Sayonara

“The pleasure does not lie in the end itself.
It's in the pleasurable steps to that end”

Durante la Segunda Guerra Mundial, las relaciones entre Estados Unidos y Japón continuaban deteriorándose, debido a que existía una enemistad entre estos países, por sus respectivas ambiciones neocolonialistas en el Pacifico y el Lejano Oriente.
Luego del ataque japonés al Pearl Harbor, el cual fue el origen que desató el enojo de los Estados Unidos hacia los Japoneses, debido a la cantidad de daños, muertos y heridos que generó la Armada Imperial Japonesa, el presidente Roosevelt, a pesar de la falta de evidencias, o pruebas creíbles, sucumbió a la insistencia de que los japoneses debían ser clasificados como “extranjeros enemigos”
Por tanto, redactó la solicitud al Congreso para la declaración de guerra a Japón, la cual se llevó a cabo, una tarde del 7 de diciembre de 1941, con el fin de frenar el avance japonés, y el miedo que dominaba el país, debido a posibles futuros ataques.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Japón fue ocupado por las fuerzas aliadas, lideradas por los Estados Unidos, con contribuciones de parte de Australia, la India británica, el Reino Unido, y Nueva Zelanda.
Esta presencia de ocupación extranjera, constituyó la primera vez, que la nación-isla, era ocupada por una potencia extranjera desde su unificación.
El Tratado de San Francisco, firmado el 8 de septiembre de 1951, marcó el fin de la ocupación aliada y subsecuentemente entró en vigor el 28 de abril de 1952, cuando Japón se convirtió, nuevamente, en un estado independiente.
Por otro lado el Sentimiento anti-japonés no desapareció, e implicaba el odio, el rencor, la desconfianza, la deshumanización, la intimidación, miedo, hostilidad, y / o antipatía general, hacia el pueblo japonés como grupo étnico o nacional, a Japón, a la cultura japonesa, y/o cualquier cosa japonesa.
Algunas veces, también se usaba el término “Japanophobia”
Debido a este contexto, la condición de los japoneses, en su país y en Estados Unidos no era nada agradable.
Ya existía un odio entre ellos por los conflictos presentes, y el Gobierno estadounidense respondió ante esta situación, culpando a los japoneses como sospechosos de espionaje, traición y deslealtad, estigma que duró mucho tiempo acabada la Segunda Guerra Mundial.
Varias películas, que ponían el énfasis en la comprensión y tolerancia hacia otras razas y nacionalidades, tuvieron la guerra como trasfondo.
Algunas leyes militares, incluso prohibían a los militares, contraer matrimonio, contrariando las normas que dictare al respecto el Poder Ejecutivo.
Si el acto se celebrase contrariándolas, no por eso el acto es menos válido, pero el militar se expone a sanciones inherentes a su estado, que pueden llegar incluso a la destitución y la prisión.
Igualmente, los diplomáticos no podían casarse, sin autorización del Ministerio de Relaciones Exteriores, autorización que en caso de que la persona con la cual quiera casarse fuera extranjera.
Como en el caso anterior, la falta de autorización, no anulaba un matrimonio, sólo daba lugar a sanciones administrativas.
“I'm so frightened and confused.
I cannot think.
I cannot even understand your thinking”
Sayonara es una película dramática de 1957, dirigida por Joshua Logan.
Protagonizada por Marlon Brando, Miiko Taka, Red Buttons, Miyoshi Umeki, James Garner, Ricardo Montalban, Patricia Owens, entre otros.
El guión es firmado por Paul Osborn, a partir de la novela del mismo nombre, del escritor estadounidense James Albert Michener.
Michener nació en 1907, y murió en 1997, el cual en 1929, se graduó en el Swarthmore College, con los máximos honores en sus estudios de inglés e Historia.
Durante la década de los años 30, Michener se dedicó a viajar, y a labores de maestro en Inglés en diversas escuelas de su país.
Para 1939, ya estaba trabajando en la editorial Macmillan Publishers en la edición de libros sobre educación, y estudios sociales.
Al entrar los Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial, Michener fue enrolado en la marina, sirviendo como Teniente en diversos barcos, en operaciones en el Océano Pacífico Sur, lo cual le permitió observar el comportamiento de los hombres en combate, y en 1946 publicar, fruto de esa experiencia, el primero de más de 40 obras, entre novelas, recopilaciones de cuentos, y crónicas de viajes, que le dieron un amplio reconocimiento entre los lectores, llegando a estar muchos de sus libros, entre los más vendidos de su tiempo, y que fueran llevados al cine varios de ellos, entre los que estaría “Sayonara”
Sayonara fue todo un éxito en el cine y ganó 4 Premios de la Academia de las 10 candidaturas con las que contaba:
Sayonara obtuvo el Oscar al Mejor Actor Secundario para Red Buttons, Mejor Actriz Secundaria para Miyoshi Umeki, Mejor Sonido y Mejor Dirección Artística; y fue nominado como mejor película, mejor actor (Brando), director y guión adaptado.
