Rey León III de Armenia Menor, donde Visconti les facilitó nuevas credenciales, además de hacer que les acompañaran 2 frailes dominicos, aunque estos pronto abandonaron el largo viaje.
Las narraciones afirman que Marco Polo permaneció 23 años al servicio del Kublai Kan, Emperador de Mongolia y China, llegando a ser gobernador durante 3 años de la ciudad china de Yangzhou, y volviendo a Venecia en 1295.
Se desconocen los detalles de este período de la vida de Marco Polo; sin embargo, mientras permaneció al servicio de Kublai Kan, tuvo oportunidad de viajar por todo el territorio de la dinastía mongol, que por entonces se hallaba en pleno apogeo, y adquirir conocimientos sobre la cultura y las costumbres de China.
Destacó el esplendor de la capital, su organización administrativa y la de todo el país, el sistema de correos, la construcción de obras públicas, el trabajo artesanal de la seda, y el uso de papel moneda.
Poco después, Marco pasó a ser emisario del kan, quien le daría diversos destinos a lo largo de los años; y en sus 17 años de servicio al Kan, Marco Polo llegó a conocer las vastas regiones de China, y los numerosos logros de la civilización china, muchos de los cuales eran más avanzados que los contemporáneos europeos; y cuando la familia Polo manifestó el deseo de partir, Kublai Kan no se opuso, aunque les confió todavía una última misión:
Escoltar hasta Persia, en un trayecto por vía marítima, a una princesa china llamada Kokacín, que iba a casarse con un kan persa.
Y en el año 1295, los Polo llegaron a Italia, donde fueron recibidos con tantas muestras de interés como de incredulidad, por lo que se vieron obligados a exponer sus riquezas para que la gente creyera sus historias; eso los convirtió en una sensación, y atrajo a multitud de oyentes, que a duras penas creían sus historias sobre la lejana China.
Por lo que no está claro, cómo llegó Marco a la prisión genovesa, donde se relata que en 1298, conoció a Rusticiano.
Quizás Marco resultó capturado en algún otro enfrentamiento de menor importancia en torno a esas fechas, pero en cualquier caso debió ser liberado tras la ratificación del tratado de paz entre Génova y Venecia, en julio de 1299.
Del manuscrito original de sus viajes, probablemente escrito en francés antiguo o francoitaliano, no ha sobrevivido; pero el libro tuvo rápido éxito, y fue traducido pronto a muchas lenguas europeas; sin embargo, estas traducciones, incluso las más tempranas, son a menudo bastante diferentes entre sí, y contienen numerosos detalles contradictorios y controvertidos; por lo que un gran número de historiadores han puesto en duda, en todo o en parte, la veracidad básica del relato.
“He came... he saw... he conquered!”
The Adventures of Marco Polo es una película de aventura, del año 1938, dirigida por Archie Mayo.
Protagonizada por Gary Cooper, Sigrid Gurie, Basil Rathbone, George Barbier, Binnie Barnes, Ernest Truex, Alan Hale, H.B. Warner, Lana Turner, Richard Farnsworth, Jason Robards Sr., Ward Bond, entre otros.
El guión es de Robert E. Sherwood, con base en la historia de N.A. Pogson; y basados en la vida y relatos de Marco Polo; por lo que narra los viajes del aventurero, des Italia hasta Asia, descubriendo numerosas culturas.
La historia se detiene sin embargo en Pekín, donde conocerá la pólvora y se enamorará de la hija del Emperador Kublai Kan.
De esa manera, la película combina con habilidad la aventura y el romance, con escaramuzas bélicas, traiciones, intrigas palaciegas y guiños de humor.
Su buena ambientación, si pasamos por alto algunos decorados de cartón piedra, el dominio de los movimientos de masas, y un ritmo muy acertado, consiguen que el argumento resulte ameno y no decaiga en ningún momento a pesar de algunas concesiones al público más joven; en una realización de las más elaboradas y costosas de Samuel Goldwyn; que lamentablemente resultó en un fracaso de taquilla, perdiendo un estimado de $700,000; y convirtiéndose en el mayor fracaso hasta ese momento para Gary Cooper y Samuel Goldwyn.
