Roman Holiday

“Paramount News brings you a special coverage of Princess Ann's visit to London, the first stop on her much-publicized goodwill tour of European capitals.
She gets a royal welcome from the British, as thousands cheer the gracious young member of one of Europe's oldest ruling families.
After three days of continuous activity and a visit to Buckingham Palace, Ann flew to Amsterdam, where Her Royal Highness dedicated the new international aid building and christened an ocean liner, then went to Paris, where she attended many official functions designed to cement trade relations between her country and the Western European nation.
And so to Rome, The Eternal City, where the princess' visit was marked by a spectacular military parade highlighted by the band of the crack Bersaglieri regiment.
The smiling young princess showed no sign of the straing of the week's continuous public appearances, and at her country's embassy that evening, a formal reception and ball in her honor was given by her country's ambassador to Italy.

Gracias a sus monumentos, sus plazas históricas, y su arquitectura monumental Roma aparece el marco perfecto para transcurrir momentos románticos con la persona querida.
Siempre más parejas llegan en Roma para transcurrir unos fines de semana románticos, hasta para elegir el lugar para casarse.
Una boda en Roma es un verdadero “must” y las pequeñas iglesias en los barrios populares como Trastevere y Campo dei Fiori son los lugares más elegidos.
Descubrir la Roma más romántica, comienza sin lugar a dudas, con una visita a la famosa Fontana di Trevi, un hermoso rincón de la ciudad, y donde es tradición, arrojar una moneda al agua de la fuente, pidiendo un deseo.
Continuando luego hacia el Tíber, con sus hermosos y románticos puentes, desde donde se llega al Castelo Sant’Angelo, antigua fortaleza de los Papas, y para culminar nada mejor que ir a La Boca della Veritá, donde los enamorados demuestran, que sus promesas de amor son verdaderas.
La Bocca della Veritá, es lo que realmente hace muy popular a la iglesia de Santa María in Cosmedin, del siglo VI, y se encuentra en el pórtico, en uno de sus lados.
La Bocca es una máscara, de metro y medio de diámetro, que representa al dios Océano.
En realidad se supone que, en un principio, fue una tapa de alcantarilla, pero lo cierto es que no se sabe, a ciencia cierta, cuándo y cómo se colocó en el lugar que ocupa actualmente.
Hay 2 leyendas que explican, por qué se llama “Boca de La Verdad”
Una, la más simple, dice que es porque esta boca nunca ha hablado y, claro, así no hay forma de mentir.
Pero la legendaria, y que todo el mundo conoce, es la que dice que si un mentiroso mete la mano en esa boca de piedra, la máscara le morderá y perderá su mano.
Cada día, cientos de turistas meten su mano en la boca, muchas parejas lo hacen, aún a riesgo de perder la mano donde colocar el anillo para el:
“Sí, acepto”
Y sin olvidar:
El Colosseo, La Plaza del Vaticano, La Plaza de España, La Plaza del Pueblo, La Plaza del Panteón en El Campo de Marte...
“The private and secret longings of a Princess.
Her innermost thoughts as revealed to your own correspondent in a private, personal, exclusive interview”
Roman Holiday es una película dirigida por William Wyler en 1953.
Protagonizada por Gregory Peck, Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power, Harcourt Williams, Margaret Rawlings, Tullio Carminati, Paolo Carlini, Claudio Ermelli, Paola Borboni, Alfredo Rizzo, Laura Solari, Gorella Gori, Heinz Hindrich, John Horne, Andrea Esterhazy, Ugo De Pascale, entre otros.
El guión lo firma Ian McLellan Hunter sinónimo de Dalton Trumbo, y John Dighton.
Roman Holiday ganó 3 Oscar:
Mejor Actriz Principal (Audrey Hepburn), Mejor Narración para el cine, y Mejor Vestuario (Edith Head); y obtuvo otras 7 candidaturas:
Mejor película, director, actor de reparto (Eddie Albert), guion original, dirección artística, fotografía, y montaje.
Roman Holiday fue el primer papel protagonista de Audrey Hepburn en el mundo del cine.
La dulzura y belleza de Hepburn en todo su esplendor, la actriz belga no había realizado grandes papeles hasta entonces; y una vez hecho el rodaje, la productora quería que Gregory Peck, estrella consolidada en Hollywood, encabezara en solitario los créditos.
Pero Peck se negó, argumentando que Audrey Hepburn iba camino de ser una gran estrella.
Roman Holiday catapultó a Audrey Hepburn a la fama, la química establecida entre ella, Peck y Albert es tan evidente, que se plasma en el encanto de las relaciones humanas simples, felices, y sencillas, que genera la personalidad fresca, rebosante y espontánea de Hepburn.
