Soylent Green

“Governor Santini is brought to you today by Soylent Red, and Soylent Yellow.
And, new, delicious, Soylent Green:
The “miracle food” of high energy plankton, gathered from the oceans of the world.
Due to its enormous popularity, Soylent Green is in short supply, so remember,Tuesday is Soylent Green day”

Durante La Guerra Fría, y con el auge del comunismo en los países asiáticos, en la década de 1960, y hasta 1980, se extendió en Estados Unidos, la obsesión por el peligro de un crecimiento amenazador de la población en esos países, y en general, la amenaza de la sobrepoblación.
El aumento exponencial de la población mundial, va a hacer que cambiemos inevitablemente, nuestros hábitos alimenticios, empezando por la carne, que en 20 años, podría convertirse en un artículo de lujo.
Así lo declaran, diversos “futurólogos alimenticios” que apuntan a cosas alternativas para comer, como productos elaborados en un laboratorio, algas, insectos, carne “in vitro” o soja.
Los peces comen soja y maíz transgénico.
Los perros comen soja y maíz transgénico.
Las vacas comen soja y maíz transgénico.
Los pollos comen soja y maíz transgénico.
Las personas comen en cientos de productos, sin saberlo, soja y maíz transgénico.
¿Qué tiene que ver la bacteria E. Coli con todo esto, y porque hay brotes tóxicos de E. Coli cada semana?
¿Por qué el cáncer, alergias, y diabetes, además de cientos de enfermedades “raras” están aumentando espectacularmente, a todas las edades, y en todas las especies?
Además, mucha gente tiene algún tipo de proceso alérgico, y no lo sabe…
¿Qué le está pasando a nuestra flora intestinal?
¿La próxima generación, vivirá menos años que la de sus padres?
Deberíamos de tener un muy buen estomago, y mucho bicarbonato de sodio, para digerir toda esta información nada agradable.
Las obras de ciencia ficción, a veces tratan de adelantarse al presente, y “anticipar” el futuro; en este intento, hay quienes aciertan a los pronósticos que hacen sobre lo que va a pasar, y hay quienes le pifian por mucho, y pierden “contemporaneidad”
¿Por qué pasa esto?
En el momento de creación de la obra, el autor está rodeado del presente, no puede escapar de él.
Ahora, cuando escribe la obra, quizás pueda imaginar:
¿Cómo será ese presente en el futuro?
Pero sólo puede hacerlo por determinadas y limitadas líneas.
Al esfuerzo que significa escribir, habría que agregarle el esfuerzo de imaginar:
¿Cómo sería todo el contexto futurista, que el autor quiere imprimir en su obra?
Es por eso que hay autores que “rankean” alto porque le suelen “pegar” a las cosas que pasan.
También, hay que considerar las limitaciones tecnológicas, artísticas, y financieras de los creadores de ciencia ficción, cuestiones que pesan mucho más para las películas, que para los libros, donde se pueden plasmar imperios intergalácticos, sin gastar más plata.
¿Realidad o ficción?
Lo cierto es que existe en el mundo, una crisis generalizada, debido a una alarmante escasez de recursos naturales, provocada por el efecto invernadero que afecta el clima del planeta.
La falta de alimentos y servicios básicos en las grandes ciudades, está provocando una conmoción en toda la población civil, al sufrir los efectos que se desatan tras esta situación, como son el hambre, las enfermedades que se extienden ante la falta de medicinas, la carencia de recursos, el vandalismo, y la delincuencia.
Aquellos que tienen una simple habitación bajo un modesto techo, pueden considerarse afortunados.
La mayor cantidad de personas vive en las calles, sin cobijo decente alguno, convertidos en desposeídos, o vagabundos, que duermen en todo pequeño rincón que encuentren a su alcance, en medio de la noche.
El número de habitantes, que se calcula en 35 millones, ha desbordado tanto la ciudad como sus posibilidades.
A raíz de esto, han surgido siniestros intereses, cuyo fin es prácticamente, el de asegurar su sobrevivencia, y un modo de vida que recuerda tiempos mejores.
A lo largo de la historia, cuando hubo hambrunas por guerras o desastres naturales, fue bastante habitual el canibalismo.
Si llegase un momento, en que ya no creciese nada, o muy poco, estoy seguro que llegaría a pasar algo parecido, aunque no creo que de modo oficial, o encubierto como en la ficción.
Es sabido, que en La Segunda Guerra Mundial, sin ir más lejos, ahora en Corea del Norte, se comían cadáveres, porque no había nada más.
“What is the secret of Soylent Green?”
Soylent Green es una película de ciencia ficción, del año 1973, dirigida por Richard Fleischer.
Protagonizada por Charlton Heston, Leigh Taylor-Young, Edward G. Robinson, Chuck Connors, Joseph Cotten, Brock Peters, Paula Kelly, Stephen Young, Mike Henry, Whit Bissell, entre otros.
Como dato, Soylent Green fue la última película, ya se encontraba enfermo de cáncer, del gran Edward G. Robinson, quien falleció 2 meses después de finalizar el rodaje, y 2 meses antes, que le fuera concedido, un Oscar honorífico como premio a toda su carrera cinematográfica.
