Ace In The Hole
“Rough, tough Chuck Tatum, who battered his way to the top... trampling everything in his path:
Men, women and morals!”
“Panem et Circenses” se traduce literalmente como “pan y circo”; y es una locución latina peyorativa de uso actual, que describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad, y con criterios asistencialistas.
El poeta romano Juvenal, circa 100 a.D., hace referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos, así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo; así el que busca la flema, la patada al estómago, el shock, el correveidile, la náusea, el pánico, el regodeo por la mierda del ser humano en definitiva; el que no tiene ética, fondo ni forma alguna, el que está supeditado a un beneficio económico, tiene aquí el medio para satisfacerse, con policías corruptos, reporteros sin escrúpulos, pasividad cómplice y espectáculo.
“Pan y circo” que viene repitiéndose demasiados siglos a costa del sufrimiento de personas anónimas que, sin comerlo ni beberlo, alimentan el monstruo de la naturaleza humana; más si agregamos la indefensión jurídica e institucional ante la pasividad del gobierno que se hacen la vista gorda a otra forma de intromisión en la vida privada de las personas.
Y esa herramienta es el periodismo, los medios de comunicación; pero por el camino, estos medios mientras que nos sirven y ayudan, nos manipulan, nos engañan y torturan.
Nos alimentan con mentiras para que nosotros les demos dinero, y les demos poder.
La prensa sensacionalista tuvo su origen en las canciones populares y los romances que reproducían el modelo medieval de los viejos juglares en que, a viva voz, se describían las hazañas y se contaban las historias.
Es decir, tiene su origen en la tradición oral; y en los impresos de divulgación pública se remontan al siglo XVI, cuando las gacetas alemanas y francesas incluían noticias sobre crímenes, dramas familiares y chismes de la realeza.
Fue en la segunda mitad del XIX, cuando se asumió directamente el sensacionalismo como expresión de una manera particular y deliberada de hacer periodismo.
Esto ocurrió principalmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en los Estados Unidos.
Es el caso estadounidense el más claro, en el momento en que la competitividad de los grandes periódicos por hacerse con el mayor número de lectores y aumentar la venta, se apeló a la fórmula del escándalo, utilizando cuando convenía la invención de noticias, la exageración, y el hacer de nimiedades problemas de relevancia.
Uno de los sucesos más relevantes fue la distorsión con la que William Randolph Hearst, el magnate y “Ciudadano Kane” estadounidense de la prensa, que controlaba los diarios “Examiner” y “Morning Journal”, precipitó en 1898 la declaración de guerra a España por parte del gobierno estadounidense.
La agencia de noticias internacional Associated Press, por su parte inventó en 1944 un ataque nazi contra una flota mercante brasileña en El Océano Atlántico que impulsó al gobierno de Brasil a hacerse parte de las naciones aliadas contra Alemania; y tras la victoria de La Revolución Cubana en 1959, difundió en más de 40 oportunidades, versiones falsas sobre una supuesta muerte del líder revolucionario Fidel Castro.
El ser humano es vil; y no sólo los que sirven en bandeja el espectáculo, frotándose las manos por el beneficio que les va a reportar, si no también y, sobre todo, los que demandan el espectáculo y alimentan a los que lo sirven.
Ardua tarea tienen los que eligen la profesión de Periodismo como forma de ganarse la vida; aún más los que la eligen por vocación; pues tarde o temprano se les presentará la dicotomía:
Paso por el aro, o permanezco fiel a mis principios.
“It's a good story today.
Tomorrow, they'll wrap a fish in it”
Ace In The Hole es un drama del año 1951, dirigido por Billy Wilder.
Protagonizado por Kirk Douglas, Jan Sterling, Robert Arthur, Porter Hall, Frank Cady, Richard Benedict, Ray Teal, Lewis Martin, John Berkes, Frances Domínguez, Gene Evans, Frank Jaquet, Harry Harvey, Bob Bumpas, Geraldine Hall, Richard Gaines, entre otros.
El guión es de Billy Wilder, Lesser Samuels y Walter Newman; y la historia está basada en 2 hechos reales:
En Kentucky, en 1925, William Floyd Collins quedó atrapado en una cueva que él mismo había descubierto; y el otro, una niña llamada Kathryn Anne Fiscus que cayó en un pozo en San Marino, California.
Fue Walter Newman quien le dio la idea a Wilder de adaptar una historia real acerca de un periodista que se aprovechó de la tragedia de un joven caído en una cueva.
El pasado como periodista de Wilder en Europa, y la ayuda de otro ex-reportero, Lesser Samuels, transformaron el guión en una auténtica bomba.
El título de trabajo para la película fue “The Human Interest Story”, y se convirtió en un film que trata acerca de la ambición, del ansia de protagonismo y poder, de la traición, del voyerismo ante la desgracia ajena, en fin, de la insensibilidad.
Y lejos de sus registros cómicos habituales, pero con el colmillo más retorcido que nunca, Wilder ofrece aquí uno de los más duros retratos del egoísmo humano y la crueldad de la sociedad contemporánea que se hayan rodado jamás.
Coqueteando con la sátira periodística, la tragicomedia, el drama clásico y el cine negro; la historia es un examen mordaz de la relación cutre entre la prensa, las noticias que informa y la forma en que informa; así como también muestra, cómo un público crédulo puede ser manipulado por la prensa.
Ace In The Hole marcó una serie de primicias para Wilder:
Fue la primera vez que estuvo involucrado en un proyecto como escritor, productor y director; fue su primera película después de su ruptura con Charles Brackett, compañero de escritura desde hace mucho tiempo, con quien había colaborado en la oscarizada “The Lost Weekend” y la obra maestra “Sunset Boulevard” entre otros; y fue el primer gran fracaso en taquilla y de crítica del director; pues cuando se estrenó la película, fue tachada de antiamericana, y se afirmaba que iba contra los lectores de los periódicos; tanto que The Hollywood Reporter lo llamó “despiadado y cínico... un estudio distorsionado de la corrupción y la psicología de la mafia que no es más que una bofetada descarada e innecesaria frente a 2 instituciones estadounidenses respetadas y frecuentemente eficaces:
El gobierno democrático y la prensa libre”
El estudio, sin el permiso de Billy Wilder, cambió el título a “The Big Carnival” para aumentar los ingresos, pero no funcionó.
Además de eso, la siguiente película de Wilder, “Stalag 17” (1953) fue un éxito y esperaba recaudar parte de las pérdidas ocasionadas; y los contadores de Paramount le dijeron que, debido a que esta película perdía dinero, el dinero que perdía, se restaría de las ganancias de “Stalag 17”
No obstante, Ace In The Hole estuvo nominada al Oscar como mejor historia/guión; la cual fue rodada en exteriores de Nuevo México, Los Ángeles, y en los platós de Paramount Studios.
La acción se divide en un prólogo situado en Albuquerque en 1950, y un relato de 6 días de duración que se desarrolla en Albuquerque y Nuevo México en 1951.
Y sigue a Chuck Tatum (Kirk Douglas), un periodista de la gran ciudad que llega a un pueblito perdido en Nuevo México donde aborda al director del periódico local, Jacob Q. Boot (Porter Hall), a quien le solicita empleo.
¿Cuál podría ser el motivo para que una persona como ésta intente obtener empleo en un periodicucho de pueblo?
Ya a través de sus primeros diálogos, queda en claro que Tatum es un tipo sin escrúpulos, que busca la fabricación de “una noticia de interés humano”, con la cual llamar la atención y regresar triunfal a la gran capital del periodismo, New York.
“Si no hubiese noticias, saldría y mordería un perro”, exclama en una oportunidad ante los compañeros de redacción.
Al principio, Tatum es todo entusiasmo, pero luego de 1 año entero, sus esperanzas de regresar a “la civilización” se evaporan poco a poco.
Luego de esta introducción, algo extensa pero sustancioso, se inicia la historia de la película, cuando Tatum se topa con “su historia de interés humano”; y se trata de Leo Minosa (Richard Benedict), un hombre que luego de un derrumbe, queda atrapado en una mina que solía ser cueva de sepulcros indios.
El único que se atreve a penetrar en el interior de la cueva para llevar comida, es Tatum, que si bien lleva un mensaje de valor al hombre atrapado, también le toma una fotografía que será el primer paso de un gigantesco “carnaval”, es decir, la atracción de un ejército tratando de salvar a un hombre atrapado en las entrañas de La Tierra; y para ello, Tatum debe pactar con el sheriff Kretzer (Ray Teal), que ambiciona con este rescate, lograr el favor popular para su reelección.
Entonces, en connivencia con el sheriff del pueblo, no sólo convierte el caso en un espectáculo, sino que además retrasa cuanto puede el rescate.
Ambos convencen al jefe de mineros, el gordo Sam Smollet (Frank Jaquet) para que desdeñe su propuesta de apuntalar las paredes de la cueva, y sacar al rehén de la montaña, un trabajo que tomaría entre 12 y 16 horas; en pos de perforar la montaña desde arriba, lo que tomaría una semana de trabajo.
Y en segundo lugar, el carnaval lo forman los miles de visitantes, turistas y curiosos que, en coches, carromatos y trenes, llegan al lugar con el fin de seguir los acontecimientos.
Decenas de feriantes, atracciones y puestos de comida y entretenimiento pueblan los alrededores, convirtiendo la zona en un negocio, que se alarga al mismo tiempo que la noticia sale en la primera plana de los periódicos más importantes, pero aumentan los días y el sufrimiento de Leo Minosa.
Por supuesto, será una semana en la que pasarán otras cosas; por ejemplo, la relación entre Tatum y la esposa de Leo, Lorraine Minosa (Jan Sterling), que lejos de extrañar a su marido, trata de seducir al periodista para huir de ese agujero de aburrimiento y sopor…
La obra está narrada desde el punto de vista de Tatum, y este hecho refuerza los efectos derivados de la ausencia de protagonistas simpáticos o amables con los que el espectador se pueda identificar; y por ello se teje un entrelazado de culpabilidades y complicidades, que afectan a casi todos.
Los dardos críticos, se dirigen directamente a los medios de comunicación, a los profesionales de la información, a los políticos y al público, que con su demanda, determina las formas y los contenidos informativos; y el público es mostrado como devorador voraz de noticias morbosas, aficionado al voyerismo de desgracias ajenas, y dado a asociar la propia insensibilidad con aires de recreo y fiesta.
