Rebel In The Rye

“Don't ever tell anybody anything.
If you do, you start missing everybody”

John Hoyer Updike, escritor estadounidense, autor de novelas como “The Witches of Eastwick” (1984), relatos cortos, poesías, ensayos y críticas literarias, diría:
“La negativa a descansar, la disposición a arriesgar en exceso en nombre de las propias obsesiones, es lo que distingue a los artistas de las celebridades, y es lo hacen algunos artistas aventureros en nombre de todos nosotros”
“The Catcher In The Rye”, publicada por primera vez en forma de serie en 1945 y 1946, y como novela en 1951, es la única novela y a la vez, la obra más famosa de Jerome David Salinger, originalmente destinada para adultos, se ha vuelto popular entre los lectores adolescentes por sus temas de angustia adolescente y alienación; y es una novela en cierta medida icónica; considerada por numerosos expertos como uno de los libros más importantes del siglo XX, al tiempo que ha vendido más de 60 millones de copias, y cada año se venden 250 mil ejemplares.
La historia la narra en primera persona, Holden Caulfield, el protagonista, que es un adolescente rebelde, inadaptado e inmaduro de 17 años, pero de gran perspicacia; y relata su semana en la ciudad de New York durante las vacaciones de Navidad tras su expulsión de Pencey Prep de Pensilvania, basada libremente en La Academia Militar Valley Forge en la que asistió Salinger; y cuenta su historia con sorprendente honestidad desde un hospital en California, en un lenguaje cínico y hastiado.
Nacido en una vida de privilegio, Caulfield mira el mundo desde el punto de vista de una élite; cuestiona el valor de las clases y de la sociedad y, a veces, parece oponerse a los convencionalismos por el bien de la oposición.
Es considerado el precursor, por así decirlo, del modelo del “hombre joven furioso”
Caulfield es el 2º de 4 hijos, con 2 hermanos, D.B. y Allie, quien había muerto 2 años antes del momento en que se narra la novela; y una hermana, Phoebe, una niña de unos 10 años, en la que Holden ve toda la inocencia y la bondad que el mundo adulto carece, y ella demuestra que se preocupa por lo que le pasa a su hermano, e intenta ayudarlo.
Sus padres no se nombran, y lo único que se menciona, es que Holden tiene una mala relación con ellos.
Una de las características más notables de este personaje, es su capacidad para detectar las cualidades más ridículas de las personas, como el narcisismo, la hipocresía y la superficialidad:
“Si quieren que les diga la verdad, no aguanto a los curas.
No veo por qué no pueden predicar con una voz corriente y normal.
Suena de lo más falso”, diría en un momento.
Esto produce a su vez, un efecto de desconfianza que llega hasta el cinismo por parte de Holden hacia los demás:
“Yo la uso para cazar personas”, decía en referencia a una gorra de cazador que acababa de comprar… la icónica gorra de Holden.
Así pues, a pesar del enorme desdén de Holden hacia estos comportamientos, exhibe paradójicamente los rasgos que desprecia, lo que le convierte, en cierto modo, en un personaje trágico.
Holden se fugará de la residencia donde vive para completar sus estudios, y así comienza un viaje en el que frecuentará bares y hoteles, mientras conoce a un gran número de personajes, muchos de ellos ejemplificarán los aspectos de la sociedad de EEUU más detestados por el protagonista.
Y es que Holden se ha convertido en un ícono de la rebelión y la angustia de los adolescentes, y ahora se encuentra entre los personajes más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX; tanto que se dice de la novela, que es la única que ha sabido captar lo que es la adolescencia con todas sus contradicciones; y la fórmula del carácter del desorientado protagonista, la ofrece su propia hermana, Phoebe, cuando le dice que, sencillamente, “no sabe lo que quiere”
Otros destacan el dilema del estado de Holden, entre la adolescencia y la edad adulta.
Este “receptor en el centeno”, es una analogía para Holden, que admira en los niños, los atributos que lucha por encontrar en los adultos, como la inocencia, la amabilidad, la espontaneidad y la generosidad.
Caer por el precipicio, podría ser entonces una progresión hacia el mundo adulto que lo rodea, y que él critica fuertemente.
Más tarde, Phoebe y Holden intercambiarían papeles como “el receptor” y “el caído”; donde él le da su sombrero de caza, el símbolo del receptor, y se convierte en el caído cuando Phoebe se convierte en el receptor.
La novela provocó numerosas controversias por su lenguaje provocador, y por retratar sin tapujos la sexualidad y la ansiedad adolescentes.
El autor diría sobre el título del libro, que hace referencia a una reflexión que el protagonista realiza sobre la letra de un poema, que trata sobre un “cátcher” o “alguien que agarra o sujeta” que evita que “los niños caigan en el precipicio”:
“Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno.
Miles de niños.
Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos.
Sólo yo.
Estoy al borde de un precipicio, y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él.
En cuanto empiezan a correr sin mirar adónde van, yo salgo de donde esté y los cojo.
Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo.
Vigilarlos.
Yo sería “el receptor en el centeno”
Te parecerá una tontería pero es lo único que de verdad me gustaría hacer.
Sé que es una locura”, Holden Caulfield.
Su autor, Jerome David Salinger, fue un escritor estadounidense, hijo de Solomon Salinger, director de J.S. Hoffman & Company, empresa que se dedicaba a la importación de carnes y quesos europeos; y de Marie Jillich.
Su no muy brillante expediente académico, hizo que sus padres lo internaran en 1934 en La Academia Militar Valley Forge de Pensilvania, donde se graduó en 1936.
En otoño de ese mismo año, se matriculó en La Universidad de New York para estudiar arte y, tras un semestre sin demasiado provecho, su padre le ofreció viajar a Europa para aprender idiomas, e iniciarse en el negocio de la importación.
En unos momentos de extrema tensión en Europa, pasó casi 1 año entre Austria y Polonia; y en Viena vivió con una familia judía, que muy probablemente no sobrevivió al Holocausto, y con cuya hija, a la cual le dedicó en 1947 el relato “A Girl I knew”, mantuvo el primer romance serio del que se tengan noticias.
A su vuelta, después de una breve estancia en el Ursinus College de Pensilvania, se inscribió en un curso de escritura de la Universidad de Columbia impartido por Whit Burnett, editor de la revista literaria “Story”, en cuyas páginas se dieron a conocer escritores como Tennessee Williams, Norman Mailer y Truman Capote.
En la década de 1940, “Story” era una revista importante en el sentido de que publicó las primeras obras de muchos escritores que llegaron a convertirse en autores importantes.