El guión de Soylent Green es de Stanley R. Greenberg, basado en la novela “Make Room! Make Room!” (1966) de Harry Harrison, que explora las consecuencias sociales del crecimiento irrefrenado de la población; aunque Soylent Green cambió bastante la trama y el tema, e introdujo el canibalismo como una solución.
El escritor, planteó en uno de sus viajes imaginarios, cómo el hombre recurría al canibalismo para paliar la falta de alimentos, y cultivar la docilidad de unos seres humanos, alimentados como ganado, por una subclase de humanidad.
Greenberg explica de forma sucinta, las causas del desastre ecológico, a la vez que se recrea en la exposición de sus nefastas consecuencias.
Estableciendo una relación causa-efecto, entre la hecatombe ecológica por la contaminación del medio, y la desestructuración social.
El escritor nos presenta, un mundo futuro, con una sociedad marcadamente asimétrica, y deshumanizada.
Regida por la inmoralidad de la clase acomodada, y la desesperación de la masa.
Y en la dignidad del individuo, los derechos humanos, y las estructuras sociales básicas, como la familia, se han ido sustituyendo de forma progresiva, por la alienación, la depredación, y el instinto de supervivencia.
Soylent Green es una película, que de hecho, merecería un reconocimiento mucho mayor del que actualmente posee, ya que este filme fue rodado en el año de 1972, mismo año en que se realiza la primera Cumbre Mundial Sobre El Calentamiento Global.
Y es que Soylent Green, es una de las grandes películas de la ciencia ficción apocalíptica, del género distópico, que presenta el mundo yéndose al carajo, por culpa de nuestro modo de vida, ya sea por el agotamiento de los recursos, por la guerra, o por el holocausto nuclear, y que tiene por tanto, un tono crítico respecto al presente, aunque esa crítica suela matizarse, y a menudo quede descontextualizada, y/o reducida a sus aspectos más obvios, y por ello, más fácilmente asumibles por el público.
El enfoque de Soylent Green resulta un tanto novedoso para la época, puesto que se trata de uno de los primeros títulos de ficción, que tienen a la ecología, como telón de fondo, curiosamente coincidiendo por cierto, con la crisis del petróleo de 1973, siguiendo en parte, el espíritu que el propio Harrison imprime en su novela, en cuyo prólogo se puede leer:
“En 1950, Estados Unidos, con sólo el 9% de la población mundial, consumía el 50% de las materias primas del mundo”
Sin embargo, Soylent Green no se trata de una obra de denuncia panfletaria, sino que todo transcurre soterradamente, y con la mayor naturalidad posible, siendo el propio espectador, el que une las fichas de este “puzzle” en su cabeza; aún no había llegado la costumbre tan en boga actualmente en Hollywood, de insultar la inteligencia del espectador, desmenuzándole cada uno de los detalles de la trama, por si no se había percatado de lo que el director “realmente” quería mostrar.
Y en realidad la trama es:
¿Qué es el Soylent Green?
¿De dónde sale?
Cabe señalar que el libro de 1968, del entomólogo estadounidense Paul R. Ehrlich, llamado “The Population Bomb”, también hay que situarla en ese contexto pero, a diferencia de las obras de ficción, el libro de Ehrlich, aspiraba a ser una obra científica.
“A heat wave all year long.
A greenhouse effect.
Everything is burning up”
Las películas de ciencia ficción de finales de la década de los 60 y comienzos de los 70, comenzaron a diluir el miedo nuclear, para sustituirlo por una creciente preocupación por otros asuntos igualmente terrenales:
Los gobiernos totalitarios y controladores, la degradación ecológica, la escasez de comida, y la superpoblación.
El ambiente parecía pues, propicio para un film de mayor entidad, que versara sobre el asunto.
Así que, finalmente, sin tenerlas aún todas consigo, la Metro Goldwyn Mayer cedió a la insistencia de Heston y su productor, Walter Seltzer, y les ofreció $4 millones.
El correr del tiempo dictaminó el acierto de tal decisión, porque Soylent Green resultó ser uno de los films de ciencia ficción, más taquilleros anteriores a “Star Wars” (1977); y para la dirección, se contrató a un veterano, Richard Fleischer, ya curtido en el género.
A decir verdad, Soylent Green fue un proyecto personal de Heston, que durante muchos años, había comprado los derechos de la novela de Harry Harrison “Make Room! Make Room!” (1966), y durante años, luchó sin éxito, por conseguir la financiación necesaria para sacar adelante la película que le costó un triunfo poder concretarla, debido a la renuencia de estudios e inversores, pero cuando el tema del crecimiento de la población mundial, se puso de moda en los 70, pudo obtener “luz verde”
Cada plano rebosa de su propio carácter con un buen trabajo fotográfico, de Richard H. Kline, y una sensacional moralina muy propia de la ciencia ficción, aportando un rendimiento extraordinario.
Lo policíaco y el suspense se mueven en esta historia, en la que no se sabe nunca, de qué está hecho un alimento que se reparte entre la población de Nueva York, y que sirve de alimento para los humanos:
El Soylent Green.
