The Fugitive

“A murdered wife.
A one-armed man.
An obsessed detective.
The chase begins”

Uno de los casos criminales más famosos del siglo XX es el de “El Fugitivo” Sam Sheppard.
La historia empieza un 4 de julio de 1954, cuando, en Cleveland, estado de Ohio, USA, el Doctor Sam Sheppard fue acusado del crimen de su esposa, Marilyn Reese Sheppard, de 31 años de edad, a la sazón embarazada en ese momento de 4 meses, y que fue golpeada y apuñalada hasta la muerte, en el dormitorio de la planta alta de su casa, a orillas de un lago en un barrio lujoso de esa ciudad.
Sheppard dijo siempre, que lo único que él recordaba, era oír a su esposa gritar fuerte, en las primeras horas del alba; subió corriendo al piso de arriba, y en la penumbra, vio una “forma” quieta al lado de la cama de su esposa.
Luchó con la “forma que tenía los cabellos revueltos” y mientras lo hacía, fue golpeado en la parte de atrás del cuello, y quedó inconsciente.
Al recuperar el conocimiento, se encontró en el piso junto a la cama de Marilyn.
Se levantó, la miró, tomó su pulso, y “sintió que ella se había ido”
Más tarde, tras otra corta persecución, en la que recibió otro golpe que de nuevo le dejó sin sentido, en la orilla del lago frente a la casa, cuando llegó la policía, pidió que alguien hiciera algo por su mujer, a pesar de que era ya imposible, y manifestó sentir un fuerte dolor agudo en la nuca, además de presentar un ojo hinchado, y un fuerte shock.
La casa se llenó de gente, y los fotógrafos de los diarios y reporteros, tuvieron permiso para acceder a la casa de Sheppard, y tomar fotografías de todas las dependencias, algo inaudito en el escenario de un crimen.
Nada más empezar la investigación, fue preguntado por el oficial Shotke si estaba dispuesto a someterse al test del detector de mentiras, y Sam dijo que sí, siempre que fuera fiable.
Shotke le respondió que era infalible, y agregó:
“Pero más bien, debería usted decirnos todo ahora”
Al final del interrogatorio, Shotke le dijo a Sheppard:
“Yo pienso que usted mató a su esposa”
Sheppard desde un primer momento, y hasta que fue arrestado, se mostró siempre dispuesto para realizar frecuentes, y extensos interrogatorios, sin la presencia de un abogado.
Algunos diarios insinuaron, que Sam Sheppard era rico e influyente, y creía que podía matar sin sufrir las consecuencias.
Los diarios pedían que se realizara una investigación, sobre las causas de la muerte, y efectivamente, se reunió un gran jurado que lo procesó el 17 de agosto.
Un mes después, se iniciaba el juicio del que resultó, finalmente, un veredicto de culpable de asesinato en segundo grado.
El 21 de diciembre, el juez Blythin condenó a Sam Sheppard a cadena perpetua.
El caso produjo un fuerte impacto en toda la sociedad norteamericana, y se le dio enorme publicidad, puesto que todas las características se prestaban para ello:
Era un médico rico, esposa guapa, familia influyente, sexo, dinero, posición... por lo que no es raro, que 9 años más tarde, se estrenara una serie de televisión basada en el tema.
Tiempo después, y tras 10 años de cárcel, porque Sheppard no se fugó jamás, cuando cedió la enorme presión que existía en favor de su condena, sus abogados pudieron investigar la escena del crimen como es debido, y lograron demostrar, entre otras cosas, que el asesino era zurdo, mientras que Sheppard era diestro.
Además, se descubrió que había en el cuarto, manchas de sangre humana, que no eran de Sam ni de Marilyn, pero que nunca fueron investigadas en su momento.
El abogado de Sheppard, F. Lee Bailey, un buen penalista de la época, fundó su apelación en la vulneración de derechos fundamentales, alegando que su defendido, no tuvo un juicio justo por los siguientes puntos:
Publicidad periodística anterior y/o durante el juicio, que violó los principios constitucionales del apelante, dado que le señalaban como culpable, y así lo entendió la opinión pública, con la consiguiente presión que esto causó en la vista del jurado.
