Eastern Promises

“Every Sin Leaves A Mark”

La Mafia Rusa, en ruso: Русская мафия, Russkaya Mafiya o Bratva (Братва) son nombres usados, a menudo, para designar una gama de organizaciones del crimen organizado originarios de la ex Unión Soviética, Rusia y La Comunidad de Estados Independientes (CEI)
Desde la caída de la Unión Soviética en 1991, estos grupos han acumulado un considerable poder e influencia en todo el mundo.
Son activos en la mayoría de los sectores de la sociedad rusa y los criminales rusos son también activos, internacionalmente, en el comercio ilegal de petróleo, tráfico de personas, narcotráfico, tráfico de armas, de materiales nucleares, y en el lavado de dinero.
El crimen organizado ha existido en Rusia desde la época de los zares y la Rusia Imperial, en la forma de bandidaje y hurto.
En el período soviético surgieron los “vor v zakone” o “ladrones en la ley”
El estado de una persona como un “vor v zakone” no depende solo de ser un criminal, sino de cumplir los requisitos de un código del hampa ruso.
En aquél sentido, si bien no en todos, el “vor v zakone” es similar a un miembro de la Mafia siciliana; y para expresar pertenencia al mundo de ladrones, suelen tatuarse en grandes partes de piel, una costumbre similar a la de la hampa en otros países como Japón, el Yakuza; y México.
Los tatuajes de un “vor” son indicaciones de su posición en la sociedad.
Un ejemplo de un tatuaje despectivo, es el palo corazones en naipes, que significa un prisionero explotado en el cárcel por los otros para sexo.
Esta clase de delincuentes, tenía que cumplir ciertas normas en el sistema penitenciario.
Una de esas reglas era que estaba prohibida la cooperación con las autoridades de cualquier tipo, pero durante La Segunda Guerra Mundial, algunos presos hicieron un trato con el gobierno, para unirse a las fuerzas armadas a cambio de una sentencia reducida, lo que provocó que a su regreso a la cárcel, fueran atacados y asesinados por los reclusos que permanecieron fieles a las reglas de los ladrones.
Durante la época en que la economía soviética tomó un giro hacia abajo, el “vor” asumiría el control del mercado negro, con la ayuda de funcionarios corruptos, suministrando productos tales como, la electrónica o comida extra, durante la época de Leonid Ilich Brézhnev, que eran de difícil acceso para el ciudadano soviético.
Los mercados criminales comenzaron a formarse, siendo el más notorio el mercado de redes de prostitución de Rizhsky, cerca de la estación de ferrocarriles de Rizhsky en Moscú.
Cuando la Unión Soviética se dirigió a su colapso, también lo hizo su economía, dando lugar a una desintegración social, haciendo que muchos trabajadores del ex gobierno desesperados por dinero, recurrieran a la delincuencia, otros se unieron a los ex ciudadanos soviéticos, que se trasladaron al extranjero, y la Mafia rusa se convirtió en una extensión natural de esta tendencia.
La apertura del antiguo bloque soviético al mundo, y la internacionalización de su economía, también dio a la mafia rusa, conexiones con otras organizaciones criminales en todo el mundo, como Los Tríadas Chinos o La Siciliana Cosa Nostra.
Las conexiones con los cárteles de la droga de América Latina, permitieron a la mafia rusa, importar cocaína a su país.
Ex agentes de la KGB, deportistas y veteranos de La Guerra de Afganistán, y de La Primera y Segunda Guerra de Chechenia, que ahora se encontraban desempleados, pero con experiencia en los ámbitos que les podrían resultar útiles en la delincuencia, se unieron a la creciente ola de delincuencia.
La corrupción generalizada, la pobreza, y la desconfianza en las autoridades, sólo contribuyeron al auge del crimen organizado.
Los asesinatos a sueldo, los atentados, y los secuestros, alcanzaron un máximo histórico con numerosos asesinatos entre bandas llevándose a cabo, y un gran número, aún quedan sin resolver.
En los últimos años, el FBI y Los Servicios de Seguridad Rusa, han tomado duras medidas en contra de la mafia, aunque el impacto de esto aún no ha sido mensurado.
