Murder On The Orient Express

“Ladies and gentlemen, you are all aware that a repulsive murderer has himself been repulsively, and, perhaps deservedly, murdered”

Las novelas de Agatha Christie, y por consiguiente las películas en ellas basadas, pertenecen al género de misterio, y en concreto a las llamadas en inglés “whodunit”, término de difícil traducción al castellano, pero que obviamente significa:
“¿Quién lo hizo?”
En estas historias se plantea un misterio, en general bajo la forma de un crimen, y un héroe, o héroes, investigan para descubrir al criminal.
En general, el público carece de información suficiente para descubrir por sí mismo el misterio y, aunque se van dando pistas durante la acción, al final sólo el héroe es capaz de atar cabos para la resolución del misterio, resultando casi siempre un cierto grado de sorpresa para el espectador, o el lector.
El “suspense”, sin embargo, es la sentimiento que se crea cuando el espectador, de forma subjetiva, siente la amenaza que se cierne sobre los personajes de la acción, independientemente de que exista misterio o no.
Así, Alfred Hitchcock no ha dudado en desvelar con frecuencia quien es el criminal; y el tema más recurrente en sus películas, es el del inocente perseguido por algo que no ha hecho, y el público lo sabe, creándose una serie de situaciones de “suspense” en función de las amenazas que sobre él se ciernen, y que el espectador vive.
Por otra parte, el “suspense” no siempre ha de estar relacionado con un crimen, o con una amenaza física.
Incluso una historia de amor puede estar llena de “suspense”, cuando sobre la relación planean amenazas que el espectador siente, provocándole la necesaria angustia.
A mí, si me dejan escoger, prefiero el “suspense”
Aunque claro, no tiene por qué estar reñido con el misterio.
“Ah, here's your ticket, Monsieur Poirot.
I'm afraid you've still got another hour”
Hercule Poirot es un detective ficticio, de origen belga, creado por Agatha Christie, y junto con Mrs. Marple, es uno de los personajes más famosos creados por la escritora, siendo el protagonista de 33 novelas, y 50 relatos cortos publicados entre 1920 y 1975.
El personaje de Hercule Poirot se basó en otros 2 detectives de ficción de la época:
Hercule Popeau de Marie Belloc Lowndes, y Monsieur Poiret de Frank Howel Evans, un oficial de policía jubilado francés, que vivía en Londres.
Agatha Christie también construyó su personaje, y le dio nacionalidad, gracias a un grupo de refugiados belgas que se exiliaban de su país, producto de la Primera Guerra Mundial.
Una influencia más evidente sobre las primeras historias de Poirot, es la de Arthur Conan Doyle.
En una autobiografía, Christie admite:
“Yo todavía escribía en la tradición de Sherlock Holmes, el detective excéntrico, el títere ayudante, con un detective de Scotland Yard, tipo Lestrade, el Inspector Japp”
Por su parte, Doyle reconoció la base de Sherlock Holmes sobre el modelo del detective ficticio francés Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe, quién en su empleo “de razonamiento” prefigura la confianza de Poirot sobre sus “pequeñas células grises”
Poirot también tiene una llamativa semejanza con el detective ficticio de A. E. W. Mason, el Inspector Hanaud de la Sûreté, policía francesa.
Pero, a diferencia de los modelos mencionados, Poirot es belga.
Su llegada, de un país ocupado por Alemania, proporciona una muy buena razón del por qué, un detective tan experto, estaría sin trabajo, y disponible para solucionar misterios en una casa de campo inglesa, pero también en el momento de la escritura, fue considerada patriótica, para expresar la solidaridad con los belgas, ya que la invasión de su país había constituido “casus belli” británico para entrar en la Primera Guerra Mundial.
La primera aparición de Hercule Poirot fue en “El Misterioso Caso de Styles”, publicado en 1920, y su última aparición fue en “Telón”, publicado en 1975, el año anterior a la muerte de Agatha Christie.
Sobre la publicación de esta novela, Poirot es el único personaje de ficción, del que se ha dado un obituario en el New York Times, el 6 de agosto de 1975:
“Hercule Poirot Is Dead; Famed Belgian Detective; Hercule Poirot, the Detective, Dies”
Hacia 1930, Agatha Christie encontró a Poirot “insufrible” y hacia 1960, ella sintió que él era “detestable, ampuloso, pesado, egocéntrico”
Sin embargo, el público lo amaba, y Christie rechazó matarlo, alegando que era su deber hacer lo que al público le gustaba, y lo que al público le gustaba era Poirot.
Hercule Poirot medía apenas más de 5 pies y 4 pulgadas, pero se desenvolvía con una gran dignidad.
