Ponzio Pilato

“Il suo peccato non sarà mai cancellato dalle pagine della storia!”

El cine ha tributado a la historia de Roma el curioso homenaje de glosar buena parte de su inmenso anecdotario; y ha contado mil leyendas romanas de Eneas a Constantino, reflexionando en clave romana sobre la ética y el poder, y ha instruido y adoctrinado al público, lo ha impresionado y lo ha hecho reír, muchas veces voluntariamente.
Claro es que el filólogo clásico no aprenderá nada sobre Roma o Grecia en el cine, pero si puede llegar a introducirse en un saber popular que pone a Cleopatra y Nerón a la altura de tópicos de conversación, que reconoce una sesión del Senado, una “venatio” o una naumaquia; o que está familiarizado con una civilización antigua por la ropa de sus personajes, por su entorno y sus costumbres, que se plasma ante el triunfo de un General, y aplaude las carreras de cuadrigas.
En particular y menos explorado, Poncio Pilato fue un miembro de La Orden Ecuestre y 5º Prefecto de la provincia romana de Judea, entre los años 26 y 36.
Los evangelios canónicos lo presentan como responsable ejecutivo del suplicio y crucifixión de Jesús de Nazaret, siendo este uno de los pocos episodios en los que se menciona a este personaje conocido también por autores judíos Filón y Flavio Josefo; romanos como Tácito; y un testimonio arqueológico epigráfico.
Por lo que los detalles de la biografía de Poncio Pilato, antes y después de su nombramiento como Prefecto de Judea, y tras su participación en el proceso contra Jesús de Nazaret, son desconocidos.
Se sabe sin embargo, que fue designado Prefecto de Judea por Tiberio, a instancias de su Prefecto para El Pretorio, Sejano, adversario de Agripina y destacado antijudío.
El Emperador Tiberio lo nombró así, gobernador de la provincia de Judea en el año 26 de nuestra Era; y tales Prefectos pertenecían a la llamada Orden Ecuestre, “la baja nobleza”, en contraposición con los aristócratas del Orden Senatorial; y es probable que Pilato se alistara en el ejército como Tribuno militar, fuera ascendiendo durante varios períodos de servicio consecutivos, y fuera nombrado gobernador finalmente, antes de cumplir los 30 años.
Su uniforme sería una túnica de cuero y una coraza metálica, y su atuendo civil, toga blanca con una franja violeta; debía de llevar el cabello corto, e ir bien afeitado.
Aunque algunos creen que procedía de España, pues su nombre indica que pertenecía a la familia de Los Poncio, nobles samnitas originarios del sur de Italia.
Por lo general, a Los Prefectos del rango de Pilato, se les enviaba a territorios bárbaros, y así era como los romanos consideraban la provincia de Judea.
Además de mantener el orden, Pilato vigilaba el cobro de los impuestos indirectos y la capitación.
La administración cotidiana de la justicia, era competencia de Los Tribunales Judíos, pero parece que los casos que pudieran merecer la pena de muerte se mandaban al gobernador, quien constituía la suprema autoridad judicial.
Pilato residía con su mujer en la ciudad portuaria de Cesarea, junto con un pequeño grupo de escribas, damas de compañía y mensajeros.
Comandaba 5 cohortes de infantería de entre 500 y 1.000 soldados cada una, así como un regimiento de caballería compuesto tal vez de 500 hombres; y sus soldados acostumbraban ejecutar a los infractores de la ley.
En época de paz, un juicio sumario precedía a las ejecuciones, pero en una sublevación se mataba a los rebeldes en el acto, y de manera indiscriminada.
Por ejemplo, los romanos ejecutaron a 6.000 esclavos para reprimir la revuelta encabezada por Espartaco… y si en Judea surgían conflictos, normalmente el gobernador podía pedir refuerzos al Legado Imperial de Siria, que tenía a su cargo legiones.
No obstante, El Legado estuvo ausente durante gran parte del gobierno de Pilato, por lo que este tuvo que poner fin a los disturbios con prontitud.
Los gobernadores se comunicaban regularmente con El Emperador, a quien debían informar de los asuntos que afectaran a su dignidad o representaran una amenaza para la autoridad romana; y basándose en tales informes, El Emperador dictaba órdenes.