Pero el filme condena el amarillismo, la manipulación y tergiversación de la verdad, las ansias de protagonismo y poder, la codicia, la traición y la corrupción; siendo la crítica más lúcida y feroz que el cine ha hecho nunca sobre la manipulación que ejerce cierto periodismo, y sobre el morbo y el egoísmo de las masas.
La dirección de Billy Wilder, captura bien la sensación de expectativa mórbida que siempre surge entre los curiosos que acuden a las escenas de tragedia, y ese “Gran Carnaval” se erige en un desolador ejemplo de cómo las más bajas pasiones, el ansia de fama, poder y dinero, pero también la cobardía, la estupidez y la lujuria, gobiernan nuestros actos.
Evidentemente, el paso del tiempo, como demuestran a diario la prensa y la televisión, no ha hecho sino agigantar su lucidez y su valor; un film que hoy en día se considera una de las mejores películas de la historia del cine y que se estudia en colegios y universidades de todo el mundo.
“Tell The Truth”
Billy Wilder siempre demostró tener un 6º sentido en temas claves sobre la sociedad moderna, y demostró ser un visionario sobre ciertos temas fundamentales hoy día, como en este caso, el sensacionalismo y el consumismo barato crecido desde principios del siglo XX, y que en el año 1951, año de producción de la película, poca gente asumía fácilmente.
Y es que Wilder afirmó varias veces que el público de EEUU no supo o no quiso asimilar la película, añadiendo que no aceptaban que un periodista pudiera comportarse de esa manera.
Sin embargo, durante los siguientes 57 años hasta hoy día, Ace In The Hole se ha mantenido fresca, y ha ido ganando incluso valor con el paso del tiempo gracias a su ácida crítica que en ella hace del sensacionalismo, que desgraciadamente es ferviente en los diferentes medios de comunicación.
Y junto a otras películas como “All The President’s Men (1976) o “Network” (1976), Ace In The Hole es una película necesaria dentro de un género controvertido a la par que arriesgado para un producto comercial como es el de la crítica al periodismo y a la sociedad de consumo; cuyo título vendría a ser algo así como “el as en la manga”
En un análisis profundo, hay que verla para comprobar escena por escena, la enorme potencia narrativa que este gran director le imprime a esta historia, y la descarnada crítica hacia determinado tipo de periodismo; uno que se lo reconoce por su color amarillo; pues observamos el lado oscuro del ser humano, en una historia que mezcla drama y cine negro, y que los personajes actúan movidos por básicos instintos; pero además, Wilder dispara casi contra todo el sistema con una acidez y una contundencia poco frecuentes en el cine comercial del Hollywood de aquellos tiempos, y descarga munición gruesa contra el periodismo por supuesto, pero no deja de mencionar a la corrupción policial, al aprovechamiento de cualquier cosa, incluido el cine mismo para hacer crecer el negocio, cualquier negocio, y contra los humanos en general y su morbo repugnante en un periodismo que no describe la realidad, sino que la fuerza; un periodismo más preocupado en extender la noticia que en documentarla; un periodismo cínico y miserable, manipulador y atroz.
La película es, en total, una crítica contundente a los medios populistas, pero también a la cultura no solo de EEUU sino occidental, cuyo poder de generar sanos debates, es equiparable a la profundidad con que se exponen los personajes principales.
La trama como se dijo, se inspiró en 2 eventos de la vida real:
La primera involucró a W. Floyd Collins, quien en 1925 quedó atrapado dentro de Sand Cave, Kentucky; luego de un deslizamiento de tierra.
Un periódico de Louisville, el Courier-Journal, saltó a la historia al enviar al reportero William Burke Miller a la escena; y su cobertura emprendedora convirtió el trágico episodio en un evento nacional, tanto que le valió al escritor un Premio Pulitzer… y la operación de rescate para salvar a Collins, se convirtió en la sensación de un periódico nacional, y una de las primeras noticias importantes que se informó con la nueva tecnología de radiodifusión; por lo que el intento de rescate creció hasta convertirse en el 3° evento mediático más grande entre Las Guerras Mundiales.
El segundo evento tuvo lugar en abril de 1949:
Kathy Fiscus, de 3 años, de San Marino, California, cayó en un pozo abandonado y, durante una operación de rescate que duró varios días, llegaron miles de personas para ver cómo se desarrollaba la acción.
Fue un evento histórico en la historia de la televisión estadounidense; y es considerado como un evento decisivo en la cobertura de televisión en vivo.
Los historiadores en 1994, coinciden en que la transmisión de Kathy Fiscus marcó el comienzo de la forma larga de cobertura de noticias de televisión.
Y en ambos casos, las víctimas murieron antes de ser rescatadas:
Collins, de 37 años de edad, murió de sed y hambre agravada por la exposición a la hipotermia después de haber estado aislado durante 14 días, solo 3 días antes de que un grupo de rescate alcanzara su posición.
El cuerpo de Collins se recuperaría 2 meses después; y aunque Collins fue una figura desconocida en su vida, la fama que obtuvo de su muerte, lo llevó a ser conmemorado en su lápida como “El explorador de cuevas más grande conocido”
Mientras Kathy, en cuestión de horas, fue evidente que estaba muerta.
A partir de estos modelos, Wilder creó a Charles Tatum, ansioso de notoriedad y falto de escrúpulos, que ejerce la corrupción del periodista sensacionalista, que confecciona las noticias y manipula la realidad; una prensa sensacionalista que, sin ninguna clase de escrúpulos, está al servicio de la curiosidad, absolutamente insaciable y enfermiza, de un público de masas, como con una droga que permite a la gente narcotizar su propia banalidad y su propio aburrimiento existencial.
Acotar que antes de ser director de cine, Wilder trabajó como periodista entre Austria y Alemania, quizás desde esa experiencia declaraba que “a la gente le gusta el sensacionalismo, cuando uno ve un accidente, siempre se ve a personas que se acercan a contemplarlo…
Les encanta ver… “
Así las cosas, la historia inicia después de enterarse que hay miles de personas fuera de la cueva a causa de su accidente, Leo Minosa se pregunta:
“¿Quiénes son?
¿Qué quieren?”
Así nosotros también nos preguntamos, qué se esconde detrás de ese interés innato en el género humano, que tanta curiosidad despierta frente al morbo.
Desde imágenes de heridos o cadáveres, hasta humillaciones y vejaciones públicas, pasando por la observación impasible de las desgracias ajenas, el hombre es un demandante de este tipo de circunstancias, y ha conseguido convertir estas situaciones en una amplia gama de mercadería.
Todos en algún momento nos hemos visto inmersos en este trance, siendo testigos de alguna situación mencionada, y el director del film ha tratado de mostrarlo en la gran pantalla; y por una vez, la cámara se permite el atrevimiento de girar 180° y como si de un espejo se tratase, enfrentó a los espectadores con sí mismos:
Chuck Tatum es un talentoso periodista neoyorquino, ambicioso, egocéntrico, de temperamento burlón y alcohólico.
Estas características en su personalidad, lo han llevado a cambiar de trabajo de ciudad en ciudad… y finalmente, su automóvil se estropea cerca de Albuquerque, Nuevo México; y sin dinero, utiliza sus dotes de persuasión para conseguir un trabajo en el periódico local, el Albuquerque Sun Bulletin, dirigido por Jacob Q. Boot; y logra estabilizarse.
Transcurre 1 año sin problemas en su trabajo, aunque frustrado por no poder lograr una noticia que le permita regresar a New York; un día es asignado para hacer un reportaje sobre la anual caza de cascabeles que se realiza en la localidad de Los Barios… y mientras cubre el evento, se entera del caso de Leo Minosa, el dueño de un negocio, restaurante y motel local, que ha quedado atrapado en una gruta debido a un derrumbe, cuando buscaba cerámicas indígenas allí.
Chuck se da cuenta, que el rescate que se está llevando a cabo, puede convertirse en una noticia de repercusión nacional, y que le puede servir a sus propios intereses; por lo que contacta a sus antiguos empleadores para ofrecerles la noticia, y pronto recibe respuestas positivas.
Decide entonces ampliar la noticia entrevistando a la esposa de Leo Mimosa, Lorraine, y la describe como devota y fiel a su marido, a pesar de que la realidad es muy distinta, ya que ella realmente quiere abandonar a su esposo y el lugar.
Pero el talento periodístico de Chuck, la convence de abandonar sus planes, al ver ella que empiezan a llegar al lugar turistas de otros lados, interesados en el rescate de su marido, provocando una corriente de ingresos en su negocio.
Mientras el rescate comienza a dar resultados, el cinismo de Chuck, lo ve como una desventaja para su reportaje, y logra convencer al sheriff Gus Kretzer, que está en campaña para su reelección, de que participe en la noticia; y con ello logra la exclusividad de entrevistar al atrapado Leo Mimosa, a través de un espacio en el derrumbe donde se encuentra semisepultado.
Los encargados del rescate aseguran que Leo puede ser liberado en 12 horas máximo; sin embargo, la ambición de Chuck lo lleva a dilatar el rescate, logrando convencer al sheriff de cambiar el método del mismo, logrando así extender el tiempo por algunos días más, creyendo que favorecerá también la campaña del sheriff, los ingresos del emporio de Lorraine, y la fama periodística de Chuck.
Así , Los Barios se transforma en una feria de entretenimiento, con atracciones, canciones sobre Leo, e inclusive apuestas sobre el resultado del rescate.
El editor Boot, decide intervenir cuando ve que su joven fotógrafo Herbie Cook (Robert Arthur) siguiendo el ejemplo de Chuck, comienza a vender sus fotos en exclusiva a las revistas Look y LIFE; y decide despedir a Chuck, pero éste le responde que renuncia a su puesto, ya que ha logrado recuperar su antiguo empleo en New York.
Pero el éxito logrado lo hace caer nuevamente en el alcoholismo, y comienza a comportarse agresivamente con Lorraine.
Pronto se da cuenta de que ha llevado su juego demasiado lejos, al enterarse que Leo Mimosa está agonizando; e intenta convencer a los rescatistas de volver al método anterior, pero Leo muere...
En un último encuentro con Lorraine, su destino queda sellado.
En este “Gran Carnaval”, como en otras muchas películas de Billy Wilder, las apariencias engañan, y nada es lo que parece.
