C.R.A.Z.Y.

«Emmène-moi au bout de la terre»
(Llévame hasta el fin del mundo)

¿Existen las familias perfectas?
¿Será que lo “negativo” de sus integrantes brilla por su ausencia?
¿Acaso debían estar en disfunción con la familia para ser tomados en cuenta?
Por supuesto que es una mentira y un estereotipo inexistente, cada familia tiene un orgullo y algo o alguien que no guste por su ideología, gustos, actividades, preferencias y modo de vivir, sobre todo si es una familia numerosa.
No es que los padres sientan y/o expresen algún rechazo a propósito, es que tanto ellos como los adolescentes vienen sin manual de instrucciones o si vienen con ellos, solo vienen en un lenguaje incompresible.
C.R.A.Z.Y. es un gran ejemplo de ello.
Los padres no son malos, son más bien tirando a buena gente, sin embargo, no lo pueden evitar, o no lo comprenden, o lo hacen demasiado tarde, acerca de los problemas que tienen sus hijos: la sexualidad y afrontar el futuro con esperanzas. Sobre todo en una época tardía de los 60, entrando a los 70, llena de sexo, drogas y rock ‘n roll, esa era la base de la juventud canadiense de los años 70.
Lo primero que a uno se le pasa por la cabeza cuando se pone a ver C.R.A.Z.Y. es preguntarse quién ha sido el francés que ha decidido montar una película alrededor de ese extraño concepto, sólo claro en Europa, que es el de la "típica familia americana".
Poco a poco uno se da cuenta de que ni es francesa ni es estadounidense, sino que la cosa se queda en el punto medio: Canadá.
C.R.A.Z.Y. está rodada Quebec, en francés, se ha convertido en una cinta de culto, culto para toda una generación que ha encontrado ese equilibrio delicioso entre el cine de autor y el cine con mensaje, que normalmente ya no van tan unidos como antaño, y también para un público que busca que sus diferencias como las del protagonista no sean tan grandes para buscar su pequeño lugar en la sociedad.
El gran acierto de C.R.A.Z.Y. es precisamente hacer de la cotidianeidad de las citaciones su mejor aliado para que resulte realista sin renunciar a la magia.
“Je veux être comme tout le monde”
(Yo quiero ser como los demás)
C.R.A.Z.Y. es una laureada película canadiense del año 2005, rodada en francés, situada en Quebec.
Dirigida por Jean-Marc Vallée, sobre un guión de Jean-Marc Vallée y François Boulay.
Protagonizada por el ENORME Michel Côté (Gervais Beaulieu), ENORME Marc-André Grondin (Zachary Beaulieu), ENORME Émile Vallée, hijo del director (Zachary Beaulieu/niño), Danielle Proulx (Laurianne Beaulieu), Maxime Tremblay (Christian Beaulieu), Pierre-Luc Brillant (Raymond Beaulieu), Alex Gravel (Antoine Beaulieu) y Félix-Antoine Despatie (Yvan Beaulieu), entre otros.
Cabe destacar la Enorme dirección de arte de C.R.A.Z.Y., muy bien cuidada en la ambientación de las épocas.
C.R.A.Z.Y. trata el tema de una eventual homosexualidad en la vida de un adolescente durante la década de 1970 y como este debe sortear las dificultades familiares, culturales y sociales que se presentan en su entorno frente a este eventual hecho.
El excelente criterio con que se utiliza la cámara constituye una de las mayores riquezas del film.
C.R.A.Z.Y. es de corte realista, sin grandes artificios narrativos, excepto algunos escasos momentos en donde el filme se pone un tanto surrealista, pero ello no es más que un recurso del director para mostrar por un lado los efectos de las drogas en la cabeza de un adolescente y por el otro para poner en imágenes el mundo interior e intimísimo del personaje protagonista.
Me impresionó la hipersensibilidad de su guión, como consigue plasmar de manera tan certera y tan humana los conflictos entre padres e hijos, el miedo de los primeros a no estar muy orgullosos de sus hijos; y el miedo de los segundos a no ser aceptados por sus padres.
C.R.A.Z.Y. va directo al grano y gran parte del metraje se desarrolla como un drama sobre la disfuncionalidad familiar, sobre la compleja convivencia entre hermanos adolescentes y sobre la dura tarea de afrontar la posibilidad de las inclinaciones homosexuales de uno de ellos dentro de una familia muy conservadora y con prejuicios.
La narración hecha por la voz en off del propio Zachary, da cuenta de su propio yo y de sus circunstancias, es decir, un cordón umbilical no del todo roto (complejo de Edipo inclusive plasmado en las micciones nocturnas), un toque de gracia divina (videntes, Caín & Abel, Jesucristo, etc.), una búsqueda sin brújula de su tendencia sexual (descubrimientos, encontrarse consigo mismo, viaje iniciático, etc.) y, sobre todo, una tormentosa convivencia familiar (vida real).
