The Man Who Wasn't There

“The last thing on his mind is murder”

El mundo conoció, y aprendió a amar al cine en blanco y negro, muchos de sus momentos más memorables, han carecido de color.
Hoy, el “neo-noir”, es un estilo de cine, que utiliza gran parte de los elementos del “film noir”, pero que trata temas con contenidos actuales, y estéticamente se observan elementos que estuvieron ausentes en películas de cine negro, de las décadas de 1940 y 1950.
Generalmente son dramas criminales o “thrillers” psicológicos, en el que el cine negro tuvo varias películas, con temas y recursos argumentales en común, y muchos elementos visuales muy distintivos.
Los personajes, eran a menudo antihéroes conflictivos, dentro de una situación difícil y desesperante, en un sistema moral nihilista.
Los elementos visuales incluyen:
Una iluminación discreta, destacando el uso de luz y sombras, y cámaras colocadas en lugares inusuales.
Los temas modernos empleados en estas películas, incluyen:
Crisis de identidad, problemas de memoria y subjetividad, y problemas tecnológicos, y sus ramificaciones sociales.
De igual forma, el término “neo-noir”, puede ser ampliado hacia otros trabajos de ficción, que incorporan estos elementos.
En la actualidad, ciertos directores se han dado a la tarea de revivir la leyenda del blanco y negro, algunos con más suerte que otros.
Y en los primeros años de este siglo, los amantes del cine, hemos disfrutado de la renovación de este formato, que sigue generando clásicos.
“Sooner or later everyone needs a haircut”
The Man Who Wasn't There es una película de suspense, del año 2001, dirigida por Joel Coen.
Protagonizada por Billy Bob Thornton, Frances McDormand, Tony Shalhoub, James Gandolfini, Scarlett Johansson, Michael Badalucco, Jon Polito, Katherine Borowitz, Richard Jenkins, Christopher Kriesa, Brian Haley, Christopher McDonald, Jack McGee, Alan Fudge, entre otros.
El guión es de Joel e Ethan Coen; y está inspirada por un poster que los hermanos Coen vieron, mientras filmaban “The Hudsucker Proxy” (1994)
El afiche mostraba varios cortes de pelo de los años 1940.
La trama de The Man Who Wasn't There, está ambientada en 1949 y, Joel Coen afirma que, “está muy influenciada” por el trabajo de James M. Cain, un escritor conocido por las novelas:
“The Postman Always Rings Twice” (1934), “Mildred Pierce” (1941) y “Double Indemnity” (1943)
Por otro lado, la crítica ha puntualizado, que la fórmula básica de la mayoría de las obras de James M. Cain, se basan casi siempre, en un hombre que cae por culpa de una mujer, la clásica “femme fatale”, y se convierte en un criminal, y cómplice de ella.
Muchos críticos además, han notado semejanzas entre The Man Who Wasn't There, y “L'Étranger” (1942) de Albert Camus; donde el protagonista comete un desafortunado crimen, y jamás se manifestará contra su ajusticiamiento, ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento, o lástima.
La pasividad y el escepticismo frente a todo y todos, recorre el comportamiento del protagonista:
Un sentido apático de la existencia, y aún de la propia muerte.
El título “The Man Who Wasn't There”, fue tomado del poema escrito por Hughes Mearns, titulado:
“Antigonish” (1899):
“Yesterday, upon the stair,
I met a man who wasn't there.
He wasn't there again today,
I wish, I wish he'd go away...”
Tenemos pues, una gran variedad de temas clásicos del género negro, como:
La codicia, las pasiones, el crimen, y el castigo; y como originalidad agregada, varias menciones a los ovnis en todo, en los sueños, y en la conversación, así como en diversos objetos, entre ellos, un cenicero.
The Man Who Wasn't There estuvo nominada al Oscar como mejor fotografía, y obtuvo el premio al Mejor Director para Joel Coen, en El Festival Internacional de Cine de Cannes, compartiéndolo con David Lynch por su película “Mulholland Drive”
Situada en un pueblo al norte de California, en el verano de 1949, Ed Crane (Billy Bob Thornton), es un barbero de carácter melancólico, y casi siempre muy reservado, que está casado con Doris (Frances McDormand), una oficial contable, con algunos problemas debido a su alcoholismo.
