Women In Love

“The point about L-O-V-E is that we hate the word, because we've vulgarised it.
lt should be taboo, forbidden from utterance for many years... till we've found a new and better idea”

La Época Victoriana de Gran Bretaña marcó la cúspide de la Revolución Industrial británica, y el ápice del Imperio Británico.
Aunque, el término se usa comúnmente para referirse, al periodo del reinado de la reina Victoria, del 20 de junio de 1837, al 22 de enero de 1901, los historiadores aún debaten, si el periodo definido como una variación en las sensibilidades y asuntos políticos, que han sido asociados con los victorianos, no comienza realmente con la promulgación del Acta de Reforma de 1832.
Esta etapa fue precedida por la Regencia, y continuada por el Período Edwardiano.
Los hombres de esta era, son sin duda, personajes muy particulares, siendo su característica más interesante, y explotable a nivel rol, la famosa “doble moral victoriana”, consistente en el mantenimiento de una fachada de sobriedad, religiosidad, conservadurismo, y moralidad, ante el resto de la sociedad, mientras que se cometen las acciones más atroces e inmorales en el ámbito privado, en mayor o menor grado, todos los individuos, especialmente los de la alta sociedad, se manejan de esta manera; pudiendo sus pecados, ir desde negocios no muy legales o affaires con el servicio doméstico, hasta asesinatos brutales, se sospecha que Jack “El Destripador” era un miembro de la elite londinense.
Sin duda, el personaje paradigmático de esta época, es el Dr. Jekyll, el personaje de la novela de Robert L. Stevenson, que era un miembro eminente de su comunidad, pero se convertía en una bestia llamada Mr. Hyde, por efecto de una poción.
Los miembros de las clases privilegiadas de la sociedad victoriana, siguen el modelo de lo que llaman “caballero”, una persona de ingresos cuantiosos, notorio buen gusto, modales refinados, y de intachable conducta, solían juntarse en “clubes de caballeros” de diversas orientaciones de caza, de viajes, de debate, de financistas, etc., en los que pasaban gran parte de su tiempo libre, y en los que desarrollaban gran parte de su vida social.
La vestimenta era de importancia capital, y los caballeros se esmeraban tanto, o más que las mujeres en lucir bien, siendo que, quienes no lo lograban, eran salvajemente criticados y ridiculizados, los hombres podían tener toda clase de vicios secretos; abusar de drogas como el ajenjo, el opio, la cocaína, etc., manifestar tendencias sádicas o masoquistas, frecuentar burdeles y diversas desviaciones sexuales, muchas personas escapaban de las inmensas represiones de la sociedad, en el único lugar privado que tenían:
La alcoba.
Hasta la mitad del siglo pasado, el sexo represento algo que el varón debía revelar a la mujer durante la noche de bodas, siendo esta, reservada para su placer, y el rol femenino de esclava del sexo, de esta situación derivan los estereotipos de la virilidad masculina, y el desinterés sexual atribuido a la mujer.
El papel a desempeñar por el varón, se tomaba como una conjunción de actividad, agresión, mayor frecuencia de deseo, y rechazo de emociones y afectos, él era el ser activo, que tomaba la iniciativa en el juego del amor, suponiendo que la mujer debía adaptarse a su modo y exigencias, se reducían los momentos sexuales a la erección, y por lo tanto, a lo genital, y a la penetración, no estaba bien visto, que la mujer pretendiera gozar con el sexo, cuando en definitiva el acto tenía como único fin, el de la reproducción.
Siempre se considero, como obligación de la mujer, el deber satisfacer a su compañero, no solo en lo referido al sexo, ya que a través de la renunciación de sus aspiraciones personales y proyectos, debía dedicar su vida a sus hijos y esposo, para el bien de la familia.
Por otra parte, las muchachas de la Época Victoriana eran recatadas, pero se masturbaban con compulsión.
Los hombres se cachondeaban casi por cualquier cosa.
Si veían un tobillo, conseguían una erección de carpa de circo en sus pantalones.
