Gods And Monsters

“You have to kiss some ass to get a piece of it”

Cine es filosofía, filosofía que remedia el sufrimiento del ser humano.
Cine es aprehender, aprehender para la vida verdadera, fin último que da sentido a la fugacidad de nuestras vidas.
Cine es vivir, vivir con curiosidad, no dormir sin soñar.
Cine es experiencia, fuente de todo conocimiento.
Cine es historia, historia de una gran nación que paulatinamente se autodestruye.
Cine es la vida de todos, condensada en tan solo una palabra.
Y es que el cine es un eficaz remedio natural para los temores humanos.
El cine realista, el que se puede trasladar a nuestra propia vida, es el que realmente nos concierne.
Durante las 3 primeras décadas del cine, hasta los años 30, se comenzaron a forjar aspectos que configurarían la personalidad del cine Hollywoodiense.
El “star system”, o el cine de géneros, respondía a lo que el público reclamaba, historias fácilmente reconocibles, atractivas, y con el magnetismo que aportaban las glamorosas estrellas cinematográficas.
El cine de los estudios tenía en el “star system” uno de sus pilares fundamentales:
Era necesario crear estrellas para atraer al público a las salas.
Y la creación de estrellas, se apoyaba en una importante campaña publicitaria, a través de diferentes vehículos de comunicación:
Revistas, club de fans, etc.
Además, en el cine norteamericano de los años 30 se empezaron a forjar diferentes géneros:
El musical, el cine negro, el cine de aventuras, el cine de terror, etc.
Los géneros constituían entidades, perfectamente definidas por la industria, y reconocidas por el público masivo.
En este “sistema ideal” cada película era producida según un patrón genérico reconocible, mostraba explícitamente, las estructuras básicas comúnmente identificadas con el género.
En consonancia con la simplicidad de planteamientos que demandaba el público norteamericano, se pretendía que reconociera cada película, como perteneciente a un género determinado, y la interpretara adecuadamente.
Así fue que, por causa de la recesión económica en 1929, se comenzaron a producir películas con bajo presupuesto, a fin de completar la cartelera de exhibición en las salas en las que se daban 2 películas al precio de una.
De este modo, captaban el público que no podía darse el lujo de ver los estrenos, y que esperaba verlos en giras posteriores.
Los actores no reconocidos, o que recién comenzaban, tenían la oportunidad de lanzarse al estrellato.
El cine “clase B” propició las condiciones para que los cineastas experimentaran, y crearan nuevos lenguajes, o abordaran temáticas menos comunes.
Las historias de personajes acabados, perdedores y humillados, pero con una gran lucidez siempre ha interesado en el cine.
Esto es lo que fue James Whale, director repudiado por no ocultar su homosexualidad dentro de un Hollywood cínico e hipócrita, que le marginaba, mientras otros como él, se mantenían dentro del armario.
A decir verdad, el armario del cine mudo se encontraba bastante repleto de estrellas.
Con independencia de los intentos encomiables que perseguían llevar la homosexualidad a la pantalla, muchos actores que protagonizaron aquel amanecer del celuloide, gustaban de los de su mismo sexo en la vida real, aunque en las películas actuasen como bellos galanes, que encandilaban a la primera hembra que se les pusiera por delante.
James Whale (1889 - 1957) fue un director de cine inglés, iniciado en el teatro.
James tenía bastante talento para el dibujo, y se sacaba un sobresueldo, haciendo dibujos del lenguaje para sordos.
Con lo que ganaba, se pagaba las clases nocturnas en la Escuela de Artes y Oficios de Dudley.
En octubre de 1915, con La Primera Guerra Mundial a la vuelta de la esquina, James se alistó en la Armada, y fue ascendido a Teniente Segundo; siendo capturado como prisionero de guerra en agosto de 1917.
Mientras estuvo en cautiverio, Whale continuó con su afición al dibujo, y descubrió que tenía talento para las producciones teatrales.
De vuelta a Inglaterra, James Whale comenzó a trabajar como actor secundario.
Tras varios años actuando, y diseñando escenografía y vestuarios, le llegó la oportunidad de dirigir.
Fue el éxito de la obra “Journey's End” la que le llevó a viajar a EEUU.
