A Place In The Sun

“I love you.
I've loved you since the first moment I saw you.
I guess maybe I've even loved you before I saw you”

El 12 de julio de 1906, en el fondo del lago Big Moose del condado de Hermiker, en el estado de Nueva York, la policía realizó un macabro hallazgo:
El cadáver golpeado y magullado de una joven de 20 años.
El día anterior, la habían visto en un bote navegando junto a un hombre.
Ella se llamaba Grace Brown, y era una trabajadora en la fábrica Gillette.
La policía no tardó en descubrir la identidad del acompañante:
Chester Gillette, el sobrino del dueño de la fábrica en la que Grace Brown trabajaba.
Chester Gillette nació en 1883 en Montana, si bien sus padres poseían una holgada situación económica, eran profundamente religiosos, al punto de renunciar a sus bienes materiales y unirse al Ejército de Salvación.
Como consecuencia de esto, Chester tuvo que viajar durante su infancia y adolescencia, a través de la Costa Oeste, acompañándolos en sus actividades misioneras.
A pesar de que los Gillette eran una familia rica, Chester conoció apremios económicos, y la falta de un lugar estable donde crecer, por voluntad de sus padres.
Gracias a la intervención de un tío, Chester logró asistir a una escuela, pero no pudo sostenerla, y la dejó al cabo de 2 años.
Luego del abandono de los estudios, Chester se dedicó a ganarse la vida en diversos trabajos ocasionales, hasta que en 1905, entra a trabajar en la fábrica de Gillette de su tío, en Cortland, Nueva York.
Es allí que conoce a Grace Brown, una joven trabajadora.
Al poco tiempo inician una relación amorosa, y en la primavera de 1906, Grace queda embarazada de Chester, y empieza a presionarlo para que se casen. Chester estaba muy lejos de tener planes de matrimonio, y menos de paternidad.
De hecho, cortejaba a otras mujeres.
Incluso, se sospechó la existencia de otra mujer importante en su vida, como la causa del alejamiento de Grace.
En los meses que siguieron, las discusiones de la pareja se volvieron frecuentes:
Ella le exigía matrimonio, y él le planteaba excusas dilatorias.
Finalmente, Chester acordó con Grace un viaje a Adirondacks.
Llegaron al lago Big Moose, donde Chester se registró en un hotel con un nombre falso.
El 11 de julio, fueron vistos remando en un bote por el lago, pero Chester regresó sólo de esa travesía, y al día siguiente encontraron el cadáver de Grace.
Arrestado y acusado de asesinato, Chester fue llevado a juicio.
La defensa de Chester sostuvo que Gillette era inocente, y que Grace se habría suicidado, desesperada por la negativa de él a casarse, y ante la vergüenza que le acarrearía a su familia el saber de su embarazo, Grace se habría tirado al lago ante los ojos de Chester.
La conjetura de la fiscalía fue que Chester planeó fríamente el asesinato de Grace, que la golpeó en el bote, y la arrojó al lago para que se ahogue.
Encontrado culpable, Chester fue ejecutado en la silla eléctrica en 1908, en la prisión de Auburn.
El caso cobró enorme repercusión en la prensa de la época, y fue la base sobre la que se inspiró, Theodore Dreiser, para escribir una de las novelas más populares, e importantes de la literatura norteamericana del siglo XX: “An American Tragedy”
La novela y el caso, inspiraron a su vez, una obra teatral de Patrick Kearney, y dos films.
“Seems like we always spend the best part of our time just saying goodbye”
A Place In The Sun es una película dramática de suspense de 1951, dirigida por George Stevens.
Protagonizada por Montgomery Clift, Elizabeth Taylor, Shelley Winters, Anne Revere, Keefe Brasselle, Fred Clark, Raymond Burr, Herbert Heyes, entre otros.
Estuvo nominada a 9 Oscar, ganando 6:
Mejor Director, Mejor Guión, Mejor Fotografía B/N, Mejor Montaje B/N, Mejor Vestuario (Edith Head), Mejor Banda Sonora Original, No Musical (Franz Waxman), y nominada como mejor película, y actores principales para Clift y Winters.
A Place In The Sun obtiene un gran éxito de público y de crítica.
Estrenado en plena histeria de “La Caza de Brujas”, los nombres de Michael Wilson (guionista) y Anne Revere (Hannah Eastman) se añaden a las listas negras.
El guión, de Wilson y Harry Brown, se inspira en la novela “An American Tragedy” (1925), de Theodore Dreiser, basada en hechos reales, el caso de Chester Gillette y Grace Brown, de 1906; en la adaptación (1927) de la obra al teatro, de Patrick Kearney; y en la película de Josef von Sternberg.