Su cabeza tenía exactamente la forma de un huevo, y siempre la ladeaba un poco hacia un lado.
Su bigote era muy tieso y militar.
Incluso si toda su cara estuviera cubierta, las puntas del bigote y la nariz rosada serían visibles.
La pulcritud de su vestimenta era casi increíble; creo que una mota de polvo le habría causado más dolor, que una herida de bala.
Sin embargo, este hombrecito de vestimenta pintoresca, había sido en su tiempo uno de los miembros más famosos de la policía belga.
Poirot es atildado hasta el extremo, su apariencia personal es siempre impoluta, y adora “el orden y el método”
Venera la simetría, la limpieza, las comodidades, la calefacción central, y la línea recta:
En su apartamento no existen muebles, ni adornos de líneas curvas.
Es sumamente cortés, y habla intercalando frases, o palabras en francés, como:
“Mon ami” o “Précisement”
Aunque se asegura que su inglés es perfecto, cuando está nervioso, comete fallas gramaticales, algunas detectadas, y corregidas por su fiel amigo Hastings.
Poirot era un antiguo miembro de la Policía belga, llegó a Inglaterra como refugiado durante la Primera Guerra Mundial, y ya no abandonó el país, donde se estableció como detective privado de gran éxito.
A pesar de que mucha gente lo confunde con francés, él siempre corrige que es belga.
En una de las novelas en que aparece, Poirot confiesa ser un devoto católico.
Sus métodos son totalmente distintos a los seguidos por la policía:
Él se detiene en el estudio de la naturaleza humana, utiliza la psicología para sacar conclusiones, y llegar a la solución final del caso.
Poirot desprecia las pistas, que al parecer se presentan claras, como huellas digitales, y se interesa más por los detalles que aparentan ser insignificantes, pero que luego, resultan de vital importancia.
La mayoría de los policías de Scotland Yard suelen burlarse de sus métodos, para luego, ir aceptando lo inevitable.
Hercule Poirot es el personaje más famoso de la escritora británica Agatha Christie; Monsieur Poirot impresiona a todo el mundo con la “utilización de sus células grises” para resolver los casos más complicados que se le presentan.
Es un detective retirado, que siempre tiene gran cantidad de trabajo, y siempre busca resolver misterios que le atraigan por su complejidad intelectual, el escoge los trabajos.
Hercule Poirot es uno de los detectives más populares de la historia de la literatura, debido a su característico estilo, elegancia, inteligencia, y sus no menos interesantes casos.
Por este motivo el personaje fue llevado al cine en múltiples ocasiones:
“Alibi” (1931), “Black Coffe” (1931), “Lord Edgware” (1934), “The Alphabet Murders” (1966), “Murder On The Orient Express” (1974), “Thirteen At Dinner” (1985), “Dead Man’s Folly” (1986), “Murder In Three Acts” (1986), “Appointment With Death” (1988), “Death On The Nile” (1978), e “Evil Under The Sun” (1982)
Incluso, Poirot contó con su propia serie de televisión:
“Agatha Christie: Poirot” (1989), protagonizada por el actor británico David Suchet, que alcanzó 12 temporadas.
Hercule Poirot ha sido interpretado, tanto en la televisión como en el cine, por varios actores como:
Albert Finney, David Suchet, Peter Ustinov, Ian Holm, Tony Randall o Alfred Molina.
“The murderer is with us now!”
Murder On The Orient Express es una película británica de 1974, dirigida por Sidney Lumet.
Protagonizada por Albert Finney, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Anthony Perkins, Vanessa Redgrave, Jacqueline Bisset, Richard Widmark, Martin Balsam, Jean-Pierre Cassel, John Gielgud, Michael York, Wendy Hiller, Rachel Roberts, entre otros.
El guión de Murder On The Orient Express corre a cargo de Paul Dehn, basado en la novela homónima de Agatha Christie, protagonizada por Hercule Poirot, y publicada en 1934.
El caso de secuestro de la hija de la Familia Armstrong, Daisy, está basado en el secuestro real del hijo de Charles Lindbergh en 1932, poco antes de que el libro fuera escrito.
El secuestro fue uno de los sucesos clave de la Depresión, y convirtió el caso de Baby Lindbergh en un mito para la crónica negra norteamericana; y como siempre, ha sido diana de revisión, y de teorías alternativas.
A grandes rasgos, un día de marzo de 1932, un intruso entró en el dormitorio de un bebé.
En silencio, lo secuestró y escapó por la ventana.
Ese bebé, de 20 meses de edad, se llamaba Charles Lindbergh, Jr. y era el hijo del célebre Charles Lindbergh, conocido mundialmente por ser el primer hombre que cruzó el Atlántico en avión.
