Fantastic Mr. Fox

“His life is fantastic... his wife is fantastic... his neighbors, not so fantastic”

Utilizar a los animales representando acciones humanas y realizando actividades propias de este no es algo nuevo:
El fabulista de la antigua Grecia, Aísōpos, ya nos ilustró con sus fábulas en una recolección de cuentos donde los seres protagonistas eran los animales, y mediante la sucesión de diversos hechos simples, Aísōpos nos revelaba una moraleja.
Esta tradición también la podemos encontrar en autor como Jean de la Fontaine, o incluso en las primeras películas animadas de la Disney como “Bambi” (1942)
En la literatura, este hecho tampoco es nuevo, y Roald Dahl lo utilizaría de manera ingeniosa.
Dahl fue un novelista británico, cuentista, poeta, guionista, hasta piloto de combate que se hizo famoso como escritor en la década de 1940, con obras para niños y adultos, y se convirtió en uno de los autores más vendidos del mundo; tanto que ha sido referido como “uno de los mejores narradores de cuentos para niños del siglo XX”
Sus libros han vendido más de 250 millones de copias en todo el mundo; y “Fantastic Mr. Fox” (1970) no ha sido la excepción; ya que es una novela infantil, destacada por sus ilustraciones de Donald Chaffin, Jill Bennett, Tony Ross y Quentin Blake; sobre Mr. Fox, y la forma en que se burla de sus vecinos granjeros al robarles la comida bajo sus propias narices, a fin de alimentar a su familia; por ello roba pavos, patos y pollos a 3 granjeros vecinos acomodados pero malvados:
Boggis, Bunce y Bean.
Los agricultores están hartos de los robos de Mr. Fox e intentan matarlo.
Una noche, los granjeros esperan afuera de la guarida del zorro con, el fin de emboscarlo; y cuando este sale de su agujero, los granjeros le disparan.
Sin embargo, éstos solo logran volarle la cola…
Resueltos a atraparlo, los granjeros utilizan picos y palas para cavar un camino a la casa de los zorros.
No obstante, Mr. Fox, su esposa y sus 4 hijos logran escapar al cavar un túnel más hondo; entonces los granjeros usan una excavadora para llegar aún más profundo, pero fallan en su intento, por lo que deciden vigilar la entrada del túnel con las armas preparadas, mientras otros labradores patrullan el área para asegurarse de que los demás zorros no escapen.
Después de 3 días de hambruna, a Mr. Fox se le ocurre un plan:
Él y sus hijos cavarán un túnel dentro de los corrales de pollo de Boggis, donde robarán algunos animales y se irán sin dejar rastro.
También entran en el almacén de patos, gansos y verduras, y en la bodega de sidra de Bunce.
Durante el camino, los zorros conocen a Badger y otros animales cavadores, quienes también están famélicos debido al asedio de los granjeros.
Mr. Fox, sintiéndose responsable de todo el asunto, invita a los animales a comer un festín con el botín encontrado; y ahí los animales deciden hacer un pueblo bajo tierra donde estén seguros, obteniendo comida discretamente de los granjeros.
Mientras tanto, Boggis, Bunce y Bean hacen guardia en la entrada del túnel durante la lluvia, sin darse cuenta de que Mr. Fox y sus amigos están robando su comida bajo sus narices.
Tras muchas correrías, el libro termina señalando que los 3 esperarán por siempre…
Los cuentos de Dahl son conocidos por sus finales inesperados, y los libros para porque contienen humor poco sentimental, macabro, a menudo oscuramente cómico, con enemigos adultos malvados de los personajes infantiles; por ello sus libros defienden a los bondadosos, y muestran un sentimiento cálido subyacente.
La historia original de Fantastic Mr. Fox, fue escrita en un momento oscuro en la vida de Roald Dahl, ya había perdido a uno de sus 5 hijos por sarampión, y atestiguó que otro sufría de agua en el cerebro como resultado de un accidente automovilístico.
Era natural que lo impulsaran a escribir un cuento que describiera al padre como un protector de la familia; y una vez más, Roald Dahl consigue despertar el interés de los jóvenes lectores con esta trama de buenos y malos, tan llena de gracia en la que queda demostrado que la bondad no está reñida con el ingenio, y que los malos no siempre son los más listos.
Es una sencilla historia con apariencia de cuento clásico, con animales personificados y una trama sugerente; personajes cercanos y muy atractivos.
“Dig the life fantastic”
Fantastic Mr. Fox es una película animada del año 2009, dirigida por Wes Anderson.
Protagonizada por George Clooney, Meryl Streep, Jason Schwartzman, Bill Murray, Wally Wolodarsky, Eric Anderson, Michael Gambon, Willem Dafoe, Owen Wilson, Jarvis Cocker, entre otros.
El guión es de Wes Anderson y Noah Baumbach; basados en el libro homónimo de Roald Dahl; que fue el primer libro que poseyó Wes Anderson; pues su madre, Ann Burroughs, se lo compró en la feria del libro de St. Francis en Austin, Texas, cuando tenía unos 7 años; y Anderson ha guardado esta misma copia en su estantería desde entonces; y para la producción, Anderson no sólo se reunió con la viuda de Roald Dahl para solicitar su premiso de adaptación del filme, sino que vivió en casa del difunto durante el tiempo suficiente como para empaparse de su personalidad, al menos en los aspectos estéticos que pudiesen conformarla.
Posteriormente, trasladó todas esas impresiones a la película, dotando a Mr. Fox de la idiosincrasia del propio Dahl, en una suerte de homenaje muy bien acogido por la viuda y su familia.
