The Scarlet and The Black

“In other words, General, your forces have occupied our city”

La Segunda Guerra Mundial, siempre ha dado origen a multitud de adaptaciones acerca de las personas que arriesgaron sus vidas por salvar las de sus semejantes, superando toda clase de vejaciones y brutalidades.
Entre ellas destacan varias personalidades de alto copete:
Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli, Papa Pío XII, fue elegido papa número 260, cabeza visible de La Iglesia católica, y soberano de La Ciudad del Vaticano, desde el 2 de marzo de 1939, hasta su muerte en 1958.
Antes de su coronación, y como medida preventiva, redactó ante notario, una carta de renuncia, en el caso de que fuera hecho prisionero por los nazis, de forma que no ocurriera lo mismo que había acontecido con el apresamiento de Pio VII, por Napoleón Bonaparte.
Cuando fue elegido Papa en 1939, archivó una carta contra el racismo, y el antisemitismo que su predecesor había preparado.
Aún tras la llegada al Vaticano de informes sobre el asesinato de judíos, El Papa no llevó a cabo ninguna protesta, ni verbal ni por escrito.
En diciembre de 1942, se abstuvo de firmar una declaración de Los Aliados, que condenaba la exterminación de judíos.
Cuando los judíos fueron deportados de Roma a Auschwitz, El Papa tampoco intervino; y mantuvo su posición neutral durante la guerra, con la excepción de algunas apelaciones a los dignatarios de Hungría y Eslovaquia, al final de la misma.
Su silencio y la falta de una guía, obligaron a los hombres de la iglesia en toda Europa, a decidir por su propia cuenta, cómo reaccionar.
Las acusaciones del Estado de Israel contra Pío XII, se pueden resumir en las siguientes cuestiones:
Su intervención en la firma del Concordato Imperial; su participación en la redacción de La Encíclica “Humani generis unitas”; el no haber hecho una protesta pública del Holocausto; la falta de apoyo para proteger a los judíos romanos durante la “razzia” de octubre de 1943; y la neutralidad de La Santa Sede durante La Segunda Guerra Mundial.
Por otra parte, Pacelli tuvo un influjo decisivo en la redacción de la carta encíclica de Pío XI, titulada “Mit brennender Sorge” a los obispos alemanes, del 14 de marzo de 1937, que significó una advertencia severa al régimen del Tercer Reich.
El New York Times, en su editorial de Navidad de 1941, elogió al papa Pío XII, por “ponerse plenamente contra el hitlerismo”, y por “no dejar duda de que los objetivos de los nazis, son irreconciliables con su propio concepto de la paz cristiana”
Varios historiadores judíos, como Joseph Lichten, de B'nai B'rith, organización judía dedicada a denunciar el antisemitismo, y mantener viva la memoria del genocidio nazi; han documentado los esfuerzos de La Santa Sede en favor de los hebreos perseguidos.
Según el mismo Lichten, en septiembre de 1943, Pío XII ofreció bienes del Vaticano, como rescate de judíos apresados por los nazis.
También recuerda que, durante la ocupación alemana de Italia, la iglesia, siguiendo instrucciones del Papa, escondió y alimentó a miles de judíos en La Ciudad del Vaticano, y en Castelgandolfo, así como en templos y conventos.
Según algunas fuentes, los nazis tenían un plan avanzado para raptar al Papa; y otras fuentes afirman, que Pío XII apoyó al menos, 3 complots para derrocar a Hitler.
En otra “línea de guerra”, Monseñor Hugh O'Flaherty, CBE; fue un sacerdote católico romano irlandés, que salvó cerca de 4.000 soldados aliados y judíos en La Ciudad del Vaticano durante La Segunda Guerra Mundial.
Se ganó el apodo de “Pimpinela del Vaticano”, en referencia a “The Scarlet Pimpernel” (1905), novela de Emma Orczy de Orcz; sobre el héroe ficticio de “doble identidad” Sir Percy Blakeney, conocido en la sociedad británica georgiana, como “interesado más en sus ropas que en cualquier otra cosa”; pero él lleva una vida doble como “La Pimpinela Escarlata”, salvador de aristócratas e inocentes durante El Reinado del Terror después de La Revolución Francesa.
O'Flaherty, nació en Cahersiveen, County Kerry, Irlanda; y estudió teología en el seminario de Killarney; siendo enviado a Roma para terminar sus estudios en 1922, y fue ordenado sacerdote, el 20 de diciembre de 1925; permaneciendo trabajando para La Santa Sede.
