Le Voyage dans La Lune

Los vuelos espaciales tripulados comenzaron hace 50 años de forma vertiginosa.
Tan rápido se avanzó, en sólo unas décadas, que muchos creyeron que pronto llegaríamos a Marte, y que la exploración del sistema solar con humanos en estas fechas, ya sería una hecho realizable.
Desgraciadamente por falta de entusiasmo, fondos y apoyo político, la aventura espacial humana ha quedado casi congelada, limitándose a la órbita terrestre y los astronautas o cosmonautas, como los llaman los rusos, han pasado de ser héroes a fontaneros espaciales.
Recientemente China, se ha incorporado a los países que tienen el privilegio de lanzar seres humanos al espacio.
Los astronautas chinos se llaman “taikonautas”
Técnicamente se considera “astronauta” a todo aquel que emprenda un vuelo suborbital, sin entrar en órbita, u orbital a como mínimo 100 km de altitud, considerado el límite externo de la atmósfera.
No hay un límite claro entre la atmósfera terrestre y el espacio, ya que la densidad de la atmósfera, decrece gradualmente a medida que la altitud aumenta.
No obstante, la Federación Aeronáutica Internacional ha establecido la línea de Kármán, a una altitud de 100 kilómetros, como una definición de trabajo para el límite entre la atmósfera y el espacio.
Esto se usa porque, como Theodore von Kármán calculó, por encima de una altitud de unos 100 km, un vehículo típico, tendría que viajar más rápido que la velocidad orbital para poder obtener suficiente sustentación aerodinámica para sostenerse él mismo.
Estados Unidos designa a la gente que viaja por encima de una altitud de 80 km como astronautas.
Durante la reentrada atmosférica, la altitud de 120 km, marca el límite donde el arrastre atmosférico se convierte en perceptible.
Los gases atmosféricos refractan luz, con longitud de onda del azul, más que cualquier otra longitud de onda de la luz visible, haciendo que aparezca un halo azul en los límites de la Tierra.
Donde acaba el halo, acaba la atmósfera, y empieza el espacio exterior.
El cielo siempre ha atraído la atención y los sueños del hombre.
Ya en 1634, se publicó la que se considera primera novela de ciencia ficción, “Somnium” de Johannes Kepler, que narra un hipotético viaje a la Luna.
Más tarde, en 1865, en una famosa obra de ficción titulada “De la Terre à La Lune”, Jules Verne escribe sobre un grupo de hombres que viajó hasta la Luna usando un gigantesco cañón.
En Francia, Georges Méliès, uno de los pioneros del cine, tomaba la novela de Verne para crear Le Voyage dans La Lune en 1902, una de las primeras películas de ciencia ficción, en la que describía un increíble viaje a la Luna.
Cuando se descubrió el cinematógrafo, las primeras películas que se hicieron, se contentaban con intentar plasmar la realidad sujeta a las exigencias de la visión subjetiva de la cámara.
Mucho antes de que nadie pensara en la posibilidad de convertirlo en un arte, ni siquiera en un espectáculo de importancia, el cinematógrafo empezaba por ser una simple atracción destinada a explotar una serie de emociones primarias, una especie de atracción de feria.
Hasta que llegó el gran mago:
Georges Méliès
En el 2007, se celebraron 110 años cerrados, del despegue de la cinematografía como espectáculo, y como medio de creación de ficción.
Aquí, el nombre de Georges Méliès es fundacional del cine en estas posibilidades.
No fue el único, pero si fue, visiblemente, el primero que creó el relato cinematográfico, que se apartaba del simple documento filmado de laboratorio, y creó el relato de ficción, con imágenes fotográficas animadas.
Este paso significativo y fundacional, se abrió desde la experiencia de Méliès, al descubrir el primer truco de “montaje”, la primera sobre-impresión de imágenes con un carácter de relato, que llevó a su primera película “Escamotage d'une Dame Au Théâtre Robert Houdin” (1896)
A partir de esta realización, Méliès comienza a experimentar posibilidades expresivas, y de comunicación visual, que generarán un rápido interés en el cine, como medio, y como espectáculo.
Méliès se caracteriza por ser uno de los fotógrafos animados, que desde la primera exhibición pública de cine en Francia, aplicaron su formación artística, y los conocimientos de su profesión artística, en este caso, el teatro, la prestidigitación y la magia escénica, al servicio del cine.
