Papillon

“We're something, aren't we?
The only animals that shove things up their ass for survival”

La “Île du Diable”, más conocida como “Isla del Diablo” es la isla más pequeña de las tres “Îles du Salut” localizada a 11 km de la costa de Guayana Francesa, y tiene un área de 14 hectáreas, unos 0,14 km²
Llamadas primero por los primeros exploradores “Îles du Triangle” debido a la forma en que están dispuestas las islas, estas tomaron luego el nombre ominoso de las “Îles du Diable”, debido a las fuertes corrientes que hicieron que su acceso fuese muy peligroso, a lo que se suma también, la trágica expedición de Kourou, entre 1763 y 1764, que terminó en una masacre, cerca de 12.000 muertes en un año.
Las epidemias de fiebre amarilla, debido a la insalubridad del clima de la Guayana, la falta de alimentos, y agua potable, y las instalaciones provisionales, y la falta de organización, habían diezmado a la mayoría de los colonos de origen francés, enviados a la Guayana para poblar el territorio.
Los sobrevivientes, que encontraron refugio en estas islas de clima más favorable y con menos mosquitos, rebautizaron el territorio como “Îles du Salut” o “Islas de La Salvación”
Después de los primeros pobladores, a los esclavos negros se les dio la dura tarea de limpiar estas áreas.
A los sobrevivientes, se les permitió unirse a la parte continental, y fundar las primeras comunidades a lo largo del río Maroni.
Las islas fueron utilizadas, como una colonia penal, desde 1852 en adelante, ganando una reputación por su dureza y brutalidad.
Especialmente, “La Isla del Diablo” fue utilizada como una colonia penal francesa, muy famosa por la brutalidad con que eran tratados los prisioneros.
Desde 1852 hasta 1938, llegaron más de 80.000 prisioneros, y debido a las terribles condiciones sanitarias de la isla, la mayoría de ellos, nunca volvió a ser visto.
La única forma de escapar era por bote, y luego debía superarse una selva impenetrable, por lo que no se sabe, cuántos convictos lograron escapar.
Algunos supervivientes han dejado relatos de los horrores del penal, entre ellos se encuentran:
El anarquista Clément Duval.
El autor de “La Guillotina Seca”, René Belbenoit, cuya novela ha sido duramente censurada por el gobierno francés, porque vislumbra las atrocidades del sistema penal carcelario de dicho país, en la región de Cayena en la Guayana francesa; actualmente es muy poco editada, de hecho, se público por primera vez en un idioma diferente al del manuscrito original.
También está el autor de “Papillon”, Henri Charrière quien se basaría, 30 años después, en la obra de René Belbenoit para escribir su relato, el cual presenta una realidad bastante dulcificada, en comparación con el relato original de Belbenoit.
Y el famoso capitán Alfred Dreyfus, protagonista del “Caso Dreyfus”, que estuvo allí más de 4 años, hasta que fue perdonado en 1899, y finalmente declarado inocente en 1906.
El penal de “La Isla del Diablo” fue clausurado en 1946, y la mayoría de los prisioneros regresó a Francia, aunque algunos decidieron quedarse en la Guayana Francesa.
Este sistema, se fue suprimiendo gradualmente, y ha sido completamente cerrada desde 1953.
Hoy en día, las islas son un popular destino turístico.
“Make the best of what we offer you, and you will suffer less than you deserve”
Papillon es una película de 1973, dirigida por Franklin J. Schaffner.
Protagonizada por Steve McQueen, Dustin Hoffman, Victor Jory, Don Gordon, Anthony Zerbe, Robert Deman, Bill Mumy, George Coulouris, Woodrow Parfrey, entre otros.
Papillon estuvo nominada al Oscar como mejor banda sonora para Jerry Goldsmith.
Papillon tiene un mensaje para nosotros:
Libertad, ansias de vivir, la lucha contra la injusticia... el abismal y gigantesco sistema judicial que se le cae encima, solo le deja una opción:
Sobrevivir.
Papillon es toda una vida luchando para ser libre, una búsqueda incansable que culmina con un final sobrecogedor que emociona a todos sin excepción.
