Straw Dogs

“You can push a guy to the limit...
But expect consequences”

La frase “perros de paja”, aparece en el “Tao Te King”, el libro más importante del Taoísmo, obra de Lao Tzu, escrito en el año 600 a.C.
El texto de este libro, tiene una historia larga y compleja.
Por una parte, están las versiones transmitidas, y los comentarios, que se remontan a hace 2 mil años; por otra parte, los antiguos manuscritos en bambú, seda y papel, que los arqueólogos han descubierto en el último siglo.
El libro emplea la expresión “perros de paja”, para referirse al tratamiento que “Cielo y Tierra”, “universo”, “yin y yang”, da a todas las cosas, entre ellas, a los hombres.
Dice Lao Tzu, en el “Tao Te King”:
“Cielo y Tierra no tiene sentimientos:
Trata todas las cosas, como perros de paja.
El Sabio no tiene sentimientos:
Trata a toda su gente, como perros de paja”
En la China antigua, los perros de paja, eran muñecos imitando perros que eran rellenados de paja, se utilizaban para las ceremonias rituales.
Estos muñecos, eran una ofrenda a los dioses, por lo que eran tratados, durante el ritual, con la mayor de las reverencias pero, una vez acabado, cuando ya no eran necesarios, eran pisoteados, y abandonados.
Otras ideas centrales incluyen:
El uso de la fuerza sólo atrae la fuerza.
La riqueza no alimenta el espíritu.
El ansia de poseer sin límite, ciega al ser humano, y lo convierte en un monstruo codicioso, y violento.
La preocupación sólo por sí mismo, y el darse importancia, son vanos y autodestructivos.
La victoria en la guerra, no es gloriosa; por lo que no debe celebrarse, sino ser causa de duelo, porque surge de la devastación.
Cuanto más empecinadamente se intenta algo, mayor es la resistencia que se crea; cuanto más se actúa en armonía con el universo, más se logrará y con menos esfuerzo.
El verdadero sabio, concede poca importancia a su propia sabiduría, porque cuanto más conoce, más se da cuenta de lo limitado de su conocimiento.
Cuando perdemos los valores fundamentales, los reemplazamos con valores crecientemente inferiores, que pretendemos verdaderos.
La glorificación de la riqueza, el poder, y la belleza, atraen el crimen, la envidia, y la vergüenza.
Las cualidades de flexibilidad y suavidad, son habitualmente superiores a las de rigidez y fuerza.
El contraste de los opuestos, la diferencia entre masculino y femenino, luz y oscuridad, fuerte y débil, etc., es lo que permite entender y apreciar el universo.
El cambio, entre los opuestos, “Yin-Yang”, permite la fluidez natural del universo.
El estancamiento en una sola forma, solo atrae la desarmonía, y la devastación.
Por otra parte, el libro “Straw Dogs: Thoughts on Humans and Other Animals” de John N. Gray, profesor de pensamiento europeo en el London School of Economics (LSE), publicado en 2002, es un claro ataque al humanismo, y al antropocentrismo, puntos de vista que, señala Gray, tienen su origen en la ideología religiosa.
Gray ve la voluntad, y por tanto, la moralidad, como una ilusión, y describe a la humanidad, como una especie voraz y devastadora, ocupada en aniquilar otras formas de vida, mientras destruye su medio ambiente natural.
Así el escenario, cuando a mediados de la década de 1960, empieza a cuestionarse, si determinadas películas hacían alarde de una violencia gratuita, la figura de Sam Peckinpah, rompe los moldes, con obras en las que la violencia aparece en primer plano, y muestra su cara menos amable.
“I don't know my way home”
Straw Dogs es una película estadounidense-británica, de suspenso, drama, y acción, del año 1971, dirigida por Sam Peckinpah.
Protagonizada por Dustin Hoffman, Susan George, David Warner, Peter Vaughan, T.P. McKenna, Del Henney, Sally Thomsett, Peter Arne, Colin Welland, Donald Webster, Jim Norton, Ken Hutchison, Len Jones, entre otros.
El guión es de David Zelag Goodman, y Sam Peckinpah, basados en la novela:
“The Siege of Trencher's Farm” de Gordon M. Williams, publicada en 1969, que es un estudio sobre la violencia del ser humano.
