Albert Nobbs

“A man with a secret.
A woman with a dream”

Es conocido, el tortuoso camino que la mujer ha tenido que recorrer a lo largo de la historia; pese a sus virtudes, y a su vital importancia social, el género femenino primordialmente se ha mantenido marginado de realizar ciertas actividades.
Durante siglos, y lamentablemente aún a la fecha, en muchas sociedades, se ha acostumbrado a tomar todo tipo de decisiones por la mujer, desde con quién será desposada, hasta cuántos hijos va a tener, pasando por sus rutinas diarias…
Estas limitaciones, han ido orillando a las mujeres, a tomar ciertas acciones que para muchos, pueden parecer inconcebibles, pero que tal vez, podrían ser las únicas alternativas posibles; si bien hay situaciones en donde la mujer se ha tenido que someter, otras en donde deciden por convicción, limitarse a lo que su vida les permite; y otras en que han encontrado caminos alternos, donde se ven en la necesidad de poner en riesgo su propia identidad.
No es lo mismo decidir dejar de ser quien eres por convicción, que por necesidad.
La Inglaterra Victoriana, fue una sociedad encorsetada bajo los estragos de La Revolución Industrial y sus penurias, sobre todo, para aquellos desesperados por mantener el tipo, y sobrevivir dentro de una sociedad competitiva y brutal.
Se dice que “El Matrimonio de Boston”, es una expresión acuñada en el siglo XIX, para definir a los hogares formados por 2 mujeres, sin presencia masculina, tuvieran relaciones sexuales o no.
Debemos tal expresión, al modo de vida de la novelista, Sarah Orne Jewett, que estableció una estrecha amistad con la escritora Annie Fields, y su esposo, James Thomas Fields, editor del “Atlantic Monthly”
Tras la repentina muerte de este, Jewett y Annie Fields, vivieron juntas durante el resto de la vida de Jewett.
“Hay que recordar, desde Freud, que hemos visto todo a través de esta lente muy sexualizada”, declara Peggy Wishart, responsable del centro que alberga las conferencias al diario “The Atlantic”
“Para una persona victoriana, creo que era casi imposible, tener el concepto de homosexualidad que ahora tenemos”
Así pues, una mujer que finge ser hombre, es algo que hasta en nuestra época causa revuelo, ahora imagínese en el siglo XIX.
“Dear Jesus, I don't know what makes people live such miserable lives”
Albert Nobbs es un drama dirigido por Rodrigo García, en el año 2011.
Protagonizada por Glenn Close, Mia Wasikowska, Aaron Johnson, Jonathan Rhys Meyers, Brendan Gleeson, Maria Doyle Kennedy, Janet McTeer, Brenda Fricker, Pauline Collins, Bronagh Gallagher, Michael McElhatton, entre otros.
El guión es de Glenn Close, John Banville, y Gabriella Prekop, y está basado en “The Singular Life Of Albert Nobbs” (1918), una historia escrita por el novelista George Moore, cuyo tema principal es, la vida de un hombre con aspiraciones de una existencia mejor, que ha llegado al punto de olvidar qué es lo que realmente desea:
La libertad.
Esta obra sorprende y encanta desde el primer momento:
Sorprende por su modernidad, tanto formal como temática; encanta por el tratamiento exquisito que George Moore sabe dar a las emociones de los personajes.
Es una novela muy breve, de 144 páginas, incluyendo el epílogo del traductor, y sus diálogos ágiles, la utilización, muy a menudo del estilo indirecto libre, las descripciones sutiles, y el juego de planos narrativos, hacen que su lectura resulte todavía más breve.
Trata temas como:
El matrimonio homosexual, la realización personal, el sentimiento de paternidad, la identidad sexual, son tratados con gran naturalidad, y abordados en su dimensión más profunda, con sencillez.
Esta novela breve, perteneciente a la colección de cuentos orales “A Story-Teller’s Holiday”, relata con una modernísima técnica narrativa, las andanzas y dificultades de una mujer, que se ve obligada a hacerse pasar por un hombre, para poder ganarse la vida en la Irlanda de los años 1860.
Asuntos tan controvertidos hoy, como el matrimonio homosexual, o el derecho de los homosexuales a la paternidad, son abordados con una naturalidad escalofriante para la época, una obra que perdura en nuestra memoria, como una breve joya literaria de valor atemporal y, su protagonista, como símbolo universal de los seres marginados por las convenciones sociales.
