Ed Gein (In The Light Of The Moon)

“I had a compulsion to do it”

Edward Theodore Gein, fue un asesino y ladrón de tumbas estadounidense; su caso es desde un punto de vista médico, uno de los más complejos de la criminología:
Voyerismo, fetichismo, travestismo, y puede que necrofilia, integraban su personalidad.
Sin embargo, a medida que se iba conociendo su verdadera historia, se hizo evidente que esas perversiones eran meras manifestaciones de una psicosis profunda, un trastorno mental que tenía sus raíces en la relación anormal que tenía con la madre.
El matrimonio Gein, una pareja compuesta por Augusta T. Lehrke y George P. Gein, junto a sus 2 hijos, Henry y Eddie, llegan a Plainfield, Wisconsin, provenientes de la ciudad de La Crosse.
El matrimonio es un tanto atípico:
George es un hombre débil y alcohólico, que vive a la sombra dominante de su mujer.
Augusta, es la que ha decidido el traslado a esa pequeña granja aislada en los gigantescos campos de Wisconsin, para alejar a sus hijos de las malas influencias de la gran ciudad.
Así pues, nos encontraríamos en la 1ª mitad del siglo XX, en un pueblo rural de pocos habitantes, habituados a la caza, y de costumbres muy cerradas.
Ed Gein vivía solo desde la muerte de su madre en 1945, y se ganaba la vida haciendo toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield.
Fue su habilidad en los trabajos, por la que este hombre de complexión débil, mediana edad, pelo rubio, y ojos azules, empezó a ser conocido entre la gente del lugar, como una persona trabajadora, cumplidora, fiable pero excéntrica.
Ed nació el 27 de agosto de 1906, hijo de madre austera y fanática religiosa, que despreciaba a su débil y borracho marido.
Cuando ambos discutían, que solían hacerlo con frecuencia, el hombre se emborrachaba, y pegaba a sus 2 hijos.
Desde el primer momento, la vida de Ed estuvo completamente dominada por su madre, quien se había prometido a sí misma, que sus hijos no serían nunca como esos hombres lascivos, ateos y alcoholizados que veía a su alrededor; por lo que seguía una disciplina muy dura, castigando a sus hijos, e incapaz de darles el consuelo y el amor de una madre.
Augusta, era una fanática luterana, que lleva sus creencias a puntos extremos en la educación de sus hijos; para ella, el mundo exterior es pura perversión, y el más mínimo despiste, puede ser causa de los más tremendos castigos divinos.
Los sermones diarios del Antiguo Testamento, y las continuas advertencias sobre los terribles castigos que, como pesadas losas, caerán sobre sus hijos al más mínimo contacto o acercamiento con las jóvenes del lugar, hacen crecer a estos, con la visión de un mundo totalmente distorsionado, donde todas las mujeres, a excepción de su madre, son rameras de la más baja calaña.
De los 2 hermanos, Eddie es el más afectado por ser un niño introvertido, y haber heredado la debilidad de espíritu de su padre.
En la escuela, su aspecto debilucho y afeminado, no acompaña a mejorar este tema, y todavía los incrustan más en su peculiar mundo.
Gein, no tuvo contacto con otros niños, pues todo el mundo suponía ante los ojos de esa madre, una amenaza para la pureza moral de su hijo.
Esta crianza deficiente, es uno de los primeros factores que forjaron la personalidad antisocial de Ed Gein.
La madre de Ed Gein, se erigió como una matriarca que imponía a sus hijos una fuerte doctrina fanática religiosa, y creía en el castigo físico y el chantaje emocional.
Esto haría mella en la débil personalidad de Ed, quien seguía al pie de la letra los consejos de su madre, a quien adoraba, no sin por otro lado manifestar una total aversión a esa mujer que le recortaba todas las libertades, y la posibilidad de crear su propia personalidad.
El tema de las mujeres, era otra constante, y su madre creó así, una total represión en su hijo.
Por lo que Ed desarrolló un gran interés por la matanza de animales, típicas en los pueblos dedicados a la ganadería, y se refugió en los cómics y los libros, en sus fantasías de muerte y depravación.
Poco a poco, Ed comenzó a obsesionarse con las tumbas, y a través de su habitual lectura de obituarios, que se enteró de la muerte reciente de una mujer de las cercanías…
Como Eddie nunca había visto una mujer desnuda, y mucho menos estar con una, decidió dar un paseo por el cementerio, y exhumar el cadáver de la reciente fallecida.
En 1940, murió su padre, con 66 años, y el negocio familiar tuvo pérdidas económicas, por lo que él y su hermano tuvieron que buscar trabajo.
Henry hacia trabajos en otras granjas; mientras que Ed, se dedicaba a cuidar niños en las cercanías.
Como niñero, Eddie disfrutaba mucho con los pequeños, ya que al haber sido criado prácticamente sin ningún vínculo emocional hacia ninguna persona que no fuese su madre, Ed carecía de inteligencia emocional.
El gran placer de Eddie, aparte de lo obvio, era la lectura, era un lector ávido.
Sus temas favoritos, eran los libros de anatomía, los obituarios, los Nazis, y las historias de los caza cabezas de los mares del sur.