Y es que Fantastic Mr. Fox es una película que certifica la voluntad continuista de expandir el estricto universo personal de Dahl, pero sin renunciar un ápice a las señas personales de Anderson; por lo que la trama se centra más en la relación de Mr. Fox con Mrs. Fox y su hijo, que se enfrenta al deseo de Mr. Fox de robar pollos como un medio para sentirse como su ser natural; y agrega escenas antes de que Fox ataque a los 3 granjeros, y después de su demolición de la colina; así como un final ligeramente alterado, y más antecedentes sobre la vida pasada de Fox como ladrón de alimentos.
Los 4 hijos de Fox, son reemplazados por Ash, un zorro pequeño e inseguro que busca la aprobación de su padre; y el sobrino de Fox, Kristofferson, que se destaca en atletismo, y es una fuente de celos para Ash.
El título de la película, aparece en un libro de la biblioteca; y para el director Wes Anderson, esta fue su primera película animada, y su primera adaptación cinematográfica.
El desarrollo del proyecto comenzó así en 2004, como una colaboración entre Anderson y Henry Selick, que trabajó con Anderson en la película de 2004 “The Life Aquatic with Steve Zissou” en Revolution Studios; pero en 2007, Revolution se retiró, y Selick lo dejó para dirigir a “Coraline”, y el trabajo en la película se trasladó a 20th Century Fox.
La producción comenzó en Londres en 2007, y se estrenó hasta el 2009; siendo el primer film animado de Wes Anderson que utiliza la clásica técnica de la animación de toma fija, o “stop motion” para narrar la historia; siendo la 3ª adaptación de una historia de Roald Dahl que se realizará mediante animación, y la 2ª en usar esa técnica de animación.
La película finalmente está producida por Allison Abbate, Scott Rudin, Wes Anderson y Jeremy Dawson, junto con Steven Rales y Arnon Milchan como productores ejecutivos; e incluye al director de animación, Mark Gustafson, al director de cinematografía Tristan Oliver, y el diseñador de producción Nelson Lowry.
Completan el elenco técnico, el supervisor de edición Andrew Weisblum, el supervisor de música Randall Poster, y las marionetas fabricadas por MacKinnon and Saunders.
Mientras la música ha sido compuesta y dirigida por Alexander Desplat.
Como dato curioso, Fantastic Mr. Fox es la última película en usar el logo de 20th Century Fox de 1994; siendo aclamada por la crítica, e incluso tuvo una duración prolongada desde El Día de Acción de Gracias hasta la temporada navideña de 2009; pero no fue un gran éxito financiero, y no fue tan popular entre el público en general.
No obstante, obtuvo 2 nominaciones al Oscar como:
Mejor película de animación y banda sonora; pero perdió contra el favorito de Pixar, “Up”
Y aunque fue muy bien recibida, la película no fue lo suficientemente buena como para recuperar los costos de producción; y como resultado, no se hicieron otras adaptaciones de Roald Dahl hasta “The BFG” (2016)
La acción sigue pues a Mr. Fox (George Clooney), y Felicity Fox (Meryl Streep) que llevan una idílica vida hogareña con su hijo Ash (Jason Schwartzman), y su joven sobrino Kristofferson Silverfox (Eric Chase Anderson), que está de visita.
Pero después de 12 años de tranquila vida doméstica, la existencia bucólica resulta demasiado para los instintos animales del Mr. Fox; y muy pronto regresa a su vieja vida como taimado ladrón de gallinas, poniendo en peligro no solo a su amada familia, sino también a toda la comunidad animal.
Atrapados bajo de la tierra, sin alimento suficiente para repartir, los animales terminan por unirse para luchar en contra de los malvados granjeros:
Walter Boggis (Robin Hurlstone), Nathan Bunce (Hugo Guinness) y Franklin Bean (Michael Gambon), quienes están determinados a capturar al audaz Mr. Fox a cualquier precio; pero al final, éste utiliza sus instintos animales para salvar a su familia y a sus amigos.
Aunque todo suena a cuento infantil, llega Anderson adaptando por primera vez un texto ajeno, y agrega problemas psicológicos, frustraciones vocacionales, envidias y familias disfuncionales, para coger al espectador con el paso cambiado; y a partir de un amplio esbozo de temas recurrentes en su filmografía, como:
La restitución de lazos familiares, la superación de los traumas y la búsqueda del amor; esta notable cinta supone un paso más en la evolución de la carrera del cineasta, ya que prácticamente todas sus obras parecen partir de un “stop motion” con actores de carne y hueso, escenarios de maqueta, decoraciones exageradas, posturas estáticas y colores pastel; todo ello con un aire de obra maestra que bien se merece; porque Fantastic Mr. Fox es una auténtica delicia, pura magia cinematográfica, y todo un prodigio de narrativa eminentemente visual; donde el extravagante lenguaje narrativo de Anderson, encuentra el acomodo perfecto en la pluma del escrito británico Roald Dahl, dando a lugar a un film que se siente único y especial, un cuento de hadas para adultos artesanal, y de profundas raíces clásicas que posee una fascinante puesta en escena, un ritmo diabólico, y un ingenio mordaz repleto de homenajes, bromas e ingeniosos diálogos de todo tipo.
En suma, una experiencia totalmente recomendable e ineludible para satisfacer las necesidades de cualquier espectador, especialmente adulto, que se precie de paladear una buena ración de magia en formato cine.
Y es que Fantastic Mr. Fox es una película radiante, plena, llena de encanto y luminosidad, de destello de genio genuino, trazada con una delicadeza de orfebre, un torrente visual, un canto a la madurez de un autor que comienza a ser consciente del alcance que puede otorgarle a su riquísimo universo personal.
