The Wolf Man
“Even a man who is pure in heart, and says his prayers by night; may become a wolf when the wolfbane blooms and the autumn moon is bright”
La licantropía es la mitológica habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo; el término viene del griego antiguo; y se puede utilizar para referirse al acto de transformar a otro humano en lobo; en la etimología folclórica, también conecta la palabra a Licaón, Rey de Arcadia, quien de acuerdo al poema “Las Metamorfosis” de Ovidio, fue convertido en un lobo rabioso como respuesta al intento de servir carne humana, la de su propio hijo, durante la visita de Zeus, para refutar o desaprobar la divinidad del dios.
Sin embargo existe también una enfermedad mental llamada licantropía, en la cual el paciente cree ser o haberse transformado en un animal, y se comporta de acuerdo a ello; y es común referirse a ella como “licantropía clínica” para distinguirla de la licantropía mitológica.
Aspectos similares se encuentran en la mitología egipcia, donde hay seres con características tanto humanas como animales; y en las leyendas, a la licantropía no se le atribuye una explicación específica, más que la generalmente atribuida a la magia y a lo paranormal; y podría desarrollarse como consecuencia de caracteres genéticos heredados, heridas producidas por otro licántropo, maldiciones u objetos mágicos.
En cualquier caso, la denotación de licantropía está limitada a la metamorfosis de seres humanos en lobos; y la transformación puede ser temporal o permanente; el hombre-animal podría representar un hombre que se transformó a sí mismo, o bien ser su doble, cuya actividad deja al hombre real aparentemente sin cambio alguno; podría ser símbolo de su alma, la cual busca a quien pueda devorar y dejar su cuerpo en un estado de trance; o quizás solo el mensajero de un ser que, en definitiva, representa una íntima conexión que se demuestra en el factor que éste sufriese por la repercusión en el ser humano de la misma herida correspondiente.
El hombre lobo, también conocido como licántropo, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo; y se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos, probablemente junto con el del vampiro; y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de “hombres bestia”
Todas las características típicas de aquel animal, como son la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez, son en ellos claramente manifiestas, para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino.
Según las creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale La Luna llena; y en el folclore y la mitología, un hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito o involuntariamente, a causa de una maldición o de otro agente exterior.
La mayoría de las referencias contemporáneas, están de acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado si se le dispara una bala de plata, aunque esto es producto de la narrativa moderna, y no aparece en las leyendas tradicionales, aunque algunas clásicas dicen que se puede matar cortándole la cabeza y arrancándole el corazón.
Los hombres lobo a menudo son representados como inmunes al daño causado por armas comunes, siendo vulnerables solo a los objetos de plata, como un bastón con punta de plata, una bala o una cuchilla; y esta reacción negativa a la plata, es a veces tan fuerte que el simple toque del metal en la piel de un hombre lobo causará quemaduras.
La ficción del hombre lobo actual, casi exclusivamente implica que la licantropía es una condición hereditaria o se transmite como una enfermedad infecciosa por la mordedura de otro hombre lobo; también la agresividad y los impulsos animales pueden intensificarse y ser más difíciles de controlar, como el hambre y la excitación sexual.
Por lo general, en estos casos las habilidades disminuyen en forma humana; pero nadie sabe con exactitud cuándo se originaron las leyendas sobre hombres lobo, y puede que se trate de una superstición tan antigua como la humanidad misma y la manifestación observada de diversas patologías.
Como concepto fue generalizado en el folclore europeo, y existe en muchas variantes, que están relacionadas por un desarrollo común de una interpretación cristiana del folklore europeo subyacente desarrollado durante el período medieval paralelamente a la creencia en las brujas; y se extendieron al Nuevo Mundo con El Colonialismo, y después del final de las pruebas de brujería, el hombre lobo llegó a la literatura como género de terror gótico y en el siglo XX se convirtieron en parte del género de terror y fantasía de la cultura popular moderna.
Los hombres lobo y otras clases de cambiantes aparecen hoy de forma recurrente en el cine, televisión, literatura y música, constituyendo un diverso género de raíces folclóricas ancestrales y diversas reinterpretaciones modernas.
En el cine, los hombres lobo han sido muy representados, formando parte de los espantajos más célebres de todos los tiempos, junto a los vampiros, los zombis, el monstruo de Frankenstein y las momias.
La primera película que utilizó un hombre-lobo antropomorfo fue la producción de Universal Studios llamada “Werewolf of London” (1935), con lo que estableció el canon de que el hombre lobo siempre mata a lo que él más ama, pero no se hace referencia a la plata ni a otros aspectos del saber de los hombres lobo como el canibalismo; sin embargo, con el tiempo, la representación de los hombres lobo ha pasado de ser completamente malévola, a criaturas incluso heroicas, como en las series “Underworld” y “Twilight”
“Night monster with the blood lust of a savage beast!”
The Wolf Man es una película de terror del año 1941, dirigido por George Waggner.
Protagonizado por Lon Chaney Jr., Claude Rains, Warren William, Ralph Bellamy, Patric Knowles, Bela Lugosi, Maria Ouspenskaya, Evelyn Ankers, J.M. Kerrigan, Fay Helm, Forrester Harvey, Eddie Polo, entre otros.
El guión es de Curt Siodmak, que fue influenciado por sus experiencias en la Alemania nazi; así mismo el hombre lobo mismo puede ser visto como una metáfora de los nazis:
Un hombre por lo demás “bueno” que se transforma en un animal asesino que sabe quién será su próxima víctima cuando vea el símbolo de un pentagrama, es decir, “una estrella de 5 puntas” en ellos; no es por casualidad, dando a entender que la víctima de la maldición es marcada con un símbolo de las mismas características que la estrella de David, con la que los nazis marcaban y marginaban socialmente a los judíos.
Otro dato que los liga, es que la Alemania nazi usó el nombre “Werwolf”, de la criatura mítica como nombre en clave de una de las oficinas centrales de Hitler; y de hecho, en los últimos días de la guerra, “La Operación Werwolf” nazi, tuvo como objetivo crear una fuerza de comando que operaría detrás de las líneas enemigas, mientras Los Aliados avanzaban a través de la propia Alemania.
Además, Hitler era conocido como “El Lobo”, y su casa referida como “Führerhauptquartier Werwolf” o “La Guarida del Lobo”
De esa manera, Curt Siodmak, como su hermano Robert y tantos otros alemanes como Fritz Lang, Billy Wilder y Peter Lorre, formaron parte del exilio alemán a los Estados Unidos, huyendo del régimen fascista nazi que acaba de ganar las elecciones.
Curiosamente, estos directores, escritores, actores o técnicos, consiguieron algunas de las obras más arriesgadas y más ácidas del panorama de entonces.
No obstante, en el guion original de Siodmak para la película, si el protagonista realmente sufrió una transformación física a un hombre lobo o si la transformación simplemente ocurrió en su mente, se dejó ambigua...
El hombre lobo nunca aparecería en la pantalla, y en última instancia, el estudio determinó que la transformación literal del protagonista en un hombre lobo sería más atractiva para el público y, por tanto, más rentable; por lo que el guión fue revisado en consecuencia; pero debido a la censura de la época, de parte de la Motion Picture Producers & Directors Association (MPPDA), no fue permitido que algunas tomas del personaje fueran muy “bestiales”; y tampoco fue autorizado que hubiera una transformación directa del hombre al lobo.
En un principio, la película sería lanzada con el nombre de “Destiny”, que había sido el título preliminar de varias películas de Universal en esa década.
Pero Universal tenía otro guión de hombre lobo no producido originalmente planeado como vehículo para Boris Karloff en el archivo, pero el escritor Curt Siodmak no utilizó nada de eso para su guión, y prescindió de Karloff; y a The Wolf Man se le acredita a menudo como la que originó varios aspectos de la leyenda que se diferencian del folclore tradicional, incluyendo invulnerabilidad a armas que no son de plata, el contagio, y la asociación con La Luna; y muchos de los mitos modernos de los hombres lobo, se originaron con esta película, como una persona convirtiéndose en un hombre lobo a través de un mordisco, la única manera de matar a un hombre lobo es con una bala de plata, y los hombres lobo y sus víctimas, se marcan con pentagramas; aun cuando algunos elementos son tomados de la anterior película de hombre lobo, “Werewolf of London” (1935), que no tuvo éxito, que también los hizo totalmente desconocidos; y otros son conceptos originales creados por el escritor Curt Siodmak; pues en el folclore, uno se convertía en un hombre lobo al ser maldecido, o al hacer un pacto con el demonio, podía volverse en cualquier momento, y los hombres lobo eran mortales y podían ser asesinados por medios convencionales.
Por ello, las películas posteriores agregaron el detalle de los hombres lobo siendo inmortales; una vez más, un invento de Hollywood, y básicamente una excusa para seguir trayendo al personaje de vuelta a varias secuelas, precuelas, “spin off”, etc.
Como dato, The Wolf Man es la 2ª película de hombre lobo de Universal Pictures, precedida 6 años antes por aquella de 1935; y aquí se contó con mucho más presupuesto, un estimado de $180.000; siendo estrenado 2 días después del ataque a Pearl Harbor en el marco de La Segunda Guerra Mundial, y aun con ello se convirtió en el filme más taquillero del año para Universal Studios; y para su protagonista, Lon Chaney Jr., fue el inicio de una secuela de películas con el personaje de Larry Talbot, siendo estas:
“Frankenstein Meets The Wolf Man” (1943), “House of Frankenstein” (1944), “House of Dracula” (1945) y “Abbott and Costello Meet Frankenstein” (1948)
En términos generales, la producción tuvo una gran influencia sobre películas posteriores relacionadas al mismo personaje; e influyó en futuros cineastas para la creación de películas de culto que en 1981 dio 2 obras maestras:
“An American Werewolf in London” dirigida por John Landis y “The Howling” dirigida por Joe Dante.
La acción de The Wolf Man tiene lugar en algún momento a principios del siglo XX:
Después de enterarse de la muerte de su hermano, Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) regresa a su hogar ancestral en Llanwelly, Gales; para reconciliarse con su padre separado, Sir John Talbot (Claude Rains)
Mientras estuvo allí, Larry se interesa románticamente por una chica local llamada Gwen Conliffe (Evelyn Ankers), que dirige una tienda de antigüedades…
Como pretexto para conversar con ella, Larry compra un bastón de cabeza plateada, decorado con un lobo; y Gwen le dice que representa a un hombre lobo que ella define como “un hombre que se transforma en un lobo en ciertas épocas del año”; y como curiosidad, a lo largo de la película, varios aldeanos y gitanos que visitan el lugar, recitan un poema siempre que aparece el tema de los hombres lobo, que dice:
“Incluso un hombre que es puro de corazón, y dice sus oraciones por la noche; puede convertirse en un lobo cuando florece el acónito y La Luna de otoño es brillante”
Esa noche, Larry intenta rescatar a la amiga de Gwen, Jenny Williams (Fay Helm), de lo que él cree que es un súbito ataque de lobo…
Él mata a la bestia con su nuevo bastón, pero es mordido en el pecho en el proceso.
Una adivina gitana llamada Maleva (Maria Ouspenskaya), le revela a Larry que el animal que lo mordió era en realidad su hijo, Bela (Bela Lugosi) en forma de lobo.
Ella también revela que Larry se transformará en un lobo también, pues quien sea mordido por un hombre lobo, se convertirá en uno también; y así ocurre:
Talbot se transforma en una criatura parecida a un lobo y acecha al pueblo, primero matando al sepulturero local; no obstante Talbot conserva vagos recuerdos de ser un hombre lobo, y de querer matar, y continuamente lucha para superar su condición; finalmente él es golpeado hasta la muerte por su padre con su propio bastón de plata, justo después de haber atacado a Gwen; y Sir John Talbot observa horrorizado, cómo el hombre lobo muerto se transforma en la forma humana de su hijo; mientras Gwen también lo nota, y llora por el estado de su amigo mientras la policía local llega a la escena.
Este hombre lobo podría no asustar más, pero permanece como un emotivo cuento de hadas para adultos que contiene amor, sensualidad y redención, y con el retorno del hijo pródigo añadido adecuadamente.
Todo ello lo hace un clásico, sin ser una obra de arte; porque es admirable y atrayente, pero carece del impacto creativo y artístico de otros monstruos de Universal como Drácula y Frankenstein.
Con todo, The Wolf Man ha perdurado porque muestra una mitología que parece una auténtica y arquetípica leyenda, cuando en realidad es una invención cinematográfica; así como el estupendo y artesanal maquillaje y ambientación gótica; aunque quizás contenga alguna licencia muy libre y demasiado romanticismo para ser una película de terror, probablemente esta adaptación del mito sea la más respetable.
