Kinsey

“Love is the answer, isn't it?
But sex raises a lot of very interesting questions”

La sexología es el estudio sistemático de la sexualidad humana y de las cuestiones que se relacionan con ella, también es el estudio de la vida sexual humana desde un punto de vista genital, fisiológico general, social y psicológico, en el cual participan un gran número de disciplinas y especialidades médicas y humanísticas, abarcando así todos los aspectos de la sexualidad.
El término sexología fue acuñado por Elizabeth Osgood Goodrich Willard en su libro “Sexology as the Philosophy of Life” en 1867.
Por otra parte, uno de los primeros investigadores de la sexualidad fue Richard von Krafft-Ebing que registró varias desviaciones sexuales en el libro “Psychopathia Sexualis” y fue en el que acuñó el término “sadismo”
Por su parte, Magnus Hirschfeld fundó el Instituto de Sexología de Berlín en 1919, y a finales del siglo XIX, y principios del siglo XX, Sigmund Freud desarrolló una teoría de la sexualidad basada en el análisis de sus clientes, la misma incluía una sucesión de etapas en el desarrollo sexual de la persona, pasando por las fases oral, anal, fálico y genital.
Alfred Charles Kinsey (1894 - 1956) fue uno de los pioneros de la investigación sexual humana en Estados Unidos.
Si bien estudió Entomología en la universidad, su contribución más importante a la humanidad, debido a la cual ganó renombre, fue su estudio sobre el comportamiento sexual de hombres y mujeres.
El Informe Kinsey fue el resultado de un estudio científico publicado en dos libros:
“Comportamiento Sexual del Hombre” (1948) y “Comportamiento Sexual de La Mujer” (1953), por Alfred C. Kinsey, Wardell Pomeroy y otros colaboradores.
Antes del libro de Kinsey, el sexo, uno de los elementos más vitales de la conducta humana, simplemente no había sido estudiado por investigadores serios.
¿Por qué, se preguntaba, la gente era tan ignorante y silenciosa, frente a un aspecto mayor en la existencia humana?
Impulsado por una curiosidad feroz, y por una necesidad emocional profundamente arraigada, Kinsey abrió un nuevo mundo de exploración humana.
Después de la publicación de su libro, una nación despertó.
Ayudó a desterrar mitos, y evidenció que conductas, que hasta entonces la mayoría consideraban marginales, o incluso inmorales, eran practicadas por un porcentaje considerable de la población, como fue el caso de la masturbación, tanto femenina como masculina, la homosexualidad, y bisexualidad, o la temprana edad de iniciación sexual.
Después de haberse pasado 20 años alrededor de un millón de insectos, Kinsey descubrió que ninguna de estas minúsculas criaturas era idéntica a otra.
Tomó este concepto biológico de variación individual, y lo aplicó a la sexualidad humana.
Kinsey fue el primero en decir que la formación sexual de cada persona es única, y que por lo tanto el término “normal” carece de importancia cuando se trata de sexualidad humana.
Sólo existe “común” y “poco frecuente” y esta es, todavía hoy, una noción radical.
En 1948, la publicación del libro “El Comportamiento Sexual en El Hombre”, obra del biólogo Alfred Kinsey, constituyó una auténtica revolución que cambió para siempre la historia de la cultura americana:
Cientos de personas empezaron a replantearse los aspectos más íntimos de su vida, y a cuestionarse los prejuicios y tabúes impuestos por una sociedad excesivamente puritana.
Alfred Kinsey cambió irrevocablemente la cultura americana con su libro, entrevistó a miles de personas acerca de los aspectos más íntimos de sus vidas, liberándoles de una carga de confidencialidad, y vergüenza, en una sociedad en la que las prácticas sexuales estaban mayoritariamente escondidas.
Su trabajo provocó uno de los debates culturales más intensos del siglo pasado, en el que “las llamas” todavía perduran hoy.
Alfred Kinsey es hijo de un profesor de ingeniería, y en ocasiones predicador escolar los domingos.
Kinsey se rebela contra la rígida devoción de su hogar, y atraído por el mundo de los sentidos, se convierte en un zoologista de Harvard, especializado en el estudio de una especie de avispas.
Tras haber sido contratado para enseñar biología en la Universidad de Indiana, Kinsey conoce y se casa con Clara McMillen, una brillante estudiante liberal.
Durante el curso, descubre una falta asombrosa de datos científicos en la conducta sexual.