Trabajó como diplomático de La Santa Sede en Egipto, Haití, República Dominicana, y Checoslovaquia; y en 1934, O'Flaherty recibió el título de Monseñor.
Además de sus deberes como sacerdote, era un jugador amateur de golf, llegando a ganar campeonatos no profesionales.
En los primeros años de La Segunda Guerra Mundial, O'Flaherty visitó los campos de prisioneros de guerra en Italia, tratando de buscar prisioneros que habían sido reportados como “desaparecidos en acción”
Si los encontraba con vida, trataba de avisar a sus familias a través de La Radio Vaticano.
Cuando Italia cambió de bando en 1943, miles de prisioneros de guerra británicos fueron liberados.
Algunos de ellos, mediante las visitas de O'Flaherty, lograron comunicarse con él en Roma, y le pidieron ayuda.
Otros fueron a la delegación irlandesa, la única de habla inglesa que quedaba en Roma.
Delia Murphy, quien era la esposa del embajador, y en sus tiempos, una conocida cantante de baladas, fue una de las personas que ayudaron a O'Flaherty.
El cual no esperó permiso de sus superiores para actuar:
Consiguió la ayuda de otros sacerdotes, 2 agentes que trabajaban para Francia Libre, e incluso comunistas, y un contador suizo.
Uno de sus aliados, fue El Coronel británico Sam Derry; y también mantuvo contacto con Sir D'Arcy Osborne, Embajador británico ante La Santa Sede.
O'Flaherty y sus aliados, lograron esconder a 4.000 soldados aliados y judíos en apartamentos, granjas y conventos.
Uno de los escondites, era un local al lado de una central de las SS.
O'Flaherty y Derry, coordinaban las operaciones de la organización; además, O'Flaherty solía utilizar diferentes disfraces cuando salía fuera de la zona de restricción del Vaticano, delimitada por las autoridades nazis.
Por otra parte, Herbert Adolf Kappler, fue el jefe de la policía alemana y servicios de seguridad en Roma, durante La Segunda Guerra Mundial.
Obtuvo el grado militar de Obersturmbannführer en la Sicherheitsdienst y fue responsable de La Masacre de Las Fosas Ardeatinas, así como de no respetar la neutralidad de La Santa Sede.
A mediados de 1941, Kappler fue ascendido a Comandante de las SS, y seleccionado como Oficial de Enlace en el gobierno de Benito Mussolini, así como Consejero de Seguridad de La Policía Fascista.
Su llegada a Italia, fue el resultado de su experiencia en la policía secreta, uniones con el mando SS, Reinhard Heydrich en particular; así como su fluidez de la lengua italiana.
Las actividades principales de Kappler durante este período, fueron suprimir grupos de resistencia, arrestar a “enemigos del estado”, y hacer cumplir medidas antisemitas, incluyendo incursiones a guetos judíos, y deportaciones a campos de exterminio.
Kappler entró en conflicto directo con La Santa Sede, del que sospechaba, servía de refugio a fugitivos aliados y judíos, aunque El Papa Pío XII proclamase la neutralidad de La Santa Sede.
Un adversario particular de Kappler, era Monseñor Hugh O'Flaherty, cuyas actividades fueron ayudar a fugitivos judíos, y presos aliados.
Tanto que Kappler llegó a ofrecer por la cabeza de O’Flaherty, una recompensa de 30.000 liras.
Ambos se habían visto en reuniones sociales que se celebraban en la Roma ocupada, y a las que O’Flaherty asistía para coordinar su estrategia como “guardián de los refugiados y los judíos”
Por lo que Kappler hizo que los judíos de Roma, le pagaran con 50 kilos de oro por su propio rescate, con la promesa de que así “no serían molestados”
O’Flaherty, estuvo a cargo de la colecta entre sus feligreses y conocidos, y la propia comunidad judía.
En una ocasión, Kappler dijo a sus hombres:
“No quiero verlo vivo de nuevo”
Pero el sacerdote era hábil, y se movía libremente en el interior del Vaticano, limitado visiblemente por una línea blanca que los nazis habían pintado en el empedrado de La Plaza de San Pedro, en el inicio de la ocupación.
A salvo, en el territorio de la iglesia, Monseñor recibía a los refugiados que lograban ingresar, eludiendo a los guardias alemanes; pero en muchas ocasiones, debió arriesgarse fuera de los límites del mismo, a merced de la persistente persecución de Kappler, que le había identificado como “cabecilla del movimiento de rescate de refugiados”, y había puesto precio a su captura.
O’Flaherty logró esquivar con audacia, todas las incursiones de los soldados alemanes, utilizando documentos falsos, y los canales de comunicaciones secretas.
