The Thin Red Line

“Every man fights his own war”

“La Delgada Línea Roja” o “The Thin Red Line” fue una famosa acción militar, realizada por los casacas rojas del 93º Regimiento de Highlanders, del Ejército Británico, en La Batalla de Balaclava, el 25 de octubre de 1854, durante La Guerra de Crimea.
En este enfrentamiento, el 93º, ayudado por una pequeña fuerza de Marines Reales, y algunos soldados otomanos, comandados por Sir Colin Campbell, frenó una carga de caballería rusa.
Previamente a este combate, la brigada de Highlanders de Campbell, había tomado parte en la batalla del río Alma, y en el sitio de Sebastopol.
La caballería rusa, formada por 2,500 hombres, bajaba por la carretera hacia Balaclava.
Era el amanecer, y la única fuerza que se interponía entre la caballería, que se aproximaba, y el desorganizado y vulnerable campamento británico, eran unos 500 soldados, en su mayoría, del 93º Regimiento de Highlanders.
Se cuenta que Campbell, arengó a sus hombres diciéndoles:
“No hay retirada desde aquí, soldados.
Deben morir donde se encuentran”
El ayudante de Sir Colin dijo, que le respondieron sus hombres:
“Sí, Sir Colin.
Si es necesario, lo haremos”
La relación de Campbell con sus hombres era muy personal, y formó al 93º en 2 líneas de fondo, la conocida “Delgada Línea Roja”
Lo convencional era, formar a los hombres en 4 filas, o en cuadrado, cuadro, ya que se consideraba que una línea de sólo 2 filas, era incapaz de frenar una carga de caballería.
Sin embargo, Campbell, un entrecano veterano con 41 años de servicio militar activo, contaba con muy pocas tropas para cubrir un frente bastante amplio.
Además, no tenía muy buena opinión de la caballería rusa.
Por ello, se enfrentó a la carga de caballería, con una línea de fuego, de sólo 2 hombres de profundidad.
Según algunos testimonios, aunque hay versiones diferentes, el 93º realizó hasta 3 descargas de munición a 730, 460, y 320 metros, y no un único disparo a quemarropa, como en La Batalla de Minden en 1759.
Sin embargo, la densidad de fuego era baja, por lo que a pesar de algunas bajas infligidas a los rusos, éstos continuaban cabalgando hacia la línea británica; pero afortunadamente el general ruso, viendo lo delgada que era la línea de infantería que se les enfrentaba, considerada generalmente, incapaz de frenar una carga de caballería; dedujo que eran sólo una trampa, y que les aguardaba tras esa fila de soldados, una fuerza mucho mayor.
Por ello, ordenó la retirada.
Viendo esto, algunos de los Highlanders, iniciaron un contraataque, pero Sir Colin lo frenó al grito de:
“¡93º, manden al infierno todo su entusiasmo!”
El corresponsal de guerra del periódico inglés, The Times, William H. Russell, escribió que no vio nada entre la carga de caballería rusa, y la base de operaciones británica en Balaclava, salvo “la delgada raya roja culminada con una línea de acero del 93º”
Este hecho se conoce popularmente, como “La Delgada Línea Roja”, una frase que simboliza la sangre fría británica en la batalla.
El término “La Delgada Línea Roja” posteriormente hizo referencia al Ejército Británico, y a su función de defender el Imperio británico.
La frase que deriva de ella, “La Delgada Línea Azul” por su parte, hace referencia a las fuerzas policiales del Reino Unido.
El escritor James Jones, escribió una novela sobre los soldados de los Estados Unidos que lucharon en La Batalla de Guadalcanal, durante La Segunda Guerra Mundial y se tituló:
“The Thin Red Line”
La Campaña de Guadalcanal, también conocida como La Batalla de Guadalcanal y codificada por los aliados como “Operación Watchtower”, se desarrolló entre el 07 de agosto de 1942, y el 09 de febrero de 1943, alrededor de la isla de Guadalcanal, en el marco del frente del Pacífico de La Segunda Guerra Mundial.
Esta campaña militar, fue la mayor ofensiva lanzada por los Aliados contra las fuerzas del Imperio del Japón.
El 07 de agosto de 1942, fuerzas aliadas, principalmente estadounidenses, iniciaron desembarcos en Las Islas de Guadalcanal, Tulagi, y Florida o Nggela Sule, en el sur de Las Islas Salomón.
Su objetivo era impedir, que dichas islas fueran utilizadas como bases, desde las que se amenazaran las rutas de suministro entre los Estados Unidos, Australia, y Nueva Zelanda.
Los Aliados también buscaban utilizar Guadalcanal y Tulagi, como bases que pudieran apoyar una campaña, que les permitiera capturar o neutralizar las principales bases japonesas en Rabaul, en la Nueva Bretaña.
Las fuerzas aliadas abrumaron y superaron en número a las de los defensores, quienes habían ocupado las islas en mayo de 1942, capturando Tulagi, y Florida, así como un aeródromo, que estaba en construcción en Guadalcanal, renombrado posteriormente como “Campo Henderson”
Sorprendidos por la ofensiva aliada, los japoneses hicieron varios intentos entre agosto y noviembre de 1942, para retomar el Campo Henderson.
3 importantes batallas en tierra, 5 grandes batallas navales, y combates aéreos, casi diarios culminaron en la decisiva batalla naval de Guadalcanal, de comienzos de noviembre de 1942, en donde un intento por parte de los japoneses de desembarcar tropas para capturar el Campo Henderson, falló.
En diciembre de 1942, los japoneses abandonaron los esfuerzos para retomar Guadalcanal, y evacuaron las tropas restantes, el 07 de febrero de 1943.
La Campaña de Guadalcanal, fue la primera victoria estratégicamente importante, por parte de las fuerzas combinadas de los Aliados, en el Pacífico.
