El Peñón de Las Ánimas

“Yo soy mexicano... y sobre todo, seré enamorado”

Jorge Negrete, tan macho y tan frágil al propio tiempo…
El Charro Cantor, como se le conoció, en su época, fue considerado uno de los mejores cantantes y actores de México, y del mundo de habla hispana, por su voz extraordinaria, y su espectacular presencia física.
Jorge Alberto Negrete Moreno, nació el 30 de noviembre de 1911 en Guanajuato, Guanajuato, México; y cursó estudios en Roma y París, e inició parcialmente, la carrera de Medicina.
Paralelamente a sus estudios, Jorge tomó clases de canto, con el prestigioso profesor, José Eduardo Pierson Lorta, Director de La Compañía Impulsora de Ópera de México.
En esa época, Jorge interpretaba temas operísticos, y llegó a grabar algunos, con el seudónimo de Alberto Moreno; incluso, participa en una audición, para formar parte del elenco del Metropolitan Opera House, pero no lo consigue, pues le ofrecen un papel de suplente, el cual rechazó.
El actor, Arturo de Córdova, entonces locutor de radio XEW, fue quien le aconsejó utilizar el nombre artístico de:
Jorge Negrete.
Los guiones de la mayoría de sus películas, así como los temas musicales que interpretaba en ellas, estaban escrupulosamente estudiados, y seleccionados para su lucimiento personal como galán.
Fue tal la popularidad de Negrete, que en las calles cercanas a los lugares donde se presentaba, era imposible circular; la histeria colectiva que provocaba, y que tanto indignaba a sus críticos, era realmente algo nuevo y desconcertante, sobre todo, para la recatada actitud de ese tiempo.
En México, cuando los niños asistían a alguna festividad, las madres les peinaban con un flequillo a un lado, como Jorge Negrete, y los vestían de charros...
Tal era la imagen que irradiaba, con esa fuerte personalidad en pantalla, que Negrete se convierte en símbolo sexual masculino, toda una rareza para un hombre en esa época.
En el cine, Negrete fue un icono de la denominada “Época de Oro” del cine azteca, siendo uno de los fundadores, y dirigentes más involucrados del Sindicato de Trabajadores de La Producción Cinematográfica de La República Mexicana, y reorganizó, junto con un grupo selecto de actores, La Asociación Nacional de Actores (ANDA), y le cupo la suerte de liderarla con eficiencia.
Substituyó en el cargo de presidente, a otro de los grandes embajadores del cine azteca, como Mario Moreno “Cantinflas”, y se distinguió como un gran defensor de los derechos de los profesionales del cine mexicano.
No obstante, Jorge Negrete, poco más de un año después de haber contraído matrimonio con María Félix, falleció en el hospital Lebanon Cedars, en la ciudad de Los Angeles, California; a las 11:03 de la mañana, del 5 de diciembre de 1953, a la edad de 42 años.
EL Charro, murió durante una visita profesional, debido a trastornos hepáticos, por enfermedad que aparentemente contrajo, mientras trabajaba como músico en New York.
Contrario a lo que muchos creen, Negrete no bebía alcohol, pero sí fumó durante toda vida.
Su cadáver, fue trasladado a México; y más de 10 mil personas se aglutinaron en el aeropuerto de la capital mexicana, para recibir el féretro.
Decenas de miles de personas, formaron una valla humana en el trayecto que va del Teatro de La Asociación de Actores, hoy “Jorge Negrete”; hasta El Panteón del Jardín, en La Ciudad de México, donde fue sepultado.
Ese día, fue declarado de duelo nacional, y se guardaron 5 minutos de silencio en los cines mexicanos.
Hubo numerosas señales de luto en toda América Latina, y España.
Gracias a Jorge Negrete, la imagen del Charro Mexicano, las canciones con mariachi, y el tequila, se popularizaron en todo el mundo, despertando un interés por México, y sus tradiciones.
A través de sus 44 películas, difundió la llamada “Comedia Ranchera”; y encarnó al “Charro Cantor”:
El macho audaz, atractivo, arrogante, y mujeriego.
Muchos cantantes, se han visto influidos, y han expresado su admiración hacia Jorge Negrete; desde los populares, hasta los artistas líricos, entre ellos, los famosos tenores:
Alfredo Kraus y Plácido Domingo.