Curiosamente en Italia, los censores fascistas consideraron que The Adventures of Marco Polo era irrespetuosa con el héroe epónimo, e insistieron en volver a doblarla para convertir al protagonista en un escocés, y estrenar el filme bajo el título "Uno Scozzese alla Corte del Gran Kan”; y durante un re-estreno en 1945, los carteles declararon a las estrellas principales eran Gary Cooper y Lana Turner; cuando en realidad, Turner era muy secundaria y, a mediados de la década de 1940, la protagonista real, Sigrid Gurie, ya no era una estrella...
Algunas partes de la película se filmaron en Malibu Lake, donde se reconstruyeron 200 yardas de La Gran Muralla de China y se puso al equipo en un horario de 24 horas al día.
La acción inicia cuando Nicolo Polo (Henry Kolker), comerciante veneciano, envía a su hijo Marco Polo (Gary Cooper), acompañado de su cómico ayudante, Binguccio (Ernest Truex) a la lejana China.
Ambos navegan desde Venecia, y tras cruzar los desiertos de Persia y las montañas del Tíbet, consiguen llegar a Pekín y al Palacio del gobernante de China, Kublai Kan (George Barbier); que ha prometido a La Princesa Kukachin (Sigrid Gurie) al Rey de Persia.
Marco, llegando a Palacio, escucha a Kukachin rogando al cielo para que su marido sea guapo…y Marco consigue una audiencia con El Emperador quien, para ponerle a prueba, le pide que juzgue a unas candidatas para dama de compañía...
Marco las elige diciendo que su criterio es que “las mujeres deben ser sinceras pero no demasiado inteligentes”
Kublai está de acuerdo con él, y se hacen amigos.
Pero el despiadado consejero del Emperador, Ahmed (Basil Rathbone), se entera de que La Princesa se siente inexplicablemente atraída por Marco, y decide librarse de él; pue él también la desea…
De esa manera se sientan las bases de lo que vendrá a desarrollarse en The Adventures of Marco Polo que es totalmente infiel a la historia del personaje, pero aun así se esfuerza por ser divertida; siendo un vehículo excelente para el lucimiento de Gary Cooper como héroe de acción.
“He penetrated the Secret Orient... to find love... danger... wealth!”
The Adventures of Marco Polo tuvo un comienzo en Douglas Fairbanks, que había escrito un guión a principios de 1936 basado en las aventuras de Polo que iba a ser producido por Samuel Goldwyn; y querían que Gary Cooper protagonizara la producción, pero una demanda de $5,000.000 iniciada por Paramount Pictures contra Goldwyn a mediados de 1936, por supuestamente tratar de atraer a su estrella, aparentemente retrasó la película de Fairbanks-Goldwyn indefinidamente.
En 1937, Goldwyn compró una historia original sobre Marco Polo de N.A. Pogson, y Fairbanks aparentemente ya no estaba involucrado en el proyecto…
John Cromwell comenzó a dirigir el 15 de junio de 1937, pero pronto abandonó el proyecto, después de solo 5 días de rodaje, debido a “diferencias de opinión sobre el tratamiento de la historia”
Fuentes modernas han notado que, aunque Cromwell quería filmar la película siguiendo el estilo de la lengüeta que sugería el guión de Robert E. Sherwood, Samuel Goldwyn quería que la película fuera una película de aventuras seria…
Por lo que el productor intentó contratar a William Wyler para el trabajo; pero este no quería tener nada que ver con eso, por lo que Goldwyn persuadió a John Ford para que se hiciera cargo durante unos días, hasta que pudiera encontrar un reemplazo permanente para Cromwell.
Archie Mayo, finalmente fue traído para terminar la película, curiosamente después de haber sido despedido del trabajo de preproducción de Goldwyn, “The Follies” (1938)
Pero si se sabe que John Ford dirigió algunas de las secuencias de acción de la película, incluida la de una ventisca en El Himalaya; además, originalmente la película iba a filmarse en Tecnicolor, pero esto era imposible, porque la mayoría de los equipos Tecnicolor que existían, ya se usaban en otras películas.
En cambio, la película fue hecha en un tono sepia, supervisada por Jack Nicholas, quien fue tomado prestado de MGM para el proyecto.