Este relato, se llevó en multitud de ocasiones al teatro, hasta que en 1982, fue la actriz Glenn Close quién la protagonizó.
Desde entonces, Close ha estado interesada, en llevar este personaje al cine, y a punto estuvo de hacerlo, a principios ya, del siglo XXI, junto al director, Istvan Szabo, pero el proyecto se canceló, por falta de financiación.
Una década después, el proyecto es una realidad, gracias al empuje de Close, que además es coguionista de la adaptación, que ha llevado al cine su buen amigo, Rodrigo García, hijo del famoso escritor colombiano, Gabriel García Márquez.
Albert Nobbs obtuvo 3 nominaciones al Premio Oscar:
Mejor actriz principal (Glenn Close), actriz secundaria (Janet McTeer), y maquillaje.
La historia, está ambientada en Dublín, durante la década de 1860; son tiempos difíciles, en los que a veces, la emigración parecía la única salida, a una situación donde la pobreza, y la falta de oportunidades, se cebaban especialmente con la clase obrera, la más humilde.
Albert Nobbs (Glenn Close), nos plantea a una mujer, que se ve obligada a disfrazarse de hombre, para poder trabajar en unos tiempos muy difíciles para Irlanda.
Nadie de su entorno, se ha percatado de esto, en los últimos 30 años, ni siquiera sus compañeros de trabajo en el hotel, donde además Nobbs reside.
Allí, Albert trabaja para poder ahorrar lo suficiente, para algún día montar su propio negocio.
La llegada de Hubert Page (Janet McTeer), un pintor al que le obligarán a dar alojamiento en su cama, mientras termina sus trabajos en el hotel, supondrá una grieta en su pantomima, y le abrirá los ojos hacía otras realidades que desconoce.
Page le ofrece un modelo de vida, que Albert no había alcanzado a imaginar, es la imagen de un travestismo útil, práctico, y necesario, pero con una consciente y definida identidad sexual, ya que el señor Hubert, no sólo está casado con otra mujer, sino que además, han formado un matrimonio con amor.
¿Qué podría impulsar a una mujer a esto?
Tal vez la imposibilidad de trabajo y crecimiento, tal vez la incredulidad del resto del mundo, ante las capacidades de la mujer, tal vez eventos traumáticos, tal vez una orientación, o preferencia diferente, o quizás, un profundo deseo de ser diferente, de convertirse en alguien más, y olvidar a los fantasmas.
Sea cual fuere la razón, historias de mujeres que han cambiado su género ante la sociedad hay miles; pero lo realmente importante, es que Nobbs tiene una vida por la que ha luchado, y con la que está conforme.
Sin embargo, en su interior pareciera que, aunque ha luchado por esto, Nobbs no está conforme con su vida, anhela y desea otra realidad, una por la que trabaja; no obstante, tal vez en el tránsito hacia esta felicidad que comprará con sus ahorros, se atravesará el velo de la verdad, en la que se dará cuenta, de que no es esto lo que ha buscado toda su vida, sino luchar por ser quien es en realidad.
El contexto histórico, y la temática de Albert Nobbs, hacen que la historia sea impactante y profunda.
Mostrar la historia de una mujer, que desde sus comienzos fue mujer, pero que por circunstancias sociales, debió configurar su apariencia y, por sobre todo, su alma, habla de un excelente guión.
“Why aren't you in fancy dress?”
Albert Nobbs, no es una obra acerca del travestismo, o la homosexualidad, sino más bien, un relato acerca de la pérdida de identidad.
Nobbs se ha perdido completamente en el trayecto, es un ser incapaz de mostrar emociones, que en tanto tiempo encerrado bajo el rostro de un hombre, ha perdido casi por completo su feminidad, hasta el punto de no tener otro nombre, más allá del de Albert.
Desde su primera aparición en pantalla, queda claro que el Albert Nobbs, del título, no es lo que se dice “un hombre sociable”
Cuidadoso, obsesivo, y obsecuente, Nobbs es un ser patético.
Un hombrecito gris, que vive para contar, con patológica meticulosidad sus ahorros, y no parece existir más allá del trabajo en un hotel, y el cuarto en el que esconde su dinero.
