Searching For Sugar Man
“Born in the troubled city
In Rock and Roll, USA
In the shadow of the tallest building
I vowed I would break away
Listened to the Sunday actors
But all they would ever say”
Cuenta la leyenda, que el cantante de música folk, Rodríguez, cansado de su propia fama, se suicidó durante uno de sus conciertos, disparándose en la cabeza, o fue bañándose en gasolina y prendiéndose fuego, o quizás, se perdió en las montañas, y murió de una sobredosis.
Ocurrió en el umbral de los años 70...
Las megalómanas chimeneas industriales, completaban cierta postal grisácea en el cinturón de Detroit, una ciudad que parecía anclada en otra época, o directamente al margen del bucólico “Sueño Americano”
Allí tenía su sede la discográfica más importante de la música negra estadounidense:
Motown, fundada por Berry Gordy en 1959, fue el bastión de artistas como:
Sam Cooke, The Temptations, Stevie Wonder, Marvin Gaye, y un largo etcétera de luminarias, que contribuyeron al posterior estallido del funk, y el disco music.
Aquella congregación irrepetible, hablaba solo de una sociedad, que ya entonces se veía abrumada por los tórridos hits de rock n roll:
La moda del compendio melódico, y el desenfreno subversivo, inflamaban los prejuicios de instituciones, y políticos excesivamente acartonados.
Por si fuera poco, unos jóvenes provenientes de Liverpool, habían desecho las antiguas convenciones del pop.
Ya no valía con alcanzar el #1; también convenía dejar tras de sí, una estela de mesianismo y rumores, no tan infundados, acerca de las malas prácticas de esos ídolos etéreos y desconocidos, casi a partes iguales.
En Detroit, la decadencia aterrizaba como una losa sobre las clases más desfavorecidas.
Y, por supuesto, no era un caso aislado.
La nueva década, tampoco invitaba al optimismo.
La Guerra de Vietnam nublaba cualquier propósito conciliador:
Los cadáveres arderían en nuestro subconsciente, por culpa del Rey Lagarto, un Jim Morrison, que a finales de 1970, ultimaba los arreglos del “L.A. Woman” de The Doors, anunciando ese violento final a los pies de una selva calcinada por el napalm y la estupidez.
Así, la música ofrecía un salvoconducto ante la incertidumbre de un futuro resbaladizo.
Digamos que ponía en bandeja, el resurgimiento de las “topical songs”, canciones que intentaban dinamitar el statu quo a partir de su vocación crítica.
Ese flaco de mirada oblicua, y retórica burlesca llamado Bob Dylan, se encaramaba a la cima del rock.
Y, ciertamente, si la respuesta estaba en el viento, si los maestros de la guerra manejaban a placer los pormenores de nuestras vidas, mejor utilizar el filtro de la poesía.
Pero estamos en Detroit…
Respirando contaminación, oliendo el aceite de los motores que rugen como máquinas del progreso.
“La Tierra del Cadillac” permanece en un frío bucle, que contrasta con las historias turbulentas de bebedores, que acuden a los clubs a escuchar a músicos locales.
Una de esa típicas noches lluviosas junto al río, Mike Theodore y su socio Dennis Coffey, acuden a un local donde, según cuentan, toca un joven cantautor, llamado Rodríguez.
Sixto Díaz Rodríguez, más conocido como Rodríguez, nacido en Detroit, Michigan, el 10 de julio de 1942; es un músico y compositor estadounidense.
Sus padres, inmigrantes mexicanos, llegaron a Estados Unidos en los años 1920, por lo que lo llamaron “Sixto” por tratarse del sexto hijo de la familia.
Su pelo es negro como el azabache; canta sobre aspectos sombríos, pero de rabiosa actualidad.
Se queja, es crudo, es inteligente, es un narrador nato.
Escribe como Dios.
Visto de frente, dirías que es un guerrero azteca urbanita, no obstante, sus padres eran mexicanos.
Rodríguez, que nació en Detroit, la famosa Capital del Motor, cuna de fábricas, y de humildes proletarios estadounidenses, y con una economía en tremenda recesión desde los años 70, se ha terminado convirtiendo en una de las ciudades más pobres y abandonadas de los Estados Unidos.
No se suele hablar de Detroit, ni tampoco de las otras ciudades de otros países que tienen parecidos problemas.
Los que viven sin dinero, privados de sus derechos, sin poder alguno, pocas veces encuentran su relato.
Sixto Rodríguez, se convirtió en los garitos de esa ciudad, en la clase de rareza musical, cuyo éxito, que parecía inminente, no terminó de llegar.
En 1967, bajo el nombre Rod Riguez, lanzó el sencillo “I'll Slip Away” a través del pequeño sello Impact.
No produjo nada más en los siguientes 3 años, hasta que firmó con Sussex Records, una filial del sello Buddah Records.
A partir de su firma con Sussex, cambió su nombre profesional a Rodríguez; y grabó 2 álbumes en Sussex:
“Cold Fact” en 1970, y “Coming From Reality” en 1971.
“Cold Fact” fue el primer álbum del músico e incluye canciones que combinan folk rock, rock psicodélico, y pop, con letras de contenido social.
“Sugar Man”, que describe a un personaje sobradamente notorio, entre los asiduos callejeros, hombres complejos, a veces de mirada corta, pero instruidos en el poder insobornable del folclore; que siempre han esperado ese toque luminoso que destilan las canciones de Rodríguez.
Y, sin duda, no hay o había manera de encontrar fisuras en una obra, seguramente adelantada a su tiempo, aunque paradójicamente radiografiase hechos en presente de indicativo.
“Yo estaba preparado para el mundo, pero el mundo no estaba preparado para mí”, opinaba el músico.
Y “Cold Fact” pasa desapercibido.
Mejor dicho, es un fracaso total.
Aun guardando brillantes perlas como:
“I Wonder”, “Crucify Your Mind” e “Inner City Blues”, uno de los mejores temas de toda la historia del género, nadie habla de su ingrediente profético.
Las ventas del disco fracasaron en Estados Unidos, debido en parte, a que su sello era distribuido por Buddah Records, otra compañía discográfica que apenas tenía acceso al circuito de emisoras FM, orientado en ese entonces, a divulgar artistas de géneros similares.
Sin embargo, se convirtió en un disco de culto en Sudáfrica, donde vendió alrededor de 60.000 copias, una cifra inusual para ese país, sin contar la distribución en “bootlegs”, y sin saberlo Rodríguez en EEUU.
La razón principal de este éxito, se hallaba en que las letras de las canciones, sintonizaban con el clima de disconformidad de amplios sectores de la población joven blanca, con el apartheid, el rechazo al servicio militar obligatorio para blancos, y el clima de represión cultural y sexual imperante en los años 1970, en la sociedad sudafricana.
También, alcanzó gran difusión en Australia y Nueva Zelanda, en base a lo cual, posteriormente al conocimiento de estos hechos, Rodríguez realizó una gira por estos países, entre 1979 y 1980.
Durante los años 80, el régimen sudafricano se enfrentó a una gran amenaza, la canción “I Wonder” de un cantante estadounidense, que se convirtió en símbolo de una pequeña revolución dentro de los afrikáners, que buscaban cambiar el sistema que los gobernaba.
A pesar de la fama que alcanzo a tener Rodríguez en Sudáfrica, era muy poco los que sus fanáticos sabían sobre él, siendo lo más cerca que estuvieron de su ídolo, las fotos en la portadas de algunos de sus discos.
Las legendarias noticias sobre la muerte de este cantante, solo sirvieron para acrecentar su leyenda en una Sudáfrica, que todavía no se abría al mundo.
El éxito que este disco tuvo en los países de habla inglesa del hemisferio sur, y su estatus como uno de los símbolos de la contracultura sudafricana, en tiempos del apartheid, fueron durante muchos años, desconocidos por el propio Rodríguez.
Por otra parte, “Coming From Reality”, de 1971, es el segundo y último álbum de estudio, hasta la fecha, del músico y compositor estadounidense Rodríguez.
Al igual que “Cold Fact”, su primer álbum, también se caracteriza por sus canciones que combinan folk rock, rock psicodélico, y pop, con letras de contenido social.
Sea como fuere, Rodríguez se veía influenciado por ese ligero timbre borreguil, que entonaba Bob Dylan, pero sin arrebatos lijosos, y con unas letras cuyo nivel excedían la media del panteón.
Pero nuevamente, no consigue levantar el vuelo, sino todo lo contrario.
Fracasa dejando tras de sí, un poso de artista invisible.
Nada sorpresivo para un hombre inmune a los sueños...
El disco, fue reeditado en Sudáfrica, en 1976, con el nombre de “After The Fact”
Ni “Cold Fact”, ni “Coming From Reality” publicados en 1970 y 1971 respectivamente, funcionaron en Estados Unidos.
Probablemente era muy pronto, para que el hijo de un mexicano despuntara en Estados Unidos, dando lecciones de humanidad, y golpeando al país con el retrato de una sociedad dura.
Pero en su momento, luego de recibir críticas poco entusiastas, y debido a las bajas ventas, Rodríguez fue despedido del sello, que cerró en 1975.