El juez interviniente, en el proceso anterior, debió haberse retirado del caso, después de hacer ciertas declaraciones, incluso públicas, relativas a su absoluto convencimiento, antes y durante la vista oral, sobre la culpabilidad del acusado, violando con ello los derechos constitucionales del apelante.
Contaminación de la escena del crimen, pérdida de huellas, que habrían ayudado en su defensa, y restos de sangre que debían haber sido cotejados con Sheppard y que no se hizo, vulnerando así, derechos fundamentales del apelante.
El juez, interviniente en el proceso anterior, permitió a oficiales de la policía, testificar que el acusado había rehusado someterse a un “test” con el detector de mentiras, o polígrafo, lo que no era cierto, por lo que violó los derechos constitucionales del apelante.
La conducta de los funcionarios del juzgado, que permitieron a los jurados durante las deliberaciones, y sin autorización judicial, que se contaminaran, al mantener comunicaciones telefónicas con personas del exterior del recinto donde se hallaban, así como saber lo que publicaban los periódicos, y lo que decía la radio, que señalaban como indudable culpable a Sheppard, por lo que se violaron los derechos constitucionales del apelante.
“Cada uno de estos errores, dijo el juez federal, es por sí mismo suficiente para alcanzar la convicción, de que el acusado no gozó de un juicio justo, como es requerido por la cláusula del proceso debido, en la Enmienda XIV de la Constitución de los Estados Unidos.
Y cuando todo estos errores se acumulan, el juicio en examen, sólo puede ser visto como un simulacro de justicia”
Así, pues, con esas y otras pruebas, y diversas circunstancias que ponían en entredicho, no sólo la investigación del crimen, sino también, el propio juicio anterior, en ese mismo año, de 1963, el verdadero Dr. Sam Sheppard, fue sobreseído finalmente del asesinato, y pudo salir de la cárcel, aunque con notables e irreversibles daños psicológicos.
Con su vida totalmente destrozada, cayó en el alcohol y en las drogas.
Intentó, hasta aprovechar su dudosa fama, dedicándose a la lucha libre, con el nombre de “Sheppard El Asesino” pero fracasó, porque era evidente, que el otrora prestigioso doctor, jamás pensó en llevar ese tipo de vida, y ni pudo, ni supo asumirla.
Su segunda esposa lo abandonó por infidelidades, y 6 meses después, Sheppard moriría en soledad, con 46 años de edad.
Entre los años 90 y la primera década de 2000, se desató una moda en cine, propia de la preocupante falta de ideas de la que hacen gala muchos guionistas hollywoodienses:
Adaptar, exitosas series de televisión del pasado, al mundo del celuloide.
Sin embargo, la ironía de la vida, hace que el actor que lo personificó en la TV, David Janssen, sufriera un camino similar al del Dr. Sheppard.
Tras su éxito profesional con la serie, también se lanzó a la bebida, y aunque siguió trabajando hasta el final de su vida, murió prematuramente, a causa de un infarto, sin haber llegado a los 50 años de edad, y siendo víctima de un alcoholismo crónico.
No obstante, The San Francisco Chronicle informó el día 5 de febrero de 1997, en un artículo firmado por el columnista Michael Taylor, que nuevas pruebas posteriores de ADN de Sheppard, y cotejadas con viejas muestras de sangre, de la escena del crimen de la casa de Ohio del año 1954, daban como resultado indubitado, que el Dr. Sam Sheppard, cuyo caso inspiró la serie “The Fugitive”, no mató a su esposa.
Se ha especulado, que el verdadero asesino fue un tal Richard Eberling, un vagabundo que había acudido, en varias ocasiones, a la casa de fin de semana de los Sheppard, y que falleció en prisión en 1998, cumpliendo una condena por otro crimen.
Nunca se ha probado.