Como es natural, los gobernadores se afanaban por dar al Emperador su propia versión de los hechos ocurridos en su provincia, antes de que otros pudieran quejarse; y en vista de los problemas que se estaban incubando en Judea, Pilato tenía serios motivos para preocuparse...
Intentó introducir imágenes del Emperador en Jerusalén, y de construir un acueducto con los fondos del Templo.
Algunos autores señalan que estas desavenencias con el pueblo judío lo llevaron a trasladar su centro de mando de Cesarea a Jerusalén, para controlar mejor las revueltas, en especial porque comenzaban a actuar en la provincia grupos armados contrarios al poder romano.
Las más antiguas crónicas sobre Pilato, corresponden al filósofo judío, Filón de Alejandría; más aún, según este escritor de Alejandría, el gobierno de Poncio se caracterizó por su “corruptibilidad, robos, violencias, ofensas, brutalidades, condenas continuas sin proceso previo, y una crueldad sin límites”
Cronológicamente, las siguientes menciones de Pilato en fuentes históricas corresponden a las obras de Flavio Josefo, historiador judío y ciudadano romano, quien escribió en el último cuarto del siglo I.
En efecto, tanto en “La Guerra de Los Judíos”, publicada entre los años 75 y 79, como en “Las Antigüedades Judías” de la década del 90, Pilato aparece varias veces como gobernador de Judea entre los años 26 y 36; y según este historiador, Pilato tuvo un mal comienzo en lo que respecta a las relaciones con los judíos de su provincia:
“De noche envió a Jerusalén soldados romanos que llevaban estandartes militares con imágenes del Emperador.
Y la situación se complicó, porque las insignias fueron colocadas en La Torre Antonia, Cuartel General de Las Cohortes Romanas, es decir, justo frente a uno de los ángulos del complejo del Templo, con el añadido de que los judíos creyeron que los auxiliares romanos quemaban incienso frente a las imágenes de Tiberio y Augusto.
Este suceso provocó un gran resentimiento debido a que vulneraba la prohibición de la Torá del uso de ídolos, y una delegación de principales entre los judíos, representantes del Sanedrín, viajó a Cesarea para protestar por la presencia de las insignias, y exigir que las quitasen.
Después de 5 días de discusión, Pilato intentó atemorizar a los que hicieron la petición, amenazándolos con que sus soldados los ejecutarían, pero la enconada negativa de aquellos a doblegarse, pues incluso se inclinaron en tierra y mostraron sus cuellos para ser degollados, aunque Pilato sólo había pretendido engañarlos para que cedieran; y dado el alto coste político, ya que Pilato llevaba apenas 6 semanas en el puesto, y habría tenido que ejecutar en esa sola ocasión hasta a 6 mil judíos; le hizo acceder a su demanda”
Josefo aún menciona otro alboroto:
“A expensas de la tesorería del Templo de Jerusalén, Pilato construyó un acueducto para llevar agua a Jerusalén desde una distancia de casi 40 km.
Pilato solicitó del Gran Sanedrín, fondos del Tesoro del Templo para financiar la obra, bajo la advertencia de que si eran negados, tendría que aumentar los impuestos.
Los sacerdotes se negaron en principio, alegando que era dinero sagrado, pero cedieron bajo la condición de que se ocultara el origen de los fondos, y de que el principal flujo del líquido llegara a los depósitos del propio Templo, pero el acuerdo fue descubierto.
Grandes multitudes vociferaron contra este acto cuando Pilato visitó la ciudad; por lo que envió soldados disfrazados para que se mezclasen entre la multitud, y la atacasen al recibir una señal, lo que resultó en que muchos judíos muriesen o quedasen heridos”
Y se supone que el personaje mencionado en los evangelios, Barrabás, era parte de una de estas bandas que realizaron diversas revueltas.
Una vez entrado Jesús a Jerusalén, sería la nueva molestia del Sanedrín; y según Los Evangelios sinópticos, Jesús fue apresado por un grupo de hombres armados pertenecientes a La Guardia del Templo, por orden de Caifás y Los Sumos Sacerdotes.
En cambio, El Evangelio de Juan afirma que fue apresado por una compañía romana, al mando de un Tribuno, en Juan 18:12; lo que daría a entender que fue por orden del Prefecto.
