Shadowlands

“Why love, if losing hurts so much?
I have no answers anymore:
Only the life I have lived.
Twice in that life I've been given the choice:
As a boy and as a man.
The boy chose safety, the man chooses suffering.
The pain now is part of the happiness then.
That's the deal”

El cine es la gran potencia educadora de nuestro tiempo, y su primer plano, ha sido una de las grandes innovaciones estéticas y humanas del cine, porque en la vida real, es un infrecuente privilegio, y el cine lo ha hecho habitual y comunicable, ha descubierto sus posibilidades que antes quedaban limitadas, a la reducida experiencia personal.
Pero en la Medicina Paliativa, por ejemplo, este “infrecuente privilegio”, no lo es tal, pues se hace frecuente.
La Filosofía, como en la Medicina Paliativa, y el Cine, se enlazan, enseñándonos a saber ver, al mostrar el drama humano del enfermar y del morir, contribuyendo al conocimiento de las personas, al desarrollo de la sensibilidad, como capacidad de observación y de percepción, de la capacidad creativa como la asociación de ideas, reflexiones, y nuevas formas de pensamiento; y de la dimensión expresiva como la exteriorización de sentimientos y las emociones.
Apelar a los buenos sentimientos, como la emoción, ha sido un recurso para que muchas películas ganen en humanidad.
Y esa es una de las características básicas, que nos diferencian a los humanos del mundo animal, esa sensibilidad, como la capacidad de hacer el bien, de sentir compasión, y emocionarnos.
El cine se convierte entonces, en instrumento educativo de primera categoría; y en definitiva el buen cine, es un arte de luz, como mirada que humaniza, medio de mostrar realidad y significados, enriquecedora de humanidad.
“We can't have the happiness of yesterday without the pain of today.
That's the deal”
Shadowlands es una película británica, dirigida en el año de 1993, por Richard Attenborough.
Protagonizada por Anthony Hopkins, Debra Winger, Joseph Mazzello, Edward Hardwicke, John Wood, Michel Dennison, James Frain, Peter Howell, Roger Ashton-Griffiths, entre otros.
Shadowlands obtuvo 2 nominaciones al Oscar como:
Mejor actriz (Debra Winger) y guión adaptado.
El guión corre a cargo de William Nicholson, y se centra en la relación entre el escritor C. S. Lewis y su esposa Joy Gresham, especialmente en lo que se refiere a la muerte de ésta, recogida en el libro de Lewis:
“A Grief Observed” el cual es una colección de las reflexiones que el escritor británico escribió, tras la muerte de Joy en 1960, debido a un cáncer de huesos.
Como dato curioso, para evitar que se conociera la autoría del libro, Lewis lo publicó bajo el pseudónimo de “N.W. Clerk”, refiriéndose a su esposa como “H.”, ya que el primer nombre de Joy Gresham, era Helen.
El libro recopila las notas manuscritas, en las que Lewis expone su pena, desde los pequeños acontecimientos de la vida cotidiana sin su esposa, hasta profundas preguntas acerca de la fe, la voluntad de Dios, y su silencio.
El título “A Grief Observed” quiere recordar que no se trata de un ensayo acerca del dolor, sino de la perspectiva individual, de un hombre ante la pérdida de su esposa, y del duelo como camino para el encuentro con el Dios cristiano.
Posteriormente, su hijastro, Douglas Gresham, publicó el libro “Lenten Lands” años antes, Lewis había escrito “The Problem Of Pain” (1940), llevando todo a la práctica en “A Grief Observed”
Shadowlands también está basada en una producción televisiva de 1985, y en una adaptación teatral con el mismo título, escrita para Thames Television, por Brian Sibley y Norman Stone, y titulada en principio “I Call It Joy”
Sibley escribió después el libro “Shadowlands: The True Story Of C.S. Lewis And Joy Davidman”
Shadowlands sigue la historia de amor entre Lewis y Gresham, y la del hijo de ella, Douglas, y el hermano de él, Warnie.