Por esta razón, comúnmente se la menciona como un “punto de inflexión” en el Frente del Pacífico.
La campaña marcó el comienzo de la transición de los Aliados, entre las operaciones defensivas hacia una ofensiva estratégica, mientras que Japón se vio forzado a cesar en su postura ofensiva, y se enfocó en estrategias defensivas.
Así las cosas, La Batalla del Austen, “Galloping Horse” y “Seahorse”, tomó lugar en diciembre, cuando La Primera División de Marines fue retirada para su recuperación, y en el transcurso del mes siguiente, el XIV Cuerpo de Ejército de los Estados Unidos, tomó el control de las operaciones en la isla.
Además, El General Mayor Alexander Patch reemplazó a Vandergrift como comandante de las fuerzas aliadas en Guadalcanal, que para enero sumaban 50,000 soldados.
El 18 de diciembre, tropas aliadas, principalmente del ejército de los Estados Unidos, comenzaron a atacar las posiciones japonesas en Mount Austen.
Una posición fortificada llamada “Gifu” detuvo el ataque de los Aliados, por lo que tuvieron que suspender temporalmente la ofensiva, el 04 de enero.
Los Aliados reanudaron la ofensiva el 10 de enero, atacando nuevamente a las tropas japonesas que se encontraban en Mount Austen, así como en 2 crestas cercanas conocidas como “Seahorse” y “Galloping Horse”
Después de algunas dificultades, los aliados capturaron las 3, el 23 de enero.
Al mismo tiempo, Marines de los Estados Unidos avanzaron a lo largo de la costa norte de la isla.
Durante ese avance, alrededor de 3,000 soldados japoneses fueron muertos, y por el lado estadounidense hubo 250 fallecidos.
Quizás, tan importante como la victoria militar, lo fue la victoria psicológica.
Los aliados habían derrotado a las mejores fuerzas marítimas, aéreas, y terrestres de Japón.
Después de Guadalcanal, las tropas estadounidenses se enfrentaron con menos temor e intimidación a su contraparte.
Adicionalmente, los Aliados comenzaron a ver el desarrollo de la campaña, en el Pacífico, con un creciente optimismo.
No obstante, la Armada de los Estados Unidos sufrió bajas tan severas de personal durante el conflicto, que se rehusó a publicar totalmente, el número de bajas durante años.
El libro de James Jones, fue adaptado al cine en 2 ocasiones:
La primera vez en 1964, con “The Thin Red Line” de Andrew Marton; y la otra en 1998, con la también llamada:
“The Thin Red Line”
“O it’s ‘thin red line of heroes’, when the drums begin to roll”
De “Tommy”, de “Barrack-Room Ballads” de Rudyard Kipling.
The Thin Red Line es una película estadounidense del género bélico, dirigida por Terrence Malick, en el año de 1998.
Protagonizada por Sean Penn, James Caviezel, Nick Nolte, Elias Koteas, Ben Chaplin, Dash Mihok, John Cusack, Adrien Brody, John C. Reilly, Woody Harrelson, Miranda Otto, Jared Leto, Will Wallace, John Dee Smith, John Travolta, George Clooney, Nick Stahl, Thomas Jane, John Savage, Kirk Acevedo, Tim Blake Nelson, Larry Romano, Penelope Allen, Simon Billig, Mark Boone Junior, Don Harvey, Norman Patrick Brown, Arie Verveen, Jarrod Dean, Matt Doran, Travis Fine, Paul Gleeson, Danny Hoch, Robert Roy Hofmo, Don Harvey, Michael McGrady, entre otros.
Se rueda en escenarios naturales de Australia, Guadalcanal en Islas Salomón, y Los Angeles.
The Thin Red Line narra la historia de las tropas militares estadounidenses en La Batalla de Guadalcanal, en La Segunda Guerra Mundial.
Aquí no hay buenos ni malos:
Estadounidenses y japoneses, luchan en una remota isla del Pacífico, sin que el espectador conozca más que vagas referencias sobre la importancia estratégica de La Isla de Guadalcanal, o el desarrollo global del conflicto; de hecho, The Thin Red Line no es una película sobre ese conflicto, ya que el marco histórico es usado como un “macguffin”
Pero si hay un interés, en resaltar la diplomacia del conflicto, de manera personal e individual, como la justicia militar, las ansias por escalar en los rangos militares, las decisiones de los superiores, o la mentira que les hacen vivir a los soldados.
El guion a cargo de Terrence Malick, es una adaptación libre de la novela del mismo nombre de James Jones, previamente adaptada en el guion de la película “The Thin Red Line” (1964)
Como dato, señalar que James Jones participó como soldado, en la ocupación de Guadalcanal, por la infantería aliada, en agosto de 1942.
El depurado guión que Malick ha creado, llevó 7 años elaborándolo, es un impresionante recorrido por la condición humana, cuando se ve enfrentada a situaciones donde la vida está en juego.
La adaptación que hace Malick de la obra de Jones, añade un nuevo hilo argumental, ya que nos hace enormemente conscientes del medio ambiente, tanto físico como antropológico, en el que se desarrollaron estos combates.
The Thin Red Line nos presenta la yuxtaposición de una cruenta batalla mecanizada, al lado de la naturaleza virgen en que tiene lugar, en donde las fuerzas de destrucción, colisionan con un pueblo que vive en apacible armonía con la naturaleza que les rodea:
Los melanesios de Las Islas Salomón, cuya forma de vida gira en torno a la familia y a la tranquilidad.
The Thin Red Line obtuvo 7 nominaciones al Oscar:
Mejor película, director, guión adaptado, banda sonora, fotografía, montaje, y sonido, pero no ganó ninguno.
Y es que The Thin Red Line, y en general, el mismo Terrence Malick, son un enigma.