Cuando algún alumno le busca para pedirle consejo sobre alguna inquietud, o problema sexual, se da cuenta que nadie ha realizado el estudio clínico que produciría respuestas fiables a sus preguntas.
Kinsey recopiló en su obra “El Comportamiento Sexual en El Hombre”, publicada en 1948, miles de entrevistas personales que, aunque adolecen de algunos problemas legales, metodológicos, y técnicos importantes, sus resultados han coincidido, en gran medida, con los posteriores estudios sobre la conducta sexual masculina realizados en otros países, y en otros momentos diferentes.
Sobre la base de más de 5.300 entrevistas personales, con hombres de raza blanca, Kinsey llegó a una serie de conclusiones acerca de la homosexualidad:
1. El 37% de los hombres entrevistados, experimentaron alguna vez un orgasmo homosexual, a partir de la adolescencia.
2. El 13% de los varones sintieron deseos homosexuales, sin que se produjera por ello contacto físico alguno.
3. El 25% de ellos tuvieron experiencias homosexuales, no incidentales, entre las edades de 16 a 55 años.
4. El 18% mantuvieron, igual número de relaciones heterosexuales que homosexuales, durante un período mínimo de 3 años, entre las edades de 16 a 55 años.
5. El 10% tuvo una conducta estrictamente homosexual, durante un período de 3 años como mínimo, y entre las edades ya reseñadas.
6. Sólo un 4% manifestaba una conducta estrictamente homosexual durante toda su vida, y ya manifiesta durante la adolescencia.
Concluyó que la homosexualidad existía a todos los niveles sociales y ocupacionales.
De su trabajo de 1953, sobre “El Comportamiento Sexual en La Mujer”, Kinsey realizó 5.490 entrevistas a mujeres de raza blanca, de las cuales el autor deduce que:
1. Un 13% de mujeres habían experimentado algún orgasmo homosexual, a partir de la adolescencia.
2. Sólo un 3% de las mujeres habían sido, predominantemente homosexuales, durante un período de 3 años como mínimo.
3. Las mujeres, en contraste con los hombres, no solían ser promiscuas, y tenían sus relaciones homosexuales sólo con 1 ó 2 compañeras, en el 71% de los casos.
Estos resultados, llevaron a Kinsey a confeccionar la Escala de Kinsey sobre la heterosexualidad-homosexualidad, donde el grado 0 manifestaba una heterosexualidad completa sin ambages, y el 6/7 una homosexualidad exclusiva y dominante.
Kinsey afirma que la mayoría de las personas se encontraban dentro del número 1 o 2 en su escala.
La escala determina lo siguiente:
0: Exclusivamente heterosexual.
El individuo, por lo general, no desarrolla afecto, que no sea amistad, con otros de su mismo sexo, sean heterosexuales u homosexuales.
1: Heteroflexible en segundo grado.
El individuo acepta amistades de cualquier sexo y preferencia sexual.
Se considera a sí mismo como heterosexual, y todavía no admite tener otra preferencia sexual.
Mayormente tiene relación con el sexo opuesto, aunque también siente una curiosidad por los de su mismo sexo, pero en la mayoría de los casos, esto es interpretado como fantasías o juegos.
2: Heteroflexible en primer grado.
Aunque el individuo ya puede empezar a tener un ligero afecto a otro del mismo sexo, aún sigue siendo mayor la prevalecencia en las relaciones que sostiene con el sexo opuesto, y debido a ello, aún trata de ocultar esas fantasías, que conllevan a una posible preferencia sexual con menor prevalecencia.
3: Bisexual.
El hombre desea a otros hombres, y a las mujeres por igual.
La mujer desea a otras mujeres, y a los hombres por igual.
El individuo bisexual no es muy notable, pero lleva sus relaciones de manera más abierta, y además puede entender perfectamente, tanto al heterosexual como al homosexual, por lo que es muy difícil que se desarrolle algún tipo de aversión, u odio contra ambos grupos.
4: Homoflexible en primer grado.
En este grado, al individuo supuestamente le empieza a gustar menos el sexo opuesto.
En el caso de los hombres, aprecian la belleza femenina sin morbosidad, y de forma más equilibrada, es decir, deja de enloquecer por el sexo opuesto.
La mujer sigue frecuentando a los hombres, pero su desinterés en ellos no es tan notable.
5: Homoflexible en segundo grado.