Debo advertir, que Shadowlands es una película de profundo estilo europeo, es decir, de ritmo pausado, aunque no lento, pues, sobre todo al principio, se suceden escenas cortas que acaban en punta, con frases agudas, hasta que el drama va cambiando la forma de dirigir, en donde nos encontramos con secuencias más largas y melodramáticas.
La belleza formal de Shadowlands es un reflejo de una profunda verdad:
La que se refiere a la dignidad, la trascendencia, la capacidad de amor, la solidaridad, y el sacrificio del ser humano.
Shadowlands prueba 2 aspectos más:
Que es posible impregnar el cine de literatura, de buena literatura, sin resultar estático, poco dinámico, o excesivamente literario, y que se puede exponer en imágenes, todo el dramatismo de una situación dura, como es una enfermedad terminal, sin resultar morboso, o lacrimógeno.
La sobriedad en la construcción de historia e imágenes, la estupenda labor de puesta en escena, especialmente la minuciosa y detallista recreación de los ambientes académicos de Oxford, sus aulas, sus rituales, su vestuario, y las relaciones humanas que se establecen en ellos, así como la magnífica fotografía de Roger Pratt, especialmente en los bellos exteriores escogidos de Oxfordshire y Herefordshire en Inglaterra, como las impactantes interpretaciones de Anthony Hopkins y Debra Winger, contribuyen decisivamente, a otro hecho inusual.
Shadowlands consigue capturar algo, que en principio parece inaprensible para el medio cinematográfico:
La esencia del dolor; su naturaleza dramática, triste, y melancólica.
“Back where I come from, there's this quaint old custom.
When a guy makes up his mind to marry a girl, he asks her.
It's called proposing.
Did I miss it?”
Ambientada en la década de 1950, Shadowlands se centra en el profesor Clive Staples Lewis (Anthony Hopkins), un erudito reservado, soltero, y de mediana edad, académico en el Magdalen College de la Universidad de Oxford, y autor de “Las Crónicas de Narnia”, una serie de libros para niños; y su relación con la poetisa divorciada estadounidense, Joy Gresham (Debra Winger) y su hijo Douglas (Joseph Mazzello)
Joy, de origen judío, se había convertido al cristianismo, influida en gran medida, por las obras de Lewis.
Tras varios años de relación epistolar, Joy visita por vez primera a Lewis en 1952.
Al año siguiente, tras divorciarse de su marido alcohólico, se instala con su hijo en Londres.
Desde ese momento, el trato entre Joy y Lewis se intensifica, sin salirse inicialmente, de los límites de una amistad puramente intelectual.
Lo que empieza como una reunión oficial de 2 mentes muy diferentes, se desarrolla lentamente, en un intenso sentimiento de amor y conexión.
Lewis encuentra su tranquila vida con su hermano Warnie, interrumpida por la activa Gresham, cuyo comportamiento desinhibido, ofrece un agudo contraste, con la rigidez de la sensibilidad de unos hombres dominados por el estilo tradicional de la universidad.
Cada uno proporciona al otro, nuevas formas de ver el mundo.
Lewis acepta entonces, un singular matrimonio civil de conveniencia, para que Joy pueda obtener la nacionalidad británica.
Al principio, su matrimonio es de conveniencia, una unión platónica diseñada para permitir que Gresham permaneciera en Inglaterra.
Pero cuando es diagnosticada con cáncer, los sentimientos más profundos salen a la superficie, y la fe de Lewis, sufre una dura prueba para su inminente muerte.
Y así, tiene lugar la boda canónica anglicana, en la habitación del hospital donde estaba ingresada Joy.
Por aquel entonces, Lewis tenía 59 años; ella, 42...
