Twelve O'Clock High

“I believe that to a certain degree, a man makes his own luck”

No todos pueden soportar la visión de ciertas cosas, como la crueldad gratuita, el ensañamiento, la violencia llevada a sus máximas expresiones, las situaciones de terror constantes, las mutilaciones más monstruosas, el sentimiento de culpa de sobrevivir mientras otros mueren, la aterradora posibilidad de no volver a ver a los seres queridos: padres, novia o mujer, hijos, etc.
La Fatiga de Combate, es un trastorno psicológico, caracterizado por un tipo de neurosis, que se evidencia como un síndrome de estrés y repulsión al combate.
En La Primera Guerra Mundial, se solía confundir la fatiga de combate, con la cobardía ante el enemigo.
Algunos estudios preliminares que se realizaron en aquella época, lo denominó “síndrome shell-shock”; pero no fue hasta avanzada La Segunda Guerra Mundial, que especialistas de los países aliados, lograron conceptualizar la fatiga de combate, como un tipo de trauma psicopatológico, manifestado como una neurosis, asociada la exposición prolongada de muertes masivas, explosiones, tableteos de ametralladoras, en particular, a aquellos que predominaban los bombardeos constantes, escenas “shockeantes” o el ruidoso ambiente propio de una batalla.
En las condiciones habituales de los horrores de las trincheras, los hombres se quebraban en alta proporción.
Forzados a quedar encerrados allí, inermes, con la constante amenaza de aniquilación, y obligados a ser testigos de la mutilación, y muerte de sus camaradas, sin esperanza de salvación, muchos soldados comenzaban a comportarse como mujeres histéricas.
Gritaban y lloraban, fuera de control.
Se paralizaban, y no se podían mover.
Se volvían mudos e inexpresivos.
Perdían la memoria, y la capacidad de sentir.
Se estima que “El Síndrome de Fatiga De Combate” representó el 40% de las bajas británicas en La Gran Guerra.
La fatiga de combate en las líneas soviéticas, alentada por la crueldad de la oficialidad soviética, que enviaba a masas de soldados al sacrificio durante La Segunda Guerra Mundial, fueron causa de que se pasaran por miles al lado alemán, transformándose en “hiwis”
Como señalé, la fatiga de combate, se suele desencadenar, a partir del ruido constante de explosiones, ruidos del funcionamiento constante de armas, presenciar la muerte de camaradas en el combate, etc.
Esta se manifiesta de diferentes modos, dependiendo del perfil de personalidad del sujeto, puede ser expresado por ataques de histeria, pasividad y mutismo, o parálisis de miembros, incapacidad para percibir el entorno, o descontrol de emociones reprimidas.
Los síntomas pueden ser variados:
Mutismo, mudez, sordera, inestabilidad emocional, apatía, falta de concentración, sudoración fría, trastornos del sueño, convulsiones musculares, desinterés del entorno etc.
Incluso, algunos soldados afectados, pueden rehusar disparar a matar, cuando el enemigo es sentido como similar a sí mismo.
La reiteración de órdenes de aniquilación, por parte de sus superiores, provoca la fatiga de combate.
Incontables son los casos, en que el soldado afectado, se ha vuelto contra sus superiores.
La fatiga de combate supone, en el sujeto que la padece, un quiebre del temple emocional, en la lucha antagónica entre el instinto de supervivencia, y el horror del escenario bélico al que se enfrenta, mientras más peligrosas son las misiones, se establece una mayor predisposición a padecer la neurosis.
Incluso, cuando se retira al soldado del escenario bélico, transformándose en un veterano de guerra, la fatiga de combate reaparece en tiempos de paz, ante determinadas situaciones, y puede afectar al individuo de por vida.
Muchos individuos afectados por fatiga de combate, han protagonizado hechos luctuosos.
La cura de la fatiga de combate es compleja, se ha experimentado realizando curas de sueño, drogas ansiolíticas, traslado a lugares tranquilos, son algunas de las indicaciones de los psiquiatras.
En 1980, por primera vez, el síndrome característico de Trauma Psicológico, se convierte en un diagnostico formal:
Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT) el cual fue posterior a Vietnam.
Gradualmente, los psiquiatras militares, se vieron forzados a admitir que estos síntomas, eran debidos a un trauma psicológico.
El stress emocional de la exposición prolongada a muertes violentas, era suficiente para provocar un cuadro neurótico similar a la histeria, en los hombres.
Se lo intentó justificar, cuestionando la calidad moral de los afectados, considerándolos cobardes, o que fingían.
Se los llamó “inválidos morales”
Algunos fueron incluso, sometidos a Consejos de Guerra, o dados de baja deshonrosa.
Hasta que comenzaron a aparecer algunos casos de héroes condecorados, que también caían víctimas del cuadro.