Una vez allí, James se vio beneficiado por la llegada del cine sonoro, y realizó sus primeros trabajos en cine, dirigiendo escenas de diálogos que los directores que venían del cine mudo, no sabían solventar.
Así, cuando James se decidió realizar una versión cinematográfica de “Journey's End”, Whale fue el elegido para dirigirla.
El film le supuso a su vez, la entrada en la Universal, para rodar “Waterloo Bridge”
Tras ella, Carl Laemmle ofreció a James dirigir “Frankenstein” (1931)
No hay ni que mencionar la notoriedad que tuvo el film.
A “Frankenstein” (1931) le siguieron otras 2 películas del género:
“The Old Dark House” (1932) y “The Invisible Man” (1933) la favorita de Whale.
No obstante, la gran favorita de Whale para muchos, llegó 2 años después, con “Bride Of Frankenstein” (1935)
La falta de terror del film, supuso el inicio de sus problemas en la compañía, a los que habría que sumar, en los siguientes años, la censura y el excesivo control de sus films.
Tras esta película, la carrera de Whale cayó en picado.
La Universal no le dejaba suficiente libertad creativa, y sus films tuvieron cada vez peor acogida.
A esto se unía su carácter depresivo y autodestructivo, y un estilo de vida un tanto alocado.
Tras 10 años haciendo películas, en 1941, James Whale decidió retirarse a su mansión de Pacific Palisades, California, y dedicarse a otra de sus pasiones, la pintura, además de como se suele decir, vivir la vida, porque a Whale le gustaba eso de las “pool-parties”, con chicos en tanga y opiáceos por doquier.
En sus últimos días, Whale experimentó una importante pérdida de sus capacidades cerebrales debido a una apoplejía, causada por la inhalación de humo en un incendio en su mansión.
Se sentía solo, y cayó en las garras de la depresión, estaba obsesionado con la guerra que le había tocado vivir.
Y se suicidó, ahogándose en la piscina de su mansión en mayo de 1957, cuando tenía 67 años.
Su nota de suicidio se mantuvo oculta durante años, lo que ocasionó, que la causa de su muerte, no fuera conocida hasta muchos años después.
En la recta final de su vida, Whale la pasó acompañado de su querida ama de llaves.
Su estado físico estaba mermado y sus recuerdos, sus atormentados recuerdos, oscuros y trágicos, le perseguían sin descanso desde hacía demasiado tiempo.
Amante del cine y del teatro, Whale siempre se mostró como un hombre inquieto, culto, y con un talento escondido para la pintura.
Abiertamente gay, en aquel Hollywood de los años 30, repleto de estrellas, de glamur, de grandes fiestas, y gran incomprensión.
En su día, James Whale fue un hombre respetado, pero el tiempo le jugó una mala pasada.
Fue maltratado y olvidado.
Whale vivió con el productor David Lewis quien, poco antes de su propia muerte en 1987, hizo pública la nota de suicidio del director.
Su nota de suicidio decía:
“El futuro está lleno únicamente de dolor y viejos recuerdos...
Necesito estar en paz, y este es el único modo de lograrlo”
También escribió:
“Mi vida ha sido maravillosa”
Y sus películas también lo fueron.
“My life is a game of strip poker.
Want to play?”
Gods And Monsters es una película estadounidense de 1998, dirigida por Bill Condon.
Protagonizada por Ian McKellen, Brendan Fraser, Lynn Redgrave, Lolita Davidovich, Kevin J. O'Connor, David Dukes, Brandon Kleyla, Pamela Salem, Michael O'Hagan, entre otros.
Gods And Monsters obtuvo un Oscar como Mejor Guión Adaptado para Bill Condon; y 2 nominaciones como actor principal (McKellen) y actriz secundaria (Redgrave)
Gods And Monsters fue la 3ª película de la historia, en haber recibido un Oscar al Mejor Guión Adaptado, sin recibir el Oscar a La Mejor Película.
Gods And Monsters es una adaptación de Bill Condon de la novela “Father Of Frankenstein” de Christopher Bram, y fue producida por el novelista británico, especializado en el género del horror, Clive Barker.
Condon, en la dirección, hace que la soledad se recrudezca hasta límites que rozan la pura realidad, creando una sensación de desamparo y de tristeza, convertida en locura pocas veces tan bien retratada.
