Jezebel

“Shall I cry for you?
Nobody ever made me cry but you...
And that was only twice!”

Las luchas por el poder y la ambición parecen eternas.
La mujer siempre sujeta al machismo.
A un hombre, le son virtudes, lo que a una mujer defectos.
Según La Biblia, Jezabel fue la encarnación misma del mal.
El arquetipo de la mujer liviana y ambiciosa que, movida por sus propios intereses, causa la perdición de todo aquel que cae en sus redes.
Sin embargo, la historia y la arqueología, hablan de una mujer enérgica y culta, una princesa fenicia, que dejó su país para cumplir el mandamiento de su padre, y llevar la paz entre Fenicia e Israel.
Una mujer fiel a sus propios ideales, que quiso instaurar el culto de sus dioses en su nuevo país, a la que no le importó luchar contracorriente, ni enfrentarse a los sectores más tradicionalistas de Israel.
Jezabel fue una esposa leal y la mano derecha del rey; también, ella muestra el perfil de mujer cruel, dispuesta a asesinar para conseguir sus objetivos.
Era experta en socavar la autoridad de los líderes, independientemente de la realidad espiritual, o no de esos liderazgos.
Este espíritu, trabaja muy en privado, haciendo que las personas muy ajenas a su pequeño círculo, no conozcan su proceder, y puedan ser manipuladas, los que están poseídos por ella, tienden a defenderla de la crítica por ejemplo:
Hay hombres que defienden La Liberación Femenina.
Jezabel odia al hombre como autoridad, normalmente lo critica, le cuesta trabajo tener una verdadera relación profunda con el hombre.
Su deseo en despojarlo de todo su poder, y luego destruirlo tratando de bajarlo emocional y espiritualmente.
Jezabel desprecia, y muestra poco respeto por la autoridad que esta sobre ella, le gusta construir, hacer cosas, pero contradiciendo la autoridad, ella odia a alguien puesto en autoridad sobre ella, particularmente si es hombre, y ella busca destruir esa autoridad, y tomar su poder, Jezabel se ve ella misma, como una diosa en un pedestal (Romanos 13:1)
Jezabel es muy inteligente, y busca muchos desafíos para controlar y manipular intelectualmente a la gente, tiene la capacidad de manipular con su sabiduría, y hacer que las personas la alaben por ello.
Interiormente, Jezabel se adora a sí misma, ella se muestra con una forma de humildad y sumisión, aunque en el fondo, es muy orgullosa y vanidosa.
Su orgullo puede basarse en hablar de sí misma, se muestra muy atractiva y sensual, para atraer a sus víctimas (Lucas 18:9-14)
Jezabel no puede resistir, que otras personas consigan atención por encima de ella, hará lo que sea para llamar, o captar la atención y reconocimiento, si alguien logra conseguir una relación entre Jezabel y otra persona que tiene cierto poder, ella trata de sacarla de en medio, atacándolo de manera cruel, puede atacar la reputación de la persona, minando la relación, y tratando de crear separación, nada la detendrá (Santiago 3:14)
Jezabel usa a otras personas como objetos, el que se adapte a su necesidad para ganar el control, influencia, y poder, una vez ella ha conseguido su objetivo, rechaza las personas, y las hace a un lado, aun si las personas son de su propia familia (Galatas 5:14)
Jezabel es extremadamente autoritaria por naturaleza, con la sutileza de un bajo perfil, ella es fácilmente ofendida, si su autoridad es cuestionada.
A menudo, responderá con gran ira, e incluso la desatención le ofende, y que le tenga en poco es para ella una ofensa.
Ella demanda lealtad.
Tienta al hombre, a dejar a su esposa manejar los problemas que debe cuidar.
Esta es una cuestión de la transferencia de responsabilidades, y al hacer esto, el hombre se vuelve más débil, y puede incluso, convertirse en un inválido.
¿Cuán de cierto se escribió sobre su tiranía?
Porque la Historia siempre la escriben los hombres, y no dejan en buen lugar a las mujeres, que se destacaron, y se enfrentaron al poder de los hombres.
“This is 1852 dumplin', 1852, not The Dark Ages.
Girls don't have to simper around in white just because they're not married”
Jezebel es una película dramática estadounidense, del año 1938, dirigida por William Wyler.
Protagonizada por Bette Davis, Henry Fonda, George Brent, Margaret Lindsay, Donald Crisp, Fay Bainter, Richard Cromwell, Henry O'Neill, Spring Byington, entre otros.
El guión es de Abem Finkel, Clements Ripley, John Huston, basados en la novela del mismo nombre, de Owen Davis Sr., publicada en 1933.
El personaje principal de Jezebel, es Julie Marsden, y fue interpretado en Broadway, por Miriam Hopkins, quien era rival de Bette Davis.
