Contracorriente

“Tú no eres maricón, porque para ser maricón hay que tener un par de huevos”

Y hay que tenerlos también, para hacer una película sobre el amor gay, cuando sabes que el tema incomoda, que en una sociedad como la nuestra, la homofobia exhibe sus miserias en cada esquina.
Lo han demostrado ya otros autores, como el francés Jean Genet, con el clásico y radical “Un Chant d’Amour” (1950), o si se quiere una referencia más cercana y contemporánea, el mexicano Julián Hernández, con títulos como:
“Mil Nubes de Paz Cercan El Cielo, Amor, Jamás Acabarás de Ser Amor” (2003), “El Cielo Dividido” (2006), o “Rabioso Sol, Rabioso Cielo” (2008)
Y es que resulta inimaginable, que en un apartado y pequeño pueblo de pescadores, cualquier acontecimiento que rompa con la rutina mantenida durante inmemorables generaciones, pueda suponer un escándalo.
Si además, este lugar queda englobado por una cultura, en la que la religión condena todo lo que no siga fielmente los cánones tradicionales, la homosexualidad se convierte en un tema difícil de abordar.
Pero los mayores retos son, los que pueden dar mejores, o peores resultados.
“¿Tú en verdad crees en ese cuento?”
Contracorriente es una película peruana, escrita y dirigida por Javier Fuentes-León, del año 2009.
Protagonizada por Cristian Mercado, Manolo Cardona, Tatiana Astengo, José Chacaltana, Emilram Cossio, Cindy Díaz, Aydee Cáceres, Atilia Boschetti, Edelmira Palomino, entre otros.
El director le dedica Contracorriente, a sus progenitores, en una clara muestra del tinte autobiográfico de su precioso trabajo.
Para su distribución internacional, se usó el título inglés “Undertow” que significa “contracorriente”, y la cual fue seleccionada por el Consejo Nacional de Cinematografía Peruana, para representar al país en los premios Oscar del año 2010, en la categoría de Mejor Película de Habla No Inglesa, aunque no fue elegida entre las finalistas, lastimosamente.
Esta Opera Prima de Javier Fuentes-León, está basada en un guión de su propia autoría, donde nos introduce al mundo de un joven pescador, a punto de ser padre, y que de paso, tiene un romance con el forastero artista.
Contracorriente habla de sensatez y valentía, en aceptar o no lo que resulta prohibido en un entorno machista.
Fuentes-León resuelve bien el embrollo, tocando puntos claves del existencialismo humano, en medio de un lugar paradisíaco, donde le saca provecho en imágenes de belleza inusitada, y decide asumir su propia búsqueda en el camino del llamado “cine de autor”
Cabe señalar, que Contracorriente ha podido aprovechar los nuevos modos de financiación, por partidas parciales, de los programas de diversos gobiernos que apoyan el cine independiente en países con una industria cinematográfica emergente, como los fondos de Francia y Alemania, y $150 mil aportados por la CONACINE de Perú, en este caso.
Esta modalidad de financiación, y el hecho de que las producciones no respondan a criterios puramente comerciales, permiten que nuevos directores como Fuentes-León, trabajar con pequeñas productoras, y manteniendo su independencia creativa, con un alto nivel de exigencia y calidad.
Fuentes-León señala, que Contracorriente trata de asuntos complejos, como la autoestima y la sinceridad de las personas para consigo mismas, en el contexto de una cultura machista en América Latina, donde la reflexión sobre los modelos de masculinidad, ocupa el debate público, mayormente en ámbitos académicos, y muy poco, en los medios masivos, que es donde se encuentras las historias.
Contracorriente no intenta ser “un cine prohibido”, en el sentido que se le daba a los trabajos del italiano Pier Paolo Pasolini, sino que abre sus puertas al espectador, a todos, sin distinción de orientación sexual, porque su contenido es universal.
Porque, suponemos, lo que el director Javier Fuentes-León busca, es tocar el tema desde adentro, con honestidad, lo que se agradece, ya que favorece a que Contracorriente sea vista por todos.
Así las cosas, las grandes audiencias de América Latina, podrían verse representadas en las situaciones que describe Contracorriente, alrededor de temas como:
La convivencia y el respeto a las diferencias, o la igualdad de género, siendo el vehículo dramático empleado, la fusión entre la oralidad que prevalece en la cultura latinoamericana, y una visualidad tecnológica plural, deberían permitir una transformación de las sensibilidades y los modos de construir imaginarios, e identidades “sin calco ni copia”, aunque inscritas sin complejos, en el discurso de la post-modernidad, y los debates ideológicos resultantes.