La acidez y el sarcasmo habituales de Wilder, no se limitan a la descripción de este grupo, y el director subraya que los “ciudadanos corrientes”, que acuden en masa al lugar, que son tan culpables como los medios de comunicación, puesto que la avidez del público por las noticias sensacionalistas, crea un círculo vicioso, siendo los lectores o espectadores los verdaderos responsables de convertir la desgracia ajena en un entretenimiento.
En realidad, la tesis principal es demostrarnos el desarrollo y nacimiento del sensacionalismo periodístico.
El personaje de Kirk Douglas, es la encarnación de este nuevo periodismo, que no tiene ningún reparo en realizar todas las triquiñuelas posibles para cubrir la noticia más grande posible.
Su “modus operandi” difiere totalmente del emblema bordado en tela que hay en su empresa:
“Cuenta La Verdad”; y se acerca al de:
“No dejes que la verdad estropee una buena historia”
De hecho, Ace In The Hole es una confrontación constante entre estas 2 éticas periodísticas; y en cierto momento del filme, el personaje de Douglas espeta que “Yo no provoco los sucesos, sólo los cubro”
Algo que posteriormente se descubre como una mentira, porque precisamente lo vemos negociar con el sheriff para que la expedición de rescate se demore lo máximo posible, y de esta manera conseguir más tiempo para su espectacular historia.
De esa manera Wilder desdobla el personaje de Douglas en un joven periodista que le acompaña desde el primer momento.
Este joven personaje, que la película nos lo presenta en un primer momento como un auténtico novato recién salido de la universidad, es en primera instancia un periodista con fuertes convicciones morales.
Sin embargo, a medida que se va dejando influenciar por el personaje de Douglas, va adquiriendo sus métodos, así como su ética.
¿Y por qué?
Porque al fin y al cabo es mucho más útil en términos económicos que el periodismo esforzado.
Otro detalle que llama la atención, es que Wilder siempre demostró una clara debilidad a intentar que el público pudiera conectar con el protagonista, o uno de ellos por muy ruines o amorales que pudieran ser sus acciones, pero en Ace In The Hole prescindió de ello para ofrecer un retrato despiadado y sin concesiones de Chuck Tatum y el resto de personajes que deciden sumarse a su farsa para recuperar la gloria perdida.
De hecho, los pocos seres honrados que aparecen a lo largo de su metraje, ven muy reducida su presencia en pantalla, y eso que uno de ellos es el pobre hombre, impecable Richard Benedict en un papel mucho más complicado de lo que podría parecer, que ha quedado atrapado en una cueva.
Y es que lo que le interesa a Wilder es ofrecer una visión demoledora del morbo, tanto de los medios de comunicación para vender más periódicos, como de un público aborregado que carece de cualquier tipo de pensamiento crítico, y que ve en ello el gran entretenimiento de esa semana.
Y aquí todos mientes, y somos testigo de ello.
Todos los personajes dicen que su objetivo es ayudar a la víctima, pero su actitud es ambiciosa y egoísta; todos son culpables, y el principal es el mismo espectador.
Así lo muestra Wilder, que compara al espectador con ese grupo de personas que acuden en masa a observar la agonía de la víctima, y que además disfruta del espectáculo.
Esa acusación directa, no gustó el día de su estreno; pues el espectador no siente pena por Tatum, más bien siente rabia ante su manera de actuar.
No nos creemos sus palabras, y la más pequeña muestra de arrepentimiento resulta inverosímil.
Douglas, es el amo y señor del film, él lo avasalla todo, lo cubre con su carisma, apoteósico, racial, visceral, cínico, incisivo, lenguaraz, una serpiente de cascabel, arrogante, narcisista, y sobre todo, con todos estas cualidades, empático, simpático, un depredador en constante búsqueda de su frágil presa, un manipulador ingenioso, que sabe ver los defectos de las personas, un amoral encantador, inteligente, divertido, un derroche de vitalidad memorable, un cruento periodista de instintos básicos, un provocador y lo peor, muy cerca de la realidad, su reflejo del periodismo amarillista que se retroalimenta con su público de las desgracias ajenas.
Mientras Lorraine no tarda en morder la manzana que le ofrece Tatum, y pasa a formar parte del juego.
Se siente atraída por el periodista, y una vez que empieza a explotar la noticia, su gasolinera se llena de clientes, es decir, empieza a ganar muchísimo dinero.
Pero comete un error ingenuo:
No se da cuenta de que ella sólo es una pieza más del puzle de Tatum, un factor más de la noticia.
Algo similar sucede con el sheriff del lugar:
Accede a la petición de alargar el rescate, y también concede la exclusividad de la noticia a Tatum, a cambio de que el periodista apoye la campaña para su reelección.
Son varios los personajes que utiliza Wilder para ir mostrándonos los diferentes grados de degradación moral del ser humano en un caso así, y los múltiples motivos que se puedan tener para ello, desde la mera curiosidad hasta la ambición política, incidiendo más frontalmente en la esposa de la víctima a la que da vida una estupenda Jan Sterling, espléndida su línea de diálogo referida a sus motivos para no ir a la iglesia, que fue una idea del ingenio de la esposa de Wilder; y de forma más solapada y lenta en el tiempo con el fotógrafo idealista que acompaña a nuestro protagonista.
Todo con un verismo impresionante que se mantiene plenamente vigente a día de hoy, algo a lo que seguramente ayudó lo suyo la participación en el guión del antiguo periodista, Lesser Samuels, el enorme set de rodaje que se construyó, y la referencia de 2 casos reales; uno de ellos es mencionado de forma directa por parte de Tatum, el caso Collins; que se tomaron muy en cuenta para la construcción de la historia.
Y alrededor de Tatum se encuentran una serie de personajes que de una u otra forma, cada cual a su manera, intentan sacar provecho de la situación:
Lorraine Minosa, la amargada regenta el bar de carretera, en un lugar del desierto del que desea salir a toda costa; que odia a su marido, y la situación en que la tiene; mientras tanto, hace negocio con la afluencia masiva de visitantes que acuden por causa del accidente de su marido, y que llenan su bar de carretera.
De paso, utiliza al periodista para que la saque de allí.
La fría y amoral Lorraine nos demuestra la facilidad con que el amor se puede tornar en codicia cuando hay un puñado de dólares en juego; y Douglas le demostrará de forma brutal, que lo que es bello al tacto y a los ojos, raramente coincide; porque para sacar adelante una noticia, no valen los sentimentalismos.
El sheriff local, Gus Kretzer, que se convence que aquella historia, cuanto más dure, más beneficiosa será para sus aspiraciones electorales.
El capataz Sam Smollet, que es presionado para que mantenga más días atrapado a Leo Minosa, y al que se le prometen adjudicaciones de obras en el futuro.
Los visitantes… cuya noticia produce un efecto de “bola de nieve”; los periódicos de todo el país colocan la noticia en sus primeras planas, y periodistas de los grandes diarios llegan al lugar y montan sus redacciones y emisiones de radio en directo, aumentando la llegada de curiosos y el aumento de las atracciones de feria, venta de comidas y objetos.
Vallan el recinto y, conforme aumenta la emoción del espectáculo, se incrementa el precio de la entrada, que pasa de ser gratuita a costar $1
Así, los ciudadanos corrientes acuden en masa al lugar, y se hacen tan culpables como los medios de comunicación, puesto que la avidez del público por las noticias sensacionalistas, crea un círculo vicioso, siendo los lectores o espectadores los verdaderos responsables de convertir la desgracia ajena en un entretenimiento.
Leo Minosa, es la gran víctima del circo, curioso que sea indio y sepultado, con oficio como buscador ilegal de objetos arqueológicos que vende en su tienda de la carretera, enamorado de su esposa, única razón de mantenerse hasta el último momento animado a salir de allí.
También curioso que la cueva se llame “La Montaña de Los 7 Buitres”, cuyo nombre es premonitorio de lo que ocurrirá.
También el padre del sepultado (John Berkes), que deambula en su tristeza por la feria que se ha montado en torno a su hijo; la madre (Frances Domínguez), que reza todo el día mientras sirve en el bar sin decir palabra.
Ellos son los únicos personajes del film que realmente sienten en cuerpo y alma la situación que está padeciendo su hijo.
Jacob Boot como el íntegro director del Sun Bulletin, cuyo lema “Di La Verdad” es ridiculizado por el protagonista; y salvo él y los padres de Minosa, no recuerdo a nadie bueno en la ostensible galería de personajes.
Aunque el padre de Leo se suma al show y a la buena recaudación que esta noticia le genera a su pequeña gasolinera…
Por tanto, Ace In The Hole se aleja un tanto de esa característica habitual del cine de Wilder, tanto por las peculiaridades de la propia película como quizás por la necesidad de Wilder de probar con algo distinto en esta nueva etapa iniciada tras una discusión personal con Brackett, que finiquitó su relación profesional, que el segundo quiso retomarla tiempo después, pero fue ya demasiado tarde.
Especialmente destacable es el plano final, un alarde técnico impropio de Wilder en el que la mera ubicación de la cámara, nos prepara para lo que está a punto de suceder, quedando todo rematado por el poderoso primer plano que cierra la película.
Sin embargo, hay más detalles formales refrescantes, tanto por el uso de las luces y sombras en determinadas escenas, como en la notable sincronía entre forma y contenido de diversas escenas, el plano del protagonista y el sheriff tras haber resuelto sus diferencias, por ejemplo.
Son detalles menos llamativos, pero que añaden riqueza al resultado final; porque la mano de Wilder se advierte en muchos detalles:
En el vendedor de seguros, en la Compañía Pacific All-Risk Insurance, en el extraño encendido de la cerilla sobre una máquina de escribir… la rubia platino maléfica al estilo de “Femme Fatale”, las chispas de comicidad visual, como el tropiezo con cabo tienda de campaña, el tren como símbolo de masas, etc.
Como dato, el set de la película fue el más grande, no bélico, construido hasta el momento; construido fuera de Gallup, midió 72m de altura, 370m de ancho y 490m de profundidad; e incluyó una antigua vivienda en un acantilado, una cueva derrumbada, puestos al borde de la carretera, estacionamientos y un sitio de carnaval; todo a un costo de más de $30,000.
El set estaba ubicado detrás del puesto comercial de Lookout Point en la ruta 66; y las escenas subterráneas se filmaron en una maqueta en Paramount Studios en Melrose Avenue en Hollywood.
