Un Chant D'Amour
El homoerotismo se refiere al amor y deseo entre personas del mismo sexo, especialmente manifestado en artes visuales y la literatura.
El homoerotismo se define como una forma de expresión cultural no necesariamente relacionada a la identidad homosexual.
El término homoerótico carga con el peso de clasificaciones modernas de amor y deseo que no existían necesariamente en otras épocas.
Se define entonces como homoerotismo a cualquier manifestación cultural que expresa el amor sensual entre personas del mismo sexo, esta manifestación es generalmente explícita, más no pornográfica.
Es difícil trazar una frontera inequívoca entre erotismo y pornografía, ya que siempre existirán diversas interpretaciones y criterios; sin embargo al hablar de homoerotismo nos basamos en la parte emocional asociada al erotismo, que busca despertar el deseo sexual, y a la vez convierte una descripción explícita en algo romántico, muchas veces profundizando más en los sentimientos que en los detalles específicos del acto.
Por otra parte, el voyerismo es una conducta, que puede llegar a ser parafilica, caracterizada por la contemplación de personas desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir una excitación sexual, delectación voyerista.
La actividad del voyerista no implica ninguna actividad sexual posterior.
El voyeur suele observar la situación desde lejos, bien mirando por la cerradura de una puerta, o por un resquicio, o utilizando medios técnicos como un espejo, una cámara, etc.
De hecho, la masturbación acompaña, a menudo, al acto voyerista, el riesgo de ser descubierto actúa, a menudo, como un potenciador de la excitación.
Suele afirmarse que los hombres se masturban con una frecuencia semanal, pero existen investigaciones que demuestran que los hombres mienten sistemáticamente en las encuestas sexuales exagerando la frecuencia con la que acuden al autoerotismo.
Cabe decir que la masturbación no produce aislamiento, habiéndose comprobado que la mayoría de los seres humanos se masturban y tienen relaciones sexuales con normalidad.
Otras fuentes explican que en las personas aisladas que no saben relacionarse con los demás, se desarrolla la masturbación como forma de satisfacción sexual al no tener la oportunidad de desarrollar la actividad sexual que apetece compartir con otras personas, al no ser capaces de relacionarse con ellas.
El escritor Jean Genet fue hijo de una prostituta que lo abandonó al año de nacer.
Se crió en la calle donde se dedico al robo, causa por la que ingreso varias veces en prisión, así como por sus escándalos homosexuales.
En la cárcel empieza a escribir poemas, novelas y teatro, consiguiendo un gran éxito y el reconocimiento de gente como Sastre y Picasso.
En 1950 Jean Genet realizó el cortometraje Un Chant D'Amour.
Genet escribió el guión, lo dirigió y vigiló muy de cerca el montaje de Un Chant D'Amour.
Está protagonizado por Lucien Sénémaud, Coco Le Martiniquais, Java y André Reybaz.
Cuenta con una bella banda sonora a cargo de Simon Fisher Turner.
Cabe decir que Un Chant D'Amour originalmente no tenía música y actualmente su banda sonora cuenta con 3 versiones:
La primera hecha en 1973 por Gavin Bryars.
La segunda por Patrick Nunn en 1996 y
Esta última por Simon Fisher Turner del año 2003.
En 1954, H. Langlois hizo la primera exhibición pública en la Cinemateca Francesa, pero a pesar del apoyo de la institución, Un Chant D'Amour sufrió las iras de la censura, y no fue fácil poder verlo en Francia a lo largo de los veinte años siguientes a su primera muestra en el cine en 1975.
Un Chant D'Amour es su única película que Jean Genet rodó, aportando a la controversia sobre el cine de poesía un elemento único pero importante.
Sus imágenes, cargadas de alto erotismo, son una expresión del cine que empieza a salir del mero relato para plasmar sentimientos y sensaciones, utilizando imágenes, como en la poesía escrita, cargadas de simbolismo y, al mismo tiempo, sugerentes de una historia.
El corto Un Chant D'Amour está rodado en blanco y negro, y sin ningún diálogo, que por otra parte se hace innecesario por la expresividad de los planos y el montaje de los mismos.
Un Chant D'Amour es una pequeña joya del cine, seguramente poco conocida por su manifiesta y explícita defensa de la homosexualidad.
La trama gira en torno a una pareja de hombres y un guardián de una prisión francesa, quien observa desde el patio cómo a través de las pequeñas ventanas de dos celdas contiguas, la mano de un preso balancea un ramillete de rosas atado a un hilo para que la mano del otro la coja.
Esta poética y bella anécdota, convertida en leitmotiv a lo largo de los veinticinco minutos de duración de Un Chant D'Amour, desata la fantasía del guardián:
En sus pensamientos, accede al interior de la prisión y se dedica a mirar a través de las mirillas de las celdas a unos presos entregados a una sinfonía de pasiones homoeróticas y masturbatorias.