Mientras realizaba sus trabajos como niñero, les contaba a los niños muchas historias sobre estos.
A raíz de la muerte del padre, su hermano Henry comienza a mostrar una clara oposición hacia las doctrinas de su madre.
Para Ed, esto es puro sacrilegio, pues con el paso de los años, su Complejo de Edipo hacia Augusta, ha ido en aumento, y el no acatar o contrariar sus normas, es el pecado más grande que se puede llegar a cometer.
En 1944, Henry muere en extrañas circunstancias en un incendio que se provoca cerca de la granja...
A la policía, no le parece sospechoso que Eddie les guíe directamente hasta el cuerpo calcinado de su hermano, cuando momentos antes, al acudir a ellos, había dicho que para sofocar el incendio, se había separado, y no lo había vuelto a ver.
Esta es la primera muestra del bajo intelecto que tiene Ed Gein, y que posiblemente fue el motivo por el que sus posteriores víctimas no se contaran por decenas.
Plainfield era una sociedad muy marcada por prejuicios sexistas, donde la radio y la televisión, vivían una profunda censura sobre la vida en matrimonio, y existían esfuerzos por eliminar los símbolos de pecados carnales.
Sin duda, la muerte de su madre, y el querer seguir manteniendo su imagen viva, fue el detonante de las muertes que vendrían a continuación.
Además, adquirió una obsesión por el género femenino, por los años de represión de su madre.
Así, durante 39 años, hasta que la madre moría víctima de un ataque al corazón, dejando tras ella, un hombre dependiente, reprimido y sólo, en un mundo que apenas comprendía.
Gein, recibió un subsidio del Gobierno de los Estados Unidos, a cambio de dejar la tierra en barbecho.
A medida que la tierra se volvía improductiva, Gein empezó a hacer toda clase de trabajos a los vecinos de Plainfield, para ganarse así la vida.
El propietario del aserradero, no se llevaba muy bien con Gein.
Encontraba extremadamente difícil hablar con él, porque a veces, éste comenzaba a reír con nerviosismo sin motivos, como un desequilibrado, o por sus comentarios inoportunos que dejaban a la otra persona sin saber que decir…
En una ocasión, el hombre recordó que Gein solía sentarse solo en un rincón de la taberna, mirando fijamente a la dueña del local, absorto en sus pensamientos con una jarra de cerveza, y supuso que estaba enamorado de la mujer...
Le sugirió bromeando, que si le hubiese hablado a Mary Hogan con claridad de sus sentimientos, probablemente, en ese momento, estaría en su granja cocinando, y esperando a que volviera, en lugar de haber desaparecido presumiblemente asesinada…
Gein, con un extraño gesto, puso los ojos en blanco, y le respondió con una de sus conocidas sonrisas:
“No está desaparecida.
Ahora mismo está en la granja”
El hombre se encogió de hombros, y no le tomó en serio, después de todo, era el tipo de comentario que se esperaba de él...
Por la muerte de su madre, Ed Gein, un hombre de mediana edad, incapaz de tomar decisiones por sí mismo, comienza a desarrollar una esquizofrenia, donde la personalidad escindida de su madre, será quién le aconseje y le obligue a tomar las decisiones.
Por otro lado, comienza a dar rienda suelta a sus fantasías más macabras, y no solamente cometer actos de necrofilia, sino a decorar su casa con partes humanas creando mobiliarios de lo más grotesco.
A pesar del lado oscuro de esta lastimosa persona, hay que recordar que era alguien muy enfermo, toda la gente del pueblo, le tenía bastante aprecio, y lo veían como alguien entrañable e inofensivo.
Cuando hubo 2 asesinatos, los únicos que cometió “oficialmente”, y las pistas llevaron hacia su casa, nadie daba crédito.
Por tanto, la importancia de Ed Gein, recae en sus actos, y no en el número de víctimas:
Profanaciones de tumbas, coleccionismo, travestismo con la piel de los cadáveres, mobiliario confeccionado con partes humanas, era algo totalmente impensable para una sociedad, la estadounidense, que a mediados de los años 50, vivía en una época donde parecía haberse cumplido “El Sueño Americano”, y la imagen de la familia perfecta, la castidad y la inocencia, no resultó ser sino una máscara que escondía los horrores y frutos de una sociedad enferma.
Todo empezó, en apariencia, con la muerte de la madre de Ed, y los hechos se concretaron en 1954.
En Plainfield, había un bar llamado “La Taberna de Hogan”
La propietaria de este antro, Mary Hogan, era una mujer de mediana edad, y divorciada 2 veces, resultaba un personaje con un pasado dudoso.
Algunos decían, que estaba relacionada con la mafia; otros, que había sido una conocida madame en Chicago y que con el dinero que ganó de esa forma, había comprado el negocio.
Fuese cierto o no, Mary Hogan producía gran impacto entre los granjeros del lugar, gente muy religiosa y conservadora.
Mientras que los hombres se sentían atraídos por el ambiente del local, entre las mujeres existía un rechazo total.