Como buena película de ciencia ficción clásica, su punto fuerte recae en el argumento, en una historia que aparentemente versa sobre una investigación de un homicidio, pero que sirve de mero hilo conductor, para mostrar hasta dónde ha llegado la sociedad en su vorágine de desarrollo y descontrol, para acabar desembocando con su revelador final, en algo completamente distinto y sorprendente.
Mezcla de cine negro y distopía, Soylent Green combina, con relativo acierto, la acción con buenas dosis de mensaje ecologista y crítica social.
Pone desde el principio, las cartas sobre la mesa, en el montaje fotográfico de los títulos de crédito iniciales, que comienzan con unas imágenes, aparentemente optimistas, de los primeros tiempos de La Revolución Industrial, para ir mostrándonos la masificación, y los desastres ecológicos que ha provocado la sociedad moderna.
Poco después, un rótulo nos informa sobre una ciudad de Nueva York, de más de 40 millones de habitantes, donde falta la comida, mientras que una voz recuerda el horario del toque de queda.
Soylent Green es una de las grandes obras de anticipación de la historia del cine, y cada vez cobra mayor vigencia, dados los resultados reales a que está llevando al mundo el capitalismo salvaje y depredador.
Ambientada en el año 2022, en la ciudad de Nueva York, Soylent Green muestra a una minoría que se alimenta y vive cómodamente, y a una mayoría que malvive hacinada en calles y edificios, donde el agua se transporta en garrafas, y su único alimento son unas pastillas químicas llamadas:
“Soylent Red” y “Soylent Yellow”
Así, Soylent Green toma un horizonte de 50 años, para describir un mundo donde los alimentos reales están a un precio exorbitante, y la única alternativa, es consumir los pellet de la empresa Soylent.
La trama gira en torno a un policía Robert Thorn (Charlton Heston) y su anciano amigo Solomon “Sol” Roth (Edgard G. Robinson), quien le habla del mundo, cuando éste aún era un lugar vivible.
El policía sigue el caso del asesinato de uno de los accionistas de Soylent, previo al lanzamiento del último producto de la empresa, “El Soylent Green”, que aseguran producir con el plancton de los océanos.
La trama adquiere aspectos macabros, cuando el policía, con la asertiva ayuda de su amigo, va descubriendo la verdadera materia prima del nuevo producto, lanzado para evitar la hambruna global.
Y por supuesto, esta la verdad del Soylent Green, un término compuesto de la palabra “Soja” y “Lentil” o “Lentejas”, y teóricamente, es un alimento hecho de bayas chinas.
Lo que Thorn descubre, siguiendo el rastro del cadáver de Sol, es que los muertos son procesados y convertidos en alimento.
Según parece, esto no debería resultar un sacrilegio, a fin de cuentas, es una medida necesaria para paliar la hambruna mundial.
Lo que no se tiene en cuenta es la frase final de Heston:
“En algún momento, los escasos recursos naturales perecerán, y sólo quedará que los hombres se alimenten de los hombres.
La manera de mitigar la población mundial, se volverá en un punto, en el exterminio de parte de la población para alimentar a los restantes.
Criados como ganado”
Y puede llegar a ser una verdad impactante.
“It was an assassination.
A well-planned assassination”
El porqué de la aparición de películas, que reflejaban un futuro tan poco esperanzador, lo podemos encontrar, si echamos un vistazo a la situación histórica y política que se vivía en los Estados Unidos, en los años 70, cuando se rodó.
La delicada situación económica, debido a la crisis energética, una creciente preocupación por la polución, ya que se empezaba a hablar del problema de los gases contaminantes, con una altísima tasa de violencia urbana; a nivel internacional, existía una gran tensión con la otra gran superpotencia del momento:
Rusia.
Y así podríamos seguir, desgranando toda una serie de motivaciones, que llevaron a que se generara una corriente de pensamiento muy distópica, remarcando que si entonces la situación ya era mala, en el futuro, aún iban a estar mucho peor.
Para poner en marcha todo este proceso apocalíptico, se cuenta con la ignorancia total de la sociedad.
La gran mayoría vive en suma pobreza, deambulando por las calles, sin tener un criterio, ni una toma de conciencia, sobre lo que está pasando.
No pueden revelarse.
Los cuerpos de policía están, en todo momento, vigilando el ambiente desesperanzado y asfixiante que se respira en la ciudad.
Así pues, Soylent Green nos ofrece una dosis de individualismo, y avaricia.
Cada uno de los ciudadanos, mira por su supervivencia, el resto de las personas no les importa.
Quieren vivir, y hacen lo que sea, para no morir.
Soylent Green muestra, un desequilibrio atroz, contrastando importantes avances tecnológicos, con una grave escasez de recursos.
El versátil Fleischer, nos sitúa en un mundo, donde la superpoblación ha provocado un caos que intenta mantenerse bajo control.
El control lo dirige la clase dominante, cuya diferencia en riqueza con el resto de la población, es abismal.
Por supuesto, hay escasez de alimento y agua; por cierto, el alimento parece todo menos comida, totalmente prefabricado, y en una de sus variantes, da título al film.
El paro es la situación normal, y sólo los que tienen uno, tienen privilegios tales como una sucia ratonera donde sudar y caer muerto.