“Honey, I'm seven non-fox years old.
My father died at seven and a half.
I don't want to live in a hole anymore.
I'm going to do something about it”
Hay algo que no se le puede negar a Wes Anderson bajo ningún concepto:
Personalidad; y una a prueba de bombas que Hollywood ni ha sabido ni ha querido doblegar, y que poco a poco ha ido evolucionando y madurando para orgullo del término autor.
En todas y cada una de sus películas, podemos sentir la mano del excéntrico cineasta estadounidense, entretejiendo los hilos de unas historias que basculan entre la genialidad y la imbecilidad de una obra tan irregular como estimulante, pero que no ha dejado de crecer a cada nuevo paso; porque el universo de Wes Anderson parecía reservado a unos pocos capaces de congraciarse con su particular humor y sus extraños personajes; y sin embargo con Fantastic Mr. Fox logra una hazaña totalmente inusitada para un director que parecía ensimismado consigo mismo; ya que no solo ha logrado abrirse hacia un nuevo público a través del campo de la animación en el que se inscribe la película, sino que gracias a esa propia experimentación con otros formatos, ha logrado hacer más accesible su mundo y, lejos de desvirtuarlo, ha conseguido enriquecerlo; y Fantastic Mr. Fox es un salto más que vuelve a reunir lo mejor de su obra, todas sus constantes, pero sin dejar de ser la excepción que confirma la regla al rendir tributo al autor del original impreso, y de paso obtener la más satisfactoria y equilibrada película de su director.
Se supo que Joe Roth y Revolution Studios compraron los derechos cinematográficos de Fantastic Mr. Fox en 2004; y en 2006, Mark Mothersbaugh declaró que estaba trabajando en la banda sonora; y Wes Anderson firmó como director, con Henry Selick como director de animación, y Anderson declaró que su inspiración para la producción residía porque Roald Dahl era uno de sus héroes; por lo que el material fuente representa aproximadamente una hora del tiempo de ejecución de la película, antes de entrar en una tangente de su propia historia que son las propias ideas de Wes Anderson.
Es decir, la historia que cubre la novela, equivaldría al II acto de la película; pues Anderson agregó nuevas escenas para servir para el principio y el final de la película.
Las nuevas escenas preceden al plan de Fox de robar a los 3 granjeros y seguir la demolición de la colina por parte de los agricultores, comenzando con la inundación del túnel.
Pero Selick abandonó el proyecto para trabajar en la historia de Neil Gaiman, “Coraline” en febrero de 2006; y fue reemplazado por Mark Gustafson.
Por su parte, 20th Century Fox se convirtió en el hogar del proyecto en octubre de 2006, después de que Revolution se retirara; y en septiembre de 2007, Anderson anunció que comenzaría el trabajo de voz; donde optó por grabarlas afuera, al aire libre en lugar de en un estudio:
“Salimos a un bosque, fuimos a un desván, y fuimos a un establo.
Fuimos a la clandestinidad para algunas cosas; y hubo una gran espontaneidad en las grabaciones debido a eso”; y dijo sobre el diseño de producción:
“Queremos utilizar árboles reales y arena real, pero todo es en miniatura”
Great Missenden, donde vivió Roald Dahl, tiene una gran influencia en el aspecto de la película, ya que mezcla varias formas de animación, pero consiste principalmente en “detener el movimiento”
La animación tuvo lugar en Londres, en el escenario C en 3 Mills Studio; y los títeres fueron creados por Mackinnon & Saunders, con Anderson dirigiendo a la tripulación, muchos de los cuales animaban a “Corpse Bride” de Tim Burton.
Selick, que se mantuvo en contacto con Anderson, dijo que el director representaría escenas mientras estaba en París, y las enviaría a los animadores a través de iPhone.
En los meses anteriores al estreno surgió la controversia sobre el poco tiempo que el director Wes Anderson pasó realmente en el set, eligiendo dirigir la animación por correo electrónico desde su piso en París; y se supo que en un momento durante la producción, Wes Anderson tenía 29 unidades trabajando todas para él, coordinando todo por E-mail.
Como dato, esta es la primera película animada distribuida por Regency Pictures, la primera animada en “stop motion” de 20th Century Fox, y la primera para Fox Searchlight Pictures desde “Waking Life” (2001); al tiempo que es el 2º largometraje animado en ingresar a la Colección Criterion después de “Akira” (1988)
Sin embargo, fue la primera película animada disponible en Criterion desde las actualizaciones de Blu-ray.
La historia de Fantastic Mr. Fox es bastante simple:
Un zorro padre de familia, trabaja para un periódico como columnista dejando a un lado sus instintos cazadores por una promesa que le hizo a su mujer, pero no puede refrenar su parte animal, y tras mudarse a una mejor casa, por no sentirse pobre en los últimos años de su vida, se dedica a atracar a 3 peligrosos granjeros que rodean las tierras.
Esto causará perturbación y daños colaterales en toda la comunidad animal del vecindario, donde hay personajes interesantes como el hijo que busca el orgullo del padre y la envidia a un primo que está de visita porque es el atleta que él quiere ser, y desata el amor y admiración que quiere para sí; y bueno, en general cada personaje del film está bien definido y tiene su toque característico y personal, pero tampoco hay nada realmente “original o destacable”
Por ejemplo, la historia del padre de familia que oculta algo a su esposa y que recae en ciertos vicios del pasado es algo ya visto; al mismo tiempo se incluye una trama relacionada con los problemas padre e hijo, demasiado explotados en el cine de animación últimamente, pero también habituales en las películas de Anderson.