¿Por qué su “fracaso” en EEUU?
Mala distribución, suerte, o un conjunto de circunstancias que consiguen lo inexplicable.
Así las cosas, Rodríguez renunció a su carrera como músico, luego de fracasar en su intento de hacerse un nombre en la escena musical estadounidense.
Sin saberse cómo, quizás por un viaje de algún turista estadounidense a Sudáfrica, con el vinilo bajo el brazo, Rodríguez alcanzó en el país africano, una fama inusitada, y se convirtió en icono musical de la oposición al Apartheid, y emblema del movimiento juvenil, al nivel de los Rolling Stones y Bob Dylan en los 60.
Sin embargo, a pesar de ser relativamente desconocido en su país natal, a mediados de los años 70, sus álbumes comenzaron a ser muy difundidos en países como:
Sudáfrica, Rhodesia, hoy Zimbabue; Nueva Zelanda, y Australia.
Todos los elementos que convierten a un músico en estrella del rock se daban:
Ventas millonarias, Discos de Oro, himnos generacionales, y canciones prohibidas por el gobierno sudafricano…
Todo esto sin que el propio Sixto Rodríguez lo supiese.
¿Dónde estaba Sixto?
¿Qué fue del músico tras aquellos 2 discos?
¿Dónde acabó sus días?
Después de que se agotaran las copias de sus álbumes del sello Sussex, el sello australiano, Blue Goose Music, compró los derechos para Australia de su catálogo, a mediados de los años 70.
El sello reeditó sus 2 álbumes de estudio, más un álbum compilación, “At His Best”, que incluía grabaciones inéditas de 1976, tales como:
“Can't Get Away”, “I'll Slip Away”, una regrabación de su primer sencillo; y “Street Boy”
Sin el conocimiento de Rodríguez, se convirtió en Disco de Platino en Sudáfrica, donde alcanzó estatus de Músico de Culto.
Gracias a ese inesperado éxito, y ahora bajo el conocimiento de Rodríguez, en 1979, realizó una gira por Australia, acompañado de The Mark Gillespie Band como banda de soporte.
Dos conciertos de la gira, fueron editados en un álbum exclusivo para Australia, “Alive”
El título de dicho álbum, jugaba con el rumor de que Rodríguez había fallecido varios años atrás.
Luego de la gira de 1979, regresó a Australia en 1981, para una gira final con Midnight Oil, tras la cual, se retiró de la vida pública.
En muchas de sus canciones, Rodríguez habla de las crueldades que enfrentan los sectores sociales más pobres y marginados de las grandes urbes.
En 1991, sus álbumes fueron editados en Sudáfrica, por primera vez en CD.
La fama que Rodríguez había alcanzado en ese país, le era completamente desconocida, hasta que en 1998, su hija mayor Eva, encontró un sitio web dedicado a su obra.
En 1998, hizo su primera gira sudafricana.
Un documental acerca de la gira “Dead Men Don't Tour: Rodríguez in South Africa 1998” fue televisado en SABC TV en 2001.
Más adelante, se presentó en Suecia, antes de retornar a Sudáfrica en 2001, y 2005.
En 2002, su canción más célebre, “Sugar Man”, apareció en “Come Get It I Got It”, álbum de mix del DJ David Holmes, lo cual le concedió nuevamente a Rodríguez, amplia difusión en la emisora de radio australiana, Triple J.
En abril de 2007, regresó a Australia para la gira “Rodríguez Australian Tour 2007”, tocando en el East Coast International Blues & Roots Music Festival, también conocido como Byron Bay Bluesfest, y al que regresó en 2010, y en conciertos en Melbourne y Sidney.
En lo personal, Rodríguez se casó, y tuvo 3 hijas:
Eva, Regan, y Sandra Rodríguez.
Actualmente, Rodríguez continua realizando giras en varios países.
Sus álbumes “Cold Fact” y “Coming From Reality” fueron reeditados en 2009, por Light in the Attic Records.
En 2012, se estrenó un documental sobre el cantante, titulado “Searching For Sugar Man”
Así pues, Rodríguez sería lo que en los EEUU consideran un “looser”
Una persona humilde, en todos los sentidos, que no consiguió entrar en un mundo de las vanidades.
Tuvo que convivir discretamente, con sus ignorados, sensibilidad y talento, pero cuando llegó su momento de gloria, lo acogió con calidez y naturalidad, sin dejarse deslumbrar.
Un artista admirable, y una persona superlativa.
Y su historia, realmente emociona.
La historia de un fantasma musical, de un héroe anónimo de la canción en la sombra, abrió paso al reconocimiento de una sociedad en torno a la ciudad de Detroit, así como el poder de la mitomanía, y la música, con Sixto Rodríguez.
“He had this kind of magical quality that all the genuine poets and artists have:
To elevate things.
To get above the mundane, the prosaic.
All the bullshit.
All the mediocrity that's everywhere.
The artist, the artist is the pioneer”
Searching For Sugar Man es un documental de drama y suspenso, del año 2012, escrito y dirigido por Malik Bendjelloul.
Protagonizada por Sixto Díaz Rodríguez, Stephen “Sugar” Segerman, Craig Bartholomew-Strydom, Dennis Coffey, Mike Theodore, Clarence Avant, Eva Rodríguez, Regan Rodríguez, Sandra Rodríguez-Kennedy, entre otros.
Malik Bendjelloul, fallecido el pasado 13 de mayo de 2014, fue un director de documentales sueco, ganador de un Premio de la Academia por este trabajo.
También, había trabajado como actor infantil en el film “Ebba och Didrik” (1990)
Malik cuenta la historia de un misterioso cantante, conocido como Rodríguez, y los esfuerzos de 2 de sus fans sudafricanos, por descubrir su paradero.
En enero de 2013, Searching For Sugar Man fue nominado al Premio Oscar en la categoría de Mejor Documental Largo, del cual finalmente resultó ganador, el cual Rodríguez, como tipo humilde que es, rechazó asistir a una entrega de premios, con el argumento de que no quería quitarles protagonismo a los realizadores.
Por su parte, el director sueco, falleció 2 años después del estreno del documental, a la edad de 36 años; siendo Searching For Sugar Man, la primera y única película que dirigió; pues Malik Bendjelloul se suicidó, después de luchar con la depresión, según informó su hermano Johar Bendjelloul.
Manohla Dargis del periódico The New York Times, escribió sobre Searching For Sugar Man:
“Usando una mezcla bien equilibrada de entrevistas, imágenes de archivo, y algunas secuencias animadas de ensueño, Bendjelloul construye una narrativa que se mueve simultáneamente en 2 direcciones, aparentemente opuestas pero complementarias.
Entrevista tras entrevista, localización tras localización, trata de entrar en el misterio de un solo hombre, incluso mientras se dirige a un mundo que en un principio, rechazó a Rodríguez, y luego lo acogió”
“Es la historia más increíble que he escuchado nunca”
Eso pensó Malik Bendjelloul hace 5 años, y fue la génesis de Searching For Sugar Man; según relata el propio Malik:
“Estaba pensado como una pequeña pieza de 7 minutos para la televisión sueca.
Pero todo el mundo se quedaba sorprendido al escuchar la historia.
Ahí creí que esto podría ser algo más grande”
¿Por qué ver Searching For Sugar Man?
El propio Bendjelloul nos da la respuesta:
“Es inspiradora, y está llena de esperanza.
Es una historia optimista”
Bendjelloul nos entrega la bella historia de un poeta, que camina cargando una guitarra por los andenes de la industrial Detroit, de finales de los 70, un espíritu vestido de negro, con sombrero de ala ancha, e inmensas gafas oscuras, que cantaba mejor, y tenía más ritmo que Bob Dylan; como si esto fuera muy difícil.
Un hombre desolado, que negaba su rostro a quienes iban a escucharlo en los húmedos y oscuros bares del pantano citadino, una sombra reflejada en el interior de las conciencias taciturnas, y los corazones galopantes, una canción llena de tripa y alma contra lo establecido, la vanidad, y el arribismo.
La voz de la libertad de un pueblo oprimido, a miles de kilómetros de distancia… un genio, un niño, un suicida.
Todo empezó a mediados de los 90, cuando Stephen “Sugar” Segerman, apodado así, en honor a su héroe maldito; melómano y dueño de una pequeña tienda de discos, se une al periodista, Craig Bartholomew-Strydom, en su tenaz investigación del árbol genealógico de Rodríguez.
Searching For Sugar Man, mantiene en vilo al espectador, iniciando un recorrido a través de las pocas pistas que se tienen de Rodríguez, algunos datos peregrinos en sus vinilos, y las sugerencias que se esconden dentro de sus enigmáticas letras.
Tomando como vehículo narrativo esas elocuentes canciones, largas prosas poéticas, que creaban paisajes visuales de la realidad del músico, el documental Searching For Sugar Man equilibra el enorme éxito en Sudáfrica, con el anonimato y silencio en Estados Unidos, retratando una nocturna y nebulosa Detroit, que cimenta esa aura de misterio en torno a Rodríguez.