El sudor es otro elemento fundamental; el efecto invernadero provoca que un calor asfixiante domine este mundo del futuro…
De esta manera, Soylent Green nos sitúa en una metrópolis, que ha alcanzado un nivel de superpoblación insostenible, con más de 40 millones de personas.
Malviviendo en su mayoría, en diminutos pisos, hacinados incluso, en las escaleras de los edificios, o en la calle.
Con una precariedad laboral alarmante, y lo que es peor, con una escasez de alimentos, que ha obligado a la creación del “Soylent Green”, un alimento sintético, destinado a paliar la acuciante hambre de sus habitantes, mientras los ricos siguen pegándose una vida a cuerpo de rey, en lujosos edificios, y prostitutas a su servicio, y aquí catalogadas como “mobiliario”
Una distopia un poco extraña, donde existen las mujeres mueble/mobiliario, en ese sentido, se puede observar un machismo extremo, que ahora chocaría ver en una película, donde los policías son todos unos corruptos, donde un tarro de fresas cuesta $150, y donde Heston defiende a esas mujeres, para mí es un antihéroe total, de una manera casi maternal.
Y es que lo del “mobiliario” es tremendo, no sólo por el hecho de incluir una “mujer objeto” con el alquiler del apartamento, como si fuera una tostadora, o un televisor, sino por el hecho de que ella esté encantada.
Claro, que mirándolo con frialdad, esa frialdad darwinista que tan bien describe Fleischer, es un trabajo de “privilegiada” porque incluye techo, comida de verdad, agua caliente, comodidades...
No es de extrañar, que las chicas soporten las palizas del relamido mayordomo, espeluznante secuencia esa, porque en el fondo, se están jugando su supervivencia.
Ello resulta ser, una de las situaciones que surgen ante la falta de oportunidades, pues de esa forma, ellas tienen un techo y un alimento seguro, reflejo de la deshumanización que se lleva a cabo en ésta sociedad en crisis, machismo al cien por cien, asunto controvertido sin duda, pero audaz en una realización de éste tipo.
Soylent Green tiene, para empezar, la virtud que casi 40 años después de su estreno, se revela totalmente vigente, con la situación actual que vivimos.
Un paralelismo preocupante, debido a la creciente inseguridad creada a raíz de una crisis financiera que parece no tener fin, problemas medioambientales, como el deshielo de los polos, efectos invernaderos, conflictos armados, etc., un paraíso celestial, para que nos vamos a engañar.
La historia nos muestra, una sociedad que ha llegado hasta tal punto, que el suicidio está bien visto, alentado a través de centros especiales, llamados “Home” creados expresamente para facilitar y gestionar unas muertes, que deben servir para aligerar los problemas de superpoblación, y falta de recursos.
Espeluznante.
Y si en algo destaca Soylent Green, es en su trato minimalista, riguroso, y alejado de pomposidades visuales, o efectos especiales, con la ciencia ficción más sobria y conceptual, muy heredera de su época por otro lado.
Aún no se vivía la fiebre tecnológica, que nos invade hoy en día, en la que nos es imposible, imaginar una película de ciencia ficción, sin centenares de “gadgets” que “justifiquen” la, digamos, evolución.
Supongo que todos los relatos de “sci-fi” de antaño, aun guardaban una potente herencia literaria, y se preocupaban más por otros aspectos menos impresionables, a la hora de retratar el futuro.
Y se agradece esta sencillez de medios para recrear la Nueva York del futuro, lejos de las sociedades futuristas más utópicas, no vemos avances tecnológicos destacables, sino más bien, un estancamiento, o retroceso, incluso de la sociedad presente.
Logrando en algunos momentos, con un simple tono verdoso en las imágenes, recalcar la precariedad en las calles, o el terrible calor imperante en el planeta, y demostrando una vez más, la innecesaria omnipresencia, que en la actualidad tienen los efectos especiales en las grandes y huecas producciones de ciencia ficción.
Todo ello, hace que su visionado, se nos haga más cercano, realista, y deprimente, dotando a Soylent Green, de un halo incluso, nihilista que he encontrado particularmente acertado.
“Something stinks here”
El futuro presentado, es netamente distópico:
No aparecen nuevos adelantos tecnológicos espectaculares, ni coches volando, ni nada por el estilo, este futuro tiene un aire más bien cutre, lo que se podría achacar tanto a que el guionista quiso presentar una historia desnuda, sin aditivos, como a la falta de presupuesto de la producción, y las limitaciones de los efectos especiales.
Pero lo que es cierto, es que este aire “cutre” le concede un cierto encanto y, sobre todo, lo hace más cercano, más creíble y, por ello, más temible.
Ese futuro se parece más al pasado, al de comienzos del siglo XX, que a lo que esperaríamos de una sociedad por venir.
La interpretación de los 2 actores principales, merece asimismo, una mención.
Charlton Heston construye un policía de aspecto y maneras rudas, y desagradables que, con todo, transmite sensación de honestidad.
Es el centro moral de Soylent Green, el símbolo del individuo que lucha contra las fuerzas anónimas del gobierno, y las grandes empresas.