Años después de la hazaña que lo convirtió en héroe nacional, alguien raptaba a su bebé.
No hubo silencio, los días siguientes convirtieron el secuestro de Baby Lindbergh en un suceso a voces por todo el país.
La prensa se hizo decidida protagonista, mientras proseguían las cartas de los secuestradores, y se peinaban las zonas próximas a la residencia de la Familia Lindbergh.
Pero todo el escenario quedó contaminado por curiosos, por la familia, y por las primeras pesquisas policiales.
Las huellas recogidas no servían de nada.
Lindbergh, y los suyos, comenzaron a elaborar sus propias teorías, y señalaron a la Mafia y al espionaje alemán, entre varios posibles complots.
Una doncella, empleada por los padres de la Sra. Lindbergh, fue sospechosa de estar involucrada en el crimen, y, luego de ser duramente interrogada por la policía, se quitó la vida.
Más de 2 meses después del secuestro, un camionero encontraba el cadáver del bebé, en unos bosques próximos a la casa de la Familia Lindbergh.
La causa de la muerte se debía a un golpe en la cabeza; el grotesco estado de descomposición del infante, conmocionó a la opinión pública.
En Washington, se iniciaron las medidas legislativas pertinentes para hacer de cualquier secuestro un asunto del FBI, entonces recientemente creado por J. Edgar Hoover, mientras en la prensa, el suceso recibía el nombre de “Crimen del Siglo”
Otro evento real, que ayudó a inspirar la novela, menos recordado, fue cuando Agatha Christie viajó por primera vez en el Orient Express en el otoño de 1928.
Pocos meses después, en febrero de 1929, un Orient Express quedó atrapado por una ventisca cerca de Çerkezköy, Turquía, quedando estancado 6 días.
Así, la escritora terminó el libro en un hotel cerca de la estación del Orient Express.
La habitación que ocupó, en ese hotel, constituye hoy un pequeño museo de la autora.
Como curiosidad, en paleontología, la teoría de que múltiples factores llevaron a la extinción de las especies en el Triásico, la mayor extinción en masa de la historia de la Tierra, es denominada:
“Modelo de Asesinato en el Expreso Oriente”
El término fue utilizado por primera vez por Douglas Erwin en 1993.
Por otra parte, dicen que Agatha Christie siempre quedó insatisfecha por las adaptaciones de sus obras, y se negaba a nuevos permisos.
Entonces, los productores del film, Murder On The Orient Express, recorrieron a los contactos con la realeza Británica para obtener los derechos.
Murder On The Orient Express estrenó con buen éxito de boletería y crítica.
Cuando indagada, la Christie dijo que había estado bien hecha, pero no quedó convencida con el “Bigote de Poirot”
Puede ser que, a partir de ese comentario, los próximos Poirots fueron interpretados por Peter Ustinov.
Demás está decir que, Murder On The Orient Express posee el elenco con mayor número de estrellas juntas en una película, de una sola historia, 7 de los cuales fueron ganadores, en algún momento de sus vidas, del premio Oscar de la Academia de Hollywood.
De hecho, Agatha Christie asistió al estreno de Murder On The Orient Express, la única de las adaptaciones de sus libros, con la que estaba conforme; murió un año después.
Murder On The Orient Express fue todo un éxito, mayormente, por la ostentosa reunión de las mayores estrellas de Hollywood en un mismo proyecto, estilo que se intentó reutilizar en repetidas ocasiones a partir de entonces.
Al mismo tiempo, resucitó en interés en el cine detectivesco.
Muchos proyectos, basados en obras de Agatha Christie, comenzaron a surgir a partir de entonces, el más popular de ellos fue “Death On The Nile” (1978), en el que Peter Ustinov heredó el papel de Poirot, pero según algunos, ninguno logró repetir el impresionante éxito del primero.
Murder On The Orient Express estuvo nominado al premio Oscar en 6 categorías, ganando el Oscar a La Mejor Actriz de Reparto para Ingrid Bergman, logrando nominaciones para:
Mejor actor (Albert Finney), fotografía, diseño de vestuario, banda sonora, y guión adaptado.
El eslogan de Murder On The Orient Express fue:
“El mayor reparto de personajes sospechosos, que hayan sido involucrados en un asesinato”
Esto hacía referencia al impresionante reparto que se había reunido para el proyecto, cuyo inmenso presupuesto fue dedicado en particular al afamado reparto.
Por supuesto, en los años 70 ya no existía el Orient Express, pero el equipo lo diseño a escala real, basándose en vagones que se encontraban en distintos museos, la mayoría en Bélgica.