El individuo frecuenta, mayormente, a los de su mismo sexo que del opuesto, por lo que las relaciones que lleguen a tener con alguien del sexo opuesto, se limitan sólo a la amistad.
6: Exclusivamente homosexual.
Sólo pueden sostener relaciones con gente de su mismo sexo, que en el mejor de los casos, también sea homosexual, pero prácticamente pudiendo ser de cualquier preferencia sexual, aunque puede no estar de acuerdo con las ideas de un bisexual, por lo que muchas veces puede desarrollar bifobia, como consecuencia de una previa heterofobia.
7: Asexual.
Este individuo no se inclina hacia ningún grupo, y por lo general no disfruta el sexo.
Las conclusiones que extrajo Kinsey diferían radicalmente de la apreciación de la homosexualidad como fenómeno minoritario:
La mitad de los varones de la muestra estudiada habían tenido, según el autor, al menos una experiencia homosexual, a nivel físico o de fantasía, aunque era muy frecuente que hubieran tenido más de una, o incluso una vida homosexual exclusiva (4%)
Por tanto, este tipo de sexualidad no era excepcional, lo que venía a indicar que la homosexualidad en sí, no era un índice de patología mental, como sostendrían posteriormente Churchill en 1967, Silverstein en 1972 o Martin y Lyon también el mismo año, quienes argumentan en sus estudios que la mayoría de homosexuales, masculinos y femeninos, se identifican con su propio sexo, al contrario de lo que a menudo se considera, en cuanto al afeminamiento del varón, o la masculinización de la mujer.
Esta obra dio lugar a uno de los debates más intensos del siglo pasado.
A Kinsey se le ha considerado el padre de la revolución sexual de los 60 pero murió en 1956, a los 62 años, dejando el Kinsey Institute for Sex Research como un legado a la investigación sexual.
Este informe provoca hasta hoy grandes controversias, sobre todo por los métodos de acceso a la información, la selección de los entrevistados, y el origen de la información sobre el comportamiento sexual en niños.
“What's your most common position?”
Kinsey fue escrita y dirigida en 2004 por Bill Condon.
Protagonizada por Liam Neeson, Laura Linney, Chris O’Donnell, Peter Sarsgaard, Timothy Hutton, John Lithgow, Oliver Platt, Tim Curry, Dylan Baker, Julianne Nicholson, William Sadler, John McMartin, Veronica Cartwright, Lynn Redgrave, David Harbour, Dagmara Dominczyk y Luke Macfarlane.
Kinsey estuvo nominada al Oscar como mejor actriz de reparto para Laura Linney; cabe decir que no entendí, el por qué de la nominación de Laura Linney al Oscar, tal vez sea eso que dicen por ahí, sobre las mujeres que se desfiguran y/o afean para lograr el Oscar, ya que según la recuerdo en todas su actuaciones, y en esta, nunca dejó de ser ella misma.
Para escribir el guión, el director entrevistó a amigos de Kinsey, y se pasó unos 6 meses investigando, leyendo historias, los propios escritos de Kinsey, material contemporáneo relacionado, el documental “Sex And The Scientist” de Diane Ward; y ni más ni menos que 4 biografías, en particular la elogiada “El Sexo Lo Mide Todo: Una Vida de Alfred C. Kinsey” de Jonathan Gathone-Hardy.
Kinsey relata parte de la vida del sexólogo Alfred Kinsey, quien con la ayuda de Wardell Pommery, realizó un informe sobre el comportamiento sexual humano, el Informe Kinsey.
Su publicación provocó un gran revuelo social en la sociedad estadounidense, que vio cómo se desmitificaban muchos aspectos de la sexualidad humana.
Kinsey es un biopic de un personaje clave de la historia contemporánea, controvertido y difamado, que ha contribuido a la liberación, y normalización de la vida de muchos, especialmente, personas reprimidas, marginadas y proscritas.
A partir de unas 18.000 entrevistas personales, Kinsey publica 2 obras sobre el comportamiento sexual en el hombre y en la mujer.
La primera dio lugar a reacciones de protesta, y la segunda provocó escándalo y denuncias de corrupción de las costumbres.
Las dos obras, entre otras muchas cosas, establecen los porcentajes de personas que practican relaciones extramatrimoniales, prematrimoniales, homosexuales, orales, etc.
Afirmó que la masturbación no es causa de ceguera, que la homosexualidad no es una enfermedad, que la masturbación no es una perversión, etc.
