Memoirs Of A Geisha

“It is not for Geisha to want.
It is not for Geisha to feel.
Geisha is an artist of the floating world.
She dances.
She sings.
She entertains you.
Whatever you want.
The rest is shadows.
The rest is secret”

El papel y función de la geisha japonesa siempre ha sido enigmático.
Unos dicen que se trataba de una honesta actividad artística, mientras que otros la califican como prostitución elegante.
El primer paso que ha de seguir una mujer joven, para convertirse en una geisha, es ser aceptada en una okiya, o una casa de geishas, propiedad de la mujer que pagará por su entrenamiento.
La cabeza de la okiya es llamada okasan, que es la palabra japonesa para “madre” quien, normalmente, paga todos los gastos, incluidos los kimonos y la formación. En la okiya, pasan una gran parte de la vida de una geiko (geisha) y una maiko, porque las mujeres en la okiya son la familia de las geishas, y la okasan gestiona su carrera en el “karyūkai” o “mundo de la flor y el sauce”
Una maiko es una aprendiz de geisha; esta palabra se compone de los kanji (mai) que significa “baile” y (ko) que significa “niña”
Es la maiko, con su blanco maquillaje, peinado y kimono elaborados, quien se ha convertido en el estereotipo de la “geisha” para los occidentales, en lugar de la verdadera geisha.
La apariencia que los occidentales relacionan con la de una geisha, es más bien la de una maiko, con su pesado maquillaje blanco, su complicado peinado, y su colorido kimono, pues mientras mayor es la geisha, más sencillo es su atuendo, su peinado y su maquillaje.
El maquillaje tradicional, de las aprendices de geisha, consta de una base blanca, originalmente hecha con plomo, el uso de lápiz labial rojo, adornos rojos y negros alrededor de los ojos y cejas.
El maquillaje blanco cubre la cara, cuello, pecho y manos, con 2 o 3 áreas sin pintar, formando una “W” o “V”, cerca de la nuca, para acentuar esta zona erótica, y una zona descubierta de piel alrededor del pelo, que crea la ilusión de una máscara.
La “W” es usada con el kimono formal de color negro.
Luego que la base es aplicada, una esponja es pasada por la cara, cuello, pecho y nuca, para absorber el exceso de humedad, y lograr uniformidad en la base.
Luego, los ojos y cejas son remarcados.
Tradicionalmente, se usaba carboncillo, pero hoy en día se utilizan cosméticos modernos.
Las cejas y el borde de los ojos, son pintados de negro; las maiko además usan rojo alrededor de los ojos.
Los labios son pintados con una brocha pequeña, simulando un contorno de labios sensual, acorazonado por arriba, y muy redondo, teniendo pequeñas variaciones de distrito a distrito.
El color viene en un palo pequeño, que es mezclado con agua.
Azúcar cristalizada es añadida para dar brillo a los labios.
Mientras que el tradicional arte del peinado, está en vías de extinción.
Las geishas sólo usan el maquillaje blanco en ocasiones muy especiales.
Después de un período tan corto, como 6 meses, en Tokio, o hasta de 5 años en Kyoto, la maiko es ascendida a ser una verdadera geisha, y cobra el precio completo por su tiempo.
Una geiko, o geisha en el dialecto de Kyoto, vive en una casa de geishas, okiya, y trabaja en una casa de té (o-chaya), donde hay música, baile, fiesta, a veces alimentos, y siempre abundante alcohol.
La geisha paga un porcentaje de sus ganancias, para mantener la casa, y dar apoyo a todas las personas que viven allí, y que no trabajan como geishas, incluidas las maiko, las geishas jubiladas, y las amas de casa.
Como curiosidad, Kyoto es el único lugar, donde la estricta formación de geishas, continúa todavía, y las tradiciones geiko se transmiten.
Actualmente sólo en Kyoto se pueden encontrar maiko-san.
Una geisha (芸者), pronunciado “gueisha”, es una artista tradicional japonesa; y fueron bastante comunes en los siglos XVIII y XIX; hoy en día aún existen, pero su número ha disminuido.
