The Longest Ride

“Love requires sacrifice, always”

Artes Liberales, es la expresión de un concepto medieval, heredado de la antigüedad clásica, que hace referencia a las artes, disciplinas académicas, oficios o profesiones cultivadas por hombres libres; por oposición a las artes serviles, oficios viles y mecánicos, propias de los siervos o esclavos.
La personificación como figuras femeninas de Las Siete Artes Liberales o “Trivium et Quadrivium”, es un tema iconográfico muy utilizado en El Arte Medieval, y de La Edad Moderna.
El Black Mountain College (BMC), en particular, fue una universidad fundada en 1933, cerca de Asheville, Carolina del Norte.
El College usaba un nuevo sistema en los Estados Unidos, en el cual, el estudio del arte era el núcleo de la educación.
Asimismo, los principios de John Dewey, también jugaron un papel importante en el sistema de la universidad; de hecho, Dewey, fue la figura más representativa de la pedagogía progresista en Estados Unidos; y a pesar de la fama que alcanzó durante su existencia, la universidad fue cerrada luego de 24 años en 1957.
Entre los conferencistas invitados estuvieron:
Albert Einstein, Clement Greenberg, Bernard Rudofsky, Richard Lippold y William Carlos Williams.
Algunos de los profesores famosos que enseñaron en el BMC fueron:
Josef Albers, Anni Albers, Eric Bentley, Alfred Kazin, John Cage, Harry Callahan, Robert Creeley, Merce Cunningham, Max Dehn, Willem de Kooning, Elaine de Kooning, Richard Buckminster Fuller, Walter Gropius, Lou Harrison, Franz Kline, Jacob Lawrence, Richard Lippold, Charles Olson, Ben Shahn, Aaron Siskind, Theodoros Stamos, Jack Tworkov y Robert Motherwell.
Ex alumnos notables:
Hazel Larson Archer, Ruth Asawa, Harrison Begay, James Bishop, Lyle Bongé, Carolyn Brown, Nicholas Cernovich, John Chamberlain, Robert Creeley, Fielding Dawson, Elaine de Kooning, Stephen De Staebler, Ed Dorn, Jorge Fick, Joseph Fiore, Suzi Gablik, Lorrie Goulet, Francine du Plessix Gray, James Leo Herlihy, Ray Johnson, David Weinrib, Basil King, Gwendolyn Knight, Ingeborg Lauterstein, Jane Mayhall, Peter Nemenyi, Robert De Niro, Sr., Kenneth Noland, H. Peter Oberlander, Joel Oppenheimer, Pat Passlof, Arthur Penn, Charles Perrow, Robert Rauschenberg, Dorothea Rockburne, Clara Porset, Michael Rumaker, Manvel Schauffler, Oli Sihvonen, Kenneth Snelson, Claude Stoller, Deborah Sussman, Dody Weston Thompson, Cy Twombly, John Urbain, Elaine Schmitt Urbain, Stan VanDerBeek, Cora Kelley Ward, David Jacques Way, Susan Weil, Eric Weinberger, John Wieners, Jonathan Williams, Vera B. Williams, y Judd Woldin.
Varios poetas vanguardistas, posteriormente conocidos como los poetas de Black Mountain, pasaron por la escuela durante su existencia.
Algunos de estos poetas, fueron:
Charles Olson, Robert Duncan, Denise Levertov, Jonathan Williams, Ed Dorn y Robert Creeley.
Creeley, fue contratado como profesor, y también como editor del Black Mountain Review en 1955.
Cuando abandonó la institución 2 años más tarde, se mudó a San Francisco, y se convirtió en el enlace entre los poetas de Black Mountain, y los poetas del San Francisco Renaissance.
A través de Allen Ginsberg, también se creó un enlace con los escritores de La Generación Beat, de Greenwich Village.
El BMC fue fundado en 1933, por John Andrew Rice, Theodore Dreier y otros miembros de la facultad del Rollins College; y fue creada como una universidad experimental, que ofrecía una educación interdisciplinaria, lo que atrajo a varios artistas, poetas y diseñadores, que se convirtieron en profesores del College.