El ritmo pausado del relato, choca con la dinámica evolución del secundario principal, haciendo que la narración arrase, lentamente, con el público sin prisa alguna, metiéndose bajo la piel de éste.
Su estilo es de raíz clásica, y viene siempre apoyado en una hermosa y realista fotografía, aunque está abierto a experimentaciones comedidas.
Sus personajes, a menudo, intentan o cambiar su época, opresiva de alguna u otra manera, en más de una ocasión víctima de la represión sexual, o autorrealizarse en un ambiente hostil y despiadado en todos los aspectos, y también hipócrita.
Excelente director de actores y de actrices, Condon ha tocado una variedad de géneros aceptable, aunque se ha destacado especialmente en el biopic, o en el retrato de momentos puntuales de vidas de personajes famosos.
Rodada en un estilo limpio y lírico, pausado y contemplativo por momentos, poético y con toques oníricos, Gods And Monsters es una fascinante radiografía de una época, del punto final de la carrera de un gran director, y de la tristeza, la esperanza, y la amistad con una de las parejas actorales más grandiosas de finales de los 90.
Gods And Monsters relata los últimos días de vida del famoso realizador James Whale, director de la película “Frankenstein” (1931), y cuyo tema central es su homosexualidad.
Sus “Dioses y Monstruos” es una frase extraída, precisamente de la película “Bride Of Frankenstein” (1935), y que estará presente durante todo el metraje.
Con la única compañía de su ama de llaves, Whale entablará relación con su nuevo jardinero, un joven al que confiará su historia en el Hollywood de los años 30.
“I am NOT... your monster”
Gods And Monsters es la historia y final de James Whale (Ian McKellen) un director de cine retirado, excéntrico, aristócrata, y homosexual, quien gozó de gloria al dirigir “Frankenstein” (1931), “The Invisible Man” (1933) y “Bride Of Frankenstein” (1935), en un Hollywood lleno de glamur, hipocresía y closets repletos de gente que no decide salir de él.
Anciano, con la mente atosigada por imágenes del pasado, a causa de un derrame cerebral, James Whale mantiene una batalla entre el deseo carnal, siempre fue aficionado a la gente joven, y sus solitarios días.
Gods And Monsters desarrolla su trama, cuando el joven jardinero Clayton Boone (Brenda Fraser) entra al servicio de Whale.
A partir de allí, surge una extraña amistad entre ambos, mezcla de admiración, cariño, soledades compartidas, y amor, donde Whale, ya al final del camino, encuentra al fin, un interlocutor válido para volcar la soledad, y las imágenes del pasado que lo atormentan.
Alguien a quien le contó sus vivencias, y por el que sentía una fuerte atracción.
No solo sexual, también sentía algo cercano al respeto, y la atención que tanto necesitaba, algo cercano a la amistad y al amor sincero.
Whale vivía atormentado por los recuerdos de la guerra, en la que le había tocado participar, esos recuerdos que le hacían sentirse tan solo, tan frágil, tan vacío, tan insignificante, y tan anciano.
Con Whale, vive Hanna, una espléndida Lynn Redgrave, el ama de llaves, que en el fondo, desaprueba la vida libertina y homosexual de su jefe, aspecto que según ella, le condenará a las llamas del infierno.
Gods And Monsters se adentra en los pesares de Whale, mostrando la soledad, y la depresión, en la que estaba sumido en sus últimos momentos debido a traumas del pasado, sobre todo por haber participado en La Primera Guerra Mundial, y por haber tenido una infancia no feliz, contándonos además, sobre sus inclinaciones homosexuales, que le hacían perder el control y la compostura, y recordando en especial, los momentos del rodaje de sus películas:
“Frankenstein” (1931) y “Bride Of Frankenstein” (1935)
Gods And Monsters es un duro, emotivo, doloroso, y hermoso retrato de la soledad.
Whale y su jardinero, desnudan sus sueños, sus vidas, sus anhelos, sus miserias, sus miedos, sus frustraciones, y sus almas en cada momento, en cada instante en sus palabras, y sus miradas toman el mismo camino.
Una amistad hiriente, basada en la total necesidad emocional, es una amistad profunda, cálida, hermosa, y triste.
Gods And Monsters es una obra conmovedora, intimista, trágica, melancólica y maravillosa.
A pesar de que la mente del personaje viaje en mil direcciones, como él mismo dice, el espectador puede seguir cada una de ellas, gracias a los gestos de Sir Ian, que dicen tanto, o más que sus palabras.