Así evitó su captura durante el período de la ocupación alemana.
Paradójicamente, después de la guerra, Kappler y O'Flaherty mantuvieron cierto grado de amistad, mientras Kappler estuvo en prisión.
Una de las acciones más célebres que Kappler emprendió en Roma, fue la organización de La Masacre de Las Fosas Ardeatinas, donde más de 300 civiles italianos fueron asesinados el 24 de marzo de 1944, como represalia por un ataque de la resistencia contra las SS en Roma.
El Papa Pío XII de La Iglesia Católica, con sede en Roma, quien conocía la decisión de efectuar la masacre antes de que se realizara, ha sido criticado por su pasividad, y en especial por no solicitar una postergación de los fusilamientos, con la esperanza de que la demora, calmara los ánimos de venganza, o permitiera la conquista de Roma por Los Aliados.
Después de la guerra, organizaciones y personalidades judías, reconocieron varias veces, oficialmente, la sabiduría de la diplomacia del Papa Pío XII.
El Congreso Judío Mundial, agradeció en 1945, la intervención del Papa, con un generoso donativo al Vaticano...
En el mismo año, El Gran Rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, envió a Pío XII, una bendición especial “por sus esfuerzos para salvar vidas judías durante la ocupación nazi de Italia”
¿Cuál es nuestro deber cuando nos vemos frente a frente con el mal?
¿Cuándo está justificado, ver personas inocentes en peligro, y darles la espalda?
“I am relieved to hear that the German police consider it their duty to protect ordinary citizens”
The Scarlet and The Black es un drama bélico del año 1983, dirigido por Jerry London.
Protagonizado por Gregory Peck, Christopher Plummer, John Gielgud, Raf Vallone, Kenneth Colley, Walter Gotell, Barbara Bouchet, Julian Holloway, Angelo Infanti, Olga Karlatos, Michael Byrne, T.P. McKenna, entre otros.
El guión es de David Butler, basado en la novela de J.P. Gallagher, “The Scarlet Pimpernel Of The Vatican”, publicado en 1967.
El título de The Scarlet and The Black, es una variación en el título del libro, y a la película, también se conoce como “The Vatican Pimpernel”
Las referencias a los colores escarlata y negro, tiene varias referencias simbólicas; la más obvia es quizás la sotana negra con una faja escarlata que visten Monseñores y Obispos en La Iglesia Católica.
Escarlata, también puede referirse a lo bueno; y el negro, se refiere a lo malo…
También, son los colores que se encuentran en el emblema de los nazis, etc.
The Scarlet and The Black es una coproducción entre Italia, Estados Unidos y Gran Bretaña, para la televisión, y nos habla sobré el papel que jugó la iglesia con las fuerzas de ocupación Alemanas.
Tiene una duración de 143 minutos; con diálogos en inglés, alemán, e italiano.
La acción nos sitúa en Roma, tras la ocupación de la ciudad por tropas alemanas en 1943.
El Coronel de la SS, Herbert Kappler (Christopher Plummer), recién nombrado nuevo Jefe de La Gestapo en la ciudad, está decidido a acabar con las actividades de La Resistencia en la capital italiana.
Por su parte, Monseñor Hugh O’Flaherty (Gregory Peck), es un sacerdote irlandés, perteneciente al Santo Oficio del Vaticano, que dedica todos sus esfuerzos a ocultar soldados aliados, evadidos y familiares de La Resistencia italiana, para ayudarles a escapar de los alemanes.
Pronto, Kappler comenzará a sospechar de O’Flaherty, trabándose entre ambos hombres, una intensa rivalidad.
En tanto, El Papa Pío XII (John Gielgud), intentaba mantenerse neutral al conflicto.
La inmunidad diplomática del sacerdote O’Flaherty, por pertenecer al Vaticano, considerado Estado Neutral, le ayuda a poder hacer aparición en varios sitios para contactar a sus benefactores, pero:
¿Qué pasará ahora que su cabeza tiene precio, y no puede salir del Vaticano, o de lo contrario será asesinado?
Pero de una u otra forma, el sacerdote se las ingeniaba para escapar de las garras del macabro asesino Kappler, aunque éste no dudará en asesinar a todo aquel que se interpusiese en su camino.
Por el camino, careos entre Kappler y O'Flaherty realmente memorables, y altas dosis de sarcasmos, con momentos muy tensos, como las escapadas de O'Flaherty fuera de los límites del Vaticano, y finalmente, el toque humano en su resolución, donde asistimos a una auténtica cura de humildad para Kappler.
