Plein Soleil

“Stop fooling yourself”

¿Puede alguien robarte toda tu vida?
En teoría si...
El robo de identidad es el hecho de usurpar la identidad de una persona haciéndose pasar por ella, llegando a asumir su identidad ante otras personas, en un lugar público o privado, en general, para acceder a ciertos recursos, o la obtención de créditos, y otros beneficios, en nombre de esa persona.
El caso más común, hoy en día, se da cuando un atacante, por medios informáticos, o personales, obtiene su información personal, y la utiliza ilegalmente.
El robo de identidad es el delito de más rápido crecimiento en el mundo.
Hasta no hace mucho tiempo, cuando un ladrón nos robaba la billetera, o porta documentos, el dinero era lo único que pretendía.
Eso está cambiando, ahora lo más valioso es el número de su documento, tarjeta de crédito, de débito, cheques y cualquier otro documento que contenga sus datos personales.
“It was you who kept me away from him”
Plein Soleil es una película francesa de suspenso del año 1960, dirigida por René Clément.
Protagonizada por Alain Delon, Maurice Ronet, Marie Laforêt, Elvire Popesco, Erno Crisa, Ave Ninchi, entre otros.
El guión es de Paul Gégauff, basado en la novela “The Talented Mr. Ripley” de Patricia Highsmith, una escritora de novela negra estadounidense, que contó con el fervor de la crítica, algo extraño, debido al tono existencial de sus obras.
Curioso porque al fin y al cabo:
¿No eran sus héroes unos perturbadores trepadores sociales, que encajaban en el clima de sinsentido moral, dibujado por Sartre, y que funcionaban como versión primaria, de algunos dilemas contenidos en novelistas rusos como Dostoievski?
Homosexual reprimida, y de vida tumultuosa, Highsmith se encontró con el éxito con su primera novela, “Strangers On A Train”, rápidamente adaptada por el titán, Raymond Chandler, y dirigida por Sir Alfred Hitchcock en 1951, pero encontró en Tom Ripley, y sus relaciones homoeróticas, con formas del poder, una forma perfecta de desarrollar la visión de su pesimismo más desatado.
Plein Soleil es una de las películas que más contribuyó a afianzar al actor francés, Alain Delon, como mito erótico, que enamoró a la cámara con el fulgor de sus ojos, convirtiéndose en el preferido de grandes directores.
Curiosamente, Plein Soleil, cuenta con una brevísima aparición de Romy Schneider, como una de las 2 amigas del personaje de Freddy Miles (Billy Kearns)
Plein Soleil se filmó en pleno auge de la llamada “nouvelle vague”, sin embargo, ha superado el paso del tiempo bastante mejor, que la mayor parte de las películas de ese momento.
La isla Ischia Ponte fue escenario de las escenas del mediterráneo italiano.
Plein Soleil integra los lugares comunes del género negro, con la tradición cinematográfica europea, y con una partitura de Nino Rota, el cineasta René Clément plantea la historia de un asesinato, haciendo hincapié en sus causas, y consecuencias, adentrándose en juegos de identidad entre personajes.
Destaca el aire alegórico de escenarios y ambientes:
La rancia aristocracia, el mar, la locura creciente...
Las callejuelas de ciudades europeas, las decadentes mansiones romanas tienen un protagonismo destacado.
Plein Soleil es un reflejo claro de una metamorfosis como autoengaño, una joya del thriller europeo, y del polar francés.
Plein Soleil nos habla de la envidia, de la dualidad de personalidades, la suplantación, del amor y el desamor, y sobre todo de los límites, de forma exagerada, claro está, que puede llegar el querer incrementar la propia autoestima.
Ni mucho menos, se nos presenta a Tom Ripley (Alain Delon) como un vencedor en Plein Soleil, sino siempre como un fracasado y, a la postre, enfermo mental, el cual recurre al asesinato y al autoengaño, en vez de esforzarse en cambiar su vida, o su manera de entenderla, en tomar las riendas de su propia existencia.
Así, estamos ante uno de los mayores farsantes, y dementes, en cuanto a personajes, que ha dado la historia del cine, el cual, ha tejido un plan casi perfecto para poder salir de su miseria, y poder tener una vida deseada, sin apenas esfuerzo.
Su elevada inteligencia hará el resto.
Aunque, no todo en la vida sale como uno desea, y en su juego, hay más jugadores, y por tanto más trampas.
Su reacción ante el peligro, no siempre será la más inteligente, por tanto, sabemos que su personaje es capaz de planear de forma sabia, y exhaustiva, cuando dispone de tiempo, tras un estudio de los posibles problemas a posteri.
Clément realiza Plein Soleil de forma pulcra, cuidando mucho los detalles, haciendo un análisis visual del proceso de suplantación de una persona, con un tratamiento de los personajes formidables, los cuales están muy bien trabajados.
