The Hunger

“...and ever”

Resulta que la utilización de la sangre fresca, como una herramienta para prolongar la vida humana, había sido una mera hipótesis propia de la literatura y el cine de terror, ligado culturalmente al vampirismo, también se decía que la condesa húngara Elizabeth Báthory se mantenía joven, gracias a una dieta rica en carne humana; la década de los 80, marcó una etapa decisiva en la búsqueda de nuevos horizontes, perspectivas y actitudes, que ayudaron a regenerar y perpetuar así, el mito del vampiro.
Poco a poco se fueron abandonando viejas fórmulas, ya totalmente caducas, obsoletas y anacrónicas, de modo que, cada vez eran menos los filmes que persistían en presentar al vampiro como un aristócrata, y además, siempre un conde.
¿Es que no hay otros títulos nobiliarios?
El elegante, culto, con acento centroeuropeo, y con un capa negra con forro de color carmesí, se entenderá en definitiva, que una criatura como el vampiro debe renovarse o morir, y renovarse implica, adaptarse a los nuevos y cambiantes tiempos.
Así, y aunque ya se podían encontrar aislados ejemplos de esta nueva visión del vampiro en la década anterior, será en los 80 cuando se instaure, definitivamente, el “vampiro urbano”, vampiro que vive y se comporta como un “ser humano” corriente, que tiene su vida en la ciudad, en torno al que ha aprendido a adaptarse, y también, del que ha hecho su perfecto cubil.
Lo interesante de todo esto, y a diferencia entre realidad y ficción, es que por primera vez, ya existe evidencia científica suficiente, para pensar que la inyección de sangre de los más jóvenes puede detener el envejecimiento.
Aunque el experimento se haya llevado a cabo con ratones, el responsable principal de la investigación, ha señalado que cree que podría aplicarse también para el ser humano.
El profesor Saul Villeda, y sus compañeros de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, habían conseguido demostrar en un estudio, que el entorno sistémico del envejecimiento regula negativamente la neurogénesis y la función cognitiva, que la inyección de la sangre de ratones ancianos en otros más jóvenes, podía detener la regeneración de neuronas cerebrales, al aumentar las dificultades de conocimiento y aprendizaje de los mismos, debido a las proteínas inflamatorias que se introducían en la sangre de estos animales más jóvenes.
El tejido en el hipocampo del ratón analizado, había aumentado en apenas unas jornadas de 200 a 300 genes, un crecimiento aún mayor en aquellos tejidos relacionados con la plasticidad sináptica, es decir, vinculada al aprendizaje y la memoria.
Los científicos californianos, también notaron cambios en aquellas proteínas que intervienen en el desarrollo de las terminales nerviosas.
El número de las conexiones entre neuronas había aumentado en un 20%, cuando la tendencia lógica es que con el tiempo, estas tiendan a desaparecer, lo que suele ocasionar la mayor parte de problemas cognitivos relacionados con el envejecimiento.
“Se cree que es lo que subyace en las deficiencias de la memoria”, recordaba Villeda.
“Si tienes menos conexiones, las neuronas no se están comunicando, así que de repente te cuesta aprender y recordar”
Evidentemente, aún falta mucho por investigar, para comenzar a aplicar estos descubrimientos al ser humano, pero se abre una nueva vía de investigación para científicos de todo el mundo, a la hora de tratar un problema, cada vez más extendido como es la enfermedad de Alzheimer.
Aunque quizá, el fallecido Kim Jong-Il se anticipase a todos estos estudios ya que, como contaba la leyenda, el Líder Supremo gustaba de inyectarse sangre de jóvenes vírgenes, con el objetivo de aumentar su longevidad, aunque de haberlo hecho, ello no le permitió superar la edad de los 69 años, apenas 3 años por encima de la media de esperanza de vida mundial, y 6 años más, que la media de su país, Corea del Norte.
Cuidado con los vampiros.
“You'll be back.
When the hunger knows no reason!
And then you'll need to feed, and you'll need me to show you how”
The Hunger es una película de terror británica de 1983, dirigida por Tony Scott.
Protagonizada por Catherine Deneuve, David Bowie, Susan Sarandon, Cliff De Young, Willem Dafoe, Beth Ehlers, Dan Hedaya, Suzanne Bertish, Bessie Love y Bauhaus.
El guión lo firman James Costigan, Ivan Davis y Michael Thomas.
