Ninotchka

"This picture takes place in Paris in those wonderful days when a siren was a brunette and not an alarm - and if a Frenchman turned out the light it was not on account of an air raid!”

Como siempre ha sucedido y continuará sucediendo, las grandes potencias económicas mundiales compiten y rivalizan entre sí para mostrar quiénes son los más fuertes o quiénes llevan la razón.
No es ningún secreto que los Estados Unidos y la URSS rivalizaron prácticamente durante todo el siglo XX, confrontando encarnizadamente sus radicalmente opuestas concepciones de la civilización.
Estados Unidos pregonaba el capitalismo, el libre comercio, la libertad de expresión, el individualismo y el hedonismo como estilos de vida; mientras que la URSS preconizaba el comunismo, la economía interna basada en la subsistencia, la obediencia a los ideales del Partido, el socialismo y la austeridad.
Como fuere, siempre creí que la Guerra Fría había carecido de fundamento, y lo peor es que el cine oculta sus defectos y ensalza sus virtudes, en una película como Ninotchka, que es hasta lícito y ya no tan ético, es que se recalquen los problemas, algunos falsos y muy discutibles, y se minusvaloren y se tapen los éxitos.
Algunas cosas son bastante inciertas, puesto que en la URSS sí se escuchaba música, y sin embargo, ponen al pueblo ruso como paleto y retrógrada, desconocedor de la radio.
En la URSS del 39, ya no vivía las hambrunas de los años veinte, todo lo contrario, había nacido una gran potencia, pero vayamos por partes.
La Revolución Rusa fue uno de los hechos más importantes ocurridos en la época contemporánea.
Su impacto fue palpable tanto en América como Europa.
Aunque la Revolución no hizo expandir el comunismo como un efecto inmediato, le dio a otros países convulsos del tercer mundo un ejemplo a seguir.
Décadas después, el modelo filosófico/gubernamental tomaría renovada notoriedad a medida que Rusia, convertida en un estado socialista y en una superpotencia económica y militar, se enfrentara a los Estados Unidos en la Guerra Fría.
En cualquier caso, las dos revoluciones de 1917 se dividieron en dos grandes partes:
La caída del régimen zarista (Revolución de Febrero) y la creación del primer estado socialista del mundo (Revolución de Octubre).
Las causas de estas dos revoluciones abarcan las situaciones políticas, sociales y económicas de Rusia en la época.
Políticamente, el pueblo ruso odiaba la dictadura del zar Nicolás II.
Las bajas que los rusos sufrieron durante la I Guerra Mundial debilitaron aún más la imagen de Nicolás.
Socialmente, el régimen despótico del zar había estado oprimiendo al campesinado durante siglos, esto provocó tensiones dentro de la clase baja rural que desembocó en altercados.
Económicamente, la inflación y el hambre por toda Rusia contribuyeron asimismo a la revolución.
Definitivamente, una combinación de estos tres factores, combinados con el liderazgo de Vladimir Lenin y León Trotsky, condujeron irremisiblemente a la Revolución rusa.
Pasado los años, si en algo coincidían los americanos y los alemanes era en su rechazo a la URSS y todo lo que representaba:
Para unos, el comunismo era el principal enemigo del sistema capitalista y para los otros, era una amenaza constante a los valores germánicos y el muro de contención de su “lebensraum”
Aunque las actividades del célebre House of Unamerican Activities Committee (HUAAC) se relacionan principalmente con los años de la Guerra Fría, lo cierto es que el comité en cuestión funcionaba desde 1938, y que, a pesar de que el principal peligro en aquellos años era el nazismo, su misión estaba ya encarrilada en la lucha contra el comunismo, velando por la salud política de Hollywood y haciendo sus famosas listas negras de «agentes de Moscú».
Con todo, la contribución de Hollywood a la cruzada antisoviética se movió exclusivamente en el terreno de la comedia: el ejemplo más famoso es la producción MGM Ninotchka (1939) dirigida por Ernst Lubitsch, que fue un gran éxito comercial tanto por el “savoir faire” de su director y guionistas (Charles
Brackett y Billy Wilder) como por la carismática presencia de La Divina Greta Garbo en su primer papel ligero.