Pero no sólo es el sexo lo que preocupa a Zac.
El adolescente se encuentra ante todo un abanico de problemas como las relaciones familiares principalmente, una religión mal entendida, la libertad, el rechazo, la negación de los gustos, el deseo de agradar a los demás, y sobre todo la búsqueda de un sitio donde encajar sin decepcionar a los que les rodean.
Zac es el protagonista de esta bella película.
Valleé se enfoca en su infancia, marcada por la adoración que siente por su padre, y su adolescencia, donde Zac entra en contacto con las drogas y el rock, y en la que se debate entre su homosexualidad latente y su desesperación por conservar el cariño de su padre.
C.R.A.Z.Y. opta por describir a una familia castrante, pero que parte de una represión basada en el cariño y respeto existente un torno a la figura paterna.
A partir de esa premisa se describe a Zac como una especie de nuevo Mesías, es decir: nace el día de Navidad, posee un extraño don curativo y determinadas percepciones y llega a peregrinar hasta Jerusalén.
Además C.R.A.Z.Y. presenta el eterno conflicto entre Caín y Abel, aquí de nuevo expresado en esa extraña relación de afecto y rechazo marcada en todo momento entre el protagonista y su hermano Raymond.
Divertido me pareció, a manera de metáfora, el encuentro en Jerusalén con el hipotético Jesucristo con Zac... y lo que paso después.
En C.R.A.Z.Y. Zac no lo tiene fácil, se lleva mal con su hermano mayor Raymond, que lo hostiga permanentemente acusándolo de ser homosexual.
Esto puede ser un disparador en los niños y adolescentes incomprendidos por su extrema sensibilidad, y que en vista de otros que no los comprenden, puede desembocar en una imposición de una conducta que no se quiere, o que no la desea el sujeto que la recibe, como consecuencia del hostigamiento, manipulación, posible coacción, causándole un bloqueo social, exclusión, rebeldía, etc.
Es decir, acá creo que ante la profunda sensibilidad de Zac, la homosexualidad de él fue forzada por el hostigamiento de su hermano y de su padre, o bien Zac era homosexual y nunca lo supo hasta que tuvo la madurez necesaria para afrontar su realidad, etc.
Su padre Gervais Beaulieu, conservador, egocéntrico, machista y algo desconcertado en relación fundamentalmente por la liberación y nuevas tendencias sexuales de la época, tiene serias dificultades para unirse y entender a su hijo Zac, por lo que las intermitencias en la relación también descolocan al confundido hijo, que no sabe cómo hacer para llegarle, para hacer sentir orgulloso a su padre.
Con su madre Laurianne, bondadosa y comprensiva, lo vincula una conexión espiritual: ella piensa que su hijo posee el don de curar dolores y frenar hemorragias, pero sobre todo, lo que los vincula es una suerte de unión trascendental, de energía que los reúne pese a la distancia, al tiempo y al espacio.
Y sus 4 hermanos Christian, Raymond, Antoine e Yvan son muy diferentes entre sí.
La familia de Zac es una familia católica y conservadora, es “normal” con una madre que les quiere y un padre orgulloso de sus hijos.
A grandes rasgos, cada uno de los hijos representa un arquetipo social:
Christian: es el hijo inteligente que siempre está leyendo y lleva gafas; podría decir que es el más “normalito” de todos, se llega a casar en la historia y no posee mucho dialogo en el film.
Raymond: es un joven rebelde, tatuado y con tendencias delictivas que triunfa con las mujeres; podemos ubicarlo como el antagonista de la película.
Antoine: triunfa en los deportes y es de higiene descuidada, padece de flatulencias y es tan musculoso como su cerebro, esto lo digo porque tampoco posee diálogos en el film.
Zachary: es el protagonista, y como tal, es el único con personalidad realmente definida, a pesar que cambia de look constantemente según la época, es sensible, introvertido.
Pero lo que mueve la trama no es, por curioso que parezca, su milagrería, sino más bien sus tendencias sexuales, no demasiado claras.
Yvan, por ser el último, se quedó sin personalidad, tal vez por eso lo retratan de manera ambigua, con cabello largo, no cuenta con minutos de metraje, y todo lo que sabemos de él es que está gordo.
C.R.A.Z.Y. posee escenas destacadas, maravillosas:
Cuando Zac canta “Space Oddity”, de David Bowie, sin darse cuenta que la ventana de su dormitorio está abierta y todo el barrio lo escucha.
