Blue Valentine

“I feel like men are more romantic than women”

¿Quién no ha estado enamorado?
¿Quién no ha sufrido una decepción?
¿Quién no se ha preguntado, más de una vez, cómo pudo llegar a esa situación, aun sabiendo que la otra persona era, posiblemente, el amor de su vida?
El amor, como la vida, tiene fecha de caducidad; las relaciones marcan la vida de las personas, haciendo que nunca vuelvan a ser las mismas; y algunas personas no se han amado jamás, aunque hayan estado juntas toda la vida.
Lo hemos visto en multitud de películas:
Chico conoce a chica, se enamoran, deciden casarse y:
¿Fueron felices y comieron perdices?
¿Qué pasa después?
¿Por qué las películas nunca nos muestran, lo que hay detrás del momento extremo de felicidad, que es enamorarse, y ser correspondido?
¿Qué hay detrás del “The End”?
¿Es el amor, capaz de durar para siempre?
Muchas veces, por desgracia, quererse, no es suficiente.
“In my experience, the prettier a girl is, the more nuts she is, which makes you insane”
Blue Valentine es un drama del año 2010, dirigida por Derek Cianfrance.
Protagonizada por Ryan Gosling, Michelle Williams, Mike Vogel, John Doman, Ben Shenkman, Liam Ferguson, Maryann Plunkett, Faith Wladyka, Samii Ryan, Tamara Torres, Carey Westbrook, Eileen Rosen, entre otros.
El guión es de Derek Cianfrance, Cami Delavigne, y Joey Curtis; es un guión complejo, lleno de matices, y muy profundo en su mensaje; que nos hace ver que estar enamorado, no es “una vida de color de rosa”, ni que todo lo que puede ocurrir en la vida en pareja, va a ser bonito, y que incluso, a esas parejas que parecen hechas el uno para el otro, a las que no se les puede tener nada más que sana envidia, porque están tan compenetradas, y que todo lo que les rodea, parece perfecto... a ellos también, se les puede acabar el amor…
Como dato, el inicio del rodaje de Blue Valentine, estaba planificado para dar comienzo en la primavera de 2008, pero fue retrasado, por la muerte de Heath Ledger.
Los productores, por tanto, decidieron retrasarlo, por respeto a Michelle Williams, ex-novia del fallecido actor, y madre de su hija, Matilda.
También, tomaron esa decisión, porque no querían que otra actriz interpretara el personaje.
De hecho, Ryan Gosling y Michelle Williams, fueron productores ejecutivos de Blue Valentine, y se nota que ayudaron más allá de sus poderosas actuaciones.
Ambos aglutinan aquí, los mejores recursos de su carrera.
Pero antes del estreno, Blue Valentine obtuvo una calificación NC-17 por la Motion Picture Association Of America (MPAA) para los cines estadounidenses.
Esto se debió, a una escena de un “cunnilingus”, por lo que Gosling acusó a la MPAA, de sexismo y misoginia, y dijo:
“Hay un montón de escenas de sexo oral, en un montón de películas, en las que es un hombre quien lo recibe de una mujer; y son clasificación-R.
Blue Valentine se invierte, y de alguna manera, se percibe como pornográfico”
Por su parte, The Weinstein Company apeló la decisión por una “R”, en la creencia de la decisión previa, perjudicaría significativamente el potencial de taquilla de la película en los Estados Unidos.
La apelación de la compañía tuvo éxito, en el 08 de diciembre 2010, y la película recibió la clasificación deseada:
NC-17
Blue Valentine estuvo nominada al Oscar a la mejor actriz para Michelle Williams; y no se entiende, cómo Ryan Gosling fuese olvidado en los Oscar…
Blue Valentine se rodó en Pennsylvania y New York; y sigue a Dean Pereira (Ryan Gosling) y Cynthia “Cindy” Heller (Michelle Williams), un matrimonio joven, que lleva 7 años juntos.
Todo inicia, cuando Cindy espera un hijo de su preparador físico, Bobby (Mike Vogel)
Por lo que después conoce a Dean, y acepta esa paternidad impuesta, después de que Cindy, en el último instante, decida no abortar.
Dean sentirá como propia, a la pequeña Frankie (Faith Wladyka), y se esforzará por caer bien al colérico padre de Cindy, Jerry (John Doman), que lo tiene por un inútil.