El primero de éstos 2, comentó en una entrevista, cuando le preguntaron:
¿Qué discos le gustaba escuchar?
Respondió que, cuando quería escuchar a un gran cantante, escuchaba a Jorge Negrete.
Domingo por su parte expresó en su libro “Mis Primeros Cuarenta Años” que para él, Jorge Negrete era el “Non Plus Ultra”, es decir “No hay más allá”, misma admiración que ha demostrado todo el tiempo, con homenajes, y grabando los temas que Negrete convirtió en clásicos.
Se dice también, que el tenor italiano, Franco Corelli, llegó a elogiar la voz de Jorge Negrete, diciendo que si éste hubiera continuado con su carrera de cantante de ópera, habría llegado a estar entre los mejores del mundo.
“Mujer abre tu ventana para que escuches mi voz, que está cantando el que te ama, con el permiso de Dios”
El Peñón de Las Ánimas es un drama mexicano del año 1942, escrito y dirigido por Miguel Zacarías.
Protagonizado por Jorge Negrete, María Félix, René Cardona, Carlos López Moctezuma, Miguel Ángel Ferriz, Virginia Manzano, Conchita Gentil Arcos, Manuel Dondé, entre otros.
El Peñón de Las Ánimas, marco el debut cinematográfico de la legendaria “Doña” María Félix; y que posteriormente, le valió La Medalla al Mérito, que le dio La Asociación Nacional de Actores (ANDA) en 1992, en conmemoración de los 50 años de su debut como actriz.
El Peñón de Las Ánimas, habla sobre la rivalidad existente entre 2 familias nobles:
Los Valdivia y Los Iturriaga, sobre el dominio de una propiedad, a la que se refieren como “El peñón de las ánimas”
Por una antigua rencilla familiar, El Terrateniente, Don Braulio Valdivia (Miguel Ángel Ferriz) recuerda a su nieto Felipe, y a Manuel (René Cardona), que deben liquidar a Fernando Iturriaga (Jorge Negrete)
Al mismo tiempo, desde España llega María Ángela Valdivia (María Félix), también nieta de Don Braulio, y novia desde la infancia de Manuel.
La joven, se enamora de Fernando, pero se compromete con Manuel, para evitar el derramamiento de sangre:
Peleas, fiestas, y serenatas, serán parte del repertorio folklórico de una trágica historia.
Las rencillas entre estas 2 familias se agudizan con el romance de los jóvenes Fernando y María Ángela.
Cuando el abuelo de María Ángela (Carlos López Monctezuma), descubre que está enamorada de Fernando, la obliga a casarse con Manuel; pero ella descubre que Manuel no la ama, y juntos planean su escape con Fernando.
Pero las cosas van mal, y los amantes deben encontrar su destino en El Cañón del Espíritu, conocido como “El Peñón de las ánimas”
Tal vez, la obra no habría trascendido, si Zacarías no hubiera hecho debutar en ella, a una hermosa actriz, a la que quiso poner el seudónimo de “Diana del Mar” o “Marcia Maris”, pero quien se encaprichó en aparecer en los créditos con su verdadero nombre:
María de Los Ángeles Félix.
Y es que El Peñón de Las Ánimas es historia de cine mexicano, y más específicamente, es historia de “La Doña” y Negrete.
“Tú iluminaste mi vida, por eso mujer querida te canto esta noche azul.
Por eso vengo a robarte un rayito de tu luz”
El Peñón de Las Ánimas, es un “western” musical mexicano, de los que hicieron furor en los años 40 en México, España, y Latinoamérica; es una adaptación ranchera de “Romeo y Julieta”, protagonizada por Jorge Negrete y María Félix, una fórmula extraña con:
“Western”, musical, canciones, y amores imposibles por odios familiares irreconciliables.
La trama, se basa libremente en el drama de Shakespeare, y se transfirió a las tempranas zonas rurales del siglo XX de México.
El peñón, es pues, otra querella entre Montescos y Capuletos, aquí amenizada por canciones rancheras:
María Ángela y Fernando, se aman al instante, pero el odio ancestral es separatista.
El padre de él, asesinó al padre de ella; y el abuelo de ella, ansía trasladar la venganza a la siguiente generación…
El orden de los factores, delata el producto.