C.S. Lewis se convirtió al anglicanismo de la Iglesia Alta, también llamado Anglocatolicismo, rama del anglicanismo a la que también perteneció G.K. Chesterton, que con su libro “El Hombre Eterno”, y otros, ayudó a que Lewis se convirtiera en cristiano , pero nunca dio el paso al catolicismo.
Lewis no fue Católico, pero compartió varias de sus creencias no compartidas por los anglicanos.
Jack, como solían llamarlo sus amigos, era un hombre de fe, un apologista de la fe.
Su experiencia del amor a Joy, profundizará y abrirá su fe, la hará más sincera y profunda.
Pero también, y no por elegido o buscado, sino paradójicamente, el dolor purificará su experiencia de Dios, afectada de no comprender en hondura, el sentido del amor divino.
Así, solamente cuando Jack comprende el amor humano, comprende más profundamente, el amor de Dios, es la analogía del sobrenatural.
El momento culminante, es el llanto con Douglas.
El sabio profesor llora como un niño, ya no tienen sitio las palabras de sus conferencias.
Y llora con un niño, el que está aprendiendo a ser padre desde el amor a Joy, su esposa.
Sin embargo, en medio de llanto, Jack le trasmite la fe, al que está pasando a ser su hijo:
“Jack, ¿crees que existe el cielo?” pregunta el pequeño.
“Sí, lo creo”
Es la fe vivida dramáticamente, y entre lágrimas en el sufrimiento.
La formulación es casi del credo, escueta, sin razones, pero radical.
El niño le confiesa:
“Yo no creo en el cielo”
Jack le dirá que no importa, el sabe de esa experiencia, ya que nos ha contado como perdió la fe de niño, tras la muerte de su madre.
No hay razones pero hay que esperar.
Ambos confiesan que les gustaría verla, de nuevo con vida, y se abrazan en sello de la filiación y paternidad estrenada.
Esta escena debe ser leída a la luz del “entonces” de un tercer momento que más adelante comentaré, y que se presenta al final de Shadowlands.
Entonces, será posible verla, y en el abrazo estarán los 3, en el más allá de la penumbra, en la tierra del abrazo en Dios.
La narración cinematográfica de Shadowlands, va a insistir en el proceso de transformación de Lewis, que desde la tarea de conferenciante y escritor, comprende unas cosas sobre el sufrimiento, y tras la experiencia del amor, y la muerte de su esposa, comprenderá otras.
El suele repetir una expresión, como síntesis de su forma de pensar inicial sobre el sufrimiento:
“El dolor es el megáfono que Dios usa, para despertar a un mundo de sordos”
Aquí el dolor es presentado, como parte de una pedagogía de Dios, que con el cincel golpe al hombre para darle forma.
Proclamada desde la distancia del que no ha sufrido directamente, habla con éxito de lo que no tiene experiencia.
Además, tematiza y teoriza, de lo que después se arrepentirá.
En ese sentido, las sugerencias que la propia Joy Gresham, la que será su esposa, le hace, van mostrándole hasta que punto vive aislado en un mundo protegido y hecho a su medida, y donde los libros contribuyen a esa soledad amurallada, inaccesible al dolor.
Su progresivo amor hacia Joy, tortuosa y lentamente reconocido, le abre a una nueva dimensión.
La llegada sorpresiva del sufrimiento, en el cáncer de Joy, le colocará ente el misterio en toda su hondura.
“El Dios bueno, en quien cree, no puede ser el responsable de ese dolor”
A pesar de todo, él sigue orando, como una necesidad vital, reconociendo que el Dios del amor, no quiere el sufrimiento y la muerte, sino que da la vida.
Sorpresivamente, incluso para el mismo, ante el temor a perder a Joy, ha comprendido la hondura de su amor, y a la vez, la hondura de su dolor.
El amor le abre al otro, y también a una comprensión más profunda de sí mismo, de Dios, y de su misión como educador.