Los Evangelios dicen que, luego de un interrogatorio nocturno, los líderes saduceos llevaron a Jesús ante El Procurador Romano por la mañana temprano, pues los romanos solo hacían juicios antes del mediodía; solicitando a Pilato que lo ejecutara, ya que le habían hallado culpable de blasfemia, pero la pena capital solo podía ser aplicada por los romanos.
Así, Pilato envía a Jesús a Herodes Antipas, debido a un conflicto con la jurisdicción correspondiente a un reo de Galilea; y al ser devuelto a sus manos, Pilato se declara incompetente para resolver asuntos religiosos, y declara no hallarle culpable.
Los líderes judíos entonces cambian la acusación sobre Jesús a sedición.
A pesar de no hallarlo culpable, Pilato, sabiendo que era víspera de Pascuas, deja que el pueblo decida entre liberar a un preso de nombre Barrabás, o liberar a Jesús.
El pueblo, dirigido por Los Sumos Sacerdotes, escoge la liberación de Barrabás, y la crucifixión de Jesús.
Ante esa decisión, Pilato simbólicamente “se lavó las manos” para indicar que no quería ser parte de la decisión tomada por la muchedumbre; diciendo:
“No soy responsable por la sangre de este hombre”
A lo que la multitud responde:
“Que su sangre caiga sobre nosotros, y sobre nuestros descendientes”
Se narra también, que Pilato ordena la flagelación de Jesús antes de su ejecución, pero los evangelios discrepan en cuanto a si esta medida fue tomada como un intento de sustitución de la ejecución, o si era simplemente parte del proceso de la ejecución…
Pilato hizo un último intento de liberar a Jesús, pero la multitud gritó que si lo hacía, no era amigo de César, según Juan 19:12.
Ante aquello, se dio por vencido y cedió.
Cierto estudioso comenta lo siguiente sobre su decisión:
“La solución era fácil:
Ejecutar al hombre.
Lo único que se perdería era la vida de un judío en apariencia insignificante; sería tonto permitir que surgieran problemas por él”
En cuanto a Los Evangelios Apócrifos, existe un muy breve y tardío “Evangelio de La Muerte de Poncio Pilatos” y un mucho más importante “Evangelio de Nicodemo”, también llamado “Hechos de Pilatos” o “Acta Pilati” que contiene el nombre de personajes que han trascendido en la tradición del cristianismo, como:
Dimas, Gestas y Longinos; y en él se relata el episodio de la Anastasis o descenso de Cristo a los infiernos…
Tras los hechos, Poncio Pilato fue relevado del mando de Judea en el año 36, después de reprimir fuertemente una revuelta de los samaritanos, durante la cual crucificó a varios alborotadores.
Josefo informa que la posterior destitución de Pilato, “fue el resultado de las quejas que los samaritanos presentaron a Vitelio, por entonces Gobernador de Siria, y superior inmediato de Pilato; y la queja tenía que ver con la matanza ordenada por Pilato de varios samaritanos a los que engañó un impostor, reuniéndolos en El Monte Guerizim, con la esperanza de descubrir los tesoros sagrados que supuestamente había escondido allí Moisés.
Vitelio mandó a Pilato a Roma para comparecer ante Tiberio, y puso a Marcelo en su lugar; pero Tiberio murió en el año 37, mientras Pilato todavía estaba en camino a Roma”
Por tanto, temeroso de ser juzgado y ejecutado por su antigua relación con Sejano, ya que tras la caída de éste, todos los que se relacionaron con él fueron tratados como enemigos del Emperador Tiberio y en su mayoría ejecutados.
Incluso se ha llegado a relacionar su decisión de ceder ante la presión del Sanedrín judío en el juicio de Jesús, cuando los sacerdotes le recordaron que si soltaba a un supuesto subversivo como Jesús, que se proclamaba “Rey”, entonces no era amigo del Emperador; y para salvar su carrera e incluso su vida, y así evitar que Tiberio sospechara de su lealtad y lo mandara llamar a Roma para investigarlo y juzgarlo como asociado a Sejano.
Además, y ya que Sejano había hostilizado en vida a la colonia judía de Roma, después de su muerte, Tiberio ordenó a Pilato cambiar hacia una política favorable a las costumbres judías.