¿Pero quién es el gran protagonista de esta historia?
La cegadora respuesta es Rodríguez, un cantautor de los años 70, que estaba llamado a ser aún más grande que Dylan.
Al menos era la conclusión que se escuchaba tras escuchar “Cold Fact”, un primer disco en el que sin descaro alguno, hablaba de todo aquello que veía en las calles de Detroit:
Prostitución, droga, o pobreza.
Lo hacía con una sinceridad poética que debió haberle convertido en un artista mundialmente conocido…
Pero no fue así.
La desinformación, y la inopia, es el mejor estado para disfrutar de una película que desde los planos iniciales, entre calles oscuras y misteriosas, y cuando suena “Sugar Man” a pleno sol, coloca al espectador en estado de intriga:
¿Qué canción es esta preciosidad?
¿Cómo es posible que no la conociera antes?
¿Quién es su autor?
Sixto Rodríguez, era un cantante estadounidense que vivía en Detroit, y trabajaba cantando en bares.
Era un hombre del cual no se sabía casi nada.
A finales de los años 60, Rodríguez, un misterioso músico, fue descubierto en un bar de Detroit, por 2 productores que quedaron fascinados por sus melodías conmovedoras, y sus letras proféticas.
Grabaron 2 discos, con la convicción de que el artista se convertiría en uno de los más grandes de su generación.
“Cold Fact” (1970), el cual no tuvo mucho éxito comercial.
A pesar de esto, Rodríguez fue posteriormente contactado por otro productor, con quien grabó un segundo disco:
“Coming From Reality” (1971), el que tampoco tuvo buenas ventas en Estados Unidos.
Pero la carrera de Rodríguez no fue un completo fracaso.
Su trabajo fue mejor recibido en tierra lejanas, en Sudáfrica, donde las letras de sus canciones, y el misterio que rodeaban al cantante, lo transformaron en una figura muy popular entre los jóvenes del país.
Su álbum “Cold Fact” fue adoptado como un símbolo de la lucha contra el Apartheid.
Debido a sus letras, varias de sus canciones fueron prohibidas por la South African Broadcasting Corporation.
Músicos como Koos Kombuis, Willem Möller y Johannes Kerkorrel, fueron inspirados por el mensaje de Rodríguez.
Tiempo después, surgió el rumor de que el cantante se había suicidado en medio de un concierto…
A mediados de los años 1990, 2 hombres llamados Stephen Segerman y Craig Strydom, comenzaron a investigar acerca de la identidad de Rodríguez, y la razón por la cual, el cantante nunca supo acerca de su éxito en Sudáfrica.
Para esto, examinaron las relaciones que existían entre las compañías discográficas, e intentaron contactar a los productores que trabajaron con él.
Strydom logró hablar con Mike Theodore, uno de los productores de “Cold Fact”, y al preguntarle cómo se había suicidado el cantante, Theodore le dijo que Rodríguez no estaba muerto.
Strydom escribió un artículo sobre su búsqueda, hizo una gran campaña para ello, y Segerman fue posteriormente contactado por Eva, la hija del cantante.
Y tras estas escenas, el propio Rodríguez conversa con los documentalistas, acerca de su vida.
El cantante revela, que nunca supo acerca de su éxito en Sudáfrica, y que tras grabar sus 2 discos, no pudo seguir dedicándose a la música, y trabajó en la construcción.
También se narra el viaje que hizo Rodríguez a Sudáfrica, en marzo de 1998, donde tocó 6 conciertos.
Luego de esto, el cantante siguió viviendo de forma modesta en Detroit, regresando de forma esporádica al país africano, para tocar algunos conciertos.
La rocambolesca historia que se va derivando, al intentar responder a lo que constituyen solo las cuestiones iniciales, más que cerrar dudas, multiplica el pasmo:
Como en un apasionante thriller, gracias a la inteligentísima dosificación de la información, se descubre la personalidad olvidada de un músico estadounidense, con un nombre tan anónimo como Rodríguez, quien, como tantos otros de los años 60 y 70, hizo solo 2 discos, “Cold Fact” (1970) y “Coming From Reality” (1971), y cayó en el olvido; en todas las partes del mundo, menos en una.
Y la revelación es múltiple:
No solo se trata de contar una historia tan real como increíble, sino de rescatar un talento muy considerable, que igual que otros, se quedaron sin poder desplegar sus evidentes capacidades.
También, de crear emociones:
Algo tan sencillo como el relato verbal de la primera vez que uno de los buscadores escuchó la voz de Sixto Rodríguez, al otro lado del teléfono, alcanza un clímax inigualable, gracias a la ordenación previa por parte del sueco Malik Bendjelloul, de todos los materiales de la narración, y de las pruebas conseguidas.
Como un fantasma felizmente vivo, Rodríguez continúa ahora, en la realidad del relato, de este documental que parece ficción.
Searching For Sugar Man examina, a través de una prodigiosa estructura, sacada de un relato detectivesco, muchísimas cosas, y de modo muy sutil.
Para empezar, quien se quedó con los beneficios del éxito amplio de Rodríguez en Sudáfrica, y para continuar, cuánto hay de verdad y de leyenda, en la mitología que rodeaba al cantautor.
A partir de esta búsqueda, el narrador convierte la historia, en algo lleno de capas y de matices:
Quienes eran los pobres, qué pasa con todos los que no triunfan, y se interroga, y también nos interroga a nosotros.
Nos preguntamos entonces, si todas las canciones olvidadas, son canciones merecedoras de ese olvido, si somos dueños de las cosas que ya no se recuerdan.
Y entonces, vuelve la memoria al espectador, y a la pantalla.
Y, claro, no parece Searching For Sugar Man una película debutante de su director, pues tal es su grado de madurez narrativa y sabiduría que asombra.
Searching For Sugar Man, también es un retrato de cómo ha cambiado la manera de comunicarnos, en un periodo de tiempo muy corto; en la edad de las redes sociales, resulta increíble ver, como hace tan solo 30 años, para un grupo de personas, era imposible acceder a la información de sus artistas favoritos, etc.
“Sugar man you’re the answer
That makes my questions disappear”
¿Por qué no triunfó Rodríguez?
Bendjelloul agrega:
“Él era un tipo distinto de artista.
Cantaba de espaldas a la gente todo el tiempo, lo que quizás no era muy comercial.
Además no le gustaban los compromisos discográficos”
Por ejemplo, todo el mundo le pedía a Sixto que, tal y como había hecho Bob Dylan, nacido con el nombre de Robert Zimmerman, adoptara un nombre “más comercial y estadounidense.
Pero él dijo, no lo voy a hacer, soy Rodríguez, soy mexicano, y esto es lo que soy”, cuenta Malik a la vez que reconoce:
“Esto le causó un problema, pero también es la razón por la que la gente le quería.
Los artistas deben ser así, gente con convicciones”
Tras el fracaso de sus 2 únicos discos de estudio, Rodríguez desapareció, y sin problema alguno, volvió a trabajar en la construcción, “aceptando muy orgulloso, trabajos que nadie hubiera aceptado”, narra el documental Searching For Sugar Man.
A raíz de este hilo argumental, Bendjelloul logra emocionar y sorprender a cada momento, gracias a las pistas que sigue, para descubrir qué fue de aquel misterioso hombre, que daba la espalda a su público.
Curiosamente, la respuesta tiende un puente entre Estados Unidos y la Sudáfrica que clamaba contra el Apartheid.
La banda sonora, conformada al 100% por las canciones de Rodríguez, es otra de las grandes maravillas de Searching For Sugar Man.
Es sin duda, la mejor forma de conocer la obra preciosa, profunda, y desgarrada, de este hombre que fue víctima de la ironía, y a la vez, de una industria musical casi mafiosa, y aprovechada.
“La música es duradera e impacta en la vida de la gente.
Searching For Sugar Man cuenta la historia de un hombre, que merece ser descubierto”, confiesa el director.
“Porque he perdido mi trabajo / dos semanas antes de navidad / y busqué a Jesús en una alcantarilla / y el Papa dijo que ése no era su jodido asunto”
Oímos la preciosa voz de Rodríguez, y oímos esta canción que no es solamente sobre él, o sobre un deseo.
Es sobre la desesperación, es sobre las voces que no dejan de existir, aunque dejen de oírse.
Su poesía y sus discos son hondos, dotados de la belleza de quien ha encontrado una manera de explicarse a sí mismo, y al mundo, a la parte del mundo que le ha tocado ver y entender.
Es el mundo en el que “el beso más hermoso que obtuve / es el que nunca he saboreado”
Porque las canciones no están pensadas para ser de unos pocos, sino para ser de todos, y precisamente porque son de todos, está muy bien que las canten todos.
Por eso amamos las canciones populares.
El valor de su música en la Sudáfrica del Apartheid, es incuestionable.
Las letras de sus canciones, más oscuras que las de Bob Dylan, pero con el mismo talante de libertad y reivindicación, influyeron de manera decisiva, en la mentalidad de los jóvenes sudafricanos de los años 70 y 80, creando un ambiente contracultural, que difícilmente podía reprimir el gobierno con su censura.