El escritor francés plasmó en Un Chant D'Amour su visión del mundo carcelario, que desgraciadamente conocía muy bien por experiencia propia.
Además se concentró en el homoerotismo y en el amor gay.
El resultado es muy poético y la cárcel actúa como una metáfora del mundo real ya que la mayoría de estos actos homosexuales tenían que realizarse en lugares escondidos del resto de la sociedad, mucho más en aquella época de la cinta.
Un Chant D'Amour tiene una gran importancia dentro del desarrollo del cine de temática homosexual, y de hecho se puede considerar como la primera película del llamado cine de reivindicación "queer"
Vemos en varios fotogramas de Un Chant D'Amour esa estética de lo oculto, de la dificultad de acceder al amado:
Un agujero por el que mira el carcelero, unas manos que intentan tocarse por los barrotes y una bonita escena que se hace protagonista del proyecto de Genet, cuando uno de los presos que posee cigarrillos fuma a través de un agujero de la pared para que el preso vecino pueda aspirar también el humo.
En sí, como es fácil de deducir, es una escena de amor casi explícita y de hecho el que aspira el regalo acaba en un éxtasis que se interpreta totalmente como un orgasmo, han compartido el humo en sustitución de otros fluidos corporales.
Censurada y/o prohibida durante muchos años, creo que se trata del primer film de carácter no pornográfico en el que salen penes erectos, Un Chant D'Amour sorprende por el hecho de mostrar una homosexualidad marcadamente física, carnal, narcisista, que exuda una fuerte, casi ruda, masculinidad, sin caer en la trampa de la militancia o de un vulgar panfleto.
Un Chant D'Amour es un auténtico poema sobre el deseo homosexual:
Cada uno en su celda, los presos se masturban mientras se entregan a extrañas danzas, se frotan contra sus catres, acarician diversas partes de sus cuerpos; Genet no escatima en planos-detalle: cuellos, axilas, hombros, pectorales; y anhelan e intentan el contacto con sus compañeros.
Ese deseo que experimentan está marcado, sin embargo, por la soledad:
El contacto físico con otra persona solo es posible en la imaginación:
Los reclusos que intentan pasarse el ramillete de rosas disfrutan juntos en un frondoso bosque, llevando uno de ellos el mencionado ramillete colgado significativamente en la zona del pene; desnudos sobre fondo negro, el guardián y otro hombre se abrazan y juntan sus cuerpos; el mismo guardián azota a uno de los reclusos y luego le mete una pistola en la boca que aquél lame... algo que sin duda nos retrotrae a esa idea de autoridad que según Jean Genet provoca amor y temor.
O mediante ensayos y fórmulas que sustituyen el contacto físico:
El ya mencionado leitmotiv de Un Chant D'Amour, la introducción de una pajilla a través del pequeño agujero que separa a dos celdas por la que ambos reclusos intercambian el humo de sus respectivos cigarrillos, inhalando mutuamente el que cada uno exhala.
Tal y como lo entiende y muestra Genet en Un Chant D'Amour, el deseo homosexual es un hecho condenado a la individualidad.
Compartir con el otro ese deseo requiere sortear y derribar obstáculos y barreras, pues socialmente se la considera una forma de aislamiento y de ruptura de normas.
Más de medio siglo después de su realización, Un Chant D'Amour se conserva como una insólita pieza underground, rabiosamente moderna, que dice, y en última instancia hace, infinitamente más sobre la homosexualidad que cualquier triste, oportunista, panfletaria o políticamente correcta película actual.
La fascinante forma de encuadrar y mostrar el cuerpo y el rostro masculino, su capacidad de sugerencia, la poesía que desprenden sus secuencias, la extraordinaria y empática música de Simon Fisher Turner, la hipnótica y sórdida ambientación: celdas de paredes sucias con graffitis de, entre otros motivos, penes pintados con tiza, y el drama subterráneo que surca esta celebración de la homosexualidad logran que este pedacito de cine único y personal se convierta en la auténtica y maldita obra de arte que, sin duda, es.
Por encima de todo, este canto al amor homosexual masculino, notablemente lírico, y sin embargo repleto de la pasión erótica, lúbrica, incluso explícita, y ternura del verdadero amor, es una película libre.
No importa la inclinación sexual, el arrebato amoroso trasciende estos detalles en un film que tampoco escamotea el sadismo de la autoridad, y se cierra con una maravillosa metáfora cósmica sobre el amor.
Celdas, flores, comunión sagrada, alegre, vital, del amor compartido.
Si esto no es cine romántico, incluso con la naturalidad sexual mostrada, no sé qué es el cine romántico.