Muchos mafiosos se han convertido en ricos de Norteamérica, y han comenzado a imitar a la mafia italiana, en cuanto al estilo de vida.
Esto ha conducido a un aparente “suavizamiento” de la mafia, ya que en realidad puede ser más peligrosa que nunca.
El término “Mafia rusa” es considerado ofensivo para muchos rusos, ya que un gran porcentaje de los denominados “rusos”, algunas estimaciones dicen que podría ser aproximadamente un 90%, especialmente en Estados Unidos, dicen ser judíos, y debido al fuerte anti-semitismo sentido en partes de Rusia, muchos piensan que los judíos no son realmente rusos.
La predominancia de bandas judías puede ser explicada por el hecho que gran parte de los inmigrantes de la Unión Soviética eran judíos.
Sin embargo, debe notarse que muchos mafiosos rusos proclaman ascendencia judía para conseguir el pasaporte israelí, ya que las actividades de la mafia rusa están particularmente concentradas allí.
En 1998, se estimaba que la mafia rusa había contribuido con 4 billones de dólares en la economía israelí.
Las repúblicas de Ucrania, Estonia, Lituania, Bielorrusia y Moldavia, tienen sus propias mafias, y también hay un gran número de individuos, pertenecientes a grupos étnicos del Cáucaso, tales como chechenos, georgianos, armenios, azerbaiyanos y otros.
Así, la llamada “Mafia Rusa” no aparece más como “rusa” en su totalidad, el término “soviético” o “Mafias del Este” son términos que describen mejor la situación.
¿Dónde está la línea entre el bien y el mal?
¿Están justificados los medios para llegar al fin?
¿Y por qué suelen resultan tan interesantes las películas sobre mafia?
Tal vez sea porque son como la vida misma.
“Forget any of this happened.
Stay away from people like me”
Eastern Promises es una película dirigida por el canadiense David Cronenberg, en 2007.
Protagonizada por Viggo Mortensen, Naomi Watts, Vincent Cassel, Armin Mueller-Stahl, Sinéad Cusack, Donald Sumpter, Jerzy Skolimowski, Josef Altin, Mina E. Mina, Aleksandar Mikic, entre otros.
El guión lo firma Steven Knight, e Eastern Promises estuvo nominada al Oscar como mejor actor para Viggo Mortensen.
Eastern Promises relata la historia de una enfermera/matrona que desea descubrir, la relación de una niña con la poderosa mafia rusa de Londres.
Eastern Promises muestra la implantación mafiosa rusa en Inglaterra y sus violentos métodos; sumando crimen, drama, “neo noir”, misterio, thriller y mafia.
Cronenberg desarrolla un relato complejo y cruel, sobre una organización secreta de la mafia rusa, llamada “vor v zakone”, establecido en Londres, donde se dedica al crimen y al tráfico de armas, drogas y personas.
Eastern Promises extiende sobre el mundo, una mirada inquietante y desoladora, inspirada en una concepción trágica, sobre la injusticia esencial de la persona.
Juega con personajes oscuros, ambivalentes y ambiguos, que muestran sólo una parte de su personalidad, de su presente, y su pasado, y de sus proyectos y ambiciones.
Su comportamiento es inquietante, porque el espectador nunca sabe cómo van a reaccionar, y qué van a proponer.
Los principales protagonistas guardan secretos íntimos, que se desvelan gradualmente, sólo en la medida justa de las conveniencias de la historia.
Nadie se explica de modo íntegro, completo y transparente.
Las interrelaciones personales, y las conductas de los personajes no son gratuitas, pero siempre se mantienen en zonas de penumbra que, a lo sumo, proporcionan al espectador pistas, indicios, o sugerencias, que éste deberá procesar desde su subjetividad.
Eastern Promises es interesante por ser directa y concisa, en desarrollar una historia signada, por un lado, por la característica violencia propia de tópicos de gánsteres, y por el otro, por la psicológica batalla interna de los personajes perseguidos por su conciencia.
Cronenberg inserta Eastern Promises en un submundo oculto, presentando abiertamente la violencia latente, la continua tensión presente en una mafia suburbana.