A diferencia de lo que ocurre en la ficción, “el hombre de los cabellos revueltos” con el que Sheppard luchó, nunca ha sido identificado, ni encontrado hasta ahora.
“Where are you, Desmondo?”
The Fugitive es una película de acción estadounidense de 1993, dirigida por Andrew Davis, basada en la famosa serie de TV “The Fugitive”
Protagonizada por Harrison Ford, Tommy Lee Jones, Jeroen Krabbé, Joe Pantoliano, Julianne Moore, Sela Ward, Andreas Katsulas, Daniel Roebuck, entre otros.
The Fugitive es uno de los mejores productos de entretenimiento, intriga y suspense de los 90.
La trama empieza a ser trepidante desde los primeros 5 minutos, lo cual es de agradecer, ya que viendo la cantidad de cosas que le pasan al protagonista, mejor empezar cuanto antes.
The Fugitive parte del caso real de un médico, que en los años 50 fue acusado de haber asesinado a su esposa, y que siempre negó haber cometido dicho crimen, sin embargo, el Dr. Sam Sheppard no solamente cumplió condena, sino que tras su libertad, se refugió en las drogas, el alcohol con su consecuente ruina personal y profesional.
The Fugitive fue realizada años después una celebérrima serie de televisión homónima, que como era previsible, tuvo su adaptación a la gran pantalla.
El guion es de David N. Twohy y Jeb Stuart, sobre una historia de David N. Twohy y el personaje de Roy Huggins, quienes lograron condensar 3 años de emisiones televisivas, en poco más de 2 horas, fue harto complicado.
Sin embargo, les quedó la satisfacción del reconocimiento en los Oscar, donde The Fugitive obtuvo un Oscar como Mejor Actor Secundario para Tommy Lee Jones, y 6 nominaciones como mejor película, cinematografía, edición, banda sonora, efectos de sonido y sonido.
Así pues, The Fugitive, entre la fama que la serie ya tenía de por sí, la magnífica elección de actores, la habilidad de Davis en el cine de acción, la profundidad e intensidad del guión, las altas cotas de tensión y adrenalina, la cuidada estética, la logradísima atmósfera obtenida, por una puesta en escena encomiable, y la siempre imponente banda sonora de James Newton Howard, este thriller fue un éxito sonado, convirtiéndose en una de esas historias que permanecen, de forma longeva, en la retina del espectador.
“Your fugitive's name is Doctor Richard Kimble.
Go get him”
La historia de The Fugitive en sí, es sencilla.
The Fugitive está basada en la serie televisiva que se emitió desde el 63 al 67, con David Jassen como el Dr. Kimble.
Lo interesante de esta historia es la simplicidad de los 2 protagonistas, tanto el del Dr., como el del Marshall que lo busca desmedidamente.
Un protagonista que no encaja en la descripción de héroe, y una contrapartida que tiene una implacable sed de trabajo cumplido.
Eso es ni más ni menos lo que le ocurre a Kimble, el eminente médico que ha triunfado en todo.
De repente, toda su vida se derrumba, y encima, él es acusado de asesinato y condenado a muerte.
¿Se imaginan la situación?
¿Cómo se siente una persona, a la que le han arrebatado todo lo que ama, y encima, pretenden echarle la culpa?
Es el durísimo drama de un hombre, que tiene que hacer de tripas corazón, y lanzarse a una carrera desesperada para probar su inocencia.
The Fugitive tiene todos los elementos que lo convierten en un thriller apasionante.
No se trata sólo de una película de acción vacía, sino de una angustiosa huida al límite, de un médico que sólo puede contar con su lucidez, su inteligencia, y su resistencia mental y física, para demostrar al mundo que él no es un asesino.
Así fue como el doctor Richard Kimble (Harrison Ford), es acusado de asesinar a su esposa Helen Kimble (Sela Ward)
Por la grabación telefónica, efectuada por el Departamento de Emergencia de la Policía, asumen que Kimble es el culpable, y le acusan del asesinato.