Pero la relación de la pareja, a pesar de que se sigan amando, no cuaja, porque Cindy no ve en su marido ningún futuro, y la convivencia se irá deteriorando, hasta hacerse insostenible.
Con el tiempo, Cindy pierde el interés por su marido.
Y él, Dean, en un intento desesperado de recuperar la pasión en su relación, le propone pasar una noche en un hotel temático...
Allí se hospedan en la llamada “Habitación del Futuro”, una habitación donde mediante “flashbacks”, recordarán cómo se conocieron, de qué manera se enamoraron, y cómo, irremediablemente, su relación empezó a deteriorarse.
¿Qué fue de esa necesidad de contacto entre ellos?
¿Qué de esas miradas apasionadas y juguetonas que compartían en la boda?
Blue Valentine te crea una enorme tristeza, de comprender, que aunque seguramente están hechos el uno para el otro, la monotonía, los problemas de dinero, las adicciones, y los continuos reproches entre ambos, han provocado inevitablemente, que la pasión fuera menguando, hasta esa situación extrema, en la que hacer el amor, se convierte en una obligación para Cindy, y un último recurso para Dean.
De sinceridad va Blue Valentine, una sinceridad que se desprende en cada escena, en cada palabra, sin buscar artificios; y nos cuenta una historia de amor real, muy alejado del patrón de la típica comedia romántica, que a muchos de nosotros ya aburre.
Lo que les ocurre a los protagonistas de Blue Valentine, es la historia que le podría ocurrir a cualquiera, en cualquier lugar, y en cualquier momento.
Es la cara y la cruz de cualquier relación humana, y más aún, del matrimonio, donde los buenos momentos se suceden junto a los malos, y el amor se pone a prueba.
Blue Valentine es dura y triste y, por su temática y formalidad, solo interesará al espectador adulto, o al amante del cine independiente, que asistirá a las escenas de un matrimonio venido a menos.
“Tell me how I should be.
Just tell me.
I'll do it”
Derek Cianfrance, dirige Blue Valentine, después de haber escrito, y reelaborado el guión, durante casi una decena de años:
Plantea la relación, con una propuesta en la que altera los hechos por medio de “flashbacks”
Nos suministra la información, alterando el orden cronológico de la misma.
Para ello, se apoya en una serie de recursos técnicos, como es el hecho de rodar el pasado con una cámara de 16 mm; y el presente, con una digital; el uso de diferentes encuadres de la escena, como:
Planos cortos para el presente, planos más abiertos para el pasado, donde la relación no es tan asfixiante; y el empleo de diferentes tonalidades en las escenas.
El resultado de todo esto, con las elipsis temporales, es demoledor.
Cianfrance, trabajó en el guión junto a Joey Curtis y Cami Delavigne, durante años, pero en el momento de rodar, pidió a los intérpretes que improvisaran, y buscaran la manera más natural de comportarse, y de relacionarse entre ellos.
Procuraba zanjar las escenas con una sola toma, con el objetivo de capturar la espontaneidad de las interpretaciones, y también hizo que Williams y Gosling, que escribió 2 canciones para Blue Valentine, compartieran un apartamento durante 1 mes, antes de filmar las escenas del presente, para que resultaran más creíbles como pareja, y ensayaran formas de iniciar, y prolongar discusiones.
Esta serie de decisiones, son arriesgadas, es más seguro ceñirse al guión, y planificar cada detalle, pero con suerte y talento, el resultado merece la pena.
Cianfrance, mezcla las 2 etapas a lo largo del metraje, dando al espectador, la posibilidad de comparar, y apreciar el cambio en los personajes, y la relación de una forma más poderosa, que si hubiera planteado la historia de un modo corriente, o lineal.
De este modo explota mejor la historia, exponiendo en escenas consecutivas, cómo 2 personas que se atraen fuertemente, que tienen química, y forman una pareja ideal, pueden después sentir agotamiento y amargura, junto a la pareja con la que se han comprometido.
El encanto, la diversión, y la pasión del comienzo, convertidos en hastío, monotonía, y tristeza.
Planteada como un viaje entre el presente y el pasado, desde una “Habitación del Futuro”, Blue Valentine enlaza una puesta en escena natural e independiente, sin incidir en desbarres estilísticos.