Y Burnett no solo demostró ser un valioso “perro literario” para nuevos talentos, sino que “Story” siguió siendo una alternativa respetable, aunque de bajo presupuesto, pues típicamente daba $25 por historia; a aquellas historias rechazadas por las revistas de gran tirada publicadas en papel satinado como Collier's, o The Saturday Evening Post, o las revistas más prestigiosas y literarias como The New Yorker; y a pesar de ello, “Story” tenía mucho prestigio.
Burnett enseñó un curso de escritura de cuentos cortos en La Universidad de Columbia en los años 1930 y 1940; y uno de sus alumnos fue J.D. Salinger, de quien fue mentor, y cuyo primer cuento “The Young Folks”, fue publicado por Burnett en “Story”; por ello, Burnett fue una influencia fundamental en los inicios de la carrera de Salinger, y su relación continuó hasta mucho después de que este ya fuera un autor reconocido.
Salinger decidió intentar escribir historias más convencionales; había estallado La Segunda Guerra Mundial, y escribió “The Hang Of It”, glosando las virtudes de la vida militar; y ese relato apareció no solo en Collier's, sino que también fue incluido posteriormente por el ejército en una colección destinada a los soldados enviados al frente.
En este momento, la vida personal de Salinger estaba centrada en su romance con Oona O'Neill, hija del dramaturgo Eugene O'Neill, que se distanciaría de Salinger para casarse en 1943 con Charles Chaplin; que a pesar de la diferencia de 36 años de edad, ella fue la 4ª y última esposa de Chaplin, manteniendo una unión que duró 34 años hasta la muerte del actor, con quien tuvo 8 hijos:
La actriz Geraldine, Michael, Josephine, Victoria, Eugene Anthony, Jane, Annette y Christopher.
Pero la auténtica ambición de Salinger era aparecer en la revista literaria más prestigiosa de EEUU, The New Yorker, la cual terminó aceptando a finales de 1941 la publicación de “Slight Rebellion Off Madison”, relato en el que hace su aparición Holden Caulfield, el futuro protagonista de “The Catcher In The Rye”
Sin embargo, la entrada de Estados Unidos en la guerra, haría que The New Yorker aplazara la publicación.
El 7 de diciembre de 1941, Japón atacó Pearl Harbor, provocando la entrada de Estados Unidos en La Segunda Guerra Mundial; y Salinger se alistó en el ejército en abril de 1942; y después de ser destinado a funciones que le resultaron frustrantes, sus previos conocimientos de francés y alemán, añadidos a su experiencia europea, hicieron que lo reclutara el servicio de contraespionaje militar.
Recibió entrenamiento especializado, hasta que el 24 de enero de 1944, desembarcó en Liverpool con las tropas de EEUU que posteriormente participarían en El Desembarco de Normandía.
Salinger fue destinado al 12º Regimiento de La 4ª División de Infantería, unidad en la que permanecería durante toda la guerra, como agente de inteligencia y grado de Sargento del Estado Mayor; y tras pasar por Londres, estuvo recibiendo instrucción en Tiverton, localidad del condado de Devon, que más tarde recrearía en su relato de 1950, “For Esmé, with Love and Squalor”
También participaba en ejercicios de desembarco anfibio, y estuvo presente en la catástrofe en que terminó “La Operación Tigre”, cuando el 28 de abril, en medio de un simulacro de invasión, la flotilla participante fue atacada por torpederos alemanes con un balance de más de 700 víctimas.
El 6 de junio de 1944, El Día D, la unidad de Salinger debía desembarcar en la playa de Utah con la primera oleada a las 6:30am, aunque lo hizo unos minutos más tarde, a más de 1 kilómetro del objetivo.
Después participaría con su regimiento en acciones como la toma de Cherburgo, la de Saint-Lô, la de Mortain y, a finales de agosto, en la liberación de París, formando parte de las primeras tropas de EEUU que entraron en la capital.
Durante su estancia en París, Salinger conoció a Ernest Hemingway, que trabajaba para Collier's como corresponsal de guerra, y aunque realmente no apreciaba mucho su obra, la relación entre ambos se mantuvo amistosa con el paso de los años.
Posteriormente, durante la primavera y el invierno, Salinger tomó parte en 2 de las batallas más terribles del Frente Occidental durante la guerra:
La del bosque de Hürtgen y la de las Ardenas.
En el tramo final de la guerra, Salinger, con El 12º Regimiento, participó en la liberación del complejo de Campos de Concentración de Dachau, y debió verse particularmente implicado, porque los oficiales de contraespionaje como él, tenían órdenes expresas de inspeccionar los campos, interrogar a los prisioneros y redactar informes para El Cuartel General.
Al finalizar la guerra, Salinger no fue licenciado, se creó un cuerpo de contraespionaje como asistente del proceso de desnazificación al que fue adscrito, y lo trasladaron a Weissenburg, cerca de Núremberg; sin embargo, las experiencias de la guerra le habían impactado profundamente y, posiblemente afectado por lo que hoy se denomina “estrés postraumático”, finalmente solicitó voluntariamente tratamiento, y fue ingresado en julio, en un hospital de Núremberg.
Es muy probable que también visitase Viena para encontrar a la familia con la que había vivido hace unos años, solo para descubrir que todos, incluida la hija de la que se había enamorado, habían muerto en Campos de Concentración.
La huella emocional que le dejaron estos hechos, se percibe en algunos de sus relatos, especialmente “A Perfect Day for Bananafish”, sobre un exsoldado suicida, y también “For Esmé, with Love and Squalor”, narrado por un soldado traumatizado.
El 18 de octubre de 1945, Salinger se casó en Pappenheim, con Sylvia Louise Welter, una oftalmóloga alemana con la que se instaló en Gunzenhausen, un pueblo situado a unos 45km de Núremberg; y debido a las normas de no confraternización que prohibían este tipo de uniones a los soldados estadounidenses, Salinger tuvo que fingir que era francesa, y proporcionarle documentación falsa.
El trabajo de Salinger para contraespionaje, terminó en abril de 1946 y, acompañado de Sylvia, se embarcó de vuelta a Estados Unidos el 28 de abril desde el puerto de Brest; y llegaron a New York el 10 de mayo; donde se instalaron en la casa familiar de Salinger, en Park Avenue.
Sin embargo, el matrimonio duró poco, y en julio, Sylvia regresó a Europa y no tardaron en divorciarse
Posteriormente a la publicación de “The Catcher In The Rye” en 1951 , Salinger publicó las colecciones de relatos “Nine Stories” (1953), “Franny and Zooey” (1961); y en 1963, una colección de novelas cortas “Raise High The Roof Beam”, “Carpenters and Seymour: An Introduction” protagonizados por la disfuncional Familia Glass; siendo las mentes ágiles y poderosas de hombres perturbados, y la capacidad redentora que los niños tienen en las vidas de estos, uno de los temas principales de las obras de Salinger.