Mientras sobre la esposa de Pilato, se cree que se llamó Claudia Prócula, aunque no es citada por su nombre en El Nuevo Testamento; y de los 4 Evangelios, solo la menciona Mateo 27:19:
“Ella le envió un mensaje a su esposo diciéndole:
“No te mezcles en el asunto de este justo, porque hoy, por su causa, tuve un sueño que me hizo sufrir mucho”
El nombre Claudia, sólo aparece una vez en El Nuevo Testamento, en II Timoteo 4:21:
“Eubulus, Pudens, Lino y Claudia, envían sus saludos, y así todos los demás cristianos”
Sin embargo, no hay nada que sugiera que esta Claudia fuera la esposa de Pilato.
Y es a partir de ese viaje hacia Roma que su historia calla, y la figura de Pilato queda envuelta en la leyenda; por lo que muchos han intentado llenar las lagunas; y muchos han dicho que Pilato se convirtió al cristianismo, tanto que La Iglesia Ortodoxa Etíope lo venera como “santo”
Mientras Eusebio, escritor de finales del siglo III y principios del IV, fue el primero de muchos que dijeron que Pilato se suicidó, como lo hizo Judas Iscariote.
No obstante, su suerte sigue siendo materia de especulación…
Puede que Pilato haya sido obstinado, petulante y cruel; y con todo, desempeñó su cargo 10 años, mientras que el mandato de la mayoría de Los Prefectos de Judea fue de mucha menor duración.
Eso quiere decir que, para los romanos, Pilato fue un gobernante competente; y hay quienes lo han tildado de “cobarde” por su reprensible decisión de hacer que torturaran y mataran a Jesús para protegerse a sí mismo.
Otros sostienen que su deber no era tanto el de sostener la justicia, como el de promover la paz y los intereses romanos.
El tiempo de Pilato difiere mucho del nuestro; aun así, ningún juez puede con justicia condenar a un hombre al que considera inocente; y de no haber sido por su encuentro con Jesús, Poncio Pilato seguramente sería un nombre más en los libros de historia.
Estéticamente, Poncio Pilato ha llamado la atención y la imaginación de escritores, pues su persona se convirtió en personaje casi obligado en cualquier representación de La Pasión de Jesucristo; de artistas plásticos, y de productores y directores cinematográficos.
Las obras y películas que tratan sobre la vida de Jesucristo, a menudo incluyen el personaje de Poncio Pilato, debido al papel central que jugó en los últimos días de la vida de Cristo; y los escritores han encontrado varias razones para convertir a Pilatos, en un personaje principal, y completar cualquier detalle desconocido de su vida; por lo que ha sido retratado de varias maneras diferentes:
Como un burócrata débil y acosado; como un gobernador duro que gobierna con puño de hierro; como un hombre que ve claramente, cómo la historia de Jesús afectará la historia humana; como un hombre que lamenta su papel en la muerte de Jesús, en mayor o menor medida, según el trabajo; como un hombre que no se da cuenta del significado del Galileo, y lo condena a la muerte; como un gobernador cansado, que no le importa el destino de Jesús; o como un gobernador bajo presión de Roma, luchando para hacer frente a un posible levantamiento con la incertidumbre de qué acción tomar.
“Qual è la verità?”
Ponzio Pilato es un drama del año 1962, dirigido por Gian Paolo Callegari e Irving Rapper.
Protagonizado por Jean Marais, Jeanne Crain, Basil Rathbone, Letícia Román, Massimo Serato, Riccardo Garrone, Livio Lorenzon, Gianni Garko, John Drew Barrymore, Roger Tréville, Carlo Giustini, Dante DiPaolo, Paul Muller, Alfredo Varelli, Manuela Ballard, entre otros.
El guión es de Oreste Biancoli, Gian Paolo Callegari, Gino De Santis, Guy Elmes, Ivo Perilli y Guglielmo Santangelo; basados principalmente en El Evangelio de Juan, y en los siguientes pasajes bíblicos:
Mateo 27:11-24; Marcos 15:2; Lucas 23:1; Juan 18:33-38, 19:9-11, 21-22; y Deuteronomio 21:6-7
Ponzio Pilato fue filmado en una escala relativamente aceptable, siendo producido eficientemente por Enzo Merolle, que financió otras epopeyas con temas similares, y aquí se toma una perspectiva de los eventos que rodean La Pasión de Jesucristo, pero centrándose en Poncio Pilato, El Procurador de Judea que lo condenó a muerte; como un hombre para quien nada parece ir según lo planeado.