Es sencilla, rodada de un modo sutil y respetuoso con los personajes, palpable, y de gran efectividad visual; pero lo realmente interesante de la historia, es la parcial pero contundente inversión de los roles principales, en términos genéricos:
Y es que aquí, la inercia del tiempo, de la vida diaria en común, no sabe de sexos débiles, y fuertes al uso.
Blue Valentine, plantea la relación de una pareja, por espacio de 5 años.
Sus inicios, su cénit, y su decadencia.
Dean, es un hombre encantador:
No terminó sus estudios, es un tanto inmaduro, bonachón, y cariñoso, que ejerce de padre a la fuerza, pero tratando de hacerlo lo mejor que puede.
Se saltan las convenciones habituales, para ser más amigo que padre en la relación con su hija.
No le importa vivir de aquellos trabajos que le van saliendo al paso...
Por su parte, Cindy es atractiva, guapa, vitalista, y una brillante estudiante.
En su camino, se le cruza un calentorro, cuyo encanto radica en los músculos...
Convive con sus padres, en un hogar donde hace mucho se mudó el amor, para dar paso a los gritos, desdenes, y violencia.
La llegada de Dean, en la vida de Cindy, es una brisa de felicidad, es el amor principesco…
Y es que Dean es un padrazo, alegre, tierno, comprensivo, encantador con su hija, y con los demás, y todavía, enamorado de su mujer.
Pero ella es más controladora con su hija, más protectora, le impone más disciplina, y parece estar harta de su vida.
Algo falla en este matrimonio, y la tensión creciente, hace que el ambiente se haya vuelto irrespirable.
Con crudeza y dramatismo intenso, asistimos a escenas íntimas de un matrimonio que se besa, discute, y se pega, y cuyas almas viven ya distantes, sumidas en la rutina, y el desencanto.
Con un montaje alterno, muy conseguido, y una buena labor de peluquería y caracterización, el espectador va sin confusión ni esfuerzo, del drama presente, al feliz momento en que se conocieron, e intenta comprender, cómo han llegado a ese punto de no retorno.
Un cruento drama, en que la presencia de terceros apenas, es sustancial.
Aquí no hay culpas que echar a una intromisión, a una infidelidad...
Aunque podemos culpar a una ensoñación de un primer amor… ¡Bobby!
Es la agonía, de forma natural, aunque algo prematura, de una relación.
El amor se agotó.
Ambos, se vuelven incapaces de recuperar la pasión, y la vida se llenó de hastío, desgana, y melancolía, con la añoranza del bello vivir.
Lo más inquietante, es que la relación no se viene abajo por alguna infidelidad, o porque el hombre o la mujer, actúen incorrectamente, lo que un día es amor, empieza a convertirse en algo más cercano al odio, sin motivo aparente, por la pura erosión del tiempo, y una chispa que se apaga sin remedio.
Él sigue queriendo a su mujer como el primer día, pero ella parece no sentir lo mismo, nota que aquello ha llegado a su fin, aunque no está muy segura de cómo dejarlo todo atrás.
Un caso claro, de que 2 no se aman, si uno no quiere.
Los méritos de Blue Valentine, se concentran en una precisa gramática visual, que capta la esencia de los momentos más erosivos de una convivencia.
En esa quimérica descripción que muchos intentan, y pocos consiguen, Cianfrance se apoya en una estética de tonos apagados, que asienta un estado de ánimo:
La degradación que culmina en una habitación temática de motel, en la que intentar reflotar lo ya moribundo.
Bajo el azul intenso de esa “Habitación del Futuro” en la que, paradójicamente, no hay futuro ya; y es que el director, no hace sino trazar brochazos de recuerdos idílicos, que mezcla con otros de cruda realidad, para dejar en el espectador, la sensación agridulce, de que el amor es un impulso efímero y fugaz, y que el pasado, siempre termina pasando su factura.
Con interpretaciones de infarto:
Ryan Gosling y Michelle Williams, en estado puro; imparten 2 interpretaciones explosivas, y emocionalmente desnudas.
Tanto él como ella, transpiran emoción, dolor, amor, y todo lo que sus personajes sienten, y se entregan en cuerpo y alma, a una tragedia arrolladora, en la que ambos resultan tan creíbles, precisamente por el realismo y la naturalidad que aportan.