Ed es inexpresivo y retraído, y generalmente contesta con no más que un gesto, debido a que todo lo que le sucede a su alrededor, le resulta poco más que inerte.
A tal punto, que termina por sentirse hastiado de su vida, de aspecto rutinario, y aburrido.
Su compañero de trabajo, y también cuñado, Frank Raffo (Michael Badalucco), dueño de la barbería, es un personaje que, al contrario que Ed, habla constantemente, y es definido como un auténtico charlatán.
En la barbería, Ed conoce a Creighton Tolliver (Jon Polito), un hombre de negocios, que está buscando un inversor, para desarrollar una nueva tecnología llamada “limpieza en seco”
Después de pensarlo, a Ed le resulta bueno el desarrollo de esa idea, por lo que quiere invertir.
De forma anónima y sutil, el reservado Ed, chantajea al jefe de su esposa, apodado “Big Dave” Brewster (James Gandolfini), aprovechando que Ed tiene la completa certeza, de que tiene una relación amorosa con su propia esposa, Doris.
De esta forma, Ed pretende conseguir los $10,000 que necesita, a la vez que intentará enseñarle a su esposa, una lección en relación a la infidelidad, de la cual se siente víctima.
Unido a este “fatum”, Crane verá una posibilidad de alegría emocional, con la extraña relación mantenida con Birdy Abundas (Scarlett Johansson), que finalizará de forma accidentada, y rompiendo ese carácter idílico, que para él tenía la muchacha.
El plan termina por resultar no del todo bien ejecutado, algo que Ed no esperaba, lo que provocará el desencadenamiento de una serie de eventos, de aspecto tragicómico, con consecuencias inevitables para todos los involucrados.
La historia de la indescifrable Ann Nirdlinger Brewster (Katherine Borowitz), esposa del asesinado “Big Dave”, sobre la aparición de un platillo volador, y unas criaturas que se lo llevan por un momento, resulta desconcertante, al igual que el sueño que tuvo Ed de este mismo tipo, antes de ser ejecutado en la silla eléctrica.
Pero en lugar de ver lo anterior, como un desfase en el guión, prefiero entender, que es una de las estrategias de los hermanos Coen, que reflejan a plenitud, lo que es su cine de autor.
El barbero, logra analizar casi anatómicamente, todas las personas que lo rodean, y a medida que la narración va avanzando, nos va diciendo entre líneas, que quizás él no había planeado su vida así, pero es la forma en que le había tocado vivirla, y que hay muchas cosas que se escapan de sus manos, y otras cosas que simplemente, no le importan lo suficiente.
The Man Who Wasn't There, nos habla del aburrimiento en el que nos instala la sociedad del bienestar, de la carencia de emoción en nuestras vidas, de ese vacío interior, esa búsqueda de algo que dé sentido y respuesta a nuestra existencia.
Todo ello bajo la ácida mirada de los Coen, lo cual deriva en un buen conjunto de escenas, en ocasiones sorprendentes, en ocasiones hilarantes.
“Time slows down right before an accident, and I had time to think about things”
Los Coen, adoptan las claves del género, y elevan su fatalismo, a cotas rara vez exploradas; y nos ofrecen una visión distanciada de esa realidad, intelectual, vaciada de sentimientos, donde el bisturí disecciona un mundo alienado, un sistema judicial y policial sarcástico, o una sociedad de vendedores oportunistas:
No hay verdad, sino sólo duda razonable, a la realidad se le opone una apariencia que es verdaderamente lo importante.
Es una crítica ácida, que se mueve rozando el ridículo continuamente, pero sin caer en él; e intelectual, con abundantes referencias al cine, a la música para piano de Ludwig van Beethoven, o a la filosofía de índole cartesiano.
Es conocido, que su cine es muy sugerente:
La idea de tomar a un hombre común y corriente, un barbero, porque la vida lo quiso así; para reflejar al hombre moderno, aquel que es “culpable de vivir en un mundo que no tiene lugar para él”, como lo reseñó en su defensa, el prestigioso abogado, Freddy Riedenschneider (Tony Shalhoub), expresa el universo intelectual que los Coen pretenden entregar en sus películas, en las cuales, las respuestas parecen ausentes, para darle paso a las dudas y a las preguntas, como queda perfectamente ejemplificado aquí.