También se utilizaron más de 1,000 extras y 400 autos en las escenas de la multitud; y después de que la filmación se completó, el conjunto se dejó intacto, y el propietario del puesto comercial lo utilizó para atraer a los turistas a su tienda.
¡Tremenda ironía!
Los residentes de Gallup, Nuevo México, fueron contratados como extras, y se les pagaban 75 centavos por hora por un día de 10 horas; y ganaron $3 adicionales si podían llevar un automóvil al set.
Del reparto, Kirk Douglas, en la única vez que trabajo con Wilder, interpreta al periodista sin escrúpulos que manipula a todos a su antojo; y se agradece mucho que tampoco quiera redimir parcialmente con su actuación a Tatum, sino que abraza con alegría el gran papel que tenía entre manos, para dar en el clavo, mostrando todos los estadios emocionales por los que va pasando con una facilidad que para sí quisiera cualquier actor que haya nacido durante los últimos 50 o 60 años.
Además, tampoco cae en ningún exceso innecesario, algo a lo que prestan varios momentos, como el arrebato de pura frustración tras estar ya un año de trabajo en un periódico de mala muerte.
Jan Sterling interpreta a la mujer del accidentado, también muy criticada en la época por ser un personaje sin corazón, al querer abandonar a su marido en esa grave situación, y por frases como:
“Yo no voy a misa porque cuando me arrodillo se me rompen las medias”
Pero en el fondo, los verdaderos malvados eran el público, todas las personas que se dejaban manipular y formaban el circo.
Pues los únicos que sufren y a quienes verdaderamente les importa la víctima, es a sus padres, si acaso...
Mientras la sociedad es la que crea personajes como el del ambicioso periodista Chuck Tatum, y también los destruye.
Todos ellos forma una ingente masa de público mentecato, ávidos de curiosidad y morbo abyecto, que convierte un drama humano en un divertimento indecente, con atracciones, música country, globos y la presencia de la televisión como testigo de semejante inmundicia, un auténtico negocio carroñero.
De esa forma, con la redención del periodista, Billy Wilder intentaba de alguna manera avisar de lo temible que podía llegar a ser una sociedad marcada con esos valores.
La sociedad de consumo se regenera con la destrucción de su propia creación, generando nuevos individuos a destruir.
Desgraciadamente, la acertada visión de futuro de Billy Wilder se sigue cumpliendo, y continúa creciendo en las redes sociales.
Por su parte, el actor Victor Desny, entabló una demanda contra esta película mientras se escribía el guión.
Él afirmó que la película era una versión no autorizada de la historia de Floyd Collins; que estuvo atrapado en una cueva años antes, como se menciona en la película; y como Desny era dueño de los derechos de la historia de Collins, reclamó una infracción de derechos de autor.
Desny prevaleció, aunque Wilder apeló.
Los abogados de Wilder respondieron que Ace In The Hole no solo no constituye una presentación formal de la historia, pero el caso Collins era de carácter histórico y, como tal, no estaba protegido por las leyes de derechos de autor.
En diciembre de 1953, El Juez Stanley Mosk falló a favor de Wilder, y Paramount; aunque los abogados de Wilder resolvieron ese mismo mes, pagando a Desny $14,350, el equivalente a $129,000 en 2017.
El caso es conocido como “Desny v. Wilder”, 46 Cal. 2d 715, 299 (Cal. Sup. Ct. 1956)
Y esta es la opinión de Wilder sobre el periodista real:
“No se le puede hacer ningún reproche.
Hizo lo que pudo.
En ningún momento se intentó exagerar los acontecimientos en provecho propio.
En los apasionados reproches que La Comisión para Actividades Antiamericanas lanzaba contra Hollywood desde 1946, siempre se hablaba repetidamente de “propaganda subversiva, envenenamiento de los cerebros de los hijos, deformación de la historia del país y desprecio a la religión cristiana”
De hecho, en el guión original, Tatum se coludió con el sheriff local; y Joseph Breen, de la oficina del Código Hays, se opuso enérgicamente a la descripción en pantalla de un agente de la ley corrupto, e insistió en que Wilder añadiera un diálogo que dejara en claro que, eventualmente, el hombre tendría que responder por sus acciones.
Reproches que no hiciera sino ser un eco del espíritu que la época McCarthy intentaba propagar; y es evidente que fue el clima de aquellos años el que se destruyó una obra maestra como esta.
Por otra parte, se afirma que las causas del fracaso de Ace In The Hole pueden ser varias.
Para el mismo Wilder, el verdadero motivo es que el auténtico malvado protagonista es el público, pues es la gente quien alimenta el sensacionalismo de la prensa:
“Nadie quiere verse a sí mismo en el papel de malvado.
¡Cómo se puede atraer a la gente al cine, a contemplar un espectáculo, cuando se le está echando en cara las bestiales consecuencias que puede tener el afán de espectáculo!”
Sin embargo, pese a todo, Wilder nunca trató de justificar el fracaso de la película, y dijo:
“Nadie quiere gastarse $5 para enterarse en el cine de que era un tipo miserable”
La finalidad del periodismo sensacionalista es el lucro, que determina sus acciones y movimientos; por ello es de poco interés plantear su crítica desde la ética o la moral; y se comprueba así, como el cine clásico recurría con frecuencia a la sugerencia más que la exhibición, y como este mecanismo, orientado en parte a eludir la censura, funciona muchas veces de manera mucho más eficaz para el espectador, que la exhibición directa de lo narrado; porque Ace In The Hole está llena de momentos gloriosos, y uno de ellos es la primera conversación entre la víctima y el reportero, en la que vemos la ilusión que le hace al pobre hombre saber que su foto va a salir en el periódico, un diálogo que remite a otro de Tinta Roja, medio siglo más tarde.
Todo finaliza con la secuencia, casi mesiánica, en la que el personaje de Kirk Douglas se ilumina ante la muerte del hombre, y decide enmendar su propio error.
Se sube a lo alto de la cima, y desde ahí, Wilder, presentándolo casi como una especie de Moisés bíblico enfadado ante la lujuria de su pueblo, pregona que el show ha terminado, algo imperdonable para la gran masa.
Por último, la banda sonora de Hugo Friedhofer, yuxtapone melodías estridentes descriptivas y melodías armónicas ambientales; y añade 2 canciones:
“The Hut-Sut Song” y “We're Coming, Leo”, interpretada por un vocalista y una banda en el carnaval.
“I don't go to church…
Kneeling bags my nylons”
El gran Billy Wilder no sólo hacía obras maestras para nuestro deleite sensorial, sino también para denunciar determinadas situaciones alarmantes a las que había que poner fin.
El receptor de información, no habita un lugar amable en la cinta que nos ocupa; y podemos ver a lectores de periódicos que movidos por el morbo, no dudan en acercarse a un lugar “embrujado” para vivir en primera persona el desenlace de un posible rescate.
A nadie se le escapa esa extraña costumbre del ser humano en la que ante un suceso desgraciado, son muchos los curiosos que acuden al lugar de los hechos para observar intrigados el proceso que emerge después de un accidente.
Ante estas conductas, algunos medios de comunicación conocedores de la curiosidad innata en la condición humana, han ido ofreciéndonos sin rubor cada vez más noticias con un alto contenido morboso:
Heridos, muertos, mutilados… se dan cita en distintos emplazamientos:
En Vietnam, El Golfo Pérsico, Yugoslavia… completando un inquietante binomio de oferta y demanda donde el periodismo y los receptores de información se reparten la responsabilidad a partes iguales.
No vayamos tan largo:
Un accidente en redes sociales despierta innumerables “likes”; que evidencia que hemos conseguido desayunar plácidamente mientras vemos el periódico de la mañana que lleva en portada la imagen de un niño muerto boca abajo en una costa del mar Mediterráneo.
El morbo, la curiosidad, y el ansia por querer siempre más han conseguido imponerse en los medios de comunicación frente a la información ética y respetuosa.
Considero que un hecho cada vez más cotidiano en nuestra sociedad como la relación de amistad íntima entre periodismo y representantes de la ley, puede ser muy peligroso, y por ello tomo como ejemplo Ace In The Hole.
No quisiera caer en la ingenuidad de insinuar que estos 2 poderes pueden permanecer alejados manteniendo una relación profesional en ambos casos, pues todo aquello que es manejado por la mano del hombre, tiene sobre sí la propiedad de ser corruptible.
Sin embargo, debemos advertir sobre las graves consecuencias que implica neutralizar la figura encargada de encarnar las normas de convivencia.
A pesar de los intentos constantes del hombre por debilitar la ley, y no hablamos en este caso de modificarla o mejorarla; siempre deberían prevalecer esos preceptos que nos hemos dado, y que forman un rasgo significativo de la civilización, no sólo como símbolo de evolución, también como organismo que vela por nuestra propia seguridad.
Una encarnación de la ley que se muestre boba, pusilánime, ignorante o miedosa, convierte a la cultura portadora de esta ley en una sociedad frágil y extremadamente vulnerable, concediendo una situación privilegiada de poder a aquellos que optan por el boicoteo de la civilización, peligrando de este modo grandes logros que nos han servido para progresar.
En definitiva, demasiado obvia quizás es el caos, la improvisación, la ignorancia, la torpeza, los elementos que se nutren de la maldad humana y otros componentes similares, nunca deberían formar parte de los mecanismos de contención creados por la ley; y es por ello que Ace In The Hole pone el dedo en la llaga, y no por ello pierde calidad, al contrario, pienso que es ahí donde reside el principal valor de la historia, pues consigue enfrentar al espectador con una situación incómoda en la que puede reconocerse mezclado entre esa aglomeración indiscreta de gente que abunda en torno al herido; y es muy probable que ese “Gran Carnaval” se adelantara a su época; pues en el momento actual, cuando el amarillismo de los medios de comunicación ha alcanzado sus máximas cotas, la regla de Charles Tatum:
“Cuando no hay noticias, salgo y muerdo a un perro”, parece más vigente que nunca.
No deja de ser significativo que, en los últimos años, el prestigio del film ha ido progresivamente en aumento.
En fin, un alfilerazo a la prensa sensacionalista, que lo único que busca es vender más periódicos o tener más audiencia, sin importar los medios utilizados para ello.
Desafortunadamente vivimos en la época de este tipo de periodismo, y nos será difícil librarnos de la invasión de unos demiurgos de pacotilla, pues nos quedan las redes sociales.
“Bad news sells best.