Por ello, Hollywood, muchos años después, apostó por un remake que la misma Universal produjo:
“The Wolf Man” (2010) de Joe Johnston, con Benicio del Toro; que siguió la misma trama básica, pero la historia y los personajes se vieron significativamente alterados, con Anthony Hopkins en una versión radicalmente alterada del papel de Claude Rains; sin embargo ganó un Premio de La Academia al Mejor Maquillaje.
“I believe a man lost in the mazes of his own mind may imagine that he's anything”
Aquí nos encontramos ante el nacimiento de un mito en el mundo del cine; y ante el comienzo de uno de los personajes más representados en la gran y pequeña pantalla, un personaje que ha causado pesadillas a millones de personas.
Pero muy pocas personas conocen que el interés popular por el cine comenzó con la época de los monstruos de Universal Pictures; cuando Carl Laemmle Jr., descubrió el impacto que tenía en la época proyectar las antiguas historias y libros del viejo continente, gracias a trabajadores del extranjero; pero contrario al éxito de las cintas de horror de monstruos en los años 1930, la siguiente década tuvo una serie de producciones de bajo costo y de poca relevancia… y la única excepción fue precisamente The Wolf Man, tema que ya había sido tratado en 1935 por la misma productora.
Así, La Época Dorada de los monstruos de Universal Pictures comenzó en la década de los 30, cuando Drácula y el monstruo de Frankenstein rondaban por los estudios, y por el imaginario colectivo de manera rampante y desvergonzada.
Pero esta fiebre alcanzaría su punto más alto durante la década de los 40, cuando sus principales cabecillas decidieron liberar a su primera criatura original, es decir, que no estaba basada en ninguna fuente literaria; y esa criatura fue la protagonista de The Wolf Man en 1941, como un ícono sin par de la cultura popular, y el único de los monstruos de Universal que fue interpretado siempre por el mismo actor:
Lon Chaney Jr., quien se encasquetó el peludo maquillaje de la bestia en al menos 5 ocasiones; y en el fondo, la vieja mitología del licántropo se revitaliza en esta película dirigida por George Waggner, con nuevos elementos agregados al mito en el guión de Curt Siodmak, como darle más importancia a La Luna relacionada a la aparición del hombre lobo, la aparición de pentagramas en las manos de las víctimas, y un poema “legendario” sobre el licántropo, entre otros.
Pero donde realmente está el valor de la película, es en la construcción de esa figura trágica, en el destino del hombre mordido, que empieza a descubrir, lamentablemente en lo que se convertirá inevitablemente:
Una bestia asesina que no discrimina víctimas, incluso a la mujer amada.
De esta manera la producción de la Universal centrada en el licántropo por antonomasia, se antoja como un proyecto lleno de matices, detalles e ideas notablemente originales para la época, y un subtexto muy interesante sobre legados malditos, lazos de sangre, amores imposibles o la naturaleza salvaje que se encuentra vinculada de manera intrínseca al ser humano desde el principio de los tiempos, y que aquí está representada por el alter ego monstruoso del protagonista:
Larry Talbot inicialmente emprende un viaje de retorno desde el continente americano a su antiguo hogar en un poblado de Gales.
Durante su estancia conoce a una chica de nombre Gwen Conliffe, hija de un anticuario; y una noche, Larry, Gwen y su amiga Jenny, visitan un campamento de gitanos.
En ese lugar conocen a Bela, quien observa una “marca del hombre lobo” en la mano de Jenny, y al regresar, el trío es atacado por un lobo; pero Larry aniquila al animal, que logra morderle, y de paso, la bestia mata a Jenny…
Tiempo después, Larry se da cuenta que Bela ha muerto; y regresa con Gwen y el prometido de ésta, Frank Andrews (Patric Knowles) donde los gitanos.
Allí conversan con Maleva, esposa de Bela, quien les dice que el fallecido era un hombre lobo, y que, al ser mordido por él, Larry se transformará en el animal.
Efectivamente, Larry se convierte en hombre lobo y esa noche mata a un cavador de tumbas...
Por su parte, el jefe de policía Paul Montford (Ralph Bellamy), y el Dr. Lloyd (Warren William) colocan trampas para atrapar la bestia, la cual cae…
Maleva mira la escena, y hace que Larry vuelve a su estado normal y le libera.
Inmediatamente regresa a buscar a Gwen, y le informa que se irá del lugar; ella quiere ir con él, pero Larry observa la marca del hombre lobo en su mano y la rechaza.
Asimismo, informa a su padre, Sir John Talbot, de su infortunio, pero éste no le cree, y a modo de precaución le amarra a una silla y lo encierra.
Por otro lado, una partida de hombres rastrea a la bestia...
Gwen, por su parte, va en búsqueda de Larry; y durante la marcha es atacada por el hombre lobo, pero Sir John aparece y le mata.
Momentos después, el cadáver del animal se transforma en Larry...
A la escena llega Montford, quien conjetura que el animal atacó a Gwen, y que Larry murió al tratar de defenderla, aunque la expresión de Sir John indica que finalmente lo ha comprendido todo…
Es esa dualidad entre el deseo de ese hombre por una mujer y la potencial destrucción de la misma, es donde se encuentra el centro más emotivo de la historia; y resaltada en esa melodramática interpretación del hombre-demasiado-bueno al que se le revelará, de forma amplificada, el lado oscuro que todos llevamos dentro.
Lon Chaney Jr., con su apariencia de gran hombre bonachón, común y corriente, se opone a la figura del galán más estereotípico del Hollywood de la época, lo que hace que no sólo nos identifiquemos más con su tragedia, sino que sea más coherente esta figura del lado oscuro dentro del buen hombre; pero lo cierto es que donde más brilla la película es en las secuencias que tienen lugar en el bosque, mientras la niebla envuelve a Lon Chaney Jr., y vemos a este deambular románticamente, sabiendo la desesperada situación por la que pasa el protagonista.
Aunque ya hubo un par de acercamientos cinematográficos a la figura del licántropo, sin duda fue este film el que sentó las bases del mito moderno; y es innegable que los años se notan mucho, con el aspecto del monstruo y varios errores de “raccord”, así como escenas desaparecidas que generan lagunas, pero prefiero quedarme con lo bueno, que es la mayoría.
El drama del protagonista, primero al dudar de su cordura, pocas veces ha estado tan bien trabajado en este tipo de películas el asunto de qué es real y qué no; y luego al convencerse de que es una bestia asesina...
Uno sufre con él desde el principio, pues el personaje estelarizado por Lon Chaney Jr., resulta sumamente entrañable.
Así, a pesar de las limitaciones técnicas, se consigue un dramatismo y una intensidad en muchas escenas digno de admirar, y es increíble que la escena del primer ataque del hombre lobo resulte tan inquietante teniendo en cuenta lo breve y lo nada sangrienta que es; y eso hay que debérselo al trabajo hecho en la construcción del protagonista, pero también a la estupenda banda sonora y, sobretodo, a la magnífica atmósfera creada.
Porque The Wolf Man es uno de los 3 monstruos de Universal Studios de primer nivel, sin tener una fuente literaria directa, los otros son The Mummy y The Creature from The Black Lagoon.
Por ello, aquí no se hace uso de la idea de que un hombre lobo se transforma bajo La Luna llena, y resulta curioso que La Luna llena, epicentro y causante de la transformación, no se presente en ni un solo plano; solo queda en la descripción de Gwen y el poema, implican que sucede cuando florece “la hierba de lobo” en otoño.
La primera secuela, sin embargo, hizo un uso explícito de La Luna llena tanto visualmente como en el diálogo, y también cambió el poema para especificar cuándo La Luna está llena y brillante.
Es de suponer que esto es lo que popularizó la conexión de La Luna llena en el siglo XX; y la secuela directa de The Wolf Man, implica visualmente que la transformación ocurre como resultado de la exposición directa a la luz de La Luna llena.
Otra ficción ha asumido que la transformación es una ocurrencia mensual ineludible, y no examina si es causada por la luz, los efectos de marea, o algún ciclo que coincida con las fases de La Luna.
El poema que se recita en varias ocasiones, contrariamente a la creencia popular, no era una leyenda antigua, sino que en realidad era una invención del guionista.
Curt Siodmak afirmó ser el responsable de la adición al canon de la vulnerabilidad del hombre lobo a la plata, y esta afirmación a menudo ha sido repetida por los aficionados al terror, incluido el director John Landis.
Sin embargo, la plata, según la leyenda, se utilizó por primera vez para matar a un hombre lobo en “La Bête du Gévaudan”, que data de finales del siglo XIX, y es el nombre histórico atribuido a un críptido devorador de hombres, semejante a un lobo, perro o perro lobo, que asoló la región de Gévaudan, ubicada actualmente en el departamento francés de Lozère, región de Occitania, en el sur de Francia, entre 1764 y 1767.
Las novelas que relatan la leyenda, aparecieron en la década de 1930, y presentaban el asesinato del hombre lobo con una bala de plata; por lo que The Wolf Man fue la primera película en utilizar el mito de la bala de plata en pantalla.
Cierto es que el guión, amén de instaurar las reglas de la licantropía, ofrece bastante poco:
Una historia contada a partir de un “porque sí”, metido para que todo tenga sentido, al estilo “macguffin” que repito, no tiene demasiado interés, pero sí el suficiente como para mantener enganchado al público.
Y es que Siodmak, que había llegado a Estados Unidos huyendo del régimen nazi, concibió la historia del hombre lobo como un cuento mucho más ambiguo en el que la transformación licantrópica nunca era vista de manera explícita, dejando abierto cierto margen de interpretación acerca de si el origen de los crímenes del protagonista era realmente una metamorfosis, o un estado de locura.
Además, el escritor nunca dejó de resaltar el hecho de que, para él, el hombre lobo no era más que una metáfora del hombre bueno, entregado a la bestialidad de su lado más perverso, lo que en su mente equivalía a una interpretación de los crímenes del nacional-socialismo, en este sentido es interesante el detalle estético que nos ofrece la película:
El hombre lobo selecciona a sus víctimas cuando ve aparecer en ellos la imagen de una estrella, referencia velada al origen judío de las principales víctimas de los nazis; pero la profundidad de tal drama psicológico no interesaba a los estudios, de manera que Siodmak convirtió su guión en lo que hoy conocemos:
Una deliciosa muestra de serie B, con un valor nostálgico inigualable.
Por su parte, George Waggner, en labores de producción y dirección, depura y estiliza la impronta de los largometrajes de terror de la Universal para su propuesta, consiguiendo una elaborada atmósfera que se mueve entre la ensoñación, con esos bosques nocturnos rodeados de una espesa bruma; la influencia de la escuela alemana con elementos expresionistas, y el gusto por la simbología, con incontables objetos relacionados con lobos localizados en segundo plano; para diseñar una obra que en ocasiones apela más al drama que al género al que se adscribe como pieza cinematográfica, permitiendo de este modo que gran parte del peso recaiga en los personajes y los actores que les dan vida, o la interacción que los mismos mantienen a lo largo del metraje.
En lo relativo a detalles técnicos, la atmósfera en la película es innovadora para sus años; comienza como algo acogedor, el retorno de un hijo a su casa, el entusiasmo y la alegría se nota en el propio escenario del castillo, como en el pueblo o en las ferias de los zíngaros, haciendo el sentimiento contagioso con nuestros protagonistas, y cuando toca girar la moneda, lo hacen con un tacto que parece chocar con las aptitudes del teatro, es decir, las actuaciones de arrepentimiento, compasión y convalecencia se vuelven demasiados reales y denotan en una gran actuación.
Castillos, pueblos apartados de la vista, y como no, oscuros bosques son los típicos escenarios en los proyectos de los monstruos, y ésta, aunque no sea aparte de la idea de siempre, se reta a innovar y a mejorar ese aspecto.
Así vemos cómo este hombre lobo tiende a volver al mismo escenario del bosque, una y otra vez, apareciendo obviamente en el mismo sitio en cada toma, pero aprovechan las distancias camuflándola con la impresionante niebla y caravanas de los zíngaros, junto con un discreto trabajo de cámara que maneja la aparición de nuestro monstruo, lentamente y con desdén.
Ciertos ambientes como la iglesia y el velatorio de Bela, añaden la tensión que necesitan nuestros personajes y actores para mantener el aura de tristeza en el que están; y la escena de Larry evadiendo la capilla, es sorprendentemente fuerte y afectiva, basta ver cómo el arrepentimiento y la culpa le dividen del resto, e incluso del perdón del pueblo, resulta algo triste verdaderamente.
En cuanto al velatorio, una vez más Maleva está detrás de todo esto, un sitio oscuro y frío que ataca al corazón de Larry, al ver como su madre se despide de su hijo por su culpa, sigue sintiéndose culpable a pesar de haber intentado salvar a Jenny.