Todo ello la hizo una típica película de aventuras del Hollywood de los años 30, a cargo de Gary Cooper, personificación del héroe por excelencia; ni que decir que lo que se cuenta en la película, tiene muy poco que ver, por no decir nada, con la vida y hazañas del célebre viajero y comerciante veneciano Marco Polo, salvo que viajó hasta China, y que hizo muy buenas migas con El Emperador Mongol Kublai Kan; lo demás, es una aventurita doblemente exótica, por su lejanía en el tiempo y en el espacio, en una China totalmente fantasiosa, que no responde tampoco en nada, o en casi nada, a lo que conocemos sobre aquel país y aquella época, ni siquiera a lo que el auténtico Marco Polo nos contó en su célebre “Libro de Las Maravillas” por el que es conocido.
Probablemente, los guionistas de la película no se molestaron siquiera en hojear ese libro, y partiendo de varios tópicos formulistas de la época, dieron rienda suelta a su imaginación.
Por tanto, si es fantasía lo mostrado, está bien ajustada a lo “supuestamente real” del relato.
Todo empieza cuando Nicolo Polo muestra sus tesoros de China, y envía de regreso a ese país a su hijo Marco Polo con su asistente, y alivio cómico Binguccio.
Ellos salen de Venecia, naufragan, y cruzan el desierto de Persia y las montañas del Tíbet hacia China, para llegar a Pekín y al Palacio del gobernante, Kublai Kan.
A la llegada de los venecianos, el filósofo y fabricante de fuegos artificiales, Chen Tsu (H.B. Warner), es el primer amigo que hacen en la ciudad, y los invita a su casa a comer espagueti... además de mostrarle “esa novedad de la pasta” los niños hacen explotar galletas con pólvora, a lo que Marco piensa que podría ser usado como un arma…
Mientras tanto, en El Palacio, Ahmed, el consejero del Emperador, abrigando ambiciones dudosas, convence al Emperador Kublai Kan, de que su ejército de un millón de hombres, puede conquistar Japón.
Y posteriormente, Kublai Kan le promete a La Princesa Kukachin al Rey de Persia.
Marco, al llegar al Palacio, ve a Kukachin rezando por un marido apuesto… y Marco obtiene audiencia con El Emperador, al mismo tiempo que llega un grupo de damas de honor; a lo que Kublai Kan le permite a Marco probar a las doncellas para averiguar cuáles son las más valiosas...
Marco las evalúa con una pregunta:
“¿Cuántos dientes tiene una tortuga mordedora?”
Y envía a las que habían adivinado la respuesta incorrectamente, así como rechaza a aquellas que habían dicho la respuesta correcta, y reteniendo aquellas que dijeron que no sabían.
Su razonamiento detrás de esto, es que son las damas de honor perfectas, no excesivamente inteligentes y honestas.
Kublai acepta, y Marco se convierte inmediatamente en un invitado favorecido.
Por su parte, Ahmed le muestra a Marco su torre privada con buitres, y ejecuta a un espía a través de una trampa en un foso de leones.
Luego, Kukachin le dice a Marco, que se va a casar con El Rey de Persia, pero después de haberse enamorado de ella, le muestra lo que es un beso… y un guardia se lo dice a Ahmed, quien promete apartar a Marco del camino de sus propias ambiciones; y luego aconseja a Kublai Kan, de que envíe a Marco al desierto para espiar a los sospechosos de ser rebeldes…
Pero Kukachin advierte a Marco del engañador Ahmed.
Entre ir y venir, suceden batallas, episodios cómicos, pero todo termina de manera esperada, sin escenas fuertes de violencia, salvo las mostradas por los leones, no hay nada que detenga el corazón por el “shock”
Técnicamente, la película tiene hermosos decorados. y el atrezo es vistoso, los actores principales están perfectos, desde el guaperas de Cooper, a la maldad de Rathbone, hay que añadir al secundario Alan Hale, el inseparable amigo para todo de Errol Flynn en casi todas sus películas, que aquí es el jefe rebelde de turno que acaba, claro está, ayudando a Cooper y a La Princesita a vencer al malo, así como el papel del cómico, en ambos lados, de los malos y de los buenos, la escena del beso entre los guardias es muy divertida; y los paisajes pintados, aunque a veces canten que lo son, son muy bonitos.