Brendan Fraser, al igual que el director Bill Condon, puede que deje aquí, el mejor trabajo de su carrera.
“This is my gardener Clayton Boone.
He's never met a princess before, only Queens”
Mención aparte merece la magistral interpretación de Sir Ian McKellen, considerado como uno de los mejores intérpretes, vivos, de las obras de Shakespeare.
Como Whale en su época, McKellen también declaró abiertamente su homosexualidad, remeciendo a la pacatos y aburridos ingleses, y al mundillo hipócrita de Hollywood.
El actor consigue una composición dramática muy convincente, mostrándonos con detalles, los pesares y traumas de su personaje, su pronunciada y desatada vida homosexual, su depresión y su inestabilidad mental, sus recuerdos del pasado, la soledad y la insatisfacción de su actualidad, etc.
Ian McKellen pasará a la historia, como uno de los grandes agraviados de los premios Oscar, y que con su interpretación, sentida, afinada, medida al milímetro, no mereciera el reconocimiento máximo de Hollywood, es una vergüenza sin paliativos.
Brendan Fraser, también está a la altura de las circunstancias, demostrando que no sólo las idiotas comedias masivas son lo suyo.
Es un hombre joven y apuesto, que termina generando una atracción irresistible en el anciano cineasta venido a menos.
El muchacho termina entrando, en un perturbado juego de pasiones y trastoques mentales, que surgen de la enfermiza actualidad de su patrón.
James y Clayton, personas tan opuestas, logran un nexo de unión tan poderoso, porque en el fondo, los dos están solos.
Por encima de prejuicios, a medida que avanza Gods And Monsters, la relación de amistad se hace cada vez más estrecha, llegando al clímax final, donde los 2 se derrumban, dejando a la vista del espectador, los miedos de los protagonistas.
Para completar, hay que mencionar a la ENORME Lynn Redgrave, dando vida a la ama de llaves del director, una mujer madura, que le conoce los vicios, y que cuida de la salud física y mental de su amo.
Redgrave encarna el compañerismo, la estima, la maternidad, de una manera lujosa, lo que permite un conector en cada danza que es desplegada en Gods And Monsters.
Convincente papel secundario el de esta actriz, y que sirve a Bill Condon para, además de retratar con un ojo muy agudo, el Hollywood de finales de los años 50, diseccionar con precisión, lucidez y ternura, muy diversas relaciones personales:
Entre amigos, entre confidentes, entre amantes, entre padres e hijos, entre maestros y discípulos; y un amplio abanico de asuntos universales:
La amistad, la confianza, el amor y el desamor, el paso del tiempo, la desilusión, la pérdida, la muerte, la represión sexual, la homosexualidad, la hipocresía, o la huída hacia mundos fantásticos, para escapar de una realidad opresiva y triste.
Además, queda en Gods And Monsters, una crítica al Hollywood de la época, y de nuestros días, al Hollywood que castra a sus viejas glorias, y que las abandona sin ninguna piedad, la suerte que corrió James Whale o, sin ir más lejos, Charles Chaplin o Billy Wilder, entre otros.
No sólo hay, en Gods And Monsters, grandiosas actuaciones, o soluciones formales de primer orden, siempre desde el clasicismo, sino que hay una exposición de temas, tal que es imposible aprehender todo su sentido a la primera, segunda o tercera visión.
Claro, que en lugar de hablar de libertad, de manera farragosamente didáctica, lo que se hace es, hablar de semejante cosa, lejos de toda metafísica, a partir de retazos biográficos de la vida de Whale, porque “libertad” en abstracto, no significa nada; cuando se presenta la soledad del personaje, se hace en confrontación con sus dolorosos recuerdos; y cuando se habla de vida y muerte, se nos dan pistas sobre una vida valiente, la del gran James Whale, cuya dignidad fue preservada a través del suicidio, ya que el personaje de Brendan Fraser no se atrevió a “eutanasiarlo” piadosamente.
Curiosa esta escena del “asesinato”, ya que es el mismo “creador”, quien quiere que sea su Dios/Monstruo quien lo mate.