Javier Fuentes-León, ilumina con delicadeza y sensualidad, esta colisión de sexualidad contemporánea, y siglos de dogma y tradición.
Contracorriente es el testimonio de 2 personas, que van contra la tradición de un pueblo, sus costumbres, y ritos; es la reflexión de 2 hombres limitados por los prejuicios sociales, morales, y religiosos, preexistentes en su realidad, pero más aún, dentro de sus propias conciencias.
Fuentes-León describe el contexto, como un pueblo conservador, religioso, y lleno de creencias.
A inicios del metraje, vemos como todos los pobladores están unidos a una cadena de representaciones, que en contraparte, es la ilación de una red de prejuicios.
Contracorriente es así, una historia de mentiras y arrepentimientos, de deseos e imaginaciones pasionales, de conciencias y creencias, que invocan y entierran fantasmas, vivos y difuntos.
Ambientada en un pequeño y pintoresco pueblo pesquero peruano, menos que una simple historia de salir del armario, Contracorriente es una historia de amor, de auto declaración infundido con una bellísima utilización del realismo mágico.
Contracorriente explora hermosos paisajes y locaciones de un pueblo ubicado a orillas del mar.
Aborda con sutileza y encanto, un tema socialmente discutido como la homosexualidad, viajando por la dignidad humana, el ser humano interior, y la aceptación social.
La fotografía, acompañada de un ritmo narrativo calmoso, apoya el sentido profundo e íntimo, de una película que pareciera un poema.
Contracorriente nos permitirá apreciar, el plano simbólico y emocional, del vínculo entre 2 personas que se aman, a la vez que nos mostrará los obstáculos sociales y psicológicos, que tienen que enfrentar inevitablemente.
Gracias a todos sus trucos narrativos, a Contracorriente se le ha dado el ritmo y la textura de la vida real, al igual que corrientes emocionales que son cautivadoras.
Es un pequeño GRAN filme, pero hecho con todo el corazón, ya que Contracorriente toma una vieja idea:
“El fantasma ambulante del ser amado” y la resucita con resonancia.
Contracorriente entonces, destaca por su sencillez y buenas actuaciones, en un mercado en el cual, casi siempre se llega a la tragedia, con tal de ganar puntos y efectos, y aquí, el tema va por el lado del amor, y de definir actos en los cuales no siempre saldrás para adelante, donde también tendrás que sacrificar otras cosas, para tener paz interior, y ser realmente feliz con lo que eres y representas en esta vida.
“No escupas al cielo, que te puede caer en la cara”
La belleza y la soledad de Cabo Blanco y El Alto, en el punto más septentrional del Perú, muy cerca de Máncora, es el escenario para un drama personal, que pone a prueba lo colectivo.
Miguel Salas (Cristian Mercado) es un joven pescador de Cabo Blanco, un pueblo de pescadores en el norte del Perú, un lugar de costumbres muy tradicionales.
Está casado con Mariela (Tatiana Astengo), y esperan su primer hijo, pero mantiene un romance secreto con otro hombre, Santiago La Rosa (Manolo Cardona), un pintor forastero que procede de una familia adinerada, y que no oculta su homosexualidad como hace Miguel.
Pero ocurre una inesperada tragedia, Santiago se ahoga accidentalmente en el mar, y su espíritu se le aparece a Miguel, para pedirle ayuda.
Miguel piensa que, para que su alma descanse, tiene que encontrar su cuerpo y ofrecerlo según la tradición marinera del lugar.
Y empieza a bucear para encontrar el cadáver de su amante, pero entretanto, descubre que con sólo pensar en Santiago, éste aparece, y nadie más que él lo puede ver.
Así, pueden estar juntos siempre que quieran, sin tener que esconderse como antes, por lo que, cuando encuentra el cadáver, lo amarra a la roca junto a la que estaba, y no se lo dice a nadie.
Pero la relación entre ambos no resulta tan idílica, como parecía al principio, ya que Santiago le recrimina, como en vida, que no se asuma, y termina pidiéndole que no lo llame más.
