Teorema

“Non riconosco più”
(Ya no me reconozco)

El ser humano, nunca ha sido considerado como un ser adimensional, ya que se desenvuelve, no sólo en el tiempo y en el espacio, sino en una relación consigo mismo, y en una relación con los demás, que le proporcionan 2 dimensiones capaces de expandir su identidad ante sus semejantes, además de que elevan su grado de conciencia, hasta querer realizar cambios en el lugar donde se desarrolla.
En ciertas ocasiones, como el caso de la religión y el arte, este ser humano, adopta una tercera dimensión, que le permite trascender un poco más allá de lo que conoce, y conocía sobre sí mismo.
Cuando él, por razones interiores, o razones ajenas a sí, pierde su bi, o tridimensionalidad, es incapaz de trascender y trascenderse, y se convierte en una especie de marioneta de sus impulsos, y de los impulsos que nacen de las necesidades creadas por otros.
Esta es la idea utilizada por Herbert Marcuse, para describir al “hombre unidimensional”
En sus conclusiones, se plantea una negación total a todo lo que existe:
La administración, la burocracia, y la democracia, la técnica, y la propaganda, deben desaparecer, para poder instaurar una sociedad coherente con el desarrollo humano.
Es una especie de revolución, en la que el ser humano debe rebelarse de todo lo que ya está instaurado:
Desde los desgraciados, los pobres, los excluidos, hasta los desocupados, y oprimidos.
Todos, deberían unirse para negar total y socialmente lo que existe.
Así pues, en la obra “One-Dimensional Man” (1964), quizá la más famosa de Herbert Marcuse, se ve a la sociedad capitalista, como una comunidad en la que el hombre, ha pedido su sentido crítico.
El consumismo y “la liberación de las costumbres”, han transformado al hombre, en un ser cada vez más “amaestrado”, adaptado e integrado al sistema.
Ya no hay espacio para la oposición y la crítica.
La sociedad unidimensional “integra en sí, toda auténtica oposición, y absorbe en su seno, cualquier alternativa”
Una sociedad así, ha perdido la identidad, los valores, los objetivos…
Vamos, hasta la lucha de clases, ha perdido su sentido.
Total, nos muestra una parte de la realidad contemporánea:
Vivimos enajenados.
Y es que la principal necesidad real que Marcuse descubre en el ser humano, es la libertad, entendida como el instinto libidinal, no sublimado.
Esto es claramente freudiano…
Según Marcuse, lo que la sociedad industrial moderna ha hecho con el instinto libidinal del hombre, es desublimarlo, y reducirlo a la genitalidad, cuando en realidad, el cuerpo mismo del hombre, es sólo ansia de libertad.
La desublimación del instinto libidinal, y su encasillamiento en su genitalidad, permite a la sociedad industrial moderna, disponer del resto del cuerpo humano para la producción capitalista, así como de todas las energías de los hombres.
Y aquí viene la parte matemática, pues un teorema, es una proposición demostrable, con argumentos lógicos.
Pero en estos tiempos, lo que falla es la correspondencia entre demostrable y comprensible.
El Teorema que plantea Pasolini, como otros posteriores, sólo fue comprendido por una minoría, que ya estaba de acuerdo de antemano.
“Non sono venuto qui per morire, ma a piangere, e le mie lacrime nata una molla”
(No he venido aquí para morir, sino para llorar, y de mis lágrimas nacerá un manantial)
Teorema es un drama con tintes de fantasía italiana, del año 1968, escrito y dirigido por Pier Paolo Pasolini.
Protagonizada por Terence Stamp, Silvana Mangano, Laura Betti, Massimo Girotti, Anne Wiazemsky, Ninetto Davoli, entre otros.
Hay que comenzar diciendo que, Pier Paolo Pasolini, fue un intelectual muy respetado en Italia; uno de los más importantes intelectuales del siglo XX:
Escritor, poeta, crítico, periodista, actor, escenógrafo, cineasta, y activista político; fue incluso compositor...