Ambos asimilan con contundente credibilidad, cada gesto, cada beso esquivado, y cada mirada irritada, que certifica una muerte anunciada.
La interpretación que Gosling, consigue llegar al corazón:
Es un chico tan enamorado, y convencido de que lo que siente es amor verdadero, que no duda en perseguir a la chica, que el azar le ha puesto delante de sus narices, aunque los desplantes de ella, harían retroceder al más ilusionado.
En el aspecto conquistador, este hombre da para un tutorial…
La escena del ukelele, es amor puro.
Gosling se muestra brillante y soberbio en los variados registros:
Desde el humor, a la ira, desde la ternura hasta la rabia, en los diferentes estados de “su natural desarrollo físico”
Mientras Williams ve que sus sueños no se van a cumplir por ese camino, y no quiere repetir lo que vivió en su casa, lo que acontece en el hogar donde se crio.
Al final, hay que pensar que ella es honesta, y no quiere que Ryan se convierta en ese ser ominoso, que maltrata a su madre.
Y es que esta una relación, en la que no hay buenos ni malos.
El director no ha caído en ese maniqueísmo.
Todos salimos perdiendo, cuando el amor se nos escapa entre esos besos que ya no alcanzamos a dar.
Es difícil, no empatizar con este matrimonio, más aún, si estas casado, aunque en mi caso, mis simpatías se decantan por Dean.
A pesar de sus defectos, siente un amor incondicional a su familia, nos lo muestran como buen padre, y le vemos suplicar el cariño de su mujer, en varios momentos.
En cuanto a Cindy, le reprocha falta de ambición, y un abuso del alcohol, parece que su marido no ha resultado ser como pensaba…
Ella es ambiciosa, él conformista:
¿Ese es todo el problema?
No me parece justo.
Cierto que Cianfrance no modula con la misma profundidad y mimo, personajes anexos, y decisivos en la vida de la pareja, como el ex novio de ella, agente tóxico pero sin aristas, pero la densidad sentimental que respira cada instante compartido por ellos 2, es tal, que convierten este relato de desamor, en uno de los más dolorosos, convincentes, y amargos vistos en algún tiempo.
Cianfrance dirige en una tormenta de sentimientos, como hubiese arrancado la película de su interior; mientras que el personaje masculino está descrito desde la empatía, el femenino es un agujero negro, una máscara irracional…
Marcan una relación explosiva, verosímil, que evoluciona más allá de cronologías y acontecimientos, gracias a una gestualidad, especialmente en el caso de ella, que les envejece, y rejuvenece años físicos y anímicos, con lo que parece un mínimo esfuerzo interpretativo.
Tremendos, carnales, al margen del mundo, podríamos decir, como toda pareja enamorada, convierten Blue Valentine, en un viaje de ida, para el que todos tenemos, o hemos tenido billete.
La vuelta… ya se verá.
Cianfrance retrata con sensibilidad y sutileza, el mundo de los afectos, y con crudeza y morbosa explicitud, el del sexo, mientras que aborda temas difíciles, como las relaciones sentimentales, el aborto, o la convivencia con un hijo no deseado, y por momentos, amargo.
Magnifica, aquella escena en la que Dean ve por primera vez a Cindy, el plano subjetivo, nos debe mostrar su rostro juvenil, pero se realiza una transición, y aparece una Cindy cansada, y alicaída.
En una escena, el personaje de Michelle Williams, que pasará de entregada enamorada, a esposa hastiada, recuerda observar la devastación del tiempo en el matrimonio de sus padres.
En la secuencia, un sentimiento fatal la invade en forma de duda, el cómo es posible, que donde una vez hubo afecto, solo quede ya, resignación y desprecio, o la virulencia con la que el recuerdo asocia el paso de un estadio a otro.
Blue Valentine, es una audaz representación de ese terrible desconcierto, y lo es a través de una suma de asimetrías, que contraponen episodios del enamoramiento y el desamor, la ilusión que acompañan los primeros intercambios, y la desolación que ha invadido las rutinas de la pareja.
Sobre el final:
La historia de amor romántico, no termina feliz.
Igual no termina, no sabemos si hay o no continuación de este par…
Y en ello radica su brillantez.