En su momento la crítica la acogió como una implacable sátira del comunismo, pero estudios posteriores han matizado esta apreciación.
La intriga plantea la dualidad comunismo-capitalismo desde una perspectiva que sólo puede calificarse de maniquea y tramposa, a través de dos personajes arquetípicos:
Una funcionaria del Partido, sosa y antipática que solo piensa en trabajar por el bien de su país y un aristócrata francés cuya única finalidad en la vida es disfrutar sin dar golpe; ella carece del más mínimo sentido del humor y siempre va vestida con horrible ropa «Made In URSS», sin ninguno de los complementos decorativos que forman parte del ajuar femenino occidental, mientras que él siempre ríe, viste esmoquin y vive en una continua juerga, la elegancia “debonnaire” de Melvyn Douglas hace el resto.
Cuando el galán lleva a la bolchevique a conocer las delicias del capitalismo en ese estereotipado «París romántico» que es marca de fábrica de Hollywood, la chica ve flaquear sus convicciones; y en las escenas siguientes en Moscú el espectador puede comprobar que, realmente, el paraíso socialista no es el lugar más agradable para vivir, con su gente fea y obtusa, retratos de Stalin en cada rincón y problemas de vivienda: a pesar de tener un cargo importante en el Partido, la protagonista tiene que compartir un escuálido apartamento con dos compañeras.
Hasta aquí, la propaganda parece de lo más burdo, pero algunos detalles acá y allá siembran un poco de confusión, sin duda deliberadamente: la protagonista es adusta y no sabe potenciar su sex-appeal, cierto, pero es una persona íntegra que cree sinceramente que trabaja por el bienestar de sus conciudadanos, todo lo contrario de su oponente, que por gracioso que pueda resultar no es más que un parásito social.
Los personajes secundarios redondean este concepto:
La duquesa rusa exilada tiene los peores tics de su estirpe, recuerda con nostalgia aquellos tiempos en que podía azotar a sus criados por cualquier menudencia, y los burócratas bolcheviques no son propiamente malvados, sino más bien cortos de luces.
Por otra parte, algunos puntos clave de propaganda han sufrido cierta transformación con el paso del tiempo:
Para el espectador de 1939, la Greta Garbo sin vestidos, joyas ni peluquería del principio era la antítesis de la femineidad, mientras que vista treinta años más tarde resultaba casi un icono “women's liberation”.
“When I kissed you, I betrayed a Russian ideal.
I should be stood up against the wall”
Ninotchka es una comedia de la Metro-Goldwyn-Mayer producida y dirigida por Ernst Lubitsch estrenada en 1939.
Se basó en una obra musical estrenada en Broadway con el título Silk Stockings
y está protagonizada por una ENORME Greta Garbo, Melvyn Douglas, Béla Lugosi, Ina Claire, Sig Ruman, Felix Bressart, Alexander Granach, Rolfe Sedan, Gregory Gaye, Edwin Maxwell Y Richard Carle.
Ninotchka recibió 4 nominaciones a los Oscar por mejor película, mejor actriz principal (Garbo), mejor guion y mejor historia original, al parecer el viento se llevó todos los premios: Gone With The Wind.
Con Ninotchka Garbo fue nominada por cuarta vez –sin éxito– para el premio de la Academia a la mejor actriz principal de la temporada, en todo caso, esta fue su última gran película antes de recluirse definitivamente en un apartamento de Nueva York y retirarse del mundo con 36 años.
La música de Ninotchka combina antiguas melodías vienesas de cuerda con modernos fragmentos de viento y percusión.
La fotografía mueve la cámara con agilidad y diligencia, haciendo uso de giros soberbios y travellings extraordinarios, como el inicial que sigue el recorrido del recepcionista del hotel y el de aproximación desde el aire a los agentes rusos en el aeropuerto de Constantinopla.