Además, la desaparición de Santiago tiene como consecuencia, que salgan a la luz todos sus cuadros de desnudos de Miguel, y que se extienda el rumor de su relación entre el vecindario, poniendo a Miguel en aprietos.
Sus amigos le dan la espalda, y su mujer se va a casa de su madre, con el niño recién nacido.
Entonces, Miguel decide ir a buscar el cadáver de Santiago, pero es tarde, porque la corriente se lo ha llevado…
Con el tiempo, Mariela regresa a casa, y sus amigos empiezan a tratarlo como antes, pero entonces, el cuerpo de Santiago aparece entre las redes de un pesquero.
Así, Miguel decide reclamar el cuerpo de Santiago a su familia, para ofrecerlo él mismo en la ceremonia marinera, afrontando frente a todos, su verdadera identidad, aunque al hacerlo, exista la posibilidad de perder a alguna de las personas a las que más quiere.
El rito finaliza, cuando Miguel arroja al mar, el cuerpo amortajado de Santiago, y su espíritu se despide para siempre de él con un tierno beso.
“Es un amor difícil, el que te da la vida, pero también te hace la vida imposible”
Contracorriente no es sólo una reflexión sobre la homosexualidad en sí misma, sino sobre cómo ésta afecta a los demás.
Contracorriente puede ser dividido en 3 momentos:
Un primer instante, describe la relación de los amantes furtivos, sobre los amores que Miguel y Santiago viven a espaldas de la población.
Un segundo momento, narra la manifestación del espectro de Santiago, la relación sin tapujos que lleva la pareja a “ojos ciegos” del pueblo, concluyendo esto, con el retiro de la presencia fantasmal de Santiago, y el retorno de Miguel a su vida “normal” como padre, como esposo, y como el poblador/pescador que era.
El último suceso, se inicia con el hallazgo del cuerpo de Santiago.
Es a través de estos momentos, que los personajes de Contracorriente, se verán evolucionando, cambiando sus formas de pensar, o ver el mundo.
Narrada linealmente, la historia, con un guión bastante atractivo, es una suerte de acumulación ordenada de situaciones, que amenazan con desbordarse sobre ellas mismas, a manera que progresa la narración:
Así vemos los reclamos de Santiago a Miguel porque sea “valiente” y se acepte a sí mismo; las habladurías del pueblo sobre ellos; el conflicto de Miguel a punto de ser padre siendo homosexual; el tratamiento de la muerte como una transición...
Fuentes-León dirige con solvencia audiovisual, y un marcado gusto por lo estético, por el “lenguaje fílmico” y una preocupación por la interpretación del mundo interno de los personajes, y el de la historia misma; gracias a un giro en la trama, el director y guionista, logra crear situaciones en las que los posibles rumores dejan de importar, haciendo que el espectador se pregunte, hasta qué punto importa guardar las apariencias.
Contracorriente es una historia de amor gay, en contextos poco propicios, y hasta homófobos para ello, teniendo a un pequeño pueblo de la costa peruana, marcado por la tradición; que basta para entender la simpatía de las audiencias, hacia esta película, tan diminuta en intenciones, como ingenua en su esencia; ya que se trata de cine reivindicativo, pero no estridente, un elogio de la normalidad que busca igualar, también en los resultados emocionales sobre el espectador, sobre el amor prohibido de sus 2 protagonistas.
Contracorriente es una propuesta interesante, que hasta puede ser vista como un reflejo paradójico, de lo que es el amor gay en una sociedad represiva, como la escena que la que Miguel ya puede caminar de la mano con Santiago en el pueblo, porque nadie lo puede ver.
Si bien es cierto que Contracorriente vuelve a prestar sus imágenes a la causa homosexual, y a presentarnos a una pareja que tiene que esconderse ante la sociedad… y hacerlo desapareciendo con la muerte para recuperar la libertad; aquí no hay estereotipos del gay, ni se apunta al escándalo; por ello, Contracorriente tiene una “voz” que no deja de ser indiferente, casi neutral; a diferencia de otras películas de temática homosexual, donde se materializa al agresor.
Películas como “Boys Don’t Cry” (1999) o “Brokeback Mountain” (2005), en donde la homosexualidad es condenada por un sujeto agresor, muy a diferencia de Contracorriente, en que el principal agresor, resulta ser la misma conciencia de los personajes en conflicto, una represión motivada por los límites sexuales, o culturales; o bien, podemos hacer un paralelismo entre Contracorriente y “The Bridges Of Madison County” (1995) sin el detalle homosexual…
Javier Fuentes-León deja clara su intención en Contracorriente:
Romper una lanza por Miguel, pescador que espera su primer hijo, mientras mantiene una relación secreta con Santiago, pintor y fotógrafo, venido de fuera, que es mal visto por los lugareños.