Cuando evaluamos las actuaciones de los actores, rememoramos los viejos filmes de la Universal, porque efectivamente, esto también es un homenaje hacia este Arte maravilloso llamado cine, disfrutamos de una música maravillosamente delicada, y hermosa, y nos dejamos emocionar por una historia, con tantas implicaciones sólo podemos hablar de Obra Maestra, si es que las hay, de una obra perfecta, de la que hablar mal sólo puede darse desde la ignorancia, o desde la supina miopía cinéfila
La escena para el recuerdo, de Gods And Monsters, absolutamente, es cuando James Whale llega al punto de locura y desesperación, en donde su único “As bajo la manga”, es Clayton Boone, monta una escena para sacar el “Monstruo” que ve en este último.
Llegando al máximo nivel de la transformación de su comportamiento, dando paso a la revelación de sus más oscuros sentimientos, pidiendo a gritos que lo mate; pero es aquí donde Brendan Fraser toca la perfección, transmitiendo el dolor y la cordura de su personaje, negándose rotundamente, a matar, y es así que logra liberarse del “Monstruo” que Whale intentaba crear.
Y como no, la última escena de Fraser bajo la lluvia, siempre acompañada por esa genial banda sonora, es conmovedora y entrañable, es así como definiría esta genial película.
De hecho, la escena final, en la que Brendan Fraser anda imitando al monstruo de Frankenstein, fue idea suya; se lo propuso al director Bill Condon, quien incluyó la secuencia.
Curiosamente, cabe señalar que James Whale si había tenido a varios hombres, y mujeres, posando desnudos para él, y algunos de ellos se mostraron como figurantes en sus películas.
Varias de sus obras de arte fueron adquiridas por un coleccionista, y se prestaron al estudio para la realización de Gods And Monsters.
De hecho se utilizaron 5 dibujos originales, hechos por James Whale.
También, es preciso señalar, a estas alturas de la lectura, que la relación entre Clay y James, es completamente ficticia.
Verdaderamente, admiro el valor de éstas personas lúcidas, que cuando son conscientes, de que han transpuesto las puertas hacia una decadencia física y mental irreversible, son capaces de decidir sobre su propio destino.
“You must think the whole world is queer”
Entre luces y sombras, entre el cielo y el infierno, entre amor y odio, entre verdades y mentiras, entre sonrisas y lágrimas, entre la genialidad y la locura, entre la vida y la muerte, entre “Dioses y Monstruos”
Gods And Monsters trata distintos temas como el amor, la amistad, la confianza... y todos ellos se engloban en el título, porque al fin y al cabo, todas las personas tenemos “nuestras luces y nuestras sombras”
El dolor de la libertad que siempre va acompañada por la soledad.
Una pizca de lo que hace la sociedad cuando coge a un icono, lo idealiza, para después, ir en su caza y luego abandonarlo.
La educación extraña de las masas, en la que casi se obliga a la palabra “perfección” cuando en realidad, es un tema de “imperfecciones”, pues alabamos a los que rompen el molde pero no los aceptamos.
Todo metido dentro de un Ian McKellen totalmente profundo, que sufre sin cursiladas, el acoso aburrido y triste de la soledad no buscada, que ya se da por sentada, pero sin resignaciones hasta en el último momento.
A veces, la dignidad y el ser, nos aleja de las complicadas relaciones humanas, y crea una constante búsqueda hacia la comprensión, la compañía... un “no sé qué” que nos haga más llevadera la verdad, sobre todo el transcurso de la vida, y que algunos son capaces de percibir más que otros... que estamos solos sin quererlo.
Genio y figura... con la genialidad del Dios, y a la vez la soledad del Monstruo.
Más allá de la homosexualidad de su protagonista, y pude ahora, que ése no sea el tema principal de Gods And Monsters, ni mucho menos, el film es una historia acerca de la amistad, la soledad y el genio creador.
Y de los “dioses y monstruos” que habitan en el interior de cada uno de nosotros.
No hay espacio para el fallo, es estéticamente frágil y desoladora, y con esa lucidez, consigue mostrar el monstruo que hay en cada persona corriente, y descubrir lo corriente de cada monstruo.
La soledad está retratada con perfecta fidelidad, como el único sentimiento capaz de democratizar “América” verdaderamente, y atacar a todos los ciudadanos que no carezcan de cierta sensibilidad, independientemente de su condición social, intelectual, o sexual.

“There are no Monsters here...”



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