Georges Méliès fue el iniciador, en el sentido de hacer, saber hacer, y hacer saber oportunamente, de muchas posibilidades expresivas, y comunicativas en el cine, que la historia de este arte ha reafirmado.
Por ejemplo:
Georges Méliès fue el primer director de escena, esta era la denominación para el creador de relato fílmico, aun antes de 1908, y de directores de cine en propiedad como D.W. Griffith.
Méliès, un prolífico innovador en el uso de efectos especiales, descubrió accidentalmente la sustitución del “stop trick” o “truco de parar” en 1896, y fue uno de los primeros cineastas, en utilizar múltiples exposiciones, la fotografía en lapso de tiempo, las disoluciones de imágenes, y los fotogramas coloreados a mano.
Gracias a su habilidad para manipular, y transformar la realidad, a través de la cinematografía, Méliès es recordado como un “mago del cine”
Dos de sus películas más famosas, “Le Voyage dans La Lune” (1902) y “Le Voyage à travers l'Impossible” (1904), narran viajes extraños, surreales y fantásticos, inspirados por Jules Verne, y están consideradas entre las películas más importantes, e influyentes del cine de ciencia ficción.
Entre 1899 y 1912, Georges Méliès realizó cerca de 400 filmes, en su mayoría comedias de tono burlesco y desenfadado; también grabó reconstrucciones de eventos, o noticias reales, y mensajes publicitarios.
Su estilo, evolucionó rápidamente buscando crear películas parecidas a sus espectáculos de ilusionismo.
Georges Méliès fue pionero, en la utilización del truco, de sustitución de elementos mediante el parado de la cámara, y también lo fue en la exposición múltiple del negativo, doble sobreimpresión, y los fundidos a negro, y desde negro; e invirtió una gran cantidad de dinero, para la creación del que se consideró, el primer estudio de cine, en el que se utilizaron sistemas mecánicos para ocultar zonas al sol, trampillas, y otros mecanismos de puesta en escena.
Méliès fue el pionero de los efectos especiales:
Manipulaba el material fílmico para ver al personaje principal, casi siempre interpretado por el propio Méliès, multiplicarse una y otra vez en la pantalla, o quitarse la cabeza, y hacer malabares con ella.
Otro dato curioso, es que, si bien el cine en colores surge recién en la década de los 30, Georges Méliès lograba darle color a sus cintas, gracias a la labor de jóvenes obreras que pintaban manualmente cada fotograma.
Méliès también se las ingenió para retratar el fondo del mar:
Colocaba, entre la cámara y el escenario, una pecera con peces y flora marina.
La locación de las filmaciones era siempre su teatro, cuyo techo había adecuado con el fin de aprovechar la luz para filmar, sin que le generara grandes sombras.
Creador de alrededor de 400 películas, muchas hoy consideradas perdidas, la paulatina transformación de la industria, monopolizada por Edison en Estados Unidos, y por Pathé en Francia, junto con la llegada de la Primera Guerra Mundial, afectaron a su negocio, que fue declinando sin remedio.
En 1913, Georges Méliès se retiró de todo contacto con el cine; sin embargo, de 1915 a 1923, Méliès montará, con la ayuda de su familia, numerosos espectáculos, en uno de sus 2 estudios cinematográficos transformado en teatro.
Pero en 1923, acosado por las deudas, Georges Méliès tuvo que vender propiedades, y abandonar Montreuil.
En 1925, se reencuentra con una de sus principales actrices, Jeanne d'Alcy, quien regentaba un quiosco de juguetes y golosinas en la estación de Montparnasse.
Méliès se casó con ella, ocupándose juntos de la tienda.
Allí será reconocido más tarde, por Léon Druhot, director de Ciné-Journal, que lo rescatará del olvido.
Desde 1925, su obra será redescubierta por la vanguardia cinematográfica francesa, especialmente por los surrealistas, que reivindicaron su figura, hasta el punto de que Méliès fuera reconocido con “La Legión de Honor” en 1931, por toda su trayectoria.
En 1932, se va a vivir al Castillo de Orly, casa de jubilación de la “Mutual del cine”, institución fundada en 1921 por Léon Brézillon, presidente del sindicato francés de productores cinematográficos, y allí vivirá el resto de sus días con su esposa Jeanne d'Alcy.