Y, sin embargo y al mismo tiempo, a Shirl nunca deja de tratarla como poco más que un objeto sexual, porque la relación que verdaderamente valora, es la que mantiene con Sol Roth, su anciano compañero de cuarto.
Como dato, cuando Heston descubre que es tarde para detener el suicidio de Sol, y comienza a llorar, lo hace realmente, pues era el único que sabía que Robinson se estaba muriendo de cáncer.
Thorn es un personaje complejo, duro, cínico, y empapado de la amoralidad de su tiempo; pero también crítico, y capaz de desafiar al sistema.
Un profesional tenaz, resuelto, y difícil de doblegar.
Un personaje intenso, y muy físico, que se adapta como un guante a la forma de interpretar del actor.
Por otro lado, “se justifica” que los detectives, se reservan el derecho de llevarse primero, cualquier posesión de valor de un finado, incluyendo el uso eventual de alguna “mujer mueble”, lo que lleva a Thorn a iniciar una relación con Shirl, el mueble más preciado de William R. Simonson (Joseph Cotten)
Soylent Green termina, con un Charlton Heston enloquecido, gritando que el “Soylent Green” está hecho con carne humana, sin que a nadie, ni a sus compañeros, ni a los pobres hambrientos hacinados en la iglesia, les importe lo más mínimo.
La moral ha desaparecido en una sociedad que reduce al ser humano a mera vida, a la supervivencia más elemental, no tiene cabida el planteamiento de cuestiones morales, son un lujo que no cabe permitirse.
Una exageración, tal vez, pero que expresa una realidad profunda, a la que nos enfrentamos cada día, y a la que tendremos que enfrentarnos en el futuro, si bien de forma no tan cruda, nunca mejor dicho, pero no por ello menos cruel y desesperada.
Por otra parte, Sol es capaz de leer, habilidad cada vez más escasa en ese futuro distópico, lo que le da acceso a los viejos archivos, y registros oficiales, y le convierte en un valioso socio en el trabajo policial de Thorn, entiéndase “Thorn” como espina y “Sol” como eso, “Sol”
Sol es una entrañable reliquia de otros tiempos, que aburre a Thorn con historias de su juventud, cuando abundaban la fruta y las verduras, y existían grandes espacios verdes.
Son sus recuerdos, y su gruñón hastío, lo que lo convierte en el personaje con el que el espectador mejor puede identificarse.
Sol aporta los matices más empáticos al relato, y retratarnos una figura, normalmente obviada en el género, que es la gente de la tercera edad.
Un hombre mayor, que ha conocido y ha vivido el mundo que todos conocemos, y lo ha visto perecer, ahogado en la nostalgia, y con la única esperanza de dejar este mundo pronto, y apaciguamente.
El caso es que, alguien como Sol, con esa carga moral del pasado, no tiene sitio en esa sociedad amoral dirigida por inmorales.
Y aunque es un hombre lúcido que no se engaña, pues sabe y transmite además a Thorn, que “el hombre es y ha sido un lobo para el hombre” no en vano es judío, cuando descubre la monstruosidad que se oculta detrás de “Soylent Green”, se da cuenta de que en ese mundo ya no hay sitio para él.
De ahí su suicidio.
Sol es la voz de la conciencia.
Su comportamiento corre acorde con sus convicciones, no puede seguir viviendo ante semejante aberración; y Sol se pregunta:
¿Dónde está Dios?
También, Soylent Green anticipa el tema de la eutanasia permitida y alentada por el estado, como método de equilibrio.
Cabe mencionar que Edward G. Robinson, estaba prácticamente sordo cuando rodo Soylent Green, y solo podía oír, si se le hablaba directamente al oído.
Debido a esto, sus escenas debían repetirse varias veces, hasta que cogía el ritmo de la conversación, y parecía que realmente oía.
Tampoco podía oír cuando el director decía: ¡Corten!, lo que hacía que continuase actuando…
También, es importante el personaje femenino de Shirl (Leigh Taylor-Young) pieza clave, junto a los 2 personajes mencionados anteriormente, para resolver el horrible desenlace de Soylent Green, más en el caso de Roth, que en un último esfuerzo por dar a conocer la terrible verdad que se oculta en la elaboración de las pallets, se auto-inmola en “Home” para que Thorn divulgue la verdad al mundo entero, haciendo uso de su cuerpo, como guía hacia la fábrica donde se elabora el Soylent Green.
El gran Joseph Cotten interviene en una breve, pero importante aparición, que provoca la detonación del asunto.
Y el trato que reciben los demás personajes no es tan amable, sobre todo en lo que se refiere al arquetipo femenino, aunque también es un defecto heredero de su época, como es Shirl, una mujer explotada y débil, que intenta fútilmente aportar humanidad y sensibilidad a nuestro héroe.
“The ocean's dying.
Plankton's dying.
It's people.
Soylent Green is made out of people.
They're making our food out of people.
Next thing, they'll be breeding us like cattle for food.
You've gotta tell them.
You've gotta tell them!”
Hay varios momentos memorables a lo largo de Soylent Green, y la mayoría nos las regala el veteranísimo Edward G. Robinson, que con su mera presencia y actuación, se merienda a un simplemente correcto Charlton Heston, al que hay que reconocerle, saber elegir muy bien sus papeles dentro de los pocos films del género en los que participó.