Cause good news is no news”
Men, women and morals!”
“Panem et Circenses” se traduce literalmente como “pan y circo”; y es una locución latina peyorativa de uso actual, que describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad, y con criterios asistencialistas.
El poeta romano Juvenal, circa 100 a.D., hace referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos, así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo; así el que busca la flema, la patada al estómago, el shock, el correveidile, la náusea, el pánico, el regodeo por la mierda del ser humano en definitiva; el que no tiene ética, fondo ni forma alguna, el que está supeditado a un beneficio económico, tiene aquí el medio para satisfacerse, con policías corruptos, reporteros sin escrúpulos, pasividad cómplice y espectáculo.
“Pan y circo” que viene repitiéndose demasiados siglos a costa del sufrimiento de personas anónimas que, sin comerlo ni beberlo, alimentan el monstruo de la naturaleza humana; más si agregamos la indefensión jurídica e institucional ante la pasividad del gobierno que se hacen la vista gorda a otra forma de intromisión en la vida privada de las personas.
Y esa herramienta es el periodismo, los medios de comunicación; pero por el camino, estos medios mientras que nos sirven y ayudan, nos manipulan, nos engañan y torturan.
Nos alimentan con mentiras para que nosotros les demos dinero, y les demos poder.
La prensa sensacionalista tuvo su origen en las canciones populares y los romances que reproducían el modelo medieval de los viejos juglares en que, a viva voz, se describían las hazañas y se contaban las historias.
Es decir, tiene su origen en la tradición oral; y en los impresos de divulgación pública se remontan al siglo XVI, cuando las gacetas alemanas y francesas incluían noticias sobre crímenes, dramas familiares y chismes de la realeza.
Fue en la segunda mitad del XIX, cuando se asumió directamente el sensacionalismo como expresión de una manera particular y deliberada de hacer periodismo.
Esto ocurrió principalmente en Francia, Inglaterra, Alemania y en los Estados Unidos.
Es el caso estadounidense el más claro, en el momento en que la competitividad de los grandes periódicos por hacerse con el mayor número de lectores y aumentar la venta, se apeló a la fórmula del escándalo, utilizando cuando convenía la invención de noticias, la exageración, y el hacer de nimiedades problemas de relevancia.
Uno de los sucesos más relevantes fue la distorsión con la que William Randolph Hearst, el magnate y “Ciudadano Kane” estadounidense de la prensa, que controlaba los diarios “Examiner” y “Morning Journal”, precipitó en 1898 la declaración de guerra a España por parte del gobierno estadounidense.
La agencia de noticias internacional Associated Press, por su parte inventó en 1944 un ataque nazi contra una flota mercante brasileña en El Océano Atlántico que impulsó al gobierno de Brasil a hacerse parte de las naciones aliadas contra Alemania; y tras la victoria de La Revolución Cubana en 1959, difundió en más de 40 oportunidades, versiones falsas sobre una supuesta muerte del líder revolucionario Fidel Castro.
El ser humano es vil; y no sólo los que sirven en bandeja el espectáculo, frotándose las manos por el beneficio que les va a reportar, si no también y, sobre todo, los que demandan el espectáculo y alimentan a los que lo sirven.
Ardua tarea tienen los que eligen la profesión de Periodismo como forma de ganarse la vida; aún más los que la eligen por vocación; pues tarde o temprano se les presentará la dicotomía:
Paso por el aro, o permanezco fiel a mis principios.
“It's a good story today.
Tomorrow, they'll wrap a fish in it”
Ace In The Hole es un drama del año 1951, dirigido por Billy Wilder.
Protagonizado por Kirk Douglas, Jan Sterling, Robert Arthur, Porter Hall, Frank Cady, Richard Benedict, Ray Teal, Lewis Martin, John Berkes, Frances Domínguez, Gene Evans, Frank Jaquet, Harry Harvey, Bob Bumpas, Geraldine Hall, Richard Gaines, entre otros.
El guión es de Billy Wilder, Lesser Samuels y Walter Newman; y la historia está basada en 2 hechos reales:
En Kentucky, en 1925, William Floyd Collins quedó atrapado en una cueva que él mismo había descubierto; y el otro, una niña llamada Kathryn Anne Fiscus que cayó en un pozo en San Marino, California.
Fue Walter Newman quien le dio la idea a Wilder de adaptar una historia real acerca de un periodista que se aprovechó de la tragedia de un joven caído en una cueva.
El pasado como periodista de Wilder en Europa, y la ayuda de otro ex-reportero, Lesser Samuels, transformaron el guión en una auténtica bomba.
El título de trabajo para la película fue “The Human Interest Story”, y se convirtió en un film que trata acerca de la ambición, del ansia de protagonismo y poder, de la traición, del voyerismo ante la desgracia ajena, en fin, de la insensibilidad.
Y lejos de sus registros cómicos habituales, pero con el colmillo más retorcido que nunca, Wilder ofrece aquí uno de los más duros retratos del egoísmo humano y la crueldad de la sociedad contemporánea que se hayan rodado jamás.
Coqueteando con la sátira periodística, la tragicomedia, el drama clásico y el cine negro; la historia es un examen mordaz de la relación cutre entre la prensa, las noticias que informa y la forma en que informa; así como también muestra, cómo un público crédulo puede ser manipulado por la prensa.
Ace In The Hole marcó una serie de primicias para Wilder:
Fue la primera vez que estuvo involucrado en un proyecto como escritor, productor y director; fue su primera película después de su ruptura con Charles Brackett, compañero de escritura desde hace mucho tiempo, con quien había colaborado en la oscarizada “The Lost Weekend” y la obra maestra “Sunset Boulevard” entre otros; y fue el primer gran fracaso en taquilla y de crítica del director; pues cuando se estrenó la película, fue tachada de antiamericana, y se afirmaba que iba contra los lectores de los periódicos; tanto que The Hollywood Reporter lo llamó “despiadado y cínico... un estudio distorsionado de la corrupción y la psicología de la mafia que no es más que una bofetada descarada e innecesaria frente a 2 instituciones estadounidenses respetadas y frecuentemente eficaces:
El gobierno democrático y la prensa libre”
El estudio, sin el permiso de Billy Wilder, cambió el título a “The Big Carnival” para aumentar los ingresos, pero no funcionó.
Además de eso, la siguiente película de Wilder, “Stalag 17” (1953) fue un éxito y esperaba recaudar parte de las pérdidas ocasionadas; y los contadores de Paramount le dijeron que, debido a que esta película perdía dinero, el dinero que perdía, se restaría de las ganancias de “Stalag 17”
No obstante, Ace In The Hole estuvo nominada al Oscar como mejor historia/guión; la cual fue rodada en exteriores de Nuevo México, Los Ángeles, y en los platós de Paramount Studios.
La acción se divide en un prólogo situado en Albuquerque en 1950, y un relato de 6 días de duración que se desarrolla en Albuquerque y Nuevo México en 1951.
Y sigue a Chuck Tatum (Kirk Douglas), un periodista de la gran ciudad que llega a un pueblito perdido en Nuevo México donde aborda al director del periódico local, Jacob Q. Boot (Porter Hall), a quien le solicita empleo.
¿Cuál podría ser el motivo para que una persona como ésta intente obtener empleo en un periodicucho de pueblo?
Ya a través de sus primeros diálogos, queda en claro que Tatum es un tipo sin escrúpulos, que busca la fabricación de “una noticia de interés humano”, con la cual llamar la atención y regresar triunfal a la gran capital del periodismo, New York.
“Si no hubiese noticias, saldría y mordería un perro”, exclama en una oportunidad ante los compañeros de redacción.
Al principio, Tatum es todo entusiasmo, pero luego de 1 año entero, sus esperanzas de regresar a “la civilización” se evaporan poco a poco.
Luego de esta introducción, algo extensa pero sustancioso, se inicia la historia de la película, cuando Tatum se topa con “su historia de interés humano”; y se trata de Leo Minosa (Richard Benedict), un hombre que luego de un derrumbe, queda atrapado en una mina que solía ser cueva de sepulcros indios.
El único que se atreve a penetrar en el interior de la cueva para llevar comida, es Tatum, que si bien lleva un mensaje de valor al hombre atrapado, también le toma una fotografía que será el primer paso de un gigantesco “carnaval”, es decir, la atracción de un ejército tratando de salvar a un hombre atrapado en las entrañas de La Tierra; y para ello, Tatum debe pactar con el sheriff Kretzer (Ray Teal), que ambiciona con este rescate, lograr el favor popular para su reelección.
Entonces, en connivencia con el sheriff del pueblo, no sólo convierte el caso en un espectáculo, sino que además retrasa cuanto puede el rescate.
Ambos convencen al jefe de mineros, el gordo Sam Smollet (Frank Jaquet) para que desdeñe su propuesta de apuntalar las paredes de la cueva, y sacar al rehén de la montaña, un trabajo que tomaría entre 12 y 16 horas; en pos de perforar la montaña desde arriba, lo que tomaría una semana de trabajo.
Y en segundo lugar, el carnaval lo forman los miles de visitantes, turistas y curiosos que, en coches, carromatos y trenes, llegan al lugar con el fin de seguir los acontecimientos.
Decenas de feriantes, atracciones y puestos de comida y entretenimiento pueblan los alrededores, convirtiendo la zona en un negocio, que se alarga al mismo tiempo que la noticia sale en la primera plana de los periódicos más importantes, pero aumentan los días y el sufrimiento de Leo Minosa.
Por supuesto, será una semana en la que pasarán otras cosas; por ejemplo, la relación entre Tatum y la esposa de Leo, Lorraine Minosa (Jan Sterling), que lejos de extrañar a su marido, trata de seducir al periodista para huir de ese agujero de aburrimiento y sopor…
La obra está narrada desde el punto de vista de Tatum, y este hecho refuerza los efectos derivados de la ausencia de protagonistas simpáticos o amables con los que el espectador se pueda identificar; y por ello se teje un entrelazado de culpabilidades y complicidades, que afectan a casi todos.
Los dardos críticos, se dirigen directamente a los medios de comunicación, a los profesionales de la información, a los políticos y al público, que con su demanda, determina las formas y los contenidos informativos; y el público es mostrado como devorador voraz de noticias morbosas, aficionado al voyerismo de desgracias ajenas, y dado a asociar la propia insensibilidad con aires de recreo y fiesta.