La novedad aquí está más que en la relación paterno-filial, en la que se establece entre el niño y su primo, que regala algunos de los momentos más simpáticos de la historia; y hay que destacar también al personaje de la rata y a la zarigüeya bonachona pero atontolinada que acompaña al protagonista.
Por lo que Fantastic Mr. Fox es un canto a la rebeldía y a la autenticidad en el que cada miembro de la familia de zorros protagonista, Los Fox, debe aprender a aceptarse tal y como son.
Al comienzo del relato, Mr. Fox, un maestro en el difícil arte de robar gallinas, recibe la noticia de su inminente paternidad... y tras una elipsis de varios años, Mr. Fox se ha visto obligado a abandonar su vocación debido a la necesidad de construir un hogar más seguro y confortable para su familia.
Sin embargo, Mr. Fox no pude escapar a lo que es, ésa no es su naturaleza; y resulta inevitable que, tarde o temprano, el ladrón vuelva a las andadas, cometiendo robos clandestinos por el simple placer de llevarlos a cabo con la máxima perfección; pero también deberá aprender a asumir la responsabilidad de sus actos, pues sus hurtos traerán consecuencias devastadoras para toda la comunidad animal.
Asimismo, la relación de Mr. Fox con su descendiente está marcada por el complejo de inferioridad del hijo frente a las extraordinarias habilidades demostradas por su padre y por su primo Kristofferson.
Y es que, en esencia, de lo que habla Fantastic Mr. Fox es de lo mismo que trata el grueso de la filmografía de su director:
La dificultad de sus protagonistas para integrarse en un núcleo familiar que les resulta extraño.
Pero aquí son animales salvajes que niegan su propia condición, creando una extraña sociedad propia de múltiples razas, donde cada uno posee un talento nato, que casi al final de la película descubren gracias a Fox, el que les mete en todo este berenjenal, y del que no podrían salir sin él.
Así Fox decide primero escapar de la situación, simplemente cavando, para después ir saltando de idea en idea con la que joder a los granjeros, resignándose a ser derrotado; se ríe de ellos usando únicamente el ingenio, planteándose a los animales y a los humanos como de igual a igual, aunque sea algo lunático.
No hay más que fijarse en la ropa de los personajes, los decorados o los rutinarios efectos especiales, para darse cuenta de lo que buscaba su director; una película de animación que perfectamente se podría haber hecho en los años 60; y si la comedia es fundamentalmente el ritmo, Wes Anderson se lo ha tomado al pie de la letra, y nos ha plantado el ritmo híper revolucionado de las “screwball comedy” con unos animales verborreicos muy en sintonía con los “looney tunes”
Ya en el aspecto más puramente argumental, el universo y los personajes de Dahl, encajan perfectamente con la mirada de Anderson, y esto es todo un aliciente si tenemos en cuenta que estamos ante una fábula de fauna animada.
Desde la familia protagonista, no especialmente disfuncional, pero sí llena de tormentos y obsesiones con gran potencial cómico, encabezada por el temerario y aventurero Mr. Fox; hasta el entrañable e impredecible Kylie (Wallace Wolodarsky), la zarigüeya-conserje, el clásico amigo tontaina pero que siempre está ahí, incluso cuando menos se le espera…
Toda esta comunidad “civilizada” de animales salvajes, donde los únicos humanos son los villanos, alcanza su clímax en la preparación del golpe final, con una revista a las tropas donde salen a relucir sus nombres de guerra, que no es otra cosa que los nombres científicos de sus especies; y sus mejores habilidades.
Aunque este relato, universal y atemporal, del descubrimiento de la propia naturaleza, la lucha contra la tiranía y la superación de los fantasmas personales, pueda ser disfrutado por niños y mayores, ciertos elementos reconocibles lo apartan del cine puramente infantil.
Aparte de una cierta justificación del hurto como medio de supervivencia, incluso en la secuencia final, o simplemente el puro heroísmo, tenemos a la rata navajera, la mutilación de la cola del zorro, el maltrato animal a perros, zorros o gallinas, y en general, la presencia imponente de lo violento y lo destructivo; eso sí, debidamente edulcorado, y siempre con el espíritu de la comedia mandando.
Mientras el respeto reverencial que el director demuestra tanto hacia la obra original como al propio Dahl, no le impide llevarse a Fantastic Mr. Fox a su propio terreno, transformándola en una comedia repleta de guiños postmodernos que convierte el sencillo conflicto del libro primigenio, en una profunda exploración de las discrepancias sociales de sus personajes protagonistas, obligados a encajar dentro de constructos que no les hacen felices; siendo un cambio que le permite al director, introducir en la construcción dramática del film un tema que sintoniza tanto con el género “noir” como con el western:
El enfrentamiento de su protagonista a las consecuencias de un pasado delictivo.
Y una oportunidad para introducir un cierto itinerario de redención para Mr. Fox, al que el director muestra como un cleptómano reincidente que arrastra a la miseria, sin pretenderlo, a toda la comunidad animal.
La asimilación de su papel de líder no surge, pues de la egolatría y la seguridad del personaje, sino que también supone una forma de intentar compensar el daño causado por su vuelta a las andadas, de recolocar las cosas, y subsanar todo lo que ha provocado.
Pero además, Anderson le añade a la narración de Dahl otra dimensión que no estaba presente en la misma, el conflicto paterno-filial del protagonista con su hijo, Ash.
Su personaje viene a representar el conflicto, recurrente en la obra del director estadounidense desde sus primeros films, entre una figura paterna de personalidad abrumadora y su vástago, que intenta no quedar empequeñecido por la alargada sombra de su progenitor, e incluso se atreve a competir con él para demostrar su valía.