Filmada en los alrededores de Roma, Lazio y los estudios Cinecittà; la acción inicia cuando Ponzio Pilato (Jean Marais) es nombrado Gobernador de Judea, y los zelotes, nacionalistas judíos dirigidos por Barabba (Livio Lorenzon), protagonizan una revuelta política que devasta la región.
Al mismo tiempo, una gran multitud acude a oír las palabras de Jesús (John Drew Barrymore); pero Barabba acaba siendo capturado por los romanos.
Poco después, Jesús llega a Jerusalén, pero es apresado y llevado a juicio.
Mientras la esposa de Pilato, Claudia Procula (Jeanne Crain), como sobrina del Emperador Tiberio, es atormentada por engaños y pesadillas después de conocer la inocencia de Jesús, e intercede con Pilato para no condenarlo.
Y en el desarrollo se incluyen algunos eventos importantes referidos al Nuevo Testamento, con pasajes bíblicos descriptivos como la rebelión liderada por Barabba como líder, y su lucha para tratar de buscar el mejor curso de resistencia a la opresión romana encarnada por el experto político Ponzio Pilato; el sermón y la entrada de Jesús en Jerusalén; la expulsión de los mercaderes del Templo, el arresto de Jesús, que nunca aparece su rostro, y se le ve, no la cara, en El Monte de los Olivos, en La Crucifixión del Gólgota, entre otros.
Al final, tiene lugar el terremoto inesperado, que acabará con Claudia y sus hijos… y Pilato rindiendo cuentas al Emperador, diciendo que Jesús era El hijo de Dios.
De esa manera, muy curiosamente los eventos se desarrollan en retrospectiva en el propio juicio de Pilato ante El Emperador Caligola (Charles Borromel) sin acreditar; con el primero usando las mismas tácticas silenciosas, y posteriormente, las famosas palabras, como Cristo mismo lo hizo antes que él.
Ponzio Pilato no es un péplum al uso, aquí hay bastante calidad, un buen presupuesto, grandes actores italianos y estrellas hollywoodienses, con actores shakesperianos, entre otros elementos técnicos destacados como el vestuario, los escenarios, curiosamente usados en “Ben-Hur” (1959), como la casa del mismo protagonista del oscarizado filme; y escenas con muchos extras, etc.
“Non sono responsabile per il sangue di quest'uomo”
Ponzio Pilato es un recuento interesante, aunque promedio sobre la vida del personaje, así como de otros a su alrededor como:
Caifa (Basil Rathbone), Giuseppe d'Arimatea (Alfredo Varelli), Nicodemo (Massimo Serato), Barabba, Giuda (John Drew Barrymore) y Jesús; pero desde un punto de vista político, histórico y religioso romano, basándose en El Evangelio bíblico de Juan; por lo que trata de la historia del notorio Procurador de Judea y los eventos que culminaron con La Pasión de Cristo, el hombre que mueve a la multitud; pero debe elegir entre la libertad de Cristo o su condena, a lo que él finalmente “se lava las manos”
La historia está estructurada con una secuencia en la que Pilato está siendo juzgado frente al Emperador, y él le relata los sucesos.
Al final, volvemos a levantar este ensayo, y vemos lo que Pilato aprendió de su vida y encuentro con Cristo; de esa manera toma una perspectiva inusual sobre los eventos que rodean La Pasión de Jesucristo, al centrarse en Poncio Pilato, el hombre que lo condenó a muerte.
Todo inicia con un ambicioso Pilato, un ciudadano romano de la provincia de Hispania, que es promovido a ser El Procurador de Judea, que resultó ser la más problemática e intratable de las provincias de Roma.
Inmediatamente se equivoca al colocar las águilas de Roma, como era costumbre, en el lugar más prominente, el patio del Templo judío.
Cuando sobrevienen los disturbios, Pilato retrocede, pero tiene que dar un paseo lleno de baches...
Para poner a trabajar a los rebeldes, Pilato tiene una adquisición construida para mostrar la benevolencia de Roma, asegurando un suministro de agua potable a las masas; pero una vez más, en lugar de estar agradecidos, la gente se rebela porque el curso de la adquisición transgrede una de sus leyes tribales sin sentido; que atraviesa un cementerio…
Pilato no los aplaca, y los fanáticos aun así intentan asesinarlo; nada va bien y aceptan la llegada segura de su esposa, Claudia y su hijo.