Atención con la fotografía de Joseph A. Valentine, excelente artesano de la imagen, y cinematógrafo habitual de Alfred Hitchcock en varios filmes; un hombre que se fue demasiado pronto, antes de cumplir los 50 años de edad, y que aquí retrata imágenes gloriosas, bañadas en niebla, de pueblos en la oscuridad, laberínticos bosques, un campamento gitano y viejos sepulcros; en los espacios diseñados por Jack Otterson; y para la creación del hombre lobo, el maquillador Jack Pierce pasó 5 años investigando modelos de la bestia, y 5 meses para encontrar la mejor combinación de cabello, color y caucho a ser utilizados; y logró el maquillaje icónico, principalmente con una nariz de goma y pelo de yak, que se chamuscó con un rizador y se unió a la cara, el brazo y las piernas de Lon Chaney Jr., con goma.
De hecho, el proceso de transformación fue agotador para Chaney; aun cuando en la película no sufrió una transformación facial en pantalla, como se presentó en todas sus secuelas.
Los arreglos progresivos de disolver la vuelta a hombre, se vieron solo en los últimos 10 minutos, y luego discretamente.
En la primera transformación, Talbot se quita los zapatos y los calcetines, y son sus pies los que crecen peludos, y se convierten en enormes patas, cortesía de botas incómodas de goma dura, cubiertas de pelo de yak; y en la escena final, el hombre lobo regresa gradualmente a la forma humana de Larry Talbot, a través de la técnica estándar.
Destacar que Jack Pierce fue el primero en estudiar medicina, anatomía e incluso mecánica para aplicárselo a futuros diseños de los monstruos que el mismo creó, siendo uno de los grandes artistas del maquillaje en el cine clásico, un tipo cuidadoso, responsable, perfeccionista y meticuloso a más no poder; un dios en Universal, que hizo el maquillaje de todos los monstruos clásicos y colaboró en cientos de películas; pero debido a su encasillamiento y cabezonería de no querer renovarse, usando siempre los mismos métodos clásicos y materiales costosos y que conllevaban un proceso de preparación más lento y demasiado sacrificio para los actores, Universal acabó sustituyéndolo por Bud Westmore, el cual aplicaba materiales más baratos y ágiles de usar, como el caucho poroso, un material del que renegaba Pierce.
Y es que las historias sobre las escenas de maquillaje y transformación en The Wolf Man, se han vuelto legendarias, y en su mayoría son apócrifas:
La transformación de Chaney del hombre en monstruo, fue ciertamente laboriosa; y la serie de maquillajes tardó de 5 a 6 horas para aplicarse, y 1 hora para eliminar.
Pierce lo había diseñado originalmente para Henry Hull en “Werewolf of London” (1935), pero Hull argumentó que el disfraz no tenía sentido dentro de la trama, ya que 2 personajes tenían que reconocer al Dr. Glendon, incluso en su forma de hombre lobo; y se le ordenó a Pierce que diseñara una segunda versión que dejara más reconocible el rostro de Hull; pero luego recicló su diseño para esta película.
Chaney afirmó, que se vio obligado a permanecer inmóvil durante horas mientras las escenas se filmaban cuadro por cuadro.
En ocasiones afirmó que le dejaron sentado mientras el equipo se preparaba para almorzar, y también era ambiguo sobre el uso del baño.
Chaney llegó incluso a decir, que los hombres con efectos especiales se aplicaron diminutos clavos en la piel, a los lados de las manos para que permanecieran inmóviles durante los primeros planos.
Sin embargo, puede haber algo de exageración involucrada, pues los registros del estudio indican durante el rodaje de “Abbott and Costello Meet Frankenstein” (1948) que todo el equipo, incluido Chaney, tomó un descanso de 2 horas durante el rodaje de una transformación, y filmó el resto de la escena más tarde ese día; aunque el maquillaje de ese filme había sido muy rediseñado y modernizado por Bud Westmore, sobre el maquillaje original de Jack Pierce.
Lo que realmente sucedió, fue que se hizo un molde de yeso para mantener la cabeza absolutamente inmóvil, mientras se fotografiaba su imagen y se dibujaba su contorno en paneles de vidrio frente a la cámara.
Chaney luego fue al departamento de maquillaje, donde Pierce, usando pintura con grasa, un aparato de goma para el hocico y una serie de pelucas, pegó capas de pelo de yak en la cara de Chaney.
Luego, Chaney volvería al escenario, se alinearía utilizando los paneles de vidrio como referencia, y se filmarían varios pies de película.
Luego, Chaney volvería al departamento de maquillaje, se aplicó una nueva capa que mostraba la transformación más adelante, y luego regresó para grabar el sonido.
Esto fue hecho una media docena de veces...
La transformación de Talbot en la pantalla, solo tomó unos segundos, mientras que la de Chaney duró casi 10 horas.
Además, esta fue la primera película de Universal desde “The Black Cat” (1934) que presenta a los personajes principales durante los créditos de apertura, y los actores que los interpretan, con breves fragmentos de la película.
Por otro lado, la actriz Evelyn Ankers sufrió algunos problemas en la filmación, al ser molestada por el propio Chaney, quien la asustaba con el maquillaje del hombre lobo y otras travesuras pueriles.
Chaney había tenido cierto resentimiento con la actriz, al serle otorgado a ella su camerino, debido a que él se comportaba mal en el estudio estando borracho…
Asimismo, Ankers sufrió un desmayo en medio de la niebla artificial, que pasó inadvertido por el director y la tripulación que se concentraban en otro aspecto de la escena, y permaneció allí sin que nadie se diera cuenta, hasta que un técnico del estudio comenzó a analizar el decorado y la vio en el suelo; y una herida de un oso mientras escapaba de este animal durante el rodaje.
Esas escenas del oso, en la película fueron cortadas.
Sin embargo, La Ankers hace un muy buen trabajo, que la elevaría, a la postre, al nivel de reina de las actrices del cine de terror.
Como dato curioso, cuando Larry comienza a transformarse por primera vez, se quita la chaqueta, la corbata, la camisa, los zapatos y los calcetines del traje de color medio, dejándolo con una camiseta y los pantalones del traje...
De alguna manera, después de su transformación en el hombre lobo, lleva una camisa oscura de manga larga y pantalones a juego.
Sin embargo, cuando recupera su forma normal, sin ningún recuerdo de lo sucedido, Larry se da cuenta de su vestimenta diferente, aunque este cambio misterioso se olvida casi de inmediato, y nunca se explica.
¿Alguna escena cortada?
También, Bela se transforma en un lobo parecido a un perro, pero Larry se transforma en un hombre parecido a un hombre…
Habiendo sido mordido por un tipo de hombre lobo, Larry debería transformarse en uno del mismo tipo.
Cuando Larry es atacado por el perro-hombre Bela, en unos fotogramas se ve que Larry en realidad está luchando contra otro hombre recto en lugar del lobo, pero también se ve al animal normal mismo; al respecto, los realizadores pretendían que también debería ser un lobo de aspecto regular, y lo cambiaban para parecer más aterrador.
Como dato, “ese lobo” con el que lucha Larry Talbot, era el pastor alemán de Lon Chaney Jr.; que aquí está perfecto como un personaje bondadoso y frágil, en una actuación generosa e histérica cuando la trama lo necesita; porque trabaja en cada escena con mucho esfuerzo, ya que tenemos que verle en muchas tomas felizmente con su padre, con Gwen defendiéndola, y a sí mismo confuso por la muerte de Jenny, y por la posibilidad de que Bela muriese por su culpa, siendo rechazado por el pueblo, y como no, nervioso y con ira por el tema del hombre lobo; y eso sin hablar de su interpretación del monstruo en sí.
Creo que la razón de que el personaje encaje tan bien, es por la tragedia que le rodea en la historia, ya que vemos un personaje que intenta rehacer de nuevo su vida en su hogar, enamorado de lo que parece ser por primera vez en su vida, y con la amistad de su padre ya ganada.
Pero los hechos que desembocan en la noche, lo llevan a la locura y a la culpabilidad de las muertes que ha intentado evitar.
Verle con la tristeza y el deseo de fugarse de nuevo, hace sentir lástima por él.
Porque Larry es distinto a los demás monstruos de Universal, no es consciente de la leyenda, e intenta hacer todo lo posible por proteger a sus seres queridos atándose en una silla, y como vemos en sus secuelas, hasta suicidándose…
La historia es trágica, al igual que su personaje y su actor al proyectarlo, quien demuestra un gran control en una actuación sobresaliente.
Claro está que esta historia no solo pertenece al Hombre Lobo, esta tragedia de horror, les corresponde también a los otros afectados como a Gwen, Jenny, nuestros amigos zíngaros, y el pueblo en sí, junto con Sir John Talbot en cabeza.
Curiosamente, Bela Lugosi hizo una campaña activa para obtener el papel principal, y terminó desempeñando un papel de apoyo menor; y como gitano se transforma en un lobo real, no en un lobo-hombre.
Cuando descubren su cuerpo, sus pies están desnudos, pero él está usando una camisa y pantalones… pero el lobo asesinado por Larry Talbot, no llevaba ropa…
¿Alguna otra escena recortada aquí?
Mientras Maria Ouspenskaya, que interpretaba a la anciana gitana, solo tenía 6 años más que Bela Lugosi, que interpretaba a su hijo.
Su personaje está lleno de tristeza en muchas escenas, aunque la cara de Maria es también pura amargura; y comparte también consuelo con la situación que ahora Larry debe lidiar.
Maleva está retratada con bastante profesionalidad, aunque su actuación siga estando limitada por el guión, ya que no la vemos compartiendo tiempo con Bela o su reacción ante el cadáver.
Creo que la razón de que gusta, es por el parecido que tiene con Tanya en “Touch Of Evil” (1958) interpretada por Marlene Dietrich, ya que comparten el aura de misterio y esa posición elevada que da a entender que conocen el futuro y las consecuencias de lo que sucederá, al igual de que son el consuelo en esos mundos de peligro y tragedia.
Quizás, lo mejor del film sea ese encuentro hacia el final, entre Claude Rains y María Ouspenskaya, la cual está especialmente hostil.
Ella representa como la madre espiritual de Larry, es como un diálogo entre el padre y la madre de la criatura, es la figura materna de la película, y para más INRI, en ningún momento mencionan a la madre de Larry, solo al hermano fallecido.
Más que una conversación entre 2 desconocidos, parece una riña familiar; y esa ambigüedad es uno de los puntos fuertes de la película.
Otra cosa muy curiosa, es la violencia desatada en ciertas escenas, como la del desenlace entre Rains y Chaney Jr., en donde el padre azota duro a la criatura, donde corren rumores, no sé si ciertos o falsos, que Rains le dejó un ojo morado a Chaney Jr., o en la escena en que el licántropo atrapa e intenta morder a la chica, cogiéndola violentamente, y tratándola como si de una presa se tratase; o como un violador y su presa…
Por su parte, Claude Rains es el más serio de la película, aunque su falta de intensidad acaba pasando factura a un personaje que podría haber tenido mucha más potencia; y aquí, Rains interpreta al padre de Lon Chaney, Jr., que era hijo de Lon Chaney, Sr.
Por tanto, el padre en la pantalla de Lon Jr., y Sr., en la vida real, ha sido retratado en “The Phantom of The Opera” con Lon Sr., en el original de 1925, y Claude en el remake de 1943.
Otro dato de interés, es que el actor de cine mudo, Gibson Gowland, aparece en esta película como un aldeano presente en la muerte de Larry Talbot; y también estuvo presente durante la escena de la muerte del Fantasma en la versión de 1925, de “The Phantom of The Opera”, convirtiéndose en el único actor en aparecer en las escenas de la muerte interpretadas por Lon Chaney Sr., y Lon Chaney Jr.
Durante las escenas culminantes en el bosque, el mismo tronco que se asemeja a la boca abierta de un cocodrilo; se puede ver en diferentes secciones del bosque al mismo tiempo; y todos los animales reaccionan a los hombres lobo a lo largo de la película, como un caballo que se asusta cuando Bela se convierte en un hombre lobo, y cuando el perro de Frank Andrews ladra a Larry Talbot después de ser mordido por el hombre lobo…
Sin embargo, cuando 2 de los cazadores entran al bosque con perros para ayudarlos a rastrear al lobo, Larry Talbot camina hacia los cazadores, y sus perros no ladran ni reaccionan ante Larry...
¿Algo que no sabemos?
Larry Talbot y su padre, Sir John, asisten a la iglesia el domingo en el pueblo, pero la entrada y los escalones de la iglesia del pueblo, se parecen más a los de una catedral…
De hecho, era una catedral, y era parte del conjunto original construido para la legendaria versión silenciosa de “The Hunchback of Notre Dame” (1923), que había protagonizado el famoso Lon Chaney Sr., y que se encontraba en la parte posterior de Universal, estando allí inclusive por mucho más de 20 años.