El homoerotismo se define como una forma de expresión cultural no necesariamente relacionada a la identidad homosexual.
El término homoerótico carga con el peso de clasificaciones modernas de amor y deseo que no existían necesariamente en otras épocas.
Se define entonces como homoerotismo a cualquier manifestación cultural que expresa el amor sensual entre personas del mismo sexo, esta manifestación es generalmente explícita, más no pornográfica.
Es difícil trazar una frontera inequívoca entre erotismo y pornografía, ya que siempre existirán diversas interpretaciones y criterios; sin embargo al hablar de homoerotismo nos basamos en la parte emocional asociada al erotismo, que busca despertar el deseo sexual, y a la vez convierte una descripción explícita en algo romántico, muchas veces profundizando más en los sentimientos que en los detalles específicos del acto.
Por otra parte, el voyerismo es una conducta, que puede llegar a ser parafilica, caracterizada por la contemplación de personas desnudas o realizando algún tipo de actividad sexual con el objetivo de conseguir una excitación sexual, delectación voyerista.
La actividad del voyerista no implica ninguna actividad sexual posterior.
El voyeur suele observar la situación desde lejos, bien mirando por la cerradura de una puerta, o por un resquicio, o utilizando medios técnicos como un espejo, una cámara, etc.
De hecho, la masturbación acompaña, a menudo, al acto voyerista, el riesgo de ser descubierto actúa, a menudo, como un potenciador de la excitación.
Suele afirmarse que los hombres se masturban con una frecuencia semanal, pero existen investigaciones que demuestran que los hombres mienten sistemáticamente en las encuestas sexuales exagerando la frecuencia con la que acuden al autoerotismo.
Cabe decir que la masturbación no produce aislamiento, habiéndose comprobado que la mayoría de los seres humanos se masturban y tienen relaciones sexuales con normalidad.
Otras fuentes explican que en las personas aisladas que no saben relacionarse con los demás, se desarrolla la masturbación como forma de satisfacción sexual al no tener la oportunidad de desarrollar la actividad sexual que apetece compartir con otras personas, al no ser capaces de relacionarse con ellas.
El escritor Jean Genet fue hijo de una prostituta que lo abandonó al año de nacer.
Se crió en la calle donde se dedico al robo, causa por la que ingreso varias veces en prisión, así como por sus escándalos homosexuales.
En la cárcel empieza a escribir poemas, novelas y teatro, consiguiendo un gran éxito y el reconocimiento de gente como Sastre y Picasso.
En 1950 Jean Genet realizó el cortometraje Un Chant D'Amour.
Genet escribió el guión, lo dirigió y vigiló muy de cerca el montaje de Un Chant D'Amour.
Está protagonizado por Lucien Sénémaud, Coco Le Martiniquais, Java y André Reybaz.
Cuenta con una bella banda sonora a cargo de Simon Fisher Turner.
Cabe decir que Un Chant D'Amour originalmente no tenía música y actualmente su banda sonora cuenta con 3 versiones:
La primera hecha en 1973 por Gavin Bryars.
La segunda por Patrick Nunn en 1996 y
Esta última por Simon Fisher Turner del año 2003.
En 1954, H. Langlois hizo la primera exhibición pública en la Cinemateca Francesa, pero a pesar del apoyo de la institución, Un Chant D'Amour sufrió las iras de la censura, y no fue fácil poder verlo en Francia a lo largo de los veinte años siguientes a su primera muestra en el cine en 1975.
Un Chant D'Amour es su única película que Jean Genet rodó, aportando a la controversia sobre el cine de poesía un elemento único pero importante.
Sus imágenes, cargadas de alto erotismo, son una expresión del cine que empieza a salir del mero relato para plasmar sentimientos y sensaciones, utilizando imágenes, como en la poesía escrita, cargadas de simbolismo y, al mismo tiempo, sugerentes de una historia.
El corto Un Chant D'Amour está rodado en blanco y negro, y sin ningún diálogo, que por otra parte se hace innecesario por la expresividad de los planos y el montaje de los mismos.
Un Chant D'Amour es una pequeña joya del cine, seguramente poco conocida por su manifiesta y explícita defensa de la homosexualidad.
La trama gira en torno a una pareja de hombres y un guardián de una prisión francesa, quien observa desde el patio cómo a través de las pequeñas ventanas de dos celdas contiguas, la mano de un preso balancea un ramillete de rosas atado a un hilo para que la mano del otro la coja.
Esta poética y bella anécdota, convertida en leitmotiv a lo largo de los veinticinco minutos de duración de Un Chant D'Amour, desata la fantasía del guardián:
En sus pensamientos, accede al interior de la prisión y se dedica a mirar a través de las mirillas de las celdas a unos presos entregados a una sinfonía de pasiones homoeróticas y masturbatorias.