Ahora asume con convicción, la frase que repetía al padre de uno de sus alumnos:
“Leemos para saber que no estamos solos”
En este sentido, Shadowlands es una interesante reflexión, en torno al problema de la teodicea, y a las soluciones demasiado racionalistas del dolor, que terminan teniendo un efecto devastador sobre la imagen de Dios.
Attenborough incide acertadamente en estos aspectos, los que motivan su choque, para ejemplificar cómo las diferencias culturales, como:
La contención británica, su preocupación por la imagen pública, la reputación, el lugar que cada uno ocupa en la sociedad, contemplado por los otros, conforme a la tradición; la espontaneidad americana, su ruptura de unas reglas sociales caducas, y trasnochadas, a menudo, confundida con la vulgaridad; que pueden confluir sin embargo, en una pasión común, entendida como la desaparición de barreras intelectuales, sociales, y culturales, erigiendo al amor como supremo poder igualador de los seres humanos, y por otro, cómo el dolor, contraposición del amor pero, no obstante, nacido y alimentado por éste, y revestido de fatalidad, puede conseguir el mismo efecto unificador.
Más allá de geografías, culturas, economías, y tiempos, son el amor y el dolor, los que nos hacen sentirnos vivos.
Así, el personaje de Lewis adquiere otra perspectiva, sobre lo que antes ha sido su vida, y le ofrece nuevas motivaciones, otros alicientes, desde los que contemplarla, disfrutarla, o sufrirla.
El calor y el frío, el sol y la sombra, la luz y la oscuridad, como componentes parejos e ineludibles, de una experiencia vital comprendida demasiado tarde; que, pese a creer lo contrario, a lo largo de interminables años de trabajo académico, se escapa de los libros, y adquiere una textura real, emocional, y conmovedora.
“Pain is God's megaphone to rouse a deaf world”
Era muy difícil abarcar plenamente, la rica personalidad de Lewis, pero su talla humana e intelectual, queda patente en Shadowlands.
En este sentido, la sutilísima y contenida caracterización de Anthony Hopkins resulta magistral.
Como Clive Staples Lewis, conocido universalmente como C.S. Lewis, por los amigos como “Jack” y en Shadowlands por Jack Lewis, fue un profesor de literatura de Oxford, y un gran escritor.
Aunque nació en Belfast en el seno de una familia católica, durante un largo periodo de su vida fue ateo, volviendo más tarde al cristianismo, aunque dentro de la iglesia anglicana, y convirtiéndose en un gran apologista de la fe.
Por otra parte, Helen Joy Davidman Gresham Lewis, fue una escritora y poetisa norteamericana, de origen judío, comunista, y como Lewis, también atea, que se convirtió al cristianismo por la influencia de las obras de éste.
Shadowlands presenta a Lewis, como un profesor cauteloso, que vive “encerrado en la cárcel de sí mismo”, lee profusamente “para saber que no está solo” y organiza su vida privada, para que nadie pueda tocarla, porque sabe que la alegría de amar de verdad, pasa de un modo u otro, por saborear también el regusto amargo del dolor.
Lewis, en aquellos años, era muy popular en el ambiente académico de Oxford, consideró y vivió la amistad como “uno de los platos fuertes en el banquete de la vida”
Era considerado un gran educador, y novelista de éxito, sobre todo, a través de la saga de literatura infantil “Las Crónicas de Narnia”
Pero en Shadowlands, se disecciona a fondo a Lewis, su encuentro gozoso y trágico a la vez, con el amor y la muerte.
En efecto, esa supuesta soledad de Lewis, se ve trágicamente rota por su relación con Joy Gresham, que a diferencia de él, es pura vitalidad.
En un principio, la muerte de Joy hizo tambalear sus profundas convicciones, sin embargo, el choque con el sufrimiento, le servirá finalmente para madurar.