Claro que en este caso, y a diferencia del resto de sus películas, se produce una reconciliación final entre ambos personajes, porque su recorrido dramático les lleva a una misma conclusión íntima relativa a las expectativas ajenas.
Todo ello hace que se trate de una película más atenta al futuro de sus personajes, que podríamos calificar de optimista, aunque se trate de un optimismo desencantado; ya que el destino parece condenar a todos los personajes de Anderson, en los que palpita el sentido trágico de lo inexorable:
Todos son prisioneros de una forma de ser que los condena a tomar las decisiones equivocadas, aún a sabiendas de las consecuencias que acarrearán; y la cinta se integra sutilmente en el universo de Roald Dahl sin perderle la cara a las directrices cinematográficas más clásicas, en donde la técnica permite disponer a sus creadores de un lienzo sin límites, para ofrecer todo un recital que va más allá del gueto que algunos consideran a la animación para explotar todo el rico y variadísimo potencial de la misma.
Técnicamente excelente, con una animación “stop motion” que se descubre ante nuestros ojos como una representación del verdadero arte plástico, y que se deja gustar y querer como gozosa novedosa gracias tanto a su notable acabado como a la manera en que la cámara de Anderson es capaz de recorrer la excelente escenografía; es a través del formato de “cuento infantil”, instrumento tradicional para inculcar a la infancia valores sociales y morales, fomentando la imaginación como herramienta de construcción de la realidad social, en la perspectiva de quien la contemplase, y podemos imaginar que muchas de las andanzas de Mr. Fox nos resulten incomprensibles, más centradas en una vida familiar un tanto desabrida y en un egocentrismo rampante, que en las aventuras que se presuponen a un film “para niños”, que no lo es; y este es un hecho que no tiene por qué anotarse en el deber de una película que quizás fuese destinada a un público adulto, y sólo fuese infantil en apariencia.
Pero resulta que desde la perspectiva de un adulto se tornaba igualmente inane:
Prueben a trasladar el argumento a una película convencional, e intenten imaginarse que pensarían de algo tan simple como reiterativo.
No, Wes Anderson no consiguió su propósito de construir un entretenimiento dual:
Aquí retomó el papel de cineasta pretendidamente apologético de ciertas facetas de la personalidad humana, con personajes inadaptados, crípticos, en ocasiones psicóticos, que tan desiguales pero exitosos resultados le dio en sus anteriores películas, y esta vez no pasó de elaborar un relato confuso:
No sabemos si el hijo de los protagonistas daba pena o producía rechazo, si su sobrino era un pedante insufrible o un exquisito adolescente; si Mr. Fox pasaba de ser un inconsciente a un héroe, o era un héroe que acababa derrotado por un consumismo inconsciente; en ese sentido, las escenas finales del filme resultan como mínimo poco edificantes, pero quizás tampoco Anderson buscara moralizarnos en absoluto.
En una palabra, que la película pudiera satisfacer a los niños que buscasen tan sólo un poco más que simples persecuciones y animales parlantes; o a los adultos que entre tanta refriega quisieran encontrar un guiño de complicidad.
Obtener ese equilibrio, es dificilísimo; y las películas de Anderson son un canto a la inadaptación, un retrato de seres desvalidos y problemáticos, y una sutil crítica hacia comportamientos sociales y culturales, no por asumidos menos ridículos.
Puede que Mr. Fox y su familia no fueran unos consumistas compulsivos, que hallaban la liberación en la normalidad impuesta por las sociedades industriales; quizás, como sujetos que pedían auxilio, sólo lo obtuviesen adaptándose a una cultura enferma...
El mérito de Anderson, reside en mostrar esa patología social sin dramatismos, sin estridencias y sin impulsos moralizantes.
En ese sentido, no hay mejor formato que la caricatura, no mejor camino que el del humor y el sarcasmo, y no hay muestra mayor de talento que hacer todo eso sin que se note que se está haciendo.
Puede suceder, sin embargo, que algunos no hubiésemos cultivado la capacidad de reírnos de nosotros mismos, o la habilidad para desentrañar un humor inteligente y mordaz; pero te inunda en un ambiente de enseñanza moral, y contiene un sinfín de analogías que hacen alusión al ser humano mismo, nuestro comportamiento y cómo este se vincula con los animales, nos une con la naturaleza, y lo representan de manera muy clara con la constante del comportamiento salvaje presente en personajes que parecen civilizados.
También propone la idea de dejar a un lado el objetivismo, para adentrarte en este mundo donde los animales son humanizados, e incluso en un punto estos toman el control sobre el mismo hombre, demostrando su inteligencia “superior”; y es también una comedia discreta, con un guión muy bien estructurado que el director volvió suyo partiendo de una obra magnifica.
Por otro lado, es una historia cíclica, la constante de comportamiento puede hacer predecir las acciones de ciertos personajes, es decir, el personaje principal parece ser muy astuto, pero cada decisión que toma lo lleva nuevamente al punto inicial; es una película que a pesar de ser animada y que se basa en un cuento de niños, envuelve temas más complejos como el egocentrismo, la búsqueda de un sentido de vida y la cuestión de ésta como un destino, la moral, el tema de familia disfuncional, o la insatisfacción personal como un hecho natural.
El director nos presenta una sociedad particular, donde las características propias de los seres humanos quedan reflejadas en la de los animales, que sin embargo, no pierden nunca su idiosincrasia, no hay que ver nada más las escenas en las que engullen comida…
Aparentemente no encontramos nada nuevo, pero Anderson tiene un objetivo último que domina la película, y que resulta fascinante.
