M*A*S*H

“Attention.
Attention.
Friday night's movie will be The Glory Brigade.
Rock'em sock'em kisses you never got.
It's Uncle Sam's combat engineers charging side by side with Greek hand bags.
Showing the world a new way to fight as they use bulldozers like bazookas, bayonnets like bazook - bullets.
Starring Victor Mature.
That is all”

En 1970, los aviones norteamericanos habían arrojado más bombas sobre Vietnam, que en cualquier conflicto bélico anterior, las bajas norteamericanas se contaban por decenas de miles, y al menos desde 1968, la intervención en Vietnam, había despertado el rechazo masivo de la opinión pública estadounidense.
En EEUU, los medios de comunicación verborreaban, abiertamente, en contra de la guerra, y las movilizaciones sociales eran una constante.
Los movimientos estudiantiles y contraculturales, como los hippies, apoyados, tanto por intelectuales como por la población civil, la cobertura de los medios de comunicación que actualizaban, diariamente, las continuas derrotas que sufrían sus soldados, y los grupos políticos que comenzaron a posicionarse en contra de la guerra, hicieron que un gran espíritu antibelicista, se apoderara de la sociedad americana, y la impulsara a las calles para demostrar su disconformidad en multitudinarias manifestaciones.
Este movimiento antibélico alcanzó su punto máximo entre 1969 y 1970.
Las encuestas de por entonces, reflejaban que la mayoría de la población se oponía a la participación de EEUU en el conflicto.
El 15 de octubre de 1969, se realizó una manifestación en Washington, a la que acudieron más de medio millón de personas, unos dos millones en todo el país, que exigían el fin de la participación de su país en la guerra.
Dicha manifestación, fue retransmitida a todo el mundo, y caló hondo en los sentimientos americanos más conservadores.
Este malestar, también fue impregnado y difundido por músicos tan seguidos como Joan Baez y Bob Dylan, reyes absolutos de la música popular americana, que cantaron a los cuatro vientos sus protestas.
El sentir pacifista dejó huella en festivales, tan masivos y recordados, como Woodstock en agosto de 1969, también, difundido por el cine y la televisión.
“Attention.
Tonight's movie has been "M*A*S*H."
Follow the zany antics of our combat surgeons as they cut and stitch their way along the front lines, operating as bombs - operating as bombs and bullets burst around them; snatching laughs and love between amputaions and penicillin”
M*A*S*H es una película de Robert Altman estrenada en 1970.
Protagonizada por Donald Sutherland, Elliott Gould, Tom Skerritt, Sally Kellerman, Robert Duvall, Jo Ann Pflug, Rene Auberjonois, Bud Cort, Fred Williamson, John Schuck, Gary Burghoff, entre otros.
M*A*S*H obtuvo un Oscar al Mejor Guion Adaptado para Ring Lardner Jr., y estuvo nominada a otros 4, incluyendo: mejor película, mejor director, actriz de reparto (Kellerman), y edición.
M*A*S*H ganó el premio Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes.
Basada en la novela “M*A*S*H: A Novel About Three Army Doctors” (1968) del cirujano y escritor norteamericano Richard Hooker, el guionista Ring Lardner, Jr. modificó radicalmente su contenido.
Altman tachó la novela de “terrible”, e incluso “racista”, y aunque los episodios más o menos se mantienen, sus diálogos obviamente fueron totalmente modificados.
Pero es que además, Altman animó, constantemente, a la improvisación de sus actores, e incluso, utilizó un zoom especialmente diseñado para M*A*S*H que impedía saber, en cada momento, lo que se estaba filmando.
El disgusto del guionista era comprensible, aunque me imagino que se debió tranquilizar bastante, al recibir el único Oscar de M*A*S*H, al mejor guión adaptado.
Pues eso, que los caminos de la Academia son inescrutables.
El éxito de M*A*S*H se debió a que la cinta captó muy bien el sentido de malestar de los ciudadanos americanos, poniendo el dedo en la llaga, en temas tales como:
La guerra, el patriotismo, o la autoridad.