Plein Soleil se aparta de sentimentalismos, de excesos de planos, solo ver el poco uso de cortes, y notar que contiene un formalismo increíble.
Así pues, la soltura con la que Plein Soleil está rodada, es una aplicación evidente de los rasgos del aire renovador que rodeaba al cine de entonces, y ofrece tanto singularidad, como carácter perturbador.
Todo ello marcando las tensas relaciones entre los personajes, en las que en todo momento surge la humillación, la desconfianza y la simulación.
Ese es el marco que ofrece la presencia de ese “dilettanti” llamado Philippe Greenleaf (Maurice Ronet), joven afortunado que tiene más dinero del que puede gastar.
Un entorno, en el que se introduce desde el inicio de Plein Soleil, el tan atractivo como vulgar, Tom Ripley/ Philippe Greenleaf (Alain Delon)
Ripley es un joven que se erige, como el objeto de los sofisticados desprecios de Greenleaf, que generalmente se centran en sus limitaciones culturales, y de educación.
Es por eso que este tiene plasmada su venganza, y la apropiación de su dinero y, fundamentalmente, su propia personalidad.
Es ahí donde se produce el verdadero motor de Plein Soleil, desarrollada en Roma y en Mongibello, Ripley matará a Greenleaf, y a partir de ahí, irá ejecutando ese plan que aparentemente no tenía “in mente” pero que a través de miradas sutiles podía intuir el espectador.
Tal y como ya había realizado en una de las primeras secuencias de Plein Soleil, aquella en la que imita al acaudalado joven ante el espejo siendo descubierto por este, Ripley irá adoptando los rasgos físicos del joven millonario, imitará su firma, e incluso su voz, escribirá con su máquina de escribir, que ha robado al asesinarlo en el velero, y poco a poco, irá sorteando con astucia los impedimentos para poder alcanzar su objetivo.
Solo será al final, y casi de forma casual, cuando estaba esperando en plena playa, y sus ademanes siguen denotando la vulgaridad de su personalidad; la aparición del cadáver de Philippe, tras el ancla del velero que ha sido aparcado en tierra, será donde finalmente el sueño de este, se desvanecerá.
Uno de los rasgos singulares, en Plein Soleil, es el hecho de que Clément generalmente muestre, el antes y el después de las situaciones, pero las que realmente se erigen como fundamentales tengan poca relevancia en el metraje, o bien aparezcan de forma elíptica.
Ello se puede evidenciar con facilidad en el propio asesinato de Philippe, que apenas ocupa un instante, al que sucede esa secuencia cargada de fuerza emocional, o el de su amigo americano Freddy Miles.
Este último es asesinado rápidamente, pero destaca mucho más ese plano, en el que Ripley come con voracidad un pollo asado delante de su cadáver o, quizá aún más si cabe, la angustiosa bajada del mismo por unas amplias escaleras, un momento en el que la interpretación de Delon adquiere una asombrosa fisicidad.
En esa misma línea, está el propio inicio de Plein Soleil, en el que ya vemos a los 2 principales personajes, relacionados sin que la misma tenga que efectuar una narración lineal del encuentro, o las secuencias en las que se recoge, minuciosamente, el proceso por el que Ripley imita la firma de Greenleaf mientras, posteriormente, cuando saca del banco el dinero que este tenía depositado, apenas tiene especial énfasis en pantalla.
Ciertamente, Plein Soleil, ofrece la perversa belleza de su look visual, excepcional cromatismo decadente en la fotografía de Henri Decae, destinada a potenciar una narrativa que no sigue los patrones convencionales, y prefiere indagar en la mirada, las reacciones, los gestos, y buscando, a través de ellos, el estudio de sus caracteres.
Quizá sea ese uno de sus logros, y el que ha permitido que con el paso del tiempo, su condición de clásico siga vigente, de hecho, puede ser que, Plein Soleil, abriera y cerrara, al mismo tiempo, un camino en el cine moderno.
Plein Soleil nos habla de la labor de improvisación de un criminal, con cara de buen chico.
Dentro de esta fría belleza de Delon/Ripley se mueve como pez en el agua, un parásito que busca el mejor bocado, y lo encuentra en su “amigo” adinerado Philippe Greenleaf, y en el hermoso paisaje de la costa italiana.
Allí acude Ripley con la misión, bien pagada, de convencer a Philippe, de manera informal y juerguista, para volver a Estados Unidos junto a su padre.
Tom ansía todo lo que tiene, y no aprecia Philippe, pero especialmente a Marge Duval (Marie Laforêt), la novia del voluble Philippe, es objeto de adoración del muchacho pobre.