Todo un polímata.
Son 2 características, las que siempre se mencionan de él:
Que era homosexual y comunista, admirador de Antonio Gramsci.
El saberlo, puede incidir en la forma en la que uno ve sus películas…
Conocer al artista, ayuda a entender su obra.
No solo al artista como persona, sino también a su entorno:
El contexto histórico, social, y cultural en el que se desenvolvió, amén del contexto de la obra per sé.
Por ello, las películas de Pasolini, no son en absoluto triviales, ni son para todo público.
Algunas de sus realizaciones, son de ese tipo de filmes, que invitan a muchos desinformados, a abandonar la sala de cine, exclamando que la película es una porquería…
No son cintas muy elaboradas estéticamente, ni tienen grandes actores, ni escenografía, maquillaje, o vestuario que deslumbren; a cambio, son de mucha densidad simbólica, y tienen un lenguaje propio, que no es fácil de leer.
Sexo, religión, y política, son los temas sobre los que más diserta Pasolini en sus filmes.
Teorema, nació en 1968, en forma de una novela, y una película, 2 hermanas siamesas, independientes, pero complementarias entre sí.
La novela, se compone de breves capítulos, y se ve mezclada con frecuencia, con arrebatos de poesía del autor.
Creo que esta idea es interesante, porque se ve reflejada en la película.
Ésta se compone de escenas, claramente diferenciadas, en las que se aborda las situaciones de cada personaje por separado, y su forma de relacionarse con el personaje central, tal y como en la novela, y asimismo, sus arranques líricos, tienen eco en la película, en forma de poderosas imágenes, con una plasticidad y belleza admirables.
Teorema es una manera de abordar la representación, y la crítica de los valores ideológicos de la pequeña burguesía, y un experimento en el que vida, cine, guión y literatura, se fundieron de manera única.
Teorema, es lo que sucede, si un huésped entra en una familia, y hace caer sus cimientos.
Como dato, Pasolini retiró la novela del premio Strega, tras una primera votación, y en su versión cine, en Italia, la prohibieron, y la Iglesia la condenó, aunque también la premió en El Festival de Venecia.
Y es que en Teorema hay homosexualidad, desnudos, se cuestiona la religión…
¿Nos parece poco para la época en la que se aborda el estudio de la familia burguesa, tras el desarrollismo italiano de los años 50 y 60?
Sólo hay 923 palabras habladas en Teorema, pero dicen todo, cuando una familia acomodada de Milán, recibe un telegrama que incluye sólo 2 palabras:
“Llego mañana”
Al día siguiente, reciben la visita de un muchacho, que sin más explicación, se instala en la casa como un integrante más de la familia.
El visitante (Terence Stamp), sin nombre, acompaña a la familia en sus actividades cotidianas, y despierta en ellos, deseos que parecían no existir.
A partir de ese momento, se intentará encontrar una respuesta al enigmático origen del seductor, que parece estar dotado de atributos angélicos, o divinos.
Gradualmente, el muchacho seduce, física y emocionalmente a cada uno, incluyendo a la sirvienta.
No lo hace de forma egoísta; al contrario, es precisamente su capacidad de dar amor, sin esperar nada a cambio, lo que hace que todos los integrantes de la familia se le entreguen.
Todo transcurre felizmente, hasta que un nuevo telegrama indica, que su huésped debe partir...
La ausencia, provoca varias reacciones:
Emilia (Laura Betti), la sirvienta, regresa a su pueblo para hacer milagros.
Pietro (Andrés José Cruz Soublette), el hijo, recurre al arte, para evocar al que se ha ido.
Odetta (Anne Wiazemsky), la hija, cae en un tipo de trance, del que ya no despierta.
Lucia (Silvana Mangano), la madre, recorre las calles, buscando jóvenes que le recuerdan al ausente, y los seduce agónicamente.
Paolo (Massimo Girotti), el padre, regala su fábrica a los trabajadores, y se despoja de toda posesión material, incluyendo su ropa, hasta acabar vagando en el desierto.
