Safety Last!

“Say, for five hundred dollars I'd climb to Heaven, an' hang by my heels from the pearly gates”

¿Por qué en la vida, nada ha vuelto a ser como fue alguna vez?
¿Por qué no se repiten pintores tan grandes como los del Renacimiento?
¿Por qué no hay grandes compositores como los del Barroco o El Romanticismo?
¿Y por qué, en casi un siglo, no han vuelto a darse comediantes como los que hubo en La Edad de Oro de Hollywood?
Seguro que hay explicaciones para todo esto, y quizás, una de las más claras es que hemos perdido el rumbo, centrando nuestros intereses, más en el poseer que en el ser.
La tríada de hoy es:
Ten mucho dinero, y muchas propiedades, para que hagas lo que se te antoje, y entonces serás respetado por todos.
Y la tríada que nos enseñaron los grandes maestros es:
Sé un magnífico ser humano, para que puedas servir con amor a la humanidad, y entonces tendrás todo lo que desees de la vida.
Este es el sendero de la sabiduría.
¿Se ha perdido?
“You'll do time for this!
The first time I lay eyes on you again, I'll pinch you!”
Safety Last! es una comedia del año 1923, dirigida por Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Protagonizada por Harold Lloyd, Mildred Davis, Bill Strother, Noah Young, Westcott B. Clarke, Mickey Daniels, entre otros.
El guión es de Harold Lloyd y Sam Taylor, que narra los esfuerzos de un joven empleado de unos grandes almacenes, para hacer creer a su ingenua prometida, que es un gran hombre de negocios.
Es el sueño del progreso, asociado a la gran ciudad, llena de almacenes, fábricas y oportunidades para todos;  además de la posibilidad y promesa de escalar socialmente a partir del trabajo duro y las circunstancias ofrecidas en los centros industriales y económicos de EEUU, nacientes en los años 20, siendo magistral e irónicamente representada y cuestionada.
Harold Lloyd, tuvo la idea de Safety Last!, cuando vio a Bill Strother escalar el edificio Brockman en Los Angeles, como un truco un día.
Lloyd, que tuvo dificultades para ver a alguien más realizar un truco peligroso, porque no tenía control sobre esa situación; se escondió detrás de una esquina, mirando para comprobar el progreso de Strother cada pocos momentos.
Cuando Strother llegó al tejado, Lloyd se acercó, y se presentó...
Con la escalada al edificio, como único elemento para realizar la película, fue añadiendo el resto de elementos imprescindibles para completar un guión.
El título de la película, “Safety Last!”, es un juego sobre la expresión común, “la seguridad en primer lugar”, que coloca a la seguridad, como la prioridad para evitar accidentes, especialmente en los lugares de trabajo.
Safety Last!, representa el 4º largometraje de Harold Lloyd, y uno de los últimos que va a producirle Hal Roach.
El 1 de abril de 1923, en el Srand Theatre de New York, se estrena la que sería la tarjeta de presentación de Harold Lloyd para futuras generaciones de espectadores, y su símbolo de aportación al Séptimo Arte, siendo un éxito absoluto, recogiendo en taquilla, $1,588.000.
Ese fue el año además, en que Lloyd se convertiría en productor independiente, adquiriendo control absoluto de toda su obra fílmica.
Rodada en sitios reales de Culver City, en Los Angeles, en el verano de 1922, la acción sigue a un joven, The Boy/Harold (Harold Lloyd), cuando emigra a la ciudad en busca de un futuro mejor.
Cada poco tiempo, envía cartas a su novia, The Girl/Mildred (Mildred Davis), en las que le habla de lo bien que le van las cosas, lo que no es cierto; pues en realidad, Harold es simplemente un vendedor de retales en unos grandes almacenes, que convive en un apartamento con un obrero de la construcción:
The Pal, “Limpy” Bill (Bill Strother)
Finalmente, hace un trato con su jefe, para trepar un edificio, hecho que a él le dará fama y renombre.