Sin embargo, si se utilizo la verdadera locomotora en varios planos, aunque esta no pudo viajar demasiado tiempo debido a la inactividad, y riesgo sobre la misma; así, el mítico Expreso que atravesaba Europa, uniendo Londres-Calais y París con Estambul, atrapado en una tormenta de nieve, sirve de escenario a esta típica “whodunit”
Murder On The Orient Express recoge la moda de los años 70 de realizar “superproducciones”, basadas en amplios reparto de actores y actrices conocidos, muchos de ellos en el final de sus carreras.
Sidney Lumet filmó una película de hiperlujo, con un reparto coral envidiable, que aprovechó perfectamente.
El director sabe crear un clima de suspense adecuado, hasta el inesperado desenlace, en que se narra el asesinato desde un punto de vista completamente nuevo, siendo una de las mejores adaptaciones de Agatha Christie a la pantalla.
Lo que si vale la pena decir, es que hay que ver como Lumet dirige, y maneja las escenas en un espacio reducido, un maestro de ambientes claustrofóbicos; y realizar Murder On The Orient Express dentro de estrechos vagones, supuso una complicación particular, forzando a realizar infinidad de ángulos, y puntos de vista, para hacer creíble la acción en un espacio tan comprimido.
La escena más complicada resultó ser la final, en la que Poirot expone la solución del caso.
Esto se debía de nuevo, a lo estrecho del vagón, y la presencia de 16 personajes que debían estar presentes en la escena.
Y es que, en el tratamiento de la imagen, es donde Lumet se muestra más imaginativo:
Ese azul intenso del prólogo, recordemos el secuestro y asesinato de la niña, visto en fotos fijas, y recortes de prensa; vuelve a aparecer al final, en esa reconstrucción del asesinato imaginada por Poirot, donde todos y cada uno de los sospechosos, van acuchillando a Samuel Edward Rachett, en realidad un mafioso llamado Cassetti, y responsable de la muerte de Daisy Armstrong.
Un color frío e implacable, justificado por un piloto situado en el camarote, pero que dota a la escena de una frialdad glacial, lógica para quien ha esperado 5 años para saborear la venganza.
Precisamente, esa reconstrucción de los hechos por parte del sagaz detective belga, da pie a otro uso brillante de la cámara por parte de Lumet:
Durante el curso normal de la historia, las imágenes son filmadas con ópticas normales y teleobjetivos.
Sin embargo, la reconstrucción mental de Poirot, la vemos filmada con grandes angulares, lo que acentúa, tanto el carácter monstruoso de la venganza como el carácter subjetivo de las imágenes, ya que no estamos viendo algo real, sino la mente de este deforme detective.
Y es que en Lumet, todo tiene un sentido.
En una película con una puesta en escena tan exquisita y cuidada, tan clásica, llama poderosamente la atención, un violento movimiento de cámara:
Cuando Poirot descubre el albornoz blanco entre las maletas de un compartimento, la cámara le encuadra inicialmente en picado, por encima del detective, y baja rápidamente hasta dejarlo en contrapicado.
Ese enfático movimiento, responde al propio significado del picado inicial, un personaje hundido, dominado por las circunstancias, y del contrapicado final:
Poirot por encima de los demás, dominando la situación.
Y es que, el albornoz es la clave para encontrar una explicación lógica, y encajar el puzle del asesinato.
Lumet nos sugiere su importancia, con un movimiento de cámara llamativo, y exagerado, como serán en adelante, las imágenes subjetivas de Poirot narrando lo que pasó en realidad.
Como decía Godard:
“El travelling es una cuestión moral”, y Lumet da una lección de ello en Murder On The Orient Express.
Y hablando de moral, uno se pregunta:
¿Qué pudo atraer a un cineasta, serio y comprometido de este proyecto, una aparente historia de detectives hasta cierto punto liviana?
Su interés por un “revival” del cine clásico, no sólo le anima a mantener la época en que transcurre la acción de la novela original, los años 30, sino también a trabajar a fondo la banda sonora, y la imagen, para lo que Lumet contó con 2 maestros incuestionables:
Geoffrey Unsworth y Richard Rodney Bennett.
El trabajo del primero con Lumet, destaca por su meticulosa reconstrucción de la iluminación propia del cine de los 30 y 40, con abundantes contraluces suaves, mimados encuadres, y una paleta cromática muy reducida.
En cualquier caso, el resultado es exquisito:
Una foto a la antigua usanza, llena de “flous”, con suaves contraluces, todo muy British.
Por su parte, Rodney Bennett, también de exquisita formación clásica, nos regala abundantes piezas instrumentales, sinfonías y extractos de óperas.