El SS-Obersturmbannführer, Herbert Kappler, fue condenado a cadena perpetua; y se convirtió al catolicismo después de varios años, en parte, bajo la influencia de su adversario, Hugh O'Flaherty, que lo visitaba a menudo en la cárcel.
The Scarlet and The Black es cine de catequesis, todo un ejemplo de un buen cristiano, cumpliendo las enseñanzas de Cristo, en un hombre que arriesgo todo por sus próximos, en condiciones realmente difíciles.
Un hombre que lucho por otros, más allá de su procedencia, y si le simpatizaban o no.
The Scarlet and The Black es un film de culto, pues trae un mensaje esperanzador, que hace renovar la fe en la humanidad, la cual muchos pierden día a día.
“Damn you and damn your social life, priest!”
Producida para la televisión, The Scarlet and The Black resultó tener un valor tan significativo, y toda la apariencia para poder compararla con cualquier film hecho para la gran pantalla.
La calidad artística, la banda sonora, los escenarios, la historia, y todos los detalles puestos en ella, le hacen de una excelente producción.
Un título vibrante, que engancha con sus dosis de suspense policial, intriga política y drama, no cae en la beatería, y convence en su misión de mostrar la vida de un auténtico héroe, de aquellos que necesariamente surgen en tiempos difíciles, y en recordar el papel activo que, en algunas ocasiones, sí se atrevió a dar El Vaticano, no carente en otros casos de ambigüedad…
La historia que nos cuenta, se basa en la historia real de Monseñor O’Flaherty, cuyas actividades clandestinas durante La Segunda Guerra Mundial, habían sido de mucho valor, para rescatar a decenas de personas en peligro de ser detenidas por los alemanes.
Por tanto, era una historia que claramente se prestaba para ser llevada al cine.
Además, nos sitúa en el inicio del fin de un Imperio que comienza a desquebrajarse y a desintegrarse a la vista de todos, pero no reconocido por el dictador alemán, que a pesar de los territorios liberados por los aliados, y la pérdida por consiguiente de su supremacía, Hitler intentó hasta el último momento, mostrarse vencedor de una guerra que llegaba a su fin, y que mostraba una dirección opuesta a la creída por este alemán.
En 1943, la Alemania nazi por completo, ocupa Roma.
El Papa Pio XII, es abordado por El Comandante de las SS en Roma, El Coronel Herbert Kappler, que pinta una línea blanca alrededor del Vaticano, confirmando el área jurisdiccional del Vaticano, a partir del cual, soldados de las SS no pueden entrar.
El principal rival de Kappler, es Monseñor O’Flaherty, un irlandés que organiza refugio seguro para los prisioneros que escaparon de la guerra en Roma, incluyendo casas de seguridad.
Está asistido en esta empresa, por varios otros patriotas, como la señorita Francesca Lombardo (Olga Karlatos), y un número de otros.
Kappler inicialmente quiere reventar el grupo, sin embargo, enojado por los éxitos repetidos de O’Flaherty, en frustrarlo y engañarlo, adopta una venganza contra él.
The Scarlet and The Black, muestra las brutales tácticas de La Gestapo, quienes torturan y ejecutan al padre Morosini (Angelo Infanti), que es descubierto ayudando a La Resistencia; por lo que Kappler se pone como fin, no solo detener a O'Flaherty, cueste lo que cueste.
Durante este período, Kappler sigue deportando a judíos a los campos de trabajo, y extorsionar a grandes sumas de dinero y el oro de ellos, así como perseguirlos.
Después de que Los Aliados tienen éxito al entrar en Italia y, finalmente, la cumplen la rendición de La Resistencia alemana, se dirigen hacia Roma para liberarla.
Por lo que Kappler se preocupa por la seguridad de su familia, y pide a Monseñor O’Flaherty, salvarla; sin embargo, El Monseñor se niega a hacerlo…
Tiempo después, Kappler es detenido y cuestionado por Los Aliados; y es en ese momento que se le informa que su esposa e hijos fueron evacuados a Suiza, y se da cuenta de que a pesar de todo, las enemistades con O’Flaherty, lograron salvar a su familia.
Se dijo al final, que Kappler se convierte al catolicismo, siendo bautizado por O’Flaherty, en 1959; y en cautiverio, fue visitado cada mes por O’Flaherty.
El director Jerry London, logra presentar muy decentemente la historia de opresión nazi, quienes liquidan a cualquier indocumentado, o incluso sacerdote, que no cumpla con sus exigencias.