Safety Last! es una obra maestra de Harold Lloyd.
La escena del genial cómico escalando un edificio, supone uno de los momentos más grandes del cine mudo, y su clímax:
Harold colgado de las manillas del reloj, sigue siendo una de las escenas estelares de la historia del Séptimo Arte; una película de humor de los tiempos en que el cine empezaba a ser el mayor entretenimiento de la época.
“Oh, pal, she's just got to believe that I'm successful, until I am”
Harold Clayton Lloyd, fue un actor cinematográfico estadounidense, considerado uno de los más grandes cómicos de la historia del Séptimo Arte; que actuó en 208 películas, entre 1913 y 1947.
Durante la década de los 20, fue el actor más popular y mejor pagado del universo cinematográfico; siendo conocido sobre todo, por las secuencias de persecución que incluían proezas físicas, como trepar por los muros de altos edificios.
Y junto a Buster Keaton y Charlie Chaplin, forma “el triunvirato de grandes cómicos del cine mudo” y, como ellos, su carrera continuó en el período sonoro.
Pero Lloyd se servía de personajes que eran el típico ciudadano de los años 20, con ese peculiar armazón de los lentes, peinado engomado, y con sombrero de paja.
Era un sujeto que veía posible crecer en la sociedad laboral de los Estados Unidos a base de esfuerzo, trabajo, y sentido de la superación.
Harold, dejó su huella perdurable hasta nuestros días, en un personaje joven y simpático, de perenne sonrisa, de clase trabajadora, cuyas gafas redondas de carey, resaltaban su ingenuidad, a veces traducida en timidez, con la cara más blanqueada que una geisha.
Según él, halló las primeras gafas en una vieja tienda de óptica de Los Angeles...
Fue el objeto mágico que configuró su personaje; tanto que en adelante, jamás precisó adquirir otro modelo, por lo que periódicamente, los fabricantes de aquellos famosos lentes, le enviaban una remesa de los mismos, y un cheque en blanco, en agradecimiento a la publicidad reportada, cheque que Lloyd nunca quiso aceptar, porque era él quien les estaba agradecido.
Su candidez, contrastaba con el dinamismo que le otorgaban sus capacidades atléticas.
Desde que Lloyd creó su personaje, Hal Roach, productor de sus cortos, y la Pathé, su distribuidora; se dieron cuenta de que había nacido una estrella, y sus películas, fueron aumentando el número de bobinas hasta que el metraje se hizo tan largo, que abandonaría el corto para siempre.
Y más que mera comedia física, la que solían practicar genios silentes como Buster Keaton, debería ser puntualmente llamada “comedia atlética”; mientras Charlie Chaplin, brinca a través de locuaces abismos, y huye de la codiciosa fauna femenina de todo un pueblo con la capacidad y concentración de un sobrehumano corredor de fondo…
Menos expresivo que el inescrutable Keaton en su ordinario candor de “All American Boy”, Harold Lloyd no puede ser subestimado, como lo demuestra su ejercicio de comedia atlética emblemático, no por nada intitulado Safety Last!
Su método sería entonces, el del riesgo, combinar comedia con el temor que producen las alturas, o cualquier situación de extremo peligro.
No hay duda de que es en Safety Last!, donde este método se convierte en los más brillantes juegos artificiales, en la cadena de risas más explosivas que uno pueda imaginarse.
El guión, está estructurado para ir “in crescendo”, y desembocar en una situación que no es un “sketch” cómico aislado, o una demostración de habilidades acomodada a la fuerza, sino una promesa de amor y éxito en la gran ciudad, es lo que lleva al personaje de esta historia, un joven enamorado y con sueños de riqueza, a aventurarse en busca de mejorar sus condiciones económicas y poder casarse con su novia.
Tras esta historia clásica de amor joven, que busca construir un futuro perfecto y soñado, se desarrolla una serie de incidentes cargados de humor, y graciosamente representados por sus personajes.