Operando en un área rural, relativamente aislada, y con un bajo presupuesto, el BCM inculcaba un espíritu colaborativo e informal, y durante su existencia, atrajo a muchos profesores distinguidos.
Por ejemplo, Richard Buckminster Fuller, junto al estudiante Kenneth Snelson, desarrolló la primera cúpula geodésica en el patio trasero del campus.
Asimismo, Merce Cunningham, fundó su compañía de danza en la universidad.
Durante sus primeros 8 años de existencia, la universidad usaba los edificios del YMCA Blue Ridge Assembly, al sur de Black Mountain, Carolina del Norte.
En 1941, la universidad se traslada a sus propias instalaciones construidas junto al Lago Eden, y permaneció allí hasta su cierre en 1956.
El colegio, suspendió las clases por orden judicial, en 1957.
Esto se debió a deudas no sostenidas por la disminución del número de estudiantes.
En 1962, los libros de la escuela, fueron finalmente cerrados, con todas las deudas cubiertas.
Posteriormente, la propiedad fue vendida, y convertida en un campamento de verano para niños cristianos, el Camp Rockmont.
Asimismo, los terrenos albergaron el Black Mountain Festival, y el Lake Eden Arts Festival.
Algunos de los edificios, todavía siguen usándose como residencias e instalaciones administrativas.
La historia y el legado de Black Mountain College, se conserva y se extiende a través de Black Mountain College Museum + Arts Center (BMCM+AC), en el centro de Asheville, en Carolina del Norte.
Y Black Mountain College, es el tema de la exposición del museo Leap Before You Look: Black Mountain College 1933-1957, que se inauguró en El Instituto de Arte Contemporáneo de Boston, el 10 de octubre de 2015; comisariado por Helen Molesworth, con Ruth Erickson; y exhibido en El Museo Hammer, el 21 de febrero de 2016, al 15 de mayo de 2016, organizado por Anne Ellegood, curadora principal, con los curadores asistentes:}
MacKenzie Stevens y January Parkos Arnall.
“I just want you to be happy, even if that “happy” doesn't include me anymore”
The Longest Ride es drama del año 2015, dirigido por George Tillman, Jr.
Protagonizado por Scott Eastwood, Britt Robertson, Alan Alda, Oona Chaplin, Jack Huston, Melissa Benoist, Lolita Davidovich, Amber Chaney, Lindsey Elizabeth, Brigham McNeely, Tommy Brown, Perry Ball, Mary Austin, Brenda Moss-Clifton, entre otros.
El guión es de Craig Bolotin, basado en la novela homónima, y 10º libro de Nicholas Sparks, cuyas obras llevadas al cine, han recaudado $750 millones.
La inspiración del libro, fue Black Mountain College, una escuela de artes liberales, con algunos de los nombres más importantes del movimiento del arte moderno.
Los estilos que aparecen en el libro, son:
Expresionismo abstracto, Futurismo, Bauhaus, Cubismo, y Abstracción lírica.
Los artistas del libro, son:
Ken Noland, Ray Johnson, Robert Rauschenberg, Elaine de Kooning, Willem de Kooning, Susan Weil, Pat Passlof, Jackson Pollock, Jasper Johns, Andy Warhol, y Pablo Picasso; y Robert de Niro Sr., en la pintura “El Hombre con Bigote” (1960)
Los derechos para hacer la película, se compraron antes de que el libro viera la luz.
Siendo 7 las novelas de Nicholas Sparks llevadas a la gran pantalla, un número que seguirá en aumento.
The Longest Ride como película, tiene el metraje más largo de cualquier adaptación de Nicholas Sparks, de 2 horas y 19 minutos; los cuales se rodaron en Carolina del Norte; siendo la historia de amor entre el joven cowboy, Luke Collins (Scott Eastwood), antiguo campeón de rodeo en plena vuelta a la competición tras una lesión, y Sophia Danko (Britt Robertson), una estudiante universitaria a punto de embarcarse en unos meses en su gran sueño:
Trabajar en el mundo del arte en New York.
En su primera cita, Luke y Sophia rescatarán de un accidente a Ira Levinson (Jack Huston/Alan Alda), un veterano viudo, que añora el gran amor de su vida:
Ruth (Oona Chaplin)
El amor de Luke y Sophia se pone a prueba ante la diferente forma de vida que tiene cada uno, pero se ven unidos inesperadamente con la aparición de Ira.