Pero hasta el sumiso Albert, tiene algo que esconder...
Rodeado de sus compañeros sirvientes, hostigado por la dueña del hotel, y despreciado por los huéspedes, el personaje que interpreta Glenn Close, es en realidad una mujer.
Nobbs, lleva más de 20 años, viviendo con su secreto, sin ningún problema, éste no se verá expuesto, hasta la llegada de Hubert Page, con el que tendrá que compartir cama una noche, pero que pronto descubrirá su secreto, y le revelará el suyo, en una de las escenas más divertidas.
Al contrario que Nobbs, Hubert no se encuentra reprimida, y mantiene una relación con otra mujer, lo que le llevará a Nobbs, a cortejar a una joven camarera, Helen Dawes (Mia Wasikowska)
Realmente, la razón de que Nobbs que haga esto, no es una simple cuestión de amor, no es un personaje homosexual, sino más bien, asexuado.
El personaje de Wasikowska, simplemente se presenta como la oportunidad de aferrarse a alguien, una necesidad para un personaje marcado por la soledad, cuya única compañía, es un retrato de su madre.
Y es que da la sensación, de que Albert lleva tanto tiempo escondiéndose, que ya no sabe quién es…
Su confusión, ante su verdadera identidad, es palpable a medida que vamos conociéndole más.
El problema es que la gran mayoría de los personajes que rodean al rol de Close, son tan desagradables, que terminan por impregnarla:
Desde la horrible dueña del hotel en que trabaja, a la cual odio profundamente, hasta el aprovechado mozo que llega para trabajar como manitas.
Todos parecen manipular y abusar de un indefenso Albert Nobbs, incluso el personaje de Wasikowska; más pasional y redondo, algo más humano, se aprovecha de él.
Esto hace del protagonista, el timón que la ha de llevar a buen puerto, dado que ningún otro, a excepción del personaje de McTeer, sale lo suficientemente bien parado, como para aunar el cariño necesario para esa misión.
Albert Nobbs, es el prototipo de vehículo de lucimiento de su protagonista, en el que todo lo demás acaba relegado a un segundo plano.
Y pese a que Albert Nobbs se entrega, prácticamente en cada plano a esa presencia extraña que marca la travestida Close, poco más se puede decir de ella, más allá del desconcierto inicial, de una caracterización que bien podría apelar a la época silente del cine.
La actriz, mantiene su rostro tan contenido, y durante tanto tiempo, como le es posible, pero la naturalidad de esa masculinidad de disfraz, no le pertenece, tanto a ella, como a una reveladora Janet McTeer, cuyo personaje se significa como su homólogo, su contrapunto, la asunción de la identidad transgenérica, la normalidad cotidiana del amor “homo”, y también, como aquel que evidencia sus carencias:
Janet McTeer, señala el camino gestual de esa transformación, y apuntala su credibilidad, con una rica galería emocional; por contra, las relaciones buscadas de Albert Nobbs con la joven Helen, y el bizarro triángulo amoroso, completado con el personaje de Aaron Johnson, muy masculino pero carente de caballerosidad, definido por una rebeldía, y tormento de manual, se mueven invariablemente entre lo dramáticamente precipitado, y lo sentimentalmente inverosímil.
Lo más grande de la interpretación de Close, no reside en el travestismo, conseguido sin abusar de un excesivo maquillaje, si no en hacer que desde el principio, el espectador pueda pensar en Nobbs, como un varón, en lugar de como una mujer; y eso hubiera sido genial, que la Close haya sido siempre hombre, durante todo el metraje, dejando fuera su “travestismo” o bien, que sea revelado hasta el final, y que solo el doctor lo haya sabido…
Eso hubiera sido exitoso.
No obstante, la caracterización e interpretación del personaje, está excelentemente logrado.
Glenn Close, logra mostrar muy bien la personalidad de un sirviente disciplinado y correcto, que en su mirada, que no parpadea, sus gestos, su forma de hablar, y hasta su forma de respirar, guarda un secreto desde lo más profundo de su alma.
La idea de enamorarse de una joven adolescente, aun siendo mujer, el brillo de sus ojos, al ver cumplir su sueño, la curiosidad por vivir una sexualidad que no era la suya, y la sumisión ante una sociedad profundamente elitista y racista, están magistralmente interpretados.
