The Cell

“Do you believe there is a part of yourself, deep inside in your mind, with things you don't want other people to see?”

No hay mayor horror, que el que existe en la mente de cada “ser humano”
Y es que la mente humana, a día de hoy, sigue siendo uno de los mayores misterios que podemos encontrarnos.
Un misterio que hace que una persona normal, como un buen vecino, padre, madre, hijo, un estudiante sobresaliente, etc., pueda llegar a convertirse en un monstruo, en un “ser humano” capaz de terminar con vidas, sin tan siquiera alterar el gesto, o sentir un ápice de piedad o compasión por el prójimo.
En muchas ocasiones, la sociedad tacha de “locos” a estos asesinos, pero la realidad es bien distinta…
Si bien, las consecuencias de las acciones de los asesinos seriales, pueden ser explicadas, mas no justificadas, es muy común que la gente diga, que “se merecen la pena de muerte” sin justificar tampoco el por qué.
Ya no hablemos de esperar que intenten explicar las razones de su modo de pensar, que con demasiada frecuencia, responde a una moda, a una tendencia, a quedar bien con los demás, y no a una reflexión individual:
Su opinión es la misma que tiene la masa respetable.
Los asesinos en serie, se han convertido en uno de los grupos más estudiados en la historia de la psicología.
Incluso, su popularidad ha sido tan grande, que muchos productores de cine, han creado películas sobre ellos.
Sin embargo, la mayoría de las veces juzgamos a estos seres, y los tildamos de simples “enfermos mentales”, los cuales, pueden ser curados a través de la psicoterapia…
¿Será esto cierto?
“Enter The Mind Of A Killer”
The Cell es una película de terror fantástico, dirigido por Tarsem Singh, en el año 2000.
Protagonizado por Jennifer Lopez, Vince Vaughn, Vincent D'Onofrio, Marianne-Jean Baptiste, Jake Weber, Dylan Baker, Tara Subkoff, Colton James, Catherine Sutherland, entre otros.
El guión es de Mark Protosevich; que pese a rodarse en el año 2000, el guión llevaba escrito desde 1993, esperando a que se decidieran de una vez, a llevarlo a la gran pantalla.
The Cell, estuvo nominada en los premios Oscar, en la categoría mejor maquillaje; y la acción gira en torno a La Dra. Catherine Deane (Jennifer Lopez), una psicóloga que está experimentando una ciencia, radicalmente nueva.
Catherine, puede experimentar lo que sucede en la mente inconsciente de otra persona, incluyendo sus sueños, y sus meditaciones particulares.
Hasta este momento, Catherine sólo ha utilizado este método, potencialmente enloquecedor, en un niño en estado de coma, en la esperanza de poder devolverlo al mundo real, y a sus padres.
Pero cuando el sádico asesino, Carl Rudolph Stargher (Vincent D'Onofrio), cae en un estado de coma similar, con su última víctima todavía viva, secuestrada en una celda, llena de trampas, el agente del FBI, Peter Novak (Vince Vaughn), recurre a Catherine, como su última esperanza para salvar a la chica.
Desde la historia, se presenta un desarrollo dualista, gracias a un montaje en paralelo, donde se despliega por un lado, una investigación policial, en busca de una joven secuestrada; y por el otro, un laberíntico y críptico adentramiento a la mente del asesino serial.
Una atractiva combinación, que da por resultado, un “psychothriller” intenso y emocionante, con alternativas dinámicas, que mantienen enganchado e interesado al espectador, durante todo el metraje.
“Why are you here... don't lie”
El desarrollo de The Cell, tiene ciertos paralelismos con otras películas de temática similar, específicamente, “The Silence Of The Lambs” (1991), pues en ambas, es necesario obtener contrarreloj, información de la mente de un desequilibrado personaje.
La vuelta de tuerca aquí, será tener que hacerlo, introduciéndose en su mente.
Esto nos permite añadir al tema principal, que es el “thriller”, otro género, como es la ciencia ficción.