La novela “An American Tragedy” a su vez se inspiraba en un caso real a principios del siglo XX, donde un joven humilde asesinaba a su novia, y se descubría que mantenía relaciones con otra joven de una clase social alta.
Stevens en su lectura de la novela, y en su trabajo conjunto con los guionistas, trasladan la época del suceso a una sociedad de posguerra, Segunda Guerra Mundial, e incorporan a la hora de narrar A Place In The Sun todos los elementos que construyen un intenso y buen melodrama.
La novela ya había llamado la atención a Hollywood durante los años 30, por una propuesta del director ruso Eisenstein durante su estancia en EEUU.
Alguno de los problemas que se plantearon para no llegar a un acuerdo final, era la lectura y el planteamiento ideológico de la película.
Un punto de vista compartido por el autor, y por Eisenstein.
El culpable del asesinato no era del todo, responsabilidad del joven, sino del sistema capitalista y la lucha de clases en la que estaba inmerso, era una bofetada al “Sueño Americano”
Los productores no se mostraron muy de acuerdo con esa interpretación, y no se llegó a un acuerdo.
Pero ya tenían los derechos, y no se podía meter el proyecto en un cajón.
Al final, pusieron la película en manos de Josef von Sternberg que realizó la versión de 1931, después de mucho discutir y dialogar con el propio autor.
“An American Tragedy” es una película olvidada, pero valorada dentro de la carrera de Sternberg, que además no contó con la presencia de su musa Marlene Dietrich, ya que el reparto principal tuvo los rostros de Sylvia Sidney, Phillips Holmes y Frances Dee.
George Stevens volvió a retomar “An American Tragedy” en los 50, y quiso mostrar su mirada.
Como dije, empleó todos los ingredientes de un buen melodrama, y los agitó con un romanticismo extremo.
Sin embargo, a mi parecer, no hace desaparecer el conflicto fundamental de la obra, y es el golpe al “Sueño Americano” y tampoco deja de lado, el conflicto ideológico y la lucha de clases, aunque revestido de elementos melodramáticos, y con unos personajes humanos perfectamente construidos.
En 1991, A Place In The Sun fue incluida entre los filmes que preserva el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada “cultural, histórica, o estéticamente significativa”
Para quien no haya visto A Place in The Sun, es algo así como “Match Point” (2005) de Woody Allen, y solo por ese detalle, me dejó de gustar lo que pudo ser, para este servidor, la mejor película del judío neoyorkino, pero la diferencia, con A Place In The Sun, es que agrega la incómoda intromisión del horrible Código Hays.
A Place In The Sun es un demoledor retrato social, donde el protagonista no podrá despojarse de su humilde condición, siendo machacado por las reglas del sistema, incapaz de perdonarle su atrevimiento de aspirar a lo que no le corresponde.
Esta innovadora película en blanco y negro, juega con las emociones del público, haciéndoles participes pasivos, atrapados en complicidad con la trágica resolución de la historia.
Metódicamente, A Place In The Sun es estilísticamente oscura, casi con cualidades propias del cine negro, y sin embargo, tiene algunas de las secuencias más románticas y apasionadas, jamás filmadas en la historia del cine, entre la radiante y joven Elizabeth Taylor, y el fascinante y atribulado Montgomery Clift.
A Place In The Sun pone de relieve, la amplia brecha entre la frivolidad de los ricos, y la opresión y el fuera de lugar de los pobres, y de cómo el destino con mano dura, puede llegar a controlar la vida de la gente.
Un aspirante y solitario protagonista, de clase trabajadora con raíces evangélicas, está obsesionado con salir adelante y con “conseguirlo”
Se mezcla con una clase social diferente y superior, a través de una apasionada relación amorosa con una bella muchacha rica, por lo que comienza a ascender en la escala social y profesional.
Pero entonces, se convierte en víctima de su entorno, de las circunstancias, de la sociedad de la época, y de la pérdida de su propia moral, cuando impregna a una humilde, privada de sus derechos, poco independiente, y escueta compañera de trabajo.
A Place In The Sun suma drama, romance, thriller y análisis social.
Desarrolla una intensa y trágica historia de amor, que focaliza la atención en la exploración de los aspectos psicológicos de los personajes, sus sentimientos, tensiones, deseos, ambiciones, frustraciones y conflictos.
Reclama a los actores y actrices, que presten gran atención a la expresión corporal.
Se sirve de primeros planos de rostro completo, para crear en el espectador sentimientos de proximidad a los protagonistas, y de participación en la intimidad de los mismos.