El nombre de la película M*A*S*H, hace referencia a:
“Mobile Army Surgical Hospital”, esto es, “Hospital Quirúrgico Móvil del Ejército”, que Estados Unidos empleó por primera vez en Corea, pero M*A*S*H también significa “lío” o “alboroto”
Altman se propuso hacer de M*A*S*H, un alegato antibélico.
Por ello, ignoró la novela original, y prácticamente desechó el guion de Lardner, trabajando con los actores para que improvisaran sus diálogos con los chistes, y las bromas más obscenas que pudiesen pensar, ya que no había nada más obsceno, que la guerra que estaba teniendo lugar en Vietnam.
Estas bromas, se contrastaban con escenas que tenían lugar en los quirófanos, cuando llegaban soldados heridos, ensangrentados y dolientes.
Altman desarrolló también, una manera de filmar casi documental, con diálogos solapados, y cámara al hombro, jugando también con el lenguaje narrativo, ya que M*A*S*H se desarrolla de forma libre, sin una trama, o argumento, simplemente vemos como viven los personajes, durante un periodo determinado de tiempo.
El director, también añadió toques satíricos, y de humor negro.
¿Hómofoba o machista?
M*A*S*H refleja la realidad del ejército en esos temas, especialmente, del ejército estadounidense con su disciplina, su doctrina y su moral, pero reflejado con un humor, a mi entender, “sano”
En cuanto a la trama, se puede decir que no hay una, pues M*A*S*H sigue una estructura “fellinezca”, y relata las aventuras de los protagonistas de manera episódica.
Esto incrementa el desafío de M*A*S*H, y reta la noción de ver algo convencional, con su rechazo a una narrativa más simple.
Se ha dicho con razón, que en M*A*S*H se reflejó un estado de ánimo colectivo de disconformidad, e irreverencia propio de la época, y que su anti belicismo sarcástico, se acoplaba perfectamente, con lo que gran parte del público sentía y deseaba ver.
Si bien la novela original de Richard Hooker, se ambienta en la Guerra de Corea, Altman no hizo, originalmente, ninguna referencia en M*A*S*H, a una ubicación geográfica concreta, y los hechos narrados, podían perfectamente acontecer en Vietnam.
Sólo luego de que los ejecutivos de la Fox, exigieran que se hiciera al menos una alusión a Corea, el director introdujo al comienzo, intertítulos que nombraban directamente al conflicto.
Nadie les prestaría demasiada atención, y M*A*S*H sería vista como una crítica inmediata a la presencia de EEUU en Vietnam, a se le escapaba que se trataba de una sátira a la guerra de Vietnam.
La famosa canción del “Suicide Is Painless” suena, mientras los helicópteros militares, sobrevuelan la masacre con cuerpos mutilados a medio morir a bordo.
Los pícaros capitanes del ejército norteamericano Benjamin Franklin “Hawkeye” Pierce (Donald Sutherland), y su compañero Augustus Bedford “Duke” Forrest (Tom Skerritt) acaban de ser reclutados como cirujanos doctorados, para La Guerra de Corea, para la unidad M*A*S*H nº 4077, y allá se van.
“Hawkeye” roba un jeep y se dirige con Forrest a dicha unidad, donde les recibe el oficial al mando de aquella mítica unidad 4077, el Teniente Coronel Henry Braymore Blake (Roger Bowen), quien siempre da órdenes a su subalterno, el cabo Walter “Radar” O'Reilly (Gary Burghoff), apodado así por su capacidad para adelantarse a las órdenes de Blake.
Allí van conociendo a sus compañeros de unidad; en primer lugar a su compañero de tienda, el franciscano Mayor Frank Burns (Robert Duvall), siempre al cuidado de un chiquillo nativo coreano llamado Ho Jhon (Kim Atwood), curiosa relación entre cura y nativo…
Burns es un tipo inseguro, que todo lo confía a la providencia divina, encorsetado en una moral religioso-cristiana de lo más inflexible.