La conversación entre los padres de Zac sobre la homosexualidad y el sexo anal:
Gervais Beaulieu: [à propos des homosexuels] (sobre los gays)
“Tu dois être malade pour garder votre pénis dans le cul de quelqu'un d'autre!”
(Hay que estar enfermo para mantener el pene en el culo de alguien!)
Laurianne Beaulieu: [pause] Hum... Vous avez mauvaise mémoire. (Tienes mala memoria)
La parte donde la madre, deprimida, hace las tostadas.
“Parfois je me demande pourquoi nous prions à un gars aux cheveux longs qui se tient avec une gang de gars en robe.
C'est louche.
Honnêtement!”
(A veces me pregunto por qué le rezamos a un hombre de cabello largo que anda con un montón de tipos en túnicas. Eso es pescado. En serio!)
Uno de los aspectos más interesantes de C.R.A.Z.Y. es la disminución de la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad de Quebec durante la “Révolution Tranquille”.
La Révolution Tranquille o Revolución Tranquila fue el proceso de modernización y secularización de la provincia canadiense de Quebec.
Aunque Quebec ya era una provincia moderna en un sentido práctico (siendo como era el motor industrial de Canadá), estaba social y políticamente atrasada en comparación con el resto de Canadá y de América del Norte.
La Revolución Tranquila consiguió poner a la sociedad franco-canadiense en pie de igualdad con el resto de la sociedad norteamericana, impulsó el desarrollo cultural y económico de Quebec y, no menos importante, permitió el nacimiento del nacionalismo quebequés moderno.
La banda sonora es otro de los atractivos de C.R.A.Z.Y., y un ejemplo más de cómo una bella canción, bien utilizada, es capaz de enriquecer, de llevar a otra escala la intensidad de una secuencia.
La música empleada desempeña un papel primordial en C.R.A.Z.Y., tanto porque la canción "Crazy" de Patsy Cline está presente en gran parte de la película de manera simbólica tanto en la letra como en la parte de la intencionalidad del guión, así como otras canciones de Pink Floyd, Rolling Stones, David Bowie y Charles Aznavour para identificar y mostrar una visión del sentimiento interior de los personajes.
C.R.A.Z.Y. sirve también de excusa para realizar un recorrido por lo más granado de la música de aquellos años, sobre todo las vividas y toleradas actuaciones del progenitor, micrófono en mano, en cualquier reunión familiar hasta los shows de Zac.
Lo mejor de C.R.A.Z.Y. es este mundo de personajes.
Son personajes reales, llenos de convicciones, dudas, temores, fracasos y esperanza.
Al principio todos son niños (ENORME Émile Vallée).
El tiempo pasa y los cinco niños se adaptan, cada uno busca su sitio, su estilo y su forma de ser, cada uno a su manera.
Por su parte, Zac tendrá que recorrer un duro camino de aceptación hasta llegar a sí mismo.
C.R.A.Z.Y. es en verdad una de las historias de iniciación y recuperación más dolorosas y fuertes que haya visto en un buen tiempo.
Realmente sentí al personaje interpretado por Marc-André Grondin, súper expresivo, gran calidad histriónica.
Hay humor, claro que sí, y también hay momentos en que C.R.A.Z.Y. nos deja descansar en los episodios de las vidas de otros de los muchos personajes (el papá, la mamá, los cuatro hermanos); pero la tensión de estar viendo a un hombre vivir una vida que no es la suya está ahí siempre presente.
Y uno, al final, termina la película con una sana convicción de entender mejor, ahora sí, en qué consiste el doloroso proceso de un hombre (padre/hijo) aceptándose a sí mismo.
C.R.A.Z.Y. es una película interesante en sus planteos y en el tratamiento maduro de los temas que aborda, el repudio y la auto-aceptación, las drogas, la rebeldía de la adolescencia, el rol de los padres en la formación de sus hijos, la influencia de la religión y la superchería en el proceso de crecimiento y de educación.
C.R.A.Z.Y. es una palabra con varios sentidos posibles, es la mejor metáfora para describir un film que posee riqueza y colorido en una historia que nos ofrece un espacio para sentir, disfrutar, pensar y discutir.
C.R.A.Z.Y., es una historia de amor entre un padre y un hijo, una fábula mística llena de fantasía acerca de la belleza, la locura y la poesía del alma humana.
C.R.A.Z.Y. es una película de amor sobre todas las cosas.
De búsqueda.
El camino hacia un lugar mejor, hacia el encuentro con lo que uno realmente es; un camino que puede durar toda la vida, por eso siempre el recorrido es lo que cuenta.

“I'm crazy for tryin', I'm crazy for cryin' and I'm crazy for lovin' you”


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