En 1955, Salinger se casó con Claire Douglas, unión que concluyó también en divorcio en 1967, cuando se acentuó la reclusión del escritor en su mundo privado, y su interés por el “budismo zen”
Después de haber obtenido la fama y la notoriedad con “The Catcher In The Rye”, Salinger se convirtió en un eremita, apartándose del mundo exterior y protegiendo al máximo su privacidad.
Se mudó de New York a Cornish, New Hampshire, donde continuó escribiendo historias que nunca publicó.
Salinger, en su ensayo de 1964, “A Salute to Whit Burnett” dijo que fue el uso de Burnett del cuento de William Faulkner, “That Evening Sun Go Down” en la clase, que le enseñó la importancia de la relación del autor con sus lectores.
El plan de Burnett de publicar un libro de los cuentos cortos de Salinger en 1946, fracasó, poniendo a prueba su relación.
Whit Burnett murió el 22 de abril de 1973, a los 74 años de edad.
Irónicamente, Salinger intentó por todos los medios, escapar de la exposición al público y de la atención del mismo, tanto que él mismo declaró:
“Los sentimientos de anonimato y oscuridad de un escritor, constituyen la segunda propiedad más valiosa que le es concedida”
Sin embargo, se vio obligado a luchar continuamente contra toda la atención no deseada que recibía, como figura de culto que llegó a ser en vida; y cuando supo de la intención del escritor británico, Ian Hamilton de publicar, “J.D. Salinger: A Writing Life”, una biografía que incluía cartas que Salinger había escrito a amigos y a otros escritores; Salinger interpuso una demanda para detener la publicación del libro; pero el libro apareció finalmente con los contenidos de las cartas parafraseados; pues El Juez determinó que, aunque es posible que una persona sea el propietario de una carta físicamente, lo que está escrito en ella pertenece al autor.
Uno de los resultados no intencionados de este juicio, fue que muchos de los detalles de la vida privada de Salinger, incluyendo el hecho de haber escrito 2 novelas y muchos relatos que no habían sido publicados, salieron a la luz pública a través de las transcripciones del juzgado.
Salinger, escribió amigos sobre un cambio trascendental en su vida en 1952, después de varios años de practicar “el budismo zen”, mientras leía El Evangelio de Sri Ramakrishna sobre el maestro religioso hindú, Sri Ramakrishna; y estudió a lo largo de toda su vida, el hinduismo Advaita Vedanta.
La relación de 1 año que mantuvo en 1972 con la aspirante a escritora, Joyce Maynard, de 18 años, fue también causa de controversia, cuando ella subastó las cartas que Salinger le había escrito; y ha mantenido, igualmente más de 20 relaciones con aspirantes femeninas a escritoras, siempre muy jóvenes.
En 2000, su hija, Margaret Salinger, publicó “Dream Catcher”, un libro de “confesiones” donde afirma que su padre se bebía su propia orina, sufría glosolalia, rara vez tenía relaciones sexuales con su madre, que la tenía como una “prisionera virtual” y se negaba a permitirle ver a sus parientes y amigos.
En 2002, se publicaron más de 80 cartas a Salinger, escritas por escritores, críticos y admiradores, bajo el título: “Letters to J.D. Salinger”
Además de Margaret, Salinger es el padre del actor Matthew Robert  “Matt” Salinger, hoy de 58 años; y en contraste con su hermana; Matt era un devoto protector de la privacidad de su padre; y unas semanas después de que se publicara el libro de Margaret, Matt escribió una carta al New York Observer, menospreciando “los cuentos góticos de su hermana sobre nuestra supuesta infancia”
Jerome David Salinger falleció a los 91 años, de muerte natural, el 27 de enero de 2010.
Su 3ª esposa y viuda, Colleen O'Neill Zakrzeski Salinger, y su hijo Matt, se convirtieron en los ejecutores de su herencia.
En su biografía de Salinger, David Shields y Shane Salerno, argumentan que “The Catcher In The Rye” puede entenderse mejor como una novela de guerra disfrazada; pues Salinger fue testigo de los horrores de La Segunda Guerra Mundial, pero en lugar de escribir una novela de combate, Salinger, según Shields y Salerno, “tomó el trauma de la guerra y lo incorporó a lo que parecía a simple vista, una novela de iniciación”
Además, la novela ha sido notable en la influencia ejercida en escritores, inspirando reescrituras de las que se dice que forman su propio género.
Por otro lado, hay ejemplos de similitudes entre la novela y otras obras que no fueron pensadas por sus autores, lo que sugiere que la novela está presente, al menos espiritualmente en cualquier argumento que involucre a jóvenes extravagantes, que luchan por encontrar su lugar en una sociedad propensa a premiar la conformidad, y condenar la individualidad como “Lemony Snicket” de Daniel Handler; “The Perks of Being a Wallflower” de Stephen Chbosky, “Ordinary People” de Judith Guest, etc.
Y es que Salinger ha influido sobre una generación entera de escritores, entre los que se cuentan señaladamente, John Updike, Harold Brodkey y Philip Roth; centrándose en su tono de sinceridad, sus temas de abandono familiar, tensión entre adolescentes y sociedad; y rebelión, con su estado anterior prohibido, y la reclusividad de Salinger.
La novela, también ayudó a popularizar el verbo argot “screw up” o “fastidiar”; y en los últimos años ha habido una discusión sobre la depresión, como la exhibe Holden Caulfield.
Aunque se ha conjeturado que J.D. Salinger recibió el nombre de Holden Caulfield en “The Catcher In The Rye” cuando vio una marquesina para la película de 1947 “Dear Ruth”, protagonizada por William Holden y Joan Caulfield; la primera historia de Holden Caulfield de Salinger, “I'm Crazy”, apareció en Collier's, el 22 de diciembre de 1945, 1 año y medio antes de que esa película fuera estrenada.
Mientras que Holden ha sido identificado como “uno de los personajes más reproducidos en películas”; pues además, muchas de esas películas se referencian entre sí; inspirando tanto en variaciones como imitaciones; y se compara con varias películas del tema “coming-of-age” o “de iniciación”
Pero J.D. Salinger nunca quiso que su novela más famosa fuera llevada al cine, por lo que no existe ninguna versión de ella en la pantalla grande.
Sin embargo, muchos protagonistas de diversas películas, toman a Holden Caulfield como referencia o influencia notoria.