Además, al poco de llegar ellos, llega por casualidad otro conocido de “Hawkeye”, el cirujano de tórax, Capitán John Francis Xavier “Trapper John” McIntyre (Elliott Gould), que no soporta muy bien el fundamentalismo y la cobardía de Burns.
La Teniente casada Maria “Dish” Schneider (Jo Ann Pflug), con la que “Hawkeye” hace muy buenas migas, y que hará, antes de despedirse, el favor de resolver los problemas psicológicos del dentista polaco, al que dedican una “Santa Cena”...
El clérigo oficial de la unidad, es el padre John Patrick “Dago Red” Mulcahy (René Auberjonois), el citado “Radar”, el dentista de origen polaco, extraordinariamente dotado a nivel sexual, pero con problemas psicológicos, el Sargento Wade Douglas Vollmer (David Arkin) quien hace también de PA Announcer... y la mojigata señorita Mayor Margaret “Hot Lips” O'Houlihan (Sally Kellerman) finalmente rendida a los encantos del padre Burns, en aquella hilarante escena con micrófono abiertos de por medio, son los personajes de M*A*S*H.
Y además, una escapada a Tokio a jugar al golf, no en vano, es radio Tokio quien ambienta en todo momento la gala, y un partido final de rugby, en donde el equipo contrario, resulta gravemente damnificado por los “Hawkeyes” y “Trappers” de turno, al drogar a sus oponentes con medicinas para tal efecto.
“Hot Lips”
Los principales protagonistas, el Capitán “Hawkeye” Pierce y el Capitán “Duke” Forrest, llegan a una de estas unidades, imprimiéndole un carácter canalla, mujeriego, e infractor a la vida diaria del hospital.
Célebre fue también, la relación de Altman con su elenco, en especial con Sutherland, que intentó que despidieran a Altman como director, al que tachaba de loco, y que su forma de dirigir era caótica.
Y cómo no, hay que recordar la serie “M*A*S*H” que consiguió hitos de audiencia y que, al menos para mí, forman parte de mi recordada juventud, la película M*A*S*H, la descubrí después.
Y no, no me olvido.
También está la canción, sí, la que David nos tarareó dando la pista definitiva.
En clave de comedia negra, y no incurriendo en la carcajada, Altman logra filmar uno de los títulos clave de la década de los 70.
M*A*S*H figura, en alguna lista, como una de las 100 mejores películas de la historia; y en cualquier caso, como una de las mejores comedias.
Basada en M*A*S*H, se creó luego una serie de televisión con el mismo nombre, producida por la CBS, que permaneció en antena en Estados Unidos, desde 1972 hasta 1983.
Sus principales protagonistas fueron Alan Alda, Wayne Rogers, Mike Farrell y Loretta Swit.
Sólo el actor Gary Burghoff, que interpretaba a “Radar” consintió seguir en el mismo papel.
La historia de M*A*S*H se centra en los cirujanos del ejército americano que trabajan en un hospital quirúrgico móvil, de la Armada americana, en La Guerra de Corea, y que desarrollan un estrambótico modo de vida, con el fin de superar lo horrores con que se encuentran día tras día.
Aunque altamente cualificados, y profundamente dedicados a su trabajo, esta irreverente pandilla de disparatados personajes, es igualmente experta en provocar la máxima confusión dentro de la estricta burocracia militar.
“Attention camp compound.
Urine specimens will be required from all pers...
Uh... pe...
Uh, disregard last transmission”
M*A*S*H fue una película anti-Vietnam, y antibélica tremendamente divertida.
Fue un grandioso éxito de taquilla, aunque a las autoridades militares no les gustó, pero a los soldados sí, entre el gran público, y la contracultura pacifista.
M*A*S*H funciona como comedia aún hoy, cuando también se ha de considerar como una de las primeras obras cinematográficas, que marcarían La Edad Dorada del Cine Americano.
Las actuaciones que dan vida a todos estos personajes son grandiosas, pues se basan en un estilo de caricatura, que va desde los manipuladores y astutos Sutherland, Gould, y Skerritt hasta los religiosos y arrogantes Duvall y Kellerman.