La obra de teatro, sobre la cual se basaba Jezebel, fue un gran fracaso en Broadway.
Jezabel, fue la primera película importante para Henry Fonda, la obra maestra que le iba a servir para consolidarse en la competitiva feria hollywoodense.
Jezebel ganó 2 premios Oscar:
Mejor Actriz Principal (Bette Davis) y Mejor Actriz Secundaria (Fay Bainter); y obtuvo 3 nominaciones:
Mejor película, banda sonora, y cinematografía.
Como curiosidad, el Oscar que ganó la actriz Bette Davies por el personaje de Julie, fue comprado por el mítico Steven Spielberg, por una cantidad aproximada a $500 mil en una subasta.
Adquirido no para compensar un vacio emocional, sino como ejercicio altruista, ya que después lo dono a La Academia, porque considera que no hay mejor santuario que este, para alojar los trofeos.
Jezebel trata del amor, el despecho, el orgullo, la pasión, los celos y los deseos de venganza, son los sentimientos que informan un relato denso, complejo y absorbente.
Otra obra maestra del Maestro Wyler, se mire por donde se mire, porque aquí, tanto el amor como la pasión, los celos, el odio, y la desgracia, se hallan expuestos a través de las distintas experiencias, que hacen de Jezebel, todo un clásico del cine mundial.
Y es que el director de origen alemán, y a pesar de ser una de sus primeras películas, la dirige con mano maestra, y con una prodigiosa carga narrativa.
Jezebel cuenta con escenas, todas ellas llenas de un gran dramatismo, pero donde tengo que destacar, es aquella en la que la protagonista femenina se empeña en ir con un traje rojo al baile, al que todas las jóvenes acuden vestidas de blanco.
Jezabel consta de un argumento salpicado de amor, celos, orgullo, pasión, y los habituales conflictos entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos de la época.
Durante el periodo llamado “Antebellum”, el cual es una palabra latina que significa “antes de la guerra”
En Estados Unidos, el término “antebellum” se refiere al periodo en que se incrementó el secesionismo, por parte de los Estados Confederados , que derivó en La Guerra de Secesión, Guerra Civil Estadounidense, entre 1861y 1865, entre yanquis y confederados.
Con el terror de la fiebre amarilla como trasfondo, la labor artesanal de Wyler, con su magistral modo de guiar todos los planos, hasta colocar la historia en el punto exacto del clímax, se nos presenta una gran historia de amor, entre una rebelde y carismática mujer; y un apuesto y luchador hombre, frustrado por los continuos caprichos y exigencias de ella.
La historia narra el antiguo conflicto de valores, entre lo moderno y lo tradicional, entre la apertura y la cerrazón, entre la terquedad de “él volverá” y la apertura de nuevos horizontes, mediante una visión de la circundante realidad.
Únicamente al final, una redención heroica y fatal, evitará la condena de esa obstinada, pero sentimental mujer, que perdió el amor de su vida, por su fuerte personalidad.
Todo ello, aderezado con el también dual enfrentamiento social, norte y sur, ricos y pobres, muerte y vida, que acentúa aún más, la sinrazón a la que a veces nos sometemos.
La acción tiene lugar, a lo largo de 1852 y 1853, en Nueva Orleans, en una plantación próxima.
A mediados del siglo XIX, cuando Estados Unidos se iba acercando a las puertas de La Guerra de Secesión, y mientras el Sur aún conservaba su orgullo de territorio, que basaba su economía en las plantaciones de algodón, y en la mano de obra gratuita de los esclavos, una joven independiente, voluntariosa, y tozuda, muerde el polvo al comprobar que no se puede jugar con las personas.
Durante el período llamado “Antebellum”, la bella, impulsiva, y temperamental sureña Julie Marsden (Bette Davis) hace una entrada memorable en El Gran Baile de Debutantes del Olympus.
En una época en la que se esperaba, que las mujeres solteras vistieran de blanco prístino, ella insiste tercamente, en llevar un inadecuado, pecaminoso, e incendiario vestido rojo.
Su propósito es, despertar los celos de su prometido, el banquero Preston Dillard (Henry Fonda), pero sólo consigue destruir sus oportunidades con él.
Su tía Belle Bogardus (Fay Bainter), le dice que es una loca, a lo que ella replica llena de confianza:
“No tan loca.
Él volverá”
Belle se acuerda entonces de Jezabel, la mujer que decía hablar de parte de Dios, pero engañaba a los hombres, haciéndoles cometer toda suerte de inmoralidades (Apocalipsis 2: 20-23):
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti:
Que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar, y comer cosas sacrificadas a los ídolos.
Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.
He aquí, yo la arrojo en la cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella”
La relación entre Julie y Preston se romperá definitivamente, al presentarse Julie en un baile de sociedad, vestida de rojo, hecho que escandaliza a todos porque, según la tradición, debía vestir de blanco.