Pero el filme condena el amarillismo, la manipulación y tergiversación de la verdad, las ansias de protagonismo y poder, la codicia, la traición y la corrupción; siendo la crítica más lúcida y feroz que el cine ha hecho nunca sobre la manipulación que ejerce cierto periodismo, y sobre el morbo y el egoísmo de las masas.
La dirección de Billy Wilder, captura bien la sensación de expectativa mórbida que siempre surge entre los curiosos que acuden a las escenas de tragedia, y ese “Gran Carnaval” se erige en un desolador ejemplo de cómo las más bajas pasiones, el ansia de fama, poder y dinero, pero también la cobardía, la estupidez y la lujuria, gobiernan nuestros actos.
Evidentemente, el paso del tiempo, como demuestran a diario la prensa y la televisión, no ha hecho sino agigantar su lucidez y su valor; un film que hoy en día se considera una de las mejores películas de la historia del cine y que se estudia en colegios y universidades de todo el mundo.
“Tell The Truth”
Billy Wilder siempre demostró tener un 6º sentido en temas claves sobre la sociedad moderna, y demostró ser un visionario sobre ciertos temas fundamentales hoy día, como en este caso, el sensacionalismo y el consumismo barato crecido desde principios del siglo XX, y que en el año 1951, año de producción de la película, poca gente asumía fácilmente.
Y es que Wilder afirmó varias veces que el público de EEUU no supo o no quiso asimilar la película, añadiendo que no aceptaban que un periodista pudiera comportarse de esa manera.
Sin embargo, durante los siguientes 57 años hasta hoy día, Ace In The Hole se ha mantenido fresca, y ha ido ganando incluso valor con el paso del tiempo gracias a su ácida crítica que en ella hace del sensacionalismo, que desgraciadamente es ferviente en los diferentes medios de comunicación.
Y junto a otras películas como “All The President’s Men (1976) o “Network” (1976), Ace In The Hole es una película necesaria dentro de un género controvertido a la par que arriesgado para un producto comercial como es el de la crítica al periodismo y a la sociedad de consumo; cuyo título vendría a ser algo así como “el as en la manga”
En un análisis profundo, hay que verla para comprobar escena por escena, la enorme potencia narrativa que este gran director le imprime a esta historia, y la descarnada crítica hacia determinado tipo de periodismo; uno que se lo reconoce por su color amarillo; pues observamos el lado oscuro del ser humano, en una historia que mezcla drama y cine negro, y que los personajes actúan movidos por básicos instintos; pero además, Wilder dispara casi contra todo el sistema con una acidez y una contundencia poco frecuentes en el cine comercial del Hollywood de aquellos tiempos, y descarga munición gruesa contra el periodismo por supuesto, pero no deja de mencionar a la corrupción policial, al aprovechamiento de cualquier cosa, incluido el cine mismo para hacer crecer el negocio, cualquier negocio, y contra los humanos en general y su morbo repugnante en un periodismo que no describe la realidad, sino que la fuerza; un periodismo más preocupado en extender la noticia que en documentarla; un periodismo cínico y miserable, manipulador y atroz.
La película es, en total, una crítica contundente a los medios populistas, pero también a la cultura no solo de EEUU sino occidental, cuyo poder de generar sanos debates, es equiparable a la profundidad con que se exponen los personajes principales.
La trama como se dijo, se inspiró en 2 eventos de la vida real:
La primera involucró a W. Floyd Collins, quien en 1925 quedó atrapado dentro de Sand Cave, Kentucky; luego de un deslizamiento de tierra.
Un periódico de Louisville, el Courier-Journal, saltó a la historia al enviar al reportero William Burke Miller a la escena; y su cobertura emprendedora convirtió el trágico episodio en un evento nacional, tanto que le valió al escritor un Premio Pulitzer… y la operación de rescate para salvar a Collins, se convirtió en la sensación de un periódico nacional, y una de las primeras noticias importantes que se informó con la nueva tecnología de radiodifusión; por lo que el intento de rescate creció hasta convertirse en el 3° evento mediático más grande entre Las Guerras Mundiales.
El segundo evento tuvo lugar en abril de 1949:
Kathy Fiscus, de 3 años, de San Marino, California, cayó en un pozo abandonado y, durante una operación de rescate que duró varios días, llegaron miles de personas para ver cómo se desarrollaba la acción.
Fue un evento histórico en la historia de la televisión estadounidense; y es considerado como un evento decisivo en la cobertura de televisión en vivo.
Los historiadores en 1994, coinciden en que la transmisión de Kathy Fiscus marcó el comienzo de la forma larga de cobertura de noticias de televisión.
Y en ambos casos, las víctimas murieron antes de ser rescatadas:
Collins, de 37 años de edad, murió de sed y hambre agravada por la exposición a la hipotermia después de haber estado aislado durante 14 días, solo 3 días antes de que un grupo de rescate alcanzara su posición.
El cuerpo de Collins se recuperaría 2 meses después; y aunque Collins fue una figura desconocida en su vida, la fama que obtuvo de su muerte, lo llevó a ser conmemorado en su lápida como “El explorador de cuevas más grande conocido”
Mientras Kathy, en cuestión de horas, fue evidente que estaba muerta.
A partir de estos modelos, Wilder creó a Charles Tatum, ansioso de notoriedad y falto de escrúpulos, que ejerce la corrupción del periodista sensacionalista, que confecciona las noticias y manipula la realidad; una prensa sensacionalista que, sin ninguna clase de escrúpulos, está al servicio de la curiosidad, absolutamente insaciable y enfermiza, de un público de masas, como con una droga que permite a la gente narcotizar su propia banalidad y su propio aburrimiento existencial.
Acotar que antes de ser director de cine, Wilder trabajó como periodista entre Austria y Alemania, quizás desde esa experiencia declaraba que “a la gente le gusta el sensacionalismo, cuando uno ve un accidente, siempre se ve a personas que se acercan a contemplarlo…
Les encanta ver… “
Así las cosas, la historia inicia después de enterarse que hay miles de personas fuera de la cueva a causa de su accidente, Leo Minosa se pregunta:
“¿Quiénes son?
¿Qué quieren?”
Así nosotros también nos preguntamos, qué se esconde detrás de ese interés innato en el género humano, que tanta curiosidad despierta frente al morbo.
Desde imágenes de heridos o cadáveres, hasta humillaciones y vejaciones públicas, pasando por la observación impasible de las desgracias ajenas, el hombre es un demandante de este tipo de circunstancias, y ha conseguido convertir estas situaciones en una amplia gama de mercadería.
Todos en algún momento nos hemos visto inmersos en este trance, siendo testigos de alguna situación mencionada, y el director del film ha tratado de mostrarlo en la gran pantalla; y por una vez, la cámara se permite el atrevimiento de girar 180° y como si de un espejo se tratase, enfrentó a los espectadores con sí mismos:
Chuck Tatum es un talentoso periodista neoyorquino, ambicioso, egocéntrico, de temperamento burlón y alcohólico.
Estas características en su personalidad, lo han llevado a cambiar de trabajo de ciudad en ciudad… y finalmente, su automóvil se estropea cerca de Albuquerque, Nuevo México; y sin dinero, utiliza sus dotes de persuasión para conseguir un trabajo en el periódico local, el Albuquerque Sun Bulletin, dirigido por Jacob Q. Boot; y logra estabilizarse.
Transcurre 1 año sin problemas en su trabajo, aunque frustrado por no poder lograr una noticia que le permita regresar a New York; un día es asignado para hacer un reportaje sobre la anual caza de cascabeles que se realiza en la localidad de Los Barios… y mientras cubre el evento, se entera del caso de Leo Minosa, el dueño de un negocio, restaurante y motel local, que ha quedado atrapado en una gruta debido a un derrumbe, cuando buscaba cerámicas indígenas allí.
Chuck se da cuenta, que el rescate que se está llevando a cabo, puede convertirse en una noticia de repercusión nacional, y que le puede servir a sus propios intereses; por lo que contacta a sus antiguos empleadores para ofrecerles la noticia, y pronto recibe respuestas positivas.
Decide entonces ampliar la noticia entrevistando a la esposa de Leo Mimosa, Lorraine, y la describe como devota y fiel a su marido, a pesar de que la realidad es muy distinta, ya que ella realmente quiere abandonar a su esposo y el lugar.
Pero el talento periodístico de Chuck, la convence de abandonar sus planes, al ver ella que empiezan a llegar al lugar turistas de otros lados, interesados en el rescate de su marido, provocando una corriente de ingresos en su negocio.
Mientras el rescate comienza a dar resultados, el cinismo de Chuck, lo ve como una desventaja para su reportaje, y logra convencer al sheriff Gus Kretzer, que está en campaña para su reelección, de que participe en la noticia; y con ello logra la exclusividad de entrevistar al atrapado Leo Mimosa, a través de un espacio en el derrumbe donde se encuentra semisepultado.
Los encargados del rescate aseguran que Leo puede ser liberado en 12 horas máximo; sin embargo, la ambición de Chuck lo lleva a dilatar el rescate, logrando convencer al sheriff de cambiar el método del mismo, logrando así extender el tiempo por algunos días más, creyendo que favorecerá también la campaña del sheriff, los ingresos del emporio de Lorraine, y la fama periodística de Chuck.
Así , Los Barios se transforma en una feria de entretenimiento, con atracciones, canciones sobre Leo, e inclusive apuestas sobre el resultado del rescate.
El editor Boot, decide intervenir cuando ve que su joven fotógrafo Herbie Cook (Robert Arthur) siguiendo el ejemplo de Chuck, comienza a vender sus fotos en exclusiva a las revistas Look y LIFE; y decide despedir a Chuck, pero éste le responde que renuncia a su puesto, ya que ha logrado recuperar su antiguo empleo en New York.
Pero el éxito logrado lo hace caer nuevamente en el alcoholismo, y comienza a comportarse agresivamente con Lorraine.
Pronto se da cuenta de que ha llevado su juego demasiado lejos, al enterarse que Leo Mimosa está agonizando; e intenta convencer a los rescatistas de volver al método anterior, pero Leo muere...
En un último encuentro con Lorraine, su destino queda sellado.
En este “Gran Carnaval”, como en otras muchas películas de Billy Wilder, las apariencias engañan, y nada es lo que parece.