Sin embargo, a su muerte, acontecida en 1938, se encontraba en la más absoluta miseria.
Georges Méliès falleció en el hospital Léopold Bellan de París, y sus restos descansan en el cementerio de Père-Lachaise, bajo su estatua de bronce se lee:
“George Méliès: Creador del espectáculo cinematográfico”
A su entierro, acuden sólo una docena de personas, entre ellas los directores René Clair, Alberto Cavalcanti y Henri Chomette.
René Clair comentaría después:
“A su leyenda le sienta bien que muera pobre, como la mayoría de los grandes inventores”
Poco antes de la muerte de Méliès, en 1938, Henri Langlois, creador de la Cinemateca francesa, recuperó y restauró parte de sus películas.
Georges Méliès fue el gran creador del cine de espectáculo y fantasía, dando el paso, hacia la creación de un lenguaje de ficción para el cine, del que carecía el cinematógrafo “tomavistas” de los Lumière.
Desde 1946, el premio Méliès otorga anualmente el reconocimiento a la mejor película francesa.
Su legado, muy desconocido, ha sido recuperado por cineastas cinéfilos, como Scorsese, que lo han devuelto a la actualidad, y lo han dado a conocer al gran público.
La importancia de Méliès, reside no tanto en sus aportaciones al lenguaje cinematográfico, escaso e intuitivo, como en su visionaria utilización del cine como espectáculo, inyectando a sus trabajos, un impulso narrativo antes inusitado.
Reivindicado por los surrealistas, ensalzado unánimemente como uno de los maestros del Séptimo Arte, Méliès otorgó al cine, su fascinante poder de ensoñación, a través de una concepción del trabajo artesanal, casi casera; de aquí su inconfundible sello, su infantil ingenuidad, pero sobre todo su entidad artística, vigente al menos en sus más memorables logros, en sus más imperecederas imágenes.
Georges Méliès fue un técnico excepcional, inventó los rudimentos del lenguaje, y la técnica cinematográfica, adelantó el color, el género fantástico, y fue el precursor de los dibujos animados, filmó ficción, y documental, fue el primer artista que dignificó el cine, y abrió la puerta que separa la realidad de los sueños, para todos los futuros creadores.
Su trabajo es un maravilloso viaje a través de lo imposible, se adentró en el mundo de las hadas, y de los brujos, del encantamiento, de lo asombroso y mágico, de las mil y una noches, de la aventura y los viajes, desde las profundidades del mar, hasta su siempre incondicional luna.
Para soñar, hay que volver a Méliès, siempre habría que volver a Méliès.
Le Voyage dans La Lune es un cortometraje francés de 1902, a color originalmente, y publicada en blanco y negro, muda y de ciencia ficción, dirigida por Georges Méliès, y escrita en compañía de su hermano mayor Gaston Méliès.
Protagonizada por Georges Méliès, Bleuette Bernon, Henri Delannoy, Jeanne d'Alcy, entre otros.
Le Voyage dans La Lune, mítico título fundacional del cine fantástico y de ciencia ficción, quintaesencia de la poética “mélièsiana”, y obra clave de esa estética de atracciones que alimentó los asombros de la mirada en los albores del siglo XX.
Le Voyage dans La Lune está basada en 2 grandes novelas literarias:
“De la Terre à La Lune” de Jules Verne y “The First Men In The Moon” de Herbert George Wells.
El guión construye una historia fascinante y entretenida.
La interpretación corre a cargo de 9 profesionales, y numerosos extras, que expresan sorpresa, osadía, discusiones, temor y triunfo.
La dirección se beneficia de su experiencia previa como actor teatral e ilusionista.
Le Voyage dans La Lune explora los secretos y posibilidades del cine, más allá de los límites de las obras realistas de la época.
Le Voyage dans La Lune dura 14 minutos con 12 segundos, a una velocidad de 16 fotogramas por segundo, y algo más de ocho, proyectada a 25 f/s.
Filmada en estudio con decorados de cartón piedra y telones pintados, la cámara está inmóvil, y el rodaje es frontal con el escenario.
Consta de 18 cuadros, unidos por fundidos, tiene estética de music-hall, con planos secuencia, y sin rótulos o intertítulos, y el plano del cohete en el ojo de la Luna es su escena más mítica.