Y es que The Wolf Man está llena de detalles curiosos, como los pendientes del personaje de Evelyn Ankers, con una media luna, o que Larry Talbot en la parada de tiro en la feria, dispare acertadamente contra todos los animales que le aparecen, menos con el lobo, al cual es incapaz de disparar…
Seguramente, el objeto más recordado y que suscite más cariño nostálgico entre los fanáticos de esta película, sea el bastón con puño de plata, luciendo en su parte superior una cabeza de lobo.
Un objeto cuyo uso en el film es dual:
Por un lado, es usado por Larry Talbot para acabar con un lobo cuando éste atacaba a una persona.
Ese lobo resultó ser un hombre lobo, Bela; y le mordió transmitiéndole la enfermedad/maldición.
Por otro lado, su padre, encarnado por Claude Rains, usa ese mismo bastón que curiosamente le había regalado Larry para acabar, sin saberlo, con su hijo, el hombre lobo responsable de todas las atrocidades cometidas en la zona.
Ese bastón de cabeza de lobo plateado de Larry, es el único accesorio sobreviviente conocido de la película, y actualmente reside en la colección personal del archivista de películas de género, Bob Burns; que era un colegial en ese momento, y recibió el bastón por parte del hombre que lo hizo para la película, el fabricante de accesorios, Ellis Burman.
El desenlace del film, cierra un círculo, un hombro lobo es asesinado al lado del mismo árbol sobre el que pereció otro hombre lobo, asesinado por la nueva víctima, y bajo el castigo del mismo bastón de plata.
La zíngara observa al padre acabar con la criatura, pero no lo detiene, sabe que ese debe ser el final.
Así, la profecía de Maleva se cumplía, el círculo maldito se cerraba, y la paz volvería a reinar en la localidad galesa…
Hoy podemos interpretar al hombre lobo como un signo del nazismo que se abalanzaba contra “la estatua de La Libertad”, pues el estreno del film ocurrió 2 días después del ataque a Pearl Harbor; o bien la podemos interpretar como “una enfermedad” que “justificaba” hechos ilícitos, véase la sombra como un doble y la mujer como víctima inocente... y yendo más allá, sobre la homosexualidad reprimida.
La película luego tiene otra virtud, y es que cuando la ves, contemplas el nacimiento del “psycokiller”, de ese asesino en serie que hemos visto en innumerables películas actuales; al tiempo que tiene mucho de cine policiaco e incluso de psicoanálisis tan de moda en los 40.
A este respecto, Lawrence Talbot, el rico heredero de una larga tradición familiar, no es más especial que cualquier otra persona; también él se ha visto arrasado por los fantasmas del arrepentimiento y el rechazo, y ha sufrido de raíces familiares quebradas y metas no alcanzadas.
Su rasgo distintivo, si tuviera alguno, es ser como cualquier otro, e intentar permanecer así; pero esta no es la historia de un solo monstruo, como su título podría dar a entender; este es el retrato de una comunidad monstruosa, de hábitos violentos y sinsentidos soterrados, con padres que niegan a sus hijos, hombres que acosan sus objetos de deseo, mujeres que se dejan seducir habiéndose prometido, y ejecutores de la ley cuidando el orden en los tranquilos pantanos.
De esa manera, Larry Talbot pasa a transformarse en lobo cuando La Luna se refleja en su mirada, pero no le hemos considerado monstruo mucho antes, cuando a través de un telescopio observaba a Gwen, en vez de admirar el firmamento, amarga ironía que luego eso vaya a ser su tormento…
Visto así, el lobo hombre no es el cazador de ningún lado, sólo es la presa, el animal herido, el que huye y se refugia de personas que le superan en crueldad y fealdad; y un hombre que solo puede lograr sus objetivos convirtiéndose en otra personas, con más voluntad, si se quiere “ferocidad”
Mientras los gitanos que guardan su maldición, parecen los únicos despiertos en un pueblo de adormecidos, los que aún conservan cierto miedo por la superstición, en vez de utilizarla como excusa para una noche de diversión.
Sólo hay que contrastar el calmado semblante de Bela Lugosi, la tranquila cara de quien se sabe condenado, con el miedo irracional del heredero Talbot, a convertirse en esa bestia que todos temen.
Qué duro debe ser, intentar no sobresalir, y pasar a ser el perseguido.
La persona que puede ser un lobo, nunca fue pura de corazón pero, extrañamente, hay cierto orden natural en que el pelo decreciente descubra una víctima, y no otro verdugo que dice ser buen hombre; y es curioso que sea la plateada Luna la que descubra animales, y un plateado bastón el que decida cuál de ellos debe morir.
Por ende, en los pasajes donde se aborda la disyuntiva ciencia versus creencia sobrenatural, The Wolf Man goza de cierto aire atrayente; pero cuando llega el momento de la acción, la misma se expone en forma torpe y descuidada, hasta el punto de un desenlace abrupto que deja sabor a nada, tanto en las propias circunstancias del relato, como en las actuaciones que dejan a la luz ciertas deficiencias desde lo histriónico.
En todo caso, el cine de terror, en muchas ocasiones ha sido injustamente vapuleado y denostado por una parte de la crítica, otorgándole menor peso o valor que a otros géneros como el drama.
Todavía hay quien reniega del género, y no sabe valorar las lecturas, muchas veces subterráneas, que esconden cintas como la que se comenta en estas líneas, o incluso, algunas actuales, pues ninguna película agradece tanto una buena escenificación, un buen reparto y gastar más tiempo y dinero en calidad que las películas de terror; esos que han de rodarse con cuidado y precisión como The Wolf Man.
“There's something very tragic about that man... and I'm sure that nothing but harm will come to you through him”
El mito de los hombres lobo parece, o es originario de Europa, y estaba muy vinculado con otras supersticiones y la magia negra.
El mito es esencialmente masculino y, entre las causas de que un ser humano se convirtiera en hombre lobo, las más frecuentes eran las siguientes:
Ingerir ciertas plantas vinculadas tradicionalmente con los lobos y la magia negra; beber en el mismo lugar donde lo hubiera hecho un lobo; beber de la huella de un lobo o hombre lobo; cubrirse con la piel de un lobo; dormir desnudo a la luz de La Luna llena; usar una prenda hecha de piel de lobo; adquirir la capacidad de transformarse en lobo mediante magia y sortilegios; ser mordido por otro hombre lobo, que era la forma más común; tener relaciones sexuales con un hombre lobo; nacer después de mellizos o gemelos, siendo hijo varón, etc.
En todos los casos, la explicación tradicional del mito parece solapar la violación de alguna norma natural o social; y puede, como el más moderno y literario mito resumir las tendencias conscientes y sociales del hombre y sus tendencias pulsionales inconscientes, incluso más que pulsionales, instintivas, previas a la socialización del sujeto.
Según la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforman en tales voluntariamente, sólo los magos y los hombres lobos auténticos, es decir, no malditos, pueden hacerlo; son víctimas de una maldición, y sufren enormemente a la hora de su metamorfosis.
Lo que es peor, al transformarse pierden completamente la conciencia humana, y se vuelven peligrosos, incluso para sus seres queridos, y la única manera de librar a un hombre lobo de su maldición, es dándole muerte, lo cual no es nada fácil; debe hacerse con un instrumento de plata, ya sea un bastón, un cuchillo o una bala, aunque en algunas zonas de La Península Ibérica hay un ritual consistente en cortarle la cabeza y arrancarle el corazón.
Un hombre lobo es en el fondo un hombre completamente normal la mayor parte del tiempo, y se comporta de manera natural, aunque un poco velludo, y con los sentidos más desarrollados, especialmente el olfato, además de estar en buen estado de salud y forma física.
No es sino durante la noche de Luna llena cuando se transforma, pues la luz de este satélite es la que controla sus transformaciones.
Aunque varía según las versiones, el aspecto de un hombre lobo transformado, puede ir desde un lobo auténtico, aunque más grande de lo normal, hasta un humanoide peludo, y con colmillos que va en busca de carne humana, por lo que puede ir en 2 o 4 patas.
Recientemente, la descripción de los hombres lobo ha tomado un giro más comprensivo en algunos círculos, con la llegada del medio-ambientalismo y otros ideales de retorno a la naturaleza, el hombre lobo se ve como la representación de la humanidad aliada con la naturaleza.
En el aspecto psicológico, el inglés Richard Francis Burton, que se consideraba a sí mismo fundamentalmente un antropólogo, es famoso por sus conocimientos de lenguas y culturas, siendo uno de los primeros en abordar la licantropía como desorden mental, aunque de origen gástrico.
Si bien, no es un trastorno reconocido internacionalmente, dado que existen pocos casos y sus síntomas son en gran parte atribuibles a trastornos como la esquizofrenia, a algunos brotes psicóticos, algunos autores han llegado a generar algunos criterios diagnósticos; y entre ellos se encuentra el hecho de que el paciente asegure ser un animal, asegurar en un momento de lucidez mental que a veces siente ser un animal y/o realizar conductas típicamente animales.
Otras que diferentes autores han sostenido a lo largo de la historia, han expuesto que esta alteración puede ser debida a algún tipo de remanente de la evolución sociocultural como especie, siendo frecuente en culturas antiguas que se imitaran al lobo o a otros animales con el propósito de obtener sus características asociadas a la fuerza, velocidad, fiereza… de cara a que estas beneficiaran nuestra supervivencia.
Y quienes tienen dicha alucinación, podrían estar buscando inconscientemente adquirir las cualidades de los animales con los que alucinan, como una manera de afrontar situaciones de frustración o estrés.
Desde el psicoanálisis, también se ha explorado la visión de la transformación como el hecho de dejar que ser lo que somos, siendo dicha alucinación una forma de evitación de la culpabilidad o del afrontamiento de conflictos.
También podría surgir como maximización mental de los cambios corporales que vivimos a lo largo de nuestro desarrollo evolutivo.
Y uno de los licántropos más tristemente célebres de la historia, aunque no en su rol de hombre lobo, fue Adolf Hitler.
En un estudio realizado en 1951 por el antropólogo británico Robert Eisler llamado “Man Into Wolf”, se afirma que Hitler manifestaba algunos síntomas propios de la licantropía; y para ello se basa en las declaraciones de numerosos testigos cercanos al Führer, que en diversas ocasiones dieron cuenta de la tendencia de arrojarse al suelo en momentos de gran tensión emocional, e incluso mordisquear la alfombra o los muebles durante estos arrebatos.
Eisler aborda con suma precaución estos testimonios, pero tomados en conjunto con las conocidas inclinaciones masoquistas y sádicas de Hitler, no resulta incongruente que padeciera de estados maníacos licantrópicos.
por su parte, el psicoanalista Nandor Fodor elabora la hipótesis de que la licantropía es un mecanismo psíquico-natural, incluso en personas que no manifiestan las conductas del hombre lobo; más aún afirma que muchas personas tramitan sus problemas subconscientes a través de violentos sueños licantrópicos.
En este sentido podemos hablar de hombres lobo oníricos, u hombres que se transforman en lobos en el orbe incierto de los sueños; y uno de los rasgos del hombre lobo se manifiesta a través de los sueños, en particular en sueños que contienen metamorfosis, transformaciones, crímenes, sangre, y la presencia de algún hombre lobo ocasional.
Según la teoría de Fodor, el hombre lobo es menos una condición psicológica que una herramienta de la psiquis para liberar sus válvulas atávicas, es decir, para aliviar las tensiones propias de nuestra naturaleza animal, sin ponernos en riesgo ante la mirada de la sociedad.
Si bien, la licantropía clínica tiene características especiales en relación a otros trastornos, como la afectación de las áreas cerebrales que regulan la propiocepción, es posible considerarlo como parte o síntoma de otros trastornos mentales y neurológicos; y el trastorno con que más frecuentemente se ha asociado, es con la presencia de una esquizofrenia, si bien las alucinaciones en este trastorno suelen ser auditivas, y no tanto cenestésicas y hápticas como en la licantropía; otra afectación a la que se asocia, es al trastorno delirante crónico; pero ante todo es principalmente a la esquizofrenia, pero también puede presentarse en el trastorno bipolar tipo mixto, la psicosis severa, la enfermedad maniaco-depresiva, trastornos convulsivos, drogas psicomiméticas, intoxicación por alimentos o sustancias alucinógenas.
El psicoanálisis sugiere que este tipo de delirio, puede ser interpretado como un intento de proyectar los sentimientos suprimidos, especialmente los de contenido sexual o de agresividad, dentro de una figura ajena al ser humano, o sea la figura de un animal; y en general, se considera un trastorno de tipo psicótico.
Además de ello, se ha asociado a la experimentación de episodios maníacos, en que pueden aparecer diferentes tipos de alucinaciones.
“You think I don't know the difference between a wolf and a man?”