Miyoshi Umeki fue la primera actriz asiática en ganar un premio de la Academia de Hollywood.
Joshua Logan, un tejano que se inició en el cine en 1938 y se retiró en 1969, dirigió en esos 31 años, sólo 10 películas, pero algunas de ellas fueron muy estimulantes, como Sayonara.
Inspirado en hechos reales, en su época, Sayonara fue una valiente protesta contra el exacerbado racismo militar, y la burocracia, que pretendía controlar las emociones de los soldados.
Hoy se sigue sosteniendo, además, por las estupendas actuaciones de sus protagonistas, incluyendo un Marlon Brando esplendoroso.
Curiosamente, el año anterior, Marlon Brando había protagonizado otra película, sobre las relaciones entre los japoneses y los militares estadounidenses, “The Teahouse Of The August Moon”, pero esa vez, Brando había interpretado el papel de un japonés; el cual, aprovechándose de su peso cinematográfico “obligo” al estudio cambiar el final de Sayonara para que los protagonistas terminaran juntos.
Sayonara contiene muchos corazones, muchas flores, y música suave de violín, pero en el fondo, ataca los prejuicios que existen tanto entre los japoneses como entre nosotros como occidentales, así como en el campo militar y de derechos humanos.
Sayonara posee una imagen, de la belleza y de la sensibilidad, y muestra que el amor entre seres de distinta raza, podía terminar en tragedia por culpa de los prejuicios raciales.
Estamos, pues, frente a un melodrama, con un escenario y un marco histórico, que le proporcionan sus tensiones, además, está el asunto de la sociedad y el individuo, la individualidad y su lucha dolorosa por “ser”
Pero vayamos a Sayonara, en que partiendo de ciertos elementos que hacen pensar en una reescritura de la “Madama Butterfly” de Giacomo Puccini, en la cual Lloyd “Ace” Gruber (Marlon Brando) un comandante de la Fuerza Aérea, en labores de combate en Corea, en 1951, es trasladado a labores de escritorio en Japón, pues es el novio de Eileen Webster (Patricia Owens), hija del General Mark Webster (Kent Smith), que lo quiere dejar lejos de los riesgos del combate.
Gruber, de origen sureño, desde un inicio nos da muestras de su presuntuosidad racista y sentimiento de superioridad, al tratar de convencer al piloto Joe Kelly (Red Buttons) de no casarse con una chica japonesa llamada Katsumi (Miyoshi Umeki)
A la postre, acepta ser el padrino de la boda, lo cual le acarrea problemas con su suegros y otros miembros del ejército, pues las órdenes son de desalentar la fraternidad y, sobre todo, los matrimonios con las chicas asiáticas.
Presionado por su novia Eileen a casarse, Gruber tiene dudas sobre un romance entre “dos hijos del ejército” cuyos padres los han presionado desde niños, a ser pareja, por lo que deciden dejar de verse.
Entonces, Gruber acompaña a su amigo, el capitán Mike Bailey USMC (James Garner), que tiene relaciones con una actriz del “Matsubayashi”, que es el teatro japonés, en donde son puras mujeres las que hacen los papeles, tanto femeninos como masculinos, de las obras que presentan, y allí, queda fascinado por la belleza de la actriz principal Hana-Ogi (Miiko Taka), a la cual empieza asediar, hasta que Katsumi, convertida en esposa de Joe Kelly, logra que su amiga Hana-Ogi, acepte ir a una cita a su casa, para conocer a Gruber, empezado así un romance sin esperanza, debido a los prejuicios raciales, tanto japoneses como estadounidenses, sobre todo, por la posición que Hana-Ogi ocupa en el “Matsubayashi” y Gruber en la alta esfera militar de su país.
Las dificultades para consumar su relación vendrán dadas, precisamente, por las leyes restrictivas sobre la unión entre americanos y japoneses.