Lo que pasa es que el interés se diluye tan pronto como el héroe y su criado llegan a Palacio, apenas unos 20 o 25 minutos después de empezar la película; donde la intriga que viene después es muy sosa, y está llevada con bastante poca garra, y la acción, toda la acción queda relegada al cuarto de hora final.
Eso sí, esos últimos 15 minutos de película están muy entretenidos, como no podía ser menos en una película de estas características.
De hecho, el Pekín que vemos aquí, totalmente de cartón piedra, eso sí muy vistoso, está construido a base de toda la parafernalia oriental, típica del cine de serie B de la época, en la que no falta ni el pérfido visir árabe con un foso de tigres en sus aposentos donde arrojar al héroe.
Es decir, no se limita a introducir elementos pseudo chinos, sino de toda Asia en general.
La figura de Marco Polo no es, pues, más que una mera excusa para rodar una historia de aventuras al uso, y nada más; lo cual por supuesto no tendría más importancia si nos encontráramos con una película entretenida repleta de exotismo, aventura, humor, intrigas, amoríos, luchas, persecuciones y todo lo demás, y nos mantuviera entretenidos durante 90 minutos.
Del reparto, Gary Cooper dijo que esta película no estaba hecha para él; y sin embargo sale airoso.
Mientras que Lana Turner, que hace un papel muy secundario, dijo más tarde que su elegante peluca oriental negra, había sido pegada a su cara con goma; y que se sentía extremadamente incómoda con sus trajes, y peor aún, tenía las cejas afeitadas por la insistencia de Samuel.
De hecho, La Turner dijo que ese maquillaje la arruinó, ya que sus cejas nunca crecieron por completo…
Por otra parte, The Adventures of Marco Polo marcó el debut en la pantalla de la protegida de Samuel Goldwyn, Sigrid Gurie, a quien públicamente etiquetó como “La Garbo Noruega”, a pesar de que ella nació en Brooklyn, New York.
Por cierto:
¿Alguien puede explicar, cómo se las apañan 2 italianos para llegar a China, es decir, a un país remoto en el que jamás ha estado ningún occidental, y entenderse perfectamente, y sin intérprete con todo el mundo?
¿Es que han aprendido chino por el camino, o es que los chinos son muy listos y políglotas?
No hay que darle muchas vueltas en el sentido de que The Adventures of Marco Polo es todo menos historia, sino un tema para el entretenimiento puro y duro, lo que es una gran lástima, porque Marco Polo es un personaje histórico muy interesante.
“It has been eaten by the poor people in China for generations.
We call it “spah-get”
En 1295, Venecia estaba en guerra con su rival, La República de Génova; y en el transcurso del conflicto, Marco Polo fue capturado y encarcelado por los genoveses; siendo en esa situación, que en 1298, durante su período en la cárcel, que Polo conoció al escritor Rustichello de Pisa, a quien relató sus fabulosos viajes, que fueron el tema del libro conocido en principio como “Le divisament du monde, Livre des merveilles du monde”, o “Il Milione”; este último título hace referencia “a millones o grandes cantidades de dinero”, que sería adecuada a las ediciones más centradas en interpretar el libro como un manual para mercaderes.
La obra de los viajes se divide en 4 libros:
El primero describe las tierras de Oriente Medio y Asia Central que Marco Polo atravesó en su viaje hacia China.
El libro segundo habla de China y La Corte de Kublai Kan.
En el tercero se describen varias regiones costeras de Oriente:
Japón, India, Sri Lanka y el sudeste de Asia, así como la costa oriental de África.
Y el cuarto libro trata de las guerras que mantuvieron poco antes entre sí los mongoles, y describe también algunas regiones bastante más al norte, como Rusia.
La descripción del mundo, relata 24 años de travesías y descubrimientos por territorios muy alejados de su Venecia natal, entre 1271 y 1295; y en este largo, complicado, nebuloso y casi mágico trayecto hacia territorios completamente desconocidos para la mayoría de sus contemporáneos, Marco Polo nos proporciona un caudal inconmensurable de datos sobre los países y los paisajes que atraviesa, así como sobre la gente que trata y conoce, sus historias, costumbres, cultos, cultivos, joyas, tejidos, caminos, comidas y animales.