Papillon, cuyo guion fue firmado por Dalton Trumbo, y Lorenzo Semple Jr. está basada en la novela homónima de Henri Charrière.
Charrière nació en Francia, y fue condenado a los 23 años, por un crimen que no cometió.
Así al menos lo cuenta en su libro “Banco”, secuela de su primera novela “Papillon”, que no mató a nadie ni fue cómplice de nadie.
Que el único motivo por el cual se le condenó, fue por un alcance de apodos.
Efectivamente hubo un asesinato.
Y el asesino fue identificado como “Papillon”, mariposa en francés.
Lo que la policía ignoraba, o sabía, y fingía ignorar, es que se trataba de Roger Papillon, no de Henri Papillon.
Poco importaba, decía él, lo importante era capturar a alguien, y darle la perpetua, y como Roger se dio a la fuga, lo atraparon a él, a “la mariposa” equivocada.
En 1969, una de las sensaciones literarias en Francia fue “Papillon”, la autobiografía de Henri Charrière, un ex-convicto francés acusado, según él, falsamente, del asesinato de un chulo de los barrios bajos.
Condenado a 10 años de trabajos forzados y cadena perpetua, el libro narraba las fantásticas, según algunos, eran realmente fantasiosas aventuras, y desventuras de Charrière, quien desde Caen, era trasladado a la Guayana Francesa, donde iría de prisión en prisión, a cada cual peor, tras varios intentos de fuga.
Aunque evidentemente, Charrière siempre defendió la veracidad de los hechos, fueron muchos los que cuestionaron las increíbles historias que narraba en su libro, entre ellos, algunos de los que le conocieron entre rejas, quienes afirmaban que el avispado ex-convicto, había incorporado a su vida, decenas de historias que otros presos le habían contado.
Fueran o no reales, los hechos que narraba, lo cierto es que su libro se vendió a paletadas, y sus excitantes aventuras calaron muy rápido entre el gran público.
Henri Charrière es sin duda de esos hombres notables, que demoran siglos en volver a aparecer.
Su vida es una aventura.
A temprana edad, lo privaron de comenzar a vivir la mejor época de la vida, su juventud; lo alejaron de su padre, y lo condujeron a la podredumbre.
Se trata de un hombre claramente explotable, desde el punto de vista cinematográfico.
Su historia de vida, sus vivencias y recuerdos, venden.
Son grito y oro, tan increíbles que parecen ficción, y que sin embargo, distan de serlo.
El título del libro “Papillon” es el sobrenombre de Charrière, debido a su tatuaje de mariposa en su pecho.
Y si bien, la veracidad de lo acontecido ha sido cuestionada, él siempre la mantuvo, excepto por algunos huecos en su memoria eran verdad.
Charles Brunier, un antiguo preso y amigo de Charrière, confesó en el año 2005 que Charrière obtuvo muchas de sus historias de otros reclusos, incluso en el mismo Brunier, y ven un trabajo más de ficción que una autobiografía.
Papillon no solamente es la lucha épica de un hombre, que se sabe inocente, para conseguir la libertad, también nos habla de amistad, de entrega, de silencios, de sufrimiento.
Papillon es un emotivo drama carcelario, donde contemplamos desde una perspectiva, de espectador y cómplice, la brutalidad de la policía, y la ineficacia de un sistema jurídico, totalmente desfasado, anclado en presupuestos restrictivos, que consideran que lo único que se puede hacer con las personas que delinquen, aunque muchos sean “inocentes”, es expulsarlas de la sociedad, y olvidarlas en uno de los más remotos lugares del Caribe, La Guayana Francesa, y en especial el centro penitenciario de “La Isla del Diablo”, con unas condiciones de vida infrahumanas, donde se entra pero no se sale, el lugar más idóneo para el aniquilamiento, pero no de rehabilitación.
“Put all hope out of your mind.
And masturbate as little as possible, it drains the strength!”
Tanto la novela como la película, pueden considerarse obras de denuncia, ya que al tiempo que descubren las entrañas del sistema penitenciario de las colonias francesas, muestran algunos aspectos crudos y tortuosos, del trato a los prisioneros, de las torturas, tantos físicas como psicológicas, además del esfuerzo que el espíritu humano, en este caso representado por el mismo Papillon, hace por adaptarse a un medio altamente hostil, que ofrece pocas posibilidades a la supervivencia.