Se vio que hombres, sin duda valientes, sucumbían ante el miedo abrumador; que el elemento preventivo más eficaz, no era el patriotismo, principios abstractos u odio al enemigo.
Era la camaradería, apoyo, y unión de los soldados entre sí, y con su líder.
En el caso de los líderes, los primeros síntomas del trastorno, suelen evidenciarse además, en la falta de concentración, los olvidos, el desánimo, la depresión, y los sentimientos de culpa.
Durante mucho tiempo, estos comportamientos fueron juzgados como carencia de temple, falta de coraje, y cobardía, incluso después de haber sido descritos clínicamente.
“If there's a bombardier who can't hit his plate with his fork, you get him.
If there's a navigator who can't find the men's room, you get him.
Because you rate him”
Twelve O'Clock High es una película de drama bélico estadounidense, del año 1949, dirigida por Henry King.
Protagonizada por Gregory Peck, Hugh Marlowe, Dean Jagger, Gary Merrill, Millard Mitchell, Paul Stewart, Robert Arthur, John Kellogg, Robert Patten, Lee MacGregor, Sam Edwards, entre otros.
El guión es de Sy Bartlett, y Beirne Lay Jr., basados en la novela de Sy Bartlett y Beirne Lay Jr.
Twelve O'Clock High fue galardonada con 2 premios Oscar:
Mejor Actor Secundario (Dean Jagger) y Mejor Sonido (W.D. Flick y Roger Heman Sr.)
Twelve O'Clock High, está dedicada a los pilotos de EEUU que lucharon en Europa en 1942, y que empezaron a dinamitar las posiciones nazis.
Twelve O'Clock High nació, cuando 2 oficiales del ejército aéreo de los Estados Unidos, Sy Bartlett y Beirne Lay, decidieron novelar sus experiencias durante La Segunda Guerra Mundial.
En principio Twelve O'Clock High iba a ser dirigida por el famoso director William Wyler, y protagonizada por el actor John Wayne, que debía encarnar al personaje principal, ya que iba a ser producida por Paramount.
Pero entonces, Darryl F. Zanuck pujó para atraer el proyecto para la 20th Century Fox, pagando por aquel entonces, la extraordinaria cifra de $100,000 por los derechos.
Lo consiguió, y como director, contrató a Henry King, otro experto en aviación, quien fue el primero en pilotar su propio aeroplano, para ir en busca de localizaciones.
Gran parte de la historia, se ocupa de su lucha para batir a su grupo en una unidad de combate disciplinada, a pesar de las fuertes pérdidas y ataques fulminantes por cazas alemanes sobre sus objetivos.
Material de archivo de combate real, se utiliza en este drama bélico intenso.
Por lo que Twelve O'Clock High, es bastante fiel a lo que era la vida normal para las escuadrillas de B-17 de EEUU, que bombardearon Alemania.
Mucho más allá de los usos y costumbres del género, Twelve O'Clock High nos habla con enorme sabiduría de conflictos internos, de personalidades rotas, de hundimientos y depresiones, en el siempre difícil interior de los seres humanos.
Una buena parte de la producción, fue filmada en Eglin Air Force Base, y sus campos auxiliares asociados cerca de Fort Walton Beach, Florida, EEUU.
El término “Twelve O'Clock High” se refiere a la práctica de anunciar los cargos para atacar a los aviones enemigos, por referencia a una esfera de reloj imaginario, con el atacante en el centro.
Los términos “high” por encima del bombardero, “level” a la misma altitud que el terrorista, y “low” bajo el bombardero, para refinar aún más la ubicación del enemigo.
Así, Twelve O'Clock High significaba, que el atacante se acercaba directamente desde adelante y arriba.
Esta ubicación, fue preferida por los pilotos de caza alemanes, ya que, hasta la introducción de la torreta Bendix de barbilla, en el modelo B-17G, la nariz de la B-17, era la parte más ligera, armada y vulnerable en el bombardero.
Combatir al enemigo desde arriba, eran también difícil para los B-17, debido a sus altas velocidades de cierre.
Se cuenta que la esposa de Sy Bartlett, la actriz Ellen Drew, lo nombró después de escuchar la historia de Bartlett y Lay, cuando discutían tácticas de combate alemanas, que los ataques por lo general, involucraban al frente y por arriba:
“Twelve O'Clock High”
Twelve O'Clock High está preservada desde 1998, en The National Film Registry, de La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, por ser considerada “culturalmente, histórica, o estéticamente significativa”
Twelve O'Clock High generó una serie de televisión del mismo nombre, que fue exhibida por ABC, desde septiembre de 1964 a enero de 1967, dirigida por Richard Donner.
Twelve O'Clock High ha sido ampliamente utilizada, tanto en círculos civiles como militares, para enseñar los principios de liderazgo.