El Orient Express se nos muestra con todo lujo de detalle, no solo en su aspecto físico, también en el exquisito detalle de todos sus lujos, y beneficios de viajar en él en aquella época.
Formidables escenas, como la selección de alimentos del Cheff en la estación en los momentos previos a la salida, nos muestran hasta qué punto el detalle y el lujo se fusionaban.
Del argumento nada que decir.
¿Quién no ha visto la película o leído el libro?
Bueno, por si acaso, diré que en un tren, no uno cualquiera, el Orient Express, viajan varios desconocidos.
Uno de ellos muere apuñalado 12 veces.
Todos tienen coartada, no aparece el asesino, afortunadamente, también viaja en el tren, el incomparable detective belga, que no francés, Hercule Poirot, todo un excéntrico, aunque divertido e inteligente, la escena en la que se prepara para acostarse, realizando de forma minuciosa, todo un ritual de preparativos antes de dormir, es única.
“If all these people are not implicated in the crime, then why have they all told me, under interrogation, stupid and often unnecessary lies?
Why?
Why?
Why?
Why?”
En 1930, se produce en Long Island, el extraño secuestro de la hija pequeña, Daisy, de un coronel británico destinado en la India, el señor Armstrong, y de su esposa, una famosa actriz, tras pagar el rescate se produce una desafortunada noticia con la muerte de la niña.
El asesino consigue escapar, y nada más se sabrá de él.
Cinco años más tarde, nos encontramos en la parte asiática de Estambul, a bordo de un transbordador, a través del Bósforo, y con destino a Estambul, donde poder coger el famoso tren de lejanías, el Orient Express, con destino final en territorio francés, si bien con comunicaciones desde allí hacia Londres.
El detective belga, Hercule Poirot (Albert Finney) ha resuelto un caso, y regresa a casa en el Orient Express.
En el viaje, Poirot se encuentra con su amigo Bianchi (Martin Balsam), que trabaja para la Compagnie Internationale des Wagons-Lits.
El tren atraviesa una tormenta de nieve en los Balcanes, y finalmente queda detenido durante la noche.
A la mañana siguiente, es descubierto el cadáver del millonario estadounidense Samuel Edward Rachett (Richard Widmark), que ha sido asesinado con varias puñaladas.
Poirot, Bianchi, y el Dr. Constantine (George Coulouris), trabajarán juntos para resolver el caso, con la ayuda del francés Pierre Michel (Jean-Pierre Cassel), el conductor del coche.
Las pistas:
El pacto de complicidad reside en la evasión.
Rachett fue apuñalado 12 veces.
Algunas heridas fueron leves, pero al menos 3, pudieron haber sido mortales; algunas de ellas fueron realizadas con la mano derecha, y otras con la izquierda.
Puesto que el tren ha estado rodeado por la nieve, desde antes de la hora presunta del asesinato, y las puertas de los otros coches estaban cerradas, el asesino debería encontrarse entre los pasajeros del coche de Rachett.
Se descubre que hace varios años, Rachett estuvo involucrado en la tragedia de la familia Armstrong cuando un bebé, Daisy Armstrong, fue secuestrada, y luego asesinada.
“The greatest cast of suspicious characters ever involved in murder”
Los sospechosos, los actores, sus motivos y deducciones de Hercule Poirot:
1. Hector McQueen (Anthony Perkins) es joven estadounidense, secretario y traductor de la víctima.
McQueen era el hijo del fiscal que llevó el caso Armstrong, había conocido a la señora Armstrong, durante la búsqueda de Daisy, y se había enamorado de ella, sorprendido por el interés de la mujer por su carrera, aún dadas las circunstancias.
2. Edward Henry Beddoes (Sir John Gielgud) es el valet británico de la víctima.
Beddoes era el ayudante del Coronel Armstrong; y Poirot lo deduce, al ver la señal del golpe que recibió en la nuca.
3. Mary Debenham (Vanessa Redgrave) es una joven británica que regresa a Inglaterra, luego de trabajar como institutriz en Bagdad; resulta que Mary había sido la secretaria personal de la Señora Armstrong, y ama de llaves de la mansión de la familia.
4. Coronel Arbuthnot (Sean Connery) es un oficial del ejército británico destinado en la India, que viaja a Inglaterra por vacaciones.
El Coronel Arbuthnot era amigo del Sr. Armstrong.
5. Princesa Natalia Dragomiroff (Wendy Hiller) es una dama de la realeza rusa que regresa a su domicilio en París.
La Princesa Dragomiroff era la madrina de la Sra. Armstrong.
Al preguntarle por el resto del personal de la casa, Poirot no recibe nada más que evasivas que le hacen sospechar.