Y son sus canciones, un valor central en Searching For Sugar Man pues, no lo olvidemos, estamos ante un documental musical en toda regla.
Temas como:
“Sugar Man”, “Crucify Your Mind” o “Inner City Blues”, podían haberse convertido en himnos generacionales en todo el mundo, pero sólo ocurrió en Sudáfrica.
El oscuro cantautor de Detroit, podría haber llegado a ser una gran estrella, pero curiosamente, no se arrepiente de su vida...
No guarda rencor a nadie, y es feliz con el destino que le ha deparado su suerte.
En la parte final de Searching For Sugar Man, asistimos a la primera visita de Rodríguez a Sudáfrica, para dar unos conciertos en medio del delirio generalizado del público.
Ni él ni sus hijas podían creerlo.
Sin embargo, a su vuelta a Detroit, no cambia ni su vida, ni sus humildes costumbres.
Para Rodríguez, solo hay 3 necesidades básicas:
Comida, ropa, y cobijo.
Una vez que llegas a ese nivel, todo lo demás es una capa de adorno.
Y al final, estamos emocionados de verdad.
Sabemos que lo que hemos visto es real, existe, no nos viene prometido a través de una ficción, del trabajo magnífico de unos actores, de unos escritores, de unos directores, de unos compositores.
Todo lo que hace aquí Malik Bendjelloul, es acaso lo imposible:
Darnos un trozo de memoria, un buen pedazo de canciones, hacerlas nuestras, y eternas.
Pero hay un aspecto que me interroga:
Aparece Rodríguez, sus hijas, sus amigos:
¿Por qué el guión se olvida de la(s) mujer(es) de la vida de Rodríguez?
También, se acusa al director, de falsear la significación política del artista, en el movimiento anti-Apartheid .
Músicos como Johnny Clegg and Savuka, fueron más activos y efectivos en esta causa.
Y si a muchos afrikáner les atrajo Rodríguez, fue porque hablaba con libertad de sexo y drogas, mientras ellos sufrían represión y aislamiento internacional.
Pero la escritora zimbabuense, Barbara Nussbaum, defiende que las letras “anti-establishment” de sus canciones, calaron muy profundamente en aquella realidad, más cercana al desencanto de Rodríguez, que al canto esperanzado de John Lennon.
Sin embargo, la crítica más dura a Searching For Sugar Man, tiene que ver con otra acusación, lanzada el año pasado, con el estreno australiano del documental, donde ni siquiera menciona, que mucho antes de la gira sudafricana de 1998, Rodríguez realizó una triunfal gira por Australia en 1979, propiciada por una reedición local de sus discos, muy buscados allí por surfers y hippies, seguida de una segunda visita en 1981 , cuando ya se apagaba aquella fama, degustada una década después de su debut.
“Creí que era lo más alto que llegaría mi carrera” reconoce el cantante a la revista Rolling Stone.
“No pasó mucho después de aquello.
Ni llamadas, ni nada”
Así que volvió a colgar la guitarra, regresó a su trabajo en la construcción, y siguió siendo un “don nadie” en su hogar, y en la mayoría del planeta.
Tal vez por eso, Bendjelloul obvió el fenómeno australiano; tal vez para que la realidad no le estropeara una buena historia.
O quizá exista otra razón de peso, que él nunca ha ocultado...
En una reveladora entrevista con The Independent, que iluminaría a mucho “hater”, preguntaban al documentalista, si se arrepentía de haber omitido ciertos datos sobre el artista:
“No, porque cuento la historia tal y como se la escuché por primera vez a Sugar” el realizador se refiere a Steve Segerman, uno de los sudafricanos protagonistas de Searching For Sugar Man.
“Imagina que eres un fan de Jimi Hendrix, y quieres desvelar los detalles de su muerte, pero entonces descubres que él sigue vivo, y acabas cambiando la vida de Hendrix.
Me pareció una historia increíble.
Y mientras montaba Searching For Sugar Man, esa fue siempre mi guía argumental, contar la historia desde los ojos de ese fan”
Ese es el quid de la cuestión.
Presuponen que el objetivo de Searching For Sugar Man, es relatar vida y obra de Rodríguez, cuando en realidad, trata de su busca y captura, del inaudito encuentro entre un ídolo fantasmal, y 2 habitantes de un país que quedó aislado del mundo.
Por tanto, Searching For Sugar Man te hace plantearte algunas cosas:
¿Qué es el éxito?
¿Qué es el fracaso?
¿Y qué actitud afrontar ante ambos?
¿Puedes ser un auténtico triunfador, mientras llevas una vida en la que nada apunta a los cánones del éxito?
¿Cuánta gente anónima, que podríamos considerar “fracasados” en realidad tienen una historia detrás de triunfo?
¿Realmente el ser un ganador, es tener dinero y una vida lujosa... o por el contrario, es el reconocimiento de quienes te admiran, y llevar una vida digna y pacífica?
Con solo 2 discos, que hacen bueno cualquier mito en torno al poder de la música, y al concepto del “Efecto Mariposa”, y como nuestro hilo vital, que vibra en derredor y sin conciencia, puede ser mayor de lo pensado.
Una humildad y serena positividad que ilusiona.
Por supuesto, que se alegra al conocer su éxito, pero más allá de este acto de justicia reparadora, lo que nos queda es la imagen de un hombre íntegro, honesto en su sencillez, un hombre que descubre una situación extraordinaria, pero que no le supone un cambio en su status, ya que Sixto Rodríguez, nunca creyó ser un fracasado.
Este es un retrato de lo que el éxito debería significar.
¿Dinero, posesiones, lujos?
No, el éxito es continuar siendo uno mismo, pese a todos los reveses de la vida.
Ser honesto con uno mismo, disfrutar con lo se tiene, lo que uno siente, y lo que uno hace por sencillo y humilde que parezca, es el auténtico triunfo.
Así, Searching For Sugar Man hace justicia, con el verdadero concepto de “working class hero” musical, un músico de extrarradio de la ciudad obrera de Detroit, que ajeno al éxito de sus canciones, ha seguido toda su vida trabajando en la construcción, y restauración de edificios.
En el fondo, no estamos lejos de un “Fairy Tale” con mensaje, y final feliz, a ritmo de folk.
Un suceso para sumergirse en los entresijos de las compañías discográficas, y un cuento grandioso, sobre los caprichos de la fama, y las verdaderas prioridades de la vida.
La historia de un resurrecto, con las últimas escenas grabadas con una aplicación de un teléfono celular, por falta de presupuesto.
El efecto reparador del documental, al sacar a la luz la silente vida de Rodríguez, y sus poderosas canciones, ya justifican la importancia de Searching For Sugar Man, brindándole un público mayor, a este héroe anónimo, alejado de la iconoclasta representación de mitos de la industria musical de EEUU.
A Rodríguez se le encontró, y se le pudo situar en el mapa, pero:
¿Y el dinero de aquellas ventas millonarias en Sudáfrica?
Ni rastro.
Como sugiere una de sus hijas:
“A lo mejor otros, sí se hicieron ricos”
El documental Searching For Sugar Man provocó la reaparición del músico, en una gira mundial, y que cambió definitivamente la vida de este artista, así como del director, productor, editor, y montador de Searching For Sugar Man, que ahora ha fallecido repentinamente, en la capital de Suecia.
Pues parecía que Malik Bendjelloul, tenía toda una carrera por delante...
Su primer largometraje, el documental Searching For Sugar Man (2012) sobre la inesperada popularidad del músico, Sixto Rodríguez, en el Apartheid sudafricano, le brindó reconocimiento, éxito internacional, y una larga colección de galardones, entre ellos, El Oscar de Mejor documental, y los premios del Público, y Especial del Jurado en El Festival de Sundance.
De ahí el mazazo que supone, recibir la noticia de su muerte, debido a causas todavía desconocidas.
La policía de Estocolmo, encontró el cuerpo sin vida del joven cineasta.
De momento no se ha facilitado más información sobre las circunstancias de su fallecimiento, pero se descarta que se trate de un crimen.
“Lo único que puedo decir, es que no hay sospechas de que haya sido una muerte violenta”, ha declarado a los medios, el oficial de la policía de Estocolmo, Pia Glenvik.
Y es que gracias a su obra cinematográfica, fascinante, asombrosa, emocionante, triunfante... muchas pueden ser las palabras para describir Searching For Sugar Man, de quien influyó en el movimiento juvenil contra el Apartheid, y la contra cultura de los años 60, con canciones con letras rompedoras, voz sugestiva, y armónicos intimistas.
La obra del director, que usa inclusive imágenes generadas por computadora, con tomas reales de los años 60, 70 y 90, se mezclan con precisión de relojería, a la narración con música de Rodríguez, y logra que el espectador, corra a comprar un disco de este artista, que bien merece reivindicarse en el puesto de los grandes cantautores del pasado y convulso siglo.
Searching For Sugar Man es uno de esos films, que transmite positivismo a través de un modelo de superación.
Searching For Sugar Man es una película sobre la esperanza, la inspiración, y el poder de la música.