Sin embargo, Sayonara no fue la primera de las películas de la época, que planteaba los problemas para aceptar los matrimonios entre los soldados y las chicas japonesas, pero si fue la que mayor difusión y popularidad tuvo en su momento, por el marcado tono de romanticismo que le imprimió Logan a su puesta de escena, junto con una tierna música, acompañada de una bella fotografía, y muestra de diversas costumbres de los japoneses, tanto del “Matsubayashi” como del teatro “Kabuki”, en donde todos los papeles, en contrapartida al otro, son exclusivamente interpretados por hombres, tanto los roles masculinos como femeninos, al igual que las costumbres cotidianas en el hogar, en sus diversas ceremonias, pero para los espectadores de aquellos años, Sayonara era toda una novedad, aceptando por ello, el largo metraje, cercano a los 150 minutos; pero creo que como una historia de amor y de entendimiento al “otro”, cuando nos quitamos los prejuicios que nos separan, Sayonara sigue funcionando, sobre los obstáculos, casi insalvables, para poder sobrevivir los amores interraciales, como en el caso de Kelly y Katsumi, los cuales ante la intolerancia, y la orden de que Kelly regrese a los Estados Unidos, sin poderse llevar a su esposa, los lleva a la tragedia.
Sayonara trata de las relaciones entre los japoneses y los soldados americanos, estacionados en ese país, después de La Segunda Guerra Mundial.
Los acontecimientos del episodio, han hecho ver la discriminación, por parte del ejército a las parejas mixtas que surgieron fuera de ley.
Se cuenta la historia y la pelea de dichas parejas, para poder expresar su relación en ambos países, sin tener que dar justificación alguna.
El personaje de Brando es el que sufre mayor evolución a lo largo de la trama, y pasa de una orilla a la otra, de una manera natural y equilibrada.
Brando sabe darle a su personaje, una carnalidad incontestable, algo que, viendo a sus compañeros de reparto, era inusual en esa época.
De todas las escenas, el monólogo final, cuando Brando intenta convencer a su chica de por qué no deben separarse, y tienen que amarse para toda la vida es impagable, además de otra que sucede con anterioridad y que me esfuerzo en no revelar.
Pero esa escena de Brando es lo más conmovedor que se ha visto en cine, para morirse de amor con un monstruo sagrado como él (o ella), más creíble y hermoso que nunca.
Curiosamente, durante el rodaje, Brando y Logan estaban de acuerdo sobre temas importantes, incluso con el acento sureño del actor.
Brando había adoptado el lenguaje, y las actitudes de sus compañeros de clase en Shattuck; recordaba aquel encantador comportamiento que cubría la frialdad de su fanatismo.
Logan, que estaba familiarizado con el acento del Sur desde su infancia en Louisiana, no encontraba falla alguna en Brando.
Logan accedió también al deseo de improvisar de Brando, pues el director admitía que el papel de Lloyd Gruber, no estaba bien definido en el guión, y que alguna improvisación, podía muy bien mejorarlo.
Logan ordenó que se iluminaran los escenarios, a fin de que Marlon pudiera recorrerlos a su gusto, al mismo tiempo que daba instrucciones a los demás actores, para que estuvieran preparados para contestar el diálogo de Brando, aunque no figurara en el guión.
El resultado de todo esto, proporcionó una gran sensación de realismo, a una obra extremadamente romántica.
Pero, existió desacuerdo en otros puntos, y a veces, parecía que Brando probara toda la fuerza de su voluntad contra la del director.
Una de las últimas escenas de Sayonara, precisamente la última, tenía lugar en la sala donde guardaban las pelucas en un teatro japonés, cuando el comandante iba a decir a la actriz que se casarían.
Al empezar el ensayo, Marlon entró precipitadamente en la sala, cogió a Miiko Taka, y a gritos le dijo, que tenía intenciones de casarse con ella.
Logan quedó asombrado ante la furia de la actuación del actor, y le dijo:
“Marlon… esto no está bien.
No podemos consentir que te comportes de forma tan inhumana”
“¿Por qué diablos no puedo hacerlo así?”, dijo Brando.
“¡Porque destrozas todo el ambiente de la escena!, le respondió Logan.
Un momento después, los 2 hombres vociferaban de mala manera, y todos los presentes les miraban silenciosos y asombrados.
Logan se percató de la impresión que causaban a los técnicos y artistas, y propuso continuar la discusión en su camerino.
A pesar de todo, el actor no estaba más cohibido al encontrarse solos, y seguía gritando.
“¡Pero… maldita sea!
¡Como yo lo he hecho es como debe representarse la escena!”
“Marlon, se supone que tu representas a un hombre ya maduro” insistía Logan, “debes dominar la situación constantemente…
Si entras atropellándolo todo, como un toro asustarás al público”
“¡Un cuerno!
Lo que hice es lo que el público espera de mí, y en toda la película no he interpretado una sola escena violenta” (…) el paréntesis es mío.