El primero es una obra que trasciende el género cinematográfico; y el segundo, un director que se puede definir como un autor, de los pocos que quedan todavía en El Séptimo Arte, y porque su estética, marcó a un grupo de directores y fotógrafos hasta hoy.
The Thin Red Line fue el retorno de Malick al cine, tras 20 años de ausencia, y crea su propio género cinematográfico, el cine filosófico-bélico-panteísta.
Es evidente, que con The Thin Red Line, Malick da un giro irreversible hacia el panteísmo.
A partir de aquí, sus películas serán cada vez menos narrativas, y más contemplativas.
Creo que todo el que entienda, lo que Malick nos quiere decir, sabrá que su mensaje es universal:
“Todos somos seres humanos, y todos somos parte de la naturaleza, y tal y como aprendimos al estudiar el ciclo de la vida:
Nacemos, nos desarrollamos, nos reproducimos y morimos”
Su regreso estuvo precedido, por una enorme expectación, y casi todos los actores de Hollywood, se peleaban por entrar dentro del reparto, aunque fuera en un pequeño papel.
The Thin Red Line es una película reflexiva, poética sobre la vida, la muerte, el amor, la guerra.
La guerra del Pacífico como marco para encontrarse a uno mismo, para descubrir el valor de la vida, el sentido de la existencia.
Sí, hay combates, muertes, sangre, odio...
Pero hay pausas, incluso en las batallas.
Y hay vida.
No sus historias ni recorridos; sino sus pensamientos, sus anhelos, sus esperanzas, sus dudas.
Y vemos en qué se apoya cada uno, qué piensan sobre la guerra, sobre ellos mismos.
Unos actores de primera fila que casi no hablan, pero con sus miradas lo transmiten todo.
El montaje es original, a saltos, como el pensamiento, que no sigue nada de forma lineal.
Recuerdos que asaltan a los protagonistas, en momentos de duda, en la batalla, en la calma.
Y las conversaciones son tranquilas, apacibles, da igual quién mire, y desde dónde.
La cámara observa, y recoge.
Y los soldados escuchan, se distraen, miran todo, escuchan todo.
Los soldados van con todo, pero los hombres vuelven sin nada.
El relato es más que la mera historia de un grupo de soldados que combaten en una batalla clave, la que por fin, pondría freno al avance de los japoneses a través de las islas del Pacífico.
El argumento examina los intensos vínculos que nacen entre unos hombres, sometidos a tremendas tensiones, incluso al mal; los sentimientos y emociones de los soldados, acaban transformándose en nada menos que un cierto sentido de amor… de familia.
Los horrores de la guerra, les ayudan a perder la idea de sí mismos, y del mundo que los rodea.
Ya no luchan sólo por motivos patrióticos, ni por el mundo exterior, y sus conflictos, que los han llevado allí; luchan por su propia supervivencia, y por los hombres que tienen a su lado.
El relato se apoya en varios narradores, y se desarrolla desde perspectivas diversas, que corresponden a diferentes personajes.
Los puntos de vista que predominan, son los del soldado Witt y del capitán Stravros.
La voz en off explica, sobre todo, los pensamientos y sentimientos interiores de los protagonistas, su visión subjetiva de los hechos, las experiencias, y opiniones diferentes de los mismos, y sus variadas reacciones durante una prolongada y extenuante situación límite, en la que emergen factores tan contradictorios, como instintos primarios de supervivencia, tendencias de agresividad compulsiva, y pensamientos religiosos, acompañados de dudas e incertidumbres.
“Maybe all men got one big soul everybody's a part of, all faces are the same man”
La acción tiene lugar en La Isla de Guadalcanal, que forma parte de Las Islas Salomón, en El Pacífico Sur, a lo largo de unos 9 días, de agosto o septiembre de 1942.
Los hechos de ficción, forman parte de La Campaña de Guadalcanal, que marca el inicio de la ofensiva aliada en el Pacífico, durante La Segunda Guerra Mundial.
La Compañía Charlie, de la 25ª División de La Infantería Estadounidense, desembarca en Guadalcanal, para reforzar la ocupación aliada, y participar en la neutralización de focos de resistencia japonesa.
Su objetivo inmediato, es tomar “El Monte Austen” llamada también “Colina 53”
Las tropas estadounidenses, deberán desembarcar, para relevar a los marines, y asegurar La Isla de Guadalcanal, enfrentándose a la feroz resistencia de soldados del Ejército Imperial Japonés, presente en campamentos militares y bunkers.
La idea del alto mando japonés, por su parte, es establecer una base aérea para bombardear Australia, el último reducto del Pacífico del Sur.
La historia sigue mayormente, el derrotero del soldado Robert Witt (James Caviezel)
La historia pivota sobre la suerte de Witt, durante la invasión a La Isla de Guadalcanal, a la vez que también muestra las tensiones a las que se ven enfrentados otros protagonistas de dicha invasión, todos del lado Aliado, en la búsqueda de sus propios objetivos personales:
El Teniente Coronel, Gordon Tall (Nick Nolte), y El General de Brigada, Quintard (John Travolta) o el enfrentamiento de conflictos morales, planteados durante las acciones de combate, sobre todo el primero con El Capitán James “Bugger” Staros (Elias Koteas) y El Capitán John Gaff (John Cusack)
La ubicación de la trama, ya es simbólica de por sí, La Isla de Guadalcanal, en La Segunda Guerra Mundial; con todas las atrocidades que sucedían en el Viejo Continente, parece hasta irresponsable, situar la contienda en una isla perdida del Pacífico, para elaborar esta historia bélica, pero no es gratuito.
Ya que empatizamos, lloramos, nos maravillamos, estamos dentro de un conflicto como ningún otro.
Dar notoriedad a algo, que para muchos solo eran estadísticas al otro lado del mundo, refuerza el mensaje de The Thin Red Line.