Pero muerto Santiago, y descubierto el “affaire”, Miguel tiene que recuperar el respeto del pueblo, pero también la paz consigo mismo, tras traicionar a quien quiere, ser valiente, y dar la cara, aun a costa de su consideración… y de su mujer.
Los logros de Contracorriente son muchos, pero no menos importante es su capacidad para asumir una historia humana, y la enmarca como una parábola, sin perder un ápice de credibilidad, o el amor irresistible entre “el pescador de pintores y el pintor de pescadores” nunca antes mejor, y bellamente dicho.
Contracorriente nos da un mensaje reivindicativo, de cualquier orientación sexual, y de exigencia, para poder mostrarse como uno es, que recorre el camino surrealista, y mágico, a través del deseo.
Para ello, el director recurre a la superstición, y hace aparecer el fantasma de Santiago, siempre que Miguel le llama, lo desea, o lo piensa:
Sólo él puede verlo, mientras para el resto del pueblo, permanece invisible, algo que aprovecha para ganar a las cartas, y para algo más...
Liberación o traición, porque la tormentosa relación inicial, encuentra acomodo en un Miguel que le quiere sólo para sí, y que avanza así en el engaño ya iniciado con su mujer.
Mentiras y negaciones que exigen un arrepentimiento, en ese viaje y búsqueda de autenticidad, donde las referencias evangélicas, como las 3 negaciones y el gallo, por ejemplo, son tan evidentes como pretenciosas, y donde el final abierto y ambiguo, habla más de la indefinición del primerizo, que de la apuesta por la sugerencia.
Fuentes-León consigue secuencias, en las que maneja académica, pero dignamente el fuera de campo o la elipsis, con una cuidada planificación.
El director crea una atmósfera auténtica, y convincente, con extras del lugar, que aportan realismo popular y aire castizo, con una fotografía luminosa, y un diseño de producción atento a los detalles que ilustran una mentalidad cerrada y vecinal.
La mayoría de las secuencias se desarrollan en escenarios exteriores, con una luz que embellece todo lo que toca.
Los interiores, en los que se ha rodado, son aparentemente reales; y si no lo son, están perfectamente integrados con los demás.
Dentro del agua, por ejemplo, la abundante luminosidad, permite ver lo que ocurre con menor distorsión de la imagen a la que estamos habituados en estos espacios abiertos.
Pero al hablar de la estética de Contracorriente, sería imperdonable, no aplaudir la acertada elección del autor, de los cuadros que se le atribuyen al personaje de Santiago, ya que ha logrado captar, tanto el erotismo, como el amor que siente por su amante.
Por otro lado, entre protagonismo y ambientación, el mágico mar, el amor más allá de las barreras de la muerte, o el ambiente familiar del pueblo que rodea a los personajes, y que todo lo observa, también incluso en las relaciones voluptuosas con las mujeres, y la maternidad como instrumento sensual y de crecimiento personal.
La sencillez y trasparencia de los escenarios al borde del mar, al principio, le confieren un cariz de inocencia y naturalidad al romance entre Santiago y Miguel, a su vez que los aísla, casi los protege del resto.
Pero ningún paraje, será suficiente para mantener el equilibrio, en un romance que va más allá de lo prohibido, cuando el conflicto crece dentro de uno, y no solamente fuera.
Santiago acepta abiertamente su homosexualismo, y le exige lo mismo a Miguel; Miguel lo oculta, incluso lo niega, pero no quiere dejar a Santiago, se debate en medio de una crisis personal, que lo enfrenta a amar a su esposa embarazada, a una misma vez, que seguir amando a Santiago, y conservar su reputación en el pueblo.
Sin artefactos, sin adornos, y sin artificios, Contracorriente es una película sin dobleces, de hondura emocional, y problemas básicos pero muy importantes.
“Un arenal que alcanza serenamente el mar”
Los caracteres masculinos son presentados de manera contrapuesta, lógicamente:
Por una parte, Miguel es un joven pescador, interpretado con oscuridad y misterio, por el actor boliviano, Cristian Mercado, en permanente contacto con lo oculto y lo sumergido, que oficia el rito funerario de un familiar, como es costumbre en su remota cofradía de pescadores.