La licantropía es la mitológica habilidad o poder que tiene un ser humano para transformarse en lobo; el término viene del griego antiguo; y se puede utilizar para referirse al acto de transformar a otro humano en lobo; en la etimología folclórica, también conecta la palabra a Licaón, Rey de Arcadia, quien de acuerdo al poema “Las Metamorfosis” de Ovidio, fue convertido en un lobo rabioso como respuesta al intento de servir carne humana, la de su propio hijo, durante la visita de Zeus, para refutar o desaprobar la divinidad del dios.
Sin embargo existe también una enfermedad mental llamada licantropía, en la cual el paciente cree ser o haberse transformado en un animal, y se comporta de acuerdo a ello; y es común referirse a ella como “licantropía clínica” para distinguirla de la licantropía mitológica.
Aspectos similares se encuentran en la mitología egipcia, donde hay seres con características tanto humanas como animales; y en las leyendas, a la licantropía no se le atribuye una explicación específica, más que la generalmente atribuida a la magia y a lo paranormal; y podría desarrollarse como consecuencia de caracteres genéticos heredados, heridas producidas por otro licántropo, maldiciones u objetos mágicos.
En cualquier caso, la denotación de licantropía está limitada a la metamorfosis de seres humanos en lobos; y la transformación puede ser temporal o permanente; el hombre-animal podría representar un hombre que se transformó a sí mismo, o bien ser su doble, cuya actividad deja al hombre real aparentemente sin cambio alguno; podría ser símbolo de su alma, la cual busca a quien pueda devorar y dejar su cuerpo en un estado de trance; o quizás solo el mensajero de un ser que, en definitiva, representa una íntima conexión que se demuestra en el factor que éste sufriese por la repercusión en el ser humano de la misma herida correspondiente.
El hombre lobo, también conocido como licántropo, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo; y se ha dicho que este es el más universal de todos los mitos, probablemente junto con el del vampiro; y aún hoy, mucha gente cree en la existencia de los hombres lobo o de otras clases de “hombres bestia”
Todas las características típicas de aquel animal, como son la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez, son en ellos claramente manifiestas, para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino.
Según las creencias populares, este hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale La Luna llena; y en el folclore y la mitología, un hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito o involuntariamente, a causa de una maldición o de otro agente exterior.
La mayoría de las referencias contemporáneas, están de acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado si se le dispara una bala de plata, aunque esto es producto de la narrativa moderna, y no aparece en las leyendas tradicionales, aunque algunas clásicas dicen que se puede matar cortándole la cabeza y arrancándole el corazón.
Los hombres lobo a menudo son representados como inmunes al daño causado por armas comunes, siendo vulnerables solo a los objetos de plata, como un bastón con punta de plata, una bala o una cuchilla; y esta reacción negativa a la plata, es a veces tan fuerte que el simple toque del metal en la piel de un hombre lobo causará quemaduras.
La ficción del hombre lobo actual, casi exclusivamente implica que la licantropía es una condición hereditaria o se transmite como una enfermedad infecciosa por la mordedura de otro hombre lobo; también la agresividad y los impulsos animales pueden intensificarse y ser más difíciles de controlar, como el hambre y la excitación sexual.
Por lo general, en estos casos las habilidades disminuyen en forma humana; pero nadie sabe con exactitud cuándo se originaron las leyendas sobre hombres lobo, y puede que se trate de una superstición tan antigua como la humanidad misma y la manifestación observada de diversas patologías.
Como concepto fue generalizado en el folclore europeo, y existe en muchas variantes, que están relacionadas por un desarrollo común de una interpretación cristiana del folklore europeo subyacente desarrollado durante el período medieval paralelamente a la creencia en las brujas; y se extendieron al Nuevo Mundo con El Colonialismo, y después del final de las pruebas de brujería, el hombre lobo llegó a la literatura como género de terror gótico y en el siglo XX se convirtieron en parte del género de terror y fantasía de la cultura popular moderna.
Los hombres lobo y otras clases de cambiantes aparecen hoy de forma recurrente en el cine, televisión, literatura y música, constituyendo un diverso género de raíces folclóricas ancestrales y diversas reinterpretaciones modernas.
En el cine, los hombres lobo han sido muy representados, formando parte de los espantajos más célebres de todos los tiempos, junto a los vampiros, los zombis, el monstruo de Frankenstein y las momias.
La primera película que utilizó un hombre-lobo antropomorfo fue la producción de Universal Studios llamada “Werewolf of London” (1935), con lo que estableció el canon de que el hombre lobo siempre mata a lo que él más ama, pero no se hace referencia a la plata ni a otros aspectos del saber de los hombres lobo como el canibalismo; sin embargo, con el tiempo, la representación de los hombres lobo ha pasado de ser completamente malévola, a criaturas incluso heroicas, como en las series “Underworld” y “Twilight”
“Night monster with the blood lust of a savage beast!”
The Wolf Man es una película de terror del año 1941, dirigido por George Waggner.
Protagonizado por Lon Chaney Jr., Claude Rains, Warren William, Ralph Bellamy, Patric Knowles, Bela Lugosi, Maria Ouspenskaya, Evelyn Ankers, J.M. Kerrigan, Fay Helm, Forrester Harvey, Eddie Polo, entre otros.
El guión es de Curt Siodmak, que fue influenciado por sus experiencias en la Alemania nazi; así mismo el hombre lobo mismo puede ser visto como una metáfora de los nazis:
Un hombre por lo demás “bueno” que se transforma en un animal asesino que sabe quién será su próxima víctima cuando vea el símbolo de un pentagrama, es decir, “una estrella de 5 puntas” en ellos; no es por casualidad, dando a entender que la víctima de la maldición es marcada con un símbolo de las mismas características que la estrella de David, con la que los nazis marcaban y marginaban socialmente a los judíos.
Otro dato que los liga, es que la Alemania nazi usó el nombre “Werwolf”, de la criatura mítica como nombre en clave de una de las oficinas centrales de Hitler; y de hecho, en los últimos días de la guerra, “La Operación Werwolf” nazi, tuvo como objetivo crear una fuerza de comando que operaría detrás de las líneas enemigas, mientras Los Aliados avanzaban a través de la propia Alemania.
Además, Hitler era conocido como “El Lobo”, y su casa referida como “Führerhauptquartier Werwolf” o “La Guarida del Lobo”
De esa manera, Curt Siodmak, como su hermano Robert y tantos otros alemanes como Fritz Lang, Billy Wilder y Peter Lorre, formaron parte del exilio alemán a los Estados Unidos, huyendo del régimen fascista nazi que acaba de ganar las elecciones.
Curiosamente, estos directores, escritores, actores o técnicos, consiguieron algunas de las obras más arriesgadas y más ácidas del panorama de entonces.
No obstante, en el guion original de Siodmak para la película, si el protagonista realmente sufrió una transformación física a un hombre lobo o si la transformación simplemente ocurrió en su mente, se dejó ambigua...
El hombre lobo nunca aparecería en la pantalla, y en última instancia, el estudio determinó que la transformación literal del protagonista en un hombre lobo sería más atractiva para el público y, por tanto, más rentable; por lo que el guión fue revisado en consecuencia; pero debido a la censura de la época, de parte de la Motion Picture Producers & Directors Association (MPPDA), no fue permitido que algunas tomas del personaje fueran muy “bestiales”; y tampoco fue autorizado que hubiera una transformación directa del hombre al lobo.
En un principio, la película sería lanzada con el nombre de “Destiny”, que había sido el título preliminar de varias películas de Universal en esa década.
Pero Universal tenía otro guión de hombre lobo no producido originalmente planeado como vehículo para Boris Karloff en el archivo, pero el escritor Curt Siodmak no utilizó nada de eso para su guión, y prescindió de Karloff; y a The Wolf Man se le acredita a menudo como la que originó varios aspectos de la leyenda que se diferencian del folclore tradicional, incluyendo invulnerabilidad a armas que no son de plata, el contagio, y la asociación con La Luna; y muchos de los mitos modernos de los hombres lobo, se originaron con esta película, como una persona convirtiéndose en un hombre lobo a través de un mordisco, la única manera de matar a un hombre lobo es con una bala de plata, y los hombres lobo y sus víctimas, se marcan con pentagramas; aun cuando algunos elementos son tomados de la anterior película de hombre lobo, “Werewolf of London” (1935), que no tuvo éxito, que también los hizo totalmente desconocidos; y otros son conceptos originales creados por el escritor Curt Siodmak; pues en el folclore, uno se convertía en un hombre lobo al ser maldecido, o al hacer un pacto con el demonio, podía volverse en cualquier momento, y los hombres lobo eran mortales y podían ser asesinados por medios convencionales.
Por ello, las películas posteriores agregaron el detalle de los hombres lobo siendo inmortales; una vez más, un invento de Hollywood, y básicamente una excusa para seguir trayendo al personaje de vuelta a varias secuelas, precuelas, “spin off”, etc.
Como dato, The Wolf Man es la 2ª película de hombre lobo de Universal Pictures, precedida 6 años antes por aquella de 1935; y aquí se contó con mucho más presupuesto, un estimado de $180.000; siendo estrenado 2 días después del ataque a Pearl Harbor en el marco de La Segunda Guerra Mundial, y aun con ello se convirtió en el filme más taquillero del año para Universal Studios; y para su protagonista, Lon Chaney Jr., fue el inicio de una secuela de películas con el personaje de Larry Talbot, siendo estas:
“Frankenstein Meets The Wolf Man” (1943), “House of Frankenstein” (1944), “House of Dracula” (1945) y “Abbott and Costello Meet Frankenstein” (1948)
En términos generales, la producción tuvo una gran influencia sobre películas posteriores relacionadas al mismo personaje; e influyó en futuros cineastas para la creación de películas de culto que en 1981 dio 2 obras maestras:
“An American Werewolf in London” dirigida por John Landis y “The Howling” dirigida por Joe Dante.
La acción de The Wolf Man tiene lugar en algún momento a principios del siglo XX:
Después de enterarse de la muerte de su hermano, Larry Talbot (Lon Chaney Jr.) regresa a su hogar ancestral en Llanwelly, Gales; para reconciliarse con su padre separado, Sir John Talbot (Claude Rains)
Mientras estuvo allí, Larry se interesa románticamente por una chica local llamada Gwen Conliffe (Evelyn Ankers), que dirige una tienda de antigüedades…
Como pretexto para conversar con ella, Larry compra un bastón de cabeza plateada, decorado con un lobo; y Gwen le dice que representa a un hombre lobo que ella define como “un hombre que se transforma en un lobo en ciertas épocas del año”; y como curiosidad, a lo largo de la película, varios aldeanos y gitanos que visitan el lugar, recitan un poema siempre que aparece el tema de los hombres lobo, que dice:
“Incluso un hombre que es puro de corazón, y dice sus oraciones por la noche; puede convertirse en un lobo cuando florece el acónito y La Luna de otoño es brillante”
Esa noche, Larry intenta rescatar a la amiga de Gwen, Jenny Williams (Fay Helm), de lo que él cree que es un súbito ataque de lobo…
Él mata a la bestia con su nuevo bastón, pero es mordido en el pecho en el proceso.
Una adivina gitana llamada Maleva (Maria Ouspenskaya), le revela a Larry que el animal que lo mordió era en realidad su hijo, Bela (Bela Lugosi) en forma de lobo.
Ella también revela que Larry se transformará en un lobo también, pues quien sea mordido por un hombre lobo, se convertirá en uno también; y así ocurre:
Talbot se transforma en una criatura parecida a un lobo y acecha al pueblo, primero matando al sepulturero local; no obstante Talbot conserva vagos recuerdos de ser un hombre lobo, y de querer matar, y continuamente lucha para superar su condición; finalmente él es golpeado hasta la muerte por su padre con su propio bastón de plata, justo después de haber atacado a Gwen; y Sir John Talbot observa horrorizado, cómo el hombre lobo muerto se transforma en la forma humana de su hijo; mientras Gwen también lo nota, y llora por el estado de su amigo mientras la policía local llega a la escena.
Este hombre lobo podría no asustar más, pero permanece como un emotivo cuento de hadas para adultos que contiene amor, sensualidad y redención, y con el retorno del hijo pródigo añadido adecuadamente.
Todo ello lo hace un clásico, sin ser una obra de arte; porque es admirable y atrayente, pero carece del impacto creativo y artístico de otros monstruos de Universal como Drácula y Frankenstein.
Con todo, The Wolf Man ha perdurado porque muestra una mitología que parece una auténtica y arquetípica leyenda, cuando en realidad es una invención cinematográfica; así como el estupendo y artesanal maquillaje y ambientación gótica; aunque quizás contenga alguna licencia muy libre y demasiado romanticismo para ser una película de terror, probablemente esta adaptación del mito sea la más respetable.