No se trata de ninguna infiltración en el Berlín ocupado, solo la toma de una colina.
Tan solo, conquistar un pequeño pedazo de tierra.
En ese lugar inhóspito, se presenta un gran grupo del ejército, cada uno habiendo abandonado su felicidad atrás.
¿Por qué?
Nunca lo sabremos…
¿Por qué esta guerra, por qué esta crueldad...?
Demasiados por qué sin respuesta.
Alterando la paz de los nativos, que tranquilos están, increíble aquel hombre andando tranquilamente entre el batallón, y trayendo el sonido de la muerte a lo que antes era una colina silenciosa; otra vez, nos tendríamos que preguntar:
¿Por qué hombres buenos, van a lugares alejados de sus casas, y apuntan a la cabeza de su prójimo?
Otra vez, no hay respuesta.
Entre la tierra, acompañándolos, agazapados a través de la alta hierba, somos capaces de escuchar sus pensamientos, y entender sus anhelos.
Es curioso, que ninguno de ellos esté centrado en la guerra que viven, solo en sus casas, y en el pasado de dejaron.
Todas esas historias, son desarrolladas contrastando la belleza del paisaje circundante, la selva subtropical; y la contradictoria paz y ajenidad de los habitantes, y el paisaje frente al drama de la guerra, que presenta ante ellos.
La anhelada paz entre los seres humanos, el lugar con el que todos soñamos para ser felices, se materializan en las experiencias del soldado Witt, en apariencia un personaje más del relato coral, pero en realidad, el verdadero conductor, y esencia del mismo.
Con sus vivencias, ha desertado del ejército, y vive en una especie de paraíso, aunque sólo a sus ojos, y los del espectador; y pensamientos, empieza y termina The Thin Red Line.
En medio, un periplo íntimo y lírico, por el que pululan los demás personajes, a través de los cuales, se nos habla del valor, coraje, cobardía, miedo, y demás miserias humanas, aquello que en mayor, o menor medida, ha hecho que el hombre sea, la especie animal más terrible y odiosa que existe sobre el planeta Tierra.
Y qué mejor contexto, que el de una guerra, el invento más estúpido de la historia del hombre, para mostrarlo.
El punto de vista elegido por el director es interior; aunque sea una película coral, predomina el individuo.
Al director le interesa más la radiografía, que la imagen de cada soldado; y así nos lo hace ver.
Detecta el alma de cada personaje, gracias a algunos recuerdos en “flash-back”, o a “voces en off” que resuenan en las excelentes imágenes que nos entregan las maravillosas locaciones elegidas.
Malick rompe la linealidad temporal del relato, los “flash-backs”, que aporta un aire poético e irreal.
El regreso al pasado bello, es un necesario para superar el horror bélico, pero también, nos aporta la idea, de que la belleza perdura.
La naturaleza mata para crear nueva vida, pero la guerra sólo destruye.
Creo no haber visto nunca, un director que usara tanto el recurso de “la voz en off” como lo hizo Terrence Malick en The Thin Red Line.
No solo no he visto alguien que lo use tan continuamente, sino que no he visto a ningún director, que lo use de una manera tan genial, narrativamente hablando, como Malick lo hizo acá.
Se adentra de manera excelente, en lo que la mente humana sufre en dichas situaciones, y en los pensamientos de cada soldado, como ninguna otra película lo hizo.
Así, pues tendremos situaciones, en donde los combatientes no soporten el estrés, otros tantos se volverán locos por diferentes circunstancias, habrán algunos que sufrirán un miedo desmedido y comprensible ante la situación que les toca vivir, y habrá otros, que sacarán todo el valor que puedan, para hacer frente a lo absurdo de la guerra.
“Wars don't ennoble men, it turns them into dogs, poisons the soul”
The Thin Red Line avanza en bloques, presentando 4 diferenciados, analizando, en cada uno de ellos, las tribulaciones de los personajes, sus esperanzas, anhelos, temores, miedos.... convirtiéndolos en el auténtico motor de la historia, encumbrándola a territorios rayand0 con lo filosófico, metafísico, y místico con referencias a Dios constantemente.
En The Thin Red Line, los personajes, de características “homéricas”, se desenvuelven entre 2 mundos:
El que tienen frente a ellos, donde la guerra los obliga a cuestionar quién los puso ahí, y el que dejaron atrás, que parece tan lejano.
Dentro del grupo de soldados, veremos todo un crisol de motivaciones, miedos, y formas de afrontar la muerte.
En un primer bloque, se presenta al protagonista, inmenso Jim Caviezel, como un tipo poco convencional, poliédrico, con su propia idea de la existencia y felicidad, que cree hallarla en el idílico paraíso, magistralmente expuesto por su director, en perfecta comunión entre naturaleza, sirviéndose para ello, de una magnífica fotografía, de unas excelentes tomas, y de un ágil y acertado movimiento de cámara.
En la misma, el protagonista analiza sus temores, sus inseguridades, su propia idea de la vida, de la muerte, y de su inefable sentido, cuestionándonos así, sobre el concepto de la codiciada inmortalidad, como así se refleja en una inolvidable cita:
“Me preguntaba cómo será mi muerte, qué se debe sentir al comprender el que será mi último aliento, espero afrontarlo con serenidad, porque ese es el secreto, ahí se oculta la inmortalidad”
Así, el soldado Robert Witt (Jim Caviezel), al que volveremos a ver, una y otra vez, como verdadero y único nexo de unión entre todos, es un joven solidario, de mente profunda, idealista, le gustaba convivir con los aldeanos, cree en otro mundo mejor, tiene fe, en su proyecto de ser libre.