En el libro, se narraba el ataque a una casa, por parte de un grupo violento de personas, que querían matar a todos sus inquilinos, un relato lleno de violencia, que carecía de los elementos sexuales que introdujeron en el film, y que precisamente, hicieron que medio mundo la recibiera, como una “obra fascista” casi pornográfica, nada más lejos de la realidad…
Sí, estamos ante el film más violento de su director, y la carga sexual intrínseca del relato, es muy alta, pero nada en ello es gratuito, forzado, o efectista.
La adaptación de la novela de Peckinpah, se inspiró también en los libros de Robert Ardrey:
“African Genesis” (1961) y “The Territorial Imperative” (1966), que argumentó que, el hombre, era esencialmente un carnívoro, que instintivamente luchaba por el control del territorio.
El nombre de la película, como es bien sabido, viene de un proverbio de Lao Tzu:
“El Cielo y La Tierra son crueles, y tratan a las criaturas como a perros de paja”
Estos eran usados en los ritos de sacrificio en China, como sustitutos de animales reales.
Pero curiosamente, la expresión “perros de paja”, no es mencionada en ningún momento en la película.
Sin embargo, en el doblaje al castellano, hay un instante hacia el final, cuando el protagonista consigue abatir a cada uno de los asaltantes, cuando está de espaldas, podemos escuchar como dice la frase en cuestión…
Esto fue una idea del equipo de doblaje en España, ajena totalmente a la película... en la versión original subtitulada, no encontramos esa expresión.
Así pues, Straw Dogs ofreció al director, Sam Peckinpah, la excelente ocasión de rodar por primera vez en Europa y, sobretodo, de manera independiente de los grandes estudios de Hollywood.
Straw Dogs fue rodada en localizaciones de provincias en Inglaterra, y en los Twickenham Studios de Londres; y fue al mismo tiempo, la 1ª película de Peckinpah, al margen del género del western.
Straw Dogs estuvo también nominada al Premio Oscar como mejor banda sonora drama, para Jerry Fielding.
Como dato curioso, Straw Dogs se lanzó en 1971, justo el mismo año en que se estrenaron:
“Dirty Harry”, la oscarizada “The French Connection”, y “A Clockwork Orange”
¿Qué tenían en común?
Excesiva violencia, lo cual les llevó a ser vetadas, y severamente criticadas en su época.
De hecho, en Inglaterra, no se permitió la venta de la versión completa de la película, sin cortes, hasta el año 2002.
Straw Dogs sigue a David Sumner (Dustin Hoffman), un profesor astrofísico estadounidense, y su mujer, Amy (Susan George) cuando se trasladan a una villa en medio de la campiña inglesa, específicamente a Cornwell, al pueblo de su mujer, buscando huir de la violencia inherente en su país de origen, que era Francia, donde se llegaron a masacrar a 30 mil personas.
Pero sus vecinos, aparentemente pacíficos, comienzan a tener comportamientos extremadamente violentos hacia ellos, desatando una impresionante venganza por parte de Sumner; quien se presenta como un hombre reservado y tímido, que vive absorto en sus investigaciones, y procura evitar cualquier disputa.
Sin embargo, la violencia de ciertos individuos del pueblo, llega a tal extremo que, situado entre la espada y la pared, reacciona con las mismas armas que sus agresores, para defender a su mujer y su hogar...
Straw Dogs fue, y sigue siendo un filme controversial; dirigido por el maestro del cine violento, Sam Peckinpah, es la punta del iceberg del subgénero llamado “brutalidad en los bosques” o “citadinos atemorizados”
A partir de Straw Dogs, se dispararía una larga lista de filmes, que abarcarían los años 70, y con el ojo puesto en la misma temática, planteando la siguiente cuestión:
¿Cómo identificamos el momento en que debe emplearse la violencia para defender lo que queremos, o aquello en lo que creemos?
Straw Dogs revindica la individualidad, y el derecho a existir, más allá de las convenciones impuestas por la sociedad.
Rasca el barniz del hombre civilizado, para descubrir al animal que hay debajo.
“I'll have an answer, or I'll have blood!”