Con interesantes planos del cuartel general nazi, donde Kappler planea y ordena con el fondo de un cuadro de Hitler, que refuerza la imagen y poder nazi; esto tiene su otro extremo con el cura, que tiene por fondo la imagen del Papa.
The Scarlet and The Black, también tiene momentos en que muestra la belleza barroca de los recintos del Vaticano, los hermosos frescos y murales de sus iglesias, las inmortales obras pictóricas del Renacimiento que se han convertido en iconos del arte universal, un detalle acertado; y London consigue producir una buena película, con una excelente trama, y muy buenas actuaciones.
También llama la atención, la cuidada ambientación de los escenarios y exteriores, con muchas escenas filmadas en las localizaciones reales de Roma y El Vaticano.
Pero por encima de todo, destaca el sobresaliente duelo interpretativo entre Gregory Peck y Christopher Plummer, que llena la pantalla de una manera abrumadora, especialmente en las escenas que comparten, bordando sus respectivos papeles, de luchador sacerdote, y cruel oficial de La Gestapo respectivamente.
Kappler, es presentado de forma formal, como un personaje amenazador; mientras a O'Flaherty lo vemos boxeando en un ring, entrenando, manteniéndose físicamente activo, que en la vida real, se dice que ganó algunos torneos de box; además era fanático del golf; junto a otros sacerdotes, y miembros de La Guardia Suiza.
El bondadoso, pero duro y cabezota Monseñor O’Flaherty verá, con la llegada del General Kappler, interrumpida su política de ayudas, llegando incluso a peligrar su vida por la persecución y control a la que se verá sometido.
Se convertirá en un astuto personaje, que más listo que El General, responderá con astucia a todas las restricciones con las que se encuentra, para ello, buscará alternativas, cambiará su “modus operandi”, y se hará pasar gracias a su ingenio, por distintas personalidades, con el fin de mostrar que no se someterá a un poder en el que no cree, y no comparte en nada.
Todo ello, conseguirá frustrar al personaje que encarna Plummer que ve, al mismo tiempo, que el régimen que profesa, está cayendo en desgracia, a pesar de la propaganda optimista del Reich.
De entre todas las escenas que comparten los 2 grandes actores, me quedaría especialmente con 2:
El primer encuentro de Kappler y O’Flaherty a la salida del teatro de la ópera; y el desenlace, con el duelo dialéctico entre los protagonistas, en la que Kappler termina apelando a los sentimientos cristianos de su acérrimo rival para conseguir su ayuda.
Como dato, Christopher Plummer, tenía 53 años cuando se filmó The Scarlet and The Black; mientras Kappler tenía solo 36, cuando ocurrieron los eventos descritos.
Y esta es una de 3 ocasiones en su carrera cinematográfica, en la que John Gielgud interpretó a un Papa.
Los otros 2 filmes fueron:
“The Shoes Of The Fisherman” (1968), donde interpretó al papa ficticio Pío XIII; y en “Elizabeth” (1998), donde interpretó al Papa de la vida real, Pío V.
Respecto a la actitud de Pio XII frente al nazismo, es un tema de difícil enjuiciamiento.
Por un lado, El Papa estaba sometido a poderosas presiones políticas, porque El Vaticano se ubica en territorio italiano, e Italia era un país fascista aliado de Alemania; pero por otro, es también de justicia afirmar, que como líder espiritual de Occidente, debió haber hecho algo más.
En cualquier caso, es un personaje controvertido, sin duda.
Los argumentos del Papa de Gielgud, en defensa del Papa histórico, sí que aparecen.
Dice que “el más grande e importante deber del Papado, es defender la continuidad de los siglos... la esencia del estadista, está en comprometer”
Por supuesto que está hablando de los prisioneros aliados…
Destacar que, pese a la conocida “neutralidad” del Vaticano, y su posición frente al Holocausto Judío, no actuaron en contra del Régimen Nazi de ocupación, hasta que no vieron peligrar El Vaticano, girando la vista hacia un lado, cuando los nazis desalojaron de judíos la ciudad de Roma; y The Scarlet and The Black, hace una pequeña referencia, bajo una reflexión/confesión del Papa hacia O'Flaherty, conforme al posible error del Vaticano, al firmar un acuerdo con Hitler que lo exoneraba de cualquier riesgo a cambio de, por decirlo de algún modo, hacer la “vista gorda”
Al menos lo citan...
Ah, pero El Monseñor de Peck, pregunta:
“¿Alguna vez será correcto el ver a personas en peligro mortal, y darles la espalda?”
El Papa no responde, no necesariamente porque no tenga nada que decir, sino porque El Monseñor lo ha interrumpido con otra pregunta.