Algo huele a podrido en el estado de bienestar, parece decir Cronenberg, plasmando con inusual destreza, un entorno nutrido por la prostitución y el desamparo, desnudando formas de esclavitud existentes, de esas que no pueden verse en la superficie, pero que subyacen inamovibles.
Siendo Eastern Promises, la primera película de David Cronenberg que es filmada, completamente fuera de su país natal Canadá, su fotografía y look, son muy buenos, y tiene visuales muy llamativos.
En cuanto a la dirección, termina siendo centrada y bien enfocada, ya que a mí me pareció que Eastern Promises no tiene escenas que van de sobra, y la historia no se va en tangentes que no van a ningún lado que no mueva la trama hacia adelante.
Eastern Promises trae al ruedo lo visceral de la furia humana, su instinto de supervivencia puesto a prueba entre hombres, entiéndase bestias, y la misma interrogante sobre una excusa valedera para el derramamiento de sangre.
Eastern Promises no se desarrolla tanto en la onda de un thriller, ni de acción, ni nada por el estilo, ya que es una búsqueda, es un drama, es una confrontación de situaciones y personajes de 2 mundos completamente diferentes.
Eastern Promises centra su enfoque, en la cruda revelación de las consecuencias de un camino azaroso que se escoge sin posibilidades de degustación previa, sea este la persecución del poder criminal, la estabilidad económica fuera de las fronteras rusas, o la maternidad adoptiva que aflora tras una frustración pretérita.
Estos objetivos se proyectan, a costa de las turbadas eventualidades que estos demanden, así resulten trágicas, o en un mejor caso dramáticas; esas son las “promesas peligrosas” que ellos mismos asumen, para la consumación de su meta.
Cabe preguntarse, entonces, si esta consumación amerita violencia desbocada, doble moral, o abandono de la identidad.
Sin ambages, Cronenberg responde con sangre, tensión y más sangre, aclarándonos que nuestras pulsiones son las que responden a las circunstancias.
El diálogo que Eastern Promises establece, entre el realizador y el público, es sumamente interesante, porque conforma una exploración de la condición humana.
La hipótesis central, propone que la presencia del mal en el mundo, no responde tanto a factores objetivos, como a la capacidad maquinadora de la mente humana.
El mal, bajo sus formas más perversas y crueles, es un producto que surge de la razón movida por la codicia, el egoísmo, y la crueldad que anida en el interior de toda persona.
La acción dramática de Eastern Promises tiene lugar en la ciudad de Londres, a lo largo de varios días de las fiestas de Navidad, a partir del 20 de diciembre de 2006.
El misterioso y carismático Nikolai Luzhin (Viggo Mortensen), nacido en Rusia, es el chófer de una de las familias más importantes del crimen organizado de Europa Oriental.
La familia pertenece a la hermandad mafiosa “vor v zakone”, encabezada por Semyon (Armin Mueller-Stahl), el encantador dueño de un caro restaurante ruso, que esconde una naturaleza brutal y fría detrás de su sonrisa, la suerte de la familia se tambalea por culpa de Kirill (Vincent Cassel), su alocado hijo, que hace más caso a Nikolai, que a su propio padre.
Pero la cautelosa vida de Nikolai cambia de golpe, cuando conoce a Anna Khitrova (Naomi Watts), una comadrona que trabaja en un hospital en el norte de Londres.
Anna, muy afectada por la muerte en el parto de una adolescente, decide buscar a la familia de la chica, basándose en el diario que la chica dejó escrito en ruso.
Helen (Sinéad Cusack), la madre de Anna, no la desalienta en su empeño, pero su irascible tío Stepan (Jerzy Skolimowski), que también nació en Rusia, le dice, con mucha razón, que se ande con cuidado.
Al escarbar en el diario, Anna desencadena involuntariamente la ira de los “vor”
Nikolai no tarda en verse atrapado entre su lealtad por Semyon, y el amor que siente por Anna.
La familia le presiona, pero:
¿En quién debe confiar?
Varias vidas, la suya incluida, dependen de una cadena construida a partir de asesinatos y engaños.
La venganza se cierne sobre “la familia”...
“Sometimes, if things are closed, you just, open them up”
El final de Eastern Promises es bastante abierto, no sé si críptico sea la palabra, pero queda claro que Viggo va a quedar al mando de la organización, a nivel local al menos, y que va a explotar su vínculo homosexual con Kirill para su propio provecho.