“Thanks for keeping me alive!”
In Rock and Roll, USA
In the shadow of the tallest building
I vowed I would break away
Listened to the Sunday actors
But all they would ever say”
Cuenta la leyenda, que el cantante de música folk, Rodríguez, cansado de su propia fama, se suicidó durante uno de sus conciertos, disparándose en la cabeza, o fue bañándose en gasolina y prendiéndose fuego, o quizás, se perdió en las montañas, y murió de una sobredosis.
Ocurrió en el umbral de los años 70...
Las megalómanas chimeneas industriales, completaban cierta postal grisácea en el cinturón de Detroit, una ciudad que parecía anclada en otra época, o directamente al margen del bucólico “Sueño Americano”
Allí tenía su sede la discográfica más importante de la música negra estadounidense:
Motown, fundada por Berry Gordy en 1959, fue el bastión de artistas como:
Sam Cooke, The Temptations, Stevie Wonder, Marvin Gaye, y un largo etcétera de luminarias, que contribuyeron al posterior estallido del funk, y el disco music.
Aquella congregación irrepetible, hablaba solo de una sociedad, que ya entonces se veía abrumada por los tórridos hits de rock n roll:
La moda del compendio melódico, y el desenfreno subversivo, inflamaban los prejuicios de instituciones, y políticos excesivamente acartonados.
Por si fuera poco, unos jóvenes provenientes de Liverpool, habían desecho las antiguas convenciones del pop.
Ya no valía con alcanzar el #1; también convenía dejar tras de sí, una estela de mesianismo y rumores, no tan infundados, acerca de las malas prácticas de esos ídolos etéreos y desconocidos, casi a partes iguales.
En Detroit, la decadencia aterrizaba como una losa sobre las clases más desfavorecidas.
Y, por supuesto, no era un caso aislado.
La nueva década, tampoco invitaba al optimismo.
La Guerra de Vietnam nublaba cualquier propósito conciliador:
Los cadáveres arderían en nuestro subconsciente, por culpa del Rey Lagarto, un Jim Morrison, que a finales de 1970, ultimaba los arreglos del “L.A. Woman” de The Doors, anunciando ese violento final a los pies de una selva calcinada por el napalm y la estupidez.
Así, la música ofrecía un salvoconducto ante la incertidumbre de un futuro resbaladizo.
Digamos que ponía en bandeja, el resurgimiento de las “topical songs”, canciones que intentaban dinamitar el statu quo a partir de su vocación crítica.
Ese flaco de mirada oblicua, y retórica burlesca llamado Bob Dylan, se encaramaba a la cima del rock.
Y, ciertamente, si la respuesta estaba en el viento, si los maestros de la guerra manejaban a placer los pormenores de nuestras vidas, mejor utilizar el filtro de la poesía.
Pero estamos en Detroit…
Respirando contaminación, oliendo el aceite de los motores que rugen como máquinas del progreso.
“La Tierra del Cadillac” permanece en un frío bucle, que contrasta con las historias turbulentas de bebedores, que acuden a los clubs a escuchar a músicos locales.
Una de esa típicas noches lluviosas junto al río, Mike Theodore y su socio Dennis Coffey, acuden a un local donde, según cuentan, toca un joven cantautor, llamado Rodríguez.
Sixto Díaz Rodríguez, más conocido como Rodríguez, nacido en Detroit, Michigan, el 10 de julio de 1942; es un músico y compositor estadounidense.
Sus padres, inmigrantes mexicanos, llegaron a Estados Unidos en los años 1920, por lo que lo llamaron “Sixto” por tratarse del sexto hijo de la familia.
Su pelo es negro como el azabache; canta sobre aspectos sombríos, pero de rabiosa actualidad.
Se queja, es crudo, es inteligente, es un narrador nato.
Escribe como Dios.
Visto de frente, dirías que es un guerrero azteca urbanita, no obstante, sus padres eran mexicanos.
Rodríguez, que nació en Detroit, la famosa Capital del Motor, cuna de fábricas, y de humildes proletarios estadounidenses, y con una economía en tremenda recesión desde los años 70, se ha terminado convirtiendo en una de las ciudades más pobres y abandonadas de los Estados Unidos.
No se suele hablar de Detroit, ni tampoco de las otras ciudades de otros países que tienen parecidos problemas.
Los que viven sin dinero, privados de sus derechos, sin poder alguno, pocas veces encuentran su relato.
Sixto Rodríguez, se convirtió en los garitos de esa ciudad, en la clase de rareza musical, cuyo éxito, que parecía inminente, no terminó de llegar.
En 1967, bajo el nombre Rod Riguez, lanzó el sencillo “I'll Slip Away” a través del pequeño sello Impact.
No produjo nada más en los siguientes 3 años, hasta que firmó con Sussex Records, una filial del sello Buddah Records.
A partir de su firma con Sussex, cambió su nombre profesional a Rodríguez; y grabó 2 álbumes en Sussex:
“Cold Fact” en 1970, y “Coming From Reality” en 1971.
“Cold Fact” fue el primer álbum del músico e incluye canciones que combinan folk rock, rock psicodélico, y pop, con letras de contenido social.
“Sugar Man”, que describe a un personaje sobradamente notorio, entre los asiduos callejeros, hombres complejos, a veces de mirada corta, pero instruidos en el poder insobornable del folclore; que siempre han esperado ese toque luminoso que destilan las canciones de Rodríguez.
Y, sin duda, no hay o había manera de encontrar fisuras en una obra, seguramente adelantada a su tiempo, aunque paradójicamente radiografiase hechos en presente de indicativo.
“Yo estaba preparado para el mundo, pero el mundo no estaba preparado para mí”, opinaba el músico.
Y “Cold Fact” pasa desapercibido.
Mejor dicho, es un fracaso total.
Aun guardando brillantes perlas como:
“I Wonder”, “Crucify Your Mind” e “Inner City Blues”, uno de los mejores temas de toda la historia del género, nadie habla de su ingrediente profético.
Las ventas del disco fracasaron en Estados Unidos, debido en parte, a que su sello era distribuido por Buddah Records, otra compañía discográfica que apenas tenía acceso al circuito de emisoras FM, orientado en ese entonces, a divulgar artistas de géneros similares.
Sin embargo, se convirtió en un disco de culto en Sudáfrica, donde vendió alrededor de 60.000 copias, una cifra inusual para ese país, sin contar la distribución en “bootlegs”, y sin saberlo Rodríguez en EEUU.
La razón principal de este éxito, se hallaba en que las letras de las canciones, sintonizaban con el clima de disconformidad de amplios sectores de la población joven blanca, con el apartheid, el rechazo al servicio militar obligatorio para blancos, y el clima de represión cultural y sexual imperante en los años 1970, en la sociedad sudafricana.
También, alcanzó gran difusión en Australia y Nueva Zelanda, en base a lo cual, posteriormente al conocimiento de estos hechos, Rodríguez realizó una gira por estos países, entre 1979 y 1980.
Durante los años 80, el régimen sudafricano se enfrentó a una gran amenaza, la canción “I Wonder” de un cantante estadounidense, que se convirtió en símbolo de una pequeña revolución dentro de los afrikáners, que buscaban cambiar el sistema que los gobernaba.
A pesar de la fama que alcanzo a tener Rodríguez en Sudáfrica, era muy poco los que sus fanáticos sabían sobre él, siendo lo más cerca que estuvieron de su ídolo, las fotos en la portadas de algunos de sus discos.
Las legendarias noticias sobre la muerte de este cantante, solo sirvieron para acrecentar su leyenda en una Sudáfrica, que todavía no se abría al mundo.
El éxito que este disco tuvo en los países de habla inglesa del hemisferio sur, y su estatus como uno de los símbolos de la contracultura sudafricana, en tiempos del apartheid, fueron durante muchos años, desconocidos por el propio Rodríguez.
Por otra parte, “Coming From Reality”, de 1971, es el segundo y último álbum de estudio, hasta la fecha, del músico y compositor estadounidense Rodríguez.
Al igual que “Cold Fact”, su primer álbum, también se caracteriza por sus canciones que combinan folk rock, rock psicodélico, y pop, con letras de contenido social.
Sea como fuere, Rodríguez se veía influenciado por ese ligero timbre borreguil, que entonaba Bob Dylan, pero sin arrebatos lijosos, y con unas letras cuyo nivel excedían la media del panteón.
Pero nuevamente, no consigue levantar el vuelo, sino todo lo contrario.
Fracasa dejando tras de sí, un poso de artista invisible.
Nada sorpresivo para un hombre inmune a los sueños...
El disco, fue reeditado en Sudáfrica, en 1976, con el nombre de “After The Fact”
Ni “Cold Fact”, ni “Coming From Reality” publicados en 1970 y 1971 respectivamente, funcionaron en Estados Unidos.
Probablemente era muy pronto, para que el hijo de un mexicano despuntara en Estados Unidos, dando lecciones de humanidad, y golpeando al país con el retrato de una sociedad dura.
Pero en su momento, luego de recibir críticas poco entusiastas, y debido a las bajas ventas, Rodríguez fue despedido del sello, que cerró en 1975.