Pasolini, ha construido un film absolutamente hipnótico, con claras referencias bíblicas y mesiánicas; y su Teorema, permanece como una obra importante, porque en ella, Pasolini fue más allá de la arenga revolucionaria para crear algo, que bien puede entenderse como “una fábula sobre las consecuencias que la presencia de la divinidad puede tener en una familia normal”
Esto, que hace de la religión algo más inmediato que las fiestas de disfraces a las que nos ha acostumbrado el cine, me parece algo más valioso que cualquier mensaje político.
“Arrivo domani”
(Llego mañana)
Resulta que 4 años antes, Pasolini había escenificado “Il Vangelo Secondo Matteo” (1964), tratando de reproducir los acontecimientos que rodearon el nacimiento y muerte de Cristo, tal y como se supone que sucedieron, dando a los personajes, escenarios, vestimenta, un aspecto acorde con su época.
Convencido de que estas diferencias con la realidad de nuestros días, impedían que el público actual, interiorizase en el mensaje cristiano, retomó el tema para escribir una parábola, en la que el arcángel Gabriel, es un cartero; la llegada del Mesías, se comunica mediante un telegrama, y el receptor de la buena nueva, es el propietario de una fábrica.
En esta versión, Cristo es un joven esbelto, bien afeitado, y muy atractivo, que pondrá a todos los habitantes de la casa, en el camino de la salvación.
Sin embargo, su partida los dejará peor que estaban, al sentirse incapaces de enfrentar por sí mismos, un mundo secularmente enfermo.
Pasolini logra conducir al espectador, por los laberintos de la soledad, la monotonía, la intimidad de cada personaje, los deseos, y ambiciones reprimidos de una familia pudiente, cuyo objetivo es encajar en la sociedad burguesa italiana de los años 60, como una familia adinerada, y respetable, enraizada en la sociedad de las apariencias, pero que el precio de la farsa, es desencadenar en los abismos de la confusión, desorientación sexual, bajos instintos, desórdenes mentales, y múltiples disparadores de patologías psiquiátricas, que conducen a los personajes, a ingresar a las escenas fatídicas y trágicas de la existencia humana.
Con unos cuantos diálogos, en los cada uno de los protagonistas, dice lo que piensa.
Pasolini señala aspectos cruciales de sus personajes, sin agotarlos, ni reducirlos a ser un portavoz del guionista.
Con una narración en la que sucede muy poco, que no tiene giros inesperados, ni sorpresas que se puedan arruinar con un simple recuento, pero que provoca en cada espectador, emociones únicas, Pasolini se aleja del modelo narrativo impuesto por el cine comercial, en el que la intriga, lo es todo.
Recordemos que Teorema, es la obra de un cineasta de izquierda, que en 1968, estaba más comprometido que nunca, con la lucha del proletariado, y podremos ver Teorema, como un alegato de las fallas históricas de la clase media, que incluso, cuando intenta ayudar, lo hace mal.
El mismo Pasolini declaró lo siguiente, acerca de su obra, en la revista francesa, Quinzaine Littéraire:
“Dios es el escándalo.
Cristo, si volviera, sería el escándalo; lo fue en su tiempo, y lo sería hoy.
Mi desconocido, interpretado por Terence Stamp, explicitado en la presencia de su belleza, no es Jesús inserto en un contexto actual, no es tampoco Eros, identificado con Jesús; es el mensajero del Dios despiadado, de Jehová que a través de un signo concreto, una presencia misteriosa, despoja a los mortales de su falsa seguridad.
Es el Dios que destruye la buena conciencia, adquirida a bajo precio, al amparo de la cual, viven o más bien, vegetan los conformistas, los burgueses, en una falsa idea de sí mismos”
Y es que a Teorema, se le pueden dar muchas interpretaciones personales, todo depende del punto de vista de quien la vea.