Con pocas esperanzas de cumplir su cometido, y harto de las humillaciones caprichosas de Philippe, Tom lo asesina de una estocada, mientras disfrutan de una salida en velero, y habiendo bajado previamente Marge en uno de los pueblos.
La cámara de Clément habla con talento de la duplicidad, la mímica, la identidad, el egocentrismo, el deseo y el asesinato sin culpa.
Tom deviene Philippe, pero manteniendo su identidad como Tom, nunca perdida.
El realizador consigue una versión muy cercana a la mente caprichosa de la Highsmith, y hace un noir con plena luz, rompiendo con la niebla, la noche y oscuridad de los filmes negros.
Las diferencias entre libro y Plein Soleil son numerosas, aunque no del todo relevantes.
Bajo esta inverosímil, pero interesante propuesta, Highsmith logra un personaje totalmente memorable.
Tom Ripley es mezquino, perverso, peligroso y visceral.
Las connotaciones sexuales entre Ripley y Greenleaf son insinuadas, de manera que el asesino queda como un bisexual reprimido, que buscaba en Greenleaf algo más que un amigo, y su asesinato supone una venganza a la negación de éste, a una propuesta nunca hecha pero omnipresente.
El círculo de engaños y mentiras, al que se somete Ripley tras la desaparición de Greenleaf, es de una minuciosidad, y talento prodigiosos por parte de la autora.
La ambigüedad, que tanto caracteriza al protagonista, puede deberse a las propias inclinaciones sexuales de la novelista, que fue censurada en varias ocasiones al publicar relatos de tono lésbico.
Es por eso que el perfil psicológico de Ripley está especialmente cuidado, subrayando, sobretodo, la incertidumbre del propio personaje, reflexionando por qué actúa, como actúa, y no hallando nunca respuesta alguna.
Eso sí, el ritmo decae bastante con la muerte de Greenleaf, y se nota.
La supuesta liberación que siente Ripley al acabar con él, y tomar prestada su identidad, hace que el espectador pueda perder un poco de interés, aunque la aparición de Miles, amigo de Greenleaf que descubre el “secreto” de Ripley, renueva la trama, y la vuelve a poner en su sitio.
La novela aborda el origen, y motivaciones de la psicopatía, en la medida en la que Ripley, hasta entonces un estafador convencional, se convierte en un asesino, usurpador, y violento psicópata, que actúa bajo la ira y el resentimiento.
Pero también, es una historia cumbre sobre la identidad.
Cuando Ripley toma la identidad de Greenleaf, y gasta su dinero como quiere, utiliza sus privilegios sociales, y se plantea si le gustaría ser Greenleaf para el resto de su vida, se puede apreciar el deseo del protagonista de cambiar como persona, de ser otro alguien, algo que por supuesto no sucede.
El estilo es, por lo general oscuro y pesimista, con un ambiente depresivo y sucio, a pesar de transcurrir en la vieja y glamurosa Europa.
Clément juega con la posición de la cámara todo el metraje.
A diferencia de los argumentos actuales, en los que todo se explica, aquí se nos respeta la inteligencia, y se nos sugiere, nunca se nos remarca con palabras, lo dicho con la imagen.
Las escenas en el barco permanecen como brisa acariciadora para nuestros ojos.
Podemos oler el mar, podemos sentir la brisa, saborear la sal.
La cinematografía es espléndida.
Hay cierta influencia, de la recién surgida “nouvelle vague”, por las innovaciones técnicas, no aún en lo argumental, que sigue un patrón convencional.
Las relaciones entre personajes son marcadamente ambiguas:
La atracción homosexual que intuimos, entre Ripley y Philippe no pasa de la sutil insinuación, no se explora en la orientación sexual de Ripley, dejando de lado todo eso, y se deja como un sentimiento de admiración a la vida de Philippe, de querer ser como él, en ningún momento, de amarle.
Así, la parte más interesante Plein Soleil transcurre a bordo del yate.
La broma entre amigos se convierte en humillación cruel.
La mayor de las tragedias sucede “a pleno sol”, y el mar será el reflejo de nuestra mala conciencia.
Sabemos que Ripley es un tipo de buen ver, educado y encantador a primera vista, pero algo oscuro reside en su interior:
Pretende saciar su desmedida ambición, y posee una mente maquiavélica decidida, con tal fin, a cometer el crimen sin pestañear.
Es inteligente, calculador, capaz de mantener en el engaño, a la mismísima novia del asesinado, sin que le tiemble el pulso.
Y su plan se muestra altamente eficaz, hasta la llegada de un desenlace memorable e irónico, que, en la tradición de los crímenes “(im) perfectos”, cierra de forma inmejorable.
Una de las virtudes, de Plein Soleil, es que da la sensación de realismo, de autenticidad.