Su personaje, también no deja de tener ecos, en su reserva y su retraimiento, de Mr. James Stevens de Anthony Hopkins en “The Remains Of The Day” (1993), y en ocasiones recuerda a Robin Williams en “Bicentennial Man” (1999)
Albert Nobbs, también es un personaje dificilísimo de interpretar, por esa carga psicológica e interior, que tan sólo se revela en un instante del metraje.
Albert es, además de un luchador, íntegro, profesional, e independiente; una niña, cuya adolescencia fue robada, una mujer que no ha aprendido, ni vivido la sexualidad, ni la definición de roles, ni el afecto de un compañero, ni el proceso de madurez, para llegar a convertirse en un ser asexuado, oculto bajo un estereotipo social.
Y que una actriz consiga trasmitirnos todo eso, en una película en la que no habla demasiado, en la que su cuerpo es rígido por petición del personaje, en la que tampoco confiesa constantemente, cómo ha llegado a convertirse en la persona que hoy es... confirma o reconfirma a esa actriz, Glenn Close, como un animal interpretativo, de una inteligencia, una profesionalidad, y una humanidad, merecedoras de Albert Nobbs y de muchas más.
Pero llegan también los cuestionamientos:
¿Es Albert Nobbs, lesbiana?
¿Le gustan los hombres?
¿Por qué necesita una esposa, para montar un negocio?
¿Por qué no intenta buscar trabajo como mujer?
El director escamotea torpemente, un punto vital para la comprensión del personaje.
Hubert Page, también es una mujer, que se hace pasar por un hombre, pero en su caso, me queda mucho más claro su lesbianismo.
No dirán, que Albert Nobbs es más interesante como hombre que calla, y no como mujer que habla; y aquí habla demasiado.
¿Será por la herencia del texto teatral?
Contrario a lo que muchos pensarían, este personaje no ha buscado esta circunstancia, por el afán de ser un hombre, sino por la necesidad de dejar de ser una mujer; esto es lo que diferencia a Albert Nobbs, de otras muchas que han tocado este mismo tema.
Ahí estriba también, el trabajo de Close, que muestra como Nobbs no se aprovecha de su condición, sino que por el contrario, se limita y cohíbe, hasta teme por su actitud, y se minimiza.
El contraste entre su personaje, y el del Señor Paige:
Son 2 mujeres que asumen otra identidad, una como mecanismo de defensa ante un hecho traumático, que la convierte en un ser totalmente hierático, protegido por la “decencia”, de una inocencia, y una ingenuidad casi infantiles, y que no consigue ocultar por completo su hambre de sentido, y cariño.
Y por otro lado, otra que haciéndolo por supervivencia, y arrastrando también un pasado lleno de sufrimiento, se convierte en alguien vital, lleno de sentido del humor, y comprometido afectivamente con alguien a quien ama.
El problema es que ni Close ni García, que no ha sabido combatir el academicismo del material de base, se han dado cuenta, de que la verdadera trama, estaba en el personaje de Hubert Page, la enorme y espléndida, Janet McTeer.
El personaje que interpreta McTeer, el que nos presenta una de las escenas más bonitas, y es cuando arrastra a Nobbs hacia su lado femenino, un momento en la que la protagonista consigue sacar de sí, toda la represión que ha venido arrastrando, y volver a una realidad, que sobre todo, la hace sentir feliz, al menos por un instante.
Ahora viene lo malo:
Lo que, a priori, parece que será un drama en el Dublín del siglo XIX, sobre las diferencias clasistas de la capital irlandesa de la época, y del sueño de la independencia social, económica, y sexual de la mujer, acaba convirtiéndose en un melodrama unipersonal, que avanza más bien poco, muy lentamente, y con un trasfondo emocional, algo liviano.
El mayor problema de Albert Nobbs, es que desde el minuto uno, te preguntas cómo es posible que nadie se dé cuenta, de que Albert Nobbs y Hubert Page, son 2 mujeres disfrazadas como hombres.
El retrato de Nobbs que nos presenta Rodrigo García, con un marcado toque inglés, se deja en el tintero, partes que habrían sido muy interesantes en la creación del personaje, sobre todo saber, que es a lo que tuvo que sacrificar por el camino, y como se abrió paso en este mundo de hombres.