Las geisha se originaron como profesionales del entretenimiento; originalmente la mayoría eran hombres, es decir, curiosamente, existieron geisha masculinos, algunas veces conocidos como “hōkan” o “taikomochi” pero comenzaron a declinar, y para el 1800 las geisha femeninas, conocidas originalmente como “onna geisha”, literalmente “geisha mujer”, los superaron en número de 3 a 1, y el término “geisha” comenzó a usarse, para referirse a las mujeres, con habilidades para el entretenimiento, como hoy en día.
Tradicionalmente, las geishas comenzaban su entrenamiento a una corta edad.
Algunas jóvenes, eran vendidas a las casas de geisha en su niñez, empezando una etapa de trabajo, en la que se las llamaba “shikomi”; en esta etapa debían hacer tareas de limpieza, y obedecer todo tipo de órdenes que les encargaran.
Luego, comenzaban su entrenamiento en varias artes tradicionales.
En esta etapa, atienden como sirvientas en su okiya, pueden vestirse a lo occidental, y asisten a la escuela del “karyukai” para aprender las artes tradicionales.
La siguiente etapa de educación es cuando la niña, tras aprobar un examen de danza, debuta como “Minarai”
Esta etapa, consiste en “aprender por la vista”
La niña asiste a fiestas, pero se mantiene en silencio, y se dedica a imitar a sus “onee-san” del karyukai.
Se maquilla, pintando solo el labio inferior, y su “obi” es de la mitad del ancho del kimono.
Luego de uno o dos meses de Minarai, la niña se transforma en maiko.
A medida que crece su vestimenta, se vuelve cada vez más discreta, hasta su “erikae” o “cambio de cuello”, ceremonia en la cual su “eri” o “cuello del kimono” pasa, definitivamente, de rojo a blanco, y se transforma en geisha veterana.
La geisha puede contraer matrimonio, pese a que la gran mayoría prefería retirarse antes de casarse, y podían tener hijos fuera del matrimonio.
Mientras que los compromisos, generalmente, incluyen coquetear, e incluso bromas sugerentes, no obstante codificados en maneras tradicionales, nunca incluyen actividad sexual, y también cabe aclarar que, una geisha no es pagada por sexo, aunque algunas pueden elegir tener una relación que incluya el sexo, con algún cliente fuera de su rol como tal.
No obstante, fue tradicional para las geishas tener un “danna”, o “cliente habitual”
Un danna era, generalmente, un hombre adinerado, algunas veces casado, que tenía recursos para financiar los costos del entrenamiento tradicional de la geisha, y otros gastos considerables.
Aunque una geisha y su danna podrían estar enamorados, la relación está sujeta a la capacidad del danna, de entregar algún aporte financiero.
Los valores, y convenios, ligados a este tipo de relaciones, no son bien comprendidos, incluso entre los japoneses; así como también, se especula sobre la venta de la virginidad de las geishas, y de su cuerpo a un solo cliente, hasta que el danna se cansara, y entonces se buscaría otro.
De hecho, las geishas permanecen como tales hasta que se jubilan.
En general, una geisha que ha cumplido sus obligaciones financieras con la casa, pueden optar por vivir de forma independiente, aunque permanece afiliada a la okiya para el resto de su carrera.
En el interior de los pequeños confines de las comunidades geiko, son las mujeres, y no los hombres, las que ostentan el poder:
Todos esperan niñas, no niños, para que puedan continuar la línea de ser geishas.
Ya que toda su concentración, está puesta en los hombres cuando están trabajando, las geiko y maiko, viven en una sociedad matriarcal.
Las mujeres administran el okiya, las mujeres enseñan a las niñas, los conocimientos necesarios para convertirse en verdaderas geishas, y son las mujeres, quienes introducen a las nuevas maiko, en las casas de té, que serán su medio de vida.
Las mujeres manejan las casas de té también, y pueden hacer surgir, o destruir la carrera de una geisha.
Si una geisha, ofende a la señora de la principal casa de té donde hace negocios, puede perder su medio de vida por completo.
Así mismo, la okasan de la okiya puede adoptar una de las geishas como su hija o “musume”, que será su heredera o “atotori”, por lo cual, la niña vive en la okiya, y todo el dinero que gana va a la okiya.