Curiosamente, La Hepburn trascendía el concepto de sexy, y si de hecho destacó tanto en el momento en que la conoció el mundo, fue debido en gran parte, a que era muy diferente de las nuevas grandes estrellas femeninas que triunfaban en aquel momento, que solían caracterizarse por su sensualidad y voluptuosidad.
Con su prestancia y su belleza aristocrática, iba a resultar una rara flor en el Hollywood de los 50.
Audrey Hepburn causó tanta sensación cuando se estrenó Roman Holiday en agosto de 1953, que consiguió aparecer en las portadas de las revistas Time y Life en septiembre de ese mismo año.
De hecho, John F. Kennedy le dijo a un periodista que Roman Holiday era su película favorita de todos los tiempos, y Audrey Hepburn su actriz favorita.
Una gran parte del éxito, fue atribuido a la fascinación real del público en aquella época, con Su Alteza Real La Princesa Margaret, Condesa de Snowdon, y su romance con el divorciado Peter Townsend, ayudante de George VI, al cual tuvo que renunciar en 1955.
Por su parte, Wyler corrió el riesgo de contratar como guionista a Dalton Trumbo, hombre marcado por la Comisión de Actividades Antiamericanas del Senador McCarthy.
Trumbo trabajó bajo el sobrenombre de Ian McLellan Hunter y 40 años después, Roman Holiday se reeditó con la introducción del nombre Dalton Trumbo, en los títulos de crédito en 2002.
No obstante, en 1992 de forma póstuma, le fue concedido un Oscar por el guión de Roman Holiday a Trumbo, guionista original no acreditado, el cual se registra a su nombre, el Oscar que le correspondía; de hecho se entregó un Oscar totalmente nuevo a la viuda de Trumbo, Cleo, dado que el hijo de Dalton no había querido tener el detalle de desprenderse del que le habían dando a su padre.
La huella de Trumbo se advierte, entre otras cosas, en la crítica a la aristocracia, a los trajes de gala, al exhibicionismo de joyas, a los bailes protocolarios, al servicio doméstico a cargo de condesas, etc.
“Each, in its own way, was unforgettable.
It would be difficult to Rome!
By all means, Rome.
I will cherish my visit here in memory as long as I live”
Roman Holiday supuso toda una innovación en el rodaje de exteriores.
Wyler desechó la idea de rodar con escenarios artificiales, porque quería que la auténtica Roma fuese la tercera protagonista.
Así, Roman Holiday sería el primer proyecto hollywoodiense, que sería rodado enteramente en localizaciones europeas después de La Segunda Guerra Mundial.
Roman Holiday es una encantadora aventura amorosa, que comienza viciada por la mentira y la ambición ruin, pero que poco a poco, va dejando lugar a sentimientos muy conmovedores, donde vemos la impotencia de no poder llevar adelante la felicidad, ya que el amor no pudo trascender las barreras de linajes y desigualdades sociales.
Roman Holiday está presentada más en forma de comedia, que de drama intenso, ya que hay muchos toques cómicos.
La forma como Wyler combina todos esos ingredientes de comedia, romanticismo, ciudad, protagonistas, música, para contar una historia de amor, que parece inverosímil, pero que termina siendo real y sensata; con una temática muy actual entre el periodismo de intromisión que se practica hoy día.
Wyler deja constancia de su poderoso vigor narrativo, creando una atmósfera de elegancia, encanto y simpatía, que cautiva la atención del espectador, y seduce su complicidad, añadiendo trazos de humor ligero, blanco y festivo, que resuelve sumando palabra e imagen.
Algunos planos, han pasado a formar parte de la memoria del cine, y el largo plano de la salida de Joe del salón de audiencias, rodado en “travelling” inverso es memorable.
Roman Holiday sentaría precedentes para muchas otras comedias románticas que habían de venir; aunque su trama no era totalmente original, su historia de la princesa o Cenicienta, que quiere vivir un día como una persona normal, y el hombre apuesto, un periodista, que se la encuentra, y al principio se queda con ella por el interés de una exclusiva, sería imitada decenas de veces.
Gracias a la impecable dirección de Wyler, y a la química de los actores, la majestuosa Ciudad Eterna, y el desparpajo de sus habitantes, Roman Holiday resulta una comedia romántica deliciosa, inocente, entretenida, y con una conclusión bastante lógica, algo que no siempre se da en el género, y es de agradecer.
“I hate this nightgown.