La Época Victoriana, asimismo, fue la del boom de la pornografía, y los ingleses superaron incluso a los franceses, los especímenes, presuntamente más erotizados de Europa, en la impresión de revistitas y libros sexosos.
Se decía que:
“Un pueblo que es reprimido hasta explotar, así como una sociedad que nada más se basa en la alegría genital, siempre estará un poco enferma, porque no se ejerce una sexualidad sana que les otorgue paz mental, reproducción responsable y gozo erótico”
¿Por qué convertir al sexo, que es una fiesta, en una forma de castigo que llena de culpas, vergüenza y morbo a las personas?
En este, como en muchos casos, habría que preguntarles a los religiosos que asisten a los mandatarios, preceptos que puntualmente, La Reina Victoria siguió.
“How frightfully kind of you!”
Women In Love es una película británica, dirigida por Ken Russell, en 1969.
Protagonizada por Glenda Jackson, Alan Bates, Oliver Reed, Jennie Linden, Eleanor Bron, Alan Webb y Michael Gough.
Women In Love fue adaptada por Larry Kramer, de la novela del mismo nombre de David Herbert Lawrence, que narra la historia de las relaciones entre hombres y mujeres, durante la primera parte del siglo XX.
La literatura de Lawrence, expone una extensa reflexión acerca de los efectos deshumanizadores de la modernidad y la industrialización, abordando también en sus novelas, cuestiones relacionadas con la sexualidad y el instinto humano.
Para Lawrence, la sexualidad era el aspecto más interesante, conmovedor, inconsciente, e incontrolable del ser humano.
En “Women In Love” explora su naturaleza, a través de la historia de las hermanas Brangwen: Ursula y Gudrun, y sus relaciones con Rupert Birkin y Gerald Crich.
Los 4 se enfrentan en su modo de pensar, sus pasiones, y creencias, mientras buscan una vida completa y sincera.
Escrito en 1916, “Women In Love” es la continuación de “The Rainbow” que, acusado de obscenidad en 1915, había sido destruido.
Como consecuencia, la primera edición de “Women In Love” tuvo de publicarse en EEUU en 1920, de manera privada, y sólo para suscriptores.
Cuando en 1921 se publicó en Londres, un crítico calificó a este clásico contemporáneo, como una “épica del vicio”
Con el tiempo, la imagen de Lawrence se ha afianzado en la de un pensador visionario, y un gran representante del modernismo, en el marco de la literatura inglesa, pese a que algunas críticas feministas, deploran su actitud hacia las mujeres, así como la visión de la sexualidad que se percibe en sus obras.
Cuando Lawrence escribió “Women In Love” en Cornualles, entre 1916 y 1917, había desarrollado una fuerte relación romántica con un granjero local llamado William Henry Hocking.
Aunque no está del todo claro si su relación fue sexual, Frieda Weekley, su esposa, sí lo sostuvo.
La fascinación de Lawrence por la temática de la homosexualidad, también puede estar relacionada con su propia orientación sexual.
Este tema, también se manifiesta abiertamente en “Women In Love”
De hecho, en una carta escrita en 1913, el autor expuso:
“Me gustaría saber, por qué casi todo hombre, que se aproxima a la grandeza, tiende a la homosexualidad, más allá de que lo admita o no”
También se le cita diciendo:
“Yo creo que lo más cerca que estuve del amor perfecto, fue con un joven minero cuando tenía cerca de 16 años”
Su inclinación homosexual se ve reforzada por la creencia que siempre mantuvo de la eterna guerra entre hombres y mujeres.
Para Lawrence, la mujer ejercía una influencia, nada positiva sobre el hombre, que conseguía destruir su personalidad y capar su libertad.
Este aparente dominio sobre lo viril es lo que, según el autor, ponía en peligro la integridad del hombre y su masculinidad.
De este modo, sus novelas despiertan la curiosidad por lo erótico, lo instintivo, y lo sexual, arraigado a la naturaleza innata del hombre como un animal más.