Finalmente, El Sanedrín convierte a un “blasfemo” en dispensación de justicia romana; y en este momento, Pilatos siente una trampa, no ve nada malo en ese hombre llamado Jesús, y le da a la multitud una opción:
Eligen que Cristo sea ejecutado.
Pero la esposa de Pilato, Claudia Procula, le advierte que no crucifique a Cristo porque vio repercusiones violentas en un sueño, pero tiene que cumplir su palabra…
Entonces comete el mayor error de todos los tiempos, y los resultados son trágicos.
En definitiva, Ponzio Pilato es una película muy interesante que muestra más detalles de la enigmática vida del administrador de lo que estamos acostumbrados a ver; y en contraste con el magnífico telón de fondo del clásico, Roma e Israel.
En el fondo, Ponzio Pilato es una colorida versión de la vida de Jesucristo, y Pilato tiene un verdadero tratamiento épico y profesional, que alcanza un pico emocionante; una idea interesante con momentos clave y eventos ya conocidos por todos, pero vistos a través de los ojos de otros personajes, principalmente Ponzio Pilato, Caifa, Nicodemo y Procula; y no es completamente reverencial en algunos personajes bíblicos como Giuda, el mismo Ponzio y Barabba, éste último se retrata menos como ladrón, y más como un revolucionario político.
Y Jesús es mostrado pero sin verle la cara, sea de espaldas, de lado tapado por el cabello o bien de manera difusa, generalmente desde una gran distancia, o con la cara fuera del marco.
El resultado de Ponzio Pilato, sin embargo, demuestra una cosa sobre todas las demás, es más entretenida que virtuosa; y se ve que hubo dinero en la producción y en la dirección artística, con la fotografía en preciosos colores, vestuario y demás, son de prestigio.
Sin embargo, poco a poco se va yendo a caminos ya trillados, que sigue argumentalmente lo que hemos leído y oído mil veces respecto a Los Libros Sagrados.
El guión, muy bueno aunque carente de historicidad quizás… pero bueno, nadie dijo que Los Evangelios fueran “históricos”, todo es cuestión de fe; y obviamente la película es sionista, pues si no te despistas, sale la bandera del actual Estado de Israel, hasta la misma Estrella de David que no fue implantada como símbolo hasta mucho tiempo después de los eventos aquí mostrados.
Del reparto, el francés Jean Marais está aceptable, y la estrella de Hollywood, Jeanne Crain, se muestra hermosa y atractiva, aunque a veces un poco fuera de acción.
Basil Rathbone es bastante impresionante como el líder religioso judío Caifa, que trata de ser un líder espiritual fiel para su pueblo, mientras que él entiende las necesidades políticas del día.
La escena en la que él desafía a Pilato, a derribar las insignias romanas del templo hebreo, es bastante impresionante.
Mientras John Drew Barrymore interpreta tanto a Giuda como a Jesús:
Giuda es un rol para el que nació Barrymore, pues él siempre fue excelente como alma torturada, como un paria, o como un hombre con una obsesión trágica, y aquí requirió de todas sus cualidades en un gran trabajo actoral.
Durante una de sus escenas más intensas, de repente comenzamos a recibir imágenes angulosas de Barrymore, que no se parecen en ninguna otra toma de la película, y son realmente hermosas, son primeros planos en diagonal que hacen creer lo que dice el personaje, hablando casi directamente hacia el espectador.
Y él también interpreta a Jesús, pero solo vemos la espalda, de costado, o los primeros planos de sus ojos.
Otros miembros del elenco:
Letícia Román como Sara; Riccardo Garrone como Galba; y Gianni Garco como Sartana; y una breve aparición de una joven Raffaella Carrà como Gessica.
Y se nota que el director con Ponzio Pilato tenía grandes ambiciones:
Quería mezclar la política con la religión, pero los resultados muestran demasiada confusión, pues la primera mitad está marcada por demasiadas subtramas como la del acueducto, la joven que trata de seducir a Pilato, El Sanedrín, Nicodemo, los gladiadores devorados por cocodrilos… Barabba que a veces parece estar a la altura del Sanedrín y, por supuesto, El Templo.
También, muy a pesar del aire general de exceso y familiaridad con los hechos, la película se deja ver, y solo se deshace en su último tercio, cuando los juicios de Jesús toman el centro del escenario.