En virtud de tal arreglo, las deudas de las geishas son absorbidas por la okiya.
Las geishas son contratadas para asistir a fiestas y encuentros, tradicionalmente, en casas de té, o tradicionales restaurantes japoneses o “riotei”
Su tiempo es medido, según lo que se demora en consumirse un palo de incienso, llamado “senkodai” o “palo de incienso tarifario” o “gyokudai”
Otro término para trazar la tarifa es “Ohana” o “flores tarifarias”
En el Japón moderno, las geishas y maikos son bastante inusuales.
En los años 1920, había alrededor de 80.000 geishas en Japón, pero hoy en día, hay aproximadamente 1.000.
De todas maneras, en el distrito Gion de Kyoto, los visitantes pueden observar algunas maiko por las calles, yendo o regresando de una cita.
Una economía ralentizada, pocos intereses en las artes tradicionales, la inescrutable naturaleza del mundo de las flores y sauces, y el costo de este servicio, han contribuido en que la tradición decline.
Hasta el 19 de diciembre del 2007, el título de geisha era reservado sólo para mujeres niponas, que aprobaban un entrenamiento tradicional de varios años.
A manera de curiosidad, por primera vez, en 400 años de historia de esta institución, una antropóloga australiana, llamada Fiona Graham, originaria de la ciudad de Melbourne, fue aceptada como una geisha, luego de un largo proceso de aprendizaje, y habilidades artísticas, a la que es sometida toda aspirante a ser geisha.
Graham señaló que su interés, por el mundo de las geishas, comenzó a los 15 años, cuando inició un programa de estudiantes en Japón, donde se matriculó en la Universidad de Keiō, antes de doctorarse en antropología.
Sayuki, como es conocida como geisha, sigue estudiando para perfeccionar este arte.
Por otra parte, Mineko Iwasaki, llamada al nacer Masako Tanaka el 2 de noviembre de 1949, en Kyoto, y es conocida como la mejor geiko/geisha japonesa, hasta que decidió dejar repentinamente su oficio con 29 años.
Iwasaki entretuvo a numerosas celebridades, y dignatarios extranjeros, como la Reina Elizabeth II del Reino Unido, y al Príncipe Charles de Inglaterra.
Su fama y éxito le granjearon muchos admiradores, y generalmente era feliz en la okiya Iwasaki.
También su fama la hizo objeto de celos y rumores, y muchas veces fue expuesta a acosos físicos, tanto en las actuaciones, como en público.
Su historia podría haber terminado allí, y habría sido, relativamente, desconocida fuera de Japón, si no fuera por su relación con Arthur Golden, y su libro “Memoirs Of A Geisha”
Después de que fuera publicado el libro, Iwasaki recibió críticas, e incluso amenazas de muerte, por violar el tradicional código de silencio de las geishas.
“A story like mine should never be told.
For my world is as forbidden as it is fragile; without its mysteries it cannot survive”
Memoirs Of A Geisha es un film dramático del año 2005, producido por Steven Spielberg, y dirigido por Rob Marshall.
Protagonizada por Zhang Ziyi, Ken Watanabe, Gong Li, Michelle Yeoh, Suzuka Ohgo, Cary-Hiroyuki Tagawa, Youki Kudoh, entre otros.
El guion es de Robin Swicord, adaptado de la novela “Memoirs Of A Geisha” de Arthur Golden, que relata la historia real de Mineko Iwasaki, la más famosa geisha del mundo.
El libro triunfó, en más de los 15 idiomas a los que fue traducido, desde el día de su estreno, y en continuas ediciones, excepto en el propio Japón, donde pasó desapercibido.
La música de film es de John Williams, con tintes orientales, me pareció muy acertada y coherente.
Cabe destacar, de entrada, la maravillosa Sazuka Ohgo, interpreta el papel de la niña Sayuri.
Memoirs Of A Geisha fue filmada en California, y en distintas locaciones de Kyoto, incluyendo, el Kiyomizu-dera y en Fushimi Inari-taisha, siendo así decidido por los productores, que el Japón contemporáneo, se veía demasiado moderno para filmar una historia que ocurría en la década de los 20, y los 30, y que sería más conveniente, crear sets en estudios y locaciones en los Estados Unidos, primordialmente en California.