I hate all my nightgowns, and I hate all my underwear too”
La acción principal tiene lugar en Roma a lo largo de unas 24 horas.
Anya "Smitty" Smith o Ann (Audrey Hepburn) es una princesa de un país no especificado, la cual se encuentra en Roma en visita oficial.
Cansada de sus obligaciones y de la soledad de su mundo real, decide escaparse durante la noche, y vivir la vida de un ser común y corriente, sin formulismos ni pantallas sociales.
Se queda dormida en la calle, y es recogida por un americano quien la lleva a su apartamento en Via Margutta nº51, y la acuesta en su propia cama.
El americano resulta ser un periodista llamado Joe Bradley (Gregory Peck) quien se ofrece a hacer de guía para ella en Roma.
En un principio, el principal interés de Bradley, al reconocerla como la princesa que es, es conseguir una exclusiva de 5,000 dólares sobre sus vivencias en su momento sabático, pero sin que ella se dé cuenta, y para ello hace que su amigo y fotógrafo, le saque fotos a escondidas para después publicarlas y hacerse famoso.
Ella está encantada por conocer la ciudad como una persona más.
Durante el día que pasan juntos, se divierten, pasan bochornos en la vía pública, van a una fiesta nocturna, surge algo entre ellos, hasta que descubren que se han enamorado.
Cuando la ausencia de la princesa ya no se puede prolongar, surge el conflicto entre el deber y los sentimientos, y la princesa debe tomar una dura decisión.
Ella se despide de Bradley, diciendo que jamás olvidará esos momentos, y se besan apasionadamente como despedida final.
Bradley decide no publicar las fotos, como una forma de respetar la privacidad y los sentimientos albergados mutuamente, y en una recepción oficial de la princesa Ann a la prensa, Bradley y su amigo concurren, y le pasan las fotos a la princesa, quien agradece la confidencialidad, y ella devuelve la mirada de amor a Bradley y una hermosa sonrisa, para despedirse en silencio.
“La princesa está triste.
¿Qué tendrá la princesa?”
Decían unos versos del poeta modernista Rubén Darío.
En esta ocasión, lo que le sucede a la muchacha es que está harta de sus responsabilidades diplomáticas, le duelen los pies de tanta recepción a embajadores y nobleza de la vieja Europa, y quiere volar libre por las dicharacheras vías romanas, con sus vespas, bicicletas, y antiguos monumentos iluminados por un tórrido sol.
Lo malo, es que topará con un simpático, pero embustero corresponsal americano, de aviesas intenciones.
El amor echará todo el trajín al traste, y es que ya se sabe...
No se puede mezclar el placer con los negocios.
La princesa envidia al ciudadano de a pié, y envidia su libertad, pero a la vez, siempre es consciente de su papel, de su cargo, y de las responsabilidades que ello conlleva.
Aún así, la princesa Ann decide escaparse para vivir unas jornadas fuera de aquella esclavitud, y poder mostrarse como persona y como mujer libremente.
Los días que pasa y las diferentes aventuras que vive, junto con Joe serán inolvidables para los dos, y acercan el papel de la princesa al del pueblo.
El director consigue mostrarnos que la princesa necesita reír, llorar y sentir como todo ciudadano del pueblo lo hace, y que en el fondo, las necesidades del alma de un ser humano, no son tan diferentes por el hecho de pertenecer a una u otra clase social.
Sin exageraciones, sin extravagancias, sin fantasías, el amor va saliendo a flote entre los protagonistas, a medida que recorren la bella ciudad, la ternura de la joven doblegara el corazón del galán, quién sin querer, logra conquistar a la princesa.
Los 2 se enamoran, y son consientes de su realidad.
El final es muy emotivo, y nos deja de plano una enseñanza importante, sin caer en la cursilería en que, generalmente, terminan las historias de amor.
“Is this the elevator?”
Roman Holiday está realizada como una fábula moderna, sobre un tema que ha dado mucho para escribir, como lo son, esas responsabilidades tan prematuras de los hijos de las monarquías, pero a la vez un mensaje a la juventud y los padres, sobre los valores que se les debe inculcar a los hijos, y tratar que la adolescencia sea una época maravillosa de vivir pero con responsabilidad.
Extrañamente, tantos protocolos y restricciones, hacen que estos jóvenes de las monarquías actuales, y de las familias ricas, se vean constantemente incluidos en escándalos.
También, no hay que perderse los hermosos paisajes de esa Roma entrañable, esplendorosa y cautivadora.
Los cuales nos llenan y nos maravillan, sirviendo de acompañamiento ideal como contexto al desarrollo de una narración que te divierte, y con su desenlace, te hará llorar sin lugar a dudas.