Logan continuó tratando de hacerle comprender, que el comandante podía ser un hombre de genio fuerte, pero que sabía reprimirse.
Finalmente, Brando accedió a interpretar la escena, un poco a como él quería, y otro poco como Logan deseaba.
Y el resultado fue antológico.
Sayonara es una ejemplar película, como ejemplares son las actuaciones de Marlon Brando, o de Miiko Taka, especialmente de ésta, interpretando a un tipo de mujer de tradición sumisa, delicada, tierna, dulce, servidora de su esposo; mujer que muchos hombres en el planeta, empiezan a echar de menos.
¡Ah qué tiempos, y qué maravillosas mujeres aquéllas, tan distintas de hoy en día, que en gran parte están amañadas, estresadas, y amargadas de tanto querer competir, o andar empeñadas en ponerle a los varones, el tacón sobre la yugular!
Pero, como ya señale antes, Red Buttons ganó el Oscar de Mejor Actor Secundario por sobre un monstruoso Marlon Brando, que a pesar de estar nominado en la categoría de mejor actor, ese año, el Oscar fue para Alec Guiness por su célebre Coronel Nicholson de “The Bridge On The River Kwai”, sin embargo, más allá de los reconocimientos, es indudable que se trata de una de las grandes interpretaciones de Brando, uno de los grandes actores, sino el mejor del cine norteamericano, en el siglo XX.
Cabe destacar a un ENORME Ricardo Montalban, en uno pocos pero convincentes minutos, que lo destaca en su interpretación de Nakamura, uno de los actores del teatro “Kabuki”
Por otro lado, despista un tanto, que algunos papeles de japoneses fueran ejecutados por actores no nativos, los efectos son un tanto cuestionables, a pesar de que Montalban, por ejemplo de origen mexicano, hace sus esfuerzos.
Pero confieso, que el relato de las costumbres japonesas es fiel a la tradición, y se hace con gusto y respeto, consiguiendo una buena dosis de costumbrismo en pasajes del largometraje.
“It is very bad of me!
But I cannot help myself!
He's so tall!”
Sin embargo, la controversia histórica, gira sobre Sayonara, y es por la llamada “prostitución militar japonesa”
La correspondencia militar del Ejército Imperial Japonés, muestra que el propósito de facilitar “Las Estaciones de Confort” era la prevención de crímenes de violación, cometidos por los soldados, y así evitar hostilidades con los pobladores en los países ocupados.
Dado el carácter abierto, y la bien organizada prostitución en Japón, era lógico que tuviera una organización de prostitución al servicio de las fuerzas armadas.
El Ejército Imperial Japonés, estableció “Las Estaciones de Confort” para prevenir enfermedades venéreas y violaciones por parte de los soldados, para proveer “confort” a los soldados e interceptar el espionaje.
Pero “Las Estaciones de Confort” no fueron la solución a los 2 primeros problemas.
De acuerdo con el historiador japonés Yoshiaki Yoshimi, estas agravaron el problema.
Yoshimi aseguró:
“El Ejército Imperial Japonés, temía que el descontento de las tropas pudiera transformarse en una revuelta o un amotinamiento.
Por esto los proveían de mujeres”
Controversial o no, para mí, Sayonara es inolvidable, sensual, cosmopolita, de amores sublimes, de sumar y no restar lo humano, por muy distinto que sea el color, las costumbres, o la geografía de procedencia.
Por tanto, Sayonara es una película aleccionadora en valores integrales humanos, antirracista, anti etnocentrista, fomentadora de la empatía necesaria para amar, y compenetrarse con lo que es distinto o no.
Sayonara pertenece a nuestra esfera de lo ideal, lo sagrado, lo correcto, lo conveniente, lo patriótico, lo familiar o lo “amigo”
Sayonara nos habla de las consecuencias de la guerra, una vez finalizada, en un país como Japón; consecuencias que afectaron durante años, socialmente hablando, y naturalmente a los japoneses, pues ellos fueron los perdedores, pero como cosa curiosa, también afectaron y de manera negativa, como Sayonara nos muestra, a los propios vencedores... y es que cuando predominan las leyes de los uniformados... mal asunto.
Otro aspecto precioso, que resalta esta obra, es que cuando un hombre y una mujer se aman intensamente, con ese tipo de amor que no puede ser sustituido por ningún otro ser humano, hay que ser valientes, y lanzarse a unificarlo, a custodiarlo entre ambos, por más que se constituyan en 2 advenedizos señalados y segregados por el mundo.
Cuando el amor es de tal trascendencia y pasión, hay que defenderlo y salvaguardarlo, le pese a quien le pese, sino…

“Sayonara”



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