De seguirse Eastern Promises, es probable que se transformara, definitivamente, en mafioso, al fin la mutación es una fijación de Cronenberg, pero al ser final abierto, lo que pueda suceder queda en nuestras manos.
Nikolai resultará ser un agente encubierto de la KGB, encargado para desbaratar los proyectos de tráfico de personas de Semyon, asimismo de hacerlo reo.
La dualidad de identidades, se duplica para coger 2 perspectivas del mismo fin:
Con Semyon (chef/criminal) y Nikolai (chofer/matón - criminal/agente de ley)
En Eastern Promises no importa el éxito de la asignación encubierta de Nikolai, sino su condición de acomodado a la circunstancia que lo obliga, la debelación de su misión, responde a la dualidad de los personajes eje de Cronenberg, mas no como un enmarañado de la trama.
Así también, vemos una dualidad en la relación entre la matrona y la pequeña bebé:
Una relación que suple las carencias de la primera, y colma las ausencias de la segunda.
La protección y la salvación del rol de madre, que en Eastern Promises bien podría ser la propia Rusia, encarnada en una bella mujer, que ayuda a otras a traer vida al mundo.
Por cierto “las promesas” son “del oeste” no?
Para la chica rusa, “la promesa” de una vida mejor en Londres, es “una promesa del Oeste”
También la relación entre el jefe de la mafia y su hijo:
Predomina el orgullo y el honor del apellido, por encima del verdadero sentimiento de ligazón emocional.
El padre que rechaza al hijo porque no cumple con sus ambiciones, y el hijo que se rechaza a sí mismo, por no estar a la altura de las circunstancias.
La relación entre el matón y sus padres:
Ausente en la trama, aunque muy significativa en una escena en la que se menciona el pasado del protagonista.
Las ausencias marcan al hombre que ha decidido renunciar a su ámbito familiar, para entregarse, en cuerpo y alma, a una filiación mucho más amplia.
También, apreciamos una reflexión alrededor de los vínculos familiares.
A pesar de la apariencia de presunta felicidad que se respira durante la navidad, época en la que está ambientada Eastern Promises, de nuevo un elemento dual y falsario, tanto unos como otros, poseen unas familias disfuncionales.
En el caso de Anna, se manifiesta en eternas incomprensiones familiares, como le ocurre con su tío Stepan, respecto de su vida amoroso/sexual o, como ocurre con los mafiosos que, aun partiendo de la familia estricta, se extienden fundando uniones convencionales, más allá de los estrictos límites de parentesco.
Pero incluso, en el círculo más blindado, el familiar, surgen incompatibilidades y tensiones irreconciliables como ocurre entre Semyon y Kirill, y fuera de él, arrebatadas predilecciones como las homoeróticas de Kirill con Nikolai, que en ambos casos, contribuyen a su debilitamiento y declive.
Así, en el seno de la sociedad, late el germen de lo asocial y, en el seno de la familia, el germen de su descomposición, y frente a semejante contradicción, la única salida es la fundación de lazos alternativos a los de sangre como el de Anna con el bebé, o bien, el sometimiento por obligación, o por vocación; de nuevo la escena final con un hierático e impenetrable Viggo Mortensen, a modo de padrino mafioso es memorable.
La imagen de Londres que ofrece Eastern Promises es absolutamente fantasmagórica, poblada de seres en permanente lucha soterrada, la ciudad aparece habitada, exclusivamente, por extranjeros, por un crisol de razas que, como el cine se ha cansado de representar, trae consigo la aparición de fricciones, la importación de costumbres “bárbaras” e incluso, de fenómenos violentos.
En consonancia con lo ajeno y distante de sus respectivas realidades, los encuentros entre la pareja protagonista, y su imposible proceso de seducción, se desarrolla en el espacio público, en la calle, a las puertas del restaurante infernal, o en lugares públicos: una hamburguesería, en el hospital donde ella trabaja.
De hecho, el único acercamiento físico entre ambos, se limita a un roce de dedos, y a un fugaz y postrero beso de despedida al borde del río, allí dónde se deshacen de los cadáveres incómodos, en la cloaca máxima, dónde ese resto de tierra, que viene a ser el humano, es arrojado al Aqueronte, incluso portando un óbolo en su cuerpo.