La acidez y el sarcasmo habituales de Wilder, no se limitan a la descripción de este grupo, y el director subraya que los “ciudadanos corrientes”, que acuden en masa al lugar, que son tan culpables como los medios de comunicación, puesto que la avidez del público por las noticias sensacionalistas, crea un círculo vicioso, siendo los lectores o espectadores los verdaderos responsables de convertir la desgracia ajena en un entretenimiento.
En realidad, la tesis principal es demostrarnos el desarrollo y nacimiento del sensacionalismo periodístico.
El personaje de Kirk Douglas, es la encarnación de este nuevo periodismo, que no tiene ningún reparo en realizar todas las triquiñuelas posibles para cubrir la noticia más grande posible.
Su “modus operandi” difiere totalmente del emblema bordado en tela que hay en su empresa:
“Cuenta La Verdad”; y se acerca al de:
“No dejes que la verdad estropee una buena historia”
De hecho, Ace In The Hole es una confrontación constante entre estas 2 éticas periodísticas; y en cierto momento del filme, el personaje de Douglas espeta que “Yo no provoco los sucesos, sólo los cubro”
Algo que posteriormente se descubre como una mentira, porque precisamente lo vemos negociar con el sheriff para que la expedición de rescate se demore lo máximo posible, y de esta manera conseguir más tiempo para su espectacular historia.
De esa manera Wilder desdobla el personaje de Douglas en un joven periodista que le acompaña desde el primer momento.
Este joven personaje, que la película nos lo presenta en un primer momento como un auténtico novato recién salido de la universidad, es en primera instancia un periodista con fuertes convicciones morales.
Sin embargo, a medida que se va dejando influenciar por el personaje de Douglas, va adquiriendo sus métodos, así como su ética.
¿Y por qué?
Porque al fin y al cabo es mucho más útil en términos económicos que el periodismo esforzado.
Otro detalle que llama la atención, es que Wilder siempre demostró una clara debilidad a intentar que el público pudiera conectar con el protagonista, o uno de ellos por muy ruines o amorales que pudieran ser sus acciones, pero en Ace In The Hole prescindió de ello para ofrecer un retrato despiadado y sin concesiones de Chuck Tatum y el resto de personajes que deciden sumarse a su farsa para recuperar la gloria perdida.
De hecho, los pocos seres honrados que aparecen a lo largo de su metraje, ven muy reducida su presencia en pantalla, y eso que uno de ellos es el pobre hombre, impecable Richard Benedict en un papel mucho más complicado de lo que podría parecer, que ha quedado atrapado en una cueva.
Y es que lo que le interesa a Wilder es ofrecer una visión demoledora del morbo, tanto de los medios de comunicación para vender más periódicos, como de un público aborregado que carece de cualquier tipo de pensamiento crítico, y que ve en ello el gran entretenimiento de esa semana.
Y aquí todos mientes, y somos testigo de ello.
Todos los personajes dicen que su objetivo es ayudar a la víctima, pero su actitud es ambiciosa y egoísta; todos son culpables, y el principal es el mismo espectador.
Así lo muestra Wilder, que compara al espectador con ese grupo de personas que acuden en masa a observar la agonía de la víctima, y que además disfruta del espectáculo.
Esa acusación directa, no gustó el día de su estreno; pues el espectador no siente pena por Tatum, más bien siente rabia ante su manera de actuar.
No nos creemos sus palabras, y la más pequeña muestra de arrepentimiento resulta inverosímil.
Douglas, es el amo y señor del film, él lo avasalla todo, lo cubre con su carisma, apoteósico, racial, visceral, cínico, incisivo, lenguaraz, una serpiente de cascabel, arrogante, narcisista, y sobre todo, con todos estas cualidades, empático, simpático, un depredador en constante búsqueda de su frágil presa, un manipulador ingenioso, que sabe ver los defectos de las personas, un amoral encantador, inteligente, divertido, un derroche de vitalidad memorable, un cruento periodista de instintos básicos, un provocador y lo peor, muy cerca de la realidad, su reflejo del periodismo amarillista que se retroalimenta con su público de las desgracias ajenas.
Mientras Lorraine no tarda en morder la manzana que le ofrece Tatum, y pasa a formar parte del juego.
Se siente atraída por el periodista, y una vez que empieza a explotar la noticia, su gasolinera se llena de clientes, es decir, empieza a ganar muchísimo dinero.
Pero comete un error ingenuo:
No se da cuenta de que ella sólo es una pieza más del puzle de Tatum, un factor más de la noticia.
Algo similar sucede con el sheriff del lugar:
Accede a la petición de alargar el rescate, y también concede la exclusividad de la noticia a Tatum, a cambio de que el periodista apoye la campaña para su reelección.
Son varios los personajes que utiliza Wilder para ir mostrándonos los diferentes grados de degradación moral del ser humano en un caso así, y los múltiples motivos que se puedan tener para ello, desde la mera curiosidad hasta la ambición política, incidiendo más frontalmente en la esposa de la víctima a la que da vida una estupenda Jan Sterling, espléndida su línea de diálogo referida a sus motivos para no ir a la iglesia, que fue una idea del ingenio de la esposa de Wilder; y de forma más solapada y lenta en el tiempo con el fotógrafo idealista que acompaña a nuestro protagonista.
Todo con un verismo impresionante que se mantiene plenamente vigente a día de hoy, algo a lo que seguramente ayudó lo suyo la participación en el guión del antiguo periodista, Lesser Samuels, el enorme set de rodaje que se construyó, y la referencia de 2 casos reales; uno de ellos es mencionado de forma directa por parte de Tatum, el caso Collins; que se tomaron muy en cuenta para la construcción de la historia.
Y alrededor de Tatum se encuentran una serie de personajes que de una u otra forma, cada cual a su manera, intentan sacar provecho de la situación:
Lorraine Minosa, la amargada regenta el bar de carretera, en un lugar del desierto del que desea salir a toda costa; que odia a su marido, y la situación en que la tiene; mientras tanto, hace negocio con la afluencia masiva de visitantes que acuden por causa del accidente de su marido, y que llenan su bar de carretera.
De paso, utiliza al periodista para que la saque de allí.
La fría y amoral Lorraine nos demuestra la facilidad con que el amor se puede tornar en codicia cuando hay un puñado de dólares en juego; y Douglas le demostrará de forma brutal, que lo que es bello al tacto y a los ojos, raramente coincide; porque para sacar adelante una noticia, no valen los sentimentalismos.
El sheriff local, Gus Kretzer, que se convence que aquella historia, cuanto más dure, más beneficiosa será para sus aspiraciones electorales.
El capataz Sam Smollet, que es presionado para que mantenga más días atrapado a Leo Minosa, y al que se le prometen adjudicaciones de obras en el futuro.
Los visitantes… cuya noticia produce un efecto de “bola de nieve”; los periódicos de todo el país colocan la noticia en sus primeras planas, y periodistas de los grandes diarios llegan al lugar y montan sus redacciones y emisiones de radio en directo, aumentando la llegada de curiosos y el aumento de las atracciones de feria, venta de comidas y objetos.
Vallan el recinto y, conforme aumenta la emoción del espectáculo, se incrementa el precio de la entrada, que pasa de ser gratuita a costar $1
Así, los ciudadanos corrientes acuden en masa al lugar, y se hacen tan culpables como los medios de comunicación, puesto que la avidez del público por las noticias sensacionalistas, crea un círculo vicioso, siendo los lectores o espectadores los verdaderos responsables de convertir la desgracia ajena en un entretenimiento.
Leo Minosa, es la gran víctima del circo, curioso que sea indio y sepultado, con oficio como buscador ilegal de objetos arqueológicos que vende en su tienda de la carretera, enamorado de su esposa, única razón de mantenerse hasta el último momento animado a salir de allí.
También curioso que la cueva se llame “La Montaña de Los 7 Buitres”, cuyo nombre es premonitorio de lo que ocurrirá.
También el padre del sepultado (John Berkes), que deambula en su tristeza por la feria que se ha montado en torno a su hijo; la madre (Frances Domínguez), que reza todo el día mientras sirve en el bar sin decir palabra.
Ellos son los únicos personajes del film que realmente sienten en cuerpo y alma la situación que está padeciendo su hijo.
Jacob Boot como el íntegro director del Sun Bulletin, cuyo lema “Di La Verdad” es ridiculizado por el protagonista; y salvo él y los padres de Minosa, no recuerdo a nadie bueno en la ostensible galería de personajes.
Aunque el padre de Leo se suma al show y a la buena recaudación que esta noticia le genera a su pequeña gasolinera…
Por tanto, Ace In The Hole se aleja un tanto de esa característica habitual del cine de Wilder, tanto por las peculiaridades de la propia película como quizás por la necesidad de Wilder de probar con algo distinto en esta nueva etapa iniciada tras una discusión personal con Brackett, que finiquitó su relación profesional, que el segundo quiso retomarla tiempo después, pero fue ya demasiado tarde.
Especialmente destacable es el plano final, un alarde técnico impropio de Wilder en el que la mera ubicación de la cámara, nos prepara para lo que está a punto de suceder, quedando todo rematado por el poderoso primer plano que cierra la película.
Sin embargo, hay más detalles formales refrescantes, tanto por el uso de las luces y sombras en determinadas escenas, como en la notable sincronía entre forma y contenido de diversas escenas, el plano del protagonista y el sheriff tras haber resuelto sus diferencias, por ejemplo.
Son detalles menos llamativos, pero que añaden riqueza al resultado final; porque la mano de Wilder se advierte en muchos detalles:
En el vendedor de seguros, en la Compañía Pacific All-Risk Insurance, en el extraño encendido de la cerilla sobre una máquina de escribir… la rubia platino maléfica al estilo de “Femme Fatale”, las chispas de comicidad visual, como el tropiezo con cabo tienda de campaña, el tren como símbolo de masas, etc.
Como dato, el set de la película fue el más grande, no bélico, construido hasta el momento; construido fuera de Gallup, midió 72m de altura, 370m de ancho y 490m de profundidad; e incluyó una antigua vivienda en un acantilado, una cueva derrumbada, puestos al borde de la carretera, estacionamientos y un sitio de carnaval; todo a un costo de más de $30,000.
El set estaba ubicado detrás del puesto comercial de Lookout Point en la ruta 66; y las escenas subterráneas se filmaron en una maqueta en Paramount Studios en Melrose Avenue en Hollywood.