Sam Peckinpah, consiguió sumergirnos en las profundidades de los instintos humanos más primitivos y salvajes, cuyo resultado final es, la destrucción por completo de la escasa inocencia que pudieran tener los personajes, así como la propia dignidad y condición humana, que nos hace distanciarnos, aunque solo sea un poco, de cualquier animal de carroña.
Peckinpah presenta a la violencia, de una manera muy cruda.
No necesita de la sangre, aunque la utiliza mucho, para hacer sentir esa violencia extrema.
Desde un primer momento, quedan patentes 2 cosas, Straw Dogs trata de la violencia, y la sexualidad:
Un primer plano del sweater de Amy, muestra que no usa sostenes, a la vez que los ejes de mirada masculina, se dirigen sobre ella, uno puede decir… eran los 70s…
Un poco después, David entra al bar, y es testigo, de nuevo, por medio de un primer plano, de cómo el viejo Tom Hedden (Peter Vaughan) presiona por encima, un vaso que sostiene el barman, quebrándolo, y dejándole al otro, su mano sangrando.
Por otro lado, su esposa Amy, le increpa no comprometerse con la causa pacifista, es decir, no haber tomado posición, respecto a La Guerra de Vietnam, y en cambio, haber buscado aislamiento en la campiña inglesa…
Resulta que el pusilánime David, encuentra una coartada perfecta en su profesión, como científico, cree en la objetividad, y en la separación del sujeto de su entorno.
Enfrascado con las fórmulas que escribe en una pizarra, niega las circunstancias de un mundo violento, y se concentra en el cientificismo teórico.
Cuando el reverendo local, Barney Hood (Colin Welland), se refiere a la posibilidad del perjudicial uso de la ciencia, en un contexto de guerra, “la bomba”, él le responde con un argumento que cuestiona la praxis religiosa:
“En nombre del cristianismo, se han cometido muchísimos más actos violentos”
¿Quién ha dicho, que Straw Dogs no es un western?
No topamos con un forastero prófugo, que se refugia en un pequeño y solitario pueblo, donde es considerado un intruso, por parte de la hermética comunidad local.
Todos los personajes autóctonos, se dan cita en torno al centro neurálgico de la localidad, un “saloon” donde los parroquianos deciden inundados en whisky, los avatares del pueblo.
Allí están todos, desde el barman de turno, hasta el borracho, el sheriff, los delincuentes de poca monta, la puta, o el tonto del pueblo.
Por supuesto, el ingenuo reverendo, es el encargado de luchar, por establecer los valores éticos y morales en esta “ciudad sin ley”
Por su parte, las mujeres del pueblo, son ninguneadas, y relegadas a objetos de deseo, decoración, y conflicto.
Por supuesto, cualquier detonante que ponga en peligro la pervivencia del enrarecido modo de vida del pueblo, será aplacado a través de la ley del más fuerte.
Así, cuando el pueblo decida tomarse la justicia por su mano, el improbable sheriff, no será más que la primera de las víctimas que se cobrará la sangría en la granja de los Sumner.
¿No suena todo esto, a una del oeste?
Straw Dogs narra una historia, sobre como la violencia engendra más violencia, y como un hombre pacifico, puede ser empujado por la misma violencia del entorno, a convertirse en un verdadero verdugo de quienes lo acosan inicialmente.
En cuanto a la sexualidad, ésta primero aparece, notoriamente, bajo su tendencia femenina:
Amy y Janice Hedden (Sally Thomsett), la provocativa preadolescente.
Los ecos temporales, no sólo se argumentan en el busto libre de Amy, marca de liberación femenina de los 70s, y pronto concurre la alusión a la situación social en Estados Unidos.
Ambas, han sido criadas en una tierra de hombres, donde la masculinidad manda.
Ella, tal vez busca refugio de la dominación masculina, formando un hogar con el apacible David, pero al volver a su país, se da cuenta de que siente una atracción sexual, que su esposo no logra corresponder; curioso el regalo de Amy a su esposo:
Una trampa de cacería…
Por otra parte, la sexualidad masculina, en cuanto potencia seductora y posesiva de la mujer, parece ajena a los intereses de David, mientras que para los lugareños, es una motivación constante.
Las mujeres, son propiedad comunitaria, tal como lo dan entender las miradas de deseo del grupo sobre Amy, la sobreprotección respecto a Janice, y los intentos de violación.