No habló de conductas normales/anormales, sino de conductas frecuentes/no frecuentes.
Habló del imperativo de la sexualidad biológica, de la singularidad sexual de cada persona, y de las consecuencias observadas de la represión sexual.
La duda, es un concepto que acecha constantemente a la mente humana, basta con decir que la duda puede ser prejuiciosa, pues el problema se desarrolla no precisamente en la pregunta, sino en la respuesta.
El biólogo estadounidense Alfred Charles Kinsey se enfrento contra la duda, sólo para descubrir que el verdadero problema era la respuesta de dicha duda.
Kinsey fue un personaje histórico, que vivió en una época difícil, conforme a la educación sexual, todas aquellas preguntas que aparecieron en el transcurso de su vida, fueron las que le impulsaron a realizar sus controvertidas investigaciones acerca del comportamiento sexual humano, y precisamente de esto habla este biopic hecho de manera natural, controvertida pero real.
Es una verdad que el libro “El Comportamiento Sexual del Hombre” logró grandes controversias en el mundo, caracterizado por la prensa como una bomba atómica, la sociedad se sacudió ante la verdad que les propiciaba la información, puesto que ya no les asustaba la pregunta que emanaba su cerebro, sino la respuesta que ofrecía el libro, sin bien, esto es lo que evoca Kinsey, es bueno ver que existen directores lo suficientemente intrépidos para hablar de la sexualidad, y no caer en el morbo, este es el caso del director Bill Condon que logra un producto cinematográfico que se puede visionar de maneras distintas.
Lo que sin duda alguna es digno de respetarse, es el complejo tratado de las relaciones sexuales, que no se confunden con amor, es un toque representativo de que el amor no se puede medir, y por tanto, no es ciencia, sin meter una mixtura inadecuada entre estos dos conceptos, dedicando a que los estudios de este biólogo se referían al estado físico, y no psicológico de sus entrevistados.
Una vida realmente interesante, la de Kinsey, así como es interesante la manera en que Condon la presenta, utilizando flashbacks en los momentos adecuados, e intercalando entrevistas, tanto las encuestas realizadas en sus investigaciones, como las entrevistas de trabajo, llevadas a cabo para contratar a sus asistentes.
Kinsey puede llegar a escandalizar, por la esencia que narra, pero la habilidad de Condon, al no hacer una película que caiga en el chiste fácil, hace de Kinsey un buen documento investigativo e informativo, sobre tópicos que por diversas razones permanecieron, permanecen, y permanecerán como temas tabú dentro de la sociedad.
Todo por la ciencia...
La separación entre función biológica del sexo, y la parte emocional es el punto más interesante de Kinsey.
Kinsey estudió tan sólo la parte física, pero a cada paso se revela su componente emocional, por mucho que a veces las personas intenten negarlo de manera absoluta.
Este conflicto aparece reflejado acertadamente a través de la relación del científico con su equipo, y con su propia mujer.
El director se centra entonces en “lo personal” y prefiere pasar de puntillas por la parte más social de la trama, dedicando escasas secuencias al rechazo que suscitó en sectores ultraconservadores, o a la “persecución de brujas” que también a Kinsey le tocó sufrir, con el desquiciado argumento de relacionar sus estudios con el comunismo, cuando el comunismo registra la misma represión.
Sin embargo, no son los apuntes relacionados directamente con la sexología de mediados del siglo pasado, los que llaman la atención del espectador, sino la compleja definición de los personajes, pues en ocasiones, sus actuaciones se contradicen con su forma de pensar.
Fijémonos, por ejemplo, en la manera en la que Alfred Kinsey se comporta con sus hijos, muy parecida a la que su padre empleó con él:
No les expone su punto de vista, sino que da a entender, que sus reflexiones son la única verdad posible, imponiéndoles a sus descendientes, unos ideales que no tienen por qué compartir.
También, plasma escasamente la otra parte, la de todas esas personas que hicieron de sus libros auténticos best-sellers, toda esa América que entendió que un nuevo mundo nacía.
Y sólo al final de Kinsey, entendemos lo que en la vida personal de cada sujeto occidental, ha llegado a suponer el informe Kinsey.
“Moralidad disfrazada de hechos” contra eso luchó Kinsey.
“When did you first begin masturbating?"
La acción tiene lugar entre los primeros años del XX y los 50.
El profesor Alfred Kinsey (Liam Neeson) es el protagonista de la historia, está siendo entrevistado sobre su historia sexual.