En la tarde del 8 de diciembre de 1954, un granjero del lugar, llamado Seymour Lester, entró en la taberna.
Aunque estaba abierta e iluminada, no había nadie.
Empezó a sospechar algo raro, al ver que, a pesar de sus llamadas, nadie salía a atenderle.
Fue entonces cuando vio una gran mancha de sangre en la puerta que daba a la habitación trasera.
Sospechando que algo raro ocurría, salió corriendo a pedir ayuda.
El sheriff, Harold  S. Thompson llegó al instante acompañado de sus ayudantes.
Comprobaron que el lugar estaba vacío, y encontraron el coche de Mary Hogan aparcado detrás de la casa, en su sitio habitual.
Había un gran reguero de sangre seca, que cubría las tablas de madera del suelo.
Parecía que algo había sido arrastrado por ahí.
Junto a esto, había un cartucho calibre 32.
Siguiendo el rastro de sangre a través de la puerta trasera, llegaron a la zona del aparcamiento de los clientes, donde el sheriff vio unas huellas recientes de un camión que reconoció como las de una furgoneta de reparto.
Era  evidente:
Alguien, seguramente Mary Hogan, había sido asesinada, y el cuerpo había sido arrastrado hasta un coche que esperaba fuera.
No había ninguna señal de lucha, y no parecía haber ningún motivo para tal crimen.
La caja registradora estaba llena y no faltaba nada.
Pese a las pesquisas posteriores, Mary Hogan había desaparecido.
La mañana del sábado 16 de noviembre de 1957, Ed Gein asesinaba a la dueña de la ferretería del pueblo, Bernice Worden, disparándole una bala con su viejo rifle de caza del calibre 22.
También, en esta ocasión se llevó el cadáver en la furgoneta, dejando el suelo del local encharcado de sangre.
Pero esta vez, habría un testigo... el libro de contabilidad.
En su última anotación, figuraba el nombre de Ed Gein, a quién habría vendido su último anticongelante.
Los agentes de la policía que investigaban la desaparición de Bernice Worden, sospecharon que Ed Gein estaba implicado en el caso.
Por lo que 2 oficiales de la policía, arrestaron a Gein, mientras otros 2 se dirigían inmediatamente hacia su granja, con la intención de llevar a cabo un registro.
Al pasar dentro, el sheriff sintió como algo le rozaba el hombro, y al volverse se topó con un cuerpo decapitado de mujer, con un profundo agujero en el estómago que colgaba del techo.
Después de recuperarse del shock por el horror que habían presenciado, y tras pedir ayuda por radio, los 2 hombres volvieron a la casa, y encontraron el cuerpo desnudo de Worden, colgado de los tobillos, decapitado, abierto por el torso y eviscerado.
El cadáver colgaba de un gancho por el tobillo, y con un alambre le habían sujetado el otro pie a una polea.
Habían rajado el cuerpo desde el pecho hasta la base del abdomen, y las tripas brillaban como si las hubiesen lavado y limpiado.
No había duda, que el causante de ese terrorífico espectáculo, era una persona enferma.
Era difícil de creer, que un ser humano pudiera vivir allí...
Por todas partes se veían montañas de basura y desperdicios, cajas de cartón, latas vacías, herramientas oxidadas, excrementos, revistas pornográficas, de terror y de anatomía humana, chicles pegados en las tazas, y una dentadura sobre el mantel de la mesa...
Entre otros macabros hallazgos, encontraron también 10 calaveras a las que les había quitado la parte superior para servir de tazones y ceniceros, pantallas de lámparas y asientos hechos de piel humana, platos de sopa hechos con calaveras, más calaveras en los postes de su cama, los órganos de Bernice en el refrigerador, un cinturón de pezones humanos, una caja de zapatos con 9 vulvas, y muchos más objetos hechos de partes de cuerpos humanos.
Una inspección más detenida, reveló que una de las sillas de la cocina, estaba hecha con piel humana, como las pantallas de las lámparas, las papeleras, las fundas de los cuchillos, e incluso, alguna prenda de vestir, como un chaleco.
Entre los más atroces descubrimientos, se encontraron unas cajas con los restos humanos, pertenecientes a diferentes cuerpos sin identificar, el corazón y la cabeza amputada de Bernice Worden en una bolsa de plástico, una colección de 9 máscaras de piel humana, con el pelo intacto, de las cuales, 4 colgaban en la pared que rodeaba la cama de Gein, etc.
Ed había decorado el interior de su casa de madera, con esas máscaras confeccionadas con tiras de piel, procedentes de auténticos rostros humanos, y con los cráneos colgados de las columnas de su cama.
Todos estos objetos, fueron fotografiados y destruidos.
La única habitación de la casa que parecía normal, era una sellada con tablones en la puerta, y perfectamente ordenada... la de su madre.
Era un auténtico mausoleo, una tumba que Gein había cerrado y abandonado, dejándola tal y como estaba el día en que murió su madre, hacía 12 años.
Y allí dentro, estaba el cadáver seco de Augusta Gein. Con respecto a la habitación de su madre y su cadáver reseco, Gein confesó que en una ocasión, creyó que podría devolver la vida a su madre mediante el cuerpo de otra mujer; y se sintió muy defraudado cuando su plan fracasó.