Incidentes resultantes de los engaños del protagonista sobre su verdadera condición en la gran ciudad, y el éxito conseguido en el logro de sus sueños de juventud.
Safety Last! consta de 2 partes sin solución de continuidad:
En la primera, se nos presenta a Harold, un joven que abandona su pueblo natal, y en él, a su amada, para labrarse un porvenir en la ciudad, pero las cosas no le van lo bien que él quisiera:
Apenas acierta a trabajar de mero dependiente en unos grandes almacenes especializados en la venta de tejidos, así es que se ve obligado, para no defraudar a su amada, a mantener la ficción de que todo va viento en popa, y a inventar mentiras que envía al pueblo por carta.
Un buen día, por sorpresa, se presenta la chica en su puesto de trabajo, y esto dará pie a una gran variedad de escenas cómicas, y muy bien hilvanadas, donde los gags son absolutamente atemporales, y resisten los visionados que haga falta, empezando por aquella en la que intenta hacer ver a su esposa, que es el jefe del negocio.
En la segunda parte, vemos que Harold intenta ganar $1.000 ofreciendo a su jefe, una idea para publicitar la empresa:
Un hombre misterioso, escalará la fachada de 12 pisos del edificio Bolton, y llamará la atención, en una clara metáfora de la ascensión económica en la que pretendidamente deben participar los estadounidenses de su época, previo al Crack económico, para obtener el reconocimiento social, la admiración, y hasta el amor, y por ende, la felicidad.
Pero ocurre que, llegado el momento, su amigo no puede cumplir su tarea, pues se halla huyendo de un policía con quien tuvo un encontronazo, por culpa del mismo Harold, y éste debe escalarlo él mismo.
Esta larga escena final, con el protagonista escalando un edificio en pleno centro de Los Angeles, es un prodigio cinematográfico, donde se aúnan los elementos cómicos y de suspense, cuando se cree que el personaje está a punto de caer al vacío en varias ocasiones.
La agradable musicalización, dota de sentido y ritmo las escenas más cotidianas, desarrolladas en una tienda de telas, y en las calles de una ciudad, cuya actividad comercial, le ha dado nuevos ritmos y movimientos.
Así pues, Safety Last! representa al cine mudo, y la posibilidad de, a partir de los gestos, la actuación, y el ritmo del montaje, crear imágenes que permiten imaginar un grado de sonoridad en la historia, lo que no hace extrañar la palabra hablada a los acostumbrados a la voz, los efectos, y cualidades del sonido.
La forma de narrar, dinámica y entretenida; además de la metáfora del progreso y la escalada social ofrecida a través de la vida de este “hombre mosca”, convierten a Safety Last!, en una agradable oportunidad para acercar al cine mudo a una generación rodeada de ruido.
Y es que es de una época en que los edificios aumentan gradualmente su altura, modificando el paisaje al que estaban acostumbradas las personas, y convirtiendo las alturas, en un sueño alcanzable.
La metáfora de la escalada social, representada a partir de la misma, la de Harold nuestro protagonista, y representa también, los diferentes obstáculos para el progreso individual, acusado de no potenciar las capacidades propias, sino de privilegiar el espectáculo y el poder de la multitud.
Por otra parte, y quizás la más importante, Safety Last! hace reír.
Sus escenas bien logradas desde la comedia y lo absurdo, ofrece además la posibilidad de emocionarse, agarrarse a la silla, y disfrutar de una experiencia que en ausencia de palabras habladas, nos llena de recursos visuales, y de una historia bien lograda.
Gran mérito, tomando en cuenta el año de filmación, y por no utilizar tantos dobles como se hace hoy en día, aunque Lloyd realmente no necesitaba uno, ya que el edificio era falso, y la cámara fue posicionada en un ángulo que pudiera tomar la escena de la calle debajo.