El director deja a propósito, muchas preguntas abiertas, para que cada quien de sus propias respuestas.
No dice el por qué suceden las cosas, solo nos muestra las cosas que suceden, lo mismo que pasa en la realidad, tratamos de darle sentido a algo que no lo tiene, buscamos el orden en el caos, queremos respuestas, queremos sentirnos útiles, escuchados, amados, importantes, felices, con un propósito, porque si no, si la vida no tiene sentido, sería muy triste vivir.
Así, la idea que se ha de quedar en nosotros, es que los burgueses, no son capaces de ser felices, ya que tras su encuentro con la felicidad dada por el demiurgo, no sobreviven al encuentro, y cada uno de los personajes de la familia, padecerá males, a cual más extraño.
Y crea una situación extraña, en la que un miedo de origen inexplicable, dinamitará la seguridad, y las buenas maneras de los personajes, dejando al descubierto, la hipocresía que se esconde bajo sus máscaras de buenos burgueses.
En Teorema, ese alguien, es dotado de una presencia eminentemente corpórea, tangible y poderosa; y no será el miedo, sino el amor, y su expresión más carnal, el sexo, lo que provocará una revelación de calibre similar en sus protagonistas.
Es una idea muy científica, pensar que el sexo es el epicentro de nuestra existencia, al menos de la existencia material, y que todo lo hacemos, teniendo en cuenta ese hecho natural.
La biología, ya ha establecido que, lo vital en un ser viviente, es la reproducción.
Es más, es un concepto de vida:
Los seres vivos, son los que se reproducen, los que tienen ADN.
Para ello, deben sobrevivir:
Alimentarse y realizar las funciones vitales, una de ellas es la reproducción, es decir, el sexo.
La seducción pasiva, aspecto éste a tener en cuenta, pues subraya el carácter sobrenatural y divino del personaje central, ejercida por este “Visitante” sobre cada miembro de la familia, será sublimada por Pasolini, quien no dudará en fragmentar los cuerpos, para obtener encuadres bellísimos, y de gran potencia visual, uniendo y aislando en un mismo plano, el torso o los genitales del “Visitante”, y las piernas de Paolo, en el primer caso, o el rostro de Odetta, en el segundo; de este modo queda acentuada la proximidad física entre los cuerpos, y el poder arrasador del personaje interpretado por Terence Stamp.
Su aspecto, es aparentemente “saludable”, es un deportista, es atento, consejero, lector, contemplativo, detallista, y afectuoso con cada uno de los caracteres de la historia.
La familia, es vista como un sistema formal, es revisada y cuestionada por Pasolini, al retratar una familia con grandes vacíos existenciales, y ningún lazo afectivo que los mantenga fuertemente unidos como institución.
La ausencia del amor, permite al transgresor, internarse en la vida familiar, solamente para impulsar la desolación y apetitos suicidas de cada uno, quienes son transgresores potenciales, en un inicio de la historia, pero que asumen un rol protagónico como transgresores de todo lo que representa la ecuanimidad mental y moral, mostrándonos un “teorema” formado por transgresores.
La familia burguesa, es la representante del orden preestablecido; en Teorema, Pasolini nos muestra la casa, el jardín, la cocina, la gran industria del padre, con el fin de comprender el orden familiar.
En cambio, en la novela, es más conciso:
“Se trata de una familia pequeño-burguesa, en el sentido ideológico, no en el sentido económico.
Es, en verdad, el caso de personas muy ricas, que viven en Milán”
Entonces, la venida del extranjero, de este misterioso visitante, provoca en cada uno de los miembros de la familia un sacudón, sacude el dogmatismo, y la vida monótona burguesa de esta familia.
Sin embargo, como bien luego veremos, la familia le brinda claramente hospitalidad.
No le preguntan por el nombre, pues es el único que no posee nombre, ni es nombrado a lo largo del metraje, se le abre las puertas de la casa, incluso, no se le obliga a hablar; en síntesis, en un primer momento, podríamos decir, que estamos frente a una situación de hospitalidad pura.