Lo que más llama la atención de The Man Who Wasn't There, como rasgo común a la filmografía de este par de privilegiados, que sólo triunfan en Europa, es esa facilidad para vendernos realidad, cotidianeidad, y salpicarla de forma creíble, de recortes esperpénticos, giros inesperados, que devienen cómicos por contraste, por provocar la risa en momentos insospechados.
De esta manera, su humor deviene genuino, una apología del surrealismo, lo suficientemente maquinada, para poner el mundo a un lado, y su obra, en otro.
The Man Who Wasn't There, es uno de los más completos homenajes de los hermanos Coen, al cine negro, casi una carta de amor al género, de unos declarados fans, que aquí cuidan hasta el último detalle, de una realización que bien podría haberse llevado a cabo hace 60 años.
En The Man Who Wasn't There, están casi todos los elementos característicos del cine “noir”, tales como:
Un hermoso blanco y negro, la narración “en off”, los detalles de época en vestuario, lugares, coches, el humo de los cigarrillos, el ritmo pausado, personajes amorales, algún estallido de violencia…
Todo ello, como cabía esperar, sin renunciar a elementos “made in Coen” como el humor negro e irónico, y algunas situaciones, realmente bizarras, como las referencias a extraterrestres, surgen en 2 ocasiones:
La primera, la utilizan como recurso, para explicar o justificar hechos que las personas no somos capaces de aceptar, y nos llevan al terreno irreal o falso, la locura.
La segunda, como evasión.
Ante la muerte, siempre creemos que vamos a ir a un sitio mejor que éste.
Ese platillo, puede ser el vehículo que lo transporte al lugar de sus sueños, y que el protagonista asimiló de la primera referencia...
La pena de muerte final, en la silla eléctrica, es otra ironía.
Terminan rasurando y cortándole el pelo al barbero.
En EEUU, país “civilizado”, no tomarán conciencia nunca, de que no se debe quitar la vida a los demás, amparándose en una legalidad irracional, y lo que es peor, con mucho apoyo social, son muchos votos.
Esto los convierte a ellos también, en unos asesinos.
¿Y qué importa si The Man Who Wasn't There no da respuestas a lo que propone?
Los mismos Coen nos responden, por boca del abogado:
“Nosotros no tenemos que saber, sólo debemos demostrar que los otros no saben”
The Man Who Wasn't There, es un trabajo de primera, a nivel visual, en el que destaca, como no podía ser de otra manera, su espléndida fotografía en blanco y negro, sus juegos de sombras, sus claroscuros, dejando varias imágenes para el recuerdo, y unos ambientes en ocasiones tenebrosos, y cuasi fantasmagóricos.
La cinematografía de Roger Deakins, es sencilla y tradicional.
La mayoría de las tomas, están hechas con la cámara a la altura de la vista, con lente normal, y profundidad de campo.
Cuando Ed aparece en pantalla, casi siempre se lo ve fumando un Chesterfield.
Aunque se trata de una película en blanco y negro, fue inicialmente filmada en color, y pasada a blanco y negro.
Al menos, una impresión fue lanzada con el primer carrete de color normal, debido a un error en la elaboración.
El reparto, vuelve a ser uno de los puntos fuertes:
La interpretación de Billy Bob Thornton, es el tercer pilar de The Man Who Wasn't There, apoyada en silencios y miradas herméticas, que hablan de su tristeza y apatía vital, trasmitida más por su voz “en off”, en un largo “flashback”, que por las pocas palabras que pronuncia.
Con apenas unos micro movimientos, imperceptibles de sus músculos faciales, y el brillo de su mirada, es capaz de manifestar emociones de hondo calado, que transmiten más que un largo discurso, ya no digamos, si alza una ceja, entorna los ojos, o curva la línea de sus labios en una mueca.
Tal vez por ello, se le han asignado en muchas ocasiones, papeles de individuos parcos en palabras, y ésta es una de ellas, pero sumamente comunicativos, a través de su lenguaje corporal.
Este hombre lacónico, sin demasiadas aspiraciones en la vida, casado con una provinciana “femme fatale” de poca monta, que es su polo opuesto, y le engaña con su jefe, se erige en el inocente perdedor de ese “Sueño Americano”, que acaba tentándole en forma de negocio de lavado en seco.