Él ya sabía la teoría, de hecho en 1940, había escrito un libro “The Problem Of Pain”
A lo largo de Shadowlands, se ve a Lewis, desarrollar en conferencias, 2 ideas clave, en torno al dolor:
“Que el sufrimiento es el cincel, que Dios emplea para perfeccionar al hombre” y  defiende que es precisamente el sufrimiento, “el que nos lanza al mundo de los demás”
Pero será al sentir, en propia carne, el dolor por la muerte de un ser amado, cuando comprenda el verdadero alcance de sus afirmaciones.
Se puede decir con Lewis, que las pérdidas forman parte del proceso de la vida, como la primavera sigue al invierno.
El duelo como proceso del vivir, enfermar, y morir, y siempre vivir.
Por otra parte, Joy Gresham, cuyo nombre de soltera era Helen Joy Davidman, provenía de una familia judía.
Atea y comunista, se había casado a los 27 años con Bill Gresham, y tuvieron sus 2 hijos en rápida sucesión:
David, nacido en 1944, y Douglas en 1945, pero no todo andaba bien en el matrimonio.
Bill Gresham era un alcohólico, y un mujeriego compulsivo.
Devastada al descubrir una nueva infidelidad de su esposo, a escasos 6 meses del nacimiento de Douglas, Joy tuvo una experiencia religiosa en 1946:
“Todas mis defensas, las murallas de arrogancia, certidumbre, y egoísmo que habían ocultado a Dios, se derrumbaron... y entró Dios”
Al principio, Bill Gresham acompañó esa nueva etapa religiosa en la vida de su esposa, pero pronto declaró, que no era cristiano, y que probablemente nunca lo sería.
Además, admitió que le había sido infiel una vez más.
En febrero de 1951, Joy puso fin a la relación física con Bill Gresham, al tiempo que florecía la correspondencia con C.S. Lewis, iniciada en enero de 1950.
Joy y Lewis nunca se habían visto en persona, pues mantenían hasta entonces, una fluida relación epistolar, inspirada por la obra literaria, y en los libros sobre cristianismo de Lewis, por los cuales, Joy se sentía fuertemente atraída.
Joy se trasladó de su nativa Nueva York a Inglaterra, en septiembre de 1952, y allí conoció personalmente a Lewis, pero regresó a Londres donde se alojaba.
Semanas más tarde, Lewis la invitó a un almuerzo en el Magdalen College, en la Universidad de Oxford.
Tiempo después, la amistad floreció, y fue cuando le fue rehusada a Joy su residencia en Inglaterra, a comienzos de 1956, que Lewis decidió casarse con ella, para que pudiera permanecer en el país.
La ceremonia civil, que unió a Joy y Lewis, acordada íntimamente en principio como un “matrimonio por conveniencia”, se celebró el 23 de abril de 1956, y se mantuvo en secreto.
Pero durante todo el verano, Joy experimentó dolores en una pierna, pero los médicos diagnosticaban reumatismo.
En octubre, Joy sufrió la quebradura de uno de sus huesos, resultante de la enfermedad que en verdad padecía, cáncer óseo.
Ella tenía entonces 40 años, y él 57.
Ambos habían sostenido en sus escritos, que los cristianos divorciados no habrían de casarse de nuevo, mientras su primer cónyuge estuviera vivo, y Bill Gresham no había muerto.
Pero antes de su matrimonio con Joy, Bill se había casado una vez, y además, ellos no eran cristianos cuando contrajeron nupcias.
Lewis concluyó, que eso invalidaba el primer matrimonio de Joy, a los ojos de la Iglesia, y hacía posible su casamiento con Joy, en una celebración cristiana.
Pero Harry Carpenter, obispo de Oxford, rehusó la petición de Lewis.
Por entonces, Lewis supo que a uno de sus antiguos estudiantes, el padre Peter Bide, se le acreditaba a veces, respuestas milagrosas a sus plegarias de sanación.
Los médicos ya no daban esperanzas a Joy, y a lo sumo, tratarían de aliviar sus sufrimientos antes de morir.