Por ello, Hollywood, muchos años después, apostó por un remake que la misma Universal produjo:
“The Wolf Man” (2010) de Joe Johnston, con Benicio del Toro; que siguió la misma trama básica, pero la historia y los personajes se vieron significativamente alterados, con Anthony Hopkins en una versión radicalmente alterada del papel de Claude Rains; sin embargo ganó un Premio de La Academia al Mejor Maquillaje.
“I believe a man lost in the mazes of his own mind may imagine that he's anything”
Aquí nos encontramos ante el nacimiento de un mito en el mundo del cine; y ante el comienzo de uno de los personajes más representados en la gran y pequeña pantalla, un personaje que ha causado pesadillas a millones de personas.
Pero muy pocas personas conocen que el interés popular por el cine comenzó con la época de los monstruos de Universal Pictures; cuando Carl Laemmle Jr., descubrió el impacto que tenía en la época proyectar las antiguas historias y libros del viejo continente, gracias a trabajadores del extranjero; pero contrario al éxito de las cintas de horror de monstruos en los años 1930, la siguiente década tuvo una serie de producciones de bajo costo y de poca relevancia… y la única excepción fue precisamente The Wolf Man, tema que ya había sido tratado en 1935 por la misma productora.
Así, La Época Dorada de los monstruos de Universal Pictures comenzó en la década de los 30, cuando Drácula y el monstruo de Frankenstein rondaban por los estudios, y por el imaginario colectivo de manera rampante y desvergonzada.
Pero esta fiebre alcanzaría su punto más alto durante la década de los 40, cuando sus principales cabecillas decidieron liberar a su primera criatura original, es decir, que no estaba basada en ninguna fuente literaria; y esa criatura fue la protagonista de The Wolf Man en 1941, como un ícono sin par de la cultura popular, y el único de los monstruos de Universal que fue interpretado siempre por el mismo actor:
Lon Chaney Jr., quien se encasquetó el peludo maquillaje de la bestia en al menos 5 ocasiones; y en el fondo, la vieja mitología del licántropo se revitaliza en esta película dirigida por George Waggner, con nuevos elementos agregados al mito en el guión de Curt Siodmak, como darle más importancia a La Luna relacionada a la aparición del hombre lobo, la aparición de pentagramas en las manos de las víctimas, y un poema “legendario” sobre el licántropo, entre otros.
Pero donde realmente está el valor de la película, es en la construcción de esa figura trágica, en el destino del hombre mordido, que empieza a descubrir, lamentablemente en lo que se convertirá inevitablemente:
Una bestia asesina que no discrimina víctimas, incluso a la mujer amada.
De esta manera la producción de la Universal centrada en el licántropo por antonomasia, se antoja como un proyecto lleno de matices, detalles e ideas notablemente originales para la época, y un subtexto muy interesante sobre legados malditos, lazos de sangre, amores imposibles o la naturaleza salvaje que se encuentra vinculada de manera intrínseca al ser humano desde el principio de los tiempos, y que aquí está representada por el alter ego monstruoso del protagonista:
Larry Talbot inicialmente emprende un viaje de retorno desde el continente americano a su antiguo hogar en un poblado de Gales.
Durante su estancia conoce a una chica de nombre Gwen Conliffe, hija de un anticuario; y una noche, Larry, Gwen y su amiga Jenny, visitan un campamento de gitanos.
En ese lugar conocen a Bela, quien observa una “marca del hombre lobo” en la mano de Jenny, y al regresar, el trío es atacado por un lobo; pero Larry aniquila al animal, que logra morderle, y de paso, la bestia mata a Jenny…
Tiempo después, Larry se da cuenta que Bela ha muerto; y regresa con Gwen y el prometido de ésta, Frank Andrews (Patric Knowles) donde los gitanos.
Allí conversan con Maleva, esposa de Bela, quien les dice que el fallecido era un hombre lobo, y que, al ser mordido por él, Larry se transformará en el animal.
Efectivamente, Larry se convierte en hombre lobo y esa noche mata a un cavador de tumbas...
Por su parte, el jefe de policía Paul Montford (Ralph Bellamy), y el Dr. Lloyd (Warren William) colocan trampas para atrapar la bestia, la cual cae…
Maleva mira la escena, y hace que Larry vuelve a su estado normal y le libera.
Inmediatamente regresa a buscar a Gwen, y le informa que se irá del lugar; ella quiere ir con él, pero Larry observa la marca del hombre lobo en su mano y la rechaza.
Asimismo, informa a su padre, Sir John Talbot, de su infortunio, pero éste no le cree, y a modo de precaución le amarra a una silla y lo encierra.
Por otro lado, una partida de hombres rastrea a la bestia...
Gwen, por su parte, va en búsqueda de Larry; y durante la marcha es atacada por el hombre lobo, pero Sir John aparece y le mata.
Momentos después, el cadáver del animal se transforma en Larry...
A la escena llega Montford, quien conjetura que el animal atacó a Gwen, y que Larry murió al tratar de defenderla, aunque la expresión de Sir John indica que finalmente lo ha comprendido todo…
Es esa dualidad entre el deseo de ese hombre por una mujer y la potencial destrucción de la misma, es donde se encuentra el centro más emotivo de la historia; y resaltada en esa melodramática interpretación del hombre-demasiado-bueno al que se le revelará, de forma amplificada, el lado oscuro que todos llevamos dentro.
Lon Chaney Jr., con su apariencia de gran hombre bonachón, común y corriente, se opone a la figura del galán más estereotípico del Hollywood de la época, lo que hace que no sólo nos identifiquemos más con su tragedia, sino que sea más coherente esta figura del lado oscuro dentro del buen hombre; pero lo cierto es que donde más brilla la película es en las secuencias que tienen lugar en el bosque, mientras la niebla envuelve a Lon Chaney Jr., y vemos a este deambular románticamente, sabiendo la desesperada situación por la que pasa el protagonista.
Aunque ya hubo un par de acercamientos cinematográficos a la figura del licántropo, sin duda fue este film el que sentó las bases del mito moderno; y es innegable que los años se notan mucho, con el aspecto del monstruo y varios errores de “raccord”, así como escenas desaparecidas que generan lagunas, pero prefiero quedarme con lo bueno, que es la mayoría.
El drama del protagonista, primero al dudar de su cordura, pocas veces ha estado tan bien trabajado en este tipo de películas el asunto de qué es real y qué no; y luego al convencerse de que es una bestia asesina...
Uno sufre con él desde el principio, pues el personaje estelarizado por Lon Chaney Jr., resulta sumamente entrañable.
Así, a pesar de las limitaciones técnicas, se consigue un dramatismo y una intensidad en muchas escenas digno de admirar, y es increíble que la escena del primer ataque del hombre lobo resulte tan inquietante teniendo en cuenta lo breve y lo nada sangrienta que es; y eso hay que debérselo al trabajo hecho en la construcción del protagonista, pero también a la estupenda banda sonora y, sobretodo, a la magnífica atmósfera creada.
Porque The Wolf Man es uno de los 3 monstruos de Universal Studios de primer nivel, sin tener una fuente literaria directa, los otros son The Mummy y The Creature from The Black Lagoon.
Por ello, aquí no se hace uso de la idea de que un hombre lobo se transforma bajo La Luna llena, y resulta curioso que La Luna llena, epicentro y causante de la transformación, no se presente en ni un solo plano; solo queda en la descripción de Gwen y el poema, implican que sucede cuando florece “la hierba de lobo” en otoño.
La primera secuela, sin embargo, hizo un uso explícito de La Luna llena tanto visualmente como en el diálogo, y también cambió el poema para especificar cuándo La Luna está llena y brillante.
Es de suponer que esto es lo que popularizó la conexión de La Luna llena en el siglo XX; y la secuela directa de The Wolf Man, implica visualmente que la transformación ocurre como resultado de la exposición directa a la luz de La Luna llena.
Otra ficción ha asumido que la transformación es una ocurrencia mensual ineludible, y no examina si es causada por la luz, los efectos de marea, o algún ciclo que coincida con las fases de La Luna.
El poema que se recita en varias ocasiones, contrariamente a la creencia popular, no era una leyenda antigua, sino que en realidad era una invención del guionista.
Curt Siodmak afirmó ser el responsable de la adición al canon de la vulnerabilidad del hombre lobo a la plata, y esta afirmación a menudo ha sido repetida por los aficionados al terror, incluido el director John Landis.
Sin embargo, la plata, según la leyenda, se utilizó por primera vez para matar a un hombre lobo en “La Bête du Gévaudan”, que data de finales del siglo XIX, y es el nombre histórico atribuido a un críptido devorador de hombres, semejante a un lobo, perro o perro lobo, que asoló la región de Gévaudan, ubicada actualmente en el departamento francés de Lozère, región de Occitania, en el sur de Francia, entre 1764 y 1767.
Las novelas que relatan la leyenda, aparecieron en la década de 1930, y presentaban el asesinato del hombre lobo con una bala de plata; por lo que The Wolf Man fue la primera película en utilizar el mito de la bala de plata en pantalla.
Cierto es que el guión, amén de instaurar las reglas de la licantropía, ofrece bastante poco:
Una historia contada a partir de un “porque sí”, metido para que todo tenga sentido, al estilo “macguffin” que repito, no tiene demasiado interés, pero sí el suficiente como para mantener enganchado al público.
Y es que Siodmak, que había llegado a Estados Unidos huyendo del régimen nazi, concibió la historia del hombre lobo como un cuento mucho más ambiguo en el que la transformación licantrópica nunca era vista de manera explícita, dejando abierto cierto margen de interpretación acerca de si el origen de los crímenes del protagonista era realmente una metamorfosis, o un estado de locura.
Además, el escritor nunca dejó de resaltar el hecho de que, para él, el hombre lobo no era más que una metáfora del hombre bueno, entregado a la bestialidad de su lado más perverso, lo que en su mente equivalía a una interpretación de los crímenes del nacional-socialismo, en este sentido es interesante el detalle estético que nos ofrece la película:
El hombre lobo selecciona a sus víctimas cuando ve aparecer en ellos la imagen de una estrella, referencia velada al origen judío de las principales víctimas de los nazis; pero la profundidad de tal drama psicológico no interesaba a los estudios, de manera que Siodmak convirtió su guión en lo que hoy conocemos:
Una deliciosa muestra de serie B, con un valor nostálgico inigualable.
Por su parte, George Waggner, en labores de producción y dirección, depura y estiliza la impronta de los largometrajes de terror de la Universal para su propuesta, consiguiendo una elaborada atmósfera que se mueve entre la ensoñación, con esos bosques nocturnos rodeados de una espesa bruma; la influencia de la escuela alemana con elementos expresionistas, y el gusto por la simbología, con incontables objetos relacionados con lobos localizados en segundo plano; para diseñar una obra que en ocasiones apela más al drama que al género al que se adscribe como pieza cinematográfica, permitiendo de este modo que gran parte del peso recaiga en los personajes y los actores que les dan vida, o la interacción que los mismos mantienen a lo largo del metraje.
En lo relativo a detalles técnicos, la atmósfera en la película es innovadora para sus años; comienza como algo acogedor, el retorno de un hijo a su casa, el entusiasmo y la alegría se nota en el propio escenario del castillo, como en el pueblo o en las ferias de los zíngaros, haciendo el sentimiento contagioso con nuestros protagonistas, y cuando toca girar la moneda, lo hacen con un tacto que parece chocar con las aptitudes del teatro, es decir, las actuaciones de arrepentimiento, compasión y convalecencia se vuelven demasiados reales y denotan en una gran actuación.
Castillos, pueblos apartados de la vista, y como no, oscuros bosques son los típicos escenarios en los proyectos de los monstruos, y ésta, aunque no sea aparte de la idea de siempre, se reta a innovar y a mejorar ese aspecto.
Así vemos cómo este hombre lobo tiende a volver al mismo escenario del bosque, una y otra vez, apareciendo obviamente en el mismo sitio en cada toma, pero aprovechan las distancias camuflándola con la impresionante niebla y caravanas de los zíngaros, junto con un discreto trabajo de cámara que maneja la aparición de nuestro monstruo, lentamente y con desdén.
Ciertos ambientes como la iglesia y el velatorio de Bela, añaden la tensión que necesitan nuestros personajes y actores para mantener el aura de tristeza en el que están; y la escena de Larry evadiendo la capilla, es sorprendentemente fuerte y afectiva, basta ver cómo el arrepentimiento y la culpa le dividen del resto, e incluso del perdón del pueblo, resulta algo triste verdaderamente.
En cuanto al velatorio, una vez más Maleva está detrás de todo esto, un sitio oscuro y frío que ataca al corazón de Larry, al ver como su madre se despide de su hijo por su culpa, sigue sintiéndose culpable a pesar de haber intentado salvar a Jenny.