Ed explicó a la policía después de su detención, que después de fallecimiento de la madre, “ella se mantuvo en contacto con él” durante más de un año, hablándole mientras se adormecía.
Dijo que había sido en esa época cuando desarrolló su fascinación por la anatomía.
Le fascinaban los reportajes sobre la operación de cambio de sexo, y se planteó el convertirse él mismo en mujer.
Al ser interrogado, Ed Gein admitió que abría las tumbas de mujeres recientemente fallecidas, y robaba los cuerpos, llevándolos con su furgoneta a su casa, donde curtía las pieles para hacer sus posesiones.
Gein declaró, que tan sólo recordaba, muy confusamente, haber matado a Bernice Worden, y que los demás restos humanos que se habían hallado en la granja, pertenecían a 9 cadáveres que había sacado del cementerio.
Explicó que, en los últimos años, sentía de vez en cuando, la necesidad de profanar tumbas, y que en algunas ocasiones, incluso conocía a las víctimas en vida, y se enteraba de sus muertes leyendo los periódicos.
Luego, en la noche del entierro, se dirigía al cementerio, sacaba el cadáver, y rellenaba de nuevo la tumba, eso lo pudo comprobar la policía más tarde, cuando al exhumar las tumbas, algunas de las que Gein había dicho, se encontraban vacías.
Muchos de los objetos domésticos y muebles que se descubrieron a raíz del arresto de Gein, procedían de las profanaciones de tumbas.
Unas veces, arrastraba cadáveres enteros hasta su casa, otras cortaba las partes más interesantes, y se las llevaba como recuerdo.
También, admitió haber asesinado a Mary Hogan, la camarera desaparecida desde 1954.
Nunca fue probado ni admitido por él, que cometiera canibalismo, y también negó haber tenido relaciones sexuales con las muertas, aduciendo que “olían muy mal”
Sin embargo, no comprendía qué tenía de malo mutilar cuerpos sin vida, y parecía estar muy orgulloso de los conocimientos anatómicos adquiridos con estas actividades.
Ed Gein fue declarado enfermo mental, y pasó el resto de sus días en una institución psiquiátrica, donde se destacó por su buen comportamiento.
Cuando los psiquiatras comenzaron a considerar las posibles razones de su comportamiento patológico, supusieron que se trataba de un caso de “Complejo de Edipo”, que Gein estaba enamorado de su madre, y que a raíz de su muerte, se obsesionó en buscar a alguien que la sustituyera, pues se encontraron extraordinario parecido entre sus víctimas y su madre.
El Complejo de Edipo es en psicoanálisis, un complejo de emociones y sentimientos infantiles, caracterizados por la presencia simultánea y ambivalente de deseos amorosos y hostiles hacia los progenitores.
El Complejo de Edipo negativo, corresponde al amor hacia el progenitor del mismo sexo, así como rivalidad y rechazo hacia el progenitor del sexo opuesto.
De niño, Ed buscaba el amor de su madre de manera obsesiva, que le era negado una y otra vez, fue así como en su mente se desarrolló una nueva personalidad, un Ed que odiaba a la mujer.
Existe un elemento añadido de gran relevancia en esta historia, y es que el propósito de Ed Gein, al matar a aquellas mujeres, y desenterrar los cuerpos del cementerio, no era únicamente el de revivir a su madre, sino que quería convertirse en ella:
La confrontación del amor que sentía, con los sentimientos de ira y frustración por negarle el contacto con mujeres, mezclados con un desarrollo sexual tardío y anómalo, causaron que, al morir Augusta, Ed Gein diera rienda suelta a fantasear con la transexualidad.
Estas ideaciones de cambio de sexo, y su admiración por la muerte y los desmembramientos, fue lo que llevó a Ed Gein a confeccionar todas aquellas prendas de vestir con la piel de sus víctimas.
Muchas noches, se enfundaba en sus trajes, y se paseaba por su casa imitando los gestos y voz de Augusta, comportándose como si continuara viva, sentándose en su butaca, etc.
Paradójicamente, su estancia en la institución mental, fue bastante peculiar, pues no precisaba de ningún tipo de medicamento, y parecía una persona, a todos los efectos normal, sin síntomas aparentes de todas las psicopatías que los expertos le habían atribuido en su examen.
Se llevaba bien con sus guardianes.
También demostró tener gran habilidad en los trabajos de artesanía de la prisión, y con el pequeño salario que tenía, se compró una radio.
En el interrogatorio policial, se le administró la prueba de inteligencia de Weschler, cuyos resultados reflejaron una inteligencia dentro de la media, llegando incluso a superarla.
Pero también se detectaron grandes dificultades para expresarse y comunicarse.
Complementariamente a estas conclusiones, los psicólogos del hospital donde fue internado, dictaminaron que padecía un trastorno emocional que le llevaba a comportarse de forma irracional, combinado con periodos de lucidez, durante los cuales, sentía remordimientos por los crímenes que acumulaba en su historial.
La granja de Gein, que se había convertido en un lugar turístico de Plainfield, fue puesta a la venta el 30 de marzo de 1958.