Un ambiente aislado del mundo, en medio de pantanos pestíferos y malsanos, en cárceles subhumanas, ardientes y oscuras, con celadores insensibles y crueles.
Pero sobre todo, es de destacarse la persistencia por alcanzar la libertad, por defender el poco de dignidad humana, que puede conservarse en la cárcel, incluso exponiendo la vida a cambio de ella.
Todo esto en su conjunto, explicaría el éxito de la novela y la película.
Como curiosidad, hay que nombrar que las primeras escenas de la película están rodadas en Fuenterrabía, Guipúzcoa.
Y el tema musical principal de la banda sonora de Papillon está interpretado por la cantante Nicoletta.
El virtuosismo de Franklin J. Schaffner en la composición de planos maestros, y su admirable uso del cinemascope, dotan a Papillon del sabor propio de un clásico.
Papillon se completó tras un rodaje caro, y complicado, donde abundaban los exteriores, se rodó en Jamaica y Maui, para las escenas en Sudamérica; y España para las escenas europeas, aunque un pequeño equipo se trasladó a la verdadera Guayana, para rodar la última secuencia con las 2 estrellas protagonistas.
La principal valía de Papillon recae en las 2 soberbias encarnaciones, que destilan enorme química en pantalla, los excelentes trabajos interpretativos de Steve McQueen y Dustin Hoffman, quienes personifican con gran acierto a los amigos convictos, en busca de una libertad distante, pasando de actitudes, aparentemente normales, al total desequilibrio mental, y desapego de la realidad, efectos propinados por los crueles métodos carcelarios, a los que son expuestos durante la mayor parte del metraje.
En conjunto, un clásico de todos los tiempos, una radiografía tanto de miseria humana como de regocijo.
Así conocemos a Henri Charrière, apodado “Papillon” (Steve McQueen) debido al tatuaje que lleva en su pecho, es sentenciado a cadena perpetua por un crimen que afirma no haber cometido.
Se le trasladará a la Guayana Francesa, a un centro penitenciario, en terribles condiciones infrahumanas, donde entablará amistad con Louis Dega (Dustin Hoffman), un antiguo estafador.
Sus deseos de huir de aquel lugar, llevarán a ambos a vivir intensos momentos, en los que sus vidas penderán de un hilo, pero jamás perderán la esperanza de recuperar su libertad.
Ambos reclusos, marchan a una muerte casi segura, un altísimo porcentaje de los reclusos mueren durante su condena, por malos tratos o enfermedades, en los pantanosos e inhóspitos paisajes de la Guayana Francesa, pero Papillon desde el mismo momento que pisa el barco, pone manos a la obra su fuga, y para ello se acerca a Louis Dega proponiéndole protección, a cambio de que le financie la fuga.
Estos 2 personajes, a partir de ese mismo momento, irán construyendo una relación de respeto, reciprocidad, y camaradería, que se fortalecerá en cada situación límite que se presente durante los duros días de prisión.
Papillon es uno de esos filmes, con los que te quedas encantado, y a la vez, pasmado por la gran cantidad de situaciones que suceden a lo largo del metraje.
Simple y sencillamente, pareciera que esos 150 minutos que dura, se pasan volando, y hay momentos en los que incluso, parece que faltó desarrollar un poco más ciertas escenas.
Tal vez lo que haga distinta a Papillon, sea la relación entablada entre los 2 personajes, el débil Dega, y el fuerte y decidido Papillon; y la seguridad del último, en contra de lo que piensa Dega, de que ambos están solos, y no deben esperar nada de quienes los acompañaron en sus días de libertad.
El protagonista, Papillon, se transforma enseguida en un hombre con el cual nos identificamos, y que encarna los valores más importantes en los momentos difíciles:
Lealtad, decisión, y más aún, encarna la fuerza del espíritu humano, su voluntad para no dejarse doblegar, y sus ansias irrefrenables de libertad.
Steve McQueen es un grande de la actuación, eso está dicho desde hace decenas de años, por todo lo que hizo, y la calidad histriónica que alcanzó a desarrollar es de matrícula de honor.