Los “flashbacks” de los relatos de Ira, se remontan a su juventud, lo que da material para la historia romántica de los jóvenes Luke y Sophia; por lo que continuamente pasamos de un tiempo al otro, comparando las casuales similitudes temáticas entre ambas situaciones sentimentales.
Es una historia inolvidable, de 2 historias de amor entrelazadas:
En una, un anciano, recobrando y perdiendo la conciencia, se reúne con su amada esposa, que había fallecido años antes; en la segunda, un hombre luchando por salvar el rancho de su familia, se enamora de una sofisticada joven.
Así, el extraño suceso, unirá a ambas generaciones en un extraordinario viaje.
“She had a great eye for talent, but I only had eyes for her”
Las novelas de Nicholas Sparks, se han convertido en un subgénero en sí mismas dentro del cine romántico, donde cada novela ha generado una película que cuenta ya con un público cautivo, dispuesto a derramar alguna lágrima viendo una historia que reúne similares características de las otras escritas por el autor.
Y no nos engañemos, los relatos de Sparks están llenos de recursos melodramáticos, habituales:
Amor a primera vista, cartas de amor, parejas de 2 mundos muy distintos, parejas que rompen a pesar de estar enamoradas, noches de tormenta, paisajes encantadores…
La típica historia de amor dulcificada, predecible, y poco realista, que a muchos gusta, y otros no tanto.
Uno de los puntos fuertes, es la ejecución técnica, llevada a cabo con acierto, tanto por el director, como por el equipo de fotografía, mostrando una imagen bien pulida, con unos paisajes y ambientes sumamente agradables.
La estética está bien cuidada, las idílicas locaciones en Carolina del Norte, son muy bellas, y por supuesto, se saca provecho del hermoso paisaje, con sus lagos, carreteras y senderos con colorida vegetación.
También, se beneficia del encanto físico de sus actores, los fotografía desde los ángulos que más les favorecen, y se detiene en las escenas románticas, filmándolas como si de un videoclip se tratara.
Secuencias de amor en la regadera, o los besos en el agua, ya son un sello particular del escritor, y no se hacen esperar
Otro de los pilares que mantiene la cinta desde los cimientos, es su ritmo.
Pese a ser una producción larga, que supera las 2 horas, consigue mantener la atención, y bailar entre 2 historias muy diferentes, con un núcleo común:
Luke Collins, es un jinete de toros, que se gana la vida compitiendo en rodeos, hasta que sufre una grave lesión al caerse de uno.
Un año después, reaparece en una competición en Carolina del Norte, a la que asiste Sophia, y algunas de sus compañeras de la hermandad universitaria a la que pertenece.
Sophia y Luke, se conocen por casualidad, esa noche, vuelven a coincidir en un bar, y quedan en llamarse para volver a salir...
Aunque Luke la llama, Sophia no devuelve las llamadas, pues en un par de meses se muda a New York, ya que tiene un trabajo en prácticas, en una importante galería de arte, y no quiere distracciones.
Finalmente, Sophia queda con él, y cuando están de regreso, paran en el camino para ayudar a un coche que se ha salido de la carretera.
El conductor es un anciano que tiene un fuerte golpe en la cabeza, Ira Levinson, que insiste mucho en que cojan una caja que hay en el coche…
Sophia se queda en el hospital, mientras espera saber si está bien, y descubre que la caja contiene cartas y recuerdos de Ira y su mujer Ruth.
Sophia, acude a visitarle con regularidad, para hacerle compañía, y leerle las cartas.
Mientras vamos conociendo la historia de amor entre Ira y Ruth, veremos como Luke y Sophia intentan encajar sus diferentes vidas, y que su relación funcione.
De nuevo, la historia está compuesta de 2 líneas de tiempo distintas:
Una en la actualidad, con la trama romántica entre Luke y Sophia; y otra ambientada en los años 40, con la historia de Ira y Ruth, que conoceremos a través de las cartas de Ira.