¿Por qué su “fracaso” en EEUU?
Mala distribución, suerte, o un conjunto de circunstancias que consiguen lo inexplicable.
Así las cosas, Rodríguez renunció a su carrera como músico, luego de fracasar en su intento de hacerse un nombre en la escena musical estadounidense.
Sin saberse cómo, quizás por un viaje de algún turista estadounidense a Sudáfrica, con el vinilo bajo el brazo, Rodríguez alcanzó en el país africano, una fama inusitada, y se convirtió en icono musical de la oposición al Apartheid, y emblema del movimiento juvenil, al nivel de los Rolling Stones y Bob Dylan en los 60.
Sin embargo, a pesar de ser relativamente desconocido en su país natal, a mediados de los años 70, sus álbumes comenzaron a ser muy difundidos en países como:
Sudáfrica, Rhodesia, hoy Zimbabue; Nueva Zelanda, y Australia.
Todos los elementos que convierten a un músico en estrella del rock se daban:
Ventas millonarias, Discos de Oro, himnos generacionales, y canciones prohibidas por el gobierno sudafricano…
Todo esto sin que el propio Sixto Rodríguez lo supiese.
¿Dónde estaba Sixto?
¿Qué fue del músico tras aquellos 2 discos?
¿Dónde acabó sus días?
Después de que se agotaran las copias de sus álbumes del sello Sussex, el sello australiano, Blue Goose Music, compró los derechos para Australia de su catálogo, a mediados de los años 70.
El sello reeditó sus 2 álbumes de estudio, más un álbum compilación, “At His Best”, que incluía grabaciones inéditas de 1976, tales como:
“Can't Get Away”, “I'll Slip Away”, una regrabación de su primer sencillo; y “Street Boy”
Sin el conocimiento de Rodríguez, se convirtió en Disco de Platino en Sudáfrica, donde alcanzó estatus de Músico de Culto.
Gracias a ese inesperado éxito, y ahora bajo el conocimiento de Rodríguez, en 1979, realizó una gira por Australia, acompañado de The Mark Gillespie Band como banda de soporte.
Dos conciertos de la gira, fueron editados en un álbum exclusivo para Australia, “Alive”
El título de dicho álbum, jugaba con el rumor de que Rodríguez había fallecido varios años atrás.
Luego de la gira de 1979, regresó a Australia en 1981, para una gira final con Midnight Oil, tras la cual, se retiró de la vida pública.
En muchas de sus canciones, Rodríguez habla de las crueldades que enfrentan los sectores sociales más pobres y marginados de las grandes urbes.
En 1991, sus álbumes fueron editados en Sudáfrica, por primera vez en CD.
La fama que Rodríguez había alcanzado en ese país, le era completamente desconocida, hasta que en 1998, su hija mayor Eva, encontró un sitio web dedicado a su obra.
En 1998, hizo su primera gira sudafricana.
Un documental acerca de la gira “Dead Men Don't Tour: Rodríguez in South Africa 1998” fue televisado en SABC TV en 2001.
Más adelante, se presentó en Suecia, antes de retornar a Sudáfrica en 2001, y 2005.
En 2002, su canción más célebre, “Sugar Man”, apareció en “Come Get It I Got It”, álbum de mix del DJ David Holmes, lo cual le concedió nuevamente a Rodríguez, amplia difusión en la emisora de radio australiana, Triple J.
En abril de 2007, regresó a Australia para la gira “Rodríguez Australian Tour 2007”, tocando en el East Coast International Blues & Roots Music Festival, también conocido como Byron Bay Bluesfest, y al que regresó en 2010, y en conciertos en Melbourne y Sidney.
En lo personal, Rodríguez se casó, y tuvo 3 hijas:
Eva, Regan, y Sandra Rodríguez.
Actualmente, Rodríguez continua realizando giras en varios países.
Sus álbumes “Cold Fact” y “Coming From Reality” fueron reeditados en 2009, por Light in the Attic Records.
En 2012, se estrenó un documental sobre el cantante, titulado “Searching For Sugar Man”
Así pues, Rodríguez sería lo que en los EEUU consideran un “looser”
Una persona humilde, en todos los sentidos, que no consiguió entrar en un mundo de las vanidades.
Tuvo que convivir discretamente, con sus ignorados, sensibilidad y talento, pero cuando llegó su momento de gloria, lo acogió con calidez y naturalidad, sin dejarse deslumbrar.
Un artista admirable, y una persona superlativa.
Y su historia, realmente emociona.
La historia de un fantasma musical, de un héroe anónimo de la canción en la sombra, abrió paso al reconocimiento de una sociedad en torno a la ciudad de Detroit, así como el poder de la mitomanía, y la música, con Sixto Rodríguez.
“He had this kind of magical quality that all the genuine poets and artists have:
To elevate things.
To get above the mundane, the prosaic.
All the bullshit.
All the mediocrity that's everywhere.
The artist, the artist is the pioneer”
Searching For Sugar Man es un documental de drama y suspenso, del año 2012, escrito y dirigido por Malik Bendjelloul.
Protagonizada por Sixto Díaz Rodríguez, Stephen “Sugar” Segerman, Craig Bartholomew-Strydom, Dennis Coffey, Mike Theodore, Clarence Avant, Eva Rodríguez, Regan Rodríguez, Sandra Rodríguez-Kennedy, entre otros.
Malik Bendjelloul, fallecido el pasado 13 de mayo de 2014, fue un director de documentales sueco, ganador de un Premio de la Academia por este trabajo.
También, había trabajado como actor infantil en el film “Ebba och Didrik” (1990)
Malik cuenta la historia de un misterioso cantante, conocido como Rodríguez, y los esfuerzos de 2 de sus fans sudafricanos, por descubrir su paradero.
En enero de 2013, Searching For Sugar Man fue nominado al Premio Oscar en la categoría de Mejor Documental Largo, del cual finalmente resultó ganador, el cual Rodríguez, como tipo humilde que es, rechazó asistir a una entrega de premios, con el argumento de que no quería quitarles protagonismo a los realizadores.
Por su parte, el director sueco, falleció 2 años después del estreno del documental, a la edad de 36 años; siendo Searching For Sugar Man, la primera y única película que dirigió; pues Malik Bendjelloul se suicidó, después de luchar con la depresión, según informó su hermano Johar Bendjelloul.
Manohla Dargis del periódico The New York Times, escribió sobre Searching For Sugar Man:
“Usando una mezcla bien equilibrada de entrevistas, imágenes de archivo, y algunas secuencias animadas de ensueño, Bendjelloul construye una narrativa que se mueve simultáneamente en 2 direcciones, aparentemente opuestas pero complementarias.
Entrevista tras entrevista, localización tras localización, trata de entrar en el misterio de un solo hombre, incluso mientras se dirige a un mundo que en un principio, rechazó a Rodríguez, y luego lo acogió”
“Es la historia más increíble que he escuchado nunca”
Eso pensó Malik Bendjelloul hace 5 años, y fue la génesis de Searching For Sugar Man; según relata el propio Malik:
“Estaba pensado como una pequeña pieza de 7 minutos para la televisión sueca.
Pero todo el mundo se quedaba sorprendido al escuchar la historia.
Ahí creí que esto podría ser algo más grande”
¿Por qué ver Searching For Sugar Man?
El propio Bendjelloul nos da la respuesta:
“Es inspiradora, y está llena de esperanza.
Es una historia optimista”
Bendjelloul nos entrega la bella historia de un poeta, que camina cargando una guitarra por los andenes de la industrial Detroit, de finales de los 70, un espíritu vestido de negro, con sombrero de ala ancha, e inmensas gafas oscuras, que cantaba mejor, y tenía más ritmo que Bob Dylan; como si esto fuera muy difícil.
Un hombre desolado, que negaba su rostro a quienes iban a escucharlo en los húmedos y oscuros bares del pantano citadino, una sombra reflejada en el interior de las conciencias taciturnas, y los corazones galopantes, una canción llena de tripa y alma contra lo establecido, la vanidad, y el arribismo.
La voz de la libertad de un pueblo oprimido, a miles de kilómetros de distancia… un genio, un niño, un suicida.
Todo empezó a mediados de los 90, cuando Stephen “Sugar” Segerman, apodado así, en honor a su héroe maldito; melómano y dueño de una pequeña tienda de discos, se une al periodista, Craig Bartholomew-Strydom, en su tenaz investigación del árbol genealógico de Rodríguez.
Searching For Sugar Man, mantiene en vilo al espectador, iniciando un recorrido a través de las pocas pistas que se tienen de Rodríguez, algunos datos peregrinos en sus vinilos, y las sugerencias que se esconden dentro de sus enigmáticas letras.
Tomando como vehículo narrativo esas elocuentes canciones, largas prosas poéticas, que creaban paisajes visuales de la realidad del músico, el documental Searching For Sugar Man equilibra el enorme éxito en Sudáfrica, con el anonimato y silencio en Estados Unidos, retratando una nocturna y nebulosa Detroit, que cimenta esa aura de misterio en torno a Rodríguez.