Y ni al guionista, ni al director, les interesa lo inverosímil a su juicio:
La autonomía emocional del personaje de María.
¿Para qué?
Entonces, las heroínas del cine mexicano son, porque no hay otra, dulces, abnegadas, elocuentes desde su grata presencia, una ofrenda en el altar del patriarcado…
La heroína, con toques de víctima, con chispas de ácido, de amores, y modales recatados, pero poco conservadores, se abre paso en el mundo de machos.
Y es que, aunque en su época haya generado controversia, y hoy veamos a esta damisela que no está en apuros, como una exageración de la expresión de la liberación femenina, sí representó a la mujer que busca su emancipación, quizás a diferencia de las mujeres modernas de la época, lo hacía con seductora rudeza.
Así las cosas, desde el guión viene la tragedia de Shakespeare, con un resultado predecible; pero tiene muy buena actuación, y un buen ritmo.
Rodada en el México del Cine de Oro, El Peñón de Las Ánimas retrata a 2 de las estrellas más grandes de México:
El magnífico y guapo actor y cantante, Jorge Negrete, y en su debut, María Félix, conocido por las generaciones posteriores de los latinoamericanos, como “La Doña”, que se convertiría en la mayor estrella femenina del cine mexicano.
Aquí, mientras La Félix era una primípara en la actuación, y tal vez en la dicción, Jorge Negrete ya era un artista reconocido, en aquel entonces, “El Charro Cantor”
Negrete, sin mostrar lo que hoy llamamos “química” con María Félix, por cierto, qué bien le queda el papel de charro, tiene una buena interpretación, que quizás está jalonada por su voz, con la que hace de El Peñón de Las Ánimas, toda una serenata.
Queda así en mi memoria, Jorge Negrete con:
“Seré enamorado” y “Yo soy mexicano”
Por ello, El Peñón de Las Ánimas, es digna de ser vista, no solo por cumplir su función de entretener, sino también por su valor histórico:
La filmación, estuvo llena de rencillas, de La Félix, con su coprotagonista, Jorge Negrete, debido a que este, había solicitado, en vano, a su entonces compañera sentimental, Gloria Marín, como su compañera de reparto.
Que para María, un papel estelar, junto a un ídolo como Jorge Negrete, era una puerta lo bastante grande para que la cruzase sin reparos, una mujer dotada de tanto carisma y autoestima, y eso que María Félix tenía entonces 28 años.
Y lo obtuvo La Félix, con algo de antipatía, o el deseo disfrazado, que condujo a un enfrentamiento directo entre ambos.
Esta no era, sin embargo, la primera vez que se veían, y se enfrentaban.
Su antipatía, venía desde tiempo atrás, cuando Félix era una muy joven recién casada en Guadalajara...
Fue por casualidad, a ver la filmación de la película “Caminos de Ayer”, cuando Negrete reparó en ella, que lo miraba desde primera fila, mientras rodaba una escena.
Cuando terminó la misma, Negrete se acercó a la muchacha, para ofrecerle hacer películas, por su belleza.
Ella respondió al requiebro, diciendo que estaba casada, y él dijo que no le importaba, que no era celoso…
“Yo no quiero trabajar en el cine, y menos si hay tipos tan majaderos como usted”, así zanjó el tema, la futura actriz que no solo trabajaría en el cine, con tipos tan majaderos como Negrete, sino que se casó con él…
Y para que llegara ese momento, tuvieron que pasar años…
María Félix, estaba en Argentina, comprometida con el actor, Carlos Thompson, pero algo sucedió, y la actriz huyó de la boda; y volvió a México.
Allí la esperaban, al pie del avión, 10 mil personas para recibirla, después de 4 años de ausencia.
Un hombre, llegó a entregarle un ramo de rosas, era el actor, Crox Alvarado, que entonces, era colaborador de Negrete en La ANDA.
Las flores, eran de parte de Negrete, que no había podido ir personalmente a recibirla.
“Dice Jorge, que está muy feliz que no te hayas casado con el argentino”
Poco después, Félix y Negrete se reencontraron en un cóctel de bienvenida, en honor a La Félix, y a partir de ahí, se empezaron a enamorar…
Se dice que María Félix, tenía loco de amor a Negrete, y le pedía canciones en todas partes.