Se requiere visionado en todas Las Academias Militares de Estados Unidos, en los programas ROTC, Escuela de Oficiales de Los Guarda Costas, en Las Escuelas de Oficiales y de Jefes de Escuadrón de La Fuerza Aérea de los EEUU.
Twelve O'Clock High encierra el buen liderazgo en tiempos de guerra, y los sacrificios que conlleva para una persona con empatía.
La disciplina, el esfuerzo, la trascendencia de las acciones, el patriotismo, la superación personal, la llegada de la madurez, el miedo y su vencimiento, el espíritu de grupo, el sacrificio, el heroísmo, la tragedia, la emoción y la tensión.
La acción nos sitúa en una base aérea de la 8ª Fuerza Aérea de EEUU en Inglaterra.
La escuadrilla de bombarderos 918, es una unidad que lleva varias semanas combatiendo, y a la que las fuertes bajas han minado la moral de combate.
En los comienzos de La Segunda Guerra Mundial, El Coronel Keith Davenport (Gary Merrill) es el comandante de una base aérea de bombarderos estadounidenses en Inglaterra.
La unidad ha sido formada apresuradamente, y enviada al frente con poca instrucción y experiencia, lo que ha resultado en grandes pérdidas de personal y aviones.
La moral es muy baja entre los aviadores, y El Coronel Davenport está muy afectado por la pérdida de su personal, y cree que las bajas se deben a la estrategia de bombardeo realizada a pleno día, siguiendo la táctica de bombardeo de precisión, lo que exponía a sus aviones, al ataque de aviones enemigos, y al fuego antiaéreo alemán, al presentarse sobre sus blancos en formación cerrada.
Así pues, llega a la base, la orden de reducir la altura de bombardeo, para lograr una mayor precisión.
Esta orden le parece desquiciada al Coronel Davenport, y viaja hasta El Cuartel General, para pedir una explicación, ante una orden que sabe, causará más bajas entre sus tripulaciones.
Allí se entrevista con El Brigadier General Frank Savage (Gregory Peck), quien amablemente le recuerda, que las órdenes que ha recibido, han sido cuidadosamente estudiadas.
Al Coronel Davenport no que queda otra que aceptar, y regresa a su base, decepcionado.
Sin embargo, su visita ha sido notada por El General Patrick Pritchard (Millard Mitchell), Jefe del Comando Aéreo, que decide hacer una visita a la base del Coronel Davenport, para informarse de la causa del fracaso de éste.
Luego de interrogar al Coronel y a sus subalternos, El General Pritchard llega a la conclusión, que el Coronel está demasiado comprometido emocionalmente con su personal, y decide reemplazarlo.
De regreso en su Cuartel General, decide nombrar al General Savage, en reemplazo del Coronel Davenport.
El General Savage tenía mucha experiencia en bombardeos, al haber sido uno de los primeros en participar en los bombardeos de Alemania.
El General Savage asume el puesto, y comienza a aplicar una dura disciplina entre el personal, comenzando por arrestar al Teniente Coronel Ben Gately (Hugh Marlowe), acusándolo de no cumplir con su deber, al no asumir el mando en el período de traslado del Coronel Davenport, hasta su llegada.
El General Savage lo releva del mando, y coloca en su lugar, al Mayor Joe Cobb (John Kellogg), uno de sus comandantes.
El Teniente Coronel Gately es un oficial de carrera, con una historia familiar en las fuerzas armadas estadounidenses, pero aun así, El General Savage lo nombra Comandante de una tripulación conocida por su poca eficiencia.
Las actitudes del General Savage, terminan por causar las solicitudes de traslado, de todos los pilotos de la base.
El General, sin embargo, sigue empeñado en la aplicación de la disciplina, para lograr resultados, y convence al oficial encargado de los traslados, El Mayor Harvey Stovall (Dean Jagger), de demorar por un tiempo los trámites.
El General Savage comienza un entrenamiento intensivo, que comenzará a dar resultados, al notar las tripulaciones que sus aviones, comienzan a ser menos blanco de los ataques de la Luftwaffe.
El prestigio del General aumenta después de una misión, cuando logra regresar con su grupo intacto.
Sin embargo, las solicitudes de traslado siguen en pie.
El General busca la ayuda del Teniente Jesse Bishop (Robert Patten), para que logre convencer a sus compañeros de cambiar de actitud.
Luego de un tiempo, El Teniente Bishop, logra que sus camaradas retiren sus solicitudes de traslado.
Un tiempo después, El Coronel Gately resulta herido en una misión de combate, y es hospitalizado.
El General Savage cambia su actitud hacia él, y lo restituye en su puesto, logrando el aprecio y la amistad del Coronel Gately.