El espectador empatiza perfectamente con los personajes protagonistas, los animales del bosque, que no dejan de ser más humanos que los propios humanos que aparecen en la película, y Anderson no realiza esta apreciación de una manera burda, sino que lo hace con una sutilidad y una dignidad muy propia de él.
El puño que levanta el zorro ante el que había sido siempre su pesadilla, como lo era el lobo, y la forma con que este le responde el saludo, nos deja bien patente la sensibilidad del director, en una preciosa secuencia que derrocha humanismo por los 4 costados; y es por ello que nuestro heroico protagonista es el único que realmente sabe vivir de su comunidad, pues es fiel a su propia naturaleza.
Por suerte, la resolución de la película es adecuada a sus preceptos, y Fox consigue redimirse y alcanzar el status que merece entre sus compatriotas, además de arrastrarles a vivir una vida más acorde a su naturaleza; porque las masas necesitan lideres fuertes y sanos que las lleven a un nivel superior de existencia, aun a riesgo de perderse la propia comunidad en el intento.
Como dato, esta es la primera película familiar de Wes Anderson, aunque todavía contiene muchas de las marcas registradas de sus películas de acción real, como las paletas de colores, profundidad de campo como pocas veces veremos en el cine contemporáneo, mesmerizantes “travellings” de estructuras y maquetas, planos cargados de información no asumible en un único visionado, etc.
Los personajes parecen romper la cuarta pared al poder leer las tarjetas de los títulos de cada escena, por ejemplo, Ash parece saber lo que Mr. Fox y Kylie están haciendo al leer la tarjeta de presentación de la escena; y Nathan Bunce parece estar leyendo el tarjeta de tiempo que dice cuánto tiempo han pasado sin alimento o agua Mr. Fox, sus amigos y familiares, lo que les ha preguntado, cuánto tiempo pueden pasar sin ninguno…
Esto es lo que comúnmente se conoce como “la mirada de Kubrick”, la técnica desarrollada por el cineasta y fotógrafo que solía usarla cuando un personaje tenía que ser intimidante o inquietante.
En lo que respecta a la película, por un lado es inevitable reconocer su atrevimiento técnico y su gracia:
En una época en que lo más fácil era recurrir al ordenador para elaborar entretenimiento en 3D con rostros que por entonces resultaban casi clónicos, Wes Anderson  se decantó por el clásico “stop motion” en su variante más tosca:
12 animaciones por segundo en lugar de 24; en lo que no se sabe muy bien si fue un ejercicio de autoafirmación estilística, o una “boutade” esnobista; porque la puesta en escena de Fantastic Mr. Fox es extremadamente “andersoniana”
En ese sentido, es de agradecer que el director haya sabido imprimir su sensibilidad estética en un formato completamente distinto al de la imagen real.
De este modo destacan recursos formales típicos del director, como los abundantes “travellings” laterales, entre los que destaca la excelente secuencia inicial, en la que se visualiza cómo el matrimonio Fox supera diferentes obstáculos durante uno de sus robos; las virtuosas coreografías que relacionan a todos los personajes en una misma escena, como el plano que parte de la superficie de un poblado hasta descender a las alcantarillas en donde se encuentran instalados los Fox; o los planos fijos que ilustran diferentes acciones simultáneas, como el ingenioso encuadre de un guarda de seguridad sentado de espaldas a los diferentes monitores que muestran con toda claridad el hurto cometido por Mr. Fox y sus compinches.
Se trata de recursos muchos de ellos ya vistos en el cine de Anderson pero, en cambio, poco frecuente en el cine de animación; y aquí, esta película está compuesta de casi 56,000 disparos.
La elección del “stop motion” fue, en aquellos años, un original atrevimiento, dado que no se había producido ese amago de hastío hacia la animación por computadora que parece surgir estos días, donde las productoras como Aardman, Laika o Cartoon Saloon, algunas ya venerables, pero tardíamente reconocidas huyen del teclado para refugiarse en la expresión manual o el tacto del lápiz.
Sin embargo, escoger esa opción artística no fue casual; lo cierto es que Anderson estaba muy ilusionado, por no decir obsesionado por llevar a cabo una especie de homenaje a uno de sus filmes de animación favoritos:
“Le Roman de Renard” de Ladislas Starevich, que utilizó marionetas fabricadas con auténtica piel de animales, y de paso rememorar los gratos momentos que Roald Dahl le hizo pasar con el primer libro de su infancia.
Así que con esa especie de tozudez de niño mimado por la industria, llevó a cabo su empeño plasmando esas sincréticas obsesiones en un proyecto que se dice, tuvo más de capricho cinéfilo que de obra planificada y madura.
El esquema de color de la película es principalmente otoñal, con amarillos, naranjas y marrones prácticamente sin verde y azul.
Sin embargo, el guardarropa azul de Kristofferson fue intencional, ya que enfatizaba que era un visitante externo, y de paso un Fox completamente inspirado y diferente...
Por lo que el CGI solo se usa en una escena, en la inundación de la mina de pedernal; y para el agua en movimiento, Wes Anderson usó “Saran Wrap”, y para el humo, bolas de algodón.
En total, se hicieron 535 títeres para la película; donde solo Mr. Fox tenía 17 estilos diferentes, y cada uno de sus estilos tenía que hacerse en 6 tamaños diferentes.
Él tiene 102 títeres solo; y tomó 7 meses perfeccionar el primer títere de Mr. Fox.