Atención con la fotografía de Joseph A. Valentine, excelente artesano de la imagen, y cinematógrafo habitual de Alfred Hitchcock en varios filmes; un hombre que se fue demasiado pronto, antes de cumplir los 50 años de edad, y que aquí retrata imágenes gloriosas, bañadas en niebla, de pueblos en la oscuridad, laberínticos bosques, un campamento gitano y viejos sepulcros; en los espacios diseñados por Jack Otterson; y para la creación del hombre lobo, el maquillador Jack Pierce pasó 5 años investigando modelos de la bestia, y 5 meses para encontrar la mejor combinación de cabello, color y caucho a ser utilizados; y logró el maquillaje icónico, principalmente con una nariz de goma y pelo de yak, que se chamuscó con un rizador y se unió a la cara, el brazo y las piernas de Lon Chaney Jr., con goma.
De hecho, el proceso de transformación fue agotador para Chaney; aun cuando en la película no sufrió una transformación facial en pantalla, como se presentó en todas sus secuelas.
Los arreglos progresivos de disolver la vuelta a hombre, se vieron solo en los últimos 10 minutos, y luego discretamente.
En la primera transformación, Talbot se quita los zapatos y los calcetines, y son sus pies los que crecen peludos, y se convierten en enormes patas, cortesía de botas incómodas de goma dura, cubiertas de pelo de yak; y en la escena final, el hombre lobo regresa gradualmente a la forma humana de Larry Talbot, a través de la técnica estándar.
Destacar que Jack Pierce fue el primero en estudiar medicina, anatomía e incluso mecánica para aplicárselo a futuros diseños de los monstruos que el mismo creó, siendo uno de los grandes artistas del maquillaje en el cine clásico, un tipo cuidadoso, responsable, perfeccionista y meticuloso a más no poder; un dios en Universal, que hizo el maquillaje de todos los monstruos clásicos y colaboró en cientos de películas; pero debido a su encasillamiento y cabezonería de no querer renovarse, usando siempre los mismos métodos clásicos y materiales costosos y que conllevaban un proceso de preparación más lento y demasiado sacrificio para los actores, Universal acabó sustituyéndolo por Bud Westmore, el cual aplicaba materiales más baratos y ágiles de usar, como el caucho poroso, un material del que renegaba Pierce.
Y es que las historias sobre las escenas de maquillaje y transformación en The Wolf Man, se han vuelto legendarias, y en su mayoría son apócrifas:
La transformación de Chaney del hombre en monstruo, fue ciertamente laboriosa; y la serie de maquillajes tardó de 5 a 6 horas para aplicarse, y 1 hora para eliminar.
Pierce lo había diseñado originalmente para Henry Hull en “Werewolf of London” (1935), pero Hull argumentó que el disfraz no tenía sentido dentro de la trama, ya que 2 personajes tenían que reconocer al Dr. Glendon, incluso en su forma de hombre lobo; y se le ordenó a Pierce que diseñara una segunda versión que dejara más reconocible el rostro de Hull; pero luego recicló su diseño para esta película.
Chaney afirmó, que se vio obligado a permanecer inmóvil durante horas mientras las escenas se filmaban cuadro por cuadro.
En ocasiones afirmó que le dejaron sentado mientras el equipo se preparaba para almorzar, y también era ambiguo sobre el uso del baño.
Chaney llegó incluso a decir, que los hombres con efectos especiales se aplicaron diminutos clavos en la piel, a los lados de las manos para que permanecieran inmóviles durante los primeros planos.
Sin embargo, puede haber algo de exageración involucrada, pues los registros del estudio indican durante el rodaje de “Abbott and Costello Meet Frankenstein” (1948) que todo el equipo, incluido Chaney, tomó un descanso de 2 horas durante el rodaje de una transformación, y filmó el resto de la escena más tarde ese día; aunque el maquillaje de ese filme había sido muy rediseñado y modernizado por Bud Westmore, sobre el maquillaje original de Jack Pierce.
Lo que realmente sucedió, fue que se hizo un molde de yeso para mantener la cabeza absolutamente inmóvil, mientras se fotografiaba su imagen y se dibujaba su contorno en paneles de vidrio frente a la cámara.
Chaney luego fue al departamento de maquillaje, donde Pierce, usando pintura con grasa, un aparato de goma para el hocico y una serie de pelucas, pegó capas de pelo de yak en la cara de Chaney.
Luego, Chaney volvería al escenario, se alinearía utilizando los paneles de vidrio como referencia, y se filmarían varios pies de película.
Luego, Chaney volvería al departamento de maquillaje, se aplicó una nueva capa que mostraba la transformación más adelante, y luego regresó para grabar el sonido.
Esto fue hecho una media docena de veces...
La transformación de Talbot en la pantalla, solo tomó unos segundos, mientras que la de Chaney duró casi 10 horas.
Además, esta fue la primera película de Universal desde “The Black Cat” (1934) que presenta a los personajes principales durante los créditos de apertura, y los actores que los interpretan, con breves fragmentos de la película.
Por otro lado, la actriz Evelyn Ankers sufrió algunos problemas en la filmación, al ser molestada por el propio Chaney, quien la asustaba con el maquillaje del hombre lobo y otras travesuras pueriles.
Chaney había tenido cierto resentimiento con la actriz, al serle otorgado a ella su camerino, debido a que él se comportaba mal en el estudio estando borracho…
Asimismo, Ankers sufrió un desmayo en medio de la niebla artificial, que pasó inadvertido por el director y la tripulación que se concentraban en otro aspecto de la escena, y permaneció allí sin que nadie se diera cuenta, hasta que un técnico del estudio comenzó a analizar el decorado y la vio en el suelo; y una herida de un oso mientras escapaba de este animal durante el rodaje.
Esas escenas del oso, en la película fueron cortadas.
Sin embargo, La Ankers hace un muy buen trabajo, que la elevaría, a la postre, al nivel de reina de las actrices del cine de terror.
Como dato curioso, cuando Larry comienza a transformarse por primera vez, se quita la chaqueta, la corbata, la camisa, los zapatos y los calcetines del traje de color medio, dejándolo con una camiseta y los pantalones del traje...
De alguna manera, después de su transformación en el hombre lobo, lleva una camisa oscura de manga larga y pantalones a juego.
Sin embargo, cuando recupera su forma normal, sin ningún recuerdo de lo sucedido, Larry se da cuenta de su vestimenta diferente, aunque este cambio misterioso se olvida casi de inmediato, y nunca se explica.
¿Alguna escena cortada?
También, Bela se transforma en un lobo parecido a un perro, pero Larry se transforma en un hombre parecido a un hombre…
Habiendo sido mordido por un tipo de hombre lobo, Larry debería transformarse en uno del mismo tipo.
Cuando Larry es atacado por el perro-hombre Bela, en unos fotogramas se ve que Larry en realidad está luchando contra otro hombre recto en lugar del lobo, pero también se ve al animal normal mismo; al respecto, los realizadores pretendían que también debería ser un lobo de aspecto regular, y lo cambiaban para parecer más aterrador.
Como dato, “ese lobo” con el que lucha Larry Talbot, era el pastor alemán de Lon Chaney Jr.; que aquí está perfecto como un personaje bondadoso y frágil, en una actuación generosa e histérica cuando la trama lo necesita; porque trabaja en cada escena con mucho esfuerzo, ya que tenemos que verle en muchas tomas felizmente con su padre, con Gwen defendiéndola, y a sí mismo confuso por la muerte de Jenny, y por la posibilidad de que Bela muriese por su culpa, siendo rechazado por el pueblo, y como no, nervioso y con ira por el tema del hombre lobo; y eso sin hablar de su interpretación del monstruo en sí.
Creo que la razón de que el personaje encaje tan bien, es por la tragedia que le rodea en la historia, ya que vemos un personaje que intenta rehacer de nuevo su vida en su hogar, enamorado de lo que parece ser por primera vez en su vida, y con la amistad de su padre ya ganada.
Pero los hechos que desembocan en la noche, lo llevan a la locura y a la culpabilidad de las muertes que ha intentado evitar.
Verle con la tristeza y el deseo de fugarse de nuevo, hace sentir lástima por él.
Porque Larry es distinto a los demás monstruos de Universal, no es consciente de la leyenda, e intenta hacer todo lo posible por proteger a sus seres queridos atándose en una silla, y como vemos en sus secuelas, hasta suicidándose…
La historia es trágica, al igual que su personaje y su actor al proyectarlo, quien demuestra un gran control en una actuación sobresaliente.
Claro está que esta historia no solo pertenece al Hombre Lobo, esta tragedia de horror, les corresponde también a los otros afectados como a Gwen, Jenny, nuestros amigos zíngaros, y el pueblo en sí, junto con Sir John Talbot en cabeza.
Curiosamente, Bela Lugosi hizo una campaña activa para obtener el papel principal, y terminó desempeñando un papel de apoyo menor; y como gitano se transforma en un lobo real, no en un lobo-hombre.
Cuando descubren su cuerpo, sus pies están desnudos, pero él está usando una camisa y pantalones… pero el lobo asesinado por Larry Talbot, no llevaba ropa…
¿Alguna otra escena recortada aquí?
Mientras Maria Ouspenskaya, que interpretaba a la anciana gitana, solo tenía 6 años más que Bela Lugosi, que interpretaba a su hijo.
Su personaje está lleno de tristeza en muchas escenas, aunque la cara de Maria es también pura amargura; y comparte también consuelo con la situación que ahora Larry debe lidiar.
Maleva está retratada con bastante profesionalidad, aunque su actuación siga estando limitada por el guión, ya que no la vemos compartiendo tiempo con Bela o su reacción ante el cadáver.
Creo que la razón de que gusta, es por el parecido que tiene con Tanya en “Touch Of Evil” (1958) interpretada por Marlene Dietrich, ya que comparten el aura de misterio y esa posición elevada que da a entender que conocen el futuro y las consecuencias de lo que sucederá, al igual de que son el consuelo en esos mundos de peligro y tragedia.
Quizás, lo mejor del film sea ese encuentro hacia el final, entre Claude Rains y María Ouspenskaya, la cual está especialmente hostil.
Ella representa como la madre espiritual de Larry, es como un diálogo entre el padre y la madre de la criatura, es la figura materna de la película, y para más INRI, en ningún momento mencionan a la madre de Larry, solo al hermano fallecido.
Más que una conversación entre 2 desconocidos, parece una riña familiar; y esa ambigüedad es uno de los puntos fuertes de la película.
Otra cosa muy curiosa, es la violencia desatada en ciertas escenas, como la del desenlace entre Rains y Chaney Jr., en donde el padre azota duro a la criatura, donde corren rumores, no sé si ciertos o falsos, que Rains le dejó un ojo morado a Chaney Jr., o en la escena en que el licántropo atrapa e intenta morder a la chica, cogiéndola violentamente, y tratándola como si de una presa se tratase; o como un violador y su presa…
Por su parte, Claude Rains es el más serio de la película, aunque su falta de intensidad acaba pasando factura a un personaje que podría haber tenido mucha más potencia; y aquí, Rains interpreta al padre de Lon Chaney, Jr., que era hijo de Lon Chaney, Sr.
Por tanto, el padre en la pantalla de Lon Jr., y Sr., en la vida real, ha sido retratado en “The Phantom of The Opera” con Lon Sr., en el original de 1925, y Claude en el remake de 1943.
Otro dato de interés, es que el actor de cine mudo, Gibson Gowland, aparece en esta película como un aldeano presente en la muerte de Larry Talbot; y también estuvo presente durante la escena de la muerte del Fantasma en la versión de 1925, de “The Phantom of The Opera”, convirtiéndose en el único actor en aparecer en las escenas de la muerte interpretadas por Lon Chaney Sr., y Lon Chaney Jr.
Durante las escenas culminantes en el bosque, el mismo tronco que se asemeja a la boca abierta de un cocodrilo; se puede ver en diferentes secciones del bosque al mismo tiempo; y todos los animales reaccionan a los hombres lobo a lo largo de la película, como un caballo que se asusta cuando Bela se convierte en un hombre lobo, y cuando el perro de Frank Andrews ladra a Larry Talbot después de ser mordido por el hombre lobo…
Sin embargo, cuando 2 de los cazadores entran al bosque con perros para ayudarlos a rastrear al lobo, Larry Talbot camina hacia los cazadores, y sus perros no ladran ni reaccionan ante Larry...
¿Algo que no sabemos?
Larry Talbot y su padre, Sir John, asisten a la iglesia el domingo en el pueblo, pero la entrada y los escalones de la iglesia del pueblo, se parecen más a los de una catedral…
De hecho, era una catedral, y era parte del conjunto original construido para la legendaria versión silenciosa de “The Hunchback of Notre Dame” (1923), que había protagonizado el famoso Lon Chaney Sr., y que se encontraba en la parte posterior de Universal, estando allí inclusive por mucho más de 20 años.