Los bombardeos sobre Alemania son cada vez más alejados de la base, y los riesgos de ser derribado o muerto, aumentan.
Las bajas vuelven a ser numerosas, incluyendo al Teniente Jesse Bishop entre ellas.
El General Pritchard, intenta hacer regresar al General Savage a su antiguo puesto en El Comando, pero éste le responde, que su presencia es todavía necesaria como Comandante de la base aérea.
Llega una orden de bombardear una fábrica de rodamientos, y la misión resulta con muchas bajas, hechas por la aviación alemana que defiende la fábrica.
El General Savage ve como el avión del Mayor Joe Cobb, aquel que había reemplazado al Coronel Gately, explota en el aire, al ser alcanzado por el fuego antiaéreo.
El General sufre un choque emocional por la pérdida.
El bombardeo resulta a medias, y El General Savage decide realizar una segunda misión al día siguiente, para terminar de destruirla.
Vuelve a colocar al Coronel Gately en su puesto original, reemplazando al Mayor Cobb.
Llega el día siguiente, y El General Savage resulta imposibilitado de dirigir la misión, a causa de su shock emocional, quedando temporalmente catatónico.
El Coronel Gately asume entonces el mando de la misión, y logra destruir la fábrica, sufriendo un mínimo de bajas.
El Coronel Savage, al ver regresar a sus pilotos, comienza a recuperar su equilibrio emocional, y sigue dirigiendo la base, hasta finalizar la guerra.
El actor Gregory Peck, llega con la fama de duro e insensible, pero al estar diariamente envuelto en decisiones que implican la muerte de una buena parte de sus subordinados, atraviesa, fatalmente, por una etapa de crisis de “neurosis de guerra”, al irse convirtiendo en lo que más detesta:
Un Comandante que funciona a través de las emociones, desafiando la propia lógica de la guerra y sus órdenes.
Lo brillante de los diálogos, y lo bien resuelto de las situaciones planteadas en torno a dicho conflicto, logran que el espectador se involucre en el drama, sin necesidad del accesorio de las secuencias de batallas.
Twelve O'Clock High, a pesar de sus escasas escenas de acción bélica, es un intenso filme de guerra, cuya trama se centra en mostrarnos la enorme tensión a la que se enfrenta El General Savage, inspirado, en la vida real en El Major General Frank A. Armstrong, del 8º Regimiento de La Fuerza Aérea de EEUU, apostado en Inglaterra, desde donde está encargado de enviar a sus hombres, pilotos de bombarderos, a misiones casi suicidas en Alemania, o mejor dicho, como dicen en Twelve O'Clock High:
“Llevarlos al punto del máximo esfuerzo”
“I guess I don't have to tell you what's coming, Frank”
Twelve O'Clock High narra el camino para convertirse en líder, que recorre El General Savage, tras relevar a un amigo como Comandante de la 918, conocida como “la de la mala suerte” por sus malos resultados, y el alto número de pérdidas, lo que en Twelve O'Clock High se revela como un problema de liderazgo.
Twelve O'Clock High, en vez de describir los combates aéreos, centra su atención en la lucha interna de los pilotos, sometidos a la tensión del combate, y la angustia extrema que supone arriesgar la vida a cada momento.
Las almas de esos aviadores, están siendo consumidas en la hoguera de la guerra, hasta el punto de atormentar sus espíritus.
En ese aspecto, el desarrollo del guión es sobresaliente, presentando a la perfección, los distintos puntos de vista del mando, y los combatientes.
El otro eje argumental, es la cuestión del liderazgo, confrontando las 2 maneras posibles de ganarse a los hombres:
Con compresión o dura disciplina.
El Coronel Davenport, pierde su capacidad de mando, por implicarse emocionalmente con sus hombres, mientras que El General Savage será el encargado de aplicar la disciplina, e inculcarles a sus hombres el “esprit de corps”, el orgullo de cuerpo, aunque finalmente, no podrá evitar caer en la misma implicación emocional, que destruyó al anterior jefe de escuadrilla.
Twelve O'Clock High utiliza como apertura, el elemento de reflexión en diversas formaciones sobre liderazgo, ya que aporta un número importante de lecciones.
Evidentemente, Twelve O'Clock High se centra en lo que la guerra afecta a los hombres en su ser, ya que muchos de ellos, simplemente no saben porque tienen que ser ellos, los que estén luchando en suelo extranjero, mientras otros de sus conciudadanos, siguen disfrutando de las comodidades de su terruño, siendo una de las primeras, en mostrar abiertamente, los problemas de neurosis de guerra.
Twelve O'Clock High le significó a Gregory Peck, su 4ª nominación al Oscar en su rol del General de Brigada Frank Savage, y la primera de las 6 ocasiones en que sería dirigido por el veterano Henry King, con el cual, mantuvo una sólida amistad, hasta su muerte en 1982.