A Place In The Sun combina a la perfección dramatismo romántico, tensión psicológica e investigación policial; es sumamente intenso, no decae nunca en su nivel de excite, y nos mantiene atentos al relato.
Una narración, que nos pasea por el típico melodrama de amor entre personas de distintas clases sociales, por las equivocaciones garrafales en materia sentimental, surgidas de los instintos, y que se cometen en un segundo, por la dura discriminación social imperante en una sociedad conservadora, donde las miradas prejuiciosas, determinan y modelan conductas, por la desesperación humana que hace aflorar las acciones más macabras, que pueden elucubrar el ser humano, por la doble vida, y la hipocresía de la humanidad, por la ambición desmedida, donde no se repara en los fines, ni en los costos que la misma acarrea, por la presión, y el trauma psicológico de la desesperación, con la consecuente carga de conciencia.
A Place In The Sun sigue el recorrido de un sujeto que se traiciona, respecto del deseo, de cómo ese bien a favor del que cede conduce al mal, y de cómo el dispositivo jurídico, puede volverse cómplice en esa vía autodestructiva.
A Place In The Sun abre con una escena que condensa el drama de George:
Lo vemos haciendo “dedo” en una carretera, tras un cartel publicitario en donde una joven toma sol en bikini.
El cartel dice “Es un Eastman” 
La escena juega con la ambigüedad del anuncio:
Al mismo tiempo, publicita la fábrica de bikinis del tío, y nombra a George Eastman (Clift)
El contraste, entre el enorme anuncio en el que se promete un lugar en el sol bajo los auspicios de ser un Eastman, con la situación precaria de George, que no logra que alguien lo levante, se redobla cuando ve pasar un descapotable blanco conducido por una bella, y rica joven que ha ignorado su presencia.
Se trata de Angela Vickers (Taylor), para quien él es invisible por su condición social.
La acción se mueve entre 2 mundos visualmente diferentes:
El de Alice Tripp (Winters) es oscuro, húmedo, lluvioso, solitario, frío, y está amenazado por la posibilidad permanente de una intromisión perturbadora de la Sra. Roberts, su casera.
Y el de Angela que es luminoso, soleado, amplio, tranquilo, confortable y acogedor.
El primero representa el universo de la clase trabajadora, explotada, pobre y oprimida, mientras el segundo representa el de la opulencia, la prosperidad, el poder y el bienestar.
Pasar de un mundo al otro es prácticamente imposible.
Quienes lo intentan corren riesgos elevados.
La acción dramática tiene lugar en un tramo próximo a Chicago, de una novísima autopista, que enlaza la ciudad con las vías que llevan al Medio Oeste, una localidad indeterminada del Medio Oeste, Kansas City, Kansas; y Warsaw City y alrededores, entre marzo y septiembre de 1950 o 1951.
George Eastman es un joven sin dinero, aunque sobrino de un millonario industrial, decidido a forjarse un porvenir en la alta sociedad, pese a que su tío no le da la menor oportunidad para ello.
Trabajando en la fábrica de su tío, George conoce a Alice Tripp, una joven obrera soñadora, y romántica con quien inicia un idilio.
No obstante, George logra penetrar en el cerrado círculo de amistades de su tío adinerado gracias a la suerte, y así logra conquistar a la joven millonaria Angela Vickers, lo cual le permite acceder al entorno de lujos y diversiones que Eastman siempre ambicionó.
Cuando Alice conoce que George ha iniciado un romance con Angela, le exige matrimonio, alegando haber quedado embarazada del propio George.
Consumido por el temor de ser descubierto por Angela, y perder así su oportunidad de acceder a una vida de riquezas, George se ve empujado a una locura, que tirará por tierra su futuro.
El problema es que antes de conocer a su gran amor, ha dejado embarazada a su “primera novia”, la primera por lo menos en esa ciudad, tampoco se nos dice nada de la vida amorosa anterior del sujeto, por tanto, todo lo que digamos es pura conjetura.
¿Y qué se le ocurre?
Algo tan sencillo como un aborto, pero... mala suerte, se encuentra con un médico con reparos.
Visto lo visto, decide casarse con la chica... y pierde completamente la cabeza, bien es verdad que en aquel tiempo poco más podía hacer.
Pero no contento con eso, decide dar un paso más.
Deshacerse no sólo del crío en gestación, sino también de la madre.
Sólo que a la hora de retratarse, no sólo es muy torpe, porque va dejando testigos y todo tipo de pistas por el camino, sino que encima:
¡¡¡Se arrepiente!!!