La intensidad melodramática que le pone Cristian Mercado, es sentida y sensible por el espectador.
Miguel, está casado y será padre, y es respetado por la pequeña comunidad en la que vive.
El un primer instante, el director refleja a Miguel, como una persona de doble vida:
Hombre casado, un habitante más de un poblado costeño, establecido por sus costumbres machistas y religiosas; y por otro lado, un hombre que lleva una relación extramatrimonial-homosexual, negando o contradiciendo su vida real.
Dentro del cariño que Miguel siente por Santiago, su naturaleza como poblador lo obliga a razonar desde sus costumbres, desde su machismo, negando a aceptar así, sus verdaderos sentimientos-deseos.
Y Miguel se resiste a aceptar la relación homosexual que está ocurriendo.
El viaje hacia una caverna apartada del poblado, por ejemplo, es una excusa para no poder manifestar la nueva realidad que está afrentando, que inclusive, desmiente cuando se encuentra a solas con Santiago.
Otro momento, es la prueba final del amor.
Miguel, al enterarse que el cuerpo de Santiago ha sido encontrado, expondrá su “reputación” y la de su familia, un sacrificio que él tendrá que elegir, un medio para que el verdadero amor sea concretado.
El cuerpo de Santiago representa la redención de Miguel, y además, la oportunidad de un pueblo, de conciliar con lo que es, tradicionalmente, irreconciliable.
Santiago, por su parte, es un fotógrafo y pintor, que solía pasar sus vacaciones en la localidad costera, llegado de la ciudad, que despliega su carga solar y apolínea, y trastoca la vida de la comunidad con su amor apasionado por Miguel.
El actor colombiano Manolo Cardona, conocido por sus papeles de galán en telenovelas de amplia difusión, adopta para su personaje, un excelente registro dramático, que explota adecuadamente el melodrama cultivado por el género televisivo, y que traduce con acierto, en clave homoerótica.
Los rumores dicen, que él es homosexual, y además, que no tiene fe de los ritos pueblerinos.
Mediante estos comentarios, hay una diferencia entre el rumor y la afirmación, esto dando prueba de una subordinación a los prejuicios latentes del pueblo.
Como consecuencia, Santiago es víctima de una triple negación:
El ser forastero, homosexual, y no ser querido por su amante, abiertamente.
Javier Fuentes-León, mediante un evento mágico-religioso, abre otro maravilloso, y muy inusual, como inesperado momento.
Santiago al morir ahogado accidentalmente, que no conocemos como fue, ha quedado en una especie de limbo.
Ahora, el único que podrá verlo es Miguel.
Según los ritos populares de la trama, un alma perdida podrá ser liberada por la persona a quien más sea cercana, más claro decir, a quien más haya amado.
Así, ambos viven en una situación complicada:
Miguel porque no puede revelar su verdadera orientación sexual ante sus amigos y familiares, en los que gobiernan las tradiciones católicas, que excluyen cualquier tipo de relaciones que no sean entre un hombre y una mujer.
Y Santiago, que sufre el desprecio de todo el pueblo que, conscientes de su homosexualidad, no dudan en señalarlo y ridiculizarlo.
El mundo en el que viven ambos personajes, es bastante cerrado, muy tradicional, aunque el amor entre la pareja, parece asomarse a un estado de pureza.
Fuentes-León recurre a los eventos fantasmagóricos, para dar prueba sobre la inmortalidad del amor, un estado puro, fuera de lo físico, acercado más a la “realidad”
Entonces, en medio de la nada, lugar donde se encuentra Santiago, estará el amor para Miguel, al menos, hasta que el cuerpo de Santiago sea rescatado y pasado por un ritual, para que así transite al lugar donde pertenece, el más allá.
Y conforme pasa el metraje, se va dando paso a la reflexión:
Por un lado, Santiago ha entendido, que las costumbres del pueblo no eran habladurías; mientras que Miguel ha entendido, que el amor verdadero no es retener u obsesionarse con el ser querido, sino dejarlo ir.
Miguel, luego de haber callado al encontrar el cadáver de Santiago, perdido en la inmensidad del mar; el alma decide ocultarse, y Miguel no tendrá que negarse.
Sobre los espacios donde se va mostrando el amor entre los 2 personajes, resulta muy curioso.