6. Hildegarde Schmidt (Rachel Roberts) es una mujer alemana de edad media, doncella de la princesa.
Admite haber sido amiga de Pollet, la doncella de los Armstrong; y cuando Poirot alaba su arte en la cocina, se delata, como la que fue entonces, cocinera de los Armstrong.
7. Conde Rudolf Andrenyi (Michael York) es un noble y diplomático húngaro, de costumbres inglesas, que viaja hacia Francia.
El Conde Andrenyi y su esposa, eran tíos de Daisy Armstrong.
8. Condesa Elena Gründwald Andrenyi (Jacqueline Bisset) es la joven y delicada esposa del Conde Andrenyi; y resulta ser la hermana pequeña de la señora Armstrong, y tía de de Daisy.
Poirot lo descubre, al ver como su nombre de soltera se ha tratado de borrar, parcialmente, en su pasaporte con una mancha.
9. Greta Ohlsson (Ingrid Bergman) es una misionera solterona, sueca, de edad media que regresa a Europa para recolectar fondos para su misión en la India.
Ohlsson resulta ser la niñera de Daisy, a la que los secuestradores maniataron para huir con la niña.
10. Sra. Harriet Belinda Arden Hubbard (Lauren Bacall) es la ex de Gründwald, señora estadounidense, mayor, y muy entusiasta que vuelve a su país.
La Sra. Hubbard era abuela de Daisy Armstrong; se había casado por segunda vez ocultando su identidad.
11. Antonio “Gino” Foscarelli (Denis Quilley) es un vendedor de automóviles, italiano, que viaja a Roma para expandir su negocio.
Se delata como el chofer de los Armstrong, que se cruzó con los secuestradores, la noche que tomaron a Daisy, y le hicieron salir de la carretera.
12. Cyrus B. “Dick” Hardman (Colin Blakely) es un detective estadounidense de la Agencia Pinkerton, disfrazado de buscador de talentos.
Hardman resulta ser el novio de Pollet, con la cual se había reunido en secreto la noche del secuestro, levantando las sospechas de la Doncella en relación al mencionado secuestro.
Este se delata, cuando Poirot le cuela por sorpresa una foto de Pollet.
13. Pierre-Paul Michel (Jean-Pierre Cassel) es un hombre francés, encargado y conductor del coche-cama.
Michel explica que su hija falleció de escarlatina; pero Poirot deduce que su hija era en realidad la doncella Pollet, falsamente acusada del secuestro de Daisy, y que había cometido suicidio.
El motivo:
Todos los sospechosos estuvieron involucrados, de alguna forma, en el “Caso Armstrong”
Acabado el interrogatorio, Poirot reúne a todos en el vagón restaurante, y expone 2 soluciones al caso:
La primera:
Es la que le han intentado hacer creer, que un miembro rival de la mafia, entro en el tren y asesinó a Cassetti.
La segunda:
Es que la madre de la Señora Armstrong, y abuela de Daisy, Belinda Hubbard organizó una venganza reuniendo a las 12 personas que sufrieron los acontecimientos del secuestro.
Juntos drogaron a Cassetti, y cada uno de ellos le asestó una puñalada, 12 en total.
De esta manera, había actuado como un jurado de 12 personas, pero también como verdugos de su sentencia.
Poirot decide que el Señor Bianchi decida la solución más conveniente, pero admite que la policía preferirá la simplicidad de la primera.
Bianchi está de acuerdo, y las 12 víctimas de la tragedia de Daisy Armstrong brindan al poder dejar descansar sus fantasmas personales, al tiempo que la vía queda libre de nieve, y el Orient Express reanuda su marcha.
En mitad de esa representación nostálgica, el centro de atención es, sin lugar a dudas, un Hercule Poirot no menos excéntrico y artificial.
Albert Finney compone un investigador contrahecho y afectado, que continuamente reclama su origen belga, harto de ser confundido con un francés; un personaje cuya mente va muy por delante de su torpe cuerpo.
En el límite de la sobreactuación, su composición lo convierte en una especie de “Quasimodo” inolvidable entre tanta estrella, y ese contraste, es quizá, uno de los logros de Lumet con el reparto.
Los últimos 20 minutos son de verdadero campeonato para Finney, o como dijo Lumet: “un verdadero Tour de Force” ya que tuvo que memorizar, prácticamente más de 8 páginas, y a mi parecer, es una verdadera lección de actuación, mantener el ritmo de 8 páginas es complicadísimo, y más en un papel como el de Poirot.
El final de Murder On The Orient Express es impactante, y como un espectador que en su vida ha leído a Agatha, me sentí abrumado por la creatividad de la escritora inglesa en concebir una novela criminal como esta.