Algunas veces se expresa con un lenguaje de inventario, y con aburridas fórmulas estereotipadas, pero muchas otras nos relata lo que ve con un estilo vivo, ágil y ameno, con el fin de maravillar a su público, y dejarlo boquiabierto; y para mantener despierta la atención de sus oyentes, Marco Polo y su escriba, Rustichello da Pisa, muchas veces cuentan historias y leyendas con una curiosa mezcla de tiempos verbales, que sitúan una acción pasada en el presente, para así convertirla en algo vivo e intrigante, y a menudo se dirigen a la audiencia con preguntas directas, o con frases admirativas que buscan en todo momento contagiar la emoción y la sorpresa.
Estas marcas orales presentes en todo el texto, nos indican claramente que “El Libro de Las Maravillas del Mundo” que ha llegado hasta nosotros era, esencialmente, un texto más para ser escuchado, que para ser leído.
El largo trayecto de ida de Venecia a Pekín, se alarga 3 años, de 1271 a 1274 y, a pesar de que es en China, y durante los años de servicio en La Corte del Gran Kan donde Marco Polo vive y descubre las más grandes maravillas, el camino no está exento de rarezas, curiosidades y milagros que sorprenden, en alto grado, tanto a Marco Polo como después a sus oyentes.
Dejando atrás El Próximo Oriente, y adentrándose en territorios ya bajo el dominio mongol, Marco Polo descubre en Armenia, la mágica silueta del Monte Ararat, donde se posó El Arca de Noé tras El Diluvio Universal, y en los territorios de la alta Mesopotamia describe las fuentes negras y los pozos de alquitrán, algunos en llamas, siempre encendidos, verdaderos faros en las noches del desierto.
Antes de relatar su paso por Persia, Marco Polo prefiere deleitar a su público con una fábula sobre un milagro obrado por un zapatero ciego y devotísimo de la mítica ciudad de Bagdad, quien, gracias a sus plegarias, consigue que Dios mueva una montaña, salvando así a la comunidad cristiana de las manos del terrible califa.
Se trata de un cuento fantástico, a la manera de “Las Mil y Una Noches”
Pero es el relato de su paso por las planicies de Irán, lo que provoca verdadero asombro y hasta escándalo:
En lo que parece un recurso para seguir extasiando al público cristiano que escucha sus andanzas, Marco Polo describe la patria de Los 3 Reyes Magos de Oriente del Evangelio, y nos habla de sus tumbas y de los cuerpos todavía incorruptos de Gaspar, Melchor y Baltasar.
Esta noticia invalidaría la tradición de la conservación de sus huesos en el famoso y venerado “Dreikönigsschrein”, el relicario de Los 3 Reyes Magos de La Catedral de Colonia, en Alemania, con lo que estalla la polémica.
A continuación, Marco Polo pasa a justificar el origen del culto al fuego que practicaban los habitantes de esos parajes, convirtiendo a Los 3 Reyes Magos en mazdeístas o “adoradores del fuego”
Cada vez más lejos de casa, avanzando hacia Oriente, en un mundo envuelto en un aura fulgurante de leyenda y maravilla, el tono de su relato va adquiriendo más y más matices fantasiosos:
En el Jorasán persa, la leyenda del árbol seco o solitario que indicaba el fin del mundo, pero que él logra superar, las pavorosas trazas de la destrucción sembrada por las hordas mongolas en el Asia Central, la travesía de los enormes desiertos vacíos, inhóspitos y peligrosos del Taklamakán y el Gobi, llenan el libro de riesgo, intriga y aventura.
La meta de su viaje, Pekín, está cada vez más cerca, pero se halla ya tan lejos de Venecia, que nuestro viajero tiene la sensación de estar alcanzando los confines del mundo:
Los prados infinitos de Mongolia, abiertos a todos los vientos e inabarcables a la vista, lo hacen sentirse verdaderamente en otro mundo; los paisajes adquieren tonos irreales, y los presenta como los llanos de los exiliados gigantes bíblicos Gog y Magog del libro del Génesis, de las profecías de Ezequiel, del Apocalipsis...
Pero el mundo parece no acabarse ni tener límite alguno, ni temporal ni espacial.
Gog y Magog se han convertido en un imperio muy bien organizado hacia el que los Polo se dirigen:
La Corte de Kublai Kan, establecida en verano en la mítica ciudad de Xanadú, en la actual región china de Mongolia Interior, modelo de la magnificencia y el resplandor del poder del gran Emperador mongol, Señor de Asia.