De la correcta mezcla de estos 2 géneros, conseguimos más de lo esperado, pues la ciencia ficción nos coloca en un mundo ajeno al habitual.
Donde toda posibilidad cabe, y el “thriller” nos genera ese ambiente, para mantenernos siempre alerta, desconfiando del lugar donde estamos, pero con una necesidad, para seguir buscando lo necesario.
Sin duda, la mejor parte, es el viaje surrealista que encontraremos, cuando nos sumerjamos en la psique de este sicópata.
Por otro lado, The Cell desafía de frente, el concepto de maldad, la idea extendida de que, el malo lo es porque quiere, y no como consecuencia de sus vivencias.
Es muy común, encontrar películas con representaciones poco creíbles, y hasta aburridas, del subconsciente; y The Cell al contrario, nos regala un mundo con una fotografía increíble, donde la lógica, la gravedad, y hasta la continuidad, son subjetivas.
Es la mente fracturada, de un hombre fracturado, donde convive un asesino serial, que se ve a sí mismo como un dios, y como un niño abusado, aferrándose a sus últimos vestigios de inocencia.
La manera en la que el director nos muestra a Catherine, hundiéndose de a poco en este mundo, para intentar reconstruir la historia de Stargher, a partir de imágenes aparentemente inconexas, bizarras, y hasta hermosas, resulta muy poco usual; y es atrapante.
El  debutante director, hoy ya bien conocido, por ser un gran amante de los ambientes evocadores, narró en The Cell, la historia de una mujer, que trabaja para una compañía, capaz de introducirse en la mente de sus pacientes, para encontrar las curas a sus males y traumas psicológicos; y que ha de entrar en el cerebro de un sádico, asesino de mujeres, para salvar a su última víctima, encerrada y amenazada de muerte, en algún lugar desconocido.
The Cell, tiene también subtonos filosóficos interesantes:
Stargher, no es un villano en “blanco y negro”; es un hombre, a quien tanto la naturaleza, como sus propios padres, le han fallado, y con quien llega a entender, es con Catherine, la psicología, donde encuentra limitaciones.
El agente Novak, se encuentra frustrado de similar manera, uniéndose al FBI, luego de encontrar que su trabajo como fiscal, no siempre garantizaba justicia.
También, vemos las diferentes maneras, en la que los protagonistas recurren a Dios:
Stargher entiende que, un evento de su infancia, lo ha acercado a su creador, y termina igualando sufrimiento, con su propia salvación.
Su padre, justifica la crueldad a su propio hijo, con religión.
Y Catherine, intentando salvar, tanto al asesino como al niño millonario, se visualiza repetidamente a sí misma, de manera casi virginal...
Sin embargo, la trama s lineal, en el peor de los sentidos, pues no hay sorpresas en su fantástico mundo visual, muy predecible, y poco interesante, debido a que sus personajes son bastante planos, a excepción del psicópata, que articula la trama, mientras que su mensaje, centrado en afirmar que, “nadie nace con la maldad en el alma, sino que la vida, y su dureza, hace malas a las personas”, es demasiado obvio, y simple en su exposición, y es también predecible.
Culpa del planteamiento…
De las actuaciones:
JLo, no molesta ni aporta, como siempre.
Vince Vaughn, igual, no aporta nada desde su policía intransigente.
Pero Vincent D’Onofrio está “magestual”
Es la encarnación del mal, es el enviado del diablo, es el niño desprotegido, es la maldad hecha hombre...
Realmente, es brillante la actuación, y vale todo el metraje en cada encuadre, pues la tensión de The Cell, se centra en él, por suerte, y no en la JLo.