En el juicio, Richard Kimble es condenado a la pena capital, aún siendo inocente.
El autobús en el que viajaba, rumbo a la prisión con otros prisioneros, sufre un accidente provocado por los reclusos, y cae por una ladera.
Mientras los ocupantes del autobús tratan de recuperarse después del accidente, se acerca un tren de carga, el cual se dirige velozmente al autobús accidentado.
En ese instante, uno de los guardias escapa, mientras otro queda herido dentro del autobús.
Kimble, antes de escapar junto con otro prisionero, logra sacar a este guardia segundos antes de que el tren impacte contra el autobús.
El doctor Richard Kimble, conmocionado por los hechos, huye del lugar.
A partir de ahí, los agentes de la autoridad siguen su caso, y lo persiguen, entre los cuales se encuentra un persistente y vanidoso comisario del U.S. Marshall, Samuel “Big Dog” Gerard (Tommy Lee Jones), quien en más de una ocasión, logra encontrar al prófugo Richard Kimble, que de forma astuta consigue escapar.
El doctor Kimble tendrá que demostrar su inocencia, logrando llegar a su destino, la ciudad de Chicago, y encontrar al verdadero culpable.
“Give it up, Richard.
It's time to stop running”
The Fugitive es una película cargada de emociones, y de incesante intensidad, y tiene muchas cosas buenas:
Lo primero es su trama, que te engancha desde el minuto 1.
Sí, así es, The Fugitive es una de esas películas que te atrapan desde que comienza, hasta que termina, y ojo que esto no es tan fácil de conseguir, como muchos piensan.
Su pulso narrativo es frenético, incluso vibrante en algunos pasajes.
Esto sin duda ayuda también, aparte del atractivo cóctel de acción e intriga que impregnan por completo el guión.
Las cacerías humanas siempre son adictivas por su dinamismo, y su constante acción.
La escena del accidente, así como la embestida del tren y “el salto de ángel” en la catarata, están consideradas antologías del cine.
El guión se adentra en esa frenética persecución, que tiene un duelo memorable en las actuaciones de Harrison Ford-Tommy Lee Jones, y no suelta hasta el final.
Después está la magnífica elección de actores.
Por un lado, un maravilloso Harrison Ford como el atormentado Richard Kimble, en una de las mejores interpretaciones de toda su carrera.
De hecho, estoy convencido de que no ganó el Oscar porque “un fenómeno” llamado Tom Hanks se cruzó en su camino.
Ford se desenvuelve muy bien en el cine de acción, ahí están Han Solo, e Indiana Jones para demostrarlo, pero este rol requería algo más:
Un paulatino cambio de sentimientos, desde el dolor provocado por la muerte de su amada esposa, hasta la resolución de hacer justicia, pasando por la consternación producida por ser el principal sospechoso del crimen.
En resumidas cuentas, una actuación prodigiosa.
Quien sí se llevó, meritoriamente la codiciada estatuilla, fue Tommy Lee Jones, en su papel de duro Marshall.
De hecho, su personaje tuvo tanta aceptación, que 5 años después se estrenaría una secuela, con él de protagonista, en la búsqueda de otro fugitivo.
La verdad es que Jones, a pesar de tener un pequeño punto de villano, en definitiva era quien quería meter entre rejas al bueno, supo dotar a su personaje de ese tipo de carisma, con el que se logra empatizar con el gran público.
Curiosamente, The Fugitive presenta algunos fallos de edición, como por ejemplo:
Cuando Harrison Ford se cubre la cabeza con las manos, al ver que el autobús en el que lo conducen a prisión, rueda por la ladera.
¿Esas manos no estaban esposadas?
En la escena donde Harrison Ford es perseguido, desde la cárcel a donde ha ido a comprobar si uno de los presos es manco, él intenta perderse en medio del desfile que hay en una calle cercana.
Entonces, cuando Tommy Lee Jones se le está acercando, Ford se saca el abrigo para intentar parecer aún más distinto...