En 1949, se estrenó una versión cinematográfica, críticamente realizada de su cuento “Uncle Wiggily in Connecticut”; rebautizada “My Foolish Heart”, donde se tomaron grandes libertades con la trama de Salinger, y es ampliamente considerada, una de las razones por las que Salinger se negó a permitir cualquier adaptación cinematográfica posterior de su obra.
Aun con ello, tenemos filmes de influencia clara como “The Collector” (1965); otra donde Salinger aparece como personaje en la novela “Shoeless Joe” de W.P. Kinsella, en la que se inspiró la película “Field of Dreams” (1989) donde el personaje tiene el nombre cambiado, y es convertido en ficción.
En “Conspiracy Theory” (1997), el protagonista Jerry Fletcher (Mel Gibson), posee un ejemplar del libro “The Catcher In The Rye”, ya que cree que a través de él, muchas conspiraciones de asesinatos fueron realizadas por sus adeptos lectores, como el caso de Mark Chapman cuando asesinó a John Lennon en 1980.
Por otra parte, el protagonista de la película, es localizado por el servicio de inteligencia al comprar un ejemplar del libro…
Otra es “Finding Forrester” (2000)  protagonizada por Sean Connery, inspirada en Salinger; y “Chasing Holden” (2001)
Pero hay una cosa que sí podemos tener claro:
A Holden Caulfield no le gustaba el cine, lo odiaba de hecho; y su creador enigmático, tenía una opinión similar.
Y es que muchos han sido los interesados en llevar las aventuras de Holden Caulfield a la gran pantalla:
Jerry Lewis, John Cusack, Jack Nicholson, Leonardo DiCaprio… y todos se han topado con las rabiosas negativas de un autor, ya por entonces, aislado de la sociedad en su casa de Cornish, New Hampshire; donde decía que se trataba de un libro inadaptable, partiendo de la base de que la única persona que podía encarnar decentemente a Caulfield, era él mismo, y desconfiaba de las posibilidades del medio cinematográfico para aprehender la complejidad, la rabia y, por qué no decirlo, la nostalgia romántica que emanaba de su obra maestra.
Salinger, también escribió que creía que su novela no era adecuada para el tratamiento cinematográfico, y que la traducción de la narración en primera persona de Holden Caulfield en la voz “en off” y el diálogo, sería artificial.
“There is a marvelous peace in not publishing”
Rebel In The Rye es un drama del año 2017, escrito y dirigido por Danny Strong.
Protagonizado por Nicholas Hoult, Kevin Spacey, Zoey Deutch, Sarah Paulson, Hope Davis, Victor Garber, Brian d'Arcy James, Lucy Boynton, Evan Hall, James Urbaniak, Amy Rutberg, Eric Bogosian, Adam Busch, Bernard White, David Berman, entre otros.
El guión se basa en el libro “J.D. Salinger: A Life” de Kenneth Slawenski, sobre la vida del escritor, durante y después de La Segunda Guerra Mundial.
Strong compró el libro con su propio dinero, y adaptó el guión de la película, que Black Label Media financiaría, mientras que Molly Smith, Trent Luckinbill y Thad Luckinbill la producirían junto con Bruce Cohen, Jason Shuman y Strong. 
Todo ello hace de Rebel In The Rye, una correcta “biopic” que ofrece sus mejores momentos cuando se centra en la sacrificada vida del escritor en ciernes, la repercusión de la fama, y el éxito en personalidades introvertidas; y sobre todo, en la relación entre alumno y maestro.
Lo que quizás resulte sorprendente, es el tono apologético que tiene para contar la vida del autor.
Rodada en New York; la historia sigue la vida del famoso escritor, J.D. Salinger (Nicholas Hoult), centrándose en las circunstancias que rodean la creación de su obra más conocida, “The Catcher In The Rye”, única novela escrita por el autor, que capturaba a la perfección el hastío de una generación desencantada; y escrita desde el punto de vista de un adolescente enfrentado a la hipocresía del mundo adulto, que contiene grandes dosis de ironía.
El novelista, era el menor de 2 hermanos, fue un adolescente rebelde, y vivió de primera mano los horrores de La Segunda Guerra Mundial, que le dejaron marcado para siempre; y cuando quiso dedicarse a escribir, se encontró sin apoyo, a excepción de su profesor Whit Burnett (Kevin Spacey), a cuyas clases de relato asistía en la Universidad de Columbia.
Así vemos una interesante vida, en la que tuvo que hacer frente a grandes amores y pérdidas terribles.
En el filme, se deja ver que “The Catcher In The Rye” fue su única novela publicada, y que el “raro” de Salinger se enclaustró en una casa aislada en medio de un bosque para seguir escribiendo para sí mismo, sin intención de publicar nunca más.
Por lo que Rebel In The Rye nos muestra el proceso creativo del que nace una gran obra que debe ser siempre contextualizada, y la película ofrece este contexto.
El triunfo que surge del rechazo y la obstinación; el renacer del escritor después de presenciar la crueldad de la guerra, y la conexión que emerge con su lado más espiritual, en una película de muchos placeres, y una mirada que invita a la reflexión sobre el solitario más famoso de la literatura estadounidense.
Porque Rebel In The Rye es una película modesta, que cuenta una historia que vale la pena conocer, principalmente para que no se pierda en el olvido el legado de un gran autor; y a pesar de sus fallas, el recorrido se hace visualmente atractivo y original, gracias a un director fresco, bien ayudado por la fotografía y el diseño de producción. 
“I'm known as a strange, aloof kind of man.
But all I'm doing is trying to protect myself and my work”
Llevar al cine la vida de un escritor, no es fácil.
Los escritores son una “rara avis”, personas con un mundo interior propio, la más de las veces insondable; y 7 años después de su muerte, Danny Strong ha querido hacer su propia versión de “The Catcher In The Rye” y ya que no tenía los derechos, se ha visto obligado a realizar un “biopic” del autor, demostrando ya de paso, que la renuencia de Salinger estaba más que justificada.
Pero atención que una película biográfica siempre va a recaer en los mismos lugares comunes, en reflejar qué tan atormentado era un genio y el entorno social que influenció a cierto personaje; y Rebel In The Rye no es muy distinta en ese aspecto, pero está dedicada a ofrecer un panorama general del personaje, y de ofrecer un entramado básico del mundo de Salinger.
“¿Eres capaz de dedicarle la vida a escribir, aún si obtienes sólo rechazo?”
Esa es la pregunta que atraviesa la película; y empieza con un “flashback” de J.D. Salinger, escribiendo una carta en sus horas bajas, que nos da la oportunidad de conocer su vida.
Después de ser expulsado de muchos centros, y que su padre le ofrezca continuar con el negocio familiar, termina matriculándose en la Universidad de Columbia en escritura creativa.