Nadie la compró, ya que un día después de que se pusiera a la venta, el inmueble se incendió en forma por demás misteriosa…
Mientras Ed Gein se encontraba detenido, ardió hasta los cimientos, seguramente a causa de un incendio provocado.
La camioneta Ford 1949, de Ed Gein, fue subastada en $760, y por un tiempo viajó por varios estados como parte de una feria ambulante.
El dueño, cobraba 25 centavos de dólar, a las personas que se fotografiaban al lado de la unidad.
También, se ignora qué final tuvo el vehículo donde Gein transportó a sus víctimas...
Ed Gein murió a la edad de 77 años, por insuficiencia respiratoria el 26 de julio de 1984, tras décadas de reclusión en una unidad psiquiátrica, donde resultó ser un paciente modelo.
En la actualidad, sus restos descansan en el cementerio de Plainfield, al lado de los de su madre.
Las pertenencias de Gein, se convirtieron en la codicia de los coleccionistas de piezas macabras; cuya rapiña continuó incluso después de que el introvertido asesino falleciera.
Su lápida fue robada en el año 2000, del cementerio de Plainfield.
La policía investigó y ubicó la piedra en Seattle, donde un grupo se dedicaba a copiar con papel carbón, las lápidas que le parecían interesantes, para después vender las copias bellamente enmarcadas.
Sin embargo, aunque la pieza fue recuperada, jamás fue vuelta a colocar en la tumba de la que fue sustraída.
Aunque sólo se le atribuyeron 2 crímenes, lo que le libra de la definición clásica de “asesino en serie”, los investigadores creen que Ed Gein pudo haber sido el autor de varios asesinatos más, pues muchos de los huesos encontrados en su casa, nunca fueron identificados.
Durante los años anteriores a estos sucesos, en la zona hubo muchas otras desapariciones como las de Georgia Weckler de 8 años, que se esfumó un día de Mayo de 1947, mientras regresaba del colegio.
Otra joven de 15 años, desapareció en 1953, mientras volvía a casa de su trabajo como niñera.
También Evelyn Hartley, de La Crosse, desapareció en extrañas circunstancias por aquellas fechas; y por último, Víctor Travis y Ray Burgues, desaparecieron mientras estaban de caza.
Aunque estos últimos se salen bastante del perfil de Ed, sí que se sospecha que las jóvenes fueron asesinadas por él, aunque nunca se encontraron restos, ni pruebas para acusarlo.
Ed Gein es uno de los asesinos más conocidos, aunque no precisamente por su “bodycount”, sino por ser un alguien aberrado psicológicamente hablando, con un pasado turbio y disfuncional por culpa de la estricta y religiosa madre.
De hecho, apenas mató a un par de mujeres:
Berenice Worden y Mary Hogan, o como mínimo que se sepa, así que su universo mediático reside básicamente en sus actos, en que fue capaz de dar naturalidad a lo repugnante, y eso ha sido una fuente inagotable de ideas escabrosas para la industria del cine.
Ed Gein y sus macabros crímenes, inspiraron varias obras clave en la literatura, la música y el cine; como el personaje de Norman Bates en la novela de Robert Bloch “Psycho” (1960), más tarde en el film de Alfred Hitchcock de 1960; el de Leatherface en la saga fílmica “The Texas Chain Saw Massacre”, que inició en 1974; y el de Buffalo Bill en “The Silence Of The Lambs”, tanto la novela de Thomas Harris, como el film de Jonathan Demme de 1991.
Además, existen un par de películas que retratan su vida, con mayor o menor rigor histórico, de las que “Ed Gein (In The Light Of The Moon)” del año 2000, es una de las más fieles.
Ed Gein es importante, por supuesto, sobre todo por haber inspirado 3 de los títulos más importantes del cine de terror.
Lo interesante de la repercusión del caso de Gein en la cultura popular, es que, hasta entonces, el monstruo venía siempre de fuera:
De Transilvania, de Egipto, de remotas junglas, o del espacio exterior...
A partir de Gein, el monstruo podía ser el chico de la puerta de al lado.
“I get lonely in this house all by myself”
Ed Gein (In The Light Of The Moon) es una película de terror, del año 2000, dirigida por Chuck Parello.
Protagonizada por Steve Railsback, Carrie Snodgress, Carol Mansell, Sally Champlin, Steve Blackwood, Nancy Linehan Charles, Bill Cross, Travis McKenna, Jan Hoag, Brian Evers, entre otros.
El guión es de Stephen Johnston, basado en los hechos y la vida de Ed Gein, siendo una producción entre España y Portugal, estrenada en torno al 43° aniversario del arresto de Ed Gein.
La acción se emplaza en Plainfield, Wisconsin, a finales de los años 50:
En este tranquilo pueblo de “La América Profunda” vive Ed Gein (Steve Railsback), un hombre que lleva una existencia muy solitaria en la granja de su familia.
La única compañía de Ed, era su madre Augusta (Carrie Snodgress), quien le educo en el cristianismo más fanático.