El vestuario de Catherine Deneuve, fue diseñado por su amigo Yves Saint-Laurent.
The Hunger es una adaptación de la novela homónima escrita por Whitley Strieber en 1981, con la que encontramos ciertas importantes divergencias, pese a que ambas siguen la misma premisa argumental.
La originalidad argumental, y la escasez de sangre, tratándose de una película de vampiros, defraudan a los amantes del terror gore en cualquiera de sus variedades.
Sin embargo, el atractivo visual, el logrado ritmo lento, las escenas hipnóticas, y la combinación de la estética de comienzos de los 80, con una atmósfera gótica, sostienen la atención de los espectadores con pretensiones menos circunscriptas, y aún de aquellos que no gustan del género.
El castillo medieval es reemplazado por una lujosa mansión metropolitana, cuyo interior puede concebirse dentro del gótico:
Incontables habitaciones, finamente decoradas, oscuras y colmadas de secretos la componen.
Al pasar su umbral, los ruidos de la ciudad quedan silenciados por el canto de los pájaros del jardín, o la música a la que se consagran los vampiros:
Bach, Delibes...
La perspectiva de The Hunger, invierte el eje tradicional, y pone el acento en los amates del vampiro, en la relación que los une, y en el desasosiego producido por la inmortalidad sin juventud eterna.
El vampiro, signo de una sexualidad transgresora, seductor implacable, y apasionado, se muestra aquí, como un ser angustiado y melancólico.
Curiosamente, la palabra “vampiro” no se nombra en The Hunger, ni se hace mención a ello, tampoco, en el libro homónimo de Whitley Strieber, en el que se basa, ello para dar albedrio al mensaje central, y no coartarlo, ya que se pretende hablar de la metáfora entre amor, obsesión, sexo, violencia, sangre, de la búsqueda del amor inmortal, del mito de la belleza eterna, de nuestra necesidad de vampirizar a lo que deseamos, de la dominación, etc.
The Hunger no fue especialmente bien recibida en su lanzamiento inicial, y fue atacada por muchos críticos por la atmósfera pesada y las imágenes, el ritmo y la trama lentos.
Sin embargo, pronto encontró un grupo de seguidores que le rindieron culto, en respuesta a su atmósfera oscura y glamorosa.
Richard Shepherd, el productor, deseaba a otro director para hacerse cargo de la adaptación de la novela, como un relato de tintes oscuros, que sugería de forma, más o menos clara, el vampirismo como una enfermedad, como una adicción similar a la de las drogas, y sus nefastas consecuencias sobre sus consumidores, de ahí el título, más que como una maldición sobrenatural con ribetes terroríficos.
Pero si fue una opción aceptable, en cambio, como ejercicio raro, donde se da una vuelta de tuerca al mito vampírico, con algunos elementos distintos y extravagantes, que toman distancia de los convencionalismos.
La propuesta pasa más, por darle una mirada reflexiva, y atípica, a la idea de la vida eterna, y a la soledad en el amor, y en la compañía que por generar escalofriante horror.
Si bien, hay un ambiente estético, y cierto aire sensual atractivos dentro de The Hunger, para muchos, la narración es demasiado inconsistente, debido al extraño aroma a surrealismo alucinatorio.
Eso sí, tiene su atractivo en su excéntrica puesta en escena, con una impronta videoclipera, donde aparecen algunas situaciones que combinan erotismo lésbico, y amenaza tácita que merodea detrás de falsas apariencias, y en su intento de reinventar el cine vampírico, pero que puede que repela ante su delirio y atípica reformulación del mito.
The Hunger es popular entre algunos segmentos de la subcultura gótica, que inspiró, inclusive, una serie de televisión de breve duración del mismo nombre; y se destaca, repito, por su exquisita fotografía y su montaje, ya que ambos, a pesar de los años y la técnica, no han perdido vigencia ni efectismo.
The Hunger se refiere, a mucho más que a la necesidad imperiosa de consumir sangre para mantener la fuerza vital, también describe la lucha contra la soledad, la búsqueda del amor inmortalmente joven, y la condena de la eterna vejez, con un erotismo sofisticado, que constituye un aporte inusual y fascinante, al universo vampírico.
The Hunger cuenta la historia de una pareja feliz, en la cúspide de la cadena alimenticia, Miriam Blaylock (Catherine Deneuve) una vampira procedente del antiguo Egipto, elegante, sofisticada, pero con cierto toque retro; y John (David Bowie) su joven consorte, considerando joven, el hecho de que el atractivo personaje tiene 200 años, una nimiedad al lado de su sugerente amante.