Pero...
¿A dónde ha ido a parar este abrigo?
Después de sacarlo, desaparece por completo.
O cuando Tommy Lee Jones se entera de que Kimble está en el hotel, gira el coche y se dirige al hotel.
Si comparamos la dirección en que giran las ruedas, y la dirección en que se mueve el coche, veremos que hay algo que falla:
El coche gira hacia la izquierda, pero las ruedas giran a la derecha…
Fallo tremendo es el siguiente:
Por mucho que Kimble, pueda acceder a la base de datos de los pacientes con prótesis:
¿Cómo puede afinar tanto la búsqueda, con una fecha de fabricación concreta?
¿De dónde obtiene esa información tan precisa?
No obstante, en los aspectos técnicos y visuales, The Fugitive aprueba sobradamente, con algunas escenas que podrían considerarse ya clásicas dentro del cine de acción.
Pero en definitiva, como en muchas películas, me queda ese sabor agridulce de saber que, si The Fugitive no se hubiera hecho sólo con el objeto de llenar los asientos, y entretener a la masa, hubiera sido una gran película.
“You know, we're always fascinated when we find leg irons with no legs in them!
Who held the keys, sir?”
En The Fugitive hay un protagonista honesto que se enfrenta a un sistema social enemigo.
El mal se concentra e identifica en un solo personaje, rodeado de sus patéticos sicarios.
La inocencia todavía tiene un fundamento real, todavía importa.
La policía aún tiene buenas intenciones, a pesar de perseguir a hombre equivocado.
La policía es buena, sin embargo, o bien es rematadamente inepta, como los oficiales que se encargan de escoltar a Harrison Ford al principio de The Fugitive, o bien, tiene la mala fortuna de seguir una pista falsa, como el equipo de investigadores, encabezado por el eficiente cazador Tommy Lee Jones.
Los medios de persecución son grandes, extensos, están tan bien movilizados, que da la impresión de tratarse de una sociedad ultra totalitaria, un mundo que refleja al nuestro a grandes rasgos, aunque abusa del arquetipo:
El médico honrado, el empresario farmacéutico corrupto, el policía de hierro, el asesino sin escrúpulos, etc., y en ocasiones roza lo grotesco.
El final de The Fugitive ofrece la ilusión de los cuentos de hadas:
La redención para el inocente, y castigo para el culpable.
Se trata de la más pura disociación fetichista del “je sais bien, mais quand même…”
Sé de sobra, que el mundo está corrupto, que el dinero manda, que la vida de una persona, tiene un pobre valor monetario, que el crimen no es ya, ni siquiera, un acto de crueldad sino sólo una cuestión de negocios.
Con todo, cuando veo una película espero, y hasta exijo, la redención final que no encuentro en la realidad, acompañada de cierta exageración, cierta estilización, típicamente cinematográfica, que separe película y realidad.
Espero, y exijo, que la película proclame una disociación de la misma realidad con la que da la ilusión de identificarse.
Espero, y exijo, que la película sea irónica hasta el punto de resultar irreal.
El público compra una fantasía, la fantasía de la venganza última del mal, pero no quiere que lo tomen por idiota, dando a entender que, verdaderamente, cree que tal esperanza está fundada.
The Fugitive es una película ideológica, porque le salva la cara al sistema, distinguiendo entre los perseguidores, a los buenos y los malos, a los que sólo cumplen con su deber, y los que actúan por interés personal, y movidos por el dinero.
Sé de sobra que el mal alcanza escala planetaria, pero con todo lo que veo ahora, The Fugitive es sólo un filme, un producto que me ofrece la ilusión de ver la realidad tal como es, al mismo tiempo que proclama su fantasía, no ya mediante excesos irónicos, sino gracias a un esteticismo que sofoca la contundencia del mensaje.
Comprendemos ahora, que el paso real, no nos ha llevado de la fe infundada a la desconfianza prudente, sino de la ingenuidad insensata al puro cinismo.

“I thought you said you didn't care”



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