Fueron 10 años después, que Félix y Negrete se casaron, el 18 de octubre de 1952, manteniendo una relación muy estable; pues María había estado casada en 2 ocasiones, parando la relación en divorcio con:
Enrique Álvarez (1931–1938) y Agustín Lara (1945–1947)
La ceremonia nupcial de ambos, fue considerada “La Boda del Siglo en México”
Se realizó en la finca de Catipoato, luego conocida como “Hacienda de Tlalpan” propiedad de María.
A esta boda, no sólo asistieron las figuras más connotadas del cine, la radio, y la televisión, sino también, personajes del mundo intelectual como:
Octavio Paz, Diego Rivera, y Frida Kahlo.
El regalo de bodas de Jorge Negrete, fue un espléndido collar de esmeraldas, que más adelante provocaría un escándalo.
Pero lamentablemente, el matrimonio duraría muy poco, porque el mito mexicano estaba ya muy enfermo.
Dentro de casa, la pareja era muy diferente:
Negrete era sencillo, pacífico, tierno, aunque apasionado en la alcoba… siempre y cuando se guardara silencio a la hora de la intimidad, como asegura la actriz en su biografía:
“Para él, era indispensable guardar silencio.
Con él aprendí, que no se debe decir nada en la alcoba, porque en ese momento de inspiración y confianza, las palabras están de sobra, y cualquier indiscreción, puede ser usada más tarde contra el amante que se fue de la lengua”
Ambos vivían en La Finca, que gozaba de 14,500 metros cuadrados de jardín, y 600 árboles frutales.
Además de árboles, María coleccionaba perros callejeros, y serpientes de cascabel en el jardín, tenía 80, que le había ido mandando Diego Rivera desde Oaxaca.
Mientras disfrutaban de este entorno increíble, la hepatitis de Negrete degeneró en cirrosis… que lo llevó a su muerte.
La aparición de María en sus funerales, vestida con pantalones, causo un enorme escándalo, el cual llevó a María, a poner tierra de por medio, y refugiarse en Europa.
Así las cosas, a partir de El Peñón de Las Ánimas, todos sus papeles serían protagonistas.
Tras el rodaje de El Peñón de las ánimas, su fama ya no paró de crecer.
Tanto es así, que filmes como:
“María Eugenia” (1943), de Felipe Gregorio Castillo; y “Doña Bárbara” (1943), de Fernando de Fuentes, le otorgaron la categoría de “Gran Diva del Cine Mexicano”
La vemos en las primeras escenas paseando a caballo por las tierras de su familia. De entre las escenas para el recuerdo, es una al inicio:
Cuando de pronto, María Ángela se sienta a leer bajo un árbol.
Un acercamiento al libro revela que lee “Las Rimas” de Bécquer.
Una tormenta hace correr a María Ángela hacia una vieja construcción abandonada, donde se encuentra con un desconocido, que interpreta Jorge Negrete.
Mientras lee, María Ángela escucha a su acompañante, recitar de memoria con ella el fragmento…
La sorpresa la hace callar, y sólo cuando él ha terminado de decir la estrofa, le pregunta, cómo es posible que conozca el poema, incluido en pocas ediciones, esto tiene sentido, pues las primeras ediciones de “Las Rimas”, que Bécquer había preparado bajo el título de “Libro de Los Gorriones”, no incorporaban todos sus poemas.
El personaje interpretado por Negrete, del que aún no sabemos el nombre, responde galantemente:
“Tal vez Bécquer la escribió, para que pudiéramos decirla juntos”
A partir de este momento de intimidad, surgirá entre ellos, un profundo amor que por desgracia, no los conducirá a nada bueno.
El Peñón de Las Ánimas termina de manera trágica, pero lo que interesa aquí es destacar la escena de esos instantes de comunión, que la poesía crea entre un hombre y una mujer que no se conocen, y a partir de los cuales, sus vidas se transforman.
Me gustó especialmente la escena de baile, con una buena coreografía y actuación convincente de ambas estrellas, que más tarde en su vida, se convertirían en una pareja casada.
Esta es una buena, si no excelente, película, lo que sería muy interesante para las personas interesadas en la historia del cine mexicano.