La descripción del maravilloso Palacio móvil de Kublai, hecho de bambú y totalmente decorado, con su extenso jardín cerrado lleno de árboles, flores, fuentes y animales exóticos para solaz del Gran Señor, y con la espléndida Corte que le rodea y le acompaña, compuesta por nobles, soldados, sabios, monjes y magos, informa al público europeo del altísimo grado de magnificencia y lujo de esta ciudad mítica, Xanadú, nombre que a partir de este momento se convertirá para la cultura occidental en sinónimo de esplendor, fasto y opulencia.
Entre las maravillas y las rarezas del Palacio de Verano de Kublai Kan, Marco Polo destaca la presencia de astrólogos, hechiceros, nigromantes, chamanes y encantadores que rodean al Emperador Mongol:
Son los bacsi, los influyentes monjes budistas que dominan La Corte del Gran Kan, y que en los suntuosos y espectaculares banquetes ofrecidos por El Emperador, usan técnicas telequinésicas para acercar la copa de vino, o los manjares a la boca de su señor:
Camareros quietos, concentrados, desplazando objetos con su mente…
¿Magia pura, o simple imaginación del autor?
En Pekín, Marco Polo pasa a formar parte de la élite de extranjeros que trabajan al servicio del Gran Kan; y así, el veneciano nos descubre lo portentoso del aparato burocrático y administrativo necesario para regir las entrañas de un Imperio que hermana las costas del Pacífico, el Índico, el Himalaya y los confines mediterráneos del Próximo Oriente.
Y Marco Polo descubre a los europeos, la férrea organización de un ejército de proporciones inmensas, un sistema de correos que funciona a la perfección, la fabricación de papel a partir de técnicas desconocidas en Europa, el uso extendido del papel moneda… a las órdenes de su nuevo señor, para quien trabajará 17 años, Marco Polo viajará por las provincias interiores de China.
Sus relatos descubren a los europeos el color amarillento del célebre Huang He, “el río Amarillo”; sierpes bestiales, junglas sofocantes, brujos médicos, las altas montañas occidentales del Tíbet, el otro gran río chino, el Yang Tse o río Azul, la peculiar orografía del norte de Vietnam con su gente “bella y alta”, y describe vívidamente las batallas heroicas de los mongoles para conquistar los territorios de la actual Birmania.
Pero lo que quizás más sorprendió a los europeos, fue la descripción del Gran Canal, una antiquísima obra de ingeniería empezada en el siglo VII y en la que trabajaron más de 5 millones de hombres y mujeres.
El resultado fue una red de canales artificiales comunicados con lagos y ríos que lo convirtieron en la vía de agua navegable más larga construida por el hombre.
A lo largo del Gran Canal, discurría la carretera imperial sombreada por árboles plantados con este fin, y jalonada con postas de correos.
Las ciudades adosadas al Gran Canal, proporcionan a Marco Polo la posibilidad de expresarse en términos superlativos.
El tráfico comercial y humano, así como la agitación de las ya abigarradas y superpobladas ciudades chinas, sorprenden a nuestro viajero, y sus descripciones no parecen sino exageraciones; las cantidades son ingentes:
De barcos, de personas, de mercancías, de riquezas...
Todo es tan desbordante, que “sin verlo es imposible que alguien lo crea”, y Marco Polo llega a admitir que, dar cuenta de todo lo que ve y lo que hay, supone una “tarea demasiado ardua”
El relato sobre la inconmensurable China, se corona con la descripción a fondo de varias ciudades que maravillaron a Marco Polo, quien las calificó de magníficas, opulentas y portentosas.
Quinsai, la moderna Hangzhou, la antigua capital de la vencida Dinastía Song en Mangi, nombre que los mongoles daban a la China meridional; se reveló al veneciano como un lugar de maravilla absoluta, que no dudó en definir como “un paraíso”
En aquella época, la ciudad contaba con más de 1 millón de habitantes, y sus dimensiones eran enormes.
Todas las cantidades se cuentan por miles:
12.000 puentes, 100.000 guardias, 4.000 baños públicos, 30.000 soldados, banquetes con 10.000 comensales, palacios de 1.000 habitaciones, 1.600 millares de edificios, 50.000 personas en la plaza del mercado...