Ninotchka fue estrenada en noviembre de 1939, dos meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial en Europa, obtuvo un gran éxito de público, y fue promocionada con la frase “Garbo laughs!”, en correspondencia a la utilizada para publicitar su primera película hablada "Anna Christie (1930)", promocionada con la frase “Garbo Talks!”
Y, claro que sí, la Garbo rió, y volvió a deslumbrar con su “mystique” y gran labor interpretativa, con esa inimitable voz lánguida y profunda, demostrando porque era "la más grande".
Demostró que podría haber sido coronada “Reina del Cine” al poner objeciones a las escenas en que Ninotchka estaba borracha, por considerarlas vulgares (aunque quedaron preciosas), y que (si son ciertos los rumores) no necesitaba maquillarse para iluminar la pantalla, pues en las primeras escenas de dura soviética al parecer no llevaba maquillaje alguno.
Aunque en aquella época con la luz y la fotografía podían hacer maravillas, si la historia es cierta, no cabe duda de que la Garbo era una "Venus de Milo con brazos"
En pocas palabras, las risas de la Garbo no se habían escuchado jamás desde que se instaló en Hollywood la alta escandinava Greta Gustafson con su director y amante Mauritz Stiller.
La insólita escena de la risa sirvió de reclamo para miles de espectadores que deseaban pasar un buen rato en un mundo ya sumido en la Segunda Guerra Mundial (como da a entender el prólogo impreso) y que aun así quedó expectante del cambio que se había producido en la carrera de la divina Greta Garbo, la actriz que redefinió la palabra "mito" y que por primera vez protagonizaba su primera comedia americana oficial de la mano del mejor director de comedias, Ernst Lubitsch, y del mejor escritor de comedias, Billy Wilder quien siempre había sido un gran defensor de las libertades, esa era una combinación de genios que no podía fallar.
Inicialmente, cuando Wilder presintió que su libertad podría peligrar con el ascenso nazi en Alemania, hizo los bártulos y se largó del país, y cuando quiso atacar al injusto sistema comunista-stalinista adaptó junto a su amigo Charles Brackett y Walter Reisch una historia de Melchior Lengyel para crear una aguda sátira contra la vida en la extinta Unión Soviética bajo los designios del cruel dictador Stalin que dirigió su maestro Ernst Lubitsch con su habitual mezcla entre cinismo, picardía y elegancia.
La trama era de dos futuros amantes hablando de córneas y el blanco de los ojos, un mayordomo aterrado ante la teoría revolucionaria del comunismo, tres soviéticos díscolos, un perfecto galán francés, una rusa fanática que sin embargo siente, etc., todo eso cargado de ironía, gracia y crítica.
El "toque Lubitsch" que tanto obsesionaba al guionista y futuro director Billy Wilder consistía en una puesta en escena en el que la ironía más salvaje se presentaba con finura, con sutileza, con un envoltorio lleno de sensibilidad, donde en muchas ocasiones el gag era insinuado, una especie de chiste a medio hacer que obligaba al espectador a completar el toque cómico, y por tanto a involucrarse y sentir la trama.
Wilder adoraba a Ernst Lubistch, de él decía que no sólo era un creador de gags sino que era el mejor creador de "toppers" (chistes o comentarios que superan o perfeccionan algo ya dicho).
Ninotchka contiene todos los ingredientes de las buenas comedias clásicas:
Equilibrio en su ritmo con el talento elíptico y sugerente de su autor, brillantes diálogos, situaciones chispeantes, perfecto dominio de la puesta en escena, grandes actuaciones y en consecuencia, estupenda descripción y conducción de la trama.
La acción tiene lugar en París, Moscú y Constantinopla en 1938.
Narra, en clave de comedia, la historia de amor entre una rígida y fría agente soviética, Ninotchka (Greta Garbo) y un distinguido playboy, el conde León d'Algout (Melvyn Douglas).
Ninotchka desarrolla una elegante y divertida crítica del comunismo y del régimen soviético de la era de Stalin, que presenta adusto, totalitario y amenazador (depuraciones, deportaciones a Siberia), frente a la libertad, alegría y diversión del sistema occidental.