Es más, al momento de partir, es el extranjero quien toma la decisión.
Como término, “el teorema”, también se considera a menudo como matemática, o fórmulas.
En este sentido, Teorema también contiene una estructura programática.
No sólo es la estructura formulista, también lo es el desarrollo psicológico de cada personaje.
Todos ellos pasan por “seducción”, “confesiones”, y “transformaciones”
La forma en que cada personaje cambia su estado de ánimo, es el mismo.
Todos ellos caen en el deseo sexual para el huésped.
Todos ellos, tienen relaciones sexuales con él.
Pietro dice:
“Ya no me reconozco.
Todo lo que me hacía semejante a otros, ha sido destruido.
Era como todos los otros, con mis defectos que eran los de ellos, los de mi mundo.
Tú alteraste el orden natural de las cosas.
Mientras estabas aquí, no me di cuenta, pero lo comprendo ahora, al saber que te pierdo.
¿Qué pasara ahora conmigo?
Viviré con mi otro yo, que no tiene nada que ver conmigo.
¡No lo podré superar!
¡No podré luchar contra todo, contra todos!”
El conflicto del hijo, al descubrirse homosexual, plantea la confusión y el desorden de un joven académico, que descubre su pequeñez, ante una gran inmensidad; es el artista que puede abarcar la diversidad con su percepción, y decir quién es sin ocultamiento, buscándose a sí mismo, por medio de la creación.
Cuando el visitante se va, el artista se independiza, y continúa creando.
Lucía dice:
“No sentía un interés real por nada.
No hablo de grandes intereses, sino de los pequeños y naturales, como los de mi marido por su fábrica, o de mi hijo por sus estudios, o mi hija por su familia.
Yo, nada.
No sé cómo podré soportar tanto vacío.
Lo único que tenía, era el amor instintivo por una vida estéril, un jardín por el que no pasea nadie.
Un vacío hecho de valores falsos y mezquinos, y de un cúmulo horrendo de ideas equivocadas.
Ahora lo comprendo.
Tú has llenado mi vida, de un interés real y total.
Tu partida no destruye nada de lo que ya estaba en mí, excepto una reputación de mujer burguesa, impoluta, y casta.
¿Y qué importa?
Tú me has dado un amor secreto, en el vacío de mi vida.
Dejándome, lo destruyes todo”
La esposa, después de ver en él, al hombre ideal, termina perdida en los alrededores de Milán, como signo de la ignominia, y menospreciada a objeto sexual.
Odetta dice:
“Nuestro encuentro, me hizo sentir como una muchacha normal.
Me has hecho encontrar una solución a mi vida.
Antes, yo no conocía a los hombres, tenía miedo de todos, sólo amaba a mi padre.
Dejándome, no sólo me empujas a ir hacia atrás.
¿Es esto lo que querías?
¿Ver el dolor de perderte?
Mi recaída será mucho más peligrosa, que el mal interno que me doblegaba antes de la breve curación que tuve con tu presencia.
Antes, no conocía ese mal, ahora sí.
Porque a través del bien que tú me hiciste, tomé conciencia del mal que padecía.
Ahora:
¿Cómo podré sustituirte?
Nadie podrá sustituirte.
Creo que no podré vivir más”
La hija, es una adolescente sin amigos, no recibe afecto por parte de sus padres, ni comprensión, y vive aislada y encerrada en sus recuerdos de la infancia.
Con el visitante, descubre el amor, el contacto sexual, y un compañero.
Al irse, es asistida a un psiquiátrico, porque no tiene atención por parte de nadie, y entra en una especie de “shock” depresivo muy agudo; sólo Emilia, presencia cuando se la llevan en camilla…
Paolo dice:
“Ciertamente viniste aquí para destruir.
En mí, esa destrucción es total.
Destruiste la idea que tenía de mí mismo.
Ahora no encuentro absolutamente a nadie que pueda devolverme mi identidad.
¿Qué me propones?