Durante la entrevista, 2 de los momentos más importantes de la vida de Kinsey son revelados al espectador como flashbacks.
Aparecen 2 secuencias:
Una de ellas en su niñez, cuando era “boy scout” y la otra cuando Kinsey discute con su padre sobre sus intenciones vocacionales.
La escena cambia, y aparece Kinsey enseñando en la Universidad de Indiana, como profesor de biología especializado en la mosca de la agalla, donde la historia comienza.
Kinsey se enamora de una estudiante de su clase Clara McMillen (Laura Linney) y se casa con ella.
Ellos tienen 3 hijos, mientras tanto, en la Universidad, el profesor Kinsey, llamado afectuosamente “Prok” (Pro-fesor K-insey) por sus estudiantes graduados, se encuentra con los estudiantes en las horas posteriores a clase, para ofrecer consejo sobre temas sexuales.
Cuando comienza esta actividad, en algunos sectores se le tacha de sucio, pero los estudiantes además de pedir consejo, en ocasiones hablan sobre su vida sexual, lo que aumenta el conocimiento de Kinsey sobre el sexo.
En una fiesta de celebración de la publicación del libro de Kinsey, sobre la mosca de la agalla, Kinsey se acerca al decano de los estudiantes para crear un curso sobre educación sexual.
Momentáneamente, es aprobado.
Kinsey comienza enseñando en un pequeño auditorio, no obstante este curso es sólo para profesores, y estudiantes graduados, mayores o casados.
Kinsey continúa recabando información en entrevistas personales, pero encuentra que esta información está limitada al poco número de gente que entrevistó.
Esto lleva al profesor Kinsey a realizar un cuestionario, a toda su clase de educación sexual, lo que le hace descubrir la gran disparidad existente entre las prácticas sexuales que realizan, y la idea de la sociedad sobre este tema.
Después de recibir soporte financiero de la fundación Rockefeller, Kinsey y su equipo viajaron por el país, entrevistando a sujetos para conocer su historial sexual.
Conforme el tiempo pasa, el Dr. Kinsey descubre que el sexo, que no implica a 2 humanos de distinto sexo, es más frecuente de lo que originalmente se pensaba.
Por ello, Kinsey creó una nueva forma de clasificar a los humanos con la escala Kinsey, que clasifica la sexualidad de las personas desde homosexuales a heterosexuales.
Lo que queda bien claro a través de Kinsey es que, en un tema como el sexo, la separación clínica entre estudioso y sujeto, y entre sexo y moral, no funciona demasiado bien.
Kinsey mezcla sus estudios con su propia búsqueda:
“No puedo ser un hipócrita”, le dice a su mujer, al admitir que tiene un affaire con su ayudante, un tentador y ambiguo Peter Sarsgaard, sus ayudantes intercambian esposas con las consiguientes heridas emocionales, y Kinsey demuestra perseguir su objetivo, más allá del bienestar de aquellos que están envueltos en él.
Lo otro que es interesante, es ver la dispar reacción a sus 2 estudios:
El estudio sobre hombres lo transforma en una celebridad, mientras que el estudio sobre mujeres hace que la sociedad se le venga encima, mostrando el peso de los tabúes y desigualdades que conlleva ser mujer, cuando Kinsey no entiende la reacción, su mujer le responde:
“Acabas de decirles que sus abuelas se masturban, y sus hijas tienen relaciones antes del matrimonio, y con otras mujeres.
¿Qué esperabas?”
Liam Neeson juega a Alfred Kinsey como un hombre poseído, con la ciencia al frente, que a veces se pierde en ver a sus entrevistados como especímenes, y con cierta confusión interna, que lo hace comprensible a pesar de, o quizás por, todas sus fallas, y sale airoso por demás, aunque al fin y al cabo, no me puedo sacudir la sensación de que estoy viendo a Liam Neeson actuar, en vez de ver a Kinsey.
Claro que esto no podría haber sido posible sin la participación del aclamadísimo Liam Neeson, que ya es una costumbre verlo en pantalla de manera rutilante, logra enfrascarnos en su personaje, haciéndonos olvidar sus participaciones anteriores, superando su propio estatus, participando en filmes tan intrépidos como este, secundado por Laura Linney, que sin duda alguna, da la talla para actuar al lado de Neeson, y no verse opacada, sin embargo, La Academia se remite a sus viejas costumbres, al no nominar a Kinsey y su actor principal, cosa que no me sorprende, pues como ya mencione, es una costumbre evitar en las nominaciones, títulos controvertidos, no se debe tomar como un insulto, pero espero que en un futuro estas producciones sean premiadas como es debido.