A tener en cuenta, Roman Holiday posee uno de los desenlaces más tristes y dolorosos que me ha tocado visionar, la contención, y ese dolor por no poder estar al lado de quien se ama, te conmueve, demostrando que los cuentos de hadas no siempre son felices.
Audrey Hepburn y Gregory Peck, conectaron bastante bien durante el rodaje, incluso, hubo rumores de que tuvieron una relación amorosa, rumores desmentidos por ambos.
Sin embargo, Audrey añadió:
“En realidad, sientes algo de amor por tu pareja en la película.
Si vas a interpretar un romance, tienes que sentirlo.
No lo puedes hacer de otra manera.
Pero no lo lleves más allá del plató”
Audrey, se encumbra en Roman Holiday, como representante de un nuevo tipo de diva.
Una, dónde el glamur es innato, y no viene derivado del maquillaje, y es que ella era todo elegancia natural.
Su formación en ballet, le proporcionó un cuerpo que aunque no era el prototipo de la época, consiguió sacar el máximo partido, convirtiéndose también, en un icono de la moda.
Sus zapatos plano, los pantalones pitillo y cortos, su cintura de avispa, y sobre todas la cosas su flequillo, marcaron, marcan y marcaran durante, aún, muchos años.
Prueba de lo anterior, fue su cercana relación profesional con Hubert de Givenchy, quien le diseñó muchos trajes para sus películas posteriores, convirtiéndose la Hepburn en su musa #1, de hecho, La Divina Maria Callas, sentía gran admiración por esta actriz.
Por otro lado, Gregory Peck siempre me ha parecido un hombre bueno y recto, con papeles de galán, como el caso que nos ocupa, o de héroe; y en Roman Holiday, borda su papel de periodista avispado que acaba enamorándose de su “presa”
Las 2 estrellas tienen como excelente secundario a Eddie Albert, que derrocha toques de humor muy acertado y cierto encanto, casi en competencia con el gigantesco Peck.
Para la posteridad, quedaran muchas secuencias, como por ejemplo:
El inicio, y ese “travelling” dentro de la recepción con Audrey vestida, exquisitamente, de blanco y tiara.
La Boca de La Verdad, donde Gregory Peck le hizo una broma a Hepburn, haciéndole creer que la boca de la escultura le había arrancado la mano, tal como dice la leyenda.
Curiosamente, Hepburn se sorprendió de verdad, y no pudo evitar salirse del personaje, y su reacción es la que vemos en Roman Holiday, en la única toma que bastó para realizar la escena.
La secuencia en la Embajada fue rodada con nobleza auténtica italiana, que donaron sus salarios a la caridad.
Los periodistas al final de Roman Holiday eran reales también, entre ellos, 2 españoles, Cortés Cavanillas, “ABC”, Madrid y Moriones, “La Vanguardia”, de Barcelona.
Si olvidar el baile en el barco, y sobre todo ese paseo en Vespa por la ciudad, que no sólo multiplicaría las ventas y popularidad de la moto, sino que haría volar la imaginación de gran cantidad de los espectadores que acudieron a verla, imaginándose a sí mismos, montando en Vespa con su ídolo, ya fueran Audrey o Gregory, ese fue otro de esos momentos icónicos, que quedarían grabados para siempre en la historia de Hollywood.
Sin embargo, no me gustó que la Princesa haya sido preparada para ser ama de casa también, en la escena cuando estaban en el cuartucho de Peck, y le dice que sabe cocinar, lavar, y todas esas cosas destinadas para la mujer, por una sociedad machista, pero bueno, Roman Holiday es hija de su tiempo, y así también eran las mujeres en esa época; pero insisto, tampoco era necesario, que el personaje de Peck, se comportara algo grosero con ella en ciertas escenas antes de corroborar su identidad real.
Aquí vemos de manifiesto lo escrito por Trumbo y las diferencias de clase, hasta en el trato, cuando se es una persona corriente y una de sangre azul.
Roman Holiday es un fábula interesante, y para ambos protagonistas, simboliza un tipo de “road movie” introspectivo, donde cada uno aprende de sí mismo, y maduran juntos mientras se van conociendo.
Para ella, supone una escapada hacia la libertad, un día inolvidable.
Para él, una exclusiva extraordinaria, en compañía de la muchacha más dulce y atractiva, que ha conocido en su vida.
Para ambos, agradables y extraordinarios momentos, que ninguno de los 2 podrán olvidar.
Para nosotros...
Para nosotros Roman Holiday supone una gran película.

“And that will be the end of the fairy tale”



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