Nadie, a pesar de los innumerables actores de calidad que lo han hecho, ha logrado emular la fantástica labor de Albert Finney en su representación de Poirot.
Este logra mostrarnos todos los aspectos del mismo, desde su desidia, y falta de interés por aquello indigno de su interés, hasta la ilusión casi infantil que desarrolla, mientras estudia con interés un caso que se le ha presentado como un reto.
Respecto al resto del “cast”:
Lauren Bacall ya entradita en años, sigue demostrando que sabe actuar, aunque su personaje no logre simpatizar demasiado con el espectador, pero es intencional por el guión; posteriormente Honrada con un Oscar por toda su carrera en 2009.
Martin Balsam, consagrado como actor secundario, aquí como amigo y ayudante de Poirot, es un buen soporte para la historia; Balsam ganó un Oscar por un papel secundario por “A Thousand Clowns” (1966)
Ingrid Bergman, aquí está para muchos, como la guinda del pastel; convincente y sobreactuada al mismo tiempo, y la inconveniencia es que sale poco.
No creo que se haya merecido el Oscar que le otorgaron por esta actuación, ya que el premio se debía más a un “borrón y cuenta nueva” por su vida personal con Roberto Rossellini, y su alejamiento de Hollywood, por el hecho de que Rossellini estaba casado, y ella representaba la tercera en discordia.
El premio viene a revalidar su estatus perdido como “La Novia de América”, además, su papel es de los que venden como para ganar una de las codiciadas estatuillas, anteriormente ganadora del premio como Actriz Principal en “Gaslight” (1945) y “Anastasia” (1957)
Jacqueline Bisset, belleza de la época, aunque con un papel con poca relevancia y bastante soso.
Sean Connery, siempre convence, y aquí también lo demuestra, posteriormente ganador del Oscar por “The Untouchables” (1987)
John Gielgud, otro secundario de lujo, que aquí combina lo siniestro con las buenas maneras; posteriormente ganador del Oscar como secundario en “Arthur” (1981)
Wendy Hiller, caracterizada de anciana, resulta muy carismática, ENORME diría yo, como la rusa noble zarista exiliada, atención a los iconos, reliquias y las fotos de los últimos zares, sobre todo de Nikolay Alexandrovich Romanov y su esposa Alexandra Feodorovna Romanova en su compartimiento; que a su propia excelsa condición, une un look bastante gótico, que me recuerda a Drácula pero en mujer; Hiller había ganado un Oscar por un papel secundario en “Separate Tables” (1958)
Anthony Perkins, nunca podrá desprenderse de “Norman Bates” y aquí parece su alter ego reformado, y con una nueva suma de traumas incipientes; se hace parecer un corderillo nervioso e indefenso.
Vanessa Redgrave, esta mujer tiene mucha clase, y en esta interpretación también lo demuestra, de hecho, hace buena pareja con Connery; Redgrave ganaría un Oscar en un papel secundario por “Julia” (1977)
Rachel Roberts, perfecta y seria sirvienta con dientes amarillos, uno de los más interesantes personajes interpretado por una malograda, y no muy conocida actriz que se suicidó en 1980.
Richard Widmark, otro que se une al grupo de secundarios de lujo, con un no muy agradecido papel.
Michael York, como pareja de Jacqueline Bisset, se encuentra este perfecto galán descafeinado, cuyo personaje resulta el más anodino, y el menos interesante de todos.
Así también podemos contemplar, cómo Lumet planificaba sus películas.
Hablamos del brindis final de todos los pasajeros sospechosos de asesinato, para entonces, nosotros ya sabemos la verdad de lo sucedido:
Uno a uno, van acercándose a brindar, todos unidos por un crimen, todos unidos por un plano-secuencia, una elegante forma de sugerir, mediante la imagen su complicidad, su unidad, el lazo secreto que ya nunca será desvelado.
“Only by interrogating the other passengers could I hope to see the light, but when I began to question them, the light, as Macbeth would have said, thickened”
Existen diferencias entre la novela y la película, algunas son:
En la novela, Poirot conoce a 2 de los sospechosos en un tren rumbo a Estambul.
En la película, Poirot ve a Debenham y Arbuthnot en el ferry cruzando el Bósforo; además, el viaje en ferry es el comienzo de la historia.
Existen varias diferencias en relación al valet de Rachett:
En la novela, es un hombre delgado llamado Masterman, identificado como un inglés de 39 años de edad que nunca estuvo en Estados Unidos.
En la película, el personaje se llama Beddoes, posiblemente para evitar confusiones con el nombre de Hardman y, pese a ser inglés, fue contratado a través de una agencia en la ciudad de Nueva York.
John Gielgud tenía 70 años cuando interpretó al personaje, y era una persona alta.