El trabajo de animación es impecable, de entrada, en vez de estar filmada usando los tradicionales 24 cuadros por segundo, se utilizaron únicamente 12, y aunque esto pudiera sonar chafa, en realidad no demerita a la película, por el contrario, le da un sabor especial; y para continuar, cada muñeco está perfectamente detallado:
Pelo, ojos, boca y hocico, etc., y finalmente tenemos el especial cuidado que puso Anderson en cada cuadro de la animación, para que los personajes se expresen en perfecta armonía con el trabajo de voces:
“En Mr. Fox, el tamaño de las marionetas varía:
Para los primeros planos o las escenas dialogadas, utilizábamos marionetas de 30cm; para los planos más amplios, marionetas de 10cm; y para los planos aún más amplios, teníamos marionetas de 3 o 4cm.
No teníamos dinero para hacer grandes decorados, así que jugamos con las escalas para crear una ilusión de grandes espacios.
Los esqueletos de las marionetas grandes, estaban hechos de acero o de titanio, pero los de las pequeñas eran más flexibles, y nos permitían variar los movimientos y multiplicar los efectos.
Para la escena de apertura, utilizamos 3 tallas diferentes de marionetas, y jugamos con los efectos de contraste entre lo más pequeño y lo más grande”, dijo Anderson; que como homenaje quería usar pelo de animal real para todas las marionetas de animales, a pesar de que significaba que el pelo parecía ondular de forma no natural en la película, debido a que los titiriteros manejaban las modelos entre los marcos.
Esta ondulación, fue aparentemente intencional.
El cabello de los personajes humanos, era el cabello humano real recogido de los empleados del estudio en MacKinnon & Saunders, la compañía que fabricó los títeres para la película.
Como dato, las sacudidas de la oreja de Ash, se basaron en un gesto que la mayoría de los zorros y caninos domésticos hacen para mostrar agresión y/o desagrado; y Mr. Fox muestra sus dientes cuando está asustado, lo cual es fiel al comportamiento instintivo de un zorro real.
Del reparto, destacar que este es el primer papel protagonista de George Clooney en la película animada; su Mr. Fox es carismático como un “alter-ego” del mismo Clooney, que resulta incluso más simpático que el propio actor, sobre todo ahora que ha adquirido ciertos tics interpretativos.
Meryl Streep aporta la madurez y la cordura de la madre de familia, demostrando esa capacidad innata de camuflarse tras su personaje mediante la voz; y certifica la comprobada eficacia de la actriz en su despliegue de un amplio abanico de timbres, acentos y tesituras vocales.
Jason Schwartzman, actor fetiche de Anderson, vuelve a su personaje ideal, poniéndole voz al “patito feo” Ash, hijo del protagonista.
Bill Murray más cuerdo habla por el tejón-abogado, y voz de lo racional; y Willem Dafoe añade un nuevo villano ruin a su lista, esta vez con cuerpo de rata trampera, traicionera y grosera.
También hay un cameo de Wes Anderson, pero como la voz de la comadreja agente de bienes raíces.
Otro dato interés es el aspecto de la película, que fue inspirado por Great Missenden, un pueblo en Buckinghamshire, Inglaterra, donde vivió y trabajó Roald Dahl; el árbol donde vive la familia Fox, se basa en un hayedo prominente en la propiedad de Dahl; y el estudio de Fox recrea en detalle el interior de la famosa choza de jardín en la que Dahl hizo la mayor parte de sus escritos.
Cuando Fox y Kylie están en el estudio de Fox repasando los planes para el primer atraco, Fox está sentado en un gran sillón con una tabla en los reposabrazos que está usando como mesa para su micrófono.
Así es exactamente como Roald Dahl solía escribir sus historias basadas en fotografías antiguas; y a lo largo de la película, se usa la palabra “cuss” en lugar de maldiciones reales; cuando se le preguntó sobre su origen, Wes Anderson dijo:
“Ni siquiera recuerdo.
Creo que fue solo utilizar el concepto de blasfemia como un reemplazo de la blasfemia en sí misma a ser muy versátil”
De acuerdo con este tema, uno de los edificios que se ven en la película lleva “CUSS” escrito como grafiti pintado con spray; otro detalles que los asteriscos son visuales recurrentes en toda la película, y se pueden ver en los ojos inconscientes de los “beagles”, en la palma de Kylie alrededor de la nota de arándano, en la rampa de la motocicleta, y en las manzanas de Bean, entre otros lugares.
Muy importante el dato que en el libro original, los humanos y los animales nunca interactúan directamente entre sí, por lo que nunca está claro si pueden entenderse entre sí.
Aquí, claramente pueden hacerlo, cuando Mr. Fox le pregunta a Bean, si trajo al niño; Bean responde y lo comprende claramente.
En definitiva, la moraleja del cuento es que es imposible resistir al salvajismo, a lo que el cuerpo pide…
Fox era un zorro, y como tal, debía cazar pollos, gansos y lo que se pusiera por delante.
Debía alejarse de árboles frondosos e imponentes, y volver bajo tierra, a su hábitat; debía ejercitarse, ser un buen atleta, ágil y rápido; debía pensar, calcular los planes maestros con astucia, y echarle valentía a su vida.
Pero en segundas lecturas es una película algo machista:
Mrs. Fox es la típica ama de casa que solo está para regañar... y en los momentos más inoportunos, dice que está embarazada...
Ni hablar del papel de “la chica zorra” es otra muestra de machismo puro, mostrándola muy poco, pero en ese poco tiempo haciendo ver que es simple, superficial, niñata, previsible y en definitiva irritante, como queriendo decir que todas las chicas adolescentes son así.