El primer encuentro que nos muestra Contracorriente, se realiza en un espacio que en el pueblo está reservado para los machos, y donde se aceptan sólo comportamientos de machos.
Por eso, la presencia de Santiago, por su actitud más tranquila, y el rumor que ya se ha corrido por el pueblo, es incómoda para los amigos de Miguel, que no aceptan sus cervezas.
Mientras más “culturales” sean los espacios donde ambos personajes se encuentran, más restringido será su contacto.
Por ello, donde se nos muestra el primer roce de piel, es un espacio construido del pueblo, pero que está abandonado.
Luego, muy simbólicamente, es el cementerio de embarcaciones, un espacio donde las actividades del pueblo vivo están, efectivamente, muertas.
Y la cúspide del amor de esos cuerpos, explota donde ya no hay presencia cultural, en una playa lejana, donde no hay más fronteras construidas, ni físicamente, ni en el imaginario; donde se es libre o natural.
Es decir, el amor es más intenso, mientras menos presencia cultural física existe.
Un elemento importante para el encuentro, es el alcohol, que está relacionado por un lado con el ambiente macho del bar, la cerveza; y por el otro, con la liberación de los verdaderos sentimientos, el pisco.
Entonces, vemos una doble liberación en Miguel para consumar sus deseos:
El nudo de su sociedad, y su propio nudo a través del alcohol, y de su huida de la cultura.
Como dato, en Contracorriente no existe un preámbulo, sobre cómo se inicia la relación entre Santiago y Miguel; ya que Fuentes-León se limita, a hurgar una historia sobre “cómo empezó el amor”; clásico en distintos dramas sobre triángulos amorosos.
Miguel desde un comienzo, lleva una relación extramatrimonial.
Ver desde esta naturaleza dicha relación, la extramatrimonial, es fundamental.
Los habitantes, al ir sospechando la posible relación entre estos 2 hombres, condenan la homosexualidad antes que la misma relación extramarital.
Similar reacción se identifica en Mariela (Tatiana Astengo), la esposa de Miguel, que sufre al enterarse la supuesta “homosexualidad” de su marido.
Todo el pueblo está manipulado por una mecánica machista, siendo en gran parte, las mujeres quienes más se escandalizan, y el detonante de las tragedias, hay que decirlo todo.
En el caso de los intérpretes masculinos, las actuaciones resultan arriesgadas y atrevidas.
Y completa el triángulo Mariela, la esposa de Miguel, protagonizada por la actriz peruana Tatiana Astengo, cuyo personaje soporta el peso del drama, del reconocimiento de una identidad sexual impensada para su esposo.
Tatiana Astengo es una esposa fiel y que resulta humillada por su esposo ante el pueblo.
Pero Contracorriente es la historia también del amor, ese amor que permite que la esposa del protagonista lo soporte todo, lo perdone, y a pesar de todo, del escarnio público, y de las miradas malintencionadas, lo apoye, y lo defienda.
Como dato muy importante, el término “contracorriente” que da título a esta cinta, engloba otros aspectos como:
La de ir en contra del verdadero sentimiento, tratar de integrarse al grupo con otro rol, y rechazar la partida de unos, para conciliar con tan solo su imagen, lo que se oculta.
Así las cosas, Contracorriente se va más allá de la crítica social, y se limita a exponer la complejidad del hombre, su moral, su imagen, contra su yo interno.
Pero además, hay un 5° protagonista:
El pueblo.
Un pueblo costero de Perú, en el que todos sus habitantes se conocen, y por lo cual, son marginados aquéllos que no comulgan con el modelo católico, o los que son diferentes por cuestiones sexuales, como es el caso.
Las habladurías de los más viejos, el escarnio del grupo ante las costumbres de aquel que viene de fuera, constituyen el retrato sociológico de una comunidad arquetípica, y de la presión que ésta, puede ejercer sobre la intimidad, como un ámbito en el que se inscribe la vida emocional y sexual de las personas.
La naturaleza de toda comunidad, está unida a una tradición, frente a esto, se sobreentiende un hermetismo; de que todos los “ajenos”, aún así sigan las costumbres del pueblo, tendrán un estigma que los identifique como extranjeros, víctimas de la sub alternidad, o marginación social.
Santiago, al no seguir los cánones de la población, está destinado a una marginalidad en segundo grado.