El Brigadier General Frank Savage, se creó como un compuesto de varios comandantes, pero la inspiración principal, fue El Coronel Frank A. Armstrong, Comandante de grupo de la bomba 306.
El nombre de “Savage” fue inspirado por la herencia Cherokee de Armstrong.
Además de su trabajo con la 306, que duró sólo 6 semanas, consistió principalmente, en la reconstrucción de la cadena de mando dentro del grupo, Armstrong venía anteriormente realizado, una tarea similar con el grupo 97° y muchas de las escenas de formación y disciplinarias en Twelve O'Clock High, se derivan de esas experiencias.
Hacia el final de Twelve O'Clock High, la fatiga de batalla casi catatónica que El General Savage sufrió, y las misiones desgarradoras que se llevaron a cabo, se inspiraron en las experiencias del Brigadier General Newton Longfellow, aunque los síntomas no se basaban en todo caso de la vida real, pero se pretende retratar los efectos del estrés intenso, que experimentaron muchos aviadores.
El Mayor General de Pritchard (Millard Mitchell) está inspirado en El Primer Comandante del Comando de Bombarderos VIII, El Mayor General Ira C. Eaker.
El Coronel Keith Davenport (Gary Merrill) se basó en El Primer Comandante del 306°, El Coronel Charles B. Overacker, apodado “Chip”
De todas las personalidades retratadas en Twelve O'Clock High, la del Coronel Davenport asemeja más estrechamente, con su homólogo de la vida real.
La primera escena en la que se enfrenta Davenport a Savage sobre una orden de una misión, fue una cercana recreación de un hecho real.
El Mayor Harvey Stovall (Dean Jagger), quien es un ex piloto de La Primera Guerra Mundial del Servicio Aéreo del , que ha vuelto al servicio activo como un ayudante, se inspira en William Howard Stovall, un as de la aviación de La Primera Guerra Mundial, que regresó al servicio activo como Comandante de Las Fuerzas Aéreas del Ejército de EEUU, a la semana siguiente de Pearl Harbor, y se desempeñó como Ministro Consejero del Estado Mayor para el personal de La 8 ª Fuerza Aérea en Inglaterra, por sus camaradas de La Primera Guerra Mundial, El General de Brigada Frank O'Driscoll Hunter, y El General Carl Spaatz.
El Segundo Teniente Jesse Bishop (Robert Patten), el cual fue nominado para la Medalla de Honor, y tuvo su verdadero homólogo de la vida real, en La Segunda Guerra, al Teniente John C. Morgan.
La descripción de la lucha del obispo, para controlar al suicida, después de que su piloto fue golpeado en la cabeza por fragmentos de un proyectil de cañón de 20 mm, es tomada casi literalmente de la citación de La Medalla de Honor de Morgan.
Los detalles, se pueden encontrar en la bitácora de Twelve O'Clock High.
Robert Patten, había sido un Navigator USAAF, en La Segunda Guerra Mundial, el único miembro del reparto, con experiencia tripulación aérea.
El Sargento McIllhenny (Robert Arthur) se elaboró a partir de un miembro del grupo 306°, El Sargento Donald Bevan, un artillero calificado que se le asignó trabajos terrestres, incluido conductor a tiempo parcial para El Comandante de su escuadrón.
Bevan había recibido publicidad como “gunner polizón” similar a McIllhenny en la Twelve O'Clock High, a pesar de que en realidad, él había sido invitado a volar misiones.
Como McIllhenny, que resultó ser un “artillero nato”
El “tipo duro”, El Major Joe Cobb (John Kellogg) está inspirado en El Coronel Paul Tibbets, que había volado B-17 con El Coronel Armstrong.
Tibbets fue contratado inicialmente, como asesor técnico de Twelve O'Clock High, en febrero de 1949, pero fue reemplazado poco después, por El Coronel John H. DeRussy, un ex oficial de operaciones para el grupo de la bomba 305ª.
Los mapas de ruta se ven en Twelve O'Clock High, indican que Archbury estaba muy cerca de la ciudad de Aylesbury, aunque la 306 BG, sobre la cual el 918° fue modelado vagamente, se encuentra en la RAF Thurleigh.
Cabe señalar enfáticamente, que lo que en Twelve O'Clock High vemos, no es más que una parte de una serie de bombardeos que constituyeron la llamada en clave “Operación Gomorra” que integraban la RAF y la 8ª Fuerza Aérea de EEUU, representada en Twelve O'Clock High, dirigida por El General Arthur Harris.
“La Operación Gomorra” consistió en una serie de 7 bombardeos sobre la ciudad de Hamburgo, de los cuales, 2 fueron a cuenta de la 8ª.