Pero todo eso ni se nota, no parece existir ningún truco, y eso le suma una gran credibilidad.
La larga escena final, con el protagonista escalando un edificio en pleno centro de Los Angeles, es un prodigio cinematográfico, donde se aúnan los elementos cómicos y de suspense, cuando se cree que el personaje está a punto de caer al vacío en varias ocasiones.
Durante mucho tiempo se pensó, que era el propio Lloyd quien realizó toda la escalada sin ningún tipo de trucaje... y con sus peligrosas y acrobáticas escenas, hay que decir que a Lloyd le faltaban 3 dedos en su mano derecha, que perdió en 1919, en un dramático accidente, y por lo que llevaba la mano recubierta desde entonces con un guante ortopédico.
La larga escena de la trepa, se demoró bastante, pues algunas de las secuencias duraron más de 1 mes, pues sólo podían trabajar entre las 11 de la mañana y la 1 de la tarde, para que las sombras que aparecían fuera de estas horas, no estropeasen el encaje lumínico entre los primeros planos y el fondo.
Hoy sabemos, que fuera de cuadro se mantenía una plataforma de seguridad que iba ascendiendo a la vez que lo hacía el propio actor; y que Lloyd realizó la mayoría de las acrobacias en la fachada, sobre una pequeña plataforma, que se construyó cerca del borde de la azotea, y todavía tenía que ser levantada a una gran altura para obtener la perspectiva de la calle adecuada para la cámara.
El tamaño de la plataforma, no ofrecía gran parte de una red de seguridad, y si Lloyd hubiera caído, había el riesgo de que hubiera caído de la plataforma.
El edificio en el que sube, era en realidad una pared falsa, construida en el techo de un rascacielos real, y hábilmente fotografiada para mantener la ilusión.
El truco reveló por primera vez, en el documental de televisión, “Hollywood” (1980)
El doble, Bill Strother, también reveló que dobló a Lloyd en las tomas largas, de cuando él sube el edificio en la distancia.
Hasta entonces, incluso la versión Time-Life de Safety Last!, que fue ventilada en PBS, contenía un título de la apertura que declaraba que Harold Lloyd subió el edificio él mismo, y sin el uso de trucaje.
Por lo que se optó por suprimir esta información hasta la muerte de Lloyd, y sin embargo, no quería menoscabar el peligro del truco real de Lloyd.
Bill Strother, quien representa al amigo de Harold en Safety Last!, tenía en realidad un acto de “mosca humana”, que este vio alguna vez, y a partir del cual, construyó el argumento.
Lloyd recuerda el momento de la génesis del filme:
“Tuve la idea para la película, caminando por la calle séptima en Los Angeles.
Vi un tremendo gentío afuera del edificio Brockman.
Pregunté a que se debía, y me dijeron que un hombre iba a escalar el edificio.
Así que me quedé por ahí, y apareció un escalador llamado Bill Strother, que fue presentado a la multitud.
El ritual usual, supongo, que viene con todo ello.
Entonces empezó a trepar...
Lo vi subir cerca de 3 pisos, y tuvo tal efecto emocional en mí, que empecé a caminar calle arriba.
Temía que en cualquier momento se cayera, y se matara.
Caminé cerca de una cuadra, pero mi curiosidad me detuvo.
No me alejé, di la vuelta a la cuadra, para así poder echar un vistazo de tanto en tanto, y ver donde estaba.
Había otra gente por allí también, y yo les preguntaba cómo iba…
Él subía utilizando las ventanas, de una ventana a otra…
Todavía no sé cómo lo conseguía, pero lo hacía.
Cuando terminó de subir el edificio, montó en una bicicleta alrededor del borde, se subió a un asta de bandera, y se paró de cabeza.
Cuando todo concluyó, subí y me presenté.
Le dije que estaba en el negocio del cine, y le pedía que hiciera parte de la próxima película.