Pero desde que ella murió, él ya no es el mismo; ahora ha dado rienda suelta a sus peculiares aficiones:
Reducción de cabezas, el fascinante mundo del cuerpo femenino...
Y muy pronto, en Plainfield, comienzan a sucederse los hechos más desconcertantes…
Entre lo enajenado, lo de su madre, los maltratos, La Biblia, y las historias de terror sobre vudú y mierdas similares, y que realmente no debía ser muy espabilado, Ed montó en su cabeza, una historieta muy aterradora para nosotros, pero natural para él.
“El tonto del pueblo” comenzó con un ligero Síndrome de Diógenes, que se caracteriza por el total abandono personal y social, así como por el aislamiento voluntario en el propio hogar, y la acumulación en él de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos; y entre otras aberraciones:
Desenterrar muertos, entre ellos a su madre, asesinato, hacer muebles y menaje para el hogar con restos humanos, se hizo un catálogo de narices, bocas, vaginas, etc., y no nos olvidemos del famoso traje de piel humana que se hizo, el cual lucia “a la luz de La Luna” del título de la película.
En definitiva, Ed Gein (In The Light Of The Moon) es una brillante adaptación de su vida, centrada en contarnos un buen relato fílmico totalmente fiel a los sucesos, y que sabe no perder de vista, cuándo incidir en lo morboso de los sucesos que realiza Ed Gein.
“They smelled bad”
Ed Gein, es uno de los asesinos más famosos de todos los tiempos.
Sus retorcidos crímenes, hicieron que se le removiera el estómago a la puritana sociedad de EEUU de por aquel entonces; y es que nadie se esperaba que fuera “el tonto del pueblo” de “La América Más Profunda”
Dicen que muchos asesinos en serie nacen, y otros se hacen; según muchos indican, la enajenación de Gein, se labró tras una vida entera de maltrato físico y psicológico por parte de su madre, una exacerbada creyente fanática.
Ésta es la reconstrucción fílmica de la vida y “obra” de uno de los más tristemente célebres asesinos de la historia criminal estadounidense.
Su director, Chuck Parello, especializado en cintas sobre asesinos en serie, nos ofrece una cinta que sin justificar los actos de Gein, que si humaniza al personaje, siendo el mismo, víctima de los abusos tanto a nivel físico de su padre, como emocionales por parte de su madre, los que más le marcaron.
A este hecho contribuye de manera vital, un Steve Railsback que ofrece una interpretación que destaca por encima del resto de elementos ofrecidos; por lo que  Ed Gein (In The Light Of The Moon), se centra en el Gein adulto, y va construyendo el personaje mediante “flashbacks”, que nos retrotraen a la infancia y juventud de este.
Elimina el morbo con el que a priori pudiera jugar a la hora de mostrar, tanto los asesinatos como las “aficiones” del personaje, siendo en este sentido, una cinta que no ahonda en la violencia.
Así vemos a Edward Gein, un adulto tranquilo, pacífico, solitario e introvertido.
Su vida está influenciada por la dureza de su madre, fanática religiosa que no consiente a las personas pecadoras, mal habladas, ateas, alejadas del camino recto…
El padre de Gein, es un borracho que no trata bien a sus hijos, y Ed Gein se cobija en la seguridad de su madre.
Debido a la bebida, su padre muere, “como castigo por su vida pecadora”, según su madre.
Después muere su hermano Henry (Brian Evers), debido a que Ed se enfada con él, y lo golpea con una pala, y luego ocurre un incendio, que en la realidad, nunca se concretó si Ed Gein mató a su hermano o no.
Finalmente, muere su madre, dejándolo con 39 años, sólo, descarriado en la vida.
A raíz de recibir una educación ultra religiosa, dictada por su fanática madre Augusta, a la que Gein estaba unido por un fuerte Complejo de Edipo, y cuya desaparición le ha sumido en una esquizofrenia; Ed tendrá alucinaciones con su madre, y la sigue viendo como si estuviera viva.
En 1954, “su madre lo incita a matar” a la tabernera Mary Hogan (Sally Champlin), porque es una mal hablada, y por tanto, una persona baja de moral.
Cuando la taberna ha cerrado al público, Ed Gein entra, le dispara, y la mete en el coche, malherida.
La ata a la cama, donde morirá desangrada…
Ed Gein, es un tipo tan raro, que cuando un vecino le pregunta por la extraña desaparición de la tabernera, él le dice que la tiene en su casa secuestrada, pero el vecino se lo toma a broma.
Hasta que 3 años más tarde, su madre volverá a incitar a Ed para que mate a Colette Marshall (Carol Mansell), quien era Bernice Worden en la realidad; debido a que está contaminando la buena religión.
Colette trabaja en una tienda; allí, Ed Gein entrará una mañana, comprará anticongelante, y saldrá de la tienda sin atreverse a matarla.
Su madre le indica, que debe acabar el trabajo; entonces entra de nuevo, compra un rifle, y lo usa para disparar a Colette.
Se la lleva en la camioneta a su casa; pero la policía lo descubre, porque en el registro estaba notificado, que había comprado anticongelante…
El amigo de Colette, va a su casa, donde aparecen los cuerpos mutilados de las asesinadas, y de cuerpos extraídos de tumbas, y con piel y algunos miembros, estaba reconstruyendo un cuerpo de mujer, ya que él quería hacerse un cambio de sexo.