Esta acotación espacial no es intrascendente pues, al contrario de lo que ocurre con Anna y los miembros de su familia, en la que todos cuentan con un hogar, los mafiosos carecen de él, viven en un transitar continuo, en el que todos los espacios por los que circulan, tienen que ver de una u otra manera, con su siniestro “trabajo”; el caso de Nikolai resulta especialmente revelador.
David Cronenberg maneja la historia con extremo cuidado, para mostrar el énfasis “corporal” usual en sus cintas, y nos muestra como los criminales rusos, muestran como una manera de “currículum” su cuerpo lleno de tatuajes, que muestran que no le tienen miedo a la muerte, o a romper la ley, que son leales, y también cuantos años han pasado en prisión; marcando su cuerpo como una manera de estar dentro del club podría decirse.
Sirve como doble significado la línea del poster “Cada Pecado Deja Una Marca” ya que Eastern Promises trata sobre pecados, al parecer perdidos, que regresan por ti.
Encima de todo esto, Eastern Promises también muestra, en escaparate, la obsesión marcada de Cronenberg con la manifestación de diferentes elementos en lo orgánico, en el cuerpo, que aquí como ya mencioné, se emula a través de los personajes repletos de tatuajes, en especial el de Viggo Mortensen, y también vemos un poco, sobre lo que es la mafia rusa, que en lo personal no he visto filmes donde se explore esta organización criminal real, llamada “vor v zakone” aunque no sea realmente una película de mafia, pero se acerca lo suficiente.
Según las propias palabras del director, descubrir que los tatuajes en el historial criminal de un ruso, tienen una importancia capital para certificar sus crímenes, condenas y condiciones, siendo legibles sólo por quienes conocen los códigos, dio un guiño para enfatizar en aquellas marcas como motivos de orgullo y jactancia, asimismo, para darle protagonismo en una escena clave, como es la de la inclusión de Nikolai al “vor”, en la que los diálogos dependen de las “escrituras” gráficas en su cuerpo, descifrados por los altos mandos de aquella entidad clandestina.
Escena íntima, lacónica, que exhibe al protagonista semidesnudo, a merced del juicio de sus nuevos padres.
“This is respect!”
Desde las actuaciones, destacar el protagónico de Viggo Mortensen, interpretando a un chófer de la mafia rusa, que tendrá una lucha interna en su conciencia, de hacer lo correcto, o seguir obedeciendo a intereses despiadados.
Sin dudas, que su labor merece reconocimiento.
Mortensen está impecable, su permanente expresión impertérrita, de una sola pieza, ofrece ambigüedad al personaje, por no saberse a primer golpe de vista, su perfil emocional,
Viggo, es la demostración de un actor en todo su esplendor, y su pelea en las saunas, totalmente desnudo, demuestra todo su compromiso con Eastern Promises y con su director, y nos deja una de las escenas más impactantes del 2007.
Increíblemente rodada, nos sentimos igual de desnudos, puño y cuchillo en mano como Nikolai, todo un honor para El Séptimo Arte.
Por otro lado, Naomi Watts, siempre ella, y algo carismática, sirve como el balance a la maldad que se encuentra en algunos personajes, ya que ella representa la bondad, y “el lado blanco” del “mundo negro” en el que se vive.
Aparte de la consumación maternal de Anna, que es de mi desagrado, pues no se trata de un relato aristotélico, sino de la exposición de la transformación de los seres, ante las exigencias momentáneas.
Vincent Cassel hace el papel ya visto, del hijo mocoso del jefe criminal que se comporta como quiere, y realmente no tiene madera para ser lo que es su padre, interpretado por un ENORME Armin Mueller-Stahl, que se las ingenia para ser un personaje muy intenso, proyecta un aura completamente despreciable sin tener que actuarlo en pantalla, sin embargo, comprendes la gravedad de su personaje al ver las reacciones de los demás, y oír sus líneas.