La mayoría, de Memoirs Of A Geisha, fue filmada en un gran set, construido en un rancho en Thousand Oaks, California, que era una recreación detallada de un distrito de geishas en Kyoto, Japón.
La directora de vestuario realizó más de 250 kimonos para el rodaje, donde los colores, y los diseños, eran mucho más vistosos, y coloristas, que los verdaderos kimonos tradicionales.
En post-producción, una de las tareas de los editores de sonido era, mejorar la pronunciación, en inglés, del reparto internacional.
Esto, a veces envolvía, poner juntos diferentes partes de diálogo de otros segmentos del filme, para formar nuevas sílabas para los actores, algunos de ellos, hablaban parcialmente inglés fonético cuando interpretaban sus papeles.
El logro de los editores de audio les ganó dos nominaciones a los Oscar al mejor sonido y al mejor montaje de sonido.
Sin embargo, Memoirs Of A Geisha ganó el Oscar como Mejor Dirección de Arte, Cinematografía, Vestuario, y siendo nominada como música original, sonido y edición de sonido.
Memoirs Of A Geisha da exactamente lo que cabe esperar de ella:
Un recital de imágenes y música, de una belleza y exquisitez mayúscula, y un drama romántico, de resonancias folletinescas, tan clásico y antiguo, como el propio origen del cine.
Aceptando el hecho de que estamos ante una fábula, un cuento, una “Cenicienta” japonesa de hecho, y no un documental, podemos disfrutar de un film cuya narrativa cinematográfica es aplastante, cuyo pulso no decae a lo largo de las más de 2 horas de película.
Es dinámico y atractivo, ese duelo entre 2 geishas, sus circunstancias de vida particulares, sus experiencias amorosas, y las influencias del contexto bélico histórico que irrumpe, hacen de Memoirs Of A Geisha una historia absorbente.
Si sigo enumerando factores positivos, no hay dudas que, su partitura es una bellísima, e intensa caricia a los oídos, basada en melodías étnicas niponas, todo un logro de Williams.
También, su fotografía y su vestuario, brindan una ambientación de época verdaderamente prodigiosa.
Pero claro que hay defectos, el principal es que, Memoirs Of A Geisha, sea un filme hablado en inglés, cuando es indudable que el lenguaje debe ser el japonés.
También, hay detalles menores, pero que hubieran sido mejor no descuidarlos.
Cito por ejemplo, el simple hecho de que las 2 actrices principales sean chinas, y no japonesas, causó cierta antipatía en algunos sectores asiáticos.
Pero de eso se trata el cine, de hacer creíble lo increíble y por un lado, lo entiendo; una cinta tan costosa representa un gran riesgo, y es comprensible que sus creadores hagan lo posible por recuperar la inversión... pero por otro lado, ese sacrificio reduce la credibilidad de Memoirs Of A Geisha, y nos recuerda, constantemente, que estamos viendo una película, impidiendo que nos compenetremos con la trama, y los personajes.
No obstante, 5 de los papeles principales de Memoirs Of A Geisha los interpretan grandes actores japoneses.
ENORME Ken Watanabe, Koji Yakusho, toda una figura en Japón, Kaori Momoi, otra actriz idolatrada en Japón que debutó por primera vez en la gran pantalla en 1971; Youki Kudoh, y la joven Suzuka Ohgo, protegida de Ken Watanabe.
Las 3 actrices principales:
Zhang Ziyi, Gong Li, y Michelle Yeoh tuvieron que pasar por “campo de entrenamiento de Geisha” antes de que comenzara la producción, durante la cual, fueron entrenadas en prácticas tradicionales de geisha como música, baile y ceremonia del té japonesa.
La actriz principal, Zhang Ziyi, cuyo color de ojos original es marrón, llevó lentillas de color azul, mucho más brillantes, y vistosas, que las lentillas de colores que se pueden adquirir en cualquier óptica.
Memoirs Of A Geisha está estructurada en 2 partes.
Una primera que comprende la infancia de Chiyo, en la que la criatura es una auténtica desgraciada, y recibe las más graves vejaciones.
Y una segunda, en la que ya adolescente, inicia el ascenso fulgurante, al Olimpo de las tan refinadas damas orientales de compañía.