Un escándalo semejante, equivale a una muerte civil, una pérdida completa de mí mismo.
¿Cómo puede llegar a eso, un hombre entrenado para el orden, para el futuro y, sobre todo, para la propiedad?”
El padre, un acaudalado propietario burgués, que representaba la vacuidad del espíritu capitalista, se resuelve ferviente representante del espíritu comunista, al extremo; en la estación de trenes, se despoja de sus ropas, y desnudo cae al mismo desierto que vemos tras los créditos, pero en vez de arena, son cenizas las que se amontonan, formando el valle bajo un cielo agresivo.
Simbólicamente se trata de una especie de infierno, o purgatorio, donde deambulan ánimas arrepentidas...
Emilia, la criada mística, besa las manos del visitante con fervor.
También ella deja la mansión, y regresa con los suyos.
Emilia logra por medio de un acto suicida, que el visitante se compadezca, y ceda ante su apetito sexual; cuando él se va, ella se estigmatiza, símbolo de la fe ciega y fundamentalista, acepta el camino del sufrimiento, y lo reconoce como su destino.
Es enterrada viva, representando la aceptación de su martirio.
Y es que la calle, como sociedad, está llena de esos seres alienados, discapacitados emocionales, que responden a esquemas e ideas preconcebidas, de lo que uno es, y debe ser.
De repente, el personaje de Terence Stamp, que está buenísimo, con esos ojos azules, y no tiembla al desenfundar su codiciado rabo, es capaz de demostrar a esos engendros, que conviven en un mismo espacio, que existe la posibilidad de amar, de que alguien les quiera de verdad, sin tener que responder a una etiqueta, a un cliché, a un estereotipo de relación personal, a una duración determinada.
Puede follar con un señor, o una señora, con una jovencito/a, con la criada a la que nadie hace caso, y también, puede ayudar a un chico a ser creativo, atender al papá cuando se encuentra mal, mirar sin juzgar a Silvana Mangano, cuando en un ataque de deseo, se quita la ropa, porque quiere que le den calor...
El visitante, es el vehículo que les hace execrar su alienación, a través de una herramienta:
El sexo.
Podría ser otra herramienta, y otro vehículo, pero Pasolini siempre propuso el sexo, como el motor de nuestra existencia, tal como lo había enunciado Sigmund Freud, al comienzo del siglo XX.
También lo hace, porque el sexo es un tabú desde el punto de vista religioso, y lo religioso es criticado abierta y descarnadamente por Pasolini, pues ha servido para reprimir a las personas, para tenerlas sometidas.
El sexo es, por otra parte, una especie de crisol, donde nuestras frustraciones y complejos convergen, y hacen de las suyas.
La homosexualidad, era vista como un pecado, como una condición contra natura; no era considerada una “preferencia sexual”, como lo es hoy.
Y la homosexualidad, le concernía particularmente a Pasolini.
En Teorema, el único personaje que reacciona positivamente, a la presencia de lo divino, o del otro ajeno a la razón dominante burguesa, si nos ajustamos a la interpretación marxista, es la humilde sirvienta, que a su regreso a su pueblo natal, hace milagros en beneficio de sus vecinos, curando niños, y creando una fuente con sus lágrimas.
Los personajes burgueses, acaban sumidos en la locura, la desesperación, condenados a deambular eternamente, por un páramo que subyace sus vidas, y que a lo largo de toda el metraje, aparece durante breves segundos, interrumpiendo el relato, para recordarnos que los protagonistas, no podrán escapar jamás de ese vacío.
Curiosamente, Teorema, al igual que muchas de las otras obras de Pasolini, causó un escándalo, y él mismo fue atacado como obsceno por La Iglesia Católica, mientras que el ala más progresista, lo exaltó hasta el punto de atribuirle el premio Office Catholique International du Cinema (OCIC)
Y en otros lares, un sacerdote canadiense, Marc Gervais, hizo un análisis amplio y elogioso de Teorema.