Es una lástima que The Scarlet and The Black, tensa en persecuciones, fascinante en las confrontaciones entre El General y El Monseñor; evada las grandes preguntas sin respuestas.
Pero The Scarlet and The Black, sí tiene un punto de vista sobre Pío XII, que deja claro en los últimos minutos:
Nunca ha intentado detener a Monseñor O'Flaherty en sus desafíos a los Nazis; pero tampoco lo ha alentado.
El Papa, ha practicado la política del silencio, pero en realidad no importa:
“En mi corazón yo te honro”, le dice a Monseñor O'Flaherty, cuando Los Aliados han liberado a Roma.
El Monseñor, sobrecogido, se retira ante un altar a orar.
El Papa, sale por un balcón a bendecir a las multitudes…
Está claro que ambos están donde deben estar.
Además, si se ve bien, El Papa sabe perfectamente lo que está haciendo El Monseñor, y sin decir palabras directas, no hay que ser experto en lenguaje corporal para comprender que lo está alentando, constantemente.
Sobre ello, Steven D. Greydanus escribe:
“John Gielgud interpreta a Pío XII, representándolo de forma empática, y se le muestra dispuesto a levantarse contra El Nazismo.
En una escena lo vemos teniendo dudas sobre El Concordato que firmó con El Régimen Nazi, una interpretación en la que apreciamos que los bien intencionados cineastas quisieron poner en la mejor luz posible al Santo Padre”
Otro aspecto a su favor, es el de que la mayoría de personajes reales que aparecen como Kappler, El Papa Pio XII, o el mismo Himmler, son retratados de una manera bastante creíble y fidedigna.
Pero el personaje del General Max Helm (Walter Gotell), se basa enteramente en la vida real del SS Obergruppenführer, Karl Wolff.
La producción de The Scarlet and The Black, no podía utilizar el nombre real de Wolff, ya que éste todavía vivía en 1981, y murió hasta 1984, 1 año después del estreno.
Por otra parte, vale destacar que The Scarlet and The Black, cuenta la historia de un sacerdote que representó los valores del Evangelio, en la firmeza de su fe, su amor por los demás, y su capacidad de perdón.
Tanto Monseñor O’Flaherty, como sus colaboradores, arriesgaron su vida para salvar al prójimo, en una situación extrema.
Fueron firmes en los momentos de tribulación.
Además, nos ofrece una buena visión general de la situación en Roma durante los meses de ocupación alemana, y de las actividades clandestinas de La Resistencia durante ese periodo.
Todo ello muy bien aderezado con la banda sonora compuesta por el siempre eficaz Ennio Morricone, que acompaña muy bien a la historia.
Si bien, The Scarlet and The Black no es uno de las “masterpieces” del Maestro Italiano, sí es un gran trabajo, y cuya audición fuera de las imágenes a la que acompaña, proporciona un trozo más de la magna obra, y el buen hacer del italiano.
“These gentlemen are Allied soldiers.
They're going to stay with us for a while”
“El matrimonio” entre La Iglesia Católica y El Nazismo, es incuestionable.
Abundan los ejemplos, y no son insignificantes.
La complicidad, no se estableció con silencios de aprobación, con no dichos explícitos o cálculos realizados a partir de hipótesis interesadas.
Los hechos le demuestran a cualquiera que investigue el tema en la historia, que no fue un “matrimonio de conveniencia”, impuesto por una necesidad de supervivencia de la iglesia, sino una pasión común y compartida hacia los mismos enemigos irreductibles:
Los judíos y los comunistas, igualados, la mayor parte del tiempo, en el revoltijo conceptual del judío/bolchevismo.
Desde los inicios del Nacionalsocialismo, hasta la protección de los criminales de guerra del Tercer Reich, después de la caída del régimen, a quienes ayudaron a huir a otros países, aparte del silencio de la iglesia sobre estos asuntos, desde entonces, y aún hoy, incluso la imposibilidad de consultar los archivos sobre este tema en El Vaticano; el feudo de San Pedro, heredero de Cristo, fue también el de Adolf Hitler y sus secuaces nazis, fascistas franceses, colaboracionista, vichyistas, milicianos, y otros criminales de guerra.
A modo de información; ningún nacionalsocialista de las bases, ningún nazi del alto mando, o miembro del estado mayor del Reich, fue excomulgado; y ningún grupo fue excluido de la iglesia, por haber hecho funcionar las cámaras de gas.
Adolf Hitler, no fue excomulgado, y su libro, “Mein Kampf”, nunca formó parte del Índice de Libros Prohibidos.