Así, la trama sigue la vida de Chiyo Sakamoto/Sayuri Nitta (Suzuka Ohgo/Zhang Ziyi), una niña de humilde cuna, que es vendida a una okiya, mientras dura su nenki, o contrato, donde al principio, trabaja como ayudante bajo las constantes torturas de Hatsumomo (Gong Li), la geisha más famosa de Kyoto.
Eventualmente, con ayuda de la amable Mameha (Michelle Yeoh), Chiyo se transforma en una codiciada geisha, Sayuri, pero su futuro peligra por los oscuros manejos, y traiciones de esa competitiva profesión.
Además, Sayuri ha mantenido, durante años, la ilusión de un romance con el Presidente Ken Iwamura (Ken Watanabe), un exitoso hombre de negocios, que la trató amablemente cuando aún era una niña pobre.
Sin embargo, cuando estalla la Segunda Guerra Mundial, el mundo de Sayuri cambia por completo.
Pero me pregunto:
¿Qué hay detrás de esa belleza aparente?
Quizás, lo que más me ha gustado de Memoirs Of A Geisha, es que muestra lo que hay detrás, y que detrás de todo ese esplendor, se oculta un corazón que hay que acallar, unos sentimientos que hay que reprimir.
La geisha no es un ser humano, es un autómata moldeado para gustar, ser deseado, y vendido al mejor postor.
Muchas jovencitas aspiraban a convertirse en geishas, tal vez porque se consideraba un gran honor, y una forma de salir de la miseria.
Pero tenían que aprender, por el camino, que el corazón de las geishas sufre porque no les pertenece.
Y también tenían que aprender que, el mercado de las geishas, estaba regido por una competencia feroz, que endurecía los corazones y generaba odios.
Comprendiendo sus formas de vivir y de pensar, puedo entenderlas, y quizá muchas de ellas no tenían otra elección.
Toda la parafernalia que se construía, en torno a la satisfacción de los deseos de los hombres, creaba para las mujeres una vida de esclavitud.
Ellos eran libres de escoger, y ellas tenían que conformarse con ser escogidas.
“Remember Chiyo, geisha are not courtesans, and we're not wives.
We sell our skills, not our bodies.
We create another secret world, a place only of beauty.
The very word “geisha” means artist, and to be a geisha is to be judged as a moving work of art”
Si bien, ya he comentado que la adaptación es buena, sin embargo nunca sustituirá la majestuosidad del libro, Memoirs Of A Geisha es fiel a lo que se nos ha presentado en pantalla, con algunos toques de inventiva, provenientes de sus astutos guionistas, Robin Swicord y Doug Wright, cuyo trabajo, se torna impecable ante la cohesión de diversas ideas, sin perder la esencia que demanda el libro; sin embargo, sea aquí el punto débil.
La adaptación es fiel, se aferra al libro a tal grado que comete los mismos errores que este, aquello que pudiese haber sido modificado, gracias a una diferente óptica, no es manipulado eficazmente, logrando el mismo efecto que obtiene el lector, y el espectador, a merced de los giros que conlleva la historia, además de su poco, o escaso, contacto que se tiene con la diversa gama de personajes, siempre son un misterio, un mítico pensamiento es lo que se refleja en la mirada de cada uno de ellos, pues lo que realmente sabemos, es una pequeña parte de la vida de estas otras personalidades, esto se refriere a que, aunque sepamos que Hatsumomo era una de las geishas más famosas de aquellos tiempos, y que sólo la gran Mameha le podía hacer frente, a pesar de las constantes suposiciones que se dan en el filme, y las breves explicaciones del libro, en ningún momento podemos conocer en verdad su vida, nunca más allá del maquillaje blanco, y las lecciones que da una hermana mayor, a su hermana menor, es como si, a pesar de que hablamos de “las memorias de una geisha”, el saber las de una, no revela el secreto de todas, y sin embargo, esto sólo opaca levemente la astucia de este relato.