Muy a pesar, Javier Fuentes-León nos indica, que existe una posibilidad de concebir las ideas más reaccionarias, dentro de las comunidades más obtusas.
Por ejemplo, la participación del cura del pueblo, en el funeral de Santiago es clave.
Su intercesión frente a la autoridad del culto público, el padre Juan (Julio Humberto Cavero), subraya que las costumbres que conforman la moral de una comunidad, no deben traspasar los límites marcados por la intimidad de la pareja, y sus decisiones, en materia afectiva.
El ritual funerario por Santiago, y la posición que ocupan sus familiares, y los miembros de la comunidad, construyen una representación del cambio social, con los jóvenes, dando un paso hacia adelante, mientras que los viejos se limitan a cerrar las ventanas de sus viviendas.
La figura de la iglesia en Contracorriente no es castrante, y es de agradecer.
No existe un juicio ultra-conservador, algo que en la mayoría de filmes se podría esperar de un padre de la iglesia.
El final de Contracorriente, es una mirada que pone en tela de juicio, los prejuicios sexuales y tradicionales, de todos.
Hay una posibilidad de redención en un sector de aquella población; muestra que siempre existirá un mundo desequilibrado, lleno de prejuicios, pero también de aceptación.
Como dato curioso, Fuentes-León explica, por qué ha borrado cualquier referencia geográfica, a un lugar concreto en Contracorriente:
“Quería un pueblo arquetípico, y no tanto el contexto político y social de un pueblo y un país determinados”, señala.
Esto ayudaría al público, a conectar sin importar de qué cultura sean, pues la historia podría ocurrir en un pueblo de Suráfrica, en Italia, en Colombia, o en Tailandia.
Contracorriente se sirve de un triángulo amoroso, con tema homosexual incluido, para discutir sobre los prejuicios de la sociedad; para resaltar los conflictos del hombre en comunidad; para decirnos que es mejor aceptarnos, y aceptar al resto, antes que pensar en perdonar o castigar nuestras diferencias.
Quizá la elección más acertada, esté en la fisicidad del fantasma, y aquí entra el maravilloso “realismo mágico”
Fuentes-León hace carne el espectro, y también la culpa, lo explicita para tormento y felicidad de su amante, aún en el lado de los vivos.
Sin embargo, es el pasaje que muestra la recomposición de la vida marital, hecho de silencios, y gestos mínimos, cotidianos, el que más cerca está de prometer una personalidad propia de las imágenes, siempre sutil, y un poco más allá de la corrección de libro con la que está ejecutado Contracorriente.
Javier Fuentes-León, hace convivir y relacionar, a 2 mundos en contradicción.
La misma dicotomía de un cadáver abandonado en medio de las aguas.
El mar representado como fuente de vida, irónicamente aísla a un cuerpo sin vida, el cuerpo de un individuo que en vida luchaba “a contracorriente”
Al inicio, las primeras escenas parecían predecir el futuro trágico de Santiago.
Un cadáver soltado en medio del mar.
Los muertos, aquellos que “no pertenecen al mundo de los vivos”, no tienen espacio dentro de la realidad, sino en el lado profundo de las aguas…
Fuentes-León recurre entonces, a una estructura de espejos múltiples, que sirve para representar los mecanismos de censura y aceptación, puestos en juego por la propia comunidad, a través de sus “actores sociales”
Apoyándose, y desarrollando la oralidad secundaria del “yo-oí-que-ella-dijo-que-él hizo...” típica del serial televisivo, y que involucra a los diversos personajes del relato, haciendo que éstos se alternen en los papeles de autor, narrador, y actante, el relato primordial se confunde con la gramática de la fragmentación del discurso audiovisual que predomina en la televisión.
De ahí que los gestos, y los objetos, adquieren un carácter e importancia simbólicos, dentro también del “realismo mágico” del autor.
El rosario alrededor del cuello de Miguel, que suele ponerse a los niños para ahuyentar las malas influencias, no le protege de sus propios sentimientos y deseos ocultos; en cambio, la Virgen iluminada con luz de neón, intercede en la realización del “milagro” de la entrega amatoria de Miguel a su esposa, después de su confesión.
La liturgia de la Iglesia, como sancionadora de los rituales de tránsito de la vida a la muerte, propios de una cultura, tiene asimismo, una importancia capital en el reconocimiento público del amor que siente Miguel por Santiago.