Al margen de los aspectos terapéuticos presentados en The Cell, que son pocos, y nada esclarecedores, pues pasan la técnica usada, muy por encima, sin explicaciones; tratan muy bien los escénicos, es decir, los relacionados con los cuadros que pinta el subconsciente, a partir de las vivencias del soñador…
El contraste entre los sueños del asesino serial, y los de la trabajadora social, son marcados, por lo que explican bastante bien que, si alguien pretende cambiar sus sueños, debe comenzar por cambiar lo que vive, mientras está despierto…
La estética, y la forma de contar la historia, realmente es de lo más sorprendente de esa época; el uso de efectos especiales, totalmente justificados, teniendo en cuenta el carácter altamente onírico de la producción.
Tarsem Singh, nos lleva por la mente de este asesino, de forma muy impecable, y por una paleta de colores llamativa para un asesino...
Lo cual nos deja un mundo saturado de colores, marca registrada que después haría la carrera de este director.
Y es que The Cell, es una absoluta delicia visual, gracias al sentido estético inimitable de Singh, que construye unos escenarios tan hermosos como perturbadores, esplendorosamente fotografiados, y un mundo propio, absolutamente delirante, muy atrayente, y que funciona a la perfección como metáfora visual de lo que siente el psicópata antagonista, y en el que se dan la mano, los homenajes al eterno Expresionismo Alemán, con las referencias a obras de muchos artistas consagrados en distintas artes.
El vestuario, es igualmente maravilloso, y los sangrientos efectos especiales, al más puro “gore”, tan crudo como elegante en varias escenas, son verdaderamente destacados.
Se destacan los paisajes, así como la influencia del pintor Odd Nerdrum.
La escena en la que Carl Stargher, se enfrentada a 3 mujeres con las bocas abiertas, mirando hacia el cielo, está basada en la pintura “Amanecer”, del pintor noruego, Odd Nerdrum; y por qué no, al mismo Ingmar Bergman.
La escena, en la que Catherine persigue a Carl, montada a caballo, parte de una imagen sacada de una obra del pintor suizo, Hans Rudi Giger.
El famoso instante, en que el cuerpo de un caballo, es dividido en segmentos, por unas enormes láminas de cristal, se inspira en las instalaciones del artista británico, Damien Hirst.
La escena en la que la protagonista del relato, Catherine, habla con el psicópata Carl, mientras este último está “limpiando” el cuerpo de su primera víctima, está inspirada en el videoclip “Losing My Religion”, realizado para el grupo R.E.M., por el propio Tarsem Singh, director de The Cell.
Y por qué no también, algunas escenas están inspiradas en el video de Madonna, “Bedtime Story”, dirigido por Mark Romanek.
La escena, donde Carl Rudolph Stargher, se engancha unas cadenas a la piel de su espalda, está inspirada en las cadenas que los cenobitas emplean para torturar, en la saga “Hellraiser” de Clive Barker.
Estos elementos, resaltan y refuerzan el mensaje que se quiere dejar con la historia:
Los resultados de tus acciones, son tu responsabilidad, y de nada sirve que te escondas en otra realidad.
Tus errores, te alcanzarán, incluso allá…
“And what world do you live in?”
El argumento de The Cell, ilustra un poco, cómo será, si sobrevive, la terapia psicológica en el futuro.
Hoy en día se dice, que una vez se identifiquen todos los genes que producen enfermedades mentales, se podrá curar a todo el mundo de tales males...
Si esto fallara, ya estaría lista la neurología, para tomar el relevo.
Con el cerebro mapeado al detalle, se sabrá, cuál es el lugar exacto, donde aparece el Parkinson, o el siniestro Alzheimer, haciendo muy sencillo su tratamiento.
Si después de estos avances, quedan algunos casos sin resolver, si el consumismo no nos cura la infelicidad, como nos lo promete todos los días la comunicación masiva, podremos ir a un consultorio, donde un terapeuta vestido de forma extraña, nos pedirá permiso para entrar directamente en nuestro subconsciente, donde hará las modificaciones necesarias, para que dejemos atrás la depresión, o no perdamos más tiempo pensando, cuál es el sentido de la vida.
No sé si ese futuro sea mejor, o peor que el presente…

“My world, my rules”



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