Mientras tanto, cuando nos referimos a los personajes que le rodean, a Sayuri, no sólo se refiere a aquellas geishas con una vida misteriosa semejante a la suya, sino también, a todo el conjunto de hombres que les rodean, todos, y cada uno de ellos, pertenecientes a un mundo desconocido, al igual que la vida misma, no deja desenmascarar misterios individuales e íntimos.
Memoirs Of A Geisha es un reflejo de lo mística, e incomprensible, que puede llegar a ser la vida del vecino, así de fácil.
Otro punto, que se debe abordar, es que nos encontramos ante una obra literaria cuyo detalle es exquisito, algo que no puede captar un producto cinematográfico, sin embargo el cine, entre sus tantas virtudes, deja la imaginación para la literatura, desmenuzándonos el trabajo mental, cuando nos muestra, explícitamente, todos y cada uno de los detalles que se describen en el libro, que sin explicarlos, se aposentan en la pupila del espectador, como:
El arreglo de la nuca, el “obi”, el kimono, la importancia de los adornos para el cabello, el “shamisen”, el “takamakura”, los “zori” de suela plano o “geta” con bloques de madera, para subirlas durante climas inclementes, como sandalias para el exterior, entre muchas otras cosas.
Un dato a tener en cuenta en el libro, en las páginas dedicadas a los agradecimientos, su autor, Golden incluyó a la mujer, sin nombrarla, que a partir de sus vivencias, le ayudó a escribir su narración.
El pobre cumplía con lo de:
“Es de bien nacido el ser agradecido”
Esa mujer, la Sayuri de la ficción, lo demandó por revelar la fuente, y publicó sus “otras” memorias.
Mineko Iwasaki, la geisha en la que se basa la novela de Arthur Golden, y esta película, quedo absolutamente defraudada cuando leyó el libro del escritor estadounidense.
Hasta tal punto llegó su enfado, que lo denuncio por difamación e incumplimiento de contrato, pues ella había trabajado con él, explicándole su propia vida.
La acusación de Iwasaki, se centraba básicamente en 2 puntos:
El primero, era que su acuerdo suponía un anonimato total, y eso no sucedió.
El segundo, que ella no había vendido su virginidad, como se explica en la novela, y que eso jamás había sucedido en Gion, barrio de la ciudad de Kyoto, en el que se ambienta la obra.
Además, Iwasaki dice que, la novela de Golden retrata a las geishas como prostitutas de clase alta, cuando por ejemplo, se subasta la virginidad de Sayuri al mejor postor.
Iwasaki declaró que esto, no sólo no le había ocurrido a ella, sino que tal costumbre, no había existido jamás en Gion.
Iwasaki recibió incluso amenazas de muerte, y peticiones de censura, por deshonrar su profesión.
Esta controversia finalizó cuando, Golden e Iwasaki, llegaron a un acuerdo por una cantidad económica desconocida.
Después, ella misma escribió su autobiografía en un libro donde, según ella, cuenta la verdadera historia.
Lo denominó:
“Geisha, A Life” o “Geisha Of Gion”
“You cannot call yourself a true geisha until you can stop a man in his tracks with a single look”
Cuando una película adapta un relato literario que ha obtenido un desmesurado éxito, la desconfianza hace acto de presencia, ya que la justificación de esa creación fílmica, estará sustentada, en asegurarse unos esperados y cuantiosos ingresos, siempre que no se corran riesgos, es decir, siendo fiel a lo ya escrito.
Y es, precisamente, la traición al texto del que bebe Memoirs Of A Geisha, lo que hubiera enriquecido el resultado final de la traslación a la pantalla grande.
En este sentido, Memoirs Of A Geisha no aporta originalidad alguna a lo contenido en el libro, hallándonos ante un producto que, para los más perezosos, evita la lectura de la obra de Arthur Golden.
Y, ciertamente, en los tiempos que corren, se debería evitar esa tendencia.
Si uno no se asoma a lo escrito por Golden, nunca sabrá que la nuca y alrededores de una geisha, es su parte más estratégica, o bien, no conocerá la complejidad, y el arte que encierra la preparación de un “obi” o lazo posterior del kimono.
Diferencias con la novela, las más importantes, según mi criterio, por la afectación de la trama son:
La escena del incendio, el cuarto de Sayuri se incendia después de un altercado entre ella y Hatsumomo, que lleva a la caída de Hatsumomo no sucede en el libro.