Lewis le pidió entonces a Peter Bide, que viniera a Oxford, impusiera sus manos a Joy, y orara por su salud.
Cuando Bide llegó, surgió el tema del matrimonio.
Bide escuchó con atención, el razonamiento de Lewis, y lo consideró sólido por lo que, sin permiso del obispo local, ofició la celebración matrimonial, que tuvo lugar el 21 de marzo de 1957, al lado de la cama de hospital de la paciente.
El amor que se prodigaban Lewis y Joy, era por entonces evidente.
Lewis declaró, que él “tenía a sus 60’s, la alegría que la mayoría de los hombres tienen a sus 20’s”, en tanto que Joy escribía a sus amigas, que “él era un gran amante”
Ambos fueron de luna de miel a Irlanda, pero con todo, la relación de Lewis y Joy resultó en desilusión para su amigo J.R.R. Tolkien quien, católico, no apreciaba a Joy, y no aprobaba aquel matrimonio.
Joy logró reponerse por algún tiempo, aunque Lewis no hablaba de ello, consideraba el mejoramiento de Joy como un milagro.
Ella se repuso marcadamente en 1957, y disfrutaron de un año, sin que el mal se interpusiera en su felicidad.
Pero el cáncer retornó de forma agresiva, hacia fines de 1959; y viajaron a Grecia, el 03 de abril de 1960, pero regresaron el día 14.
Joy sucumbió a la enfermedad, el 13 de julio de 1960.
Tiempo después, Lewis escribió sobre ello, en su libro titulado “A Grief Observed”
El personaje de Joy, muestra la experiencia de pérdidas:
El divorcio, la violencia de género, carencia de dinero, pero se implica en la vida, es espontánea, utiliza el humor, vive en la realidad, llama a las cosas por su nombre:
“Mi marido es alcohólico y compulsivamente infiel, ¡me ha agotado!”
Es ella quien echa en cara a Lewis, que se ha rodeado de gente menos capaz que él, de manera que él siempre pueda, gracias a su genio, salir victorioso de toda disputa dialéctica.
Con Joy, por primera vez en su vida, Jack hace la experiencia del sufrimiento vivido en primera persona.
La experiencia de la muerte de su madre, le hizo buscar la seguridad, y no aceptó el sufrimiento.
Ahora el amor por Joy, le permite ponerse delante de si, y compartir juntos un destino que acaba haciéndose común.
Es por tanto, la relación amorosa la que permite a Jack, introducirse en el misterio del dolor.
Es a partir de este momento, cuando nos muestran una forma de vivir con enfermedad, nos enseñan a no estar centrados en la enfermedad, sino en el vivir esperanzado de cada día.
Por eso, observamos tan poca presencia médica.
Lo que importa es el acontecer diario.
Lo que hace feliz la vida de Jack, es su amor por Joy; así le merece la pena pasar por todo sufrimiento; sólo así puede llegar a ser feliz.
Cuesta entenderlo, pero es así, lo que hace posible que el hombre no sucumba ante el mal; el sufrimiento, y el dolor son un mal; es una relación de amor que le sostiene, y en la cual, el hombre se ve cambiado.
Joy le hace presente en todo momento el bien de su relación, sin pasar por alto la muerte.
Joy es el punto de “realismo” que de nuevo ayuda a Jack, a colocarse delante de la realidad, de una manera verdadera, sin olvidarse de ninguno de sus factores, por más que estos puedan ser dolorosos.
Por eso dice, que el dolor forma parte de la felicidad, y no debe censurarlo.
Sólo teniendo presente este factor, la relación puede ser más real.
Y vale la pena vivir la vida en primera persona, pues el dolor que forma parte de la misma, nos pone en la disyuntiva:
De elegir vivirla o no.
“Vivimos en tierras de penumbras, pero hay luz en la oscuridad”
“Will you marry this foolish, frightened old man... who needs you more than he can bear to say... who loves you, even though he hardly knows how?”