A destacar, la escena en que comparten una comida de verdad por primera vez en años.
Ver a Sol pedaleando, a pesar de su edad, para poder mantener encendida una bombilla, o su emotiva escena final, sólo son algunos de los buenos detalles que nos regala Soylent Green.
La brutalidad de esas enormes excavadoras, recogiendo a los manifestantes como si fueran bolsas de basura, y la disolución del tumulto con los camiones, que expresan con claridad, la insignificancia del individuo en esa sociedad futura.
Y evidentemente, por encima de todos, ese revelador final, es uno de esos momentos que le quedan a uno muy grabados en su memoria, atacando todos los estamentos de una sociedad corrupta, degradada, y sin ningún tipo de moral, haciendo de Soylent Green, un clásico imprescindible de la ciencia ficción que sigue sorprendiendo.
Como ya nos muestra Fleischer desde el principio, con el impactante montaje fotográfico que acompaña a los créditos iniciales, la contaminación del medio ambiente es el tema central.
Ya que el fin de la misma, no es otro, que el de concienciar a la sociedad, y las instituciones en cuestiones de protección ambiental.
Un tema de gran actualidad ahora como entonces, y sobre el que Richard Fleischer estuvo asesorado por Frank R. Bowerman, Presidente de la American Academy For Environmental Protection, para conseguir de nuevo, una visión realista en ese aspecto fundamental.
Asimismo, algunas de las imágenes resultan impactantes, por el choque cultural que suponen, respeto a nuestra mentalidad de ciudadanos de clase media del mundo occidental:
Familias durmiendo agolpadas como animales en los portales y pasillos, la idea de que un tarro de mermelada cueste $150, la genial reacción de Heston, al disfrutar de una ducha caliente, y tomar entre sus manos, una pastilla de jabón, la degradación moral que supone, el considerar a las mujeres hermosas como meros “muebles” al servicio del varón, la deliciosa sensación de comer auténticos alimentos, o la emoción que transmite Edward G. Robinson cuando decide someterse a la eutanasia, antes que seguir viviendo atormentado por el peso del secreto que descubre… todos ellos, son momentos de excelente ciencia ficción, aquella que no se centra tanto en la tecnología y la ciencia, como en la reacción humana, a circunstancias que hoy nos son hoy extrañas.
Fueron quizá esos momentos, además, claro está, de la revelación final, aunque sea algo absurda y melodramática, y el grito angustioso de Heston, levantando su brazo, lo que hicieron que Soylent Green figure entre los inmortales del cine de ciencia ficción.
Obsérvese con atención, la cantidad de atinados tópicos anticipatorios, algunos tomados de otras obras, pero muchos otros originales, y que después serían moneda corriente en muchas películas del género, como la normalidad de los videojuegos, ese “Computer Space” creado por los fundadores de Atari, siendo el primer juego comercial de la historia en casa; o el problema del efecto invernadero.
Llama la atención en Soylent Green que, al contrario que en obras contemporáneas, la religión sigue presente en esta historia, como último recurso moral de los humanos, en una situación que ya no controlan, lo que no quiere decir, que aparezca representada como solución de nada.
Dos apuntes muy interesantes:
“¿Dónde está Dios?” pregunta Sol angustiado a las viejas, más viejos guardando la memoria del pasado, de los archivos que han dado con la respuesta al misterio de Soylent.
Ellas le dicen:
“¿Qué Dios?”
Y efectivamente, en ese mundo, no hay sitio ya para Dios.
También, hay otro apunte teológico en la Iglesia, a la que iba a confesarse Simonson.
Ahora se ha convertido en un refugio para pobres, el sacerdote es una persona rota por el agotamiento y la desesperación... parece un demente.
La religión ha perdido su sitio, la espiritualidad ha muerto, y los religiosos sólo les queda el ejercicio de una agotadora caridad.
Una escena que me pone los pelos de punta, es la del momento en que las viejas informan a Sol de la situación.
Lo que me crispa, es que ellas lo saben, y a pesar de la edad que tienen, semejante a la de Sol, y por tanto, conocedoras de ese otro mundo, la reacción que muestran frente al “horror” es bien diferente a la de Sol.
De alguna manera, transigen o se adaptan a ese conocimiento.
El guión da una vuelta más de tuerca, en su papel de plasmar al ser humano, si bien podríamos identificar a todos los “viejos” con Sol, resulta que la diversidad humana es tal, que hace tolerable lo intolerable.
Ellas saben, que Dios ha muerto con la muerte de la naturaleza, y ahora el hombre ya no tiene límites morales a los que someterse.
Soylent Green es una película que habla elocuentemente, de un futuro que podría ser real, o parecido.
La gente no hace nada por cambiar, como se dice en Soylent Green.
Sólo se manifiestan los mismos “4 gatos” y los demás de fiesta, y sin importarles nada las próximas generaciones.
El fondo, Soylent Green es la política de los hechos consumados, tan cara al capitalismo, se produce una autonomía del sistema que crea un problema artificial, la falta de recursos, y después, la solución al mismo, siendo el remedio peor que la enfermedad, y además, irreversible.