Los personajes son creíbles y consistentes, gracias al trabajo de los actores, especialmente, de un Alain Delon que venía a demostrar, una vez más, que era mucho más que una cara bonita.
Y así pues, sufrimos por Ripley, a pesar de su carencia de escrúpulos, a pesar de su condición de personaje negativo que, no obstante, resulta atractivo.
Con todo, Delon logra arrancar la preocupación del espectador en su camino por la cuerda floja, y uno asiste, sin despegar la atención de la pantalla, a la escapada hacia ninguna parte de ese buscavidas amoral y terrible, distante y falso, dotado de un autocontrol inhumano, que persigue apropiarse no sólo de dinero, sino también de una identidad ajena y, por lo tanto, de una vida que no le corresponde.
Curioso citar otras películas pero podemos decir que Plein Soleil tiene como familia política a “Psycho” (1960) de Alfred Hitchcock, “La Piscine” (1969) de Jacques Deray; y como no, las demás obras de Highsmith.
Hay escenas impagables:
1. La salida en barco de los tres3 amigos, con las repetidas escenas de menosprecio de Philippe hacia Tom, que finaliza con el asesinato de Philippe por parte de Tom, ésta escena está realizado con una rapidez memorable.
2. La frialdad que demuestra Tom, después de asesinar a Freddy, se pone tranquilamente a comer, teniendo el cadáver al lado.
Así como la bajada por las escaleras con dicho cadáver, haciendo ver que está borracho.
3. La escena en la que Tom Ripley, se está probando la ropa de Greenleaf, y cuando éste le descubre, sigue como si tal, escuchado lo que le dice Philippe:
“Por mucho que te los pruebes, nunca podrás llevar ésta ropa, no es de tú estilo”
IMPAGABLE la escena homoerótico de Alain Delon consigo mismo en el espejo, en esta misma escena.
4. La escena cumbre y final, cuando enganchado en ancla del barco, se encuentra el cadáver de Philippe Greenleaf, mientras Tom se está tomando tranquilamente una bebida refrescante, en un bar del puerto.
Lo interesante de Plein Soleil, y por extensión de la novela original, es la idea del crimen perfecto, o más bien la idea de adquirir una vida deseada de la única forma posible para un fracasado, enfermo mental, aunque genio:
Engañando, no solo a sí mismo, sino al resto.
La metamorfosis cumple con creces ese anhelo de querer ser alguien, de desear la vida del otro, de abandonar esa vida llena de mediocridad, y sin nada que contar, hacer, y sobre todo, sentirse, alguien importante.
Ser un alguien falso, en vez de un don nadie verdadero, eso es a lo que puede acceder, tristemente, Tom Ripley, y ahí radica el gran acierto de Plein Soleil, en retratar tan bien eso, y sobre todo, en el trabajo con los actores que es, sinceramente, sensacional.
El protagonista es el magnético, y hermoso, Alain Delon, criatura diabólica que brinda una interpretación insuperable, haciendo que su propia belleza física sea tan expresiva, que en sus gestos notamos un aire luciferino, discreto, posesivo, son tantos los matices que imprime a su actuación, que son difíciles de ignorar.
Alain Delon en estado de gracia, nos muestra un trabajo por el que vale toda una carrera, que le permitió consagrarse como prototipo del “beau tenebraux” y que demuestra esa perversa belleza, propia de un gato de angora.
Su Tom Ripley pertenece, por derecho propio, a la larga galería de encarnaciones del mal que ha dado el cine, quizá de entre las más singulares, y permite por supuesto, comprobar el instintivo talento, de una presencia, de la que se enamora la cámara, pero al mismo tiempo, provoca un instintivo rechazo como personaje.
Su frialdad, su amoralidad, su negativa a ser siempre un muerto de hambre, y su inteligencia, su cinismo e hipocresía, son magistrales.
No menos hermosa, y seductora, está Marie Laforêt, en su debut en el mundo del cine como actriz, objeto de deseo de Ripley, contrastando su belleza frágil, con la posesión total, y suplantación que ejerce el Ripley de Delon, la enorme expresividad de los ojos de Marie Laforêt, que tiene una bellísima aparición en pantalla precisamente encuadrando estos, a la febril ingenuidad, y torpe aire dominador de un Maurice Ronet espléndido.
Muy notable está Maurice Ronet, en un papel menos amable para el espectador, ya que ejerce de mimado, y de víctima al mismo tiempo.
Plein Soleil, de René Clément, modeló en buena medida, este nuevo estereotipo cinematográfico, caracterizado por una violencia latente y una sensualidad fría, alejada de toda ternura.
En definitiva, Plein Soleil es tan buena, como pueden ser los mejores thrillers, y es una de las piezas clave del “film noir” más reciente.

“Philippe didn't love you”



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