Lawrence fue uno de los primeros novelistas de Occidente, en adentrarse y abordar cuestiones consideradas tabú hasta entonces; es por ello que el sexo es uno de los giros principales de su narrativa.
Women In Love logró el Oscar a la Mejor Actriz para Glenda Jackson, y obtuvo nominaciones como mejor director, guión adaptado y fotografía.
Extraordinaria la fotografía en color, supervisada bajo las órdenes de Billy Williams, ofreciéndonos unas espléndidas imágenes, tanto de exteriores como de interiores, la escena fotografiada entre Bates y Reed, luchando ambos desnudos a la luz del fuego, es antológica, la cual rompió el tabú del cine sobre la desnudez frontal masculina, ya que era la primera vez, que en el cine comercial se mostraba un pene.
Y lo que es más importante, fue la tercera película con mayores beneficios económicos del año en Reino Unido, y puso a Ken Russell en una cadena de películas de tema adulto, que fueron tan controvertidas como exitosas.
“We have to take down this love-and-marriage ideal from its pedestal.
We want something broader.
I believe in the additional perfect relationship, between man and man.
Additional to marriage”
Women In Love es una apasionante película, llena de valentía y provocación, con una depurada puesta en escena, y, que a pesar del tiempo transcurrido, hoy sigue siendo igual de provocadora que el día de su estreno.
Women In Love retrata el despertar sexual de 2 jóvenes, en el final de La Era Victoriana.
Es una época extraña en Inglaterra, donde todavía subsistían los valores victorianos, pero también, hay gran curiosidad por los cambios sociales que están ingresando a la isla.
Women In Love es bella de mirar, y adulta en su tratamiento del romance y las conductas sexuales.
Por eso, su objetivo no es tanto el crear el típico cuento de hadas que se suele llamar cine romántico, sino más bien, dar cuenta de cómo el entorno afecta a las relaciones de pareja.
Casi toda la obra es una conversación.
Sus personajes solo dejan de hablar, para escuchar a otros opinar, sobre temas de amor, matrimonio, sexo y muerte.
Las conversaciones suceden entre dos hermanas:
Ursula (Jennie Linden) y Gudrun (Glenda Jackson); y sus relaciones con Rupert Birkin (Alan Bates) y Gerald Crich (Oliver Reed)
Los 4 se enfrentan a sus miedos, pasiones, forma de ver el amor, la libertad, y la búsqueda de una vida más sincera.
Women In Love nos cuenta una historia, pero no una historia cualquiera, ni mucho menos, es una historia de amor, de amor sensual, romántico y atractivo.
Es la historia de 2 hermanas, una maestra la otra escritora, 2 hermanas con caracteres opuestos, allá al principio del siglo XIX, y en donde establecen unas relaciones amorosas con 2 hombres, pero estos a la vez, mantienen una extraña relación de amor-amistad, la historia pues entre estos 4 personajes, acabará en un inesperado desenlace.
Una cita campestre en las Midlands de Inglaterra, en 1920, sirve para que un par de hombres maduros, y dos hermanas de caracteres antagónicos, se conozcan por mediación de la extravagante aristócrata Hermione Roddice (Eleanor Bron)
A partir de este primer contacto, se establecen 2 parejas, la que une a Rupert Birkin con Ursula Brangwen, y la de Gerald Crich con Gudrun Brangwen.
Las diferencias de comportamiento, y de clase social, empiezan a aflorar y derivan en una insatisfactoria relación, sobre todo en lo que concierne a Gerald y Gudrun, agravado por las inclinaciones homosexuales del aristócrata inglés, que recurre a buscar el consuelo y el cariño de su íntimo amigo Rupert.
Women In Love contiene escenas magníficas y poderosas que, pienso marcaron seguramente, la diferencia en la cinematografía de por aquel entonces, e incluso en los tiempos de hoy.
Curiosa la escena sobre los “catkin” o “amentos” en la clase de ciencias, ya que nos adelanta, a través de la naturaleza, lo que estamos próximos a presenciar.