Ed Gein, había desarrollado un sistema de vida aislado de su entorno rural, y había cultivado su afición por lo grotesco y la necrofilia, “tapizando” su casa con piel humana.
Pero pocos de los habitantes del pueblo donde residía, y de los alrededores, creen incapaz de que Ed cometa toda una serie de macabros asesinatos que le reportan una satisfacción especial.
Para Ed Gein, el asesinato de mujeres, se produce cuando oye en su interior la voz de su madre, quien le alienta en sus prácticas criminales.
Así, se encontró a Marshall colgada y desollada, evidencia suficiente para inculpar a Ed Gein.
Esta biografía cinematográfica de Ed Gein, trata de contar fielmente la vida de este asesino de graves problemas psicológicos.
Al principio y al final de la película, se encuentran imágenes y grabaciones reales de la detención de Ed.
En la película, Ed Gein es retratado como una persona tímida e introvertida, incapaz de matar a una mosca, y es la madre la que aparece como su malvada influencia.
Si bien es cierto que tenía esquizofrenia y psicosis mezclada con un Complejo de Edipo, es complicado adentrarse en la mentalidad de este personaje, y por tanto, es difícil saber, hasta qué punto era un macabro asesino sádico y sanguinario, y hasta qué punto era un hombre tímido y pacífico, pero terriblemente afectado por la muerte de su madre, y manejado por la voluntad de ésta.
Centrándose en el análisis de las características psicológicas del susodicho, el director Chuck Parello, va describiendo el proceder, desde una dócil perspectiva, y génesis de la locura de Gein, destacando una serie de “flashbacks” que nos retrotraen a una sucesión de episodios que priorizan el nocivo carácter de su beata progenitora.
Es de agradecer, la pretensión de alejamiento del cine más sanguinolento, y la búsqueda de un tempo narrativo más afín al interior del personaje, que a sus propias acciones delictivas.
La esquizofrenia causante del letal desequilibrio, utiliza para su progreso un recurso fácil, carente de ingenio como es la continua aparición de su madre, instigando verbalmente en su imaginación, el ansia del crimen, en vez de buscar resortes más cinematográficos, con motivos de construcción visual, que sirvan para desplegar tal comportamiento.
Técnicamente Ed Gein (In The Light Of The Moon), no es que sobresalga en ningún aspecto, simplemente es lo suficientemente bueno como para saciar nuestro morbo, ya que se acerca más a un telefilm.
Nos muestra una “América Profunda”, bien ambientada, y con unos personajes bastante creíbles.
Muy bien ambientado el entorno del protagonista:
Su casa, su habitación, la de su madre, su furgoneta, que en la vida real fue subastada...
Y todos los tópicos posteriores que conocemos en otros filmes:
La bombilla que parpadea en el sótano, la víctima huyendo del asesino por un bosque oscuro, la apariencia normal del malo, etc.
Todas tienen su parecido con el caso real de Ed Gein, y Ed Gein (In The Light Of The Moon) nos lo enseña muy bien, incluso con algunas de las imágenes reales de aquella época.
Destacables son algunos tratamientos en escenas de contacto vecinal, y la aceptable interpretación de Steve Railsback, que pasó 2 meses y medio preparándose para el papel.
Por ejemplo, Railsback leyó 5 libros sobre Gein, para su investigación.
La escena con Steve Railsback bailando a la luz de La Luna, mientras llevaba la piel de una mujer, además de que se hizo en una sola toma, es impactante.
Curiosamente, el actor Steve Railsback, aquí actuando como Ed Gein, ya había interpretado con anterioridad, otro personaje psicopático:
Charles Manson, en el film “Helter Skelter (Massacre in Hollywood)” de 1976.
Y sobre todo, cabe resaltar el trabajo  de Carrie Snodgress, que dibuja muy bien un personaje como es la despótica madre de Ed, y su tono vocal, perdura como esa voz que según Gein, le hablaba insidiosamente.
A Ed Gein (In The Light Of The Moon) se le puede achacar, que no escarba en la morbosidad, y es bastante reacia a mostrar contenido macabro o sanguinolento.
Éste es dado con cuentagotas, y cada vez que sale, no es del todo satisfactorio para el seguidor “gore” y “slasher”
Pero más allá de que la película sea más o menos violenta, sí que se echa en falta un mayor efectismo a la hora de mostrar las perversiones de Ed, siendo en este aspecto, una cinta poco valiente.
Solo en determinados momentos, el hallazgo de los niños en casa de Gein por ejemplo, el director se atreve a ir un paso más allá...
Al menos hay una buena labor de creación del personaje, ya que Railsback aporta una credibilidad escalofriante.
Por último, cabe señalar la banda sonora de Robert McNaughton, que es inquietante y turbadora, con sonidos intensos e hipnóticos, que penetran en el espectador, creando una atmósfera aterradora.
“She isn't missing.