Lo mejor de Kinsey viene de la dinámica entre la pareja, sus hijos, el padre del investigador, y los asistentes de ellos, misma que transcurre a lo largo de los años, mientras Kinsey realizaba sus estudios, luchaba por mantener en pie los patrocinios que le permitían trabajar en ellos, y por soportar el rechazo de quienes los rodeaban.
Me agradó mucho a la narrativa que escogió el director, que nos introduce al personaje desde un principio reflejado en uno de sus propios cuestionarios.
Pero por sobre todo me quedan 2 escenas:
Una, la de Kinsey entrevistando a su propio padre (ENORME John Lithgow), y entendiéndolo por primera vez; y una entrevista hacia el final con una dama de sociedad, jugada por una irreconocible y maravillosa Lynn Redgrave.
Kinsey es una buena película para discutir un rato largo, luego de terminarla.
Y cómo no, de alguna manera las escenas homosexuales con Neeson, o las tomas de desnudos, los descubrimientos estadísticos, y hasta la entrevista del degenerado, no pasaron desapercibidas, y las percibí como hechos científicos, me descubrí interesado.
“How large is your penis?”
¿A qué edad tuvo su primera experiencia sexual?
¿Se masturba a menudo?
¿Ha tenido relaciones fuera del matrimonio?
¿Practica el sexo anal?...
Tales preguntas, y muchas otras, todas ellas contempladas en los cuestionarios en los que se basó el Informe Kinsey, sobre los hábitos sexuales de los americanos, resultan aun hoy embarazosas para un buen número de ciudadanos de los Estados Unidos.
La insólita decisión del biólogo Albert Kinsey de desarrollar un estudio sobre conocimientos, y hábitos sexuales, a finales de la primera mitad del siglo XX destapó una tormenta en su país.
Debemos reconocer que aun hoy en día, pese a la información formal, e informal, hay numerosos grupos sociales en nuestro entorno, a quienes estas preguntas les parecerían obscenas, y muchos otros que tendrían dificultades en responderlas.
Kinsey pone sobre la mesa una serie de cuestiones que conservan vigencia en la actualidad.
Trata por un lado el tema de la ética de las ciencias:
¿Son éticos los procedimientos de investigación de Kinsey?
¿Hasta qué punto, está todo permitido en aras del progreso científico?
Y por último:
¿Puede, el acto sexual, ser objeto de un estudio clínico?
Estas son preguntas que quedan incógnitas en Kinsey, porque el director ha tenido el feliz acierto de presentarlas al espectador, sin condicionar su lectura, ni imponer sus respuestas.
Sin embargo, tal como es mostrado, Kinsey entrevista a pedófilos, con todo el esfuerzo, para obtener información sobre un aspecto de la sexualidad humana, que previamente había sido ignorado.
La aparente fuente, de muchos de sus datos publicados, provenía de un hombre que había guardado notas detalladas de un extenso número de encuentros sexuales, alguno de ellos con niños.
Ahora, los colegas científicos y los historiadores, reflexionan y consideran positivamente el valor científico de esos datos, pero Kinsey se mostró dispuesto a averiguar de dónde provenía la información de forma controvertida, y a tener su propia opinión con respeto a, por qué eligió utilizarla.
Otro tema importante en el desarrollo de Kinsey es la búsqueda de un estándar del comportamiento sexual.
Lo que los alumnos piden a Kinsey es un tratado sobre lo que es “normal”, sobre lo que está bien hacer, en otras palabras una moral del sexo.
Y esta búsqueda de la normalidad, se enlaza con el tema de la alteridad:
Nadie quiere salirse de los límites de la normalidad, porque nadie desea ser ese otro inmoral, que practica fórmulas extrañas, nadie quiere ser aquel otro que señalan con el dedo, como pernicioso o hedonista.
Lo primero que se me viene a la cabeza, es cuestionarme qué grado de certezas poseen los estudios de Alfred Kinsey, si se le pueden llamar investigaciones científicas, o simplemente una toma de información a modo de anecdotario.
No es poco esto que menciono, ya que en todo momento, durante el visionado me cuestionaba todo, lo que a modo de ciencia, se transmitía.