Miriam es una perversa vampiresa que, prometiendo la vida eterna a sus amantes, los convierte en satisfactores de sus deseos, hasta que finalmente son reemplazados por alguien más.
Miriam Blaylock colecciona no sólo arte del Renacimiento, y colgantes del Antiguo Egipto sino, sobre todo, amantes y almas.
Moderna y elegante, Miriam es un vampiro intemporal residente en Manhattan, bendecida con la belleza, y maldecida con su sed y “ansia” de sangre.
Así, cuando John, actual pareja de la vampiresa, comienza a envejecer a una velocidad exagerada por la imposibilidad de dormir.
Paralelamente, una doctora, Sarah Roberts (Susan Sarandon) que investiga la conducta, y los trastornos del sueño en chimpancés, obsesionada con tratar a la vejez como una enfermedad, logra reproducir en uno de sus monos, el mismo fenómeno que le ocurre a John.
Sin embargo, todo apunta a que esto ocurre, porque la vampiresa ha decidido cambiar de amante.
Pero el drama de John no termina con su decrépito aspecto, lo que Miriam le ocultó al bicentenario desde el principio de su relación, es el hecho de que jamás podrá morir, y permanecerá en ese estado, aletargado, débil para moverse, o alimentarse, arrugado, decrépito y desagradable, en sufrimiento constante, por toda la eternidad, encerrado en una caja de madera, junto al resto de los antiguos amantes-víctimas, de la desaprensiva vampira, con los que compartirá la misma suerte, además, en el rincón más lúgubre y churretoso de la espectacular mansión.
Aquí, en este punto, es donde descubrimos lo mala persona que resulta ser el personaje interpretado por la Deneuve, que a sabiendas del trágico destino que les espera, convierte en inmortales a sus encaprichamientos, uno tras otro, ocultándoles su fantasmagórico final, simplemente por el hecho de no navegar en soledad por las turbulentas, e implacables aguas del tiempo.
“What's wrong with him?”
The Hunger es la primera película de Tony Scott, en la cual aborda el vampirismo desde un punto de vista novedoso.
La mirada del espectador deja de ser afín a la de la víctima, y el vampiro ya no es un mero monstruo al que temer.
Ahora al revés, el foco de atención está puesto en el vampiro y su problemática.
El vampiro es un individuo sofisticado y deseable, un “dandy”, un diletante, un sibarita, y además un inmortal:
Un dios, o casi.
El conflicto de The Hunger consiste precisamente en que John, el personaje de Bowie, ha sido engañado por Miriam, el de Deneuve, una vampira de pura cepa, que le prometió la vida eterna a su lado, a través del vínculo de la sangre, sangre que habrían de tomar de otros, claro.
Sin embargo, ahora John ha comenzado a deteriorarse, a envejecer a marchas forzadas, merece mención el trabajo de maquillaje de Dick Smith, y cobra conciencia de que le han timado:
La vida eterna ofrecida por Miriam, es solo por un periodo temporal, en el que en efecto, se conserva intacta la juventud, y se es inusitadamente longevo, pero al que luego sigue una eternidad, esta vez sí, de condenación inerte, en lo que no es ni estar vivo, ni estar muerto.
Curiosamente, en The Hunger, para convertir a los vampiros en humanos, no hay más que dotarlos de alguna emoción de las elementales, por ejemplo el miedo.
John tiene miedo a la muerte y a la vejez.
Miriam tiene miedo a la soledad, y por eso colecciona almas, que termina guardando en cajas cuando ya no le valen.
La tercera en discordia, el personaje de Susan Sarandon, aunque no es un vampiro también teme a lo que está sintiendo, a su propia atracción por lo prohibido, lo peligroso:
Miedo más sexo, qué combinación tan poderosa.
Tal vez, la diferencia entre The Hunger y otras películas de vampiros modernos posteriores, esté en el buen gusto y en su base filosófica.
No obstante, hay un par de elecciones bastante interesantes a la hora de tratar con el vampirismo:
Primero está el concepto de “el ansia”, que a la larga, no es de sangre sino de juventud.
No sólo esto, Scott escoge, además, entrecruzar los ataques de Miriam y John, con imágenes de los simios de la Dra. Roberts, así llevando “el ansia” de la inmortalidad, a la lógica más primaria existente.