El libro, describe la caída de Hatsumomo, como una lenta caída en espiral, que culmina con un empuje final de Mameha y Sayuri.
Hatsumomo es expulsada de la okiya, cuando ataca a un cliente importante una noche.
En la novela, se rumora que Hatsumomo ejerce como prostituta, mientras que en la película, su destino no es mencionado y se pierde continuidad siendo ella la gran antagonista, que después de tanto martirizar, desaparece de repente.
La última escena de Hatsumomo en el filme es cuando deja la okiya, después de que Sayuri, y Okasan apagan el fuego, con Sayuri viéndola por la ventana mientras se va.
En la novela, Sayuri no se deshace del pañuelo del Presidente, que como finalmente, le revela su identidad al Presidente; en la película, es casi quemado en su totalidad, cuando Hatsumomo lo pone sobre la vela, llevando a la escena del fuego cuando Sayuri la detiene.
Después de que Pumpkin la traiciona, Sayuri lo deja volar en el viento.
El apodo cruel, de Hatsumomo para Chiyo/Sayuri, “Pequeña Señorita Estúpida”, no es usado en la película, tampoco el nombre de geisha de “Pumpkin”, Hatsumiyo.
En la novela, es Sayuri quien le da a Pumpkin su apodo, pero en la película, Tía y Okasan, la llaman así desde que Sayuri llega a la okiya.
En la novela, es también quien le da al Dr. Crab su apodo, debido a que el doctor se ve así en la novela.
En la película, no es revelado como muere la abuela.
En su lugar, se dice que murió, cuando Mameha llega a la okiya, para discutir en entrenamiento de Chiyo como geisha.
En el libro, se muere electrocutada por un calentador, que irónicamente compraron a la okiya la Compañía Eléctrica Iwamura.
Mameha, visitando a la okiya para dar sus condolencias, finalmente, encuentra a la chica descrita por el Presidente.
Por otra parte, las transiciones entre las diferentes etapas de la carrera de una geisha, pasan rápidamente en el film:
El “mizuage” o la virginidad no significa la “graduación” de maiko a geisha en el libro, aunque sí en la película, después del mizuage, cuando Sayuri regresa a la Okiya, Okasan le dice que ahora es una geisha completa, y lo más importante, casi no se hace mención sobre la carrera de Sayuri como geisha.
En la novela, Sayuri, y su hermana, son vendidas después de que Chiyo se encuentre con el Sr. Tanaka Ichiro, un hombre cuya familia tenía una tienda, llamada Compañía de Mariscos de Japón.
Impactado por el color de sus ojos, el Sr. Tanaka convence al padre de Chiyo para vender a sus hijas.
La película omite todos estos detalles, y salta a la parte donde las dos niñas son separadas de su familia, en el principio de la película en la noche de Yoroido.
El Sr. Tanaka y Kuniko, su hija, no aparecen en el filme, como tampoco la villa de Senzuru.
En la novela, el hombre que Nobu, le presenta a Sayuri, es un Ministro Japonés, Sato.
El Ministro Sato es sustituido por el Coronel Derricks en la película.
En la novela, no es claro si, Mameha sabe, o no, que el Barón desvistió a Sayuri, mientras que, en la película lo sabe perfectamente.
En el libro, Chiyo/Sayuri es del año del mono, pero en la película, es del año del gallo.
Sayuri y Mameha nunca confrontan al Dr. Crab, acerca de las mentiras de Hatsumomo sobre Sayuri, de las cuales estuvieron completamente informadas, gracias a que Sayuri convence a Pumpkin de ayudarles.
A cambio, después del baile de Sayuri, al que el doctor asiste, le pide que nunca le crea a Hatsumomo.
Y así hay muchas más inconsistencias y faltas a la historia que hubieran resuelto mucho las motivaciones del argumento.
“We don't become geisha to pursue our own destinies.
We become geisha because we have no choice”
Originalmente, Memoirs Of A Geisha se había programado su estreno, en los cines de la República Popular de China, el 19 de febrero del 2006, pero fue suspendida.