Y en realidad me quedé con las dudas al término de Kinsey.
Asistimos a un estudio serio, o simplemente a la canalización de una obsesión de un hombre, al cual le interesó adentrarse en uno de los temas tabú más importantes que tiene la historia de la humanidad.
Bueno, en ese sentido es valorable el análisis pormenorizado que Kinsey hizo con su trabajo, no obstante me cuestiono que su estudio se centró en el sexo, sin tener en cuenta factores coadyuvantes, que pueden llegar a tener que ver con la conducta sexual en un ser vivo superior, como es el ser humano.
Apunto a que no hay abordajes sobre los sentimientos, estados de ánimo, carácter biológico hereditario, influencias sociales, y muchos otros factores, que darían un panorama más abarcativo sobre sus conclusiones.
De esto se desprende, que dudo de la valor de sus investigaciones, pero no pongo en tela de juicio lo polémico, y lo trasgresor que puede haber resultado que en 1950, se esté hablando y experimentando con estos tópicos tan solapados, y poco exteriorizados por la sociedad misma.
Aún hoy día, creo que una investigación así causaría mucho revuelo, y la polémica estaría a la orden del día, imaginémonos cómo habrá repercutido por entonces.
De allí el mote de “El Hombre que desnudó América”
Una persona que liberó el concepto del sexo, le sacó presión, lo naturalizó, e hizo que la sociedad perdiera vergüenza, y se animara a contar sus intimidades, sus vidas privadas en lo concerniente al comportamiento sexual.
Se generaron los debates sexuales, más intensos, en torno a estos polémicos estudios y como toda persona, tuvo sus adeptos y sus detractores.
En lo que le concierne a mi persona podría decir que Kinsey es una crítica hacia la sociedad actual, que se lleva de la mano de la vida del biólogo Kinsey, ya que en la pantalla no vemos precisamente un desarrollo minucioso de la vida de esta personalidad, sin embargo, podemos ver grandes rasgos de lo que fue su investigación, de sus razones y sus resultados, es significativo ver que en tiempos anteriores, el tabú se remitía a las preguntas y sus posibles respuestas, las cuales no estaba registradas de manera científica, en cambio hoy en día, nos damos cuenta que:
El tabú es la verdad, la verdad sexual a las preguntas que pueden ser contestadas, pero no queremos contestar.
La discriminación a homosexuales puede ser erradicada, pero que no queremos erradicar, es tenerle miedo a la verdad, es a lo que se enfrento Kinsey.
Hasta ahora nadie ha repetido el extraordinario estudio de Kinsey a tan gran escala, o demostrado que sus principales conclusiones eran erróneas.
Mientras tanto, el instituto que fundó en la Universidad de Indiana, renombrado Instituto Kinsey para el Estudio del Sexo, Género y Reproducción, sigue llevando a cabo un estudio científico en un campo, que en absoluto hubiese existido sin Kinsey.
“La mayoría de la gente cree que lo que hace sexualmente es lo que todos hacen o deberían hacer.
Pero debo destacar que casi todas las llamadas “perversiones sexuales” entran en el ámbito de la normalidad biológica.
Por ejemplo, la masturbación, el contacto bucogenital, y los actos homosexuales son comunes entre la mayoría de los mamíferos, incluidos los humanos.
La sociedad podrá condenar dichos actos por razones morales.
Sin embargo, es absurdo llamarlos antinaturales.
Aunque basándonos en el primer libro del Génesis, y según la opinión pública, sólo existe una ecuación sexual correcta.
Hombre más mujer igual a niño.
Todo lo demás es vicio.
No obstante, el historial de orgasmos de los varones de esta clase por sí solo, demuestra la ineficacia de las restricciones sociales, y la imperatividad de la exigencia biológica.
¿Por qué hay vacas que son muy sexuales, mientras que otras ni se mueven?
¿Por qué hay hombres que necesitan 30 orgasmos por semana, y otros casi ninguno?
Porque todos somos diferentes.
El problema es que la mayoría de la gente quiere ser como los demás.
Les resulta más fácil limitarse a ignorar ese aspecto fundamental de la condición humana.
Están tan ansiosos por formar parte del grupo, que traicionarían su naturaleza para lograrlo.
Si algo placentero y vehemente deseado se prohíbe, se convierte en una obsesión.
Piensen en ello”

“Who can tell me which part of the human body can enlarge a hundred times?”



Comentarios

Entradas populares