Por último, recordar que su duración de 21 minutos no era habitual, ya que cuando Le Voyage dans La Lune se realizó, las películas duraban alrededor de 1 minuto.
Le Voyage dans La Lune destaca por ser una compilación de distintas técnicas de efectos especiales primitivos, que marcaron un camino, y por su estructuración en secuencias continuas, comprensibles sin necesidad de rótulos explicativos, con un desarrollo narrativo interesante y entretenido.
Le Voyage dans La Lune es una película muy popular actualmente, y la crítica de cine la reconoce como la más importante de las creaciones cinematográficas de Georges Méliès, y de la ciencia ficción.
Además es, en cierto modo, el primer filme de ciencia ficción de la historia del cine.
La imagen de la cara de la Luna recibiendo el impacto de un cohete espacial, disparado por una bala de cañón, es uno de los planos más conocidos de la historia del cine.
Le Voyage dans La Lune es una película innovadora para su época, en donde mezcla elementos de la ciencia ficción, hechicería, mitología griega, donde los actores muestran un talento en el arte de la pantomima, y donde los escenarios surrealistas predominan en toda la película, además que se muestra muchas características del ser humano como la curiosidad, duda, y miedo por lo desconocido.
67 años antes que el Apolo XI llegara, en realidad, a concretar el viaje La Luna, a un mago francés se le ocurrió, basado en novelas de Verne y Wells, relatar en forma sucinta, con mucho trucaje y efectos especiales, dicha aventura.
De esta manera, surge la primera cinta de ciencia ficción, basada en mucha imaginería, y con ciertas dosis de humor, que hoy día hacen posible que nos maravillemos, y disfrutemos con una sonrisa, de poder observar una obra tan relevante para la historia del cine, por los prodigios técnicos que posee, y por la desbordante e impactante originalidad en escenarios, vestuario, fotografía, superposición de imágenes, y efectos especiales.
Así, el ensueño y los anhelos se trasladan a la ficción del cine, y quién podría imaginarse que dicho sueño, luego se convertiría en realidad.
La acción de Le Voyage dans La Lune tiene lugar en Coventry, París y La Luna, en 1902.
En una gran y larga conferencia de astrónomos, el presidente de la reunión, interpretado por Georges Méliès, propone hacer un viaje a la Luna.
Después de tratar un cierto silencio, lanzando un papel en una persona que interrumpe, 6 valientes astrónomos diseñan un plan, después de haber diseñado una cápsula espacial, son lanzados al espacio por un cañón gigante.
La cápsula es expulsada hacia la bonita cara de la Luna, dañándole el ojo derecho.
Los astrónomos salen de la cápsula, y ven que la nave ha colisionado.
Aterrizando con seguridad en el satélite, los exploradores salen de la cápsula, y miran la gran distancia entre la tierra y el territorio en el que se hallan, exhaustos por el largo viaje, éstos desenrollan sus frazadas y duermen.
Mientras duermen, un cometa pasa, y la Osa Mayor aparece, cada estrella posee una cara humana, el viejo Saturno se inclina fuera de una ventana en su planeta anillado, y Febe, diosa de la Luna, aparece sentada en una oscilación de una Luna creciente.
Febe provoca una gran tormenta de nieve, que obliga a los astrónomos a buscar refugio y calor.
Los protagonistas encuentran una cueva donde se pueden cobijar.
En esta cueva encuentran unas setas de gran tamaño.
Uno de los terrícolas abre su paraguas; toma la raíz de una de ellas, y se transforma en una seta gigante.
De pronto, un selenita, habitante de la Luna, aparece, los exploradores lo matan sin intención, y el pueblo selenita desea vengarse por la muerte de su habitante.
Segundos después aparecen un gran número de selenitas con armas atacando a los astrónomos.
Más habitantes del satélite aparecen, obligándolos a que éstos se rindan.
La tribu de selenitas les presentan a su líder, y el jefe de la tripulación mata a éste.
De este modo, logran escapar de vuelta a la cápsula, mientras son perseguidos por los selenitas.
Cinco de los astrónomos entran en la cápsula, y el último utiliza una cuerda para inclinar la cápsula sobre la Tierra.
Los selenitas intentan agarrar la cápsula a última hora y la empujan.
