The Covenant

“Harry Potter can kiss my ass!”

Las historias oscuras y retorcidas alimentan nuestra sed de venganza.
A principios del siglo XVII se produjeron una serie de juicios por brujería en una pequeña población de Massachusetts, Salem.
Algunos procesos se han hecho especialmente célebres, como el de los “Juicios de Salem”, tema de la célebre obra “Las brujas de Salem” del dramaturgo Arthur Miller publicada en 1953, que popularizó la expresión “Caza de Brujas” en relación con la Comisión de Actividades Antiamericanas del senador Joseph McCarthy, la época conocida como “macartismo”
Desde entonces, la expresión “Caza de Brujas” se aplica metafóricamente a cualquier persecución de tipo ideológico.
Estos juicios, en Salem, que condenaron a muerte 25 personas, tuvieron una gran repercusión en la época, y hoy en día se recuerdan como un símbolo en contra de la represión religiosa.
Por su parte, la brujería es el grupo de creencias, conocimientos prácticos y actividades, atribuidos a ciertas personas llamadas “brujas”
Existe también la forma masculina, “brujos”, aunque es menos frecuente, y que están, supuestamente, dotados de ciertas habilidades mágicas que emplean con la finalidad de dañar.
Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas en las que adoraban al Demonio.
Estas reuniones reciben diversos nombres en la época, aunque predominan dos:
“Sabbat” y “Aquelarre”
La primera de estas denominaciones es, casi con seguridad, una referencia antisemita, cuya razón de ser es la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a las brujas, y los que según la acusación popular, cometían los judíos.
La palabra “aquelarre”, en cambio, procede del “euskera aker” o “macho cabrío” y “larre” o “campo”, en referencia al lugar en que se practicaban dichas reuniones.
En el cine, sobre todo lo referente a los aquelarres, eran historias envolventes y llenas de escenas calientes, con chicos lindos, desesperados por tener sexo, con imágenes sangrientas y violentas que son tan exageradas que bordean con los kitsch y lo camp.
“I'm going to make you my weeyotch!”
The Covenant es una película de cine de terror sobrenatural o fantasía de 2006 dirigida por Renny Harlin y escrita por JS Cardone.
Protagonizada por Steven Strait, Sebastian Stan, Toby Hemingway, Chace Crawford, Taylor Kitsch, Laura Ramsey, entre otros.
A pesar de la creencia popular, The Covenant no se basa en un cómic ni en ningún otro libro.
La confusión proviene del hecho que Sony había lanzado un cómic del mismo nombre, escrito por Aron Coleite, creado con el fin de promover The Covenant.
Ni los autores de la miniserie de comics “Top Cow Comics” se mencionan en las secuencias de crédito, por lo que la miniserie de comics, no se considera material de origen por los creadores de The Covenant.
De hecho, The Covenant se originó a partir de un guión, y pasó por una serie de “corrientes de aire”, por diferentes escritores, antes de que, JS Cardone, finalmente presentara el proyecto final y Cardone recibió el crédito como único guionista.
En The Covenant hay acción pero no demasiada, música estridente pero pasable, y efectos especiales en beneficio de la trama.
The Covenant está destinada, básicamente, a adolescentes que cuenta con la interpretación de jóvenes y atractivos modelos, convertidos en actores, para atraer a un público deseoso de ver escenas de miedo con toques sensuales.
La principal baza del director pasa por acentuar el erotismo, porque no hay nada en esta historia que atrape al espectador.
De todas formas se queda a medio camino.
Estos brujos guapos, nadadores de cuerpos perfectos, van a todas partes juntos, lo que puede dar que pensar.
Pero el guionista no tiene la picardía para explorar connotaciones homoeróticas que quedan diluidas, y el director se reprime en un erotismo pudoroso, cuya única escena destacable, ocurre en unas vaporosas duchas masculinas, y en un encuentro entre el malo y el bueno, en posiciones no referidas a la lucha libre, que estimulan segundas lecturas.
The Covenant nos mete en la historia de “Los Hijos de Ipswich”, 4 jóvenes estudiantes en la Academia Spencer que están ligados por sus antepasados.
Como descendientes de las familias originales que se establecieron en la localidad en el 1600, todos estos chicos han nacido con poderes especiales.
Cuando el cuerpo de un estudiante es descubierto después de una fiesta, los secretos se comienzan a abrir, y amenazan con acabar con “el pacto de silencio” que ha protegido a sus familias por cientos de años.
En 1692, en la colonia de Ipswich de Massachusetts, existían 5 familias con poderes desconocidos, que formaron “un pacto de silencio”
Una de ellas, esperando obtener más, se desvaneció, y su línea de sangre desapareció sin dejar rastros... hasta ahora.
Años después, con motivo del comienzo del nuevo curso escolar en la Academia Spenser, los estudiantes han organizado una bulliciosa fiesta al aire libre para celebrar el final del verano.