El escritor francés plasmó en Un Chant D'Amour su visión del mundo carcelario, que desgraciadamente conocía muy bien por experiencia propia.
Además se concentró en el homoerotismo y en el amor gay.
El resultado es muy poético y la cárcel actúa como una metáfora del mundo real ya que la mayoría de estos actos homosexuales tenían que realizarse en lugares escondidos del resto de la sociedad, mucho más en aquella época de la cinta.
Un Chant D'Amour tiene una gran importancia dentro del desarrollo del cine de temática homosexual, y de hecho se puede considerar como la primera película del llamado cine de reivindicación "queer"
Vemos en varios fotogramas de Un Chant D'Amour esa estética de lo oculto, de la dificultad de acceder al amado:
Un agujero por el que mira el carcelero, unas manos que intentan tocarse por los barrotes y una bonita escena que se hace protagonista del proyecto de Genet, cuando uno de los presos que posee cigarrillos fuma a través de un agujero de la pared para que el preso vecino pueda aspirar también el humo.
En sí, como es fácil de deducir, es una escena de amor casi explícita y de hecho el que aspira el regalo acaba en un éxtasis que se interpreta totalmente como un orgasmo, han compartido el humo en sustitución de otros fluidos corporales.
Censurada y/o prohibida durante muchos años, creo que se trata del primer film de carácter no pornográfico en el que salen penes erectos, Un Chant D'Amour sorprende por el hecho de mostrar una homosexualidad marcadamente física, carnal, narcisista, que exuda una fuerte, casi ruda, masculinidad, sin caer en la trampa de la militancia o de un vulgar panfleto.
Un Chant D'Amour es un auténtico poema sobre el deseo homosexual:
Cada uno en su celda, los presos se masturban mientras se entregan a extrañas danzas, se frotan contra sus catres, acarician diversas partes de sus cuerpos; Genet no escatima en planos-detalle: cuellos, axilas, hombros, pectorales; y anhelan e intentan el contacto con sus compañeros.
Ese deseo que experimentan está marcado, sin embargo, por la soledad:
El contacto físico con otra persona solo es posible en la imaginación:
Los reclusos que intentan pasarse el ramillete de rosas disfrutan juntos en un frondoso bosque, llevando uno de ellos el mencionado ramillete colgado significativamente en la zona del pene; desnudos sobre fondo negro, el guardián y otro hombre se abrazan y juntan sus cuerpos; el mismo guardián azota a uno de los reclusos y luego le mete una pistola en la boca que aquél lame... algo que sin duda nos retrotrae a esa idea de autoridad que según Jean Genet provoca amor y temor.
O mediante ensayos y fórmulas que sustituyen el contacto físico:
El ya mencionado leitmotiv de Un Chant D'Amour, la introducción de una pajilla a través del pequeño agujero que separa a dos celdas por la que ambos reclusos intercambian el humo de sus respectivos cigarrillos, inhalando mutuamente el que cada uno exhala.
Tal y como lo entiende y muestra Genet en Un Chant D'Amour, el deseo homosexual es un hecho condenado a la individualidad.
Compartir con el otro ese deseo requiere sortear y derribar obstáculos y barreras, pues socialmente se la considera una forma de aislamiento y de ruptura de normas.
Más de medio siglo después de su realización, Un Chant D'Amour se conserva como una insólita pieza underground, rabiosamente moderna, que dice, y en última instancia hace, infinitamente más sobre la homosexualidad que cualquier triste, oportunista, panfletaria o políticamente correcta película actual.
La fascinante forma de encuadrar y mostrar el cuerpo y el rostro masculino, su capacidad de sugerencia, la poesía que desprenden sus secuencias, la extraordinaria y empática música de Simon Fisher Turner, la hipnótica y sórdida ambientación: celdas de paredes sucias con graffitis de, entre otros motivos, penes pintados con tiza, y el drama subterráneo que surca esta celebración de la homosexualidad logran que este pedacito de cine único y personal se convierta en la auténtica y maldita obra de arte que, sin duda, es.
Por encima de todo, este canto al amor homosexual masculino, notablemente lírico, y sin embargo repleto de la pasión erótica, lúbrica, incluso explícita, y ternura del verdadero amor, es una película libre.
No importa la inclinación sexual, el arrebato amoroso trasciende estos detalles en un film que tampoco escamotea el sadismo de la autoridad, y se cierra con una maravillosa metáfora cósmica sobre el amor.
Celdas, flores, comunión sagrada, alegre, vital, del amor compartido.
Si esto no es cine romántico, incluso con la naturalidad sexual mostrada, no sé qué es el cine romántico.
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