Supuse que si yo estaba tan afectado, la audiencia también lo estaría.
Podríamos incorporar este ascenso a nuestro argumento”
Así que primero se filmó el ascenso, y luego se produjo el resto del guión.
Las escenas del interior del almacén donde trabaja Lloyd, fueron rodadas en Ville de Paris, una tienda por departamentos de Los Angeles.
El edificio que se utilizó para las tomas generales de la escalada, fue el del International Savings & Exchange Bank, de la misma ciudad.
En el fondo, Safety Last! es un excelente recomendado del humor y la crítica social capitalista de la época, igualmente su narrativa, y como se involucra al protagonista en sucesos inesperados, la hacen totalmente entretenida, su juegos de planos y ángulos en las escenas que corresponden a la escalada del edificio, trasmiten la sensación en el espectador de estar ahí, y comunica eficazmente la zozobra por el bienestar del personaje, donde curiosamente uno ante el peligro de la caída del personaje, solo ríe.
Por encima de los elementos humorísticos que convierten a la película, en una excelente comedia, Safety Last! es toda una metáfora del ascenso social y vital en esos Estados Unidos alegres de los años 20, donde todo parecía posible.
Todo el filme, gira alrededor del tiempo, de la agitada vida urbana, y la lucha sin cuartel por conseguir el éxito.
Desde la escena inicial, se ve aparecer la importancia que el tiempo va a jugar en todo el largometraje.
En todos los momentos claves, un reloj aparece, y conforme la historia avanza, el reloj se va haciendo más y más grande, hasta la eclosión final, la gran escena de Harold colgando del reloj, imagen que ya forma parte de la historia del cine.
Como dato, la protagonista femenina, Mildred Davis, se casó en la vida real con Lloyd, el mismo año de esta película, 1923.
Cuando “The Kid” recibe su cheque de pago del empleado de la tienda, éste lo abre para ver su talón, y aparece el nombre “Harold Lloyd”, que es el nombre del actor, pero no se supone que es el nombre del personaje...
El personaje, como en la mayoría de sus películas, sólo se supone que se conoce como “The Kid”, siendo el único incidente en la carrera entera de Harold Lloyd, en el cual, él interpreta un personaje que usa su nombre verdadero.
La escena, fue editada sin el conocimiento de Lloyd, y no se dio cuenta de ello hasta que la película se completó y estrenó.
Y nos quedan otras escenas:
La escena del escaqueo de la casera es, sencillamente genial; y cuándo tima al compañero de piso con el mismo método, dobla la comicidad de la broma.
Otras destacables, es cuando Harold intenta que su jefe no le vea, cuando ve que llega tarde al trabajo, y se las ingenia para que le validen la ficha; o en la ambulancia; el intento de que su novia crea que es el jefe de todo…
La persecución del policía mientras él va subiendo piso tras piso, hasta alcanzar la cúspide del edificio, o justo al principio, cuando confunde su maleta con el cochecito de un bebé…
Además, lo de los zapatos y los calcetines sobre el cemento en lo alto del edificio.
Al mismo tiempo, la escalada a lo alto del edificio, representa como se ha comentado muy a menudo, la escalada social que debe hacer el protagonista, algo que queda muy claro por el hecho de que, a su llegada a la azotea, culmina instantáneamente con un beso de la chica, como si ésa fuera la recompensa final, que en cierto modo lo es, gracias a esa escalada puede casarse con ella; pero qué pasa después, imagino que la mentira, al final saldrá a la luz.
Pero además, Safety Last! nos mostrará cosas cotidianas de otras épocas, con unos clientes que vienen a pedir cosas después de haber cerrado, la masificación en las ciudades en el tranvía, la locura de las rebajas, el borracho que bebe marca ACME...
En definitiva, una hilarante y fundamental obra de arte, que cumple nada menos que 93 años.