Allí conocerá a Whit Burnett, un profesor apasionado con su trabajo, consejero e inspirador para el protagonista; y será el que le pregunte:
“¿Por qué quieres escribir?”
Burnett, editor de la revista literaria “Story”, en cuyas páginas se dieron a conocer famosos escritores; fue una influencia fundamental en los inicios de la carrera de Salinger, y quien le recomendó que ofreciera sus relatos cortos a las revistas populares de amplia distribución, como Esquire o The Saturday Evening Post.
Pero Salinger es un rebelde, y quizás su rebeldía sea su perdición a la vez que su mayor virtud; es un perfeccionista que lucha porque la calidad predomine sobre el éxito; y sus experiencias personales influirán sobre su narrativa como en todos los escritores; y lo que más le marcará, aparte de La Segunda Guerra Mundial, será Oona O'Neill (Zoey Deutch), hija del famoso dramaturgo Eugene O´Neill, que frecuentaba el histórico Stork Club.
Todo aparenta ir bien, pero todo cambia cuando Estados Unidos se mete a La Segunda Guerra Mundial, y Salinger decide enlistarse como soldado.
Y es durante la batalla, que Salinger se entera que Oona lo dejó por Chaplin…
Luego de regresar de la guerra, Salinger decide usar los horrores que vio y experimentó, para escribir su obra maestra, “The Catcher In The Rye”, y la publicó en 1951, “para exorcizar” el trauma de la guerra que le acompaño toda su vida; que le llevó a renunciar a aparecer públicamente en ningún medio, y a vivir en un lugar alejado.
Así, la película nos narra sus comienzos literarios, y como el apoyo de su profesor Whit Burnett, influirán en la escritura de la novela que se convirtió en un fenómeno mundial al instante de publicarse.
Se dice de la novela, que es la única que ha sabido captar lo que es la adolescencia con todos sus problemas; y por otro lado, es un libro curiosamente citado como favorito por algunos asesinos en serie y desequilibrados…
Pero lo que llama la atención sobre Rebel In The Rye, no es el film mismo, sino lo que pasa después de él…
Para cualquier escritor o aspirante a serlo, resultan fundamentales las preguntas que Salinger se responde gracias a Burnett:
¿Para qué escribir, para quién, y si tiene algún sentido escribir sin publicar, sin ganar premios como un asceta encerrado en la más hermética intimidad?
Un atisbo de respuesta se escupe más adelante en el film, ambientado en un café estilo años 40:
“Cuando su voz se apodera de la historia, es más una manifestación de su ego que una experiencia emocional del lector”, le dice Burnett a Salinger sobre sus primeros relatos, refiriéndose a su arrogante necesidad de derrochar genialidad, y de cómo ese onanismo con su propia voz, es una molestia.
Palabras más, palabras menos, le pide que no estorbe, y le permita a los personajes existir más allá de su ego.
Esa relación maestro-alumno, mete al ruedo a ese tirano señalado por todas las religiones como el culpable de nuestra desgracia, de nuestra permanencia en el eterno samsara, que es el ego; y nos sugiere ese acto de autoconciencia del propio ego en la escritura, como una vía a la tan ansiada originalidad. 
En el caso del Salinger de la película, su ego no sólo se escinde, sino que se destroza.
El horror de La Segunda Guerra Mundial se convierte en un virus instalado en su cerebro que lo priva de su amada escritura.
El horror, constituye esa pared insalvable que para otros escritores puede ser la vida misma:
Ese horroroso bloqueo, la carrera paralela que paga las cuentas, la inseguridad de sí mismo, las jornadas de escritura reducidas a un laberinto inagotable de pretextos, archivos dejados a su suerte en una carpeta del computador, etc.
La pared insalvable del miedo; pero es en la escritura misma, en el célebre personaje de Holden Caulfield, quien le ayuda a atravesar la muerte y la indignidad de la guerra.
Mientras escribe mentalmente, las balas silban a su alrededor…
Tras un infierno en hospitales y psicólogos, e incluso tras perder la esperanza de escribir, Salinger descubre su vía de escape en no escribir para nadie.
El ego de nuevo... el no satisfacer ni al propio ni al ajeno, no alimentar ni el de los periódicos ni el de las editoriales, ni siquiera el de lo que los editores llaman “público”
Sólo escribir para sacar a la superficie la oscuridad, y exponerla a la vista de todos sin corrección política ni aguas tibias.
Es en ese febril intento en el que escribe su obra maestra, y termina por convertirse en un autor de culto; siendo leído, comprendido y amado.
¿No es eso lo que quiere un escritor?
¿El ojo del público atento a cada letra?
El éxito, la vida pública, los reflectores apuntando a su “próximo libro” después del inmenso éxito, y la carrera que parecía iniciarse, dejan de ser el camino, para convertirse en una distracción.
Salinger se aísla en una casa campestre con su familia, a la cual también excluye de su cotidianidad.
¿Pero por qué encerrarse cada vez más en sí mismo, en la meditación zen, en la escritura que asume como un trabajo de sol a sol; y por qué no querer ser leído, si ese es el propósito mismo de la literatura?
La película propone una respuesta:
Escribir se vuelve mucho más que un oficio; es una religión, un camino espiritual, una devoción.
Más allá de los aplausos, escribir se convierte en una forma de felicidad en sí misma, que prescinde del mundo que se supone que debería narrar; y la vida de ese Salinger invita a una rebelión silenciosa de la dictadura del gusto común, de las ventas, para consagrar la vida a las palabras, con la voluntad virulenta de estar dispuesto a sacrificar lo que sea necesario por ellas. 
Técnicamente, el diseño de producción del filme, a cargo de Dina Goldman, está cómodamente dominado, a pesar de ser una película de un modesto presupuesto y una modesta taquilla.
Una de las virtudes de la narración, es como se transforma a través de una fotografía desenfocada y ciertos tonos grises a la hora de mostrar la guerra; un lenguaje visual bastante personal para mostrar representaciones mentales y demás cuestiones que atañen al protagonista principal.
Quizás, el problema con el relato sea lo poco que hay para contar del autor, después de publicada su obra maestra; al tiempo que él mismo no quería que la gente supiera siquiera de él.
La historia es atrapante de todos modos, porque Salinger es un autor poco conocido fuera de Estados Unidos, y nunca está mal tener la posibilidad de acercarse a un autor poco nombrado fuera del mundo académico, tal como lo permite esta película; donde vemos el sentido del humor del autor y toda su ironía bien reflejada en un inteligente guión, del cual se encarga señorialmente el director, que sin embargo juega con el estereotipo simplista de genio malhumorado para entender al hombre de letras; por lo que se necesita estar dotado de una gran sensibilidad para entender los entresijos del escritor J.D. Salinger.