En Shadowlands hay algunas escenas curiosas:
El cuadro que cuelga en su despacho, forma parte de la infancia de Jack.
Se trata de un paisaje de tierras verdes, con fondo montañoso.
Este icono personal, le ha acompañado a lo largo de su vida.
Comprendiendo la temprana muerte de su madre, este lugar es símbolo del paraíso perdido, pero no olvidado.
Joy, al poco de conocerle, se fija especialmente en el cuadro.
Intuitivamente comprende, que en él expresa el deseo de felicidad de Jack.
Por eso, tras su historia de amor, y ante la amenaza de la grave enfermedad, le pide a Jack ir juntos allí.
Una vez llegan al lugar, en una escena memorable, después de que se pone a llover, y han de refugiarse en un cobertizo, Jack le confesará a su esposa:
“Ya no quiero estar en ningún otro sitio”
Y en este momento, temáticamente central, ella le recordará que este paraíso no deja de ser provisional, que también su amor tiene una dimensión vulnerable.
Y que hay que mirar más allá.
Y la simbología se clarifica, tras la muerte de Joy, en la escena final de Shadowlands.
Tanto Jack, como el pequeño Douglas, hijo de la primera pareja de Joy, caminan por un camino que se pierde en el horizonte, en medio de tierras verdes, donde luce el sol, pero también, se reconocen algunas nubes con sus sombras.
En las tierras de penumbras hay un destino abierto y de esperanza.
Así los paraísos de la tierra, son en penumbra, anticipos del paraíso del cielo.
Así, la interesante metáfora de la penumbra, más que hacer referencia al poder definitivo de las sombras, es un indicador de la luz.
En la penumbra se oculta la luz, pero la luz está detrás de la penumbra.
Aquí son clarificadoras, simbólicamente, las escenas iniciales:
Sobre el College de Oxford atardece, y la tierra entra en penumbra.
Dentro, el canto gregoriano, como la melodía de los hombres.
Una llama enciende un cirio en la penumbra.
En clave cristiana, este símbolo es una referencia distante, pero explícita, al Cristo resucitado, al cirio pascual.
Y allí, el canto de un niño, en las tierras de penumbra, el pequeño canta al Dios de la vida.
Temáticamente, en la escena central que ya hemos comentado, Joy dirá a Jack las palabras claves:
“El dolor de entonces, es parte de la felicidad de ahora”
No será el sabio profesor, el que pronuncie las claves sobre el sentido del dolor, sino Joy, que ama y sufre la cercanía de la muerte.
Estas palabras permiten, una reflexión sugerente, en torno al sentido del tiempo, y al quehacer de la esperanza.
Para comprender bien, el sentido del “entonces” hemos de realizar una reflexión temporal en 3 momentos:
En el primer momento, la frase la pronuncia Joy en un presente de felicidad, y en alguna forma de despedida.
Joy sabe que va a morir, y quiere preparar a Jack para lo limitado de su historia de amor de ahora.
Para ello, le da una máxima de sentido:
El amor y la felicidad que ahora vivimos, conservado, harán más llevadero el dolor futuro.
El segundo momento, acaece una vez que Joy ha muerto.
Aquí la máxima:
“El dolor de entonces, es parte de la felicidad de ahora”
El entonces ya ha llegado, pero al cambiar el presente en la hora de la muerte, “el ahora de la felicidad” no se ha apagado.
El amor no ha desaparecido.
El ahora, de otra forma distinta, continúa.
El tercer momento, es al final.
Ahora la frase la pronuncia Lewis, mientras camina acompañado de Douglas, hacia el paraíso, como señalábamos.
“El dolor de ahora, es parte de la felicidad de entonces”
Aquí, el “entonces” puede ser comprendido en clave de pasado, en el tiempo que Joy estaba viva.