Y cuando parece que la vida le va a castigar duramente por sus pecados, le toca la lotería de repente:
La chica cae de la barca y se ahoga, al hundirse, porque algo la golpea en la cabeza.
Pero el guionista no se conforma con tanto desvarío.
Lo lleva por supuesto, al máximo para lograr la abducción del espectador.
Sigue dejando pistas a mansalva para que lo agarren y lo lleven directo a la silla eléctrica.
Confieso que me encantan esos finales osados y arriesgados, que no siguen la sensiblería barata ni el “Happy Ending”
A Place In The Sun, desde su desenlace, me ha satisfecho hasta el punto del aplauso, ya que la vida no es color de rosas, y aquí queda demostrado con esa resolución del protagonista principal camino a la silla eléctrica, dejando atrás al amor de su vida por un segundo de pasión y de equivocación.
Error que se paga con la vida misma.
El realizador, presenta a partir de la mitad del film, augurios cada vez más claros y frecuentes de la muerte.
En los diálogos se alude a ella, los claroscuros y las sombras la evocan, y se añaden representaciones explícitas de la misma, como el cuadro que reproduce la imagen shakesperiana de Ofelia, muerta en el lago, y medio cubierta por las aguas heladas del mismo.
Pese a la intensidad del drama, su desarrollo se presenta de manera contenida y mesurada, sin perjudicar sus efectos dolorosos y desoladores.
Algunas escenas de A Place In The Sun se cuentan entre las más conmovedoras que ha producido el cine, y actualmente, es considerada una de las grandes películas de la historia.
A Place In The Sun contiene algunas de las escenas más memorables de la cinematografía mundial:
A destacar la forma en que está rodada, esa sublimación del amor con esos enormes primeros planos con los rostros de los amantes.
La maravilla de los claroscuros como la escena de la seducción de George al personaje de la Winters.
O esa escena magnífica, y llena de tensión dramática, de Clift y Winters en la barca en un lago solitario y hermoso, con ecos a Amanecer.
A Place In The Sun es una película de interesantes análisis, y que cada secuencia tiene su significado.
Es de esas obras maravillosamente contadas, y que nada le sobra ni le falta.
Con A Place In The Sun, George Stevens muestra su pesimismo post-bélico, su manera de enfrentarse a las complejidades de la vida, y entender la humanidad de sus personajes.
En ocasiones, A Place In The Sun se nos presenta como un thriller de suspense, donde es complejo determinar un veredicto de culpabilidad en el conflicto narrativo principal del argumento, ya que la sentencia para ser justa, se debería desdoblar en dos dimensiones:
El analizar la intencionalidad de la elucubración intelectual-espiritual, y el analizar el desenlace fáctico que surge de los hechos acontecidos.
Stevens pone el énfasis en el conflicto interior de Chester, transformado en George Eastman.
De ahí que el film se llame “Un Lugar en El Sol” ese lugar que George anhela, en el que se sitúa el objeto de su deseo, y que paradójicamente, lo alcanzará al perder su vida.
Mientras en la novela el personaje está obsesionado por triunfar y tener éxito al punto de llegar al crimen, en el film de Stevens, la temática del ascenso social y del conflicto de clases, es sólo un trasfondo para la verdadera obsesión de George:
Angela, objeto de amor imposible de belleza fulgurante. 
La elección de Montgomery Clift resultó decisiva para este giro de la historia:
El famoso actor norteamericano, era perfecto para encarnar papeles de sujetos sensibles, introvertidos, melancólicos y en conflicto, que despertaban la ternura de las mujeres.
Muy lejos del personaje cínico, ambicioso e inescrupuloso que encarnaba Chester Gillette en el imaginario popular.
Uno de los puntos complejos de A Place In The Sun, es que un perfil complejo como el de George Eastman, que tiene una conducta negativa hacia su novia, hacia su vida, y que le pueden las ganas y sus ambiciones de aspirar a un mundo de clase alta, que casi roza, pero al que no le dejan pertenecer, se convierte en una víctima, y el espectador se pone de su lado, comprende aunque no comparta sus actos.
Él es un fuera del sistema, que aspira a un sueño, y quiere alcanzarlo a toda costa, y se encuentra con todos los obstáculos posibles.
Así la problemática ideológica, y de lucha de clases no desaparece de A Place In The Sun, dejando patente el drama del protagonista.
Pero está revestido de una relación romántica, casi de “amor fou”, al presentar a un personaje idealizado, y positivo de la clase alta; y es el objeto del amor de George.
El personaje de Montgomery Clift es magistral:
Ángel o demonio, ser inocente o calculador, personaje que sale de las alcantarillas de la sociedad, y es víctima del destino por querer acceder a una vida mejor, o mequetrefe sin personalidad, que engaña en sus desmedidas ambiciones...