Y es que el amento, consiste en una espiga articulada por su base y compuesta de flores de un mismo sexo, pues hay amentos masculinos, más alargados, y amentos femeninos.
Las flores son simples, sin pétalos ni sépalos, las masculinas están reducidas a los estambres y las femeninas al estigma.
Lo contienen muchas flores, generalmente unisexuales, dispuestas a lo largo de cerca de un vástago central, que a menudo se inclina, o cuelga.
También es a destacar la pareja de recién casados, Laura Crich (Sharon Gurney) y Tibby Lupton (Christopher Gable) que siempre se les ve felices hasta la muerte.
Apasionadamente realizada, y con mucha carga de provocación, lo más valioso es la depurada puesta en escena, pero es posible que su notoriedad la lograra por una fuerte carga sexual, con escenas como la lucha entre Alan Bates y Oliver Reed desnudos, que culminaba en algo que parecía más un acto de sexo entre ambos; o el provocativo baile de Glenda Jackson, acosando a los toros, aunque también son reseñables algunos logros visuales, con secuencias en las que se filman las caras de los actores, y al lado su imagen reflejada en un espejo, en lo que parecen 2 personas diferentes, marcando una dualidad, o ambigüedad que es lo que prima a lo largo de Women In Love.
“Well, it seems the inevitable next step.
But you see... it's just impossible.
The man makes it imposible”
Magistrales sus 4 protagonistas principales:
Glenda Jackson como Gudrun Brangwen, una mujer fría y calculadora, cautivadora y provocativa, pero sobre todo, bella muy bella y rotunda.
Oliver Reed metido en el personaje de Gerald Crich, un apuesto joven heredero de una gran fortuna, y prácticamente dueño y señor del negocio familiar.
Y discutiendo con él, tanto en lo divino como en lo humano, Alan Bates dando vida a Rupert Birkin un personaje inconformista, intelectual, rebelde, pero encantador en sus modales.
Forma el cuarteto amoroso, Jennie Linden, interpretando a Ursula Brangwen, hermana de Gudrun, y enamorada de Rupert, aunque este mantiene relaciones con Hermione, una joven perteneciente a la aristocracia.
Soberbios y en estado de gracia los 4 protagonistas.
Salvados los problemas de censura, Women In Love luce en la actualidad como una de las obras mayores del gran Lawrence, acreedor de un estilo elegante, sobrio, poético, y con una exquisita construcción de un universo que gira en torno a esas hermanas pertenecientes a la clase obrera, que ven unidos sus destinos a los de Gerald Crich, hijo de un poderoso empresario del sector de la minería, y Rupert Birkin, un distinguido caballero con cierta inclinación a la misantropía.
A lo largo de más de 600 páginas, Lawrence da cabida a un discurso, con un fondo filosófico, existencial, que dinamita la idea de la felicidad, en relación a la búsqueda del amor.
El escritor inglés elabora una novela “anti-romántica”, que se nutre de innumerables referencias a los clásicos griegos y romanos, la literatura francesa y la germana que, sin duda, la sitúa entre las grandes novelas surgidas en los albores del siglo XX.
La labor desplegada por los especialistas de la Cambridge University, ha derivado en una novela, extraordinariamente compensada, que había sido tildada de “escandalosa y obscena”, pero que a los ojos de los lectores de hoy en día, se revela como una audaz mirada, sobre los usos y costumbres, de una sociedad de la que querían desmarcarse algunos de sus representantes, como Rupert Birkin.
“El hombre enferma y muere, porque la vida se aburre de él, avanzar en lo invisible, diluirse en la nada universal” opinaba Rupert en una de sus plácidas tardes junto al río.
Por entonces, buscábamos unas relaciones más sinceras, que nos permitieran ser más libres, buscábamos el sentido a la vida y a la muerte.
“Es imposible conseguir algo nuevo, mientras se está apegado a lo viejo, incluso luchar contra lo viejo, es estar apegado a ello”

“But better die than live mechanically a life that is a repetition of repetitions”



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