O muerte lenta por inanición, o a comerte los restos triturados de tus vecinos.
Todo da igual.
El problema de Soylent Green, es que el libro de Harrison, no era fácilmente adaptable, sin someterlo a importantes cambios.
Sencillamente, la narración carecía a priori, de la garra necesaria para convencer a un estudio de Hollywood en busca de un producto comercial.
Para empezar, en la novela no hay conspiraciones de ningún tipo.
Thorn se da cuenta enseguida, de que el asesino de Simonson, no es más que un joven yonqui, sin más intenciones que el robo, y son sus superiores los que insisten en que continúe la investigación, temerosos de que el homicidio esconda más de lo que aparenta.
De hecho, el asesinato en sí, no juega un papel demasiado relevante en la novela, sirviendo de mera excusa, para contarnos un pasaje de la vida de algunos de los personajes involucrados en el suceso, sobre el telón de fondo de una Nueva York agobiante y decadente.
Era necesario introducir una intriga que convenciera al estudio de que Soylent Green podía enganchar al público.
Así que, en la adaptación que entregó el guionista Stanley R. Greenberg, se daba la vuelta a la historia:
No sólo es el policía quien cree firmemente en la conspiración, sino que ésta realmente existe.
Las investigaciones de Thorn conducen a un final morboso y sorprendente, que ayudó a decantar al estudio en favor de la producción.
Pero los cambios respecto a la novela, son aún más extensos y profundos, y empiezan por el mismo título.
En el libro, Soylent Green era una palabra inventada por el autor, que hacía referencia a un concentrado de soja y lentejas, mencionado de pasada; en Soylent Green, el término pasa a ser el motor de toda la trama, y el símbolo del misterio a desentrañar.
La narración, como hemos dicho, se centra en los aspectos puramente detectivescos, pasando por alto las inconsistencias científicas inherentes a los planteamientos que asume el guión:
Si los océanos se hubieran secado, y el plancton desaparecido, tal catástrofe medioambiental no sólo haría imposible la supervivencia humana, sino que la solución final de la empresa Soylent, no resultaría tan escandalosa, sino lógica e inevitable.
Tampoco acaba de encajar la relación entre Thorn y Shirl, desarrollada con acierto, profundidad y calidez en la novela, pero que en Soylent Green aparece como algo forzado, frío, y prescindible.
Ciertamente, aunque Soylent Green no es tan explícito como el libro de Harrison, en su defensa de la contracepción, la descripción del problema de la superpoblación, y los responsables del mismo, algo de todo ese espíritu crítico, sí queda.
Oculto bajo el argumento de un thriller policíaco, subyace un mensaje moral, una advertencia sobre lo que nos podría suceder, si no tomamos las medidas adecuadas para limitar la población, detener el deterioro medioambiental y, más sutilmente, contrarrestar la cultura del consumo, y el declive de la educación, y denunciar los corruptos idilios entre grandes corporaciones y políticos.
Y atención, a la banda sonora del maestro Fred Myrow, que ya, con tan solamente escuchar entre flores, ríos, y el ocaso del sol, esa Sexta Sinfonía de Beethoven, es más que suficiente.
Myrow utiliza una partitura musical muy de la época, con sus “wah wah” y sus órganos “Hammond” con toques jazz, funk, y rock, combinada con piezas de música clásica de “Peer Gynt” de Grieg, “La Pastoral” de Beethoven, y La Sexta Sinfonía de Tchaikovsky.
El uso de las piezas clásicas, es especialmente emotivo, ya que suenan como música de fondo de las imágenes, de ese mundo hermoso que ya no volverá.
En resumidas cuentas, Soylent Green es todo un clásico de culto de ciencia-ficción, muy disfrutable, y por supuesto, muy entretenida, y que para mí, sigue ganando enteros, día tras día, gracias a su historia original, aunque quien sabe, y sobre todo, a un equipo de auténticos profesionales, que ya forman parte de la historia de El Séptimo Arte.
“You've gotta tell 'em!
Soylent Green Is People!”
Tal vez, y más con los tiempos que corren, sea realmente interesante y estimulante ver el retrato de un futuro, como el que se nos relata, en muchos sentidos factible, como el último eslabón de una población aborregada, de la crisis de recursos, y de la inevitable muerte de la “clase media”
Soylent Green es una película que bien merece sacarle el polvo de vez en cuando, y no solo por sus más que correctos valores cinematográficos, sino por el concepto, donde reside el punto más fuerte de la producción.
Lo malo es que este mensaje tarda mucho en calar en la conciencia colectiva, y no nos damos cuenta, de que nuestro impacto en el planeta, no depende de los políticos, o grandes empresas, o de los que nos mandan, sino que depende de que cada uno de nosotros tome conciencia del impacto que tiene su modo de vida, y que puede hacer por disminuir ese impacto, por ejemplo, no somos conscientes de que cómo criticamos lo del vertido de petróleo en El Golfo de México, y luego seguimos cogiendo el coche para ir a un sitio, que seguramente podríamos ir andando, en bicicleta, o en transporte público.