El personaje del empleado del ferrocarril, en el libro, es un belga llamado Bouc; él y Poirot conversan en francés, y comparten cierta afinidad debido a su nacionalidad.
En la película, el personaje es un italiano de apellido Bianchi.
El motivo es más que curioso, y muestra hasta qué punto, en Hollywood, se la cogen “con papel de fumar”
Resulta que quedaba muy mal que hubiera 3 italianos en el reparto:
Foscarelli, el presunto mafioso inexistente, y el propio Cassetti, y que los 3 fueran asesinos, así que tenían que colar un cuarto italiano que fuera un “niño bueno”
Ingrid Bergman también era mayor en cuanto a la edad que su personaje tenía en la novela.
Muchos personajes difieren de su descripción en la novela.
La Princesa Dragomiroff es descrita como gorda, y la Srta. Debenham, supuestamente, tiene cabello oscuro.
Wendy Hiller, que interpretó a la princesa, era delgada; y Vanessa Redgrave exhibe su cabellera pelirroja mientras representa a Mary Debenham.
El argumento se desarrolla, gradualmente, hacia la solución del asesinato.
La novela introduce el motivo de la venganza contra Rachett, durante un diálogo en el curso de la investigación.
La película prepara el terreno con un pequeño y efectivo prólogo.
El libro muestra a Poirot descubriendo, paso a paso, la conexión de cada sospechoso con la familia Armstrong, y revelando su descubrimiento, a la persona implicada.
En el film, la solución del misterio ocurre durante una dramática escena grupal.
En el libro, la condesa no participa, en forma física, de la conspiración planificada que se devela al final de la obra, pero si es mostrada junto a su esposo en la película.
La novela señala que el Orient Express se encontró con una avalancha, por lo que el asesino no pudo haber salido del tren sin quedar enterrado en la nieve; además, se explica que se necesitarán varios días para que los hombres desentierren el tren.
En la película el Orient Express se detiene antes de golpear la avalancha y, mientras Poirot expresa la relación de los pasajeros con el asesinato, podemos ver un tren con una barredora de nieve despejando la vía.
La película termina, con el Orient Express siguiendo al tren de rescate, hacia la próxima estación mientras corren los créditos.
Hacia el final de la novela, Poirot enseña la pistola de Rachett a los sospechosos, y afirma que no solo estaba cargada, sino que Rachett se encontraba preparado para protegerse; en la película, Poirot tiene la pistola en una mesa, junto con el resto de la evidencia, pero no explica su significado.
En la novela, la primera teoría sobre la muerte de Rachett es, que fue asesinado por un extraño con motivos desconocidos; en la película, la primera teoría es que fue víctima de un miembro disfrazado de la mafia por una “vendetta”
“Ah, you are not “accused”... you are “ex”-cused!
Thank you both for your help and cooperation”
Quizá la clave esté en el final:
Tras una minuciosa investigación, el detective concluye que todos son asesinos, todos han colaborado para acabar con la vida de Cassetti, el asesino de la pequeña Daisy.
Y Poirot lo sabe, pero contará a la policía yugoslava que alguien subió al tren, mató a Samuel Rachett, y se perdió en la nieve, aprovechando la parada obligada del Orient Express.
La eterna duda sobre el papel de la Justicia, que no es ciega o, al menos, debería mirar la realidad con los ojos entrecerrados para interpretar adecuadamente los hechos.
Respecto al hecho histórico en que se basa, fue un pavoroso suceso, inevitable consecuencia de ser millonario en época de bolsillos vacíos, cuento triste de la cultura popular, narración periodística en su máxima expresión; “El Crimen del Siglo” sigue resultando el barroco espectáculo que supuso en su época.
Aquí, en Murder On The Orient Express, parientes y amigos de Daisy (Baby Lindbergh) y su entorno, han ido atando cabos, y 5 años después consuman la venganza de la pequeña, y de esos familiares que tampoco sobrevivieron a su muerte, y la presión de la investigación posterior, como sus padres o la criada.
La víctima del Orient Express es un asesino cruel y despiadado.
Hay un nuevo crimen, sí, pero dado el carácter de la víctima, la justicia prefiere mirar hacia otro lado y aceptar, eso, que se ha hecho justicia.
Y la fragilidad de la justicia, sí es un tema que siempre ha atraído a Lumet.
Murder On The Orient Express posee un final, quizá improbable en la vida real, pero resuelto de una forma ejemplar en el cine.
Sidney Lumet, el hombre que más juicios, lo ha filmado para la gran pantalla, lo tiene claro:
La Justicia no siempre es ciega.
Afortunadamente.

“Trial by twelve good men and true... is a sound system”



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