En un segundo bloque, en pleno barco navegando hacia la batalla, se presentan el resto de los personajes, expectantes ante su incierto destino, con un inmenso Nick Nolte, que en una gigantesca escena, define sus más intestinas razones existenciales:
“He trabajado como un burro, les he lamido el culo a los generales, me he degradado por mi familia”
“Todo lo que sacrificaron por mí, se perdió como el agua sobre la tierra, lo que podría haber dado por amor, pero ya era muy tarde, mi corazón había muerto lentamente”
Poco a poco, el resto de éstos hombres, se van apareciendo con sus más privados pensamientos, mostrando sus temores, inseguridades y motivaciones, acerca de sus más íntimas expectativas vitales, como el personaje de Ben Chaplin, el soldado John Bell, impelido a vivir por el recuerdo de su esposa:
“El amor, ¿De dónde proviene, quien aviva su llama?, ninguna guerra podrá apagarla, yo estaba prisionero, y tú me libraste”
Por cierto, grandísima metáfora la del barco, dividiendo con fuerza ese mar que en esencia representa la vida eterna, en contraposición con la muerte.
Así pasamos, sin ningún tipo de orden, al Sargento Edward Welsh, un tranquilo y acertado Sean Penn, quien tras su incomprensión hacia lo que hace Witt, esconde una gran admiración.
O el Teniente Coronel Gordon Tall, soberbio Nick Nolte, que se odia a sí mismo, por todas las veces que ha tenido que humillarse para conseguir algo, obsesionado con la toma de una importante colina, y que lo daría absolutamente todo por amor.
Tall es un hombre de edad, fuma, de carácter autoritario y duro, que tiene como proyecto, conseguir la victoria a cualquier precio.
Vemos al Sargento Keck (Woody Harrelson) que sufre las consecuencias de un mal golpe de suerte, como alegoría a lo caprichoso que puede ser el destino.
O el Capitán James “Bugger” Staros, más que convincente Elias Koteas, como héroe anónimo del conflicto, gracias a no obedecer una orden de Tall, que acabaría sin remedio con sus hombres, es de mediana edad, comprensivo, de buena voluntad, de buen corazón, donde lo más importante para él, es proteger la vida de sus hombres.
También, el Soldado John Bell (Ben Chaplin) muy enamorado de la mujer que dejó atrás, y que sufrirá también el capricho del destino, mostrándole lo perra que la vida puede ser a veces.
Él es de mediana edad, y extraña mucho a su esposa, y lo importante para él, es sobrevivir a la guerra para poder estar con ella.
Y así sucesivamente, con todos los demás personajes de The Thin Red Line.
En un tercer bloque, se narran todos los avatares que rodean la toma de la isla, con esas inolvidables escenas, henchidas de acción, pasión, emotividad, y belleza, en las que se reflexiona sobre todos esos misterios que rodean al ser humano, con sus miserias y grandezas, pergeñando un retrato a la vez monumental e intimista, físico y espiritual, de un grupo de personajes enfrentados a una situación límite, de donde si no podría emerger tantos lúcidos pensamientos en medio de una batalla:
“¿Quién nos mata, nos arrebata la vida y la luz, se burla de nosotros, mostrándonos lo que podíamos haber conocido?
¿Acaso nuestra destrucción beneficia a la tierra, ayuda a que crezca a la hierba y luzca el sol?”
“Éramos una familia, nos distanciamos, nos arrebatamos la luz unos a otros.
¿Cómo perdimos la bondad que nos fue otorgada?
¿Qué nos impide extender la mano, y alcanzar la gloria?”
“Miro a ese chico y no siento nada, ya no me impacta, ya no siento ese aturdimiento, eso es la felicidad”
En un cuarto y último bloque, se desarrolla en los últimos compases, se aprecia la evolución o regresión de los mismos, no siempre en la dirección que siempre hubiesen deseado; encontrando la mayoría de éstos, algunas de las respuestas antes las dudas planteadas, aprendiendo después de un duro camino de aprendizaje, el verdadero sentido de todo lo que les había acontecido, baste como ejemplo, la decisión de un finalmente inmortal Caviezel, o la profunda reflexión de un cabizbajo Sean Pean.
Yo destacaría, sin embargo, el enfrentamiento entre el personaje de Elias Koteas, preocupado por salvar a los hombres bajo su mando, y el personaje de Nick Nolte, más preocupado por lograr el objetivo, cueste lo que cueste, y quedar bien con el alto mando.
Las escenas entre ellos, son realmente tensas y emotivas, ambos quieren lo mismo, pero no están dispuestos a pagar el mismo precio.
La ambición y la sed de gloria de la mayoría de los oficiales, como el enloquecido personaje que interpreta Nick Nolte, por ejemplo, que sólo piensan en ganar batallas y redactar informes, contrasta de manera brutal con las dudas, los temores y los miedos de sus hombres, atrapados en un conflicto cruel y absurdo, que no entienden ni pueden aceptar.
Todos ellos, forman parte de un enorme colectivo humano, unido con un único objetivo, derrotar al enemigo y ganar la guerra, pero se sienten solos y desamparados, no tienen nada ni nadie dónde poder cogerse:
“Todo es mentira.
Todo lo que sentimos, lo que vemos.
¡Cuántas mentiras escupen!
Nos quieren muertos o viviendo su mentira.
Lo único que puede hacer aquí un hombre, es encontrar algo que sea suyo, crear una isla sólo para él” eso es lo que piensa por sí mismo Welsh, durante un discurso a la tropa del Capitán Charles Bosche (George Clooney)
Sus palabras reflejan a la perfección, no sólo la visión personal que Malick tiene del ejército y de la guerra, sino también, los pensamientos, las actitudes, y las reacciones de los soldados protagonistas de The Thin Red Line.
Malick pretende mostrarnos, las diferentes maneras de afrontar la vida y la muerte en un paradisíaco entorno.