Los únicos animales que carecían de humanización eran los pollos, curiosamente la comida de Mr. Fox; o sea que los pollos no tienen ni el apoyo de los ecologistas más recalcitrantes.
O el final, con la entrega bailable abrazando El Capitalismo más puro y duro que en un supermercado; y se le supone un trasfondo metafórico, de que las personas somos seres civilizados, pero animales salvajes a la vez.
Por último, la partitura fue compuesta por Alexandre Desplat.
La elección de temas dota de personalidad y marca el tono general del relato, que en esta ocasión se mueve en el terreno del country y las canciones populares, con especial mención a la genial “Boggis, Bunce and Bean”, creada para la ocasión.
Aunque por otro lado, la música original resulta pertinente en todo momento y fundamental para los momentos clave; se crea una banda sonora original y juguetona, combinando instrumentos tan poco habituales como la celesta o el birimbao con silbidos, o con diferentes instrumentos de cuerda, que van del ukelele a la mandolina, pasando por diferentes tipos de guitarra.
Con un sabor bastante estadounidense, a pesar de basarse en una novela del británico Robert Dahl, donde el banjo es seductor, pues entrega seguridad al carismático pero tramposo Mr. Fox.
Misma seguridad que transmite, esta vez mediante el trombón, a los villanos con “Boggis, Bunce and Bean”; con las cuerdas a la rata “Beans Secret Cider Cellar” y “Just Another Deat Rat in A Garbage Pail” con un sonido casi western; o el detestable pero admirable Kristofferson, que representa la perfección de lo que podría esperarse de un hijo, “Kristofferson’s Theme”
Lo curioso es que éste último tema suena en específico cuando Fox intenta acercarse a Ash, luego de que atrapan a Kristofferson, atribuyéndose la culpa de perder a su sobrino, y diciéndole a su hijo, quizás por primera vez, que es el que siempre quiso.
Pero otro punto altísimo en la banda sonora de Fantastic Mr. Fox, es el tema “Boggis, Bunce and Bean” que debe ser alabado por, en su simpleza, volverse totalmente pegajoso y difícil de olvidar.
La banda sonora también contiene una selección de canciones de los Beach Boys, The Bobby Fuller Four, Burl Ives, Georges Delerue, The Rolling Stones, y otros artistas.
“I think I have this thing where everybody has to think I'm the greatest, the quote unquote “Fantastic Mr. Fox”, and if they aren't completely knocked out and dazzled and slightly intimidated by me, I don't feel good about myself”
Los cuentos infantiles del galés Roald Dahl, están contados desde el punto de vista de los niños, involucrando frecuentemente a villanos adultos como encarnación del mal; y casi siempre son violentos, y los relatos contienen una buena dosis de humor negro y escenarios grotescos; pero por otro lado, el cine vivamente contemporáneo del inclasificable Wes Anderson suele, a través de un potente barroquismo visual, sustraer las más complejas y conmovedoras emociones de unos personajes fabricados a golpe de trazo tipológico, erigiéndose en adalid de la representación de la vulnerabilidad humana; porque Anderson es uno de esos pocos que, hoy día, son capaces de engalanar el chiste más simple, el gag más puro, con las vestiduras más lujosas, caprichosas y excesivas.
Wes Anderson es, si no el más, uno de los más extraños pero a la vez divertidos creadores de la narración que se conoce, con su particular sentido del humor, resultado de mezclar el humor negro con lo exageradamente absurdo, es lo que identifica a sus películas que han sido muy bien recibidas entre el público y la crítica, aunque claro como todo tiene sus detractores.
Y a lo largo de las 2 últimas décadas, el cine de animación occidental se ha polarizado en 2 tendencias:
Aquélla que hace uso de las cada vez más sofisticadas técnicas de animación por ordenador; y aquélla que, por el contrario, y en un acto repleto de nostalgia y melancolía, reivindica técnicas más añejas, quizás no tan perfectas desde un punto de vista técnico, pero que bien trabajadas pueden dar resultados de una belleza sin parangón.
Éste es el caso de las películas realizadas con la técnica del “stop motion”, la animación “fotograma a fotograma”; y hace un buen rato que las películas animadas han dejado de ser cosa de niños.
Atrás quedaron los tiempos donde sólo el clan infantil era el target de los estudios dedicados a ellos; y la tecnología ha dado paso hoy a una oferta de técnicas, formatos y temáticas que ha acercado al público más adulto, a un género originalmente pensado sólo para los niños.
Como si el mismo Dahl se expandiera más allá de una adaptación literaria al mundo cinematográfico en un formato hecho para sus propuestas; y poco a poco, la animación se ha puesto de moda, como sus obras, a tal punto que muchos actores taquilleros hacen las voces de algunos personajes animados e incluso, directores acostumbrados a las películas “con gente de carne y hueso”, incursionan ahora sin problemas en las caricaturas a mano, o hechas con la ayuda de la computadora.
De esa manera, los personajes creados por el escritor Roald Dahl, parecen hechos a la medida de Wes Anderson, tal y como los imaginó Dahl, pero Anderson les inventa un pasado, los dota de una mayor personalidad, los hace más contradictorios, y los lleva por un camino diferente, ya que la película no termina donde lo hace el libro, lo que se agradece muchísimo, pudiendo haberse conformado simplemente con añadir algún detalle personal, y dejar todo lo demás, tal y como estaba, con personajes muy humanos a pesar de ser animales, con dudas, pensamientos y situaciones muy adultas, a pesar de ser una película animada; una que marca diferencia, y propone resoluciones.

“I guess we do have these three ugly farmers to thank for one thing:
Reminding us to be thankful and aware of each other.
I'm gonna say it again:
Aware”



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