La narración que nos ofrece el director Danny Strong, resulta profundamente compleja, exacta a la extraña personalidad del autor; pero los críticos no han conseguido acercarse a la diversidad de matices que nos ofrece la cuidada recreación; y les resulta más sencillo sentenciar con 4 frases, en vez de ahondar en la profundidad existencial de Salinger.
El “biopic” es habitual en el mundo del cine, y es que a lo largo del tiempo ha habido tantas personas o historias reales apasionantes, que es muy sencillo pensar que con ese material se va a hacer una película de primera.
El problema es que parece existir una especie de molde a la hora de sacar adelante este tipo de obras, que limita su recorrido y provoca que muchos acaben pareciéndose demasiado entre sí; ya sea por querer abarcar demasiado, hay vidas que se merecen más de una película; o por la incapacidad de sus responsables de dar con el tono adecuado; o por otros motivos, pero la mayoría de “biopics” acaban teniendo el mismo formato.
Lo primero que llama la atención de Rebel In The Rye, es que es una película que va a varias velocidades; por ejemplo durante sus primeros 30 o 45 minutos, se toma las cosas con cierta calma hasta que llega el momento en el que su protagonista logra ser publicado por primera vez.
No faltan detalles explorados de forma mejorable, como la relación con sus padres, pero la apuesta de Danny Strong está en ver ese ímpetu inicial como escritor de Salinger, y los obstáculos que tuvo que ir sorteando.
No es que Strong arriesgue lo más mínimo ahí en el tratamiento de la historia, algo que caracterizará a la película en todo momento; pero la buena química que surge entre Hoult y Spacey, eleva sus diálogos por encima de su interés real sobre el papel, y consigue mantener interesado al espectador en el proceso que ha de superar el primero para ser publicado.
Ya no es que la parte bélica carezca de toda fuerza, es breve sí, pero esencial para entender el cambio de personalidad del protagonista; y es que Strong decide pisar el acelerador para llegar cuanto antes a la publicación de la mítica novela “The Catcher In The Rye”, el punto culminante de la carrera de Salinger; y por el camino hay algún detalle curioso:
Su forma de lidiar con el hecho de volver a escribir, pese a no gustarle nada lo que sale de su cabeza; pero la tónica habitual, es limitarse a rayar la superficie, sin intención alguna de ahondar en ello.
¿Cómo hacerlo cuándo la familia de Salinger tiene su prohibición expresa?
y se puede decir que Rebel In The Rye fracasa en 2 frentes:
En primer lugar, como preveía el escritor neoyorquino, es incapaz de replicar la fuerza y el desgarro de la palabra escrita.
Su protagonista habla de arte, de consagrar la vida a ella, y de cómo su alma atormentada es capaz, tanto de hacerle parir las más excelsas obras como de los bloqueos creativos más angustiosos... pero se limita a eso, a exponerlo.
La película no lo narra; sólo lo verbaliza muy a menudo, y se limita a hacer un formulario recorrido por la vida del protagonista:
De cuando estuvo en la guerra, de cuando empezó a pelearse con las editoriales, de cuando, en una de las subtramas más vergonzosamente resueltas, Charles Chaplin le quitó la novia…
Se van sucediendo una serie de eventos que deberían transmitir literatura, porque el protagonista no deja de hablar de ella, pero que lo único que consiguen, en el mejor de los casos, es no aburrir de un modo insoportable.
Y no gracias precisamente al ortopédico libreto, también firmado por Strong, sino al malogrado Kevin Spacey, que hace un trabajo realmente meritorio con Whit Burnett, mentor de J.D. Salinger, que aquí consigue aglutinar toda la pasión y sensibilidad que le falta al film en gran parte de sus tramos.
Y el segundo frente en el que fracasa, es algo más complejo de definir, por trascender el hecho de que sea una mala película o no; que realmente no lo es, y se recrea en diálogos donde el protagonista, cual Jack Kerouac de la vida, da cuenta de lo intensito que es; y el guión pretende erigir una catarsis en el momento en que éste, por fin, descubre el verdadero significado de “ser un escritor de verdad”
En cambio, tanto el primer tercio de la obra, donde Strong hace un repaso somero de los ambientes intelectuales de la New York de los años 30, como las relaciones emocionales de Salinger con su pareja pre-conflicto bélico, su autoritario padre y la relación fraternal y académica con un excelente Kevin Spacey, demuestran que las mejores cualidades de Strong como cineasta, se encuentran cuando olvida el impacto visual fugaz, y permite que la cámara acompañe sutilmente el devenir del personaje, consiguiendo introducir lentamente al espectador en la historia de uno de los escritores más importantes del siglo XX.
Y de nuevo, tras el interludio bélico, la cinta concluye en su tercer acto, con una reflexión acerca de la soledad del éxito, llevando a la obra y al personaje representado a un hermetismo que acerca a la cinta a sus notables aciertos del primer tercio.
Por lo que interesa a priori, es que se trata de la creación literaria, de obras tan enigmáticas, transgresoras e influyentes en la literatura posterior como “The Catcher In The Rye”, y esta película al menos ha despertado las ganas de revisar la obra literaria; por lo que interesan bastante menos las juergas, desengaños amorosos y otras circunstancias más propias de las revistas del corazón y del “papel couché”, que se muestran de la vida de este joven Salinger, y que quizás hubiese sido mucho más interesante verlo madurar, e incluso envejecer dentro del filme, porque seguro que nos hubiera aportado muchas más cosas… pero de nuevo, Salinger era un ermita, y prohibió el conocimiento de su obra y su vida.
¿Qué más se podría hacer?
Sin embargo, no por ello pierde mérito, y debe ser destruida tal como ha sido por la crítica; porque el filme es una oportunidad invaluable para entender un personaje que se obsesionó con las letras, que quería ser reconocido por reflejar su vida cotidiana, y añadirle un marco de ficción.
Del reparto, Nicholas Hoult tuvo que llevar lentillas marrones para su papel de J.D. Salinger en esta película, y hay momentos en que se le ve como “ojos muertos” y hay poses de “rigor mortis” que llaman la atención debido a esos ojos carentes de brillo; y se notan los esfuerzos de Hoult por reflejar la poderosa y recluida personalidad de Salinger.
Por otra parte, esta película llega en un mal momento para Kevin Spacey, por las acusaciones de acoso sexual que sufrió el actor Anthony Rapp, y también por parte de miembros del reparto de House of Cards, el actor ha visto su estatus de estrella de Hollywood dañado, y probablemente no lo volveremos a ver actuar...