Esto supone un gesto de venganza hacia su prometido, por no hacer lo que ella deseaba, provocándole un ridículo que termina por escapársele de las manos, ya que él la abandona, y se marcha a Nueva York, para prosperar en su trabajo como banquero, mientras que ella se queda en el Sur, abatida, y deshecha, esperando que algún día vuelva.
Pero, Preston se va al Norte, y finalmente decide casarse con otra, sin su conocimiento.
Tres años después, Preston vuelve, y una determinada y arrepentida Julie, se disculpa humildemente ante Preston, rendida y arrodillada, rogando su perdón, vistiendo esta vez, un vestido blanco, pidiéndole que la ame como ella le ama.
Amy Bradford Dillard (Margaret Lindsay), la esposa de Preston, entra en la habitación para ser presentada.
Preston la rechaza.
Julie despechada, provoca un duelo entre Buck Cantrell (George Brent), un antiguo admirador suyo, y el hermano menor de Preston, Ted (Richard Cromwell), que acaba matando a Buck.
Esto provoca, que todos sus conocidos le hagan el vacío, y la desprecien.
Ella se redime, sirviendo heroicamente durante una epidemia de fiebre amarilla, convenciendo a Amy, para que le permita cuidar a su marido Preston, que ha contraído la enfermedad, y que ha sido confinado a una isla, donde todos los enfermos son puestos en cuarentena, y abandonados a su suerte.
Jezebel traza un retrato muy cuidado de la sociedad de Nueva Orleans, de mediados del XIX, caracterizada por la afición al lujo, el apego a las tradiciones, el arraigo de modales afrancesados, la enemistad por los norteños, desaliñados e ignorantes.
El clima sureño, se advierte por las magnolias, la colonia de esclavos de la plantación, y los prejuicios pro-esclavistas.
Aquí tratamos la historia de una mujer, que no dejará partir a su prometido, aún cuando él, ya le haya dejado.
En Jezebel, el director nos habla de un rol, y un sistema social que beneficia, pero a la vez oprime y destruye, remarcando que existen ciertas costumbres tan elegantes como arcaicas.
Con una Bette Davis formidable, enorme en cada plano, lustrada, y ataviada con enormes vestidos, y una actitud poco normal para una mujer que debía vestir de blanco en ciertos eventos, comportarse como toda una “dama” en cuestión de subyugarse ante su futuro marido, en efecto, la trama de Jezebel, nos habla de una mujer transgresora, en el Nueva Orleans del año 1852, donde la feminidad sureña, se veía sumergida en una cuestión cultural, que involucraban tradiciones y restricciones, siempre vinculadas con el sexo masculino.
También, existe una crítica dentro de las jerarquías sociales, donde los ricos son personas acaudaladas, con un margen de infelicidad marcado por su falta de amor, e incomprensión, dentro de su mismo grupo.
Julie gusta de romper las reglas, sí, pero como suele ocurrir con los “inconformistas”, las utiliza a su conveniencia cuando le parece bien.
Para ello, nada mejor que vivir en el profundo sur, en vísperas de La Guerra de Secesión.
Un mundo heredero de una pomposa gala, en la que una referencia a la imperfección de una nariz, era motivo suficiente de batirse en duelo.
Duelos que Julie Marsden intentará manipular, para llevar a cabo sus venganzas de niña caprichosa.
El reflejo de un mundo moribundo, que pronto iba a ser arrasado por el norte, con su practicidad y llaneza, y que es presentado en Jezebel desde una tensión sin rompeduras.
Por un lado, es un mundo desafiado por la propia Julie, quien aduce:
“No vivir más en La Edad Media”, negándose a admitir sus reglas; pero ese mismo desafío, resulta vacío en los términos empleados.
Un mundo que insiste en comportarse con unos modales desfasados, y que en última instancia, revela un amor ya extinto por el compromiso, aunque ese compromiso, acarree la muerte.
Una metáfora histórica, en una historia personal, en la que la ambivalencia se hace presente.
Como mandaban los cánones narrativos de la época, Julie ha de purgar sus pecados, y ello se hace también, a través de la referencia bíblica, con Jezebel.
Pero al contrario, que en otras películas que han envejecido con menos gracia, el espectador contemporáneo, sigue entendiendo y aplaudiendo la necesidad de esa penitencia, de esa redención.
Porque aunque somos más individualistas que nadie, algo en nuestra conciencia, nos indica que tenemos que seguir conviviendo.
Hay que ser prudente con aquello, que se desmonta si no se tiene preparada una alternativa mejor.
El cambio tiene que traducirse en progreso, o es inútil y tonto.
“A red dress to the Olympus Ball?