Él es la víctima de una cadena de infortunios y casualidades, que ha originado sin intención, y que se le acaban viniendo encima, y es que dicha cadena, no sigue un orden lógico, puesto que los culpables son castigados, pero no por el delito, o la falta que han cometido, sino por el de otros.
El escaso énfasis que Ed Crane le pone a la vida, se traslada a la propia película.
Otros actores cumplen con el rol:
Gandolfini, McDormand, Jenkins, y Johansson, aprovechan unos personajes, tan sensacionales como extravagantes, que sólo tendrían cabida, en una desviación enfermiza del “film noir”
Como tema de fondo:
No sabemos nada de nosotros mismos; ni de los demás; ni de nada en verdad, aunque creamos saberlo todo.
Nada sabemos de la vida, ni de la muerte, y nos aferramos sin embargo a la primera, como si ese fuera el sentido de todo.
Quizá sea esto lo que propone The Man Who Wasn't There.
Mostrar aquello que es el ser humano, cuando actúa como espectador de sus propios hechos, de sus propias emociones.
Observar aquellas preguntas que nunca se responden.
El no llegar nunca a la verdad del otro, y ni siquiera a la de uno mismo.
Muchos ven, sin embargo, un vacío en esto…
Como si el hombre despojado, no siguiese siendo un hombre…
Como si la ausencia de emociones, u “opiniones”, o “puntos de vista”, relegase al hombre a la inexistencia.
Cuando en verdad, el hombre despojado, no es sino el hombre verdadero, aquel que revela sus anhelos, su entusiasmo, sus ganas de amar, de ser amado…
¿Cuántos seres habrá por el mundo, muy parecidos a Ed Crane?
Creo que muchísimos, con una vida anodina, sin cambios ni alteraciones de ningún tipo, y sumidos en un vivir sin pensar, dejando transcurrir la vida lentamente hasta su final, de una forma monótona y aburrida, la suerte de muchos de ellos, es que quizás no se den cuenta de lo que sucede a su alrededor.
Por último, la banda sonora consiste en la música clásica, principalmente sonatas para piano de Ludwig van Beethoven, intercalados con obras compuestas por Carter Burwell; siendo The Man Who Wasn't There, la 9ª producción, en la que Burwell colabora con los hermanos Coen.
“Science.
Perception.
Reality.
Doubt.
Reasonable doubt”
Todos pagamos a lo largo de nuestra vida nuestros errores, la forma de hacerlo, no tiene que ajustarse necesariamente a la verdad.
Hay una cosa cierta:
Pagar, pagamos.
Qué más da de lo que te culpen; si todos somos culpables de algo.
Desconfiar de los silencios; del mudo; de las apariencias; de aquel a quien no ves; o de aquel a quien no quieres ver...
A veces, nuestra mirada altera lo que vemos.
Desconocemos lo que ha ocurrido en realidad, o que habría ocurrido si no hubiéramos metido nuestras narices en ello.
Así que, lo ocurrido no existe, nuestra mirada lo cambia todo.
Como dato, el físico alemán, Werner K. Heisenberg, fue uno de los padres de La Mecánica Cuántica, que además de ser un eminente físico, enunció El Principio de Incertidumbre, o Relación de Indeterminación.
El principio, tiene profundas implicancias físicas, y filosóficas.
Por empezar, el concepto de trayectoria de una partícula, pierde su significado exacto.
Y el de causalidad, queda también seriamente afectado.
Según Heisenberg, en la formulación usual de La Ley Física de Causalidad, que afirma que, si conocemos exactamente el presente, podemos calcular el futuro, lo incorrecto no es la conclusión, sino la premisa.
La Mecánica Cuántica, brinda en su lugar, leyes de evolución, que permiten calcular probabilidades.
Así pues, The Man Who Wasn't There, parece insignificante, pero su mensaje cargado de una atmosfera de fatalismo, nos transmite lo que a una persona le puede pasar, si no pesa las consecuencias.

“I don't know where I'm being taken.
I don't know what I'll find, beyond the earth and sky.
But I'm not afraid to go.
Maybe the things I don't understand will be clearer there, like when a fog blows away.
Maybe Doris will be there.
And maybe there I can tell her all those things they don't have words for here”



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