La sexualidad de David, se construye de acuerdo a una competencia masculina.
Y sólo llega sentirse un hombre, luego de malograr a los que intentaban penetrar violentamente en su propiedad.
Su excusa de proteger a Henry Niles (David Warner), o cuidar su casa, pasan a 2º plano, luego de sentir la satisfacción de haber vencido a todos.
Por tanto, el más hombre, es el más violento.
El individuo único, que aniquila el espíritu gregario, y se basta a sí mismo.
Su deseo, es uno narcisista...
En Straw Dogs, el personaje de Dustin Hoffman, siente esta desazón, se encuentra solo, en un entorno hostil, en el que incluso, su propia esposa, representa una amenaza a su integridad.
El título “Civilización vs. Naturaleza”, hace referencia al protagonista, David Sumner, un astrofísico de EEUU, que huye de su país, para no ser reclutado, y obligado a combatir en Vietnam.
Esta revelación, es de suma importancia, ya que nos habla de un personaje de ideología antibelicista, pero a su vez, tal vez también con un carácter temeroso, amedrentado o, incluso, cobarde.
Por ejemplo, cuando sufre remordimientos por matar a un pato en una cacería, o cuando no tiene agallas para exigir a los hombres del pueblo, una explicación por la atroz muerte de su gato…
Como todo científico, David es un hombre racional, un estratega nada pragmático, condenado a enrocarse en teorías y métodos inútiles, en la vida real.
Así, cuando el accidental asesino, Henry Niles, confiesa a David, no saber cuál es el camino de vuelta a casa, éste responde el célebre “no te preocupes, yo tampoco”
David, ha vivido en una casa, que no es la suya, con una mujer que no es la suya...
Al fin, lo ha comprendido; y no piensa volver.
La imagen de Hoffman, colocándose de nuevo las gafas, con un lente roto, después del sanguinario encuentro con los asaltantes, y que es la imagen del póster publicitario, describe perfectamente la mirada de Peckinpah sobre su historia, y la nueva mirada que tendrá el personaje central sobre el mundo, y sobre sí mismo.
Y sí, pienso que siempre es triste, que nos arrebaten nuestra inocencia.
Aquí vemos que Hoffman, ya no piensa volver a su casa.
Su mujer le ha decepcionado en muchas ocasiones, y él ya ha demostrado su hombría, su posición de hombre valiente y capaz, pero se lo ha demostrado a sí mismo.
La trama del retrasado del pueblo, no importa nada, a nadie le importa el devenir de ese chico, ni tan siquiera a su supuesto protector, David.
Durante todo el metraje, hemos visto cómo, tras una serie de miradas, una serie de acciones, la supuesta hombría del personaje de Hoffman, se veía minusvalorada.
Él no conoce la violación, otra ambigüedad, ¿a eso se le podría llamar violación?, pero se la huele, ve en muchas ocasiones, como el ex de su mujer, le dedica varias y largas miradas, como muchos de los hombres del pueblo, devoran a su mujer, con los ojos, y él se limita a sonreír, y a ser educado.
Hasta que acoge al retrasado en su casa, ironías de la vida.
Parece un asunto de nobleza, en plan, aquí no entrará nadie, esta es mi casa, este muchacho necesita un médico...
Pero lo que realmente quiere proteger, es su propia hombría, su condición de macho alfa, que tantas veces se ha visto puesta en duda.
Y no lo hace para satisfacer a su mujer, para que ella vea lo machote que es…
La presentación que Peckinpah hace de Amy, es realmente sugerente, y va en sintonía con todo el tratamiento que de ella se hace durante todo el metraje:
Lo primero que vemos de la joven mujer, es un primer plano de un suéter blanco, donde intuimos los pezones erectos de sus pechos sin sostén.
Así, la muchacha es presentada como una provocadora:
En la primera escena, hacer el amago de atropellar con su coche, a los hombres del pueblo, y contrata a un ex novio, para realizar unas obras en su casa, luego se pavonea por el pueblo e, incluso, deja ver sus pechos a través de una ventana, a los hombres que trabajan en su casa…
Este cúmulo de elementos, cobrarán gran significado en la escena de la violación de la joven, donde el realizador, se las arregla para que el público esté más que tentado, a sentenciar que ella misma se lo ha buscado.