Pero sin embargo, es lícito comprender, cuando las imágenes tienen una clara referencia escatológica, el icono del paraíso, y el camino hacia el horizonte, que el “entonces” puede ser futuro.
La felicidad del “entonces” será la felicidad del paraíso.
Será la consumación, el dolor de ahora es provisional, no la felicidad es provisional, lo efímero es la muerte, y el sufrimiento.
Lo definitivo es el paraíso, el cielo de la felicidad consumada.
El amor no desaparece se consuma.
Y esto sorprendentemente, es lo que Joy le dice a Jack, desde más allá.
“En la tierra de penumbra, este es el trato”
La banda sonora de Shadowlands, corrió a cargo del también británico, George Fenton, que compone una de sus mejores partituras.
Una música muy clásica, cargada de melancolía y belleza.
El tema principal evoluciona, como los personajes, hacia un final trágico, pero enormemente bello.
“The magic never ends”
C.S. Lewis, dejó escrito en “A Grief Observed” su adaptación al duelo:
“Sus reflexiones enriquecen el conocimiento, de esta fase de la vida.
La muerte es un tajo en seco al amor...
El duelo forma parte integral y universal de la experiencia del amor...
No deseamos realmente, que la pena se prolongue en su primer estadio de agonía...
Lo que pasa, es que confundimos el síntoma, con la cosa misma.
La aflicción no es el truncamiento del amor conyugal, sino una de sus fases regulares, como lo es la luna de miel...
Hay que aceptar el dolor, como algo inherente a esta fase...
Pero si nos aclaramos con nosotros mismos, no vamos a estar buscando el dolor por el dolor.
Cuanto menos mejor...
Mejor por cualquier parte que se mire.
Porque he descubierto una cosa, el dolor enconado no nos une con los muertos, nos separa de ello.
Sea como sea, mi programa lo tengo bien claro.
Volver a ella con alegría, las más veces que pueda.
Hasta saludarla con una sonrisa.
Cuando menos la lloro, más cerca me parece sentirla.
Un programa admirable.
Solo que, desgraciadamente, no se puede cumplir.
Esta noche se me ha vuelto a abrir, todo el infierno de la herida reciente:
Las palabras insensatas, el amargo resentimiento, el mariposeo en el estómago, la irrealidad de la pesadilla, el baño de lágrimas.
Porque en la pena, nada se asienta.
Está uno saliendo de una fase, pero siempre se repite.
Vueltas y revueltas...
Dicen que los cobardes mueren muchas veces, eso les pasa a los seres amados.
Creí que podría describir una “comarca”, elaborar un mapa de la tristeza.
Pero la tristeza no se ha revelado como una comarca, sino como un proceso.
No es un mapa lo que requiere, es una historia, y si no dejo de escribir esta historia, en un momento determinado, por capricho que sea, no habría razón para que dejara de escribir nunca.
La pena es como un valle dilatado y sinuoso, que a cada curva puede revelar un paisaje totalmente nuevo…
¿Te diste cuenta, en algún momento amor mío, de lo mucho que te llevaste contigo al morir?
Me despojaste hasta de mi pasado, hasta de las cosas que nunca compartimos.
Pero aunque, ya ahora, me voy conociendo demasiado bien, como para llamarlos duraderos, existen 2 grandes beneficios:
Mi pensamiento cuando se vuelve hacia Dios, ya no se encuentra con aquella puerta del cerrojo echado.
Y cuando se vuelve hacia Joy, ya no se encuentra con aquel vacío, con aquel embrollo de mis imágenes mentales sobre ella.
Mis notas muestran parte del proceso, pero no tanto como yo esperaba.
Ella dijo:
“Estoy en paz con Dios y sonrió, pero no me sonreía a mí, luego se volvió a la fuente eterna”

“I pray because I can't help myself.
I pray because I'm helpless.
I pray because the need flows out of me all the time, waking and sleeping.
It doesn't change God, it changes me”



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