Pero El Escuadrón 918 no existió en la 8ª, el auténtico 918, sirvió entre el 52, y el 63, en La Columbia Británica, Canadá.
Por lo que Twelve O'Clock High se basó en el 306, que tuvo fama por su mala suerte, como se comenta durante el metraje, por lo que el 306°, no participó en “La Operación Gomorra”
Lo que más se destaca de Twelve O'Clock High, no es precisamente su acción bélica.
Deja claro, que el comportamiento de gente que no trabaje en equipo, ni juegue para ganar, no debe ser permitido, y que existen unas consecuencias para este tipo de gente.
Este punto, que en principio tiene ciertas connotaciones negativas, tiene su importancia:
Hemos sido tan influidos por la filosofía “win-win” y similares, que a veces no somos capaces de tomar las medidas disciplinarias que son necesarias.
Es uno de los puntos negros del liderazgo, y sobre el que rara vez se habla, pero igual de importante, es potenciar y motivar al miembro del grupo que destaca y se esfuerza, como penalizar al miembro que no hace su trabajo, que no funciona en equipo, o no quiere.
Es decir, gente que desmotiva a sus compañeros, o incluso se aprovecha de ellos, no se trata de penalizar a alguien, que tras arrojarlo al charco, no ha podido aprender a nadar, o de gente que ante un trabajo puntual, pueden haber tenido cualquier tipo de problema, como falta de formación, herramientas, o personal.
Lo más interesante, y que en mi opinión da las connotaciones positivas, ya que el punto anterior es crear una “correccional”, es el que esta táctica bien adoptada, permite crear un grupo bien cohesionado, y con estupendo rendimiento.
La pieza clave para que funcione bien el concepto de la “Colonia de Leprosos” de Twelve O'Clock High, es que el líder de ese grupo, el antiguo Oficial de vuelo, asuma el reto, y se empecine en que el grupo de los supuestos “malos” destaque más que el resto.
En la práctica, esto se traduce en que los miembros que “flojeaban”, se sientan parte de un grupo, aunque sea el de “los malos”, trabajen en equipo, y tengan un objetivo claro:
Demostrar al mando, que pueden ser mucho mejores que el resto, exigiéndose al menos tanto como la gente del resto de escuadras.
Como digo, se trata de una táctica arriesgada, y que tiene un componente de dependencia del líder muy importante, pero que si se aplica bien, puede dar unos resultados magníficos, hasta el punto que personas que eran “conflictivas” se conviertan en personas “alineadas”, y de alto rendimiento.
Además, Twelve O'Clock High trata algunas cuestiones muy relevantes, y de total actualidad, incluso 60 años después, sobre el liderazgo:
Es importante sentirse identificado con el personal que se lidera, y entender sus problemas, como los de uno mismo, pero teniendo mucho cuidado, en no caer en un proteccionismo excesivo… lo que lleva a bajar el nivel, y permitir errores o descuidos que no deben suceder.
En el caso de Twelve O'Clock High, el líder al que reemplaza Savage, no toma ninguna acción, cuando un error repetido de su navegante que él conocía, hace que mueran varios hombres.
Una de las principales consecuencias de esa sobreprotección, es que determinadas tareas más duras, complicadas, o ingratas, las asume el líder.
Esta incapacidad para delegar en última instancia, no hace más fuerte al grupo, sino más dependiente del líder, y menos autónomo.
Así mismo, el líder acumula un nivel de cansancio y estrés excesivos, que hacen mella en su capacidad y en su criterio…. lo que no va en beneficio del grupo.
Este es un punto importante, ya que estamos acostumbrados a delegar menos de lo necesario, lo que hace que asumamos en ocasiones, tareas no propias, lo que resta tiempo e intensidad al auténtico trabajo que debemos hacer.
En Twelve O'Clock High, tanto al predecesor como a Savage, que también cae en este error, sufren colapsos que los incapacitan, y que a la postre, hacen más daño que bien a la escuadrilla 918.
Todo esto no está reñido con la importancia de que el líder sepa proteger a su equipo, y la misión del mismo, tanto de factores externos, como en muchos casos, dentro de la propia organización.
Ante una misión asignada al equipo, existirán múltiples factores que podrían desestabilizarlo, o amenazas al equipo.
Una de las principales tareas del líder, es dejar que su gente pueda hacer bien su trabajo, y eso en muchos casos supone funcionar como escudo, lo que puede suponer en muchos casos, la necesidad de poner el bien del equipo, por delante del de uno mismo.
Por otro lado, es importante que el líder sea una persona coherente, y capaz de ensuciarse las manos cuando hace falta.
No se trata de una cuestión de asumir trabajo ajeno, ya que resulta de vital importancia poder delegar.