Esta última, entrega un rol hilarante, particularmente cuando enloquece frente a un indiferente Roger Bowen.
El ataque de M*A*S*H a la cultura institucional, comienza con la situación misma; aunque se lleva a cabo en un conflicto militar, La Guerra de Corea, rara vez evoca alguna de las imágenes clásicas de horror o gloria, características de un filme bélico y, de no ser por los rangos de los personajes, o por los uniformes, uno podría confundir el desastroso campamento, con una preparatoria, o un hospital de parranda en el día de Año Nuevo.
La falta de orden, se expresa mediante la ausencia de poder que experimentan los oficiales, al enfrentarse a los protagonistas, Hawkeye, Duke o Trapper interpretados con un genial cinismo por Donald Sutherland, Tom Skerritt y Elliott Gould, respectivamente.
Estos encuentros, normalmente, pretenden resultar en un castigo para ellos, después de las muchas travesuras que hacen sin mostrar remordimiento o madurez; sin embargo, ni siquiera los superiores a toda autoridad del Mobile Army Surgical Hospital, pueden regañar a estos divertidos cirujanos, sin ser ignorados como un director de preparatoria por los alumnos, para después ser las víctimas de una broma pesada.
M*A*S*H consiguió la fórmula del éxito, mezclando el horror de la guerra por un lado, con unas situaciones gamberras y desinhibidas por el otro.
Los protagonistas, utilizando el humor como válvula de escape, viven entre mesas de operaciones, y continuas juergas, para poder hacer frente al espantoso mundo que los rodea.
El sexo, el alcohol, las bromas, y las fiestas, hacen que ese microcosmos particular en el que viven, sea un lugar habitable.
Aquel que se ve encorsetado por la moralidad, termina enloqueciendo como en el caso del cirujano interpretado por Robert Duvall.
No obstante, voces del estamento militar y religioso increparon a M*A*S*H.
Los primeros, prohibieron a sus soldados verla, ya que entendían que M*A*S*H incitaba al desacato a los superiores, y a la rebelión en los campamentos.
La iglesia, por otro lado, vio inadecuado el retrato que del cura de campaña se hacía, y por supuesto, no vieron con buenos ojos la satírica escena, en la que se parodia el cuadro de Leonardo Da Vinci “La Última Cena” en la que se celebra en tono festivo el suicidio de un dentista.
M*A*S*H es, al final, un filme hecho de pequeños detalles, que expone inteligentemente, los valores de las generaciones más viejos como una procesión de engaños al desnudar a los causantes de tanto dolor, poner sus gemidos en un altavoz, y etiquetarlos con graciosos apodos, tal como un bromista de preparatoria.
El guión de Ring Lardner Jr. es hilarante en su exploración del machismo, la doble moral, el racismo y la transgresión, y está lleno de momentos memorables, como cuando el “dentista mejor equipado del ejército” se quiere suicidar, porque una falla en su “mecanismo” le hace creer que es homosexual, o cuando los cirujanos deciden descubrir, de manera explosivamente graciosa, si una de sus superiores es una rubia natural.
El tono crítico hacia los personajes conservadores, interpretados por Robert Duvall y Sally Kellerman nunca se pierde, pues son expuestos por los cirujanos, como personajes risibles, que tienden a hacer el ridículo; como humanos falibles, incapaces de ser símbolos militares, o cristianos.
Otro tema ridiculizado, es “The American Way Of Life” cuya parodia alcanza la cima, con la apuesta al respecto de un partido de futbol organizado por los oficiales superiores.
Según ellos, esto es para mantener el espíritu americano vivo en el Oriente, el juego, claro, no apostar, como malentiende el Coronel Blake.