¿Pero quién es el gran protagonista de esta historia?
La cegadora respuesta es Rodríguez, un cantautor de los años 70, que estaba llamado a ser aún más grande que Dylan.
Al menos era la conclusión que se escuchaba tras escuchar “Cold Fact”, un primer disco en el que sin descaro alguno, hablaba de todo aquello que veía en las calles de Detroit:
Prostitución, droga, o pobreza.
Lo hacía con una sinceridad poética que debió haberle convertido en un artista mundialmente conocido…
Pero no fue así.
La desinformación, y la inopia, es el mejor estado para disfrutar de una película que desde los planos iniciales, entre calles oscuras y misteriosas, y cuando suena “Sugar Man” a pleno sol, coloca al espectador en estado de intriga:
¿Qué canción es esta preciosidad?
¿Cómo es posible que no la conociera antes?
¿Quién es su autor?
Sixto Rodríguez, era un cantante estadounidense que vivía en Detroit, y trabajaba cantando en bares.
Era un hombre del cual no se sabía casi nada.
A finales de los años 60, Rodríguez, un misterioso músico, fue descubierto en un bar de Detroit, por 2 productores que quedaron fascinados por sus melodías conmovedoras, y sus letras proféticas.
Grabaron 2 discos, con la convicción de que el artista se convertiría en uno de los más grandes de su generación.
“Cold Fact” (1970), el cual no tuvo mucho éxito comercial.
A pesar de esto, Rodríguez fue posteriormente contactado por otro productor, con quien grabó un segundo disco:
“Coming From Reality” (1971), el que tampoco tuvo buenas ventas en Estados Unidos.
Pero la carrera de Rodríguez no fue un completo fracaso.
Su trabajo fue mejor recibido en tierra lejanas, en Sudáfrica, donde las letras de sus canciones, y el misterio que rodeaban al cantante, lo transformaron en una figura muy popular entre los jóvenes del país.
Su álbum “Cold Fact” fue adoptado como un símbolo de la lucha contra el Apartheid.
Debido a sus letras, varias de sus canciones fueron prohibidas por la South African Broadcasting Corporation.
Músicos como Koos Kombuis, Willem Möller y Johannes Kerkorrel, fueron inspirados por el mensaje de Rodríguez.
Tiempo después, surgió el rumor de que el cantante se había suicidado en medio de un concierto…
A mediados de los años 1990, 2 hombres llamados Stephen Segerman y Craig Strydom, comenzaron a investigar acerca de la identidad de Rodríguez, y la razón por la cual, el cantante nunca supo acerca de su éxito en Sudáfrica.
Para esto, examinaron las relaciones que existían entre las compañías discográficas, e intentaron contactar a los productores que trabajaron con él.
Strydom logró hablar con Mike Theodore, uno de los productores de “Cold Fact”, y al preguntarle cómo se había suicidado el cantante, Theodore le dijo que Rodríguez no estaba muerto.
Strydom escribió un artículo sobre su búsqueda, hizo una gran campaña para ello, y Segerman fue posteriormente contactado por Eva, la hija del cantante.
Y tras estas escenas, el propio Rodríguez conversa con los documentalistas, acerca de su vida.
El cantante revela, que nunca supo acerca de su éxito en Sudáfrica, y que tras grabar sus 2 discos, no pudo seguir dedicándose a la música, y trabajó en la construcción.
También se narra el viaje que hizo Rodríguez a Sudáfrica, en marzo de 1998, donde tocó 6 conciertos.
Luego de esto, el cantante siguió viviendo de forma modesta en Detroit, regresando de forma esporádica al país africano, para tocar algunos conciertos.
La rocambolesca historia que se va derivando, al intentar responder a lo que constituyen solo las cuestiones iniciales, más que cerrar dudas, multiplica el pasmo:
Como en un apasionante thriller, gracias a la inteligentísima dosificación de la información, se descubre la personalidad olvidada de un músico estadounidense, con un nombre tan anónimo como Rodríguez, quien, como tantos otros de los años 60 y 70, hizo solo 2 discos, “Cold Fact” (1970) y “Coming From Reality” (1971), y cayó en el olvido; en todas las partes del mundo, menos en una.
Y la revelación es múltiple:
No solo se trata de contar una historia tan real como increíble, sino de rescatar un talento muy considerable, que igual que otros, se quedaron sin poder desplegar sus evidentes capacidades.
También, de crear emociones:
Algo tan sencillo como el relato verbal de la primera vez que uno de los buscadores escuchó la voz de Sixto Rodríguez, al otro lado del teléfono, alcanza un clímax inigualable, gracias a la ordenación previa por parte del sueco Malik Bendjelloul, de todos los materiales de la narración, y de las pruebas conseguidas.
Como un fantasma felizmente vivo, Rodríguez continúa ahora, en la realidad del relato, de este documental que parece ficción.
Searching For Sugar Man examina, a través de una prodigiosa estructura, sacada de un relato detectivesco, muchísimas cosas, y de modo muy sutil.
Para empezar, quien se quedó con los beneficios del éxito amplio de Rodríguez en Sudáfrica, y para continuar, cuánto hay de verdad y de leyenda, en la mitología que rodeaba al cantautor.
A partir de esta búsqueda, el narrador convierte la historia, en algo lleno de capas y de matices:
Quienes eran los pobres, qué pasa con todos los que no triunfan, y se interroga, y también nos interroga a nosotros.
Nos preguntamos entonces, si todas las canciones olvidadas, son canciones merecedoras de ese olvido, si somos dueños de las cosas que ya no se recuerdan.
Y entonces, vuelve la memoria al espectador, y a la pantalla.
Y, claro, no parece Searching For Sugar Man una película debutante de su director, pues tal es su grado de madurez narrativa y sabiduría que asombra.
Searching For Sugar Man, también es un retrato de cómo ha cambiado la manera de comunicarnos, en un periodo de tiempo muy corto; en la edad de las redes sociales, resulta increíble ver, como hace tan solo 30 años, para un grupo de personas, era imposible acceder a la información de sus artistas favoritos, etc.
“Sugar man you’re the answer
That makes my questions disappear”
¿Por qué no triunfó Rodríguez?
Bendjelloul agrega:
“Él era un tipo distinto de artista.
Cantaba de espaldas a la gente todo el tiempo, lo que quizás no era muy comercial.
Además no le gustaban los compromisos discográficos”
Por ejemplo, todo el mundo le pedía a Sixto que, tal y como había hecho Bob Dylan, nacido con el nombre de Robert Zimmerman, adoptara un nombre “más comercial y estadounidense.
Pero él dijo, no lo voy a hacer, soy Rodríguez, soy mexicano, y esto es lo que soy”, cuenta Malik a la vez que reconoce:
“Esto le causó un problema, pero también es la razón por la que la gente le quería.
Los artistas deben ser así, gente con convicciones”
Tras el fracaso de sus 2 únicos discos de estudio, Rodríguez desapareció, y sin problema alguno, volvió a trabajar en la construcción, “aceptando muy orgulloso, trabajos que nadie hubiera aceptado”, narra el documental Searching For Sugar Man.
A raíz de este hilo argumental, Bendjelloul logra emocionar y sorprender a cada momento, gracias a las pistas que sigue, para descubrir qué fue de aquel misterioso hombre, que daba la espalda a su público.
Curiosamente, la respuesta tiende un puente entre Estados Unidos y la Sudáfrica que clamaba contra el Apartheid.
La banda sonora, conformada al 100% por las canciones de Rodríguez, es otra de las grandes maravillas de Searching For Sugar Man.
Es sin duda, la mejor forma de conocer la obra preciosa, profunda, y desgarrada, de este hombre que fue víctima de la ironía, y a la vez, de una industria musical casi mafiosa, y aprovechada.
“La música es duradera e impacta en la vida de la gente.
Searching For Sugar Man cuenta la historia de un hombre, que merece ser descubierto”, confiesa el director.
“Porque he perdido mi trabajo / dos semanas antes de navidad / y busqué a Jesús en una alcantarilla / y el Papa dijo que ése no era su jodido asunto”
Oímos la preciosa voz de Rodríguez, y oímos esta canción que no es solamente sobre él, o sobre un deseo.
Es sobre la desesperación, es sobre las voces que no dejan de existir, aunque dejen de oírse.
Su poesía y sus discos son hondos, dotados de la belleza de quien ha encontrado una manera de explicarse a sí mismo, y al mundo, a la parte del mundo que le ha tocado ver y entender.
Es el mundo en el que “el beso más hermoso que obtuve / es el que nunca he saboreado”
Porque las canciones no están pensadas para ser de unos pocos, sino para ser de todos, y precisamente porque son de todos, está muy bien que las canten todos.
Por eso amamos las canciones populares.
El valor de su música en la Sudáfrica del Apartheid, es incuestionable.
Las letras de sus canciones, más oscuras que las de Bob Dylan, pero con el mismo talante de libertad y reivindicación, influyeron de manera decisiva, en la mentalidad de los jóvenes sudafricanos de los años 70 y 80, creando un ambiente contracultural, que difícilmente podía reprimir el gobierno con su censura.