She's at the farm right now”
La película de Alfred Hitchcock, “Psycho” (1960), estableció unos ingredientes muy concretos para un tipo de cinematografía posterior, basada en los desórdenes mentales de los llamados “asesinos psicópatas”
Y es que desde la película de Hitchcock, incorporar una madre posesiva, un hogar huérfano protegido por las imponentes paredes de una vieja casa, una obsesión fanática como alguna religión, y un hijo desestabilizados emocionalmente, puede darnos como resultado, auténticos clásicos del terror actual, porque a veces, el “dulce hogar”, es todo menos dulce.
Ed Gein, en su locura, acabó asesinando y descuartizando, como mínimo, a 2 mujeres de su entorno, a quienes despellejó y mutiló.
La historia de Norman Bates, sigue los mismos pasos que Ed Gein, y algunos de los psicópatas más famosos de la historia del cine posterior, a ellos, también seguirán esa línea marcada en 1960.
Curiosamente, en la mayoría de casos la familia, encarnada en una protección maternal desmesurada; y la religión, representada por una devoción por el catolicismo extremo; serán elementos comunes que desencadenarán tragedias.
En esta línea vamos a topar con auténticos descendientes fuera de sí, de la Sra. Bates.
Los asesinatos de Ed Gein, dieron base para esas 3 películas clásicas:
La de Hitchcock, la de Tobe Hopper y la de Jonathan Demme, a diferentes niveles, de la historia del cine, pero el mismo prototipo:
Hijo perturbado mentalmente por la extrema influencia de una madre sobreprotectora.
Pero Gein ha dado lugar a muchas más películas que las mencionadas:
“Whatever Happen to Baby Jane?” (1962) de Robert Aldrich, donde Bette Davis encarna magistralmente una vida venida a menos, compartida con su hermana minusválida, y ambas actrices con un macabro accidente sobre sus conciencias, que en el caso de Davis se traduce en el comportamiento, aún de su pasado no superado, de niña prodigio en el cine.
“Carrie” (1976) de Brian de Palma, donde volvemos a encontrarnos con una madre fanática religiosa y sobreprotectora hasta el extremo con su hija.
“Halloween” (1978) de John Carpenter, con uno de los psicópatas más famosos, que dio lugar a muchas secuelas sobre Michael Mayers, aquel asesino que empezó su sangrienta carnicería contra su hermana siendo niño, y mencionamos como curiosidad, el nombre del psiquiatra, Dr. Samuel Loomis, protagonista encarnado por Donald Pleasence, que es tomado del nombre del amante de Marion Crane, encarnado por John Gavin en la película de Hitchcock.
“Friday The 13th” (1980) de Sean S. Cunningham, que provocó muchas secuelas, de dudosa calidad, sobre los macabros asesinatos de Jason Voorhees y su madre.
Y es que, el abuso temático de este tipo de tramas, se ha movido, como es lógico, en cuestionables aportaciones, entre ellas, las secuelas de “Psycho”, surgidas de la mano del propio Anthony Perkins, a partir de los años 80.
En definitiva, Ed Gein en la vida real, y “Psycho” (1960) en el cine, iniciaron los parámetros de innumerables películas posteriores, que contribuirían a crear una nueva mitología en el cine de terror, con los personajes y películas referidos, u otros como Freddy Krueger, el maniaco asesino de niños de Springwood; o el psicópata de “American Psycho” (2000) de Mary Harron, donde Christian Bale encarna a un yupi neoyorquino, que descubre su feroz gusto por la sangre humana.
Pero ante todo, la horripilante realidad:
Científicamente, Ed Gein hubiese sido un interesante sujeto de estudio para Sigmund Freud, ya que confirma muchas de sus teorías, en cuanto a la atracción sexual del niño hacia la madre, y la represión de los instintos.
Su infancia, fue un auténtico infierno, donde la madre era una opresora que jodió por completo y para siempre al muchacho.
Con el tiempo, se convirtió en un enfermo mental, incapaz de razonar como los demás ciudadanos, y convivir debidamente en sociedad.
Por culpa de su trauma infantil, su mente naufragó en la demencia más absoluta, y ya no le importaba matar a sus semejantes.
Con casos como éste, se desmiente la creencia cristiana, de que todos podemos a llegar a ser buenas personas, ya que si el contexto es demasiado infernal como el que le tocó a Edward Gein, no hay esperanza alguna para la redención.
Como conclusión, podemos detectar diversos factores  de riesgo que condujeron su vida criminal hasta el extremo:
Procedencia de un hogar disfuncional, con desatención parental, abuso de alcohol y malos tratos.
Aislamiento social sufrido durante la adolescencia, que lo incapacitó para entablar relaciones sociales, y ser capaz de conectar emocionalmente con otras personas.
Retraimiento y soledad, que lo llevaron a la generación de fantasías, y al desarrollo del comportamiento antisocial, basado en la creencia de que el mundo es un lugar hostil.
¿Alguien conoce a alguien de estas características?
Seguro que sí…
Como una bomba, puede ser cuestión de tiempo para que estalle.

“When I see a pretty girl walking down the street, I think two things.
One part wants to be real nice and sweet, and the other part wonders what her head would look like on a stick”



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