También critica el régimen nazi, al mostrar con aire de extravagancia un saludo a mano alzada entre una pareja o matrimonio, en la estación del tren.
Sobre todo, Lubitsch y la película Ninotchka ofrecen una estudio profundo y apasionado del ser humano, que no se adapta a las conductas rígidas, a la gravedad de las consignas, a la ebullición ideológica, a la vida bajo amenazas y peligros constantes, porque está hecho para la alegría, la risa, la amistad, la vida social, la libertad, la iniciativa personal y el libre pensamiento y para el amor, que rompe convenciones y moviliza energías de fuerza incontenible.
Es, además, una comedia que rebosa ironía, comicidad, farsa y sátira, en una narración realizada con gusto, finura y sutiliza.
El trío de agentes bolcheviques aporta uno de los motivos principales de humor, que se completa con la figura hierática de Ninotchka, sus justificaciones ideológicas y su inicial falta de sentido del humor.
Ninotchka como trasfondo ese choque cultural en todos los sentidos dos sistemas totalmente antagónicos:
De sentimentalismo versus frialdad, de trato caluroso versus autómata parquedad, de liberalismo versus estrictas penas, de humor dicharachero versus seriedad inquebrantable, de derroche versus austeridad, de libre expresión versus censura, de intereses individuales versus el bien común, de propiedad privada exclusiva versus el compartir a partes iguales con los demás... en definitiva: de capitalismo versus comunismo.
Actualmente y aunque las cosas hayan cambiado mucho, y el comunismo seducido por el capitalismo y la globalización mundial, es válido el mensaje de Ninotchka ya que reflejaba y denunciaba una situación actual para su época sin caer en el facilismo y mostrándonos cada una de las dos situaciones.
Las encorsetadas justificaciones ideológicas de Ninotchka en su choque cultural son risibles y para alguien ajeno producen rechazo a la rigidez del comunismo, pero a la vez muestran su conciencia social; que la propia Ninotchka sea enviada como agente de confianza hubiera sido impensable desde cualquier otro país, ya que, tras la Revolución, la Rusia de Stalin era el único lugar del mundo donde a las mujeres se les pagaba lo mismo que a los hombres por un trabajo similar.
Pero qué pronto el ser humano se deja seducir por la comodidad... incluso Lenin sonríe en privado.
La escena para el recuerdo es ver a Ninotchka leyendo la carta censurada de Leon, Garbo está impresionante y su mirada lo dice todo.
Así como cabe resaltar el irónico diálogo de doble sentido, en alusión a la vida privada de la actriz:
Iranoff:
“Do you want to be alone, comrade?”
Ninotchka:
“No”
Y por último, y eso que no conozco Paris:
¿Se fijaron, que en esa época, se podía estar en lo alto de la torre Eiffel sin esas terribles mallas protectoras que tiene ahora?
Los tiempos cambian, y muy pocas veces para bien…
“Now don't misunderstand me.
I do not hold your frivolity against you.
As basic material, you may not be bad.
But you are the unfortunate product of a doomed culture.
I feel very sorry for you”
A nadie le sorprende que Ninotchka fuese prohibida en la URSS y los países de influencia soviética.
Ninotchka puede verse incluso, si se quiere, como un producto de carga propagandística, ensalzando la cultura capitalista y hundiendo el orden comunista, sin embargo, la cuestión es mucho más simple, se trata de libertad y diversión.
Y es una película, sin otra pretensión que entretener, no se le puede pedir un análisis comparativo más severo, en cualquier caso, ahí tenemos que Ninotchka no pudiese verse en la URSS.
En un sitio eres libre para hacer lo que quieras (con reservas), puedes escuchar música y vestir cualquier cosa, mientras que en el otro tienes que repetir fórmulas oficiales, oír la propaganda soviética y vestir de uniforme, si no quieres caer en desgracia.
Básicamente, es eso.
Y por eso, entre otras razones, resulta tan cómico y tan dramático el cambio que se ve en Ninotchka entre París y la capital soviética.

“They can't censor our memories, can they?”


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