Un intento muy loable, que merece todo nuestro respeto, sobre todo, si está rodado de forma tan magistral.
Malick pretende plasmar, los deseos y los miedos de los soldados, y el absurdo de las guerras humanas:
A los pájaros, a los árboles, a la hierba, a la maravillosa mariposa, no le interesan las disputas humanas, no son nada para ellos.
La naturaleza es sabia, y no provoca guerras, ni se deja influenciar por ellas.
Pero el hombre, en su infinita soberbia, se cree el amo del mundo, y lo destruye todo a su paso.
En The Thin Red Line asistimos a esta confrontación, entre el hombre y la naturaleza.
Una vez más, en el cine de Malick, la naturaleza es sinónimo de bondad, mientras la sociedad humana es sinónimo de maldad.
Pero, si la naturaleza es buena, y el hombre forma parte de ella:
¿De dónde viene la maldad?
¿Es intrínseca al ser humano?
Si Dios/la naturaleza es bueno:
¿Cómo pudo crear la maldad, o permitir que exista?
The Thin Red Line inicia con un cocodrilo, adentrándose en un río:
¿Una parábola de la intrusión del ser humano en la naturaleza?
En las películas de Malick, siempre hay un río, sinónimo de vida, hacia el que huyen los protagonistas humanos.
Luego asistimos a un barco de guerra, que se adentra en una paradisíaca playa, destrozando su paz.
En otro momento, un aborigen pasa junto a un grupo de soldados, como si la guerra no fuera con él, totalmente ausente.
Los que viven en armonía con la naturaleza, con Dios, no se ven afectados por la guerra:
Los lagartos, los monos, las serpientes, o los murciélagos, observan absortos a los soldados, como si no comprendieran nada.
Malick no ahorra bellos planos de animales, o árboles que parecen estar totalmente al margen de esa locura, que el ser humano ha llevado a su isla.
La calma antes de la muerte, es una calma que debe ser buscada, a través de la plenitud en la vida, y el autor ve en la figura de Witt (Jim Caviezel) la máxima expresión de esa calma, antes de la muerte.
También, alude al cine de Malick como un arte de la calma, sólo nos hace falta ver una película de él, para caer en la cuenta, de cómo utiliza los elementos para crear un ambiente de sosiego, en las situaciones más angustiantes:
Como el sonido de la hierba abrazando al viento en medio de una batalla, las constantes secuencias de vida animal en medio del destrozo, el silenciamiento de los obuses, y los disparos, dejando sólo la atención a la respiración de un soldado, etc.
El director apuesta por el lirismo, y el pensamiento, sobre la condición humana, aunque hace convivir esa opción con abundantes escenas de acción bélica.
Los personajes tienen hondura, vida interior.
Sobre el telón de fondo, de un profundo pesimismo sobre la condición humana, cuelgan diversas situaciones individuales, que al final parecen casi coincidentes, en el sentido de que no hay asideros donde uno pueda agarrarse:
Ya sea Dios, la mujer amada, o el teórico paraíso de los indígenas, al final resultan falibles.
El espectador acaba preguntándose con Sean Penn,
¿Dónde está “la chispa” capaz de dar un poco de luz a tanta oscuridad?
Considerando que el director Terrence Malick, filmó más de 300 mil metros de película para su poema sinfónico de La Segunda Guerra Mundial, The Thin Red Line, no sorprende que una buena parte, haya quedado fuera de la versión final.
Esto significa, que el esfuerzo de varios actores, terminó descartado, entre ellos:
Bill Pullman, Gary Oldman, Viggo Mortensen, y Lukas Haas, o el de Mickey Rourke, que interpretaba a un francotirador sensible, que se cruza con nuestro protagonista, el soldado Witt.
Rourke dijo, “que su actuación para Malick fue una de las mejores que hizo”
La escena eliminada se puede encontrar en el DVD y el Blu-ray Criterion Collection.
Incluso, Billy Bob Thorton garbó un texto de 3 horas de duración, para ser el narrador de The Thin Red Line, algo que obviamente, también se quedó en la sala de montaje.
La primera versión de The Thin Red Line duraba 6 horas, pues ojalá aparezca alguna vez, esas 6 horas que se mencionan.
Por otra parte, el personaje de George Clooney se vio resumido a una sola escena, pese a haber rodado muchas más.
Por este motivo, Clooney pidió que retiraran esa única escena, y le sacaran de los títulos de crédito.
Adrien Brody tenía en principio, uno de los papeles principales como capitán de barco, pero casi todas sus escenas acabaron cayendo en la mesa de montaje.
“I might be the best friend you ever had, you don't even know it”
The Thin Red Line establece, que la guerra, cruel y devastadora, no sólo es esencialmente perversa por sí misma, y por sus consecuencias, sino que sobre todo, es una afrenta a la razón, al orden natural de las cosas, a la naturaleza, y al espíritu panteísta que palpita en su esplendor y grandeza.
En la naturaleza hay violencia y crueldad.
Nos lo recuerda a través del cocodrilo, y la pareja de perros hambrientos, advirtiendo que la violencia natural, se ve condicionada y limitada por el equilibrio de las especies, y de sus relaciones con el medio.
La violencia humana no conoce límites, ni condiciones, ni reglas.
En ella habitan la maldad, la locura, y absurdas tendencias autodestructivas.
La guerra embrutece, bestializa, degrada, y enajena a las personas.
La guerra en su furor destructivo, también mata la inocencia, como esa cría de gorrión herida de muerte.
Lo que hace Malick para moldear el lenguaje cinematográfico, parece volver cada cuadro, una línea de poesía.
The Thin Red Line no es ni una película bélica, ni antibélica, ya que presenta una fusión “estético-poética” de la guerra.