Dustin Hoffman espectacular, otro actor que ya merece ser incluido dentro de los históricos, por los trabajos que ha hecho, y en Papillon, es simple y sencillamente, imposible imaginarse a otro actor en el papel de Dega.
Pero McQueen es especial, en la secuencia del encierro en solitario, se transforma completamente en un fantasma de sí mismo, y eso que Papillon tiene muchas escenas, pero especialmente memorables, son sus secuencias en confinamiento, donde Papillon lucha por sobrevivir, y no volverse loco, y Steve estaba obligado a dar lo mejor de sí, para mostrar la degeneración de su personaje, mientras trata de sacar fuerzas para aferrarse a su código, y no delatar a Dega, quien gracias a su influencia, le había estado pasando raciones de coco.
La atención dedicada al confinamiento es inusual, dada la cantidad de metraje dedicada al mismo para un film del género, aunque tengo entendido que la idea original, era dedicarle aún más minutos, pero finalmente, se decidió no pasarse para agobiar al exportador, en un film cuyo metraje, ya era de por sí bastante largo.
Dustin Hoffman, curiosamente caracterizado con unas gruesas gafas de miope, y que gozando también de un gran momento, volvió a ofrecer una gran interpretación, haciendo del asustadizo pero adinerado, gracias a una gran estafa a nivel nacional, Dega, quien tras pactar un acuerdo de protección con Papillon, acaba siendo su amigo.
Hoffman personifica para mí, el espíritu de la resignación, y del cálculo ante el destino consumado:
Él es capaz de “vivir, adaptarse y superarse” dentro de los límites impuestos desde el poder.
Curiosamente, en Papillon, no interesa contar qué le sucedió a Dega cuando lo abandonan en la playa en el momento en que son perseguidos por esa patrulla costera, porque no interesa el espíritu del personaje al mensaje de Papillon, sino en función de destacar los atributos del protagonista.
La personalidad de Dega, es casi antagónica de Papillon, y el final se expone la diferencia del espíritu de ambos.
Los actores secundarios cumplen a la perfección, en especial Robert Deman como el homosexual André Maturette, y Bill Mumy como Lariot.
Aunque el ritmo, no es ni mucho menos endiablado, es la historia del rebelde Papillon la que mantiene el interés, desde las calles de Caen hasta los riscos de “La Isla del Diablo”, y todos esos grandes momentos de las aventuras para recordar:
El viaje en barco, la caza de cocodrilos o mariposas, la negociación con los leprosos, la canallada en el convento de monjas, el período feliz entre los indígenas buscadores de perlas, verle saltar desde el acantilado, un salto que por supuesto Steve exigió hacer él mismo... amén de frases inolvidables que nos recuerdan, que el gran Dalton Trumbo estuvo envuelto en el proyecto. 
Ni hablar de los encierros y los sueños alucinantes, impagables, con ese movimiento de cámaras y maquillaje.
Sin duda, uno de los momentos más personales del guionista, reflejados en el guión, es la conversación entre Louis Dega, el falsificador amigo y compañero de Papillon, y otro preso, en el que discuten acerca de si Papillon, confinado en una celda de castigo durante 2 años, llegará a dar o no, el nombre de Dega a las autoridades.
Es fácil establecer el paralelismo con la época de “La Caza de Brujas” en las que Trumbo fue enlistado.
Por otra parte, y como es la norma en la filmografía de Schaffner, su colaborador musical Jerry Goldsmith orquesta una excelente banda sonora, que funciona para fortalecer y entonar la narración a niveles de grandeza heroica, de 2 personas en su lucha por un mejor porvenir, dispersos en un cúmulo de condiciones inhumanas, en una brutal subordinación proporcionada por el estado, y su deseo de venganza.
“Blame is for God and small children”
Papillon nos muestra, uno de los mayores cantos que se han dado jamás a la amistad, y a la superación de uno mismo, por conseguir una meta digna como hombre, que es la libertad.
El país de la igualdad, libertad y fraternidad, tuvo durante casi 100 años, uno de los sistemas penitenciarios más inhumanos, que el hombre conociese nunca.