Tanta es la admiración por este monstruo urbanístico y su comarca, que le es difícil expresarla en palabras:
“Es verdaderamente muy costoso describir la gran nobleza de esta provincia y, por lo tanto, callaré”
También, la ciudad de Zayton, variopinta, cosmopolita y tolerante, situada en la China del sureste, poblada por comerciantes persas, árabes, indios, marineros, emisarios, oficiales, soldados, monjes y misioneros budistas, taoístas, hindúes, musulmanes, judíos, cristianos nestorianos, maniqueos... provoca que Marco Polo la denomine “el puerto de las delicias”
A pesar de toda la información que nuestro viajero nos proporciona de la China de los mongoles, hay investigadores que dudan de su visita, precisamente por todo lo que omite, por ejemplo se pregunta por qué Marco Polo no menciona en absoluto ni La Gran Muralla, ni la escritura ideogramática china, ni el té, ni los palillos de comer o los pies vendados de las mujeres.
Pero hay que tener en cuenta que ni La Gran Muralla, que sería reconstruida en piedra en el siglo XVII por La Dinastía Ming; ni el té, que llegaría a China en el siglo XVI de mano de los portugueses, tenían entonces la importancia que tienen ahora, y las costumbres o características de la civilización china eran en aquel momento, a ojos del veneciano, poco significativas o de escaso valor documental, pues eran los mongoles quienes gobernaban, y los chinos el pueblo sometido, y, no hay que olvidarlo, Marco Polo trabajaba para El Kan.
Por lo que el viaje de vuelta a casa de Los Polo, hacia Occidente a través del Índico, enlaza el puerto chino de Zayton con el estrecho de Ormuz, en El Golfo Pérsico, donde los viajeros retomarán el camino de regreso por tierra.
Tras tantos años en China, el trayecto es de nuevo un gran despliegue de maravillas; pero curiosamente, los detalles de este periplo marítimo son menos conocidos, menos citados, a pesar del cúmulo de elementos legendarios que Marco Polo ofrece a sus sorprendidos oyentes y lectores:
El trayecto por las islas indonesias, donde topa con caníbales y adoradores de animales vivos; las extrañas islas de Andamán y Nicobar, donde conoce a primitivos hombres con cabeza de perro; el sinfín de maravillas que observa en las costas de la India “que no pueden dejarse en silencio”; las misteriosas islas de Kuria Muria en las costa de Omán, una para hombres y otra para mujeres...
Es evidente porqué se agolpaba la multitud en Génova bajo la ventana de la celda donde El Capitán Marco Polo pasaba su cautiverio junto al escriba Rustichello da Pisa cuando leía en voz alta sus aventuras.
La prisión de Malapaga se convirtió así, en una incansable fábrica de maravillas que incendió la imaginación de los europeos desde el primer momento en que se puso por escrito el relato del viaje de un mercader veneciano que había atravesado un mundo fantástico, aunque real…
La verdad, cuando no se conoce, suena a fábula, pero afortunadamente, la fantasía de una fábula, bien contada, puede ser totalmente cierta.
El libro resultante alcanzó un éxito poco frecuente en la época anterior a la invención de la imprenta; y se tradujo a varias lenguas europeas, ya en vida de su autor, pero los manuscritos originales se han perdido.
Puede decirse, sin duda, que es un documento importante, cuya lectura introduce de facto a la mentalidad predominante en el occidente cristiano medieval.
El libro está más allá de la simple anécdota, teniendo una multiplicidad de significados que lo rodean; pero también generó dudas, por sus omisiones o inexactitudes históricas que señalan algunos, y son principalmente que:
Marco Polo no figura en ninguna fuente histórica china o mongol; en los relatos se afirma que Marco Polo fue gobernador durante 3 años de la ciudad china de Yangzhou, pero no aparece en las detalladas listas de administradores locales de La Dinastía Yuan; también, según su relato, Los Polo ayudaron a Kublai Kan en la conquista de Saianfu, Xiangyang; la última ciudad en posesión de La Dinastía Song, supervisando la construcción de 3 catapultas; sin embargo, la ciudad cayó en 1273, 2 años antes de la llegada de Marco a China, y tanto las crónicas chinas como las persas, dan los nombres de los constructores de las catapultas, una familia procedente de Siria.