Tenía razón “Newsweek”, cuando en el año 1998, afirmaba que The Thin Red Line era un “poema cinematográfico”, Malick ha hecho un poema, una honda reflexión sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal en el hombre, sobre las cosas que le mueven y en las que cree:
El amor, el paraíso terreno, o también, Dios.
En efecto, el director se ha planteado su mayor reto, mostrar la “doble” naturaleza de lo humano, es dualidad espiritualidad y brutalidad, en su momento más crítico, cuando el hombre lucha contra el hombre.
Lo que, como hemos visto, también puede leerse como una lucha interna del Cosmos, inherente a la misma Naturaleza.
La belleza se conjuga, conmovedoramente, con el horror.
Es la grandeza y las miseria humanas, drama que se logra con una conjunción o transacción entre lo esencial.
La cámara sigue a los soldados, con “travellings” muy suaves, y siempre en movimiento.
Sube colinas, da giros de 180 grados, y se desplaza con mucha soltura, pero al contrario de lo que puede parecer, no marea; los movimientos son tan suaves y delicados, que te hacen sentir dentro de la batalla.
Igual de sublime, es el trabajo fotográfico y artístico, mostrando la belleza de la naturaleza, como si se tratara de un documental.
La dirección de fotografía de John Toll, es una obra de arte descomunal.
La coloración, cómo funcionan las tonalidades de las imágenes, son de una belleza espectacular, que contrastan con el desastre humano que The Thin Red Line transmite en las batallas.
Realmente The Thin Red Line ha sido impecable en ese rubro.
Los momentos de sol, y los momentos nublados, son el reflejo del estado de ánimo global.
Es notable, la cuidada y apasionada visualidad de The Thin Red Line.
Malick muestra una naturaleza plácida, acogedora, rica, inmensa, y bellísima.
Rinde homenaje al paisaje, el mar, la vegetación, los animales en libertad, los niños, como símbolos de la inocencia, y los pobladores autóctonos.
Sobresale la atención que presta a los animales del lugar, como:
Los papagayos, la colonia de murciélagos, hurones, lagartos, cocodrilos, perros, un palomo que levanta el vuelo, atemorizado por la presencia de soldados.
Los niños reaccionan ante los soldados de modo similar:
Ellos interrumpen los juegos, y con cautela, se ponen a cubierto.
Entre las muchas secuencias impactantes que incluye The Thin Red Line, destaca la de la difícil toma de una colina, narrada con auténtico rigor militar.
Los distintos comportamientos:
El pánico, horror, heroísmo, aunque no se le llame con ese nombre, resultan muy reveladores de la condición humana y resultan creíbles.
Las escenas de los soldados, avanzando entre la hierba, hacia un enemigo invisible, son de una intensidad enorme, así como la toma de las posiciones enemigas, está rodada de forma magistral.
Igualmente los insertos de recuerdos en mitad de las batallas, no hacen sino transmitirnos la angustia de los protagonistas, y su miedo a no volver jamás a sus casas, ni a volver a ver a sus seres queridos, algo que no suele mostrarse en el cine bélico.
Escenas en las que aparecen las cartas de amor, el recuerdo de los seres queridos, el enfrentamiento a las decisiones de los superiores, esa vulnerabilidad humana, ese “echar para adelante” sin demasiada convicción, esa materia humana pura y corrompida, angelical y demoniaca, junto a esa guerra que exterioriza los demonios de cada uno, le confieren un aura poética, que acaba hipnotizándonos.
Escenas como las del cocodrilo en total libertad, más tarde en cautiverio, o los niños nadando en unas aguas tan azules, que simulan ser el cielo, señalan que en este mundo hay otro mundo, mucho más sencillo y hermoso, pero muy difícil de conservar.
Otro aspecto destacable, más bien por su ausencia, es el hecho de que no aparezca ninguna bandera estadounidense ni japonesa, no aparecen en ningún momento en toda The Thin Red Line.
No por una cuestión antiestadounidense, sino porque el patriotismo no tiene nada que aportar.
Lo relevante en ella, no está en la guerra en sí, sino en lo que significa para los soldados, cómo altera su naturaleza humana.
Y es que la guerra es una estupidez, que se deriva de los 2 inventos más peligrosos que ha creado el hombre:
La política y la religión.
Y si se hubieran incluido los típicos clichés de una película bélica, tales como la heroicidad, el maniqueísmo, algo en lo que caen muchas películas bélicas, en las que los buenos son 100% buenos, y los malos son 100% malos, o el patriotismo…
El mensaje de Malick se habría difuminado.
Aun así, el final me resultó bastante emotivo, pero con un sabor agridulce:
Agrio, porque no quieres aceptar la guerra, no puedes aceptarla, y eres incapaz de comprenderla.
Y dulce, porque tienes esperanza en el ser humano, porque considerarlo cruel por naturaleza, es un craso error.
El desenlace, es un desenlace abierto, ya que aunque sabemos que los soldados se embarcan para continuar la guerra en otro lugar, este nunca es revelado al espectador, por lo que el destino de la guerra y los soldados, queda a merced de nuestra imaginación.
De ahí es que existan personajes que quedan “en el aire”, es decir, nunca sabemos lo que pasó realmente con ellos, este es el caso del capitán que perdió a todos sus hombres, y cayó en un estado de locura, el cual no aparece más.
También no sabemos que le pasó al tímido Cabo Geoffrey Fife (Adrien Brody)
¿Habrá sido dado de baja por su inexperiencia?
Otro ejemplo de lo anteriormente mencionado, es que al morir Witt, podemos ver una imagen de él, nadando junto a unos niños indígenas, podemos deducir, que esta imagen es lo que él vio al morir.
Cabe destacar, que hay hechos que nosotros no conocemos, como por ejemplo:
¿Por qué de la huída de Witt y Charlie?