Pero sí que se debe participar de vez en cuando, y en la medida de lo posible, en el “trabajo a pie de obra”
Por un lado, esto permite entender mejor los problemas “reales” que suceden en el mismo, y sus condicionantes, que no se perciben desde las plantas “nobles”, y por otro lado, apoyar al equipo en un momento complicado.
Esto es completamente matizable, pero si un equipo comprometido se queda a trabajar una noche, su líder, deba ejecutar algo o no, debe estar allí, aunque sólo sea para llevar pizzas o encuadernar documentos.
A veces, es importante cuando estamos envueltos en el fragor de la batalla, alejarnos, y tomar perspectiva sobre el asunto que nos ocupa.
Es muy habitual que nos encontremos inmersos continuamente, en una vorágine que no nos deja prácticamente tiempo para pensar, y mucho menos reflexionar…. y no olvidemos que uno de los papeles más importantes del líder es “conducir”… y para eso no sólo debe saber dónde está, sino a donde se dirige, y sobre todo, cual es la mejor manera para llegar allí.
Es importante que el grupo sea consciente, de por qué se hacen las cosas, y cuáles son los condicionantes que llevan al líder, o a la organización a tomar una decisión.
Pues si queremos que el equipo se implique en los objetivos, debe entender la situación actual, y los condicionantes para tomar cada decisión.
Eso sí, esto es diferente, a que estén de acuerdo.
Este sería el estado ideal, pero no es condición necesaria, ya que en cada organización, la decisión sobre estrategia y dirección, no la puede tomar todo el mundo.
En el caso de Twelve O'Clock High, se les ordena bombardear puestos enemigos a muy baja altitud, lo que entrañaba mayor riesgo…
Los pilotos están en contra, pero finalmente, se les explica el motivo:
Conseguir que las bombas penetren en el hormigón, y aunque no están completamente de acuerdo, lo aceptan.
Como resultado, se aplica que el liderar no es “mandar”, ni ser “jefe”
Un dato curioso, es que muchos de los veteranos de guerra aprecian Twelve O'Clock High, como el más verosímil, acerca de lo que fue la vida interna en un cuartel en La Segunda Guerra Mundial, con ese primer avión estrellado, realmente, por el doble de riesgo Paul Mantz.
Otra cosa que sorprende de Twelve O'Clock High, es que no hay ningún romance, y las únicas féminas que salen, son las chicas de servicios auxiliares, que reparten café a los pilotos, y la enfermera del hospital.
Hay que tener en cuenta, que insertar romances en las cintas bélicas, era y es algo bastante típico, aunque dichos romances sean superfluos, y no aporten nada a la trama principal.
Puede verse inclusive a Twelve O'Clock High, como una obra de teatro, más allá de su concepto literal.
Por cierto, la jarra de Robin Hood, es la señal para indicar, que mañana hay bombardeo...
Por otro lado, esa falta de escenas de combate aéreo, son una de las grandes fallas de Twelve O'Clock High, que por momentos se hace excesivamente densa, debido a su considerable metraje y de diálogos, inclusive sin música ambiental.
Puede verse como un infame panfleto militarista, homenaje, se nos dice, a quienes hicieron posible el perfeccionamiento de la técnica, esencial en verdad, para una civilización que recorre la historia a bombazo limpio, de los bombardeos diurnos.
¿Qué habría sido de nosotros, si no hubiéramos aprendido a bombardear como es debido?
No quiero ni pensarlo...
Lamentablemente, “gracias” a tan ínclitos benefactores de la humanidad, hemos aprendido a bombardear tanto de día como de noche, con nublados o con sol.
Sin ellos, no hubiera sido posible Vietnam, Corea, Afganistán, Iraq...
Tal vez, horroriza pensarlo, ni siquiera las armas nucleares hubieran sido posibles, y nuestro mundo estaría ahora, amenazado por cualquier terrorista...
En definitiva, Twelve O'Clock High es todo un estudio psicológico, de ese fenómeno que se denomina “fatiga de guerra” y una película de notable profundidad psicológica.
“What time do you think you can get down there tomorrow?”
Lo que en Twelve O'Clock High vemos, no es más que una parte de una serie de bombardeos que constituyeron la llamada en clave “Operación Gomorra” que integraban la RAF y la 8ª Fuerza Aérea de EEUU, dirigida por el general Arthur Harris.
Arthur Harris, decidió iniciar una ofensiva de bombardeos indiscriminados sobre Alemania, no sólo sobre objetivos estratégicos alemanes de corte militar o industrial, sino sobre las ciudades, con el objetivo de doblegar, al tiempo que los recursos militares del Reich, la moral del pueblo alemán.
Con ese propósito, el 25 de julio de 1943, inició los bombardeos con ataques británicos nocturnos, y ataques estadounidenses diurnos.
En esa ofensiva, se causaron masacres como la de Hamburgo, ciudad en la que en una sola noche, perecieron cerca de 40,000 personas, y gran parte de la ciudad fue destruida.