Y es que The Wolf Man está llena de detalles curiosos, como los pendientes del personaje de Evelyn Ankers, con una media luna, o que Larry Talbot en la parada de tiro en la feria, dispare acertadamente contra todos los animales que le aparecen, menos con el lobo, al cual es incapaz de disparar…
Seguramente, el objeto más recordado y que suscite más cariño nostálgico entre los fanáticos de esta película, sea el bastón con puño de plata, luciendo en su parte superior una cabeza de lobo.
Un objeto cuyo uso en el film es dual:
Por un lado, es usado por Larry Talbot para acabar con un lobo cuando éste atacaba a una persona.
Ese lobo resultó ser un hombre lobo, Bela; y le mordió transmitiéndole la enfermedad/maldición.
Por otro lado, su padre, encarnado por Claude Rains, usa ese mismo bastón que curiosamente le había regalado Larry para acabar, sin saberlo, con su hijo, el hombre lobo responsable de todas las atrocidades cometidas en la zona.
Ese bastón de cabeza de lobo plateado de Larry, es el único accesorio sobreviviente conocido de la película, y actualmente reside en la colección personal del archivista de películas de género, Bob Burns; que era un colegial en ese momento, y recibió el bastón por parte del hombre que lo hizo para la película, el fabricante de accesorios, Ellis Burman.
El desenlace del film, cierra un círculo, un hombro lobo es asesinado al lado del mismo árbol sobre el que pereció otro hombre lobo, asesinado por la nueva víctima, y bajo el castigo del mismo bastón de plata.
La zíngara observa al padre acabar con la criatura, pero no lo detiene, sabe que ese debe ser el final.
Así, la profecía de Maleva se cumplía, el círculo maldito se cerraba, y la paz volvería a reinar en la localidad galesa…
Hoy podemos interpretar al hombre lobo como un signo del nazismo que se abalanzaba contra “la estatua de La Libertad”, pues el estreno del film ocurrió 2 días después del ataque a Pearl Harbor; o bien la podemos interpretar como “una enfermedad” que “justificaba” hechos ilícitos, véase la sombra como un doble y la mujer como víctima inocente... y yendo más allá, sobre la homosexualidad reprimida.
La película luego tiene otra virtud, y es que cuando la ves, contemplas el nacimiento del “psycokiller”, de ese asesino en serie que hemos visto en innumerables películas actuales; al tiempo que tiene mucho de cine policiaco e incluso de psicoanálisis tan de moda en los 40.
A este respecto, Lawrence Talbot, el rico heredero de una larga tradición familiar, no es más especial que cualquier otra persona; también él se ha visto arrasado por los fantasmas del arrepentimiento y el rechazo, y ha sufrido de raíces familiares quebradas y metas no alcanzadas.
Su rasgo distintivo, si tuviera alguno, es ser como cualquier otro, e intentar permanecer así; pero esta no es la historia de un solo monstruo, como su título podría dar a entender; este es el retrato de una comunidad monstruosa, de hábitos violentos y sinsentidos soterrados, con padres que niegan a sus hijos, hombres que acosan sus objetos de deseo, mujeres que se dejan seducir habiéndose prometido, y ejecutores de la ley cuidando el orden en los tranquilos pantanos.
De esa manera, Larry Talbot pasa a transformarse en lobo cuando La Luna se refleja en su mirada, pero no le hemos considerado monstruo mucho antes, cuando a través de un telescopio observaba a Gwen, en vez de admirar el firmamento, amarga ironía que luego eso vaya a ser su tormento…
Visto así, el lobo hombre no es el cazador de ningún lado, sólo es la presa, el animal herido, el que huye y se refugia de personas que le superan en crueldad y fealdad; y un hombre que solo puede lograr sus objetivos convirtiéndose en otra personas, con más voluntad, si se quiere “ferocidad”
Mientras los gitanos que guardan su maldición, parecen los únicos despiertos en un pueblo de adormecidos, los que aún conservan cierto miedo por la superstición, en vez de utilizarla como excusa para una noche de diversión.
Sólo hay que contrastar el calmado semblante de Bela Lugosi, la tranquila cara de quien se sabe condenado, con el miedo irracional del heredero Talbot, a convertirse en esa bestia que todos temen.
Qué duro debe ser, intentar no sobresalir, y pasar a ser el perseguido.
La persona que puede ser un lobo, nunca fue pura de corazón pero, extrañamente, hay cierto orden natural en que el pelo decreciente descubra una víctima, y no otro verdugo que dice ser buen hombre; y es curioso que sea la plateada Luna la que descubra animales, y un plateado bastón el que decida cuál de ellos debe morir.
Por ende, en los pasajes donde se aborda la disyuntiva ciencia versus creencia sobrenatural, The Wolf Man goza de cierto aire atrayente; pero cuando llega el momento de la acción, la misma se expone en forma torpe y descuidada, hasta el punto de un desenlace abrupto que deja sabor a nada, tanto en las propias circunstancias del relato, como en las actuaciones que dejan a la luz ciertas deficiencias desde lo histriónico.
En todo caso, el cine de terror, en muchas ocasiones ha sido injustamente vapuleado y denostado por una parte de la crítica, otorgándole menor peso o valor que a otros géneros como el drama.
Todavía hay quien reniega del género, y no sabe valorar las lecturas, muchas veces subterráneas, que esconden cintas como la que se comenta en estas líneas, o incluso, algunas actuales, pues ninguna película agradece tanto una buena escenificación, un buen reparto y gastar más tiempo y dinero en calidad que las películas de terror; esos que han de rodarse con cuidado y precisión como The Wolf Man.
“There's something very tragic about that man... and I'm sure that nothing but harm will come to you through him”
El mito de los hombres lobo parece, o es originario de Europa, y estaba muy vinculado con otras supersticiones y la magia negra.
El mito es esencialmente masculino y, entre las causas de que un ser humano se convirtiera en hombre lobo, las más frecuentes eran las siguientes:
Ingerir ciertas plantas vinculadas tradicionalmente con los lobos y la magia negra; beber en el mismo lugar donde lo hubiera hecho un lobo; beber de la huella de un lobo o hombre lobo; cubrirse con la piel de un lobo; dormir desnudo a la luz de La Luna llena; usar una prenda hecha de piel de lobo; adquirir la capacidad de transformarse en lobo mediante magia y sortilegios; ser mordido por otro hombre lobo, que era la forma más común; tener relaciones sexuales con un hombre lobo; nacer después de mellizos o gemelos, siendo hijo varón, etc.
En todos los casos, la explicación tradicional del mito parece solapar la violación de alguna norma natural o social; y puede, como el más moderno y literario mito resumir las tendencias conscientes y sociales del hombre y sus tendencias pulsionales inconscientes, incluso más que pulsionales, instintivas, previas a la socialización del sujeto.
Según la tradición, la mayoría de los hombres lobo no se transforman en tales voluntariamente, sólo los magos y los hombres lobos auténticos, es decir, no malditos, pueden hacerlo; son víctimas de una maldición, y sufren enormemente a la hora de su metamorfosis.
Lo que es peor, al transformarse pierden completamente la conciencia humana, y se vuelven peligrosos, incluso para sus seres queridos, y la única manera de librar a un hombre lobo de su maldición, es dándole muerte, lo cual no es nada fácil; debe hacerse con un instrumento de plata, ya sea un bastón, un cuchillo o una bala, aunque en algunas zonas de La Península Ibérica hay un ritual consistente en cortarle la cabeza y arrancarle el corazón.
Un hombre lobo es en el fondo un hombre completamente normal la mayor parte del tiempo, y se comporta de manera natural, aunque un poco velludo, y con los sentidos más desarrollados, especialmente el olfato, además de estar en buen estado de salud y forma física.
No es sino durante la noche de Luna llena cuando se transforma, pues la luz de este satélite es la que controla sus transformaciones.
Aunque varía según las versiones, el aspecto de un hombre lobo transformado, puede ir desde un lobo auténtico, aunque más grande de lo normal, hasta un humanoide peludo, y con colmillos que va en busca de carne humana, por lo que puede ir en 2 o 4 patas.
Recientemente, la descripción de los hombres lobo ha tomado un giro más comprensivo en algunos círculos, con la llegada del medio-ambientalismo y otros ideales de retorno a la naturaleza, el hombre lobo se ve como la representación de la humanidad aliada con la naturaleza.
En el aspecto psicológico, el inglés Richard Francis Burton, que se consideraba a sí mismo fundamentalmente un antropólogo, es famoso por sus conocimientos de lenguas y culturas, siendo uno de los primeros en abordar la licantropía como desorden mental, aunque de origen gástrico.
Si bien, no es un trastorno reconocido internacionalmente, dado que existen pocos casos y sus síntomas son en gran parte atribuibles a trastornos como la esquizofrenia, a algunos brotes psicóticos, algunos autores han llegado a generar algunos criterios diagnósticos; y entre ellos se encuentra el hecho de que el paciente asegure ser un animal, asegurar en un momento de lucidez mental que a veces siente ser un animal y/o realizar conductas típicamente animales.
Otras que diferentes autores han sostenido a lo largo de la historia, han expuesto que esta alteración puede ser debida a algún tipo de remanente de la evolución sociocultural como especie, siendo frecuente en culturas antiguas que se imitaran al lobo o a otros animales con el propósito de obtener sus características asociadas a la fuerza, velocidad, fiereza… de cara a que estas beneficiaran nuestra supervivencia.
Y quienes tienen dicha alucinación, podrían estar buscando inconscientemente adquirir las cualidades de los animales con los que alucinan, como una manera de afrontar situaciones de frustración o estrés.
Desde el psicoanálisis, también se ha explorado la visión de la transformación como el hecho de dejar que ser lo que somos, siendo dicha alucinación una forma de evitación de la culpabilidad o del afrontamiento de conflictos.
También podría surgir como maximización mental de los cambios corporales que vivimos a lo largo de nuestro desarrollo evolutivo.
Y uno de los licántropos más tristemente célebres de la historia, aunque no en su rol de hombre lobo, fue Adolf Hitler.
En un estudio realizado en 1951 por el antropólogo británico Robert Eisler llamado “Man Into Wolf”, se afirma que Hitler manifestaba algunos síntomas propios de la licantropía; y para ello se basa en las declaraciones de numerosos testigos cercanos al Führer, que en diversas ocasiones dieron cuenta de la tendencia de arrojarse al suelo en momentos de gran tensión emocional, e incluso mordisquear la alfombra o los muebles durante estos arrebatos.
Eisler aborda con suma precaución estos testimonios, pero tomados en conjunto con las conocidas inclinaciones masoquistas y sádicas de Hitler, no resulta incongruente que padeciera de estados maníacos licantrópicos.
por su parte, el psicoanalista Nandor Fodor elabora la hipótesis de que la licantropía es un mecanismo psíquico-natural, incluso en personas que no manifiestan las conductas del hombre lobo; más aún afirma que muchas personas tramitan sus problemas subconscientes a través de violentos sueños licantrópicos.
En este sentido podemos hablar de hombres lobo oníricos, u hombres que se transforman en lobos en el orbe incierto de los sueños; y uno de los rasgos del hombre lobo se manifiesta a través de los sueños, en particular en sueños que contienen metamorfosis, transformaciones, crímenes, sangre, y la presencia de algún hombre lobo ocasional.
Según la teoría de Fodor, el hombre lobo es menos una condición psicológica que una herramienta de la psiquis para liberar sus válvulas atávicas, es decir, para aliviar las tensiones propias de nuestra naturaleza animal, sin ponernos en riesgo ante la mirada de la sociedad.
Si bien, la licantropía clínica tiene características especiales en relación a otros trastornos, como la afectación de las áreas cerebrales que regulan la propiocepción, es posible considerarlo como parte o síntoma de otros trastornos mentales y neurológicos; y el trastorno con que más frecuentemente se ha asociado, es con la presencia de una esquizofrenia, si bien las alucinaciones en este trastorno suelen ser auditivas, y no tanto cenestésicas y hápticas como en la licantropía; otra afectación a la que se asocia, es al trastorno delirante crónico; pero ante todo es principalmente a la esquizofrenia, pero también puede presentarse en el trastorno bipolar tipo mixto, la psicosis severa, la enfermedad maniaco-depresiva, trastornos convulsivos, drogas psicomiméticas, intoxicación por alimentos o sustancias alucinógenas.
El psicoanálisis sugiere que este tipo de delirio, puede ser interpretado como un intento de proyectar los sentimientos suprimidos, especialmente los de contenido sexual o de agresividad, dentro de una figura ajena al ser humano, o sea la figura de un animal; y en general, se considera un trastorno de tipo psicótico.
Además de ello, se ha asociado a la experimentación de episodios maníacos, en que pueden aparecer diferentes tipos de alucinaciones.
“You think I don't know the difference between a wolf and a man?”
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