Why, you're out of your senses”
A modo de curiosidad, y según dicen, este papel, de Julie, le fue concedido a Bette Davis por no conseguir el de Scarlett O’Hara en la mítica “Gone With The Wind” (1939)
La verdad, es que las historias se asimilan:
Una belleza sureña, egoísta, caprichosa, y vanidosa, con 2 galanes tras ella, y con el marco de La Guerra de Secesión detrás.
Ambas se desarrollan a mediados del siglo XIX, en el clima previo a La Guerra de Secesión, entre nordistas y sudistas.
Lógicamente, ello influye en las similitudes, en cuanto a vestuario, el tratamiento de los bailes como centro social, la discusión en cuanto a las costumbres, y empleo de los negros como esclavos:
Destacar que en Jezabel, parece que se hace un planteamiento más ácido, de la cuestión en favor de los criados negros, tanto por la contestación de un cochero que repite sin cesar:
“Sí, señora, no señora” incluso después de que hayan cesado las órdenes de una caprichosa dama, como por el intento del protagonista masculino, de beberse un trago con un criado, que prepara las bebidas en casa de Julie.
Muy bonitas las escenas, en que Julie canta con los esclavos negros, y la espera impaciente de los criados, a que lleguen los invitados a una fiesta.
También, tienen en común, el contar con una protagonista de armas tomar, que no se deja dominar por los hombres, ni por los modales, y corsés de la época.
Si bien, que en Jezabel, la fémina sí encuentra la humillación, y posterior redención, frente al “Francamente, Me Importa Un Bledo” de “Gone With The Wind” (1939)
También, encuentro paralelismos entre los pícaros, e irreverentes Rhett Butler y Buck Cantrell, así como entre las 2 plantaciones “Halcyon” y “Tara”, que cuentan también, con importante protagonismo.
Finalmente, en ambos largometrajes, hay un personaje, que aunque ha de defender las férreas tradiciones sudistas, advierte del peligro, y la mejor preparación de los yanquis del Norte, e igualmente en las 2, hay un vestido rojo que debe soportar una pública deshonra.
Vendida como “Gone With The Wind” (1939) en blanco y negro, por lo heterodoxo de la protagonista sureña, Jezebel se trata de una película, infinitamente menos épica, y enormemente más triste.
Registra un drama vital, que jamás se llega a dar en su referencia.
Todos sabemos, que Scarlett puede vivir sin Rhett, perfectamente.
El paso en falso de Jezabel funciona, sin embargo, como un recordatorio perenne de todos, y cada uno de nuestros propios errores, en los que jamás podremos dar marcha atrás.
Bette Davis, en una de las cumbres de su carrera, es incapaz de atender a las necesidades de la realidad, inmersa en sus delirios de dominatrix.
Lo quiere y lo quiere ahora.
No importa que sea imposible, o peor aún, que comporte una ofensa para sus semejantes.
Rebelde inconsciente, tan sólo por el placer de epatar, anticipa un modelo social que acaba imponiéndose de manera brutal, a través del culto hipertrofiado al individuo.
El personaje que interpreta Bette Davis, es trasgresor y provocativo, pero a la vez, es sumamente astuto, y precavido.
En Jezebel, se abre una brecha, entre la supuesta feminidad desprovista de algún armamento, y la mujer que siempre puede provocar un enfrentamiento, la protagonista sabe lo que su simple presencia puede o no suscitar, de algún modo, Julie es una “femme fatale” que busca su propio bien, sin importar a quién deba aplastar.
Bette borda el papel de mujer dominante, y temperamental, al igual que lo era en la vida real.
La escena en la que su antiguo amor le presenta a su mujer resulta sublime.
No hay palabras para describir la cara de Bette en ese momento.
Henry Fonda tiene aquí, un papel muy poco agradecido, ya que encarna a un hombre frío, y bastante hierático, que no se conmueve ante la pasión de Julie.
Lo más interesante, es observar cómo una joven atractiva, que tiene todo lo que podría desear, se empeña en llevarlo todo al límite, y causar dolores de cabeza a quienes la quieren, desafiando constantemente, las normas más elementales de la prudencia…
Y todo, porque no conoce otro modo de mostrar su miedo, y que necesita sentirse segura del amor de quienes consiguen ganarse su respeto.
La que Bette denominaba “trivialidad” de la trama de Jezabel, no se detecta en el film acabado, gracias tanto a su actuación ricamente matizada, como a la inspirada dirección de William Wyler.
Cuando el realizador empezó a rodar la escena del Olympus Bull, eje dramático de la obra, los guionistas la habían esbozado en una sola línea.
Wyler la transformó en una “mini pieza” en 3 actos, cargada de tensión, ya que Julie llega al baile exultante, esperando causar sensación, y en cambio, es saludada