Recordemos que después de 1924, fecha de publicación de ese libro, el famoso “Index Librorum Prohibitorum”, agregó a su lista, junto a Pierre Larousse, culpable del “Grand Dictionaire Universel”, a Henri Bergson, André Gide, Simone de Beauvoir, y Jean-Paul Sartre.
Adolf Hitler, nunca figuró allí.
¿Por qué?
Siguiendo los hechos de The Scarlet and The Black, Herbert Kappler fue detenido por las tropas inglesas, al final de la guerra.
Lo transfirieron a las autoridades italianas en 1947, y fue juzgado por un tribunal militar reunido en el mismo colegio militar, donde Kappler había alojado a los judíos romanos, en espera de su envío hacia las cámaras de gas.
Ante las acusaciones, Kappler alegó en su defensa, no haber hecho nada más que ejecutar órdenes superiores, y que por tanto, sus acciones no eran punibles, pero fue condenado a cadena perpetua, y a 15 años adicionales por extorsionar y expoliar oro a judíos romanos.
Ingresó en la prisión militar de fuerte Boccea, y posteriormente trasladado a la de Gaeta.
En 1959, se convirtió al catolicismo, gracias a la amistad que hizo con Monseñor Hugh O'Flaherty, quien le visitaba asiduamente en la cárcel, a pesar de haber sido grandes enemigos; donde se cuenta, discutían sobre religión y literatura.
La cantante clásica, Verónica Dunne, que conoció a Monseñor, recuerda sobre estas reuniones:
“Le tomó gran simpatía a Kappler.
En broma decía:
“Aquí estoy, con este hombre que puso un precio de 30 mil liras por mi cabeza, y ahora somos como una especie de amigos”
Parece que el sentimiento era mutuo, porque Kappler describió al cura O’Flaherty como “un amigo paternal”
En cuestión de minutos, el nazi más famoso de Italia, fue recibido en el seno de la iglesia, por el mismo hombre que había tratado de matar…
De acuerdo a las cartas de la cárcel descubiertas por el periodista Maurizio Pierangelo, parece ser que la conversión de Kappler, tuvo lugar alrededor de 1949, pero la historia no se hizo pública hasta 1959.
Tras la guerra, O'Flaherty recibió varios premios, incluyendo el Comandante del Imperio Británico, cuando en la realidad, los odiaba… y La Medalla Presidencial por La Libertad de Estados Unidos, con La Palma Plateada.
Pero rehusó ocupar la pensión vitalicia que Italia le entregó.
Y en 1960, O’Flaherty sufrió un infarto durante una misa, por lo que se vio forzado a retornar a Irlanda.
Se mudó a Cahersiveen, para vivir con su hermana; y a la edad de 65 años, Hugh O'Flaherty murió el 20 de octubre de 1963; siendo sepultado en el cementerio “Daniel O'Connell Memorial Church”, en Cahersiveen.
Mientras que Erich Priebke, quien fuera un Hauptsturmführer del Servicio de Seguridad de las SS (RSHA), conocido por haber sido asistente de Herbert Kappler, que comandó La Masacre de Las Fosas Ardeatinas, en la que fueron asesinados 335 ciudadanos italianos; al finalizar la guerra, escapó con la ayuda del grupo ODESSA, hacia Argentina, donde vivió por un breve tiempo en Buenos Aires, y luego se radicó en San Carlos de Bariloche.
Muchos italianos supervivientes, que no habían olvidado el criminal incidente, le dieron caza; y tras ser descubierto, Italia pidió la extradición, concedida por el gobierno argentino, en noviembre de 1995.
Tras su llegada a La Península, Priebke fue encarcelado en la prisión militar de Forte Boccea, en Roma.
El fiscal militar, presentó la acusación de Priebke, por crímenes de guerra; y después de numerosas apelaciones, en marzo de 1998, Priebke fue condenado a cadena perpetua, pero debido a su avanzada edad, y a las leyes italianas, cumplió con arresto domiciliario hasta su muerte, en Roma, Italia.
Priebke falleció en su cómoda residencia de la capital italiana, el 11 de octubre de 2013, con poco más de 100 años.
Tanto Italia como Argentina, se negaron a acoger un funeral del ex capitán de las SS, la comuna de Roma y El Vaticano, rechazaron la posibilidad de una celebración de exequias en Roma, mientras que La Cancillería argentina aseguró, que no permitiría el ingreso del cuerpo de Priebke al país, ya que habría manifestado antes de morir, sus deseos de ser enterrado junto a los restos de su esposa en Bariloche.