También se utilizaron más de 1,000 extras y 400 autos en las escenas de la multitud; y después de que la filmación se completó, el conjunto se dejó intacto, y el propietario del puesto comercial lo utilizó para atraer a los turistas a su tienda.
¡Tremenda ironía!
Los residentes de Gallup, Nuevo México, fueron contratados como extras, y se les pagaban 75 centavos por hora por un día de 10 horas; y ganaron $3 adicionales si podían llevar un automóvil al set.
Del reparto, Kirk Douglas, en la única vez que trabajo con Wilder, interpreta al periodista sin escrúpulos que manipula a todos a su antojo; y se agradece mucho que tampoco quiera redimir parcialmente con su actuación a Tatum, sino que abraza con alegría el gran papel que tenía entre manos, para dar en el clavo, mostrando todos los estadios emocionales por los que va pasando con una facilidad que para sí quisiera cualquier actor que haya nacido durante los últimos 50 o 60 años.
Además, tampoco cae en ningún exceso innecesario, algo a lo que prestan varios momentos, como el arrebato de pura frustración tras estar ya un año de trabajo en un periódico de mala muerte.
Jan Sterling interpreta a la mujer del accidentado, también muy criticada en la época por ser un personaje sin corazón, al querer abandonar a su marido en esa grave situación, y por frases como:
“Yo no voy a misa porque cuando me arrodillo se me rompen las medias”
Pero en el fondo, los verdaderos malvados eran el público, todas las personas que se dejaban manipular y formaban el circo.
Pues los únicos que sufren y a quienes verdaderamente les importa la víctima, es a sus padres, si acaso...
Mientras la sociedad es la que crea personajes como el del ambicioso periodista Chuck Tatum, y también los destruye.
Todos ellos forma una ingente masa de público mentecato, ávidos de curiosidad y morbo abyecto, que convierte un drama humano en un divertimento indecente, con atracciones, música country, globos y la presencia de la televisión como testigo de semejante inmundicia, un auténtico negocio carroñero.
De esa forma, con la redención del periodista, Billy Wilder intentaba de alguna manera avisar de lo temible que podía llegar a ser una sociedad marcada con esos valores.
La sociedad de consumo se regenera con la destrucción de su propia creación, generando nuevos individuos a destruir.
Desgraciadamente, la acertada visión de futuro de Billy Wilder se sigue cumpliendo, y continúa creciendo en las redes sociales.
Por su parte, el actor Victor Desny, entabló una demanda contra esta película mientras se escribía el guión.
Él afirmó que la película era una versión no autorizada de la historia de Floyd Collins; que estuvo atrapado en una cueva años antes, como se menciona en la película; y como Desny era dueño de los derechos de la historia de Collins, reclamó una infracción de derechos de autor.
Desny prevaleció, aunque Wilder apeló.
Los abogados de Wilder respondieron que Ace In The Hole no solo no constituye una presentación formal de la historia, pero el caso Collins era de carácter histórico y, como tal, no estaba protegido por las leyes de derechos de autor.
En diciembre de 1953, El Juez Stanley Mosk falló a favor de Wilder, y Paramount; aunque los abogados de Wilder resolvieron ese mismo mes, pagando a Desny $14,350, el equivalente a $129,000 en 2017.
El caso es conocido como “Desny v. Wilder”, 46 Cal. 2d 715, 299 (Cal. Sup. Ct. 1956)
Y esta es la opinión de Wilder sobre el periodista real:
“No se le puede hacer ningún reproche.
Hizo lo que pudo.
En ningún momento se intentó exagerar los acontecimientos en provecho propio.
En los apasionados reproches que La Comisión para Actividades Antiamericanas lanzaba contra Hollywood desde 1946, siempre se hablaba repetidamente de “propaganda subversiva, envenenamiento de los cerebros de los hijos, deformación de la historia del país y desprecio a la religión cristiana”
De hecho, en el guión original, Tatum se coludió con el sheriff local; y Joseph Breen, de la oficina del Código Hays, se opuso enérgicamente a la descripción en pantalla de un agente de la ley corrupto, e insistió en que Wilder añadiera un diálogo que dejara en claro que, eventualmente, el hombre tendría que responder por sus acciones.
Reproches que no hiciera sino ser un eco del espíritu que la época McCarthy intentaba propagar; y es evidente que fue el clima de aquellos años el que se destruyó una obra maestra como esta.
Por otra parte, se afirma que las causas del fracaso de Ace In The Hole pueden ser varias.
Para el mismo Wilder, el verdadero motivo es que el auténtico malvado protagonista es el público, pues es la gente quien alimenta el sensacionalismo de la prensa:
“Nadie quiere verse a sí mismo en el papel de malvado.
¡Cómo se puede atraer a la gente al cine, a contemplar un espectáculo, cuando se le está echando en cara las bestiales consecuencias que puede tener el afán de espectáculo!”
Sin embargo, pese a todo, Wilder nunca trató de justificar el fracaso de la película, y dijo:
“Nadie quiere gastarse $5 para enterarse en el cine de que era un tipo miserable”
La finalidad del periodismo sensacionalista es el lucro, que determina sus acciones y movimientos; por ello es de poco interés plantear su crítica desde la ética o la moral; y se comprueba así, como el cine clásico recurría con frecuencia a la sugerencia más que la exhibición, y como este mecanismo, orientado en parte a eludir la censura, funciona muchas veces de manera mucho más eficaz para el espectador, que la exhibición directa de lo narrado; porque Ace In The Hole está llena de momentos gloriosos, y uno de ellos es la primera conversación entre la víctima y el reportero, en la que vemos la ilusión que le hace al pobre hombre saber que su foto va a salir en el periódico, un diálogo que remite a otro de Tinta Roja, medio siglo más tarde.
Todo finaliza con la secuencia, casi mesiánica, en la que el personaje de Kirk Douglas se ilumina ante la muerte del hombre, y decide enmendar su propio error.
Se sube a lo alto de la cima, y desde ahí, Wilder, presentándolo casi como una especie de Moisés bíblico enfadado ante la lujuria de su pueblo, pregona que el show ha terminado, algo imperdonable para la gran masa.
Por último, la banda sonora de Hugo Friedhofer, yuxtapone melodías estridentes descriptivas y melodías armónicas ambientales; y añade 2 canciones:
“The Hut-Sut Song” y “We're Coming, Leo”, interpretada por un vocalista y una banda en el carnaval.
“I don't go to church…
Kneeling bags my nylons”
El gran Billy Wilder no sólo hacía obras maestras para nuestro deleite sensorial, sino también para denunciar determinadas situaciones alarmantes a las que había que poner fin.
El receptor de información, no habita un lugar amable en la cinta que nos ocupa; y podemos ver a lectores de periódicos que movidos por el morbo, no dudan en acercarse a un lugar “embrujado” para vivir en primera persona el desenlace de un posible rescate.
A nadie se le escapa esa extraña costumbre del ser humano en la que ante un suceso desgraciado, son muchos los curiosos que acuden al lugar de los hechos para observar intrigados el proceso que emerge después de un accidente.
Ante estas conductas, algunos medios de comunicación conocedores de la curiosidad innata en la condición humana, han ido ofreciéndonos sin rubor cada vez más noticias con un alto contenido morboso:
Heridos, muertos, mutilados… se dan cita en distintos emplazamientos:
En Vietnam, El Golfo Pérsico, Yugoslavia… completando un inquietante binomio de oferta y demanda donde el periodismo y los receptores de información se reparten la responsabilidad a partes iguales.
No vayamos tan largo:
Un accidente en redes sociales despierta innumerables “likes”; que evidencia que hemos conseguido desayunar plácidamente mientras vemos el periódico de la mañana que lleva en portada la imagen de un niño muerto boca abajo en una costa del mar Mediterráneo.
El morbo, la curiosidad, y el ansia por querer siempre más han conseguido imponerse en los medios de comunicación frente a la información ética y respetuosa.
Considero que un hecho cada vez más cotidiano en nuestra sociedad como la relación de amistad íntima entre periodismo y representantes de la ley, puede ser muy peligroso, y por ello tomo como ejemplo Ace In The Hole.
No quisiera caer en la ingenuidad de insinuar que estos 2 poderes pueden permanecer alejados manteniendo una relación profesional en ambos casos, pues todo aquello que es manejado por la mano del hombre, tiene sobre sí la propiedad de ser corruptible.
Sin embargo, debemos advertir sobre las graves consecuencias que implica neutralizar la figura encargada de encarnar las normas de convivencia.
A pesar de los intentos constantes del hombre por debilitar la ley, y no hablamos en este caso de modificarla o mejorarla; siempre deberían prevalecer esos preceptos que nos hemos dado, y que forman un rasgo significativo de la civilización, no sólo como símbolo de evolución, también como organismo que vela por nuestra propia seguridad.
Una encarnación de la ley que se muestre boba, pusilánime, ignorante o miedosa, convierte a la cultura portadora de esta ley en una sociedad frágil y extremadamente vulnerable, concediendo una situación privilegiada de poder a aquellos que optan por el boicoteo de la civilización, peligrando de este modo grandes logros que nos han servido para progresar.
En definitiva, demasiado obvia quizás es el caos, la improvisación, la ignorancia, la torpeza, los elementos que se nutren de la maldad humana y otros componentes similares, nunca deberían formar parte de los mecanismos de contención creados por la ley; y es por ello que Ace In The Hole pone el dedo en la llaga, y no por ello pierde calidad, al contrario, pienso que es ahí donde reside el principal valor de la historia, pues consigue enfrentar al espectador con una situación incómoda en la que puede reconocerse mezclado entre esa aglomeración indiscreta de gente que abunda en torno al herido; y es muy probable que ese “Gran Carnaval” se adelantara a su época; pues en el momento actual, cuando el amarillismo de los medios de comunicación ha alcanzado sus máximas cotas, la regla de Charles Tatum:
“Cuando no hay noticias, salgo y muerdo a un perro”, parece más vigente que nunca.
No deja de ser significativo que, en los últimos años, el prestigio del film ha ido progresivamente en aumento.
En fin, un alfilerazo a la prensa sensacionalista, que lo único que busca es vender más periódicos o tener más audiencia, sin importar los medios utilizados para ello.
Desafortunadamente vivimos en la época de este tipo de periodismo, y nos será difícil librarnos de la invasión de unos demiurgos de pacotilla, pues nos quedan las redes sociales.
“Bad news sells best.
Cause good news is no news”
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