Y ese final demoledor, de muerte y la inmolación, tragedia por donde se mire, digna para el lucimiento de estos artistas.
La banda sonora de El Peñón de Las Ánimas, alterna la música clásica de Tchaikovsky, Paganini, Beethoven, y Chopin, con temas del bellísimo folklore mexicano, cantados maravillosamente, por el protagonista masculino, el enorme Jorge Negrete.
“Y al ceñirte la gracia, al darte la belleza un prolongado beso de poética envidia,
miles de ojos y oídos, de lentes, de pinceles, de palabras, y ritmo entrecortado, como las que hoy pronuncio, el mismo cielo, digo, bajaron, como rayos, los vivas de alegría formando un magistral coro de sugestiones y advertencias:
“¡María Félix es nuestra!
A la bendita tierra mexicana tan sólo va a pasar sus vacaciones.
Y hubo un batir de alas como rimas de Bécquer”
Después de ver “El peñón de Las Ánimas”, Efraín Huerta, deslumbrado por la belleza de la actriz, escribió este poema titulado “María de Los Ángeles Félix”, para celebrar el nacimiento de la estrella.
Sólo que como hacen saber unos personajes que se muestran, con voces y ruidos en su última estrofa, esa nueva Venus, no proviene del mar.
María Félix, fue un caso raro dentro del cine universal:
No era precisamente buena actriz, y ni siquiera se puede decir que fuera muy guapa.
Era, por encima de todo, una “mulier dominatrix” mexicana, gobernando sobre un mundo de machos.
Su falta de gracia y su rudeza, se convirtieron en parodia de lo que hoy podríamos llamar, la mujer moderna.
Mientras en Hollywood triunfaba la “femme fatale”, independiente pero femenina, María Félix propagaba a los 4 vientos, un modelo de mujer ajoarriera y atroz por los 4 costados.
Pero fue un venezolano, Rómulo Gallegos, quien le puso el apodo, sin querer, “Doña Bárbara”; para simplificar, “La Doña”
Sus compatriotas mexicanos, se encargaron de todo lo demás, de aparearla con los galanes más digeribles, porque se los devoraba a todos; de iluminarla por los mejores fotógrafos, notablemente, Gabriel Figueroa y Alex Phillips; de hacerle serenata con música de Lara:
“Acuérdate de Acapulco / de aquella noche / María bonita, María del alma…”
De ceder a sus caprichos, y de convocar a los rituales para rendirle culto, o sea, hacerle películas.
María Félix, fue estrella turbadora desde su debut en El Peñón de Las Ánimas (1943), hasta hoy.
Su muerte, en el 2002, un 8 de abril, no cambió para nada, los motivos esenciales de su culto.
Eso es, el culto, pero:
¿Qué dice la teoría, por qué nos turbaba, y nos sigue turbando La Félix?
Porque era una mujer tan seductora, que adquiría el poder de los hombres.
Y del amor que sus encantos despertaban, al odio que sus embrujos provocaban, había sólo un paso.
Toda su carrera, calza en un concepto shakespeariano:
“La doma de la fierecilla”
Y Jorge Negrete colisionó con ella en El Peñón de Las Ánimas, y tardó una década en darse cuenta, de que podía conquistarla por la buena, casándola.
A más de sus 100 años, “La Doña” muerta, y “El Charro Cantor”, están más vivos que otros “wannabes”
En especial María, al ser mujer, porque su bronca con el patriarcado latino, su resistencia a ser domada, está tan vigente, que sigue sacando chispas.
María es una estrella “trans”, en un sentido metafísico, por encima del sexo, y por debajo de las obviedades de la dramaturgia mexicana; una estrella que, arqueando una sola ceja, nos perturba, y nos domina.
Según La Félix, el más hermoso recuerdo que Negrete le dejó, fue su dedicación en el libreto de “El Peñón de Las Ánimas”, para reparar su antigua ofensa...

“Si en medio del valle en tardo se trueca tu amor animado, vacila tu planta, se pliega tu talle... soy yo, dueño amado, que, en no vistos lazos de amor anhelante, te estrecho en mis brazos; soy yo quien te teje la alfombra florida que vuelve a tu cuerpo la fuerza de la vida; soy yo, que te sigo en alas del viento soñando contigo”



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