La riqueza del personaje es maravillosa.
Por otro lado, una Liz Taylor realmente enamorada.
Angela Vickers es lo máximo para George, no sólo la mujer que ama, sino el acceso a su mundo.
George Stevens muestra a unas clases altas distantes, despreocupadas, prejuiciosas, como grupo cerrado, que no permite la escala social…, y pone ahí a la mujer ideal, la Taylor, que realmente se enamora.
Pero el otro papel dramático, pone los pelos de punta, y es doblemente víctima, y es esa novia obrera que no busca a George, más bien es él quien la busca a ella, la joven que cae en sus brazos, y enseguida al olvido, ante la posibilidad que se le ofrece a George, de ascenso profesional y social, por su amor por Angela Vickers.
La joven embarazada que exige apoyo, realismo y una boda con George, y que se convierte así en el principal obstáculo del protagonista para alcanzar su sueño, es una ENORME Shelley Winters.
Hay que reconocer que uno de los elementos que influyó en el éxito de A Place In The Sun, fue sin duda, la elección arriesgada del trío protagonista, sus interpretaciones, y una química que traspasa la pantalla.
Por una parte, para el papel de Angela Vickers, la joven de clase social elevada, se buscó el rostro fresco y joven, de una actriz infantil que ya pedía a gritos un papel serio, Liz Taylor, que todavía no había cumplido los 20 años, y supuso un giro para su posterior carrera.
Para el papel del complejo George Eastman, se buscó el rostro atormentado de una de las promesas del momento, con 29 años, Monty Clift.
Para el papel de la obrera enamorada y embarazada de George, se contó con una actriz que, hasta ahora, había realizado papeles como “sex symbol”, la gran Shelley Winters que está increíble.
Por cierto, curiosamente, en muchas de sus películas, a los personajes de la Sra. Winters les hacen daño sus parejas, de hecho siempre acaba muerta.
Desde su aspecto físico, y su personalidad, sus miedos, su inseguridad, todo en ella trasmite sus sentimientos a nosotros.
Y es que aunque la belleza física de los protagonistas, mostraba impecablemente la razón del porqué se sucederían las cosas, son los sentimientos los que nos ponen los pelos como escarpias.
Y por último, Raymond Burr, otro grandísimo actor anticipándonos su papel de abogado, que daría vida en la serie “Ironside”
La banda sonora corre a cargo de Franz Waxman, quien ensalza la pasión que el protagonista siente por Liz Taylor, con una melodía de obsesivo romanticismo.
Añade como música adaptada un fragmento instrumental de la canción “Mona Lisa”, de Livingstone y Evans.
“If he's innocent, I'll get the best defence I can get for him.
If he is guilty, I won't spend a single cent to save him from the electric chair!”
A Place In The Sun habla de las diferencias de clase, la discriminación social, la búsqueda del bienestar y la felicidad, la amistad y el amor, la fragilidad de los sueños, la dureza de la realidad, la dificultad de separar las interpretaciones correctas y erróneas de los hechos, la hipocresía, la doble vida, trata del despecho, la traición, la cobardía, el paso a la vida adulta, la importancia de pensar en las consecuencias de nuestros actos, y por supuesto del amor, etc.
A Place In The Sun asocia la religión a la ignorancia, la falta de formación del joven protagonista, y a visiones distorsionadas e ingenuas de la realidad, además condena la pena de muerte.
¿Usted ha actuado en conformidad con el deseo que lo habita?
Se opone a la ética tradicional, basada en el servicio de los bienes, y la moral del poder, que conducen a la degradación del deseo, la temperancia, y el sacrificio a favor del Otro.
Propongo que de la única cosa de la que se puede ser culpable, al menos en la perspectiva analítica, es de haber cedido en su deseo.
Esta proposición, aceptable o no, en tal o cual ética, expresa bastante bien lo que constatamos en nuestra experiencia.
En último término, aquello de lo cual el sujeto se siente efectivamente culpable cuando tiene culpa, de modo aceptable o no, para el director de conciencia, es siempre, en su raíz, de haber cedido en su deseo.
Desde que la culpa existe, se pudo percibir, desde hace mucho tiempo, que la cuestión del buen motivo, de la buena intención, no por ello dejó a la gente demasiado contenta.
Pues si hay que hacer las cosas por el bien, en la práctica lisa y llanamente, uno tiene que preguntarse por el bien de quién.
A partir de aquí las cosas no caminan solas.

“Every time you leave me for a minute, it's like goodbye.
I like to believe it means you can't live without me”



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