En 1975, a la edad de 68 años, a Herbert Kappler se le diagnosticó un cáncer terminal, y fue trasladado a un hospital militar en Roma, en 1976.
Las peticiones, tanto por su segunda esposa, Anneliese, como por el gobierno de Alemania Occidental para liberarlo, fueron negadas por las autoridades italianas.
A causa del deterioro de la salud de Kappler, y las habilidades de enfermería de su esposa Anneliese, se le permitió a ésta, tener un acceso casi ilimitado a su marido durante su estancia en el hospital italiano.
Y en una visita, en agosto de 1977, su esposa lo metió en una maleta grande, pues para entonces Kappler pesaba aproximadamente 47Kg., y ambos escaparon a Alemania Occidental.
El Gobierno italiano, exigió sin éxito que Kappler fuera devuelto a Italia, pero las autoridades de Alemania Occidental, rechazaron extraditarlo, e incluso, no lo procesaron por otros crímenes de guerra, debido a su delicada salud.
Herbert Kappler murió el 9 de febrero de 1978, en su casa de Soltau, a la edad de 70 años.
Por último, en 1958, al morir El Papa Pío XII, Golda Meir, entonces Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, envió un elocuente mensaje:
“Compartimos el dolor de la humanidad.
Cuando el terrible martirio se abatió sobre nuestro pueblo, la voz del Papa se elevó en favor de sus víctimas.
La vida de nuestro tiempo, se enriqueció con una voz que habló claramente sobre las grandes verdades morales por encima del tumulto del conflicto diario.
Lloramos la muerte de un gran servidor de la paz”
El Presidente de EEUU, Dwight Eisenhower, al morir El Papa dijo:
“El mundo, ahora es más pobre después de la muerte del Papa Pío XII”
Mientras el diplomático israelí, Pinchas Lapide, calculó que Pío XII fue personalmente responsable por salvar al menos 700.000 judíos.
Por su parte, El Papa Benedicto XVI, lo declaró “venerable” al Papa Pío XII, el 19 de diciembre de 2009.
Su liderazgo al frente de La Iglesia Católica durante La Segunda Guerra Mundial, sigue siendo motivo de análisis y controversia, principalmente en lo que respecta a la intensidad de su reacción frente a los crímenes del régimen nazi en Europa.
El historiador británico, Sir Martin Gilbert, biógrafo oficial de Winston Churchill y experto en historia del pueblo judío, sostuvo en 2008, que el análisis final acerca de la actitud de Pío XII, acerca de los judíos, sólo se podrá realizar cuando se abriesen Los Archivos Secretos del Vaticano del período de su pontificado, al escrutinio de los investigadores, cosa que se esperaba que ocurriera en 2013; pero que hasta mitad de 2016, no ocurrió.
Por otra parte, existe la causa para la canonización de Pío XII, la cual fue abierta el 18 de noviembre de 1965, por El Papa Pablo VI; pero El Estado de Israel, también se opone a la canonización de Pío XII, hasta que no se hayan abierto Los Archivos del Vaticano referidos a su pontificado.
Para el eminente judío, Albert Einstein:
“Sólo la iglesia se pronunció claramente contra la campaña hitleriana que suprimía la libertad.
Hasta entonces, la iglesia nunca había llamado mi atención, pero hoy expreso mi admiración, y mi profundo aprecio por esta iglesia que, sola, tuvo el valor de luchar por las libertades morales y espirituales”
Este reconocimiento general cambió en 1963, cuando el alemán Rolf Hochhuth, acusó al Papa en su obra “El Vicario” de no haberse opuesto claramente al Holocausto.
Posteriormente, Hochhuth reconoció en un post scriptum a su obra, que el Vaticano ayudó a los judíos...
Recientemente, en julio de 2016, El Papa Francisco visitó Auschwitz, el antiguo Campo de Concentración nazi en Polonia, en una visita histórica, durante hora y media, para rendir homenaje a las más de 1 millón de víctimas, en su mayoría judíos, que perdieron su vida durante La Segunda Guerra Mundial; y pidió “perdón por tanta crueldad” en Auschwitz.
El Pontífice también declaró y defendió con vehemencia, que hoy “hay una guerra, pero no de religiones”; y llamó a los católicos, a rechazar el antisemitismo, y dijo que El Holocausto, en el que murieron 6 millones de judíos, debería recordar a todos, que los derechos humanos, deben ser defendidos.
Su visita se produjo después de que El Papa Francisco advirtiera que el mundo está en guerra, y que una Tercera Guerra Mundial, podría entrar en erupción, si no se abordan las divisiones.

“You're no different from anyone else”



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