Fuentes periodísticas, tales como el periódico Oriental Morning Post de Shanghai, y el Shanghai Youth Daily, citaron los temores de que Memoirs Of A Geisha fuera prohibida por los censores; había preocupación de que, la selección de actrices chinas como geishas, podría generar sentimientos anti-japoneses, y revivir sentimientos, acerca de la Segunda Guerra Sino-Japonesa en China, especialmente, por el uso de mujeres chinas como trabajadoras sexuales forzadas.
Y el 1 de febrero del 2006, Memoirs Of A Geisha fue prohibida en los cines de la República Popular de China.
Algunos de los personajes centrales, en Memoirs Of A Geisha, no son interpretados por actrices japonesas, notablemente, la versión adulta del papel principal es interpretada por una actriz china, lo que inició una controversia.
Por otra parte, la actriz coreano-canadiense, Sandra Oh, aboga por las actuaciones inter-asiáticas.
En un artículo de revista Bust Magazine, defendió sus roles como personajes de ascendencia japonesa y china, señalando comportamientos similares de actores blancos que interpretan papeles europeos.
En China, haber seleccionado actores de ascendencia china, causó tensión en la comunidad china de internet, dado que algunos usuarios estaban inconformes, debido a un sentimiento nacionalista, especialmente porque algunos confundieron geisha con prostituta.
Curiosamente, una profesión similar a la de la geisha, existía también en la China Imperial, cuyo trabajo era entretener a los invitados, con sus talentos en música, Go, caligrafía, pintura y otras artes.
Sin embargo, no disfrutaban del mismos estatus, que las geishas de Japón.
Esto fue exacerbado por la palabra “geiko”, un nombre japonés para geisha, usado en la región de Kinki, que incluye a Kyoto.
El segundo carácter se puede entender como “prostituta”, aunque de hecho, tiene un significado totalmente diferente.
La palabra “gei” en japonés significa “arte”
Así, una geisha recibe una completa formación en baile, canto y música y es, a su vez, una brillante conversadora.
Ríe las bromas de su cliente, y nunca revela los secretos de este.
Las geishas despiertan sensaciones con un simple movimiento de abanico.
En el contexto de Memoirs Of A Geisha, se muestra como una mezcla de ambos aspectos:
Actividad artística, o prostitución.
Por un lado, tenemos la severa disciplina y delicados rituales de una geisha bien entrenada.
Por otro lado, tenemos su vaga relación con los “clientes” que pagan por su talento.
Sin embargo, cuando se subasta la virginidad de la protagonista al mejor postor, quedan pocas dudas sobre los deberes de la geisha, labor que, por cierto, ella no eligió, sino que le fue impuesta.
Supongo que hay una línea delgada, entre practicar un arte, y ser víctima de esclavitud sexual.
Una geisha es una fina dama de compañía, que debe agradar vendiendo sus atributos artísticos, y no su cuerpo.
Gracias a lo anterior, que está perfectamente expuesto en Memoirs Of A Geisha, me ha quedado, muy en claro, lo que sienten, experimentan, sufren, desean y reprimen, esas mujeres japonesas que deben prepararse, tanto mental, física y estéticamente, para su profesión.
O sea que, Memoirs Of A Geisha, es un filme ampliamente satisfactorio para adentrarse en algunos aspectos de esa fascinante cultura milenaria, como es la japonesa.
Y como moralina, seguimos alternativas bastante ilustrativas, que nos introducen en un mercado muy competitivo, donde las niñas comienzan desde muy abajo, siendo prácticamente esclavas, arrancadas de cuajo de su núcleo afectivo familiar, para llegar a ser las profesionales del entretenimiento, por el cual se paga mucho dinero.
Pero los privilegios económicos se pagan con carencias afectivas.
Lo más sensibilizador, de Memoirs Of A Geisha, es la represión que las geishas deben aprender a ejercer a sus sentimientos, esas limitaciones afectivas se sienten y las marcan por toda la vida.

“To a man, Geisha can only be half a wife.
We are the wives of nightfall.
And yet to learn of kindness, after so much unkindness...
To understand that a little girl with more courage than she knew, would find that her prayers were answered... can that not be called happiness?
After all, these are not the memoirs of an empress, nor of a queen.
These are memoirs of another kind”



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