Esto se debe a que la figura de Jesús solo había sido mencionada fugazmente, incluso por los fariseos, y de repente todo Judea se volvió contra él “sin razón aparente”… excepto porque, aparentemente, eso fue lo que sucedió según La Biblia.
De hecho, ante este poco convincente giro, la figura del Sumo Sacerdote Caifa, era “una persona comprensiva que luchaba con dignidad por la difícil situación de su pueblo oprimido”
Otro hecho no característico, es que, de acuerdo con esta versión, es Giuda quien convence a los fariseos, de que Jesús es peligroso, y son ellos los únicos que lo capturan en Getsemaní…
Por último, la película termina de forma abrupta, y deja muchos datos en el tintero como qué pasó con Pilato después… sin embargo, la mayor parte del metraje está francamente bien, y cualesquiera que sean las fallas en el guión de muchas manos, 7 escritores en total, son redimidos por los altos valores de producción, y un buen elenco.
A destacar la música original, evocadora y atmosférica de Angelo Francesco Lavagnino.
“Non sai che ho l'autorità per liberarti e avere l'autorità di guardare un albero?”
El sarcástico y escéptico Poncio Pilato, es un personaje histórico que aún excita nuestra imaginación; pues para unos es un santo; para otros, la encarnación de la debilidad humana, el político arquetípico que está dispuesto a sacrificar a un hombre en aras de la estabilidad.
El apologista y filósofo cristiano, Justino Mártir, quien escribió a mediados del siglo II, señala a propósito de la muerte de Jesús:
“Por Las Actas de Poncio Pilato puedes determinar que estas cosas sucedieron”
Un texto que ha sido controvertido, porque supone la existencia de un testimonio legal sobre El Juicio de Jesús de Nazaret; y agrega que estos mismos registros mencionaban los milagros de Jesús, de los cuales dice:
“De Las Actas de Poncio Pilato puedes aprender que Él hizo esas cosas”
Según algunos autores, estos registros oficiales, que no se conservan, pudieron existir todavía en el siglo II, por lo cual, Justino instaba a sus lectores a comprobar con ellas la veracidad de lo que decía.
Del mismo modo, en su “Apologeticus”, escrito en 197, Tertuliano informó de datos originales sobre Pilato, según los cuales, el gobernador habría hecho un informe al Emperador sobre los acontecimientos en Judea en relación con Cristo.
Las Actas de Pilato que se conservan actualmente, son una obra apócrifa que no parece tener relación con la mencionada por Justino y, ciertamente, son muy posteriores.
Muchos detalles que carecen de cualquier confirmación por otras vías, especialmente relativas a sus supuestos arrepentimiento, suicidio o condena y decapitación, han sido añadidos a la tradición biográfica a partir de esas “Actas de Pilato”, que son un relato contenido en Los Evangelios Apócrifos que circularon con más profusión por Oriente; y entre aquellos se cuentan también un nombre para su esposa, Claudia Prócula, que junto a él, fue canonizada como santa por La Iglesia Ortodoxa Etíope, y sola por la bizantina le dieron su nombre:
Santa Prócula, Procla, Prokla, Perpetua o Claudia Prócula; o un improbable nacimiento de Pilato en Tarraco, Tarragona.
Sin embargo, La Iglesia Ortodoxa Oriental conmemora a la esposa de Pilato como una santa; pero no Pilato, porque según la tradición, “Claudia instó a Pilato a no tener nada que ver con Jesús”
Y se cuenta en algunas tradiciones ortodoxas orientales, que Pilato se suicidó por remordimiento, por haber sentenciado a Jesús a la muerte.
Por su parte, La Iglesia Etíope Ortodoxa Tewahedo, reconoció a Pilato como un santo en el siglo VI, basado en el relato de “Los Hechos de Pilatos”
Y la muerte de Pilato fue inusualmente dramatizada en un ciclo medieval de misterio de Cornualles, “Cornish Ordinalia”
De esa manera, el papel de Pilato en los eventos que llevaron a La Crucifixión, se prestó al melodrama, incluso a la tragedia, y a menudo tiene un papel en las representaciones de misterio medievales.
Lo cierto, sin embargo, es que históricamente no se sabe nada seguro sobre los lugares de nacimiento y muerte de Pilato, ya que su rastro histórico se pierde en los años 36 y 37, cuando destituido de su cargo, regresó a Roma.