También se echa un poco más en falta, algo más de ahondamiento en el tema de la desigualdad de empleo entre hombres y mujeres, algo que el espectador se ve obligado a suponer, ya que se toca solo de pasada.
Además, la trama paralela, protagonizada por Mia Wasikowska y Aaron Johnson, resulta tan anodina y previsible, que el curioso triángulo amoroso que genera, carece de emoción.
Y un Jonathan Rhys Meyers, absolutamente desaprovechado.
Hay en Albert Nobbs, una extraña y errónea visión sobre la homosexualidad femenina, curiosamente, estas mujeres “masculinizadas”, se interesan por las mujeres, y no por los hombres, por culpa de alguna experiencia altamente negativa con el sexo masculino, una agresión…
De todos es sabido, que la homosexualidad, masculina o femenina, en la mayoría de los casos, no viene dada por ningún gran trauma, y curiosamente, en los films que tratan la homosexualidad masculina, nunca se deja caer tal cosa, ya que suelen mostrar a hombres, con circunstancias normales, pero que no pueden evitar sentirse atraídos por los hombres, y no por las mujeres; siendo este, el gran fallo de Albert Nobbs.
Lo más destacable, es la ambientación, y todo lo que está relacionado con la recreación de la época; y me pareció magistral la escena, en la que ambas se visten de mujer, y pasean por la playa:
Caracterizadas como hombres, no deja de adivinarse lo que son, y cuando se visten como mujeres, parecen hombres disfrazados…
Y la carrera de Nobbs por la arena, conectada al fin con lo que en realidad es, contrasta con la indiferencia de Paige, vestida así, para hacerle un favor, pero sin ninguna intención de disfrutar de una identidad de género, con la que no quiere ya tener nada que ver.
Me parece muy realista la muerte de Albert Nobbs, al final, sin avisar... sin más... de golpe, como la vida misma.
Como dato, la canción original, escrita por Glenn Close, pero cantada por Sinead O'Connor, “Lay your head down” es sencillamente hermosa.
“You are the strangest man I have ever met”
Muchas veces, las prisiones en las que estamos atrapados, son imposiciones propias, nacidas desde la opresión de la sociedad.
Las películas de Rodrigo García, a menudo se mueven en el drama, y él como un explorador, se adentra en la psicología de los personajes, y nos pone al descubierto muchas de las preocupaciones, inquietudes, contradicciones, dudas, deseos, frustraciones, motivaciones, y luchas, entre las que se debate y sobrevive la mujer en nuestros días.
Decir mujer, es generalizar, pero en un abanico de perfiles variado, la identificación con algún rasgo de algunas de ellas, o incluso de todas, es más que probable.
La temática es interesante, sobre todo cuando vivimos en medio de sociedades que manifiestan ser abiertas en su planteamiento social, pero cerradas a la hora de aceptar las diferencias, y de entender la diversidad.
Creo que Albert Nobbs, es una buena lección para las sociedades agazapadas e intolerantes, que no entienden que ante sus cerradas posiciones, conllevan a la mentira, la infelicidad, y sobre todo, a la desesperación del negar quiénes somos en verdad.
La homosexualidad en Irlanda, es reconocida, y existe protección contra la discriminación, en razón de la orientación sexual.
No existe reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo, aunque una propuesta de unión civil, ya ha sido aprobada en El Parlamento de Irlanda.
Con respecto a la transexualidad, Irlanda es uno de los pocos Estados de La Unión Europea, que no reconoce legalmente el cambio de género.
A este respecto, el caso de Lydia Foy es paradigmático, y muestra en qué punto se encuentra los derechos de las personas transexuales, en Irlanda.
Y es que en ese país, el matrimonio entre personas del mismo sexo, no es legal, a pesar de ser un país que mantiene sus principios morales vigentes, todavía el tema, se mantiene en discusión.
Sobre este tema, se ha debatido en varias ocasiones, pero hasta la fecha, no se ha llegado a una conclusión, algunos dicen que podría haber algunos avances, como legalizar la unión civil…
Por último, no podemos menos que alabar, el talento que hay en Albert Nobbs, para conmovernos, y hacernos cercano un personaje, que nos resulta lejano en el tiempo, pero que a la vez, nos recuerda la historia de tantos otros seres, que hoy todavía, 2 siglos después, permanecen invisibles, y siguen soñando poder vivir su propia historia.

“A life without decency is unbearable”



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