La nave cae hacia un océano de la Tierra, y la cápsula flota de nuevo a la superficie, donde son rescatados por barcos, remolcados en tierra, y recibidos sanos y salvos, en un emblemático desfile frente a una multitud entregada.
Existen 2 finales:
En uno, la historia finaliza con el arribo a la Tierra.
En el otro, uno de los selenitas aparece en medio del festejo, y se muestra “amaestrado”, sometido por una cuerda en su cuello, para luego mostrar una estatua donde un astrónomo pisa la cara de la Luna, con el cohete incrustado en su ojo, mientras se realiza un desfile.
El tono del relato, impregnado de un amable sabor surrealista, juega con el absurdo y lo imposible, como elementos básicos de un relato fantasioso, movilizador del ensueño cinematográfico.
La fotografía se beneficia de efectos visuales muy imaginativos.
El vestuario evoca reminiscencias mágicas, como Merlines o magos, que sitúan el conocimiento humano en la frontera de los poderes ocultos.
Los decorados sobresalen por su variedad y riqueza de detalles.
El estudio de Méliès en Montreuil, era una especie de cobertizo de cristal, en cuyo interior revelaba el secreto de técnicas de filmación tan particulares como la sobreimpresión, o la congelación fotograma a fotograma.
Allí, podía recrear el mundo lunar en lienzos de 4 x 6 metros, con un depurado trucaje de falsa perspectiva, o a través de paneles de vidrio, sobre los que trazaba paisajes delirantes.
Su habilidad como prestidigitador, salía a la luz a la hora de llevar al celuloide, asombrosas imágenes que un día no pasaron de ser atracciones de feria, y hoy impresionan por su calidad técnica y artística.
Entre estos efectos podemos destacar:
El uso del paso de manivela para transiciones y desapariciones, y la doble exposición cuando aparecen las estrellas.
El empleo de fondos negros permitía realizar un falso zoom, al ser el actor, La Luna, y no la cámara es quien se aproximaba, para obtener un primer plano.
Desde procedimientos teatrales, como mover el escenario para dar la sensación de que la Tierra aparece en el cielo de la Luna, hasta sobreimpresiones, impresionando 2 veces el negativo con tomas diferentes, como aquella que sitúa la astronave sobre fotogramas con imágenes marítimas, Le Voyage dans La Lune es una anárquica, e imaginativa historia que emplea por primera vez los efectos especiales de modo significativo, aunque estos fueran considerados por su propio autor, como algo totalmente menor.
La banda sonora es una pieza de música clásica magistral, que ambienta a la perfección la obra, un cortometraje clásico de culto que todo interesado en el cine debería ver.
Acompañada ahora de una nueva banda sonora, a cargo del dúo electrónico francés “Air”, una música que en cierta forma, reproduce ese aire ingenuo, intemporal, y naif de la propuesta de Méliès a través de melodías, timbres, voces y texturas vintage, Le Voyage dans La Lune recupera toda su poesía y su encanto artesanal, y nos es dada a ver como si de la primera vez se tratara, en un ejercicio de restauración, que va más allá de la arqueología filológica, para restituir también la propia experiencia de asombro, de la mirada sin esa molesta distancia nostálgica que embalsama y entierra la Historia.
Méliès intentó distribuir comercialmente Le Voyage dans La Lune en Estados Unidos, pero los técnicos que trabajaban para Thomas Alva Edison, lograron hacer copias de la película, y las distribuyeron por toda Norteamérica, y a pesar de que fue un éxito, Méliès nunca recibió dinero por su explotación.
La versión en blanco y negro dura un par de minutos menos que la versión original coloreada.
Esta versión coloreada, que se presentó en el Festival de Cannes de 2011, puede verse también ahora con 2 acompañamientos musicales clásicos de piano de Frederick Hodges, u orquesta conducida por Robert Israel.
Buscada durante décadas y finalmente localizada en condiciones de conservación lamentables, en la Filmoteca de Catalunya, en 1993, esta versión coloreada de Le Voyage dans La Lune, confirmaba no sólo la certeza de que Méliès ideó su universo de trucos, viajes extraordinarios, transformaciones y féeries a todo color, para lo que contaba con una plantilla de mujeres que trabajaban en el tintado manual, fotograma a fotograma, de sus películas, sino la concepción de un sugerente universo plástico, en el que el color no supone tanto una pretendida búsqueda de realismo, como una herramienta expresiva más al servicio de la fabulación, deudora de las ilustraciones, los dibujos o la pintura popular de finales del siglo XIX.