Y solamente en 1938, cuando quedaba menos de un año para el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Francia lo retiró.
Las barbaridades fueron tantas, que los habitantes de la Guayana Francesa prefirieron el régimen pro-alemán de “Vichy” a los “demócratas” de DeGaulle.
Que un hombre como Papillon luche por sobrevivir manteniendo los valores, es algo a rescatar en nuestra cansina sociedad hastiada de vivir.
Si uno considera el contexto de Papillon, a principios de los 60, comienzo de la liberación de la producción hollywoodense, sobre los tabúes de la censura, Papillon cruza unos cuantos límites prohibidos.
Referencias explícitas a la vida clandestina carcelaria, desde la homosexualidad y la masturbación, hasta los famosos tubitos que hacían de billeteras, torturas, muertes en primer plano, y un criminal que figura como el héroe, si bien aquí las cosas se han pasteurizado mucho, el Charrière de la vida real era mucho más violento.
Pero Papillon es sobre todo, una historia de superación.
De un hombre que anhelaba ser libre, y clamaba cada segundo por venganza; y aún más, de la más cruda e insoportable realidad.
Pero la moraleja final, es que el espíritu del hombre es libre e indomable, y que luchará con todas sus fuerzas para recuperar lo que ha perdido.
“Your term is completed”
Schaffner llega a provocar escalofríos con esa cruda exposición de la vida carcelaria, bajo condiciones que harían temblar, incluso, a los más aguerridos.
Papillon pone en evidencia la brutalidad, y la carta blanca que ciertos países colonizadores se permitían en sus remotas colonias, lo suficientemente lejanas para poder saltarse todas las leyes fundamentales, y los derechos humanos, sin tener encima los ojos y dedos acusadores de una civilización occidental, de por sí, bastante ciega e indiferente.
Papillon ensalza el valor de la amistad y de la honestidad, y ofrece todo un recital de supervivencia contra todo pronóstico; porque hay personas que tienen dentro de sí, una fiera llama que no se apaga, que continúa brillando pese a todos los aguaceros, pese a la falta de oxígeno, pese a que el cuerpo del que se nutre esté hecho un despojo.
Mientras exista en ese cuerpo quebrantado, un alma decidida, la llama no se apagará e iluminará un loco sueño de libertad casi imposible.
El único crimen que Papillon ha cometido en su vida, es el de haberla malgastado.
A veces, la posibilidad de morir en la huida, es mejor perspectiva que vivir muriendo.
La historia real, después de alcanzar la libertad y habiendo alcanzado tierra firme, Charrière se puso en contacto con un chino mayor de nombre Cuic Cuic.
Papillon le hizo saber, que el hermano de Cuic Cuic, llamado Chang, lo ayudó a escapar de “La Isla del Diablo”
Charrière se escondió en el refugio de Cuic Cuic, y juntos, también con la compañía de un amigo armado, escaparon en un bote hacia Georgetown.
Incluso, cuando pudo haber vivido en libertad, él y otros 5, luego continuaron por tierra hacia Venezuela, donde fueron capturados, y aprisionados en La Prisión del Dorado, una pequeña ciudad minera de oro, que fue llamada así por el mito de la Ciudad del Dorado, donde se sorprendió del trato que recibían los prisioneros, como notó de una manera similar a la que los franceses trataban a los convictos en las galeras del siglo XVIII y XIX.
Charrière fue finalmente puesto en libertad el 18 de octubre de 1945.
Se asentó en Venezuela, y siguió siendo un fugitivo de la justicia francesa, hasta que su causa prescribió por el paso del tiempo, según él mismo lo cuenta en el libro “Banco”, segunda parte de “Papillon”, un miembro del cuerpo de seguridad de De Gaulle, le da la noticia en América, antes de una visita del líder francés a esas tierras, pudiendo con el tiempo, retomar sus lazos familiares, volver a pisar suelo francés, y conocer a muchos miembros más de su familia, ahora orgullosos del tío aventurero que todos los periodistas querían entrevistar.
Su muerte ocurrió en Madrid, debido a un cáncer de garganta en 1973.

“A temptation resisted is a true measure of character”



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