Lo que no se explicaban los alemanes, era cómo sus ciudades eran devastadas por un fuego tan voraz, y que avanzaba sin parar:
La explicación era, que los bombarderos aliados, no utilizaban sólo bombas explosivas, sino también bombas incendiarias, cuando en realidad, el fósforo líquido que componía esas bombas, era un arma ilegal.
La promesa de Harris de que “el terror de los bombardeos ganaría la guerra” jamás se cumplió, ya que lo que hicieron fue incrementar los sentimientos de odio a los aliados, y la legitimidad y lealtad para con la causa alemana.
Más aun, tras los terribles bombardeos de 1944, en los que ciudades como Dresde fueron completamente arrasadas con la cantidad de 100,000 muertos en una noche.
Pero no sólo causaban temor entre los alemanes los bombardeos.
El piloto de bombardero Noble Frankland afirmaba:
“Había unos 16 aviones en cada escuadrón, y cada noche perdíamos del orden de 4 aparatos; si tu rango de operaciones era de unas 30 salidas, verías perecer a unas 40 tripulaciones”
El hecho de perder tantos compañeros de vuelo, sin hacer la mella esperada en los alemanes, desgastó todavía más a los pilotos aliados, hecho que motivó la postergación de los bombardeos.
No obstante, la nota curiosa reside en el hecho de que El Tribunal Militar Internacional de Nuremberg, en un clamoroso supuesto de denegación de justicia, no recogió ninguna de las acusaciones contra los beligerantes.
Quizás la “ejemplar” impartición de justicia de aquel “modélico” tribunal, tropezó con algún tipo de sentimiento de culpabilidad de quienes se proclamaron como liberadores.
Desde el punto de vista histórico, se supone que lo que se representa, es el primer “raid” sobre Schweinfurt, que se realizó el 17 de agosto de 1943.
En esa misión, participaron 230 B-17, pero el objetivo principal era Ragensburg, y Schweinfurt, el secundario.
De los 230 B-17, 36 fueron derribados, un 15 % de bajas.
La producción de rodamientos bajo un 34%, y por eso se tomó la decisión de repetirla, pero con más aviones.
La segunda misión de bombardeo de Schweinfurt, fue realizada el 14 de octubre de 1943, y es conocida entre las fuerzas aéreas americanas como el “Jueves Negro”
Para la misión, se dispuso de 60 B-24 y 291 B-17.
Sin embargo, el aeródromo con los B-24, se encontró con mal tiempo, y 26 B-17 tuvieron que dar la vuelta por problemas técnicos.
Solo 265 B-17 bombardearían el objetivo.
A la altura de Aachen, la escolta de Thunderbolts tuvo que regresar.
A partir de ese momento, la Luftwaffe no dejo de atacar a los B-17.
Se perdieron 82 bombarderos, un 30 % del total que atacaba; 65 de ellos derribados, y los otros tan dañados, que no volvieron a volar.
Para colmo, la producción de rodamientos, no se vio detenida por mucho tiempo, pues los nazis descentralizaron la producción.
El desastre para la 8ª Fuerza Aérea fue tal, que se decidió que las incursiones profundas de B-17 sin escolta, se suspenderían hasta que hubiera un caza que pudiese escoltar a dichos bombarderos.
Schweinfurt fue vuelta a bombardear en febrero de 1944, pero el efecto sobre la producción fue mínimo.
Y es que en los hombres que combaten sin ver realmente al enemigo, se construyen auténticas barbaridades imaginadas, que se acercan bastante a la realidad, y entonces, todo se derrumba.
El sufrimiento es la llave que abre el alma de los hombres y, precisamente, Twelve O'Clock High nos habla sobre el sufrimiento, de almas en carne viva, quemadas en la hoguera, provocada por las bombas.
La moral puede llegar a ser uno de los mayores enemigos del soldado, que procura regalar esfuerzo a aquellos a quienes, en teoría, libera.
Según testimonios de auténticos miembros del 306 Grupo de Bombarderos, Twelve O'Clock High lleva dentro de sí, una buena porción de terror, de tensión, de realidad, y de recuerdos verdaderos, convenientemente modificados con propósitos dramáticos, pero aun así, se acerca bastante a todo lo que sintieron aquellos hombres, que llevaban la muerte en la panza de sus aviones.

“Fear is normal.
But stop worrying about it and about yourselves.
Stop making plans.
Forget about going home.
Consider yourselves already dead.
Once you accept that idea, it won't be so tough.
Now if any man here can't buy that... if he rates himself as something special, with a special kind of hide to be saved... he'd better make up his mind about it right now.
Because I don't want him in this group.
I'll be in my office in five minutes.
You can see me there”



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