Esta última, ofrece un arco narrativo más interesante, sobre todo cuando se centra en los días de La Segunda Guerra Mundial, es una historia de amor incondicional, tierna y encantadora, que servirá de inspiración a Sophia.
Por otro lado, la historia de Luke y Sophia, gira en torno a la toma de decisiones, de dejarlo todo por amor, o seguir con el plan establecido.
Sorprendentemente, el ritmo de la narración es bueno, y no se hace larga, a pesar de su duración; pero para unos The Longest Ride será un viaje demasiado largo…
Para otros, una aventura que no acaba más que empezar.
Los primeros, verán a Nicholas Sparks en cada plano:
Besos bajo el agua, historias de amor imposibles entre distintas clases, y modos de vida, pasados traumáticos, “flashbacks”, cartas…
Los segundos, disfrutarán de los inmensos paisajes de Carolina del Norte, se agarrarán a la butaca como si estuvieran en un rodeo, visitarán galerías, exposiciones y museos, se quedarán pasmados ante las obras de Pollock, De Kooning, Kline, Rotko… e incluso, pujarán por algunas de ellas, y saldrán del cine con un sombrero de vaquero en la cabeza, un pincel en la mano, y empapados hasta las cejas, no sé si de llorar o de tantísima agua que hay de por medio.
Seguramente, el público que comparte el rechazo por historias sofisticadas, es el mismo que se vuelca en los cines para ver cintas de acción y superhéroes; o comedias como las de Jude Apatow, cuyos protagonistas masculinos son hedonistas adolescentes perenes.
Los personajes de Sparks, son hombres “enchapados a la antigua”, que traen flores a sus novias, y que ponen al amor frente a todo.
Puesto en el contexto de ese universo exclusivo de los “blockbusters”, las historias de Sparks, por lo menos aspiran a una visión del mundo, siempre en un pasado inventado que, es evidente, le traen cierto confort a mucha gente para quien la realidad presente se ha vuelto demasiado compleja.
Es decir, no se les puede tomar en serio, más que dentro de las reglas de su propio universo imaginario.
Evasión pura, pero que se asume como tal, y en ese sentido, The Longest Ride cumple bien su función.
Pero entre las 2 historias, la de Ira y Ruth es la que ofrece un arco narrativo más interesante, de cierta manera, tiene más sentido en cómo evoluciona.
Tal vez se deba a que entiendes que no te cuentan toda su historia de amor, y por tanto, los saltos en el tiempo, y la rapidez con la que evoluciona, tiene más sentido que con la contemporánea.
Además, son 2 realidades diferentes:
El arte, la fascinación ante algo que nadie entiende.
Los rodeos y la vida rural, la competición como parte de uno mismo, y la naturaleza como una más de la que formar parte.
Son 2 conceptos también incomprendidos:
Loco uno, loco el otro; y al final, locos de amor, pero con matices que de eso el arte entiende mucho.
Tanto un mundo como otro, son capaces de llevarte a su espacio.
El arte te absorbe; mientras las imágenes de los rodeos impresionan aún más.
Pero una sola escena, puede resumir The Longest Ride:
Cuando Luke, el fuerte, y masculino vaquero protagonista, se reúne con su refinada novia, Sophia, en la elegante galería donde ella trabaja, y su jefa le pide su opinión sobre la exhibición...
Después de ver que el arte abstracto, que a él le parece solo un montón de bolitas y palitos, se vende por miles de dólares; Luke, que también vive de sus manos, le responde:
“Creo que hay más estiércol aquí, que en los establos donde trabajo”
Su juicio denota a la vez, la falsedad del discurso artístico como forma de vida, y a los toros de los que él mismo vive.
Asimismo, el espectacular éxito del autor Nicholas Sparks, nos indica que mucha gente coincide con el punto de vista de Luke:
Las expresiones refinadas y complejas del arte, no les dicen nada.
Claramente, The Longest Ride está dirigida a ese público.
Por otra parte, se la podría descalificar por manejar el romanticismo anticuado y “rosa” que caracteriza a Sparks, pero en este caso, habría que reconocer que por lo menos aspiró a reproducir el discurso ideológico de Ernst Hemingway.
En concreto, con lo que respecta a su obra maestra, The Sun Also Rises (1926):
Luke, como Romero, el torero héroe de la novela de Hemingway, vive de los toros.