Es más, la propia actriz ha declarado en alguna ocasión que, en un cierto punto del acto, Amy llega a disfrutar de la violación, hecho que la intérprete trató con escabroso éxito, de plasmar en la pantalla.
Si Amy es un elemento nocivo, el resto de mujeres del pueblo, son representadas con la misma saña.
Por una parte, la joven Janice, una muchacha promiscua y juguetona, que acaba pagando con su vida, su falta de pudor.
En esta escena, Peckinpah parece sugerir, de nuevo, que su muerte ha sido un desgraciado accidente, derivado del “jugar con fuego” de la adolescente.
Igualmente de patético, es el personaje de la esposa del reverendo Barney Hood, una atractiva mujer, relegada a una presencia testimonial, intrascendente y, en la única línea de diálogo que tiene, embarazosa; al dejar en evidencia a su marido, preguntando:
¿Quién es Montesquieu?
Estos demoledores ataques contra los maltrechos personajes femeninos, son demasiado explícitos, como para no pensar en misoginia.
Bien, aclarado ese punto, hay que destacar a todo el elenco de pueblerinos con mala sangre, que se juntan en esa cantina, donde se masca la violencia mientras se sopla whisky barato.
La mayoría, son retratados como unos auténticos “perros calientes” de comportamiento siempre amenazante.
Straw Dogs analiza la xenofobia con la que los recién llegados son tratados en una localidad pequeña, cerrada, ruda, perezosa, y primitiva.
Las inseguridades colectivas, y la conciencia de atraso, aportan algunas de las causas que engendran conductas de rechazo de las personas que vienen de fuera.
El rechazo, se manifiesta con demostraciones de desafecto, hostilidad, abusos, burlas, bromas de riesgo, invasión extemporánea de la privacidad del hogar, y humillaciones.
Muestra la conflictividad que rodea con frecuencia las relaciones entre la ciencia y la religión, que en este caso se concretan en el trato frío y tenso, entre Barney Hood, el vicario anglicano, y David.
Expone, cómo el mundo idílico del campo, se halla poblado por conductas viciosas y perturbadoras, como el voyerismo, el sadismo, el alcoholismo, el machismo, la violencia, la crueldad, etc.
Focalizando la atención, en un grupo concreto de personas, liderado por Tom Hedden, Straw Dogs explora las causas, manifestaciones, y consecuencias de la violencia.
Explica, cómo tiende a ser ciega, descontrolada, y creciente, hasta alcanzar, en algunos casos, no infrecuentes, niveles extremos de paroxismo, y locura.
Straw Dogs además, se leyó como una apología de la violencia, y de las actitudes de vigilante, por una parte del público, y por otro sector, como un alegato justo en favor de lo contrario.
Peckinpah afirmó, que Straw Dogs era una exploración de la violencia, y de cómo se construía a través de la incomunicación entre las personas, siendo David, personaje interpretado por Dustin Hoffman, el verdadero villano de la historia, ya que de forma deliberada e inconsciente, provocaba la violencia hasta su explosiva secuencia final, en la que finalmente, es él mismo.
Por desgracia, Straw Dogs también podría tomarse, como un alegato al derecho a portar armas de fuego, o a la violencia como único método para solucionar conflictos, argumentando que las amenazas pueden venir en cualquier momento, y de cualquier lado, por lo que hay que estar a la defensiva.
La ironía final, es que para llegar a ese punto, David jamás se enteró de la agresión a su mujer, y cree que Henry es completamente inocente...
Nunca tomó en cuenta las advertencias de Amy, conocedora de la conducta de los lugareños, llegando incluso, a contradecirlas.
En este sentido, él propició que la curva de la violencia aumentase hasta un máximo nivel.
Después de todo, no resulta ser tan diferente a sus enemigos.
En el fondo, todos los personajes, conforman un circo de gente detestable.
Como dato, una diferencia significativa, entre la novela y la película, es que la pareja Sumner, tiene una hija, que también está atrapada en la casa de campo…
Pero Peckinpah retira a la hija, y reescribió el personaje de Amy Sumner, como una mujer más joven, y más liberada con actitudes infantiles o de adolescente.
El problema con Straw Dogs, es que no mide el resultado de esta vorágine de violencia, llegando al punto, en que el personaje de Hoffman, termina por volverse muy violento, por hechos que no deberían haberlo alterado tanto.