En el juego vemos estereotipos transformándose en lo absurdo, como la situación de derrota, que milagrosamente, se convierte en victoria, no por una clásica dosis de coraje al último minuto, sino por hacer trampa; incluso está presente el insulto racista que crea una tensión, normalmente conquistada, mediante la valentía y la habilidad, aquí resuelta con insinuaciones vulgares, en cuanto a la hermana del rival; las porristas actúan como torturadoras con cantos como “Sixty-nine is divine”, y los entrenadores están más interesados en el dinero, que en derrotar al rival honorablemente.
Su aparente desprolijidad, la vuelve aun más anárquica y vital, y las escenas con abundancia de sangre, sirven como bajadas a tierra que aportan a la comedia, una gravedad y un sentido de denuncia inmediata sin precedentes, y que el director no volvería a repetir.
Hay que comprender, lo fuerte que pegaba el exceso de sangre al público de principios de los años 70.
Salvo los allegados al incipiente cine gore, o a los más violentos policiales y westerns, estarían acostumbrados a ver semejante reguero de sangre.
Aunque el trabajo técnico no es, particularmente impresionante, la canción sobre deseos suicidas de Johnny Mandel y Mike Altman, así como la maravillosa edición de Danford Greene, que hila los episodios mediante anuncios en el altavoz, son muestras de las decisiones del director que, acompañadas por el primer uso de la palabra “fuck” en una película americana de estudio, establecen esta cinta como el trabajo de un verdadero “auteur”:
“All right, Bub, your fuckin' head is coming right off”
Altman, comienza a hacer uso de recursos cinematográficos, muy originales para lo que se acostumbraba en el cine norteamericano de la época, y que luego se convertirían en rasgos autorales propios.
Uno de ellos, fue el de incitar a los actores a la improvisación, para captarlos luego con el uso de un zoom, sin que ellos se dieran cuenta.
Otro, fue provocar a propósito, la superposición de diálogos, que conjuntamente con la sobreabundancia de personajes en una misma escena, otorgaba naturalidad, y cierto aire de caos, y desorden a M*A*S*H.
Me resultó IMPAGABLE todas las intervenciones del P.A. Announcer, no tiene igual.
“Someone get that dirty old man out of this operating theater”
El humor desplegado en M*A*S*H es corrosivo, irreverente, ácido…
La ambientación musical contribuye, de manera importante, al tono desenfadado con sus canciones emitidas por la megafonía del campamento.
Las canciones de Radio Tokio, ayudan a crear ese ambiente distendido, y propicio a la fiesta.
En contraposición la canción “Suicide Is Painless”, con la que comienza M*A*S*H, nos revierte a la canción protesta y melancólica, acompañada por las imágenes de un helicóptero médico repleto de heridos.
La canción fue compuesta por Johnny Mandel, en versión instrumental.
Más tarde se añadió la letra de Mike Altman de 14 años, para su padre, Robert Altman.
Existen varias versiones, entre ellas destacan, las de Manic Street Preachers, Marylin Manson, Bill Evans o Ahmad Jamal.
Esta canción, se convertiría en la sintonía principal de la serie de televisión, y Mike Altman ganó más de un millón de dólares por derechos de autor, curiosamente, 10 veces más, de lo que ganó su padre por dirigir M*A*S*H.
Pero el mayor acierto de Altman, y lo que provoca verdadera estupefacción, aún hoy, es haber abordado a seres humanos que conviven directamente con una de las peores facetas de la guerra, y que en lugar de deprimirse, y enfrentar la situación con una gravedad trágica, aprovechan toda posibilidad de esparcimiento para explotarla al máximo.
Paradójicamente, en un campamento quirúrgico, situado a 5 kilómetros de las líneas de combate, y al que llegan continuamente soldados acribillados, mutilados, incinerados y/o destrozados por las bombas y la metralla, también hay lugar para el sexo, el alcohol, el juego y las bromas.
Para pasarla bien, vamos.
Aquí se echa mano a la capacidad del hombre para adaptarse a cualquier entorno, por opresivo que sea, y a aprender a vivir en él, aferrándose a los placeres terrenales como vía de escape al horror que le toca afrontar a diario.

“Attention.
Due to a possible camp infection, Arlene Chu's Hollywood Grill is off limits.
That is all”



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