Sin embargo, pero mientras que Hemingway reconocía que había  un principio estético y simbólico detrás de la “fiesta brava”, Luke participa en burdas competencias, donde debe permanecer montado en un furioso toro, utilizando solo una mano, el máximo posible son 8 segundos...
El “deporte” es brutal, y la pregunta es cuánto podrán salir lastimados quienes lo practican.
Sophia representa, por su parte, a ese mundo sofisticado y femenino que Luke no entiende, pero respeta.
Sophia viene de una gran metrópolis, pero acabó en una pequeña universidad de Carolina del Norte, por una beca para estudiar artes visuales.
Está próxima a graduarse, y su ambición de trabajar para una galería en New York, parece en camino de cumplirse.
Es evidente que Luke no encaja en lo absoluto en la idea que tiene Sophia de una pareja, pero ayuda que sea atractivo:
El actor que lo interpreta es hijo de Clint Eastwood, y que su oficio le ha desarrollado una fuerte musculatura, que se muestra en detalle a la menor oportunidad.
Las historias entre las 2 parejas, se van intercalando en el tiempo, y así vemos cómo también Ruth representa el mundo sofisticado del arte, en contraste con Ira, quien es un simple vendedor de trajes.
En su intento por reproducir la dinámica de Hemingway, Sparks parece olvidar que el discurso de la novela, era pertinente en el contexto de la llamada Generación Perdida, que es la de los jóvenes después de La Primera Guerra Mundial.
Como Jake, el protagonista de Hemingway, Ira también recibe una herida que pone en peligro su futuro con Ruth.
La herida de Jake, tiene el sentido de simbolizar la “pérdida” de toda una generación de hombres; la de Ira, pretende ser similar, pero el contexto ya no es el mismo.
Además, Sparks, se queda con el desprecio que Hemingway sentía por los adinerados parásitos exiliados en París, y los comparaba con aquellos que sí tenían que trabajar para vivir.
Es cierto que Hemingway también abogaba por una versión de masculinidad que estaba ligada a la capacidad de trabajar con las manos y en la naturaleza, y con eso se queda Sparks.
Indudablemente, la historia de Ira y Ruth, es la que en concreto resulta ser más interesante, y a su vez, un mayor reto de realización, por requerir la adaptación a la época, de los años 40 en adelante, logrando una óptima ambientación, cuidando con esmero la caracterización de los personajes, el vestuario, el maquillaje y peinado.
Los hechos vividos por la pareja de los jóvenes, Ira y Ruth Levinson, interpretados por Jack Huston y Oona Chaplin, respectivamente, supondrán un aliciente para que Sophia y Luke dejen a un lado todos los obstáculos que se interpongan en su relación.
Mientras ella termina por dejar a un lado su pasión en determinados momentos, él jamás desiste en su intención de ser el número uno.
En las relaciones, siempre hay una parte que hace más por la pareja que la otra, en este caso Sophia.
Además que pareciera que la pareja que está en la actualidad, sufrió mucho por la edición, pues en gran parte del metraje, se desconoce cuánto tiempo había pasado entre los sucesos, parecían meses, pero por los datos que daban en los diálogos, al parecer eran solo unas cuantas semanas, y al final se pierde completamente la noción de tiempo.
La otra historia, pierde el elemento salvaje del rodeo, pero no por ello deja de ser interesante.
El arte como elemento de unión entre 2 épocas diferentes, y el amor como el mismo arte, eterno.
La conjunción entre una y otra trama, se van dando la mano poco a poco, y lo que un principio parece sobrar, acaba por tener sentido.
Parece que el escritor Nicholas Sparks, se encuentra más cómodo creando historias en el pasado, que intentando llevar el romanticismo hasta nuestros días, donde parece bastante menos a gusto; por lo que un tiempo de duración más corto, y un final menos insultante a la inteligencia de su audiencia, la hubieran convertido en una buena oferta de cine para todos.
Nuevamente, con personajes muy semejantes a los de costumbre; atractivos, bien parecidos, que fotografían muy bien, y que lucen impecablemente en pantalla, con problemáticas similares a las ya utilizadas en historias anteriores, y desenlaces completamente previsibles.