Unos metros por encima de los cuerpos que bailan enérgicamente, Caleb Danvers (Steven Strait) y sus 3 mejores amigos:
Pogue Parry (Taylor Kitsch), Reid Garwin (Toby Hemingway), y Tyler Simms (Chace Crawford) caminan hacia el borde de un vertiginoso precipicio, desde el que se dejan caer sin ser vistos, y salen ilesos antes de unirse, tan tranquilos, a la refriega.
En la fiesta, Kate Tunney (Jessica Lucas) presenta a los chicos a su compañera de piso, y nueva alumna, Sarah Wenham (Laura Ramsey)
Las chicas también conocen a un misterioso estudiante trasladado que se llama Chase Collins (Sebastian Stan), y que rápidamente se congracia con el grupo.
Cuando la policía llega para dispersar la fiesta, descubren el cuerpo de un estudiante, al parecer muerto a causa de una sobredosis.
El director de la escuela inmediatamente sospecha que Caleb y sus amigos, de alguna forma, están implicados.
Entretanto, Sarah, una antigua estudiante de la escuela pública de Boston, trata de adaptarse a la vida del internado en la selecta escuela preparatoria, al tiempo que no puede desprenderse de la horrible sensación de que alguien, o algo, vigilan cada paso que da.
Puesto que en la escuela crece la tensión, Caleb y sus amigos cierran filas.
Aunque parezcan unos adolescentes como otros cualquiera, comparten un vínculo secreto:
No sólo son los descendientes de las familias originales, que crearon la Colonia Ipswich en la época de los juicios por brujería de Salem, sino que también heredaron los poderes sobrenaturales de sus ancestros.
Sin embargo, su capacidad para cambiar de forma, desafiar a la gravedad y realizar hazañas de fortaleza sobrehumana, tiene un precio terrible:
Cada vez que uno de Los Hijos de Ipswich emplea sus poderes mágicos, envejece prematuramente, y la tentación de abusar de sus poderes, provoca más adicción que cualquier droga.
Y no sólo eso, pues a los jóvenes amigos se les va a complicar la vida todavía más:
En el momento en que cada uno de ellos cumpla 18 años “ascenderá” y obtendrá unos poderes mucho más potentes, y adictivos.
Puesto que sólo quedan unos días para el 18 cumpleaños de Caleb, su madre Evelyn Danvers (Wendy Crewson) está aterrorizada con la idea de que su hijo sea incapaz de resistirse a la tentación del poder, como le ocurriera a su padre.
Caleb le asegura a su madre que podrá dominar sus nuevos poderes.
En el mundo real, podemos ver muchos ejemplos de que el poder en abundancia pervierte los individuos.
Hace unos años, se hizo una película sobre el tema, pero usando 4 jóvenes brujas en vez de algo real.
Esa película contaba con buenas actrices semiconsagradas, un guión consistente, y unos rituales mágicos basados en rituales reales.
Renny Harlin quiso con The Covenant hacer algo parecido:
Contar el susodicho problema desde el punto de vista de la magia.
El problema llegó porque en vez de buscar calidad, busco efectivísimo.
Sustituyó el carisma y la calidad interpretativa, por cuerpos sanos y hermosos.
Eliminó los rituales basados en algo tangible como “la wicca” y puso en su lugar rituales “made to teen”
Cambió los elaborados e ingeniosos hechizos, por “magias” del juego Street Fighter y Dragon Ball.
Sin embargo, utilizar lo ocurrido con las Brujas de Salem, y montar una mitología alrededor de ello, es lo mejor que tiene The Covenant, pero, no contar lo que pasó en aquel lugar tiene delito:
No todo el mundo tiene por qué conocer lo sucedido…
Como añadido especial, comentar el detalle de que cada vez que usan magia, los chicos consumen su propio cuerpo, por lo que si abusan de la magia, envejecerán mucho más rápido de lo normal, la idea no está mal, así como la originalidad del mismo tema, y las “actuaciones”, ya que el reparto para ser bastante jóvenes, no lo hacen nada mal.
Lo peor de lo peor es el guión, es tan insípido como insignificante, obliga a que los personajes resulten planos y la trama, un refrito de mil cosas vistas.
También cabe destacar la regular labor de Renny Harlin, y el mal enfoque del reparto, donde el abdomen de los actores gesticula más que sus rostros.
La portada de The Covenant es otro problema, es exactamente igual a la del film de Clint Eastwood, “Mystic River” (2003)... que poca originalidad.
La pelea al final de The Covenant muy parecida al anime de “Dragon Ball”, las esferas de energía que lanzaban los 2 luchadores muy parecida a ese anime, en especial, cuando el héroe está siendo derrotado, su padre le envía su poder, y del cielo, le cae un rayo y lo hace más fuerte, seguro el directos es aficionado al animé, y se inspiro en eso, habría que preguntarle…
Pero, si estás en plena “edad del pavo”, podrás disfrutar de un montón de chicos sin camiseta mostrando su tableta de chocolate, te va a gustar.

“It's addictive”



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