Polo no menciona La Gran Muralla, aunque hay que tener en cuenta que en el siglo XIII, La Muralla estaba en gran parte en ruinas, y que casi toda la gran estructura actual, es obra de La Dinastía Ming en el siglo XVI.
Tampoco es mencionado por otros viajeros, como Odorico de Pordenone o Giovanni Marignolli, que recorrieron esa zona en el siglo XIV.
No menciona la costumbre de vendar los pies de las niñas, aunque estaba circunscrita a mujeres de clase alta, que normalmente se mantenían alejadas de extraños o extranjeros; ni menciona el té, bebida que en época de Marco solo era conocida en el sur de China, zona que parece ser desconocida para él.
No menciona la escritura china, y para los nombres no suele utilizar las formas chinas, y en su lugar recurre a las mongolas, pero sobre todo a las persas, “facfur” como Emperador de China, “Mangi” para referirse al sur de China y, en general gran parte de la toponimia.
Existe coincidencia general, en que Marco ignoraba el chino, pero hay que tener en cuenta que el persa era lingua franca en La Corte mongola, y que es posible que, a su vuelta a Europa, redactara el libro consultando documentación o mapas persas que habría traído consigo.
Para responder a estos argumentos, algunos historiadores han supuesto que, el hecho de atribuirse importante participación en algunos acontecimientos, pueda responder al deseo de Marco Polo de ocupar algún puesto de relevancia a su vuelta, o también que fueran recursos de Rustichello, para incrementar el interés del relato, como podría indicar el hecho de que ambas anécdotas se omitan en manuscritos que podrían corresponder a revisiones del texto hechas con posterioridad por el propio Marco.
Y aunque Los Polo no fueron en forma alguna los primeros europeos en llegar a China por tierra, considérese por ejemplo a Juan de Plano Carpini así como la única delegación romana que partió a la China con objeto de establecer relaciones diplomáticas entre Roma y China; gracias al libro de Marco, su viaje fue el primero en conocerse ampliamente, y el mejor documentado hasta entonces.
Y la leyenda cuenta que Marco Polo introdujo en Italia algunos productos de China, entre ellos:
Los helados, la piñata y la pasta, especialmente los espaguetis.
Sin embargo, esta leyenda está muy cuestionada; por ejemplo, hay pruebas de que la pasta era conocida en Grecia e Italia desde la antigüedad.
En la España árabe, hay referencias escritas acerca de los fideos, llamados entonces “aletría” desde el siglo XII.
Así las cosas, Marco Polo fue liberado de prisión en el año 1299, y se convirtió en un rico mercader y miembro del Gran Consejo de La República de Venecia.
Y murió en 1324, de una enfermedad cuando tenía unos 70 años de edad; lo enterraron en La Iglesia de San Lorenzo de su ciudad, aunque su sarcófago desapareció durante las obras de reconstrucción en 1592.
Procede de Jacopo d'Acqui, la anécdota significativa de las dudas que ya en su momento suscitaron sus relatos, de que en su lecho de muerte, su familia pidió a Marco que corrigiese o eliminase de sus historias todo lo que no fuese cierto.
Él se negó, insistiendo:
“¡Solo he contado la mitad de lo que verdaderamente vi!”
Desde entonces, gran número de historiadores han puesto en duda, en todo o en parte, la veracidad básica del relato; pero el libro cambió a Europa y al mundo; y acabó de forma definitiva con los prejuicios europeos sobre el mundo más allá de Persia, y abrió con ello a Europa, a ese mundo impulsando también con ello a los futuros exploradores europeos, lo que contribuyó al futuro descubrimiento europeo del mundo y viceversa; e inspiró a muchos viajeros y exploradores.
Hay una literatura sustancial basada en los escritos de Polo; que también influyó en la cartografía europea, lo que llevó a la introducción del mapa Fra Mauro, considerado el mejor memorial de la cartografía medieval, siendo dibujado entre 1457 y 1459 por el monje italiano, Fra Mauro.
Además, los viajes de Polo, inspiraron entre otros, a Cristóbal Colón que poseía un ejemplar del libro, cuidadosamente con anotaciones manuscritas suyas en los márgenes, que todavía se conserva.

“Non ho scritto neppure la metà delle cose che ho visto”



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