Del reparto, The Longest Ride Esta película cuenta con 3 actores que son descendientes de directores de cine notables:
Scott Eastwood, hijo de Clint Eastwood; Jack Huston, nieto de John Huston; y Oona Chaplin, nieta de Charles Chaplin.
Los actores muy guapos, pero nada más, a nivel interpretativo, no transmiten más allá de la ligera sonrisa de ver a 2 actores atractivos interactuando; por lo que Scott Eastwood es una distracción muy grande; el cual, para entonces tenía 28 años, y casi “se pasó por su papel”, por temor a ser demasiado viejo.
Es curioso, como la diferencia de edad real entre Britt Robertson y Scott Eastwood, son sólo 4 años, pero en pantalla, ella aparenta bastantes menos, y él algunos más.
El gran Alan Alda, interpreta al anciano Ira, como roba pantallas, da un toque conmovedor a la cinta, y logra plasmar ese sentimiento de nostalgia por el amor de su juventud.
Alda le da una melancolía sutil a sus diálogos, y siendo un veterano de cine y televisión, comanda presencia escénica sobre los más jóvenes Eastwood y Robertson.
Lolita Davidovich, la que fuera sex symbol en los años 90, es la madre de Luke y Melissa Benoist, la mejor amiga de Sophia, queda desaprovechada.
Oona Chaplin, interpretando a Ruth Levinson, es el único personaje que se siente como una persona real e interesante por las decisiones que toma.
Chaplin es una grata sorpresa, se muestra natural, divertida y elegante; y asume el papel, transmitiendo vivamente las emociones que la atormentan.
A destacar, la bellísima historia secundaria del niño Daniel McDonald, interpretado por Floyd Herrington, que queda también algo al margen.
Un dato es que la película tiene lugar alrededor de 2007, sin embargo, los personajes utilizan teléfonos inteligentes que, obviamente, salió varios años más tarde.
Por último, la banda sonora ayuda mucho y muy bien para potenciar románticamente las escenas.
“You know sometimes I think what right do I have to be happy when there's so much suffering in the world”
El amor no es recibir, sino dar, que no es buscar sentirse bien consigo mismo, sino en buscar la felicidad del otro.
Si amas de verdad a alguien, buscaras su mayor bien, aun cuando no participes de este…
De verdad, hace falta recordar un amor que ya ha pasado, que no volverá, que ha muerto; pues el amor verdadero nunca se olvida, ese amor con el que has compartido tanto, con el que has superado barreras...
Distancia, errores que cometemos todos, llantos, alegrías....
Ese amor no se olvida.
“Quien pisa fuerte, deja huella”, y la rareza de esta frase, es que es verdad, la vida es un viaje, la cual la vivimos como queramos, y con quien queramos, pero nada de esto va a ser fácil.
Los comienzos son fáciles, como quien dice, pasa el tiempo, y va surgiendo obstáculos, como bien surge en esta trama, y ambas historias de amor se separan;
pero no todo termina ahí:
“El amor requiere sacrificio, pero merece la pena, ¿no?
¿De verdad hace falta aguantar tanto por un amor, si puedes tener cientos de miles de amores nuevos?
No, la verdad es que no hace falta...
Sólo es darte cuenta, que cada día que pasa, te acuerdas tanto o más de ese amor, que quisieras estar con él, como si estuvieran juntos.
Ese es el sacrificio que todos tenemos que pasar, o hemos pasado por algún amor, darte cuenta de esto hace que ese amor sea único, “un amor verdadero” que se llama, y por eso merece la pena, siempre.
Las historias de amor compenetradas en el tiempo, se dan cuenta de esto, se dan cuenta que vale la pena sacrificar algo, porque el amor es así, y compartir otras muchas cosas al lado de la persona que es todo para uno.
¿No es extraño que tu vida vaya en una dirección, y entonces conoces a una persona, y todo cambia?
No todo acaba con un final feliz, pero no todos lo consiguen; si no luchas por algo o alguien que quieres, nunca lo vas a conseguir; por lo que no se vive de recuerdos, se vive de momentos inolvidables.

“I don't know what the future holds but I know there is no future without you”



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