Tras Safety Last!, Harold Lloyd había conquistado por méritos propios, el título de “Rey de La Comedia de Suspense”, y desde entonces, fue el actor más taquillero y mejor pagado durante toda la década de los 20.
Su máxima era:
“La comedia sale de dentro, sale de tu cara, de tu cuerpo”
Con el éxito rotundo de Safety Last!, Lloyd estaba, sin saberlo, sembrando la semilla para que el público lo encasillara, pues su fama de “mosca humana”, que reducía su cine a estas acrobacias, pareció opacar el resto de su brillante producción, y obligarlo a incluir un acto similar, incluso más riesgoso aún.
Tanto que recordaba él, algo decepcionado:
“¿Es que nadie se acuerda de mis otras películas?
Hice cerca de 300, y sólo 5 fueron películas de riesgo en las alturas”
Y tiene razón.
El cine de Harold Lloyd, es más que esto, mucho más.
La banda sonora a cargo de Don Hulette, y Carl Davis en la edición restaurada, también tiene gran importancia, puesto que es el único sonido en este tipo de película no sonora, y la cual debe llevar el peso que en otra clase de proyecto cinematográfico tendría el diálogo.
“I'll be at the next floor up, just as soon as I am through ditching the cop”
Harold Lloyd, fue uno de los más grandes en la época del cine mudo.
Rodó muchas películas, y sin embargo, durante mucho tiempo, su nombre permaneció en un segundo plano, eclipsado por los de Charles Chaplin o Buster Keaton.
Una de las razones, según explicaba hace unos años su nieta, Susan Lloyd, es que sus films, no se vieron tanto por televisión como las de otros cómicos:
“Él era el propietario de todas sus películas, tenía el “copyright”, y no vendía los derechos, porque no le gustaba que las interrumpieran con publicidad.
Era un hombre que había cuidado mucho el ritmo de sus películas, y no soportaba que las cortaran donde les daba la gana.
Eso lo odiaba”
Pero siempre a la sombra de Keaton y Chaplin, no mucha gente conoce a este gran cómico, y algunos lo conocen, aunque no saben su nombre…
Pero con Safety Last!, en concreto, no necesita nada más para entrar en la historia del cine, y por la puerta grande.
Así, a diferencia de Chaplin, la popularidad de Lloyd declinó rápidamente a partir de los 60, ya que sus películas nunca se proyectaban por la pequeña pantalla; y casi toda la obra fílmica de Lloyd está controlada por el Harold Lloyd Trust, que permitió la emisión de algunas de las obras lloydianas más populares en televisión, a finales de la década de los 70.
En 1974, Time-Life comenzó la emisión de la serie “Harold Lloyd's World of Comedy”, una compilación de escenas de sus películas mezcladas arbitrariamente, y con una voz “en off” comentándolas.
A pesar de su mediocre calidad, una nueva generación, descubrió al genio de las gafas, y comenzó a pedir más de aquel cómico, cuyo estilo era muy distinto al de Charlot o Keaton.
En 1989, la serie estadounidense “American Masters”, produjo Harold Lloyd, el tercer genio, espaldarazo para el renacimiento “lloydiano”
Tras esto, el Harold Lloyd Trust, celoso guardián de la obra de Lloyd, restauró varias de sus grandes películas de los años 20, con nuevas partituras musicales, algunas muy meritorias como la de Carl Davis para Safety Last!
En 2005, New Line Cinema, sacó al mercado “Harold Lloyd Comedy Collection”, una colección de 7 DVD, con 13 cortos, 15 largometrajes, entre mudos y hablados, completamente restaurados, y con contenido extra de todo tipo.
El éxito de esa colección en EEUU, animó a la compañía para editarla en el resto del mundo.
Este renacer de Harold Lloyd, se produce en buena medida, gracias a la labor de Annette D’Agostino, “lloydmaníaca” confesa, y de Suzanne Lloyd, nieta del actor.
Enhorabuena.

“Young man, don't you know you might fall and get hurt?”



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