Como dato anecdótico, se deja por fuera el tema de la homosexualidad en el ejército, explícito en la obra de James Jones; pero si deja entre ver, una que otra escena de los nativos agarrados de la mano, de manera ambigua, porque no se les ve la cara, pero que la sonrisa complaciente de Witt, se hace evidente que se trata de 2 hombres, como tal vez pudo ser su relación con el otro soldado desertor Charlie Dale (Arie Verveen), eso no lo sabemos…
Al final, surgirá una nueva vida, una planta en la playa, un renacido ciclo vital.
Se cerrara el círculo iniciado al principio:
Un cocodrilo solitario, en una jungla espesa, que nos recuerda el origen primitivo de todo lo extraño, original, y esencial que tiene la existencia.
Y no me extraña que The Thin Red Line no ganara ningún óscar, por otro lado, ni puta falta que le hace.
¿Cómo se lo van a dar, si no aparece una puta bandera de las barras y estrellas, no mueren como valientes por su país?
Sino que mueren porque una serie de desgraciados los mandaron allí, sencillamente.
Por cierto, una vez más:
¿De dónde viene el título “The Thin Red Line”?
Durante el metraje no se hace referencia, a ninguna línea roja, pero en la novela se aclara, que hace mención a la pequeña cantidad de casacas rojas, soldados del Imperio Británico, que defendían una posición, es decir, hace referencia al rojo de los uniformes de La Infantería del Imperio Británico, y al pequeño número de infantes que asumían la carga de defenderlo.
Pero en la obra de Malick, viene del diálogo:
“En la guerra, cada hombre libra su propia batalla.
Los miedos y las esperanzas, despojan al alma de todo recubrimiento y la dejan desnuda y sola frente al mundo.
En aquellos lugares, donde conviven el paraíso y el infierno, donde los hombres se convierten en bestias, y envenenan su espíritu, existe una delgada línea que separa la vida de la muerte, la serenidad del terror, y la lucidez de la locura”
Si algo caracteriza a la composición de la banda sonora a cargo de Hans Zimmer, es la clara influencia del director, por la manera como llega a convertirse en un personaje más, transformándose en un narrador, pero en ningún momento, convirtiéndose en protagonista.
La música y los silencios, ayudan a meterse en la piel de los soldados.
El sonido también nos lleva a sentirnos en Guadalcanal, en la paz y en la guerra.
Nunca va la música aparte de las imágenes, demostrando una compenetración perfecta.
Para empezar, no podemos distinguir una melodía principal, aunque sí podamos identificar un par de temas, que suenan más de una vez, con alguna variación.
Tampoco podemos decir que sea una música que, en sí, sea de una gran fuerza, con alguna o ninguna fanfarria, ni ningún tema típicamente de acción.
Lo que escuchamos, es una composición que únicamente transmite sentimientos.
Y lo hace a la perfección.
Podemos percibir, en cada momento, qué nos están transmitiendo las imágenes a las que acompaña cada pieza, aunque en ese momento no las estemos viendo.
Podemos entender, qué es la soledad de cada personaje, cómo es en su interior, sólo con escuchar cada tema.  
“What difference do you think you can make, one single man in all this madness?
If you die, it's gonna be for nothing.
There's not some other world out there where everything's gonna be okay.
There's just this world.
Just this rock”
The Thin Red Line es una rareza, en el contexto del cine comercial norteamericano.
Aquí no hay buenos ni malos.
Malick no cae en los tópicos de los films bélicos, y se esmera en realizar un retrato poético, intimista, y espiritual, en el que sobresale la naturaleza y el ser humano en su pureza original.
Pero también, es una reflexión crítica sobre la maldad inherente a la condición humana, y su tendencia a la autodestrucción.
De ahí la compenetración de contrarios o dualidades:
La naturaleza paradisíaca y la guerra infernal.
The Thin Red Line busca el equilibrio entre la naturaleza y el hombre, entre éste y su alma, y otros humanos, y muestra el desequilibrio de la guerra, trata de explicar el momento en el que el hombre perdió la bondad, el momento en el que el hombre no ve la riqueza de la naturaleza, sino el obstáculo que supone la selva para atacar al enemigo, no es capaz de asimilar el paraíso en el que vivimos, sino que esa isla es “la roca”, están encerrados en una tumba; no es capaz de reconocer que necesitamos sus recursos, pero sí, que sin agua nos desmayamos.
The Thin Red Line es una película cargada de poesía y armonía, melancólica, triste...
Una fiel representación de la locura, el caos, el horror, el sinsentido, y el desconcierto que embarga a todos aquellos que han sufrido directamente la degeneración humana que es la guerra.
La genialidad de esta espiritual y singular muestra de cine bélico, reside principalmente en su base filosófica, y en el sosegado aura de paz interior y quietud, que desprenden las casi 3 horas de metraje.
Su discurso, que va tratando temas que pasan desde los misterios de la naturaleza, hasta la muerte, y el origen de la violencia, posee una percepción de la vida, tan pura y esencial, que cuando ha acabado, uno tiene la sensación de ver el mundo algo más claro, como si nos hubiesen quitado unos pesados obstáculos e impedimentos que tan sólo servían para enturbiar nuestra mirada con complejidades innecesarias.
Y esto es algo impagable.
¿Qué significa esta guerra en el corazón de la naturaleza?
¿Por qué la naturaleza lucha con ella misma? se pregunta Witt al principio.
Esta terrible crueldad:
¿De dónde sale?
¿Cómo ha arraigado en el mundo?
¿De qué semilla, de qué arraigo ha nacido?
¿Y de quién es obra?
¿Quién nos mata?
La guerra deshumaniza a las personas, y destruye la pureza del mundo.

“Love.
Where does it come from?
Who lit this flame in us?
No war can put it out, conquer it.
I was a prisoner.
You set me free”



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