Esta “nueva” copia, cuidadosamente restaurada en un proceso largo y costoso, en el que han participado Lobster Films, la Fondation Groupama Gan y la Fondation Technicolor, y que sólo ha sido posible gracias a las últimas tecnologías digitales, deslumbra ahora por el brillo, y la viveza fulgurante, e irreal de sus tonalidades pastel, por una extraña cualidad fantástica, que se suma al propio atrevimiento, de raíz más “wellsiana vernesiana” y siempre en clave paródica, de un viaje a La Luna en el que el realismo, las coordenadas físicas, o la verosimilitud científica, quedaban totalmente suspendidas para dar rienda suelta a la creación de imágenes emblemáticas, sobra decir cuál es la más recordada, y al artificio barroco de los decorados, y las escenas ideadas por Méliès en su estudio de Montreuil.
Sin embargo, posteriormente, Le Voyage dans La Lune, también generó controversia:
Le Voyage dans La Lune es un refrito que muestra fielmente como una raza que se considera “superior” viaja a territorios deshabitados, que en realidad están habitados, pero por otras “personas” que son consideradas inferiores, con la intención de ver que riquezas existen, y pueden ser explotadas.
Curiosamente, los aventureros se presentan primero como magos, y cambian sus vestuarios a hombres de renacimiento, dando la pinta de “científicos”
El impulso inicial, está acompañado de un requerimiento de conocimiento científico-geográfico, una demostración o alarde de tecnología, ese cañón enorme como símbolo de una prepotencia militar, sobre el techo de toda una comunidad.
Seguidamente, observamos los 2 alunizajes, primero en el ojo de La Luna y luego sobre la superficie lunar, así como el inicio del simbolismo del asesinato.
Se muestra como al primer contacto y verificación, con sorpresa, de la existencia de importantes diferencias en los métodos de comunicación, la solución es matar sin ningún intento de comprensión del otro.
Los gestos que hace el primer “selenita” no necesariamente son hostiles, pero el “terrícola” no hace ningún intento por comunicarse o entender, solo actúa y mata rápidamente.
Se muestran 6 asesinatos, tal vez uno por cada investigador, entre ellos un magnicidio.
Curiosamente, es controversia puede girar en lo que hoy se conoce como América, donde se asesinaron 60 millones de personas en sólo 150 años, contando a partir de su “descubrimiento” por parte de los europeos.
Asesinatos que fueron famosos cuando se incluyeron a los líderes.
En Le Voyage dans La Lune, se muestra el poco valor de la vida de los nativos de La Luna, al morir se convierten en polvo, y nadie podrá reclamar su muerte.
Al final, se muestra la esclavitud como consecuencia secundaria del “encuentro”
Como fuere el mensaje, cinematográficamente, Le Voyage dans La Lune tenía un aire de ensueño, y eso le granjearía 2 décadas después, la admiración del movimiento surrealista.
Méliès fue el hombre orquesta de Le Voyage dans La Lune, la realizó, escribió, produjo, actor, fotógrafo y creador de los efectos especiales.
Destacar que pasaron 67 años para que el hombre pisara La Luna realmente, y que los métodos utilizados por la NASA, no son muy dispares a los que utilizó Georges Méliès.
A día de hoy, las misiones espaciales tripuladas han sido llevadas a cabo por la Unión Soviética/Rusia, la República Popular China, y los Estados Unidos.
Las misiones realizadas por los Estados Unidos son gubernamentales (NASA) y civiles como Scaled Composites, una compañía con sede en California.
Brasil, Canadá, Europa, India, Japón y Ucrania, tienen también programas espaciales activos.
Pero históricamente en Europa, para 1902, la Cámara de Italia había elevado la edad legal para el trabajo, de 9 a 12 años para los niños, y de 11 a 15 para las niñas; se declara el estado de suspensión de garantías en Barcelona, a raíz de la celebración de una huelga general; se pone fin a la Segunda Guerra Boer, y mientras pasaba todo esto, Georges Méliès inspirado en Verne hizo Le Voyage dans La Lune.
Un adelantado a su tiempo, que un siglo después, las películas son, prácticamente, todo lo contrario.



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