Sinceramente, nos daremos cuenta real de nuestro impacto en el planeta, cuando nos encontremos ya, en una situación como en Soylent Green, o ya está ocurriendo, como en la compañía KFC, al darle de comer pollo al pollo…
Este tipo de historias, hablan del ser humano y de los peligros que parecen conllevar su evolución.
Ya sea por el descontrol de su crecimiento, como en Soylent Green, o por el uso que hace de la tecnología, el hombre parece que está ciego, y destinado a acabar, de una forma u otra, rápida o lentamente, con su propia especie.
El que la historia transcurra ahora, o en el año 3025, es totalmente secundario.
Las preguntas que plantea Soylent Green, nos siguen acosando en un mundo en el que los problemas de hace 40 años, no hacen más que agravarse:
El deterioro medioambiental; la superpoblación; el aumento de los precios de los alimentos; la progresiva desaparición de la comida natural, sustituida por compuestos ultra procesados; las megalópolis del Tercer Mundo, incapaces de atender a las necesidades de sus ciudadanos; la connivencia entre gobiernos cada vez más inoperantes, y unas grandes corporaciones empresariales con mayor poder que aquéllos… todos estos son elementos que ya pertenecen a nuestro presente.
En fin, que es indudable que Soylent Green, es heredera de las ideas de la ciencia ficción de su tiempo, en la que se daba cancha, a ciertas denuncias de carácter social, como la corrupción, la manipulación por parte de las grandes corporaciones, los peligros de perder la memoria histórica, muy lejos de la posterior idea, muy lícita por cierto, más centrada en lo meramente espectacular, y de entretenimiento.
Puede que ciertos detalles la puedan catalogar como misógina y catastrofista, pero en líneas generales, Soylent Green ha envejecido con dignidad, y aunque seguramente, para el gusto actual, pueda parecer un tanto “pasada de moda”, a mi juicio, Soylent Green es una película que aún se deja ver cómodamente, dejando un “buen recuerdo”
No olvidemos que por fin, un director no ve el futuro amenazado por una tecnología monstruosamente avanzada, sino que lo representa como el sórdido desenlace de un proceso que acaso va a comenzar este siglo.
Soylent Green es una de las películas más terribles, protagonizadas por el legendario Charlton Heston, digo que es terrible, porque describe un futuro nada esperanzador para la humanidad, como mucha otras películas filmadas en la década de los 70, donde el género tuvo un gran impulso a la hora de intentar concienciar, tanto al público como a los gobiernos del mundo.
Este tipo de cine, es el que mejor expone los problemas que se genera, debido a los excesos de una sociedad de consumo, y es un tipo de cine que en mi opinión, mucha gente debería de ver, más que nada, para seguir concienciando a las masas, de que los excesos de hoy serán las consecuencias directas del mañana.
Esta situación se debe al consumismo, a gran escala de la sociedad contemporánea.
La tecnología y la ciencia, avanzan a pasos agigantados, sin embargo, la naturaleza y las materias primas, tienen un límite, y este límite ha llegado por el agotamiento de los recursos naturales.
Soylent Green nos enseña, que debemos cuidar bien todo lo que tenemos, que malgastarlo solo nos conduce a una grave crisis de recursos, fruto de un consumismo desmesurado, que compromete los recursos naturales.
Así, como dice Soylent Green:
“Consumir más, no es lo mismo que consumir mejor, ya que puede ser tremendamente perjudicial, tanto para la salud física y psíquica, como para el entorno”
El individualismo que prima en la sociedad actual, y las medidas gubernamentales que se están llevando a cabo, no hacen sino que fomentar más un sistema que cae por su propio peso.
La eliminación de los servicios públicos, y su consecuente privatización, sumado al desempleo, y a la precariedad laboral, solo fomenta la pobreza y la exclusión social.
Si eliminan del sistema el Estado de Bienestar, la gente cada vez será más ignorante, pues solo podrán recibir una educación los ricos; también la esperanza de vida irá en detrimento, ya que solo podrá acudir al médico, quien tenga capital para ello; los servicios sociales serán un mito, y así podría continuar con derechos tan fundamentales como la vivienda o la justicia, o la pérdida de valores como son la igualdad o la solidaridad.
En definitiva, la pobreza será la protagonista de nuestros días.
¿Vamos a permitir que esto pase?
Concluyendo lo anteriormente citado, como no hagamos algo para cambiar esta, nuestra sociedad, me temo que la ficción no está tan lejos de convertirse en realidad.
Toda la trama podría suceder en un futuro no muy lejano, tengan cuidado con lo que comen.
Por cierto, está muy interesante el título de Soylent Green en español:
“Cuando El Destino Nos Alcance”
¿Quién puede asegurar, que no llegará un punto, en el que una muerte digna se convierta en una opción razonable, para quien haya quedado irremisiblemente condenado a malvivir entre la pobreza, la enfermedad, la ausencia de espacio vital, el hambre, y un planeta cada vez más hostil?
No sabemos lo que comemos, ni de dónde viene.
Si lo podemos obtener de manera barata, con la única condición de no preguntar, no preguntemos.

“It's the year 2022...
People are still the same.
They'll do anything to get what they need.
And they need Soylent Green”



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