Como resultado, la premisa inicial, pierde fuerza, para dar paso a un festín de violencia, con poco sentido detrás.
Desde lo técnico, se logra ver la cámara reflejada innumerables veces, y la iluminación no va acorde con la escena, y denota que fue rodada en platós.
El otro punto, es la violencia gratuita; el vandalismo de los Hedden, la muerte del gato, el robo de las prendas íntimas, el acoso... no tiene sentido, e incluso, esas escenas están ridículamente filmadas.
Es como si David, hubiera contratado a una banda de sicópatas, para los trabajos de albañilería en su casa, y aún a sabiendas de su probada peligrosidad, decide mantenerlos…
Aun cuando el personaje de Dustin Hoffman sea un débil de carácter, que se verá forzado a asumir su hombría durante la escalada de violencia, hay hechos que la lógica del espectador rechaza.
Esta gente, no puede cometer tantas estupideces, ni ser tan indefensa contra las agresiones constantes de los locales.
“Jesus.
I got 'em all!”
El Imperativo Territorial, de acuerdo al etólogo, Robert Ardrey, es esencialmente defensivo, y en ello se distingue de las tendencias agresivas y expansionistas, y lo llamó, el “imperativo”, o el “instinto territorial”, o el “instinto sexual”; y define El Imperativo Territorial, como el impulso que lleva a todo ser viviente, a conquistar y defender su propiedad, contra eventuales violaciones realizadas por miembros de su especie.
El territorio, satisface la necesidad de identificación que todos los seres biológicos experimentan.
Cada grupo de una especie, y cada individuo dentro de ese grupo, tienden a identificarse con una parcela territorial mayor que ellos, y en donde su presencia sea más duradera.
Los seres humanos, somos “animales territoriales”, a los que el instinto de supervivencia, nos impulsa a “poseer” un territorio:
Hogar, nación, espacio físico vacío, en torno nuestro al movernos; que podamos considerar inequívocamente como “nuestro”
Residimos, y nos gusta poseer en propiedad un hogar en el que vivir, que consideramos como territorio, específicamente propio e, incluso, dentro de él, tenemos zonas en las que nos sentimos más cómodos, y objetos que nos desagrada ver utilizados por otros, un sillón, un lecho, una habitación, la propia cocina, etc.
Si un delincuente, irrumpe en nuestro hogar, sin duda, estaremos dispuestos a defenderlo con uñas y dientes y, la misma legislación, considerará un eximente, haber acabado con alguien, que pretendiera saquear nuestro hogar.
A éste se debe, que una intrusión sea siempre rechazada con mayores probabilidades de éxito, que las que se tienen en cualquier otro tipo de conflicto.
“El hombre posee un instinto territorial, y si defendemos nuestro hogar, y nuestra patria, es por razones biológicas, no porque decidamos hacerlo, sino porque debemos hacerlo” concluye Ardrey.
Los territorios, se defienden mediante pautas de conducta específicas:
El perro “marca” su territorio orinando, mientras el ser humano, coloca fronteras que delimitan su comunidad nacional, o bien, paredes y puertas, para marcar su territorio íntimo.
Dentro de esos espacios, tanto el animal como el ser humano, se sienten seguros, conocen sus límites, y esto les indica, dónde empiezan sus dominios, y el de sus vecinos.
La mayoría de los etologistas creen, que la agresión provee ventajas biológicas.
La agresión puede ayudar, a que un animal controle un territorio, incluidos recursos tales como alimentos y agua.
La agresión entre machos, a menudo tiene lugar para asegurar oportunidades de apareamiento, y resulta en la selección del animal más sano, o más vigoroso.
La agresión, también puede producirse para auto protegerse, o para proteger a la cría.
La agresión entre grupos de animales, también puede resultar en ventajas; por ejemplo, un comportamiento hostil, puede forzar a una población de animales, a penetrar en un territorio nuevo, donde la necesidad de adaptarse a un nuevo ambiente, puede dar lugar a una mayor flexibilidad genética.
No es baladí que el “homo sapiens” sea cada vez más “un lobo para el hombre”

“This is where I live.
This is me.
I will not allow violence against this house”



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