Curiosamente, “La Piedra de Pilato”, un bloque dañado de piedra caliza de 82x65cm, es una inscripción tallada atribuida a Poncio Pilato, descubierta en 1961 en el yacimiento arqueológico Cesarea Marítima, por el doctor Antonio Frova, junto a sus asistentes y colaboradores, después de una serie de investigaciones, trabajos y excavaciones en El Teatro de Cesarea, una antigua edificación construida por decreto de Herodes I “El Grande” circa 30 a.C.
La Piedra había sido reutilizada en el siglo IV, como parte de un conjunto de escaleras que conducen a los asientos del teatro.
La leyenda de la piedra dice:
[DIS AUGUSTI]S TIBERIÉUM
[...PO]NTIUS PILATUS
[...PRAEF]ECTUS IUDA[EA]E
[...FECIT D]E[DICAVIT]
Es decir:
“Poncio Pilato, Prefecto de Judea, ha dedicado al pueblo de Cesarea un templo en honor de Tiberio”
El bloque parcialmente dañado, muestra así una dedicatoria al Culto Imperial de Augusto y Livia, “La Divine Augusti” y se cree que la inscripción permaneció en un templo llamado “Tiberium”, un edificación construida en honor a Tiberio.
Se ha considerado auténtico, debido a que fue descubierto en la ciudad costera de Cesarea, que era la capital de la provincia de Judea, durante el tiempo en el que Poncio Pilato ejerció como Gobernador romano.
La inscripción es muy significativa, porque es aceptada como un hallazgo arqueológico, una auténtica inscripción romana del siglo I con el nombre de Poncio Pilato; y la piedra concuerda con lo que se conoce de su carrera y su vida.
En consecuencia, la escritura constituye el registro más antiguo que sobrevive, con datos sobre la existencia histórica de esta persona; y es probable que el poder y la soberanía de Poncio Pilato se desarrollara en Cesarea Marítima, como la residencia gubernamental y sede militar a partir de 6 a.C., donde se descubrió la piedra, y posteriormente viajó a Jerusalén.
La Piedra de Pilato original, se encuentra en El Museo de Israel, en Jerusalén.
También se conocen otras réplicas que pueden encontrarse en El Museo Arqueológico de Milán, Italia.
La piedra, junto con otros objetos, han sido expuestas en varios museos con el fin de conocer más a fondo temas relacionados con la religión.
Por otra parte, Pilato se ha convertido en un símbolo tradicional de la vileza y de la sumisión a los bajos intereses de la política; y con el acto de “lavarse las manos” según El Evangelio de Mateo, junto con otros temas simbólicos emblemáticos de La Pasión de Cristo, como las 30 monedas de plata, “El Beso de Judas”, “El Canto del Gallo”, entre otros; dejó su marca en el lenguaje cotidiano y en el imaginario popular.
Pero notar que “lavarse las manos” era una costumbre judía, no romana, con la que se daba a entender que uno no participaba en derramamiento de sangre, según se cita en Deuteronomio 21:6 -7; por lo que el acto de “lavarse las manos”, no formaba parte del proceso legal, ya no había audiencia ni interrogatorio de testigos, sino más bien una forma de hacer comunicar a la muchedumbre, por medio de una costumbre judía, su desapego al caso.
Pero la sentencia estaba implícita en el caso de Jesús, pues el factor importante no era ya el proceso, sino las presiones que provocaron el resultado del proceso.
Los Evangelios implican claramente, que Pilato se dio cuenta de que no había ningún cargo auténtico contra Jesús, y el lavatorio simbólico de las manos añadido por Mateo, viene a subrayarlo.
Este acto quedó en la cultura como símbolo de quien, por conveniencia personal, cede ante la presión de otros al tiempo que pretende desentenderse de un veredicto injusto.
Por tanto, el lavatorio de manos implica un acto de purificación vacío de contenido, que no consigue en conciencia eludir la responsabilidad, puesto que quien condena a un hombre inocente por presiones, no está moralmente muy por encima de los que las ejercen; y aquí Pilato ejemplifica la afirmación:
“La cobardía es el peor de los vicios” y sirve como modelo en una interpretación alegórica para todas las personas que se han “lavado las manos” en silencio, o tomado parte activa en ilícitos, crímenes y delitos, pero también en acciones u omisiones.

“Ciò che è scritto, scritto è”



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