Bastante original resulta también, el manejo del director de la abstinencia, haciendo de la reacción física, una similar a la abstinencia en adicción a la heroína.
Finalmente, está el manejo del sexo, que al mezclarse con la transmisión de sangre, hace de la mordida algo mucho más consensual y erótico, que algo agresivo.
The Hunger está compuesta, principalmente, de planos muy cerrados y planos muy abiertos, y usa la oscuridad como un marco para los personajes que retrata de forma romántica.
Los desnudos, vale la pena indicarlo, son sobrios y muy bellos.
Un buen adjetivo para resumir “The Hunger” es hipnotizante:
Ya depende de no preocuparse mucho, ni tomársela muy en serio, para que el hechizo no se rompa en los primeros 20 minutos.
“She's that kind of a woman.
She's... European”
El reparto de The Hunger es una cosa realmente de ensueño, ya que la elección de Catherine Deneuve y David Bowie como la pareja vampírica es insuperable, aunado todo esto, a la gran participación de Susan Sarandon como la doctora, y a varios cameos de artistas de la talla de Willem Dafoe, que dan cohesión a este cuento de amor lésbico, obsesivo y destructivo, que a pesar de tener algunos fallos evidentes, merece revisarse con atención.
Vale decir que en la escena de seducción, entre Deneuve y Sarandon, Catherine Deneuve utiliza a una suplente.
Para la retina, quedaran secuencias inolvidables como todo el principio, realmente espectacular, la secuencia del chico bailando con patines, cuando Sarah llora en sueños, y Miriam toca el piano, o cuando Miriam lleva a John a la azotea.
The Hunger posee, al mismo tiempo, un simbolismo que no podemos dejar pasar, y que gira alrededor de la cultura egipcia, como puede comprobarse en algunos flashbacks, que interrumpen fugazmente la narración de la historia, y también en algunos objetos, como el cuchillo con forma de “ankh” que utiliza Miriam para desangrar a sus víctimas, un símbolo de la vida eterna, y que constituye un elemento de gran importancia para la comprensión de la historia, tal y como está planteada en The Hunger.
El hecho es, que aquí llega una de las novedades de The Hunger en cuanto a mitología cinematográfico-vampírica se refiere, la pareja de chupadores no poseen colmillos como en la mayoría de producciones de esta índole, ambos portan en sus cuellos, colgantes egipcios denominados “ankh”, símbolo tradicional de vida eterna relacionado simbólicamente con la cruz, también un símbolo de vida, en The Hunger, también un símbolo de muerte, para los vampiros; que se transforman en pequeñas dagas que clavan en la yugular de sus víctimas, para poder degustarlas a modo de fuente perversa, además la luz del sol no les es mortal, como en la mayoría de historias de esta índole, tan solo les molesta.
Los reyes egipcios estaban muy unidos al “ankh”, ya sea porque les fuera dado directamente por los dioses, o bien porque, como portadores del mismo, daban vida a su pueblo.
El “ankh” alarga la vida, y concede la inmortalidad a aquéllos que lo llevan, canalizando el poder divino que da vida al universo, y otorgándolo al portador.
Como talismán, protege contra la decadencia y la degeneración, tanto física como corporal.
En The Hunger, el vampirismo se utiliza como una excusa, para reflexionar sobre cuestiones trascendentes dentro de un marco narrativo, no exento de ciertos elementos terroríficos.
Los vampiros de The Hunger son seres marginales, que se integran para sobrevivir, pero deben cargar con una terrible maldición.
Son seres humanizados, con sentimientos y un gusto refinado por lo bello, lo cual no está reñido con una idea de la subsistencia muy práctica y realista, y es que estos vampiros, hacen del acto de alimentarse, todo un ritual no carente de cierto elemento de juego, de caza.
Estos vampiros gustan de seducir a sus víctimas antes de desangrarlas.
Son criaturas que luchan por encontrar su hueco en la vida, y vivirla al margen de las limitaciones mortales.
En cualquier caso, The Hunger aborda el tema de la inmortalidad y la muerte, de un modo elegante y digno, y en ningún momento se convierte en un aburrido folletín de sobremesa.
The Hunger es una película que cuenta una bella historia, pero que en ningún momento, abusa del sentimentalismo con fines comerciales, y se aparta de una visión humanizada, sí, pero digna, de estos nuevos vampiros urbanos.

“Forever...?”



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