Y nos regala una señal, una esperanza en ese momento, en que la Cindy lee dulcemente a su abuela, un capítulo de una novela, en el momento del descubrimiento del amor, y el vértigo, y la confirmación de sentirlo.
Cierra el capítulo con una tierna mirada hacia las páginas, jugando con su pelo, y la abuela que está en otra órbita, en lo que a romance se refiere, corta el clima diciendo:
“Quiero un cigarrillo”
Y otra de las cosas destacable, es la metáfora de la “Habitación del Futuro”
Gran acierto, con una puesta en escena en tono azul, los protagonistas quieren recuperar el amor en esa habitación, donde todo es aséptico, frío, artificial.
Lo contario a la pasión.
Con eso, está dicho todo.
También hay un par de escenas destacables
Una de ellas, es cuando Dean toca una especie de ukelele, y ella baila, así a palo seco, una especie de claqué…
La otra, es todo lo que rodea a la boda, cuyo resultado es un momento lleno de ternura y sensualidad.
Ah, y en el lado dramático, reseñar la escena en la que Cindy acude al médico, realmente terrible.
O la escena del encuentro con Bobby en el supermercado, para mí, la generadora del conflicto.
Eso sí, a Blue Valentine le falta dar alguna de las claves para entender esa ruptura afectiva, y esos bruscos cambios emocionales, para comprender sobre todo, a una enigmática Cindy, y saber lo que realmente busca.
Ella nunca se sabe muy bien lo que quiere, y hablamos de un personaje indeterminado, que actúa bajo la pulsión del momento.
Ella no se arraiga en lo absoluto, y eso que en las palabras de él:
“Yo no quería tener hijos, ni casarme”
Cianfrance, no se guarda nada, a la hora de reflejar los problemas de la pareja, algo que pocas veces se ha podido ver de esa manera tan sincera en pantalla.
Sin embargo, peca de falta de neutralidad, al posicionar claramente al espectador, a favor del marido, que parece ser el único que no se da por vencido a lo largo de todo el metraje.
Eso crea, o una especie de desesperación hacia el personaje de Williams, por haber tirado la toalla ante los patéticos intentos de Dean, por recuperar a su mujer; o una sensación de que algo no nos han contado, y que es la causa de esa apatía por parte de Cindy.
Por ello, me decanto por la 2ª opción, y creo que el director se queda un poco corto, a la hora de mostrarnos las razones que llevan a Cindy, a la absoluta desidia.
No quiero terminar, sin mencionar los créditos finales, basados en una idea muy sencilla, y profundamente significativa, sobre la naturaleza de las relaciones, y acompañados de una banda sonora, terriblemente triste.
Sobresale también, algunos temas musicales, en especial, la canción de la pareja, por Penny & The Quarters llamada “You and Me”; y la versión que Gosling hace de “You always hurt the one you love”
La banda Grizzly Bear, hizo la totalidad de la banda sonora.
“I'm gonna get better.
You just gotta give me a chance to get better”
Blue Valentine, es un título perfecto, para un film que muestra la otra cara del amor “valentinesco” de Hollywood, la triste y fría decadencia de una relación, con todas sus etapas excelentemente interpretadas.
No sé si será ironía, como explicación personal, pretende ser la justificación de los divorcios de actores de Hollywood…
Desde esas iniciales e idílicas relaciones, expuestas en “la prensa rosa”, hasta esa explosión a los cuatro vientos, llamado “divorcio express”
Y es que el amor, tan imprescindible y delicado, tan tortuoso y magnético, es libre porque no lo controlamos.
Porque hasta el más sólido y duradero, tiene un punto débil.
Y porque no somos dueños de nuestros sentimientos.
Blue Valentine, muestra con verdad, cómo las cosas cambian, sin que nadie de verdad sepa por qué…
Cómo evolucionamos las personas, y lo complicado de las relaciones personales.
Lo desagradecida de la vida…
Decía Woody Allen:
“Algunos matrimonios salen bien.
Otros... duran toda la vida”
Todavía, en pleno siglo XXI, la unión familiar se forma y basa en demasiada cantidad de factores, culturales, religiosos, económicos, embarazos no deseados... y un largo etc., ajenos no ya al amor, ¿define amor?, sino a aquello que somos, y sobre todo, a lo que queremos ser en este corto trayecto, en el que coincidimos con otros.

“For better or worse”



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