Pero para 13 de septiembre de 1968, La Fiscalía de Roma, se apoderó de la película “por obscenidad, y por abarcar algunas escenas, de las cuales, las relaciones son particularmente lascivas, libidinosas, y homosexuales, entre un huésped y un miembro de la familia que lo albergaba”
El 14 de octubre, El Fiscal de Génova, prohíbe la película, con una medida similar.
El juicio de Pasolini y el productor, Donato Leoni, fue transferido a la jurisdicción local en Venecia, donde se da una vista previa de Teorema, con un examen del director.
El fiscal, Luigi Weiss, pide pena de prisión de 6 meses para los 2 acusados, y la destrucción total de la obra.
El 23 de noviembre 1968, después de una hora de deliberación, El Tribunal de Venecia, deja en libertad a Pasolini y a Leoni, de la acusación de obscenidad, cancelando la prohibición de Teorema, con la siguiente sentencia:
“La conmoción que causó Teorema, no es de naturaleza sexual, es esencialmente ideológica, y mística.
Dado que esta es sin duda, una obra de arte, Teorema no puede ser sospechosa de obscenidad”
Varios años más tarde, sin embargo, otra película de Pasolini, será prohibida por las mismas razones, la controvertida “Salò o Le 120 Giornate di Sodoma” (1975), pero esa es otra historia…
La utilización de “La Misa de Réquiem, en re menor, K.626” de Wolfgang Amadeus Mozart, es una muestra de buen gusto por parte del director, con una banda sonora a cargo de Ennio Morricone.
“Chi è quel ragazzo?”
(¿Quién es ese chico?)
Es con Teorema, que se empieza a tener una extraña fijación, propensa al recelo hacia la personalidad del poeta y cineasta, Pier Paolo Pasolini, que transfirió en las imágenes, todas sus obsesiones, reflexiones, y pensamientos varios, que no así se desmarcaban de los pilares relacionados con la lucha de clases, y la omnipresente religión católica, inconmensurable azote autoritario en la república transalpina.
La idea de Pasolini, en Teorema, es contarnos a través de imágenes, qué sucedería si de pronto llegara Jesús, so designio providencial, a construir estrechos lazos de convivencia, con cada uno de nuestros 5 personajes, por eso el nombre de “Teorema”, hay que focalizar la acción, reducir el transcurso del tiempo lineal, creando un aparente paralelismo, y sin sentido; por eso no vemos a la familia en convivencia...
Una interpretación convincente de Teorema, es básicamente maquiavélico-marxista.
Pasolini, un comunista de toda la vida, parece hacer una crítica, tanto de la burguesía italiana alta, la familia decadente; y el proletariado sur, la criada.
Se insta a la aparición de un gran hombre en la escena, una figura diseñada a la idea maquiavélica del “Príncipe”, para agitar las cosas, y enderezar el camino de Italia.
El joven viril, simboliza el líder maquiavélico de gran “virtù”, que expone la verdad, y libera a los personajes, para que puedan alcanzar su potencial.
Al final, por ejemplo, el padre, que es dueño de la fábrica, se aparta en un desierto, en una búsqueda cristiana de sí mismo, pero a la vez, libera a los trabajadores de la fábrica, que se convierten en dueños de su destino.
El crítico italiano Morandini, autor de un diccionario de cine, escribió sobre Teorema, afirmando que “se demuestra:
La incapacidad del hombre moderno, burgués, en percibir, escuchar, absorber y vivir lo sagrado.
Sólo una humilde sierva, que viene de una familia de campesinos, lo descubre, y después de un “milagro” de la levitación, regresará a la tierra, con olor a Santa.

“Tutti i miei amici hanno festeggiato la mia caduta.
Tutti saranno certamente essere tentati.
Poi ci sarà superare e la nostra vendetta su di loro”
(Todos mis amigos celebran mi caída.
Todos serán ciertamente tentados.
Entonces los superaremos, y nuestra venganza caerá sobre ellos)



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