Claro, Cronenberg siendo ningún novato en la violencia gráfica en pantalla, o tímido en mostrar cosas asquerosas, nos muestra un par de escenas interesantes:
Como al personaje de Viggo Mortensen “encargándose” de un cadáver, y otra donde se encuentra peleando con un par de maleantes en un baño de vapor, ésta escena siendo una de las escenas de peleas, o confrontación más interesantes, e intensas que me ha tocado ver en lo que me alcanza la memoria.
No es casual que en Eastern Promises, Viggo pelee desnudo en el sauna, no en vano, existe una homosexualidad latente entre el personaje Nikolai (Mortensen) y Kirill (Vincent Cassel), en los degollamientos varios, quizá excesivos para buena parte del público, y en la escena voyerista, en que Kirill obliga a Nikolai a tener sexo con una prostituta frente a él, para poder confirmar así su “hombría” vuelven a asomarse las fijaciones del director.
Cronenberg recuerda, que la exhibición carnal, lo desagradable, y lo insistentemente incómodo es, asimismo, rabiosamente atractivo.
Como cuando Nikolai le dice al personaje de Naomi Watts, después de encontrarse en un restaurante a la luz del día:
“Tu perteneces ahí dentro, con la gente buena, aléjate de las personas como yo” en un acento ruso bastante bien emulado, ya que Viggo Mortensen siendo el “method actor” que es, fue a viajar por sí solo a Rusia, en las regiones Montañesas de Ural, Siberia, Moscú, etc., y leyó sobre la vida en la prisión en ese país, y varias cosas más, para prepararse para su papel.
Mencionar también, la banda sonora de Howard Shore, basada en violín que le imprime al filme un carácter sosegado y nostálgico, y que curiosamente vemos otra dualidad, entre Hades/“pater” enseñando como hacer “llorar” un violín a sus 2 ángeles/niñas.
Sólo Cronenberg con su universo, deliciosamente perverso, pudo manufacturar una escena tan visceral y salvaje como la de los baños turcos, en la que el instinto de supervivencia se impone como el justificador de la destrucción.
La encarnación y despliegue de la furia entre esas 3 personas, motiva nuestro morbo voyerista, frente a las más viles intenciones homicidas, en la que vence la condición natural de la especie, representado por la desnudez de Nikolai, ante los matones metódicos y civilizados.
La plaza de la barbarie es un ambiente aséptico, un baño turco, que se macula con la sangre y sudor que se derrama en los mejores 3 minutos cinéfilos del año, que connotan la corrupción del ambiente, por la profusión de la violencia.
Cronenberg nos enrostra nuestra monstruosidad, al lograrnos excitar con un show propio de circo romano, regalándonos un íntimo placer culposo que no muchos aceptan, por lo “inmoral” de su naturaleza.
Eastern Promises muestra como un hecho, aparentemente inocuo, como pretender averiguar el origen familiar de una muchacha extranjera que acaba de fallecer dando a luz, desencadena la conexión de las “personas corrientes” con el reverso tenebroso, provocando un terremoto de incalculables consecuencias, la puesta en marcha de un golpe de estado en el seno de una familia mafiosa.
También, es significativo que sea la palabra escrita, un simple diario, el que ocasione semejante perturbación, aunque sea lógico, puesto que el mundo del hampa es, por naturaleza, un mundo primitivo, voluntariamente prehistórico, sin papeles, de palabra dicha y dada, de pura oralidad.
Y aún más revelador resulta que, irónicamente, Semyon pueda ser atrapado gracias a lo primario, al sustrato primigenio con lo que todo comienza, lo que no se puede ocultar:
La sangre, el semen.
La sociedad en la que vivimos tolera islas de mal, metafóricas, y reales, que se encuentran entre nosotros, y con cuyos perversos habitantes nos cruzamos a diario.
En este sentido, comprobamos como ese submundo tiene su propia lógica paralela, incomprensible y atroz, como el asesinato del joven en su camino al partido de fútbol.
Abundando en ese oscuro universo paralelo, resulta llamativo que sean los personajes marginales, los criminales, quienes muestren una personalidad más compleja o ambivalente, el empresario atento/desnaturalizado mafioso, criminal desenvuelto/homosexual reprimido, y como son los personajes “normales” aquellos que tienen un carácter más unidimensional.

“How can I become king, if the king is still in place?”



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