Más importante aún, resulta el gesto de aceptación de Mariela, que Tatiana Astengo interpreta con sensualidad tremendamente emocional.
Me encantaron muchas escenas, como cuando Miguel se enfrenta al pueblo, que parece nuevamente despreciarlo, mientras carga el cuerpo de Santiago, la verdad me deje caer.
También me llamó la atención, la escena “profética” de la muchacha, quién en un forcejeo con su madre, seguirá la procesión convenciendo a otros a hacerlo, representando así, la negación a su herencia hipócrita y mal intencionada, pero revitalizando a su vez, las costumbres mágicas de su pueblo.
Fantástico; y es que llegar a Cabo Blanco no es fácil.
Dependiendo de donde se viene, si no se tiene movilidad propia, hay que hacer al menos 2 conexiones en ómnibus, colectivo, o mototaxi, como le llaman.
La caleta donde pasó una temporada el escritor Ernest Hemingway, no progresó mucho desde su estancia, y conserva su ambiente pueblerino y austero.
Pero, sobre todo, se trata de un sitio escondido, de ahí que en la jerga peruana, la palabra “caleta” se refiera a un lugar, hecho, o sentimiento oculto.
Por este motivo, escoger el sitio como locación para rodar Contracorriente, fue una decisión acertada.
Al igual que involucrar a la población del lugar, porque le da una textura de autenticidad a la ambientación.
También lo es atribuirle al lugar cualidades mágicas espirituales, por la tradición que aporta el departamento de Piura, donde está ubicado Cabo Blanco, respecto al “chamanismo” o la comunicación con los espíritus; expresado esto en Contracorriente, en rituales mortuorios y fúnebres en el mar.
Contracorriente tiene también, inspiraciones biográficas y literarias del propio Hemingway, expresadas en Santiago:
Vemos al extranjero solitario, pintor, fotógrafo, enamorado del lugar, del mar y de Miguel, el pescador de bolichera.
Es así, que la estructura narrativa describe primero el entorno anotado, para luego detallar el giro.
“Ser un hombre.
Y amar”
Contracorriente nos permite analizar, y a la vez cuestionarnos, sobre lo que es el verdadero amor, sin prejuicios, ni encasillamientos.
El amor de 2 hombres, que en esta historia, es tan fuerte, que sobrepasa los límites de la realidad.
Inteligente manera de mostrar un romance, que para los ojos de las demás personas, aun es un tabú, y en pueblos como en el que se desarrolla la historia, con costumbres tan arraigadas, se constituye en tema prohibido.
Está claro, que pese a la evolución sobre el tema que tengan ciertos países, el debate sigue presente.
Por eso Contracorriente es un ejemplo loable, de algo que merece la pena contarse.
Debo decir, que me ha dejado, pensando en cómo uno puede arruinar su vida por temor al qué dirán, como puede una sociedad, conseguir indirectamente, arruinar la vida de alguien, pero lo más reprochable, es la cobardía, porque eso:
“Hay que ser bien macho, y tener mucho valor, muchos huevos, para aceptarse y no avergonzarse de ser gay”
Contracorriente sirve para ver los errores que uno no debe de cometer en la vida, que siempre hay que ser sincero con uno mismo, porque cuando es así, no te haces daño a ti mismo y al resto, y podemos ser felices; además de mostrarnos la posibilidad, que el amor se extienda mas allá de la muerte.
Esto es lo que no debemos de hacer en la vida, nadar e ir “contracorriente” cuando el amor es sincero, amor del bueno, que puede ser arruinado por el que dirán, y la cobardía; y pensar, y no dejar que nos pase lo de Miguel Salas, quedarse solo por su falta de coraje.
El amor nos llega una sola vez en la vida, porque luego que se va esa oportunidad, no hay vuelta atrás, ni reproches que hacer…
Solo queda la soledad, y es horrible.
Estoy seguro que el final de Contracorriente, hará reflexionar sobre la cualidad del ser humano más grande:
El amor y su consecuencia más inmediata; la comprensión y la empatía.
Contracorriente es una película sobre el verdadero significado de “ser hombre”, con todas las letras y todas las definiciones, que no se encuentra en esos partidos de fútbol con los que se quiere criar a un niño para que sea "varón", sino en la valentía y el coraje.
Es una película de muchos huevos.

“Hay que hacerlo en serio, si no, su alma no descansa”



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