Además, Rebel In The Rye genera curiosidad alrededor de las obras de este escritor, acerca del margen que ofrecía su perspectiva del mundo y del “odio” que tenía el mismo hacia la sociedad; por lo que la película ofrece ciertas reflexiones implícitas sobre la crítica de un contenido y de la percepción del mundo al subestimar tanto el proceso de creación, como en la apropiación de las obras por parte del público.
Y es que escribir es una oficio subestimado, principalmente se suele asociar con “fama”, reconocimiento y con la creación de realidades paralelas, la edificación de diálogos con personalidad que permiten robustecer una historia y de brindarle una voz propia, pero…
¿Qué es realmente escribir?
¿Se busca el éxito tras miles de copias, o sólo reflejar pensamientos encadenados?
Hay toda una filosofía detrás, y la película muestra precisamente eso:
Comienza con los años iniciales de la carrera de Salinger como escritor, plagada de rechazos y frustraciones, y llega hasta el momento en que decide retirarse de la vida pública, después de haber conocido la fama y el éxito.
Pero no sólo eso; además y principalmente la película trata sobre lo que significa ser escritor de verdad, sin distracciones.
Y un escritor de verdad, es aquél que escribe sin esperar nada a cambio, sin esperar siquiera la lectura de sus textos; porque a veces, hasta publicar puede ser una distracción, que desvía al artista de su producción, sometiéndolo con halagos y presiones.
Eso es justamente lo que entendió Salinger, para quien la escritura se había convertido en la religión que le permitió superar los traumas de La Segunda Guerra Mundial; y dedicar toda una vida a escribir sin esperar nada fuera de la misma escritura…
¿Cuántos estarían dispuestos a eso, a dejar todo para escribir en verdadera soledad?
En un mundo híper conectado, donde las distracciones se multiplicaron exponencialmente, no sólo esperamos que se lean nuestras historias, sino hasta el estado más banal subido a Facebook o a Twitter, también se espera que le pongan “likes”
¿Qué diría Salinger de los escritores que pasan más tiempo en sus redes sociales que en sus ficciones?
Al final, el autor provee historias, garantiza espacios alternos a la realidad pero pocas veces recibe algo a cambio, bien puede tener dinero, fama pero todo es momentáneo, y genera un contraste frente a lo que quiere contar tras sus letras.
“I'm aware that many of my friends will be saddened and shocked, or shock saddened, over some of the chapters in The Catcher In The Rye.
Some of my best friends are children.
In fact, all my best friends are children.
It's almost unbearable for me to realize that my book will be kept on a shelf out of their reach”
La novela “The Catcher In The Rye” (1951), no sólo es una de las obras clave de la literatura universal, sino también uno de los libros más leídos; y hoy día se siguen vendiendo 250.000 copias anuales; ahí es nada es de los más queridos, más estudiados, y más malentendidos del siglo XX; y 30 años después de su publicación, era también el libro más prohibido; de 1961 y 1982, fue el libro más censurado en las escuelas secundarias y bibliotecas de los Estados Unidos; y como el 2º más estudiado como lectura obligatoria en los institutos estadounidenses.
Y los desafíos enfrentados generalmente comienzan con el uso frecuente de lenguaje vulgar de Holden, con otras razones que incluyen referencias sexuales, blasfemia, menoscabo de los valores familiares y códigos morales; estímulo a la rebelión, y a la promoción de beber, fumar, mentir, promiscuidad y abuso sexual.
Y por cada adolescente que le otorgaba extasiado la condición de “lectura favorita”, había otro que tomaba al pie de la letra las aseveraciones de su protagonista, el inmortal Holden Caulfield, y rápidamente iniciaba una particular cruzada contra todos los farsantes del mundo.
Las razones principales por las que este libro fue criticado, es que ven a Holden como un instigador de masas; tanto que varios asesinos famosos tomaron el libro como referencia:
Mark David Chapman, el día que mató a John Lennon, el 8 de diciembre de 1980, había comprado un ejemplar de este libro, que un amigo le recomendó, y la historia pronto tuvo un gran importancia personal para él, hasta el extremo que declaró que deseaba modelar su vida a imagen de Holden Caulfield, y escribió en el libro:
“Esta es mi declaración”, y lo firmó como Holden Caulfield.
Y es que desde pequeño, Chapman fantaseaba con tener el poder de un dios sobre “un grupo de pequeñas personas imaginarias”, y posteriormente intentó suicidarse por depresión; luego desarrolló una serie de obsesiones, que incluían el libro “The Catcher In The Rye”, la música, y en particular John Lennon; y comenzó “a escuchar voces…”
En septiembre de 1980, le escribió una carta a su amiga, Lynda Irish, en la que decía:
“Me estoy volviendo loco” y la firmaba como Holden Caulfield de “The Catcher In The Rye”; y presuntamente comenzó a planear matar a Lennon 3 meses antes del asesinato; pues estaba enojado por el bien publicitado comentario de Lennon de 1966, de que los Beatles eran “más populares que Jesús”; y algunos miembros del grupo de oración de Chapman, hicieron una broma en referencia a la canción de Lennon, “Imagine”, diciendo:
“…imagine que matan a John Lennon…”
Según su esposa, Gloria Abe, “Chapman estaba enojado porque Lennon predicaría el amor y la paz, pero tiene millones de dólares”
Chapman dijo más tarde:
“Nos dijo que no imagináramos posesiones, y allí estaba él, con millones de dólares, yates, granjas y haciendas, riéndose de gente como yo, que había creído las mentiras, comprado los discos y construido una gran parte de su vive alrededor de su música.
Solo quería gritarle en voz alta:
¿Quién se cree que es?”
Chapman también dijo que tenía en mente una lista alternativa de objetivos potenciales para matar, incluidos:
David Bowie, Johnny Carson, Marlon Brando, Walter Cronkite, Elizabeth Taylor, George C. Scott, y Jacqueline Kennedy Onassis; pero Lennon parecía ser el más fácil de encontrar.
Y a las 5pm del 8 de diciembre de 1980, el fotógrafo Paul Goresh estaba presente cuando Lennon le firmó el álbum a Chapman, y tomó la famosa fotografía del momento.
Chapman declaró:
“En ese momento, mi parte buena ganó, y quería regresar a mi hotel, pero no podía.
Esperé hasta que regresó…
Él sabía dónde van los patos en invierno, y yo quería saberlo”, en una referencia a “The Catcher In The Rye”, dado que era una pregunta que recurrentemente se hacía el protagonista; y alrededor de las 10:49pm; Chapman disparó 5 balas con un revólver calibre .38 Special, de las cuales 4 impactaron a Lennon en la espalda y el hombro izquierdo.
Tras matar al ex Beatle, sacó la novela de Salinger, y se quedó leyéndola hasta que llegó la policía y lo arrestó.