Y son sus canciones, un valor central en Searching For Sugar Man pues, no lo olvidemos, estamos ante un documental musical en toda regla.
Temas como:
“Sugar Man”, “Crucify Your Mind” o “Inner City Blues”, podían haberse convertido en himnos generacionales en todo el mundo, pero sólo ocurrió en Sudáfrica.
El oscuro cantautor de Detroit, podría haber llegado a ser una gran estrella, pero curiosamente, no se arrepiente de su vida...
No guarda rencor a nadie, y es feliz con el destino que le ha deparado su suerte.
En la parte final de Searching For Sugar Man, asistimos a la primera visita de Rodríguez a Sudáfrica, para dar unos conciertos en medio del delirio generalizado del público.
Ni él ni sus hijas podían creerlo.
Sin embargo, a su vuelta a Detroit, no cambia ni su vida, ni sus humildes costumbres.
Para Rodríguez, solo hay 3 necesidades básicas:
Comida, ropa, y cobijo.
Una vez que llegas a ese nivel, todo lo demás es una capa de adorno.
Y al final, estamos emocionados de verdad.
Sabemos que lo que hemos visto es real, existe, no nos viene prometido a través de una ficción, del trabajo magnífico de unos actores, de unos escritores, de unos directores, de unos compositores.
Todo lo que hace aquí Malik Bendjelloul, es acaso lo imposible:
Darnos un trozo de memoria, un buen pedazo de canciones, hacerlas nuestras, y eternas.
Pero hay un aspecto que me interroga:
Aparece Rodríguez, sus hijas, sus amigos:
¿Por qué el guión se olvida de la(s) mujer(es) de la vida de Rodríguez?
También, se acusa al director, de falsear la significación política del artista, en el movimiento anti-Apartheid .
Músicos como Johnny Clegg and Savuka, fueron más activos y efectivos en esta causa.
Y si a muchos afrikáner les atrajo Rodríguez, fue porque hablaba con libertad de sexo y drogas, mientras ellos sufrían represión y aislamiento internacional.
Pero la escritora zimbabuense, Barbara Nussbaum, defiende que las letras “anti-establishment” de sus canciones, calaron muy profundamente en aquella realidad, más cercana al desencanto de Rodríguez, que al canto esperanzado de John Lennon.
Sin embargo, la crítica más dura a Searching For Sugar Man, tiene que ver con otra acusación, lanzada el año pasado, con el estreno australiano del documental, donde ni siquiera menciona, que mucho antes de la gira sudafricana de 1998, Rodríguez realizó una triunfal gira por Australia en 1979, propiciada por una reedición local de sus discos, muy buscados allí por surfers y hippies, seguida de una segunda visita en 1981 , cuando ya se apagaba aquella fama, degustada una década después de su debut.
“Creí que era lo más alto que llegaría mi carrera” reconoce el cantante a la revista Rolling Stone.
“No pasó mucho después de aquello.
Ni llamadas, ni nada”
Así que volvió a colgar la guitarra, regresó a su trabajo en la construcción, y siguió siendo un “don nadie” en su hogar, y en la mayoría del planeta.
Tal vez por eso, Bendjelloul obvió el fenómeno australiano; tal vez para que la realidad no le estropeara una buena historia.
O quizá exista otra razón de peso, que él nunca ha ocultado...
En una reveladora entrevista con The Independent, que iluminaría a mucho “hater”, preguntaban al documentalista, si se arrepentía de haber omitido ciertos datos sobre el artista:
“No, porque cuento la historia tal y como se la escuché por primera vez a Sugar” el realizador se refiere a Steve Segerman, uno de los sudafricanos protagonistas de Searching For Sugar Man.
“Imagina que eres un fan de Jimi Hendrix, y quieres desvelar los detalles de su muerte, pero entonces descubres que él sigue vivo, y acabas cambiando la vida de Hendrix.
Me pareció una historia increíble.
Y mientras montaba Searching For Sugar Man, esa fue siempre mi guía argumental, contar la historia desde los ojos de ese fan”
Ese es el quid de la cuestión.
Presuponen que el objetivo de Searching For Sugar Man, es relatar vida y obra de Rodríguez, cuando en realidad, trata de su busca y captura, del inaudito encuentro entre un ídolo fantasmal, y 2 habitantes de un país que quedó aislado del mundo.
Por tanto, Searching For Sugar Man te hace plantearte algunas cosas:
¿Qué es el éxito?
¿Qué es el fracaso?
¿Y qué actitud afrontar ante ambos?
¿Puedes ser un auténtico triunfador, mientras llevas una vida en la que nada apunta a los cánones del éxito?
¿Cuánta gente anónima, que podríamos considerar “fracasados” en realidad tienen una historia detrás de triunfo?
¿Realmente el ser un ganador, es tener dinero y una vida lujosa... o por el contrario, es el reconocimiento de quienes te admiran, y llevar una vida digna y pacífica?
Con solo 2 discos, que hacen bueno cualquier mito en torno al poder de la música, y al concepto del “Efecto Mariposa”, y como nuestro hilo vital, que vibra en derredor y sin conciencia, puede ser mayor de lo pensado.
Una humildad y serena positividad que ilusiona.
Por supuesto, que se alegra al conocer su éxito, pero más allá de este acto de justicia reparadora, lo que nos queda es la imagen de un hombre íntegro, honesto en su sencillez, un hombre que descubre una situación extraordinaria, pero que no le supone un cambio en su status, ya que Sixto Rodríguez, nunca creyó ser un fracasado.
Este es un retrato de lo que el éxito debería significar.
¿Dinero, posesiones, lujos?
No, el éxito es continuar siendo uno mismo, pese a todos los reveses de la vida.
Ser honesto con uno mismo, disfrutar con lo se tiene, lo que uno siente, y lo que uno hace por sencillo y humilde que parezca, es el auténtico triunfo.
Así, Searching For Sugar Man hace justicia, con el verdadero concepto de “working class hero” musical, un músico de extrarradio de la ciudad obrera de Detroit, que ajeno al éxito de sus canciones, ha seguido toda su vida trabajando en la construcción, y restauración de edificios.
En el fondo, no estamos lejos de un “Fairy Tale” con mensaje, y final feliz, a ritmo de folk.
Un suceso para sumergirse en los entresijos de las compañías discográficas, y un cuento grandioso, sobre los caprichos de la fama, y las verdaderas prioridades de la vida.
La historia de un resurrecto, con las últimas escenas grabadas con una aplicación de un teléfono celular, por falta de presupuesto.
El efecto reparador del documental, al sacar a la luz la silente vida de Rodríguez, y sus poderosas canciones, ya justifican la importancia de Searching For Sugar Man, brindándole un público mayor, a este héroe anónimo, alejado de la iconoclasta representación de mitos de la industria musical de EEUU.
A Rodríguez se le encontró, y se le pudo situar en el mapa, pero:
¿Y el dinero de aquellas ventas millonarias en Sudáfrica?
Ni rastro.
Como sugiere una de sus hijas:
“A lo mejor otros, sí se hicieron ricos”
El documental Searching For Sugar Man provocó la reaparición del músico, en una gira mundial, y que cambió definitivamente la vida de este artista, así como del director, productor, editor, y montador de Searching For Sugar Man, que ahora ha fallecido repentinamente, en la capital de Suecia.
Pues parecía que Malik Bendjelloul, tenía toda una carrera por delante...
Su primer largometraje, el documental Searching For Sugar Man (2012) sobre la inesperada popularidad del músico, Sixto Rodríguez, en el Apartheid sudafricano, le brindó reconocimiento, éxito internacional, y una larga colección de galardones, entre ellos, El Oscar de Mejor documental, y los premios del Público, y Especial del Jurado en El Festival de Sundance.
De ahí el mazazo que supone, recibir la noticia de su muerte, debido a causas todavía desconocidas.
La policía de Estocolmo, encontró el cuerpo sin vida del joven cineasta.
De momento no se ha facilitado más información sobre las circunstancias de su fallecimiento, pero se descarta que se trate de un crimen.
“Lo único que puedo decir, es que no hay sospechas de que haya sido una muerte violenta”, ha declarado a los medios, el oficial de la policía de Estocolmo, Pia Glenvik.
Y es que gracias a su obra cinematográfica, fascinante, asombrosa, emocionante, triunfante... muchas pueden ser las palabras para describir Searching For Sugar Man, de quien influyó en el movimiento juvenil contra el Apartheid, y la contra cultura de los años 60, con canciones con letras rompedoras, voz sugestiva, y armónicos intimistas.
La obra del director, que usa inclusive imágenes generadas por computadora, con tomas reales de los años 60, 70 y 90, se mezclan con precisión de relojería, a la narración con música de Rodríguez, y logra que el espectador, corra a comprar un disco de este artista, que bien merece reivindicarse en el puesto de los grandes cantautores del pasado y convulso siglo.
Searching For Sugar Man es uno de esos films, que transmite positivismo a través de un modelo de superación.
Searching For Sugar Man es una película sobre la esperanza, la inspiración, y el poder de la música.
“Thanks for keeping me alive!”
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