En su declaración a la policía 3 horas después, Chapman dijo:
“Estoy seguro de que la mayor parte de mí es Holden Caulfield, el personaje principal del libro.
El resto de mí debe ser El Diablo”
Mucho se ha especulado respecto de que Chapman no era un asesino común y corriente; y se ha comentado incluso, que podría haber sido observado durante mucho tiempo por Los Servicios de Seguridad de Estados Unidos, específicamente La Central de Inteligencia (CIA), y así haberlo contratado para ejecutar el asesinato de Lennon, cuya figura era especialmente incómoda para El Gobierno por su activismo, su apoyo a causas específicas, y sus constantes críticas y protestas contra el sistema capitalista, que habrían detonado la decisión, utilizando a Chapman como ejecutor para cometer el homicidio.
Tales teorías siguen siendo sostenidas con fuerza; y el día del asesinato, Bowie aparecía en Broadway en la obra “The Elephant Man”:
“Estaba en 2º lugar en su lista”, dijo más tarde Bowie.
“Chapman tenía un boleto en la primera fila para “The Elephant Man” la noche siguiente.
Se suponía que John y Yoko también debían sentarse en la primera fila para ese espectáculo.
Entonces, la noche después de que mataron a John, había 3 asientos vacíos en la primera fila”, dijo el cantante horrorizado.
La obsesión de Chapman con el personaje central y el mensaje de “The Catcher In The Rye”, se sumó a la controversia sobre la novela; y se han establecido algunos vínculos entre Chapman y los temas del libro sobre la sensibilidad y la depresión de los adolescentes, por un lado; y los pensamientos antisociales y violentos, por el otro.
Esta conexión se hizo en la obra “Six Degrees of Separation” y su adaptación cinematográfica del personaje interpretado por Will Smith en 1993.
Hoy Chapman tiene 63 años y cumplen prisión de por vida.
Mientras John Hinckley Jr., que intentó asesinar a Ronald Reagan en 1981, declaró que estaba obsesionado con el libro de Salinger; y dijo que realizó el atentado, según sus declaraciones, con el único propósito de impresionar a Jodie Foster desde que vio la película “Taxi Driver” (1976)
A pesar del tratamiento psiquiátrico para la depresión, la salud mental de Hinckley desde su juventud nunca mejoró; y le escribió a Foster justo antes de su intento en la vida de Reagan:
“En los últimos 7 meses, te dejé decenas de poemas, cartas y mensajes de amor con la débil esperanza de que pudieras interesarse por mí.
Aunque hablamos por teléfono un par de veces, nunca tuve la valentía de simplemente acercarme a usted y presentarme...
La razón por la que sigo adelante con este atentado, es porque no puedo esperar más para impresionarla”
Hinckley fue declarado no culpable por motivos psicológicos, y ha permanecido bajo supervisión médica en un centro psiquiátrico desde entonces; pero fue  considerando que ya no constituía una amenaza para otros, y un tribunal federal ordenó su liberación, sin medidas de restricción, en agosto de 2016.
Hoy tiene 63 años.
Por otra parte, Robert John Bardo, quien en julio de 1989 asesinó a la joven actriz, Rebecca Schaeffer, de 21 años, conocida por su papel en la comedia de situación “My Sister Sam”; llevaba consigo una copia de esta novela de Salinger; y su asesinato promovió la creación de las leyes anti-acoso en California.
Otros “targets” de Bardo, eran las cantantes pop Madonna, Debbie Gibson y Tiffany.
Se supo que la familia de Bardo tenía un historial de enfermedad mental, y él mismo fue diagnosticado con depresión maníaca.
Actualmente de 48 años, cumple prisión de por vida; e insistió en que era una coincidencia, y que no estaba emulando a Mark David Chapman.
También se informó que Peter Falconio, un turista británico, estaba leyendo la novela de Salinger antes de su desaparición del área de Barrow Creek, en el interior de Australia la noche del 14 de julio de 2001.
Falconio tenía 28 años en el momento de la desaparición, pero nunca se ha encontrado su cuerpo, y ahora se presume muerto.
El 13 de diciembre de 2005, Bradley John Murdoch fue declarado culpable de su asesinato, y condenado a cadena perpetua; y en 2005, mientras el juicio de Murdoch todavía estaba en curso, la película “Wolf Creek” se estrenó en Australia; y se comercializó como “basada en hechos reales”; sin embargo, la película se inspiró en otros asesinatos en Australia, como los asesinatos “Backpacker”, así como en El Caso Falconio.
Así las cosas, y alejándose de La Leyenda Negra del libro, Katie Zezima, corresponsal que cubre drogas, armas de fuego, juegos de azar y vicios en EEUU en una nota en el New York Times llamada “J. D. Salinger a Recluse? Well, Not to His Neighbors”, escribió:
“Aquí Mr. Salinger era solo Jerry, un hombre callado que llegaba temprano a las cenas de la iglesia, saludaba con la cabeza mientras compraba un periódico en la tienda general, y escribió una nota de agradecimiento al departamento de bomberos después de que apagó un incendio, y ayudó a salvar sus papeles y escritos.
“A pesar de su reputación, Mr. Salinger no era un recluso”, dijo Nancy Norwalk, una bibliotecaria del Memorial Philip Read en Plainfield, que Salinger frecuentaba.
“Él era una persona del pueblo”
Y la semana pasada, después de su muerte, sus vecinos no hablaban de él, lo que refleja lo que uno llamó “el código de las colinas”
“Nadie conspiró para violar su privacidad, todos la mantuvieron; de lo contrario, no se habría quedado aquí todos estos años”, dijo Sherry Boudro de Windsor, Virginia, que dijo que su padre, Paul Sayah, se hizo amigo de Salinger en la década de 1970.
“Esta comunidad lo vio como una persona, no solo como el autor de “The Catcher In The Rye”
Lo respetaban; era un individuo que solo quería vivir su vida”
Los curiosos descendían constantemente sobre Cornish y sus alrededores, pidiendo a los residentes, indicaciones para llegar a la casa de Salinger…
En lugar de encontrar el hogar, los intrusos terminarían en una loca búsqueda.
Hasta dónde llegaron las instrucciones, “dependía de cuán arrogantes eran”, dijo Mike Ackerman, propietario de la tienda general de Cornish.
Salinger, dijo, “era como el icono de Batman.
Todos sabían que Batman existía, y todos saben que hay una Baticueva, pero nadie te dirá dónde está”
Eso es en esencia, la genialidad del escritor.

“I'd just be The Catcher In The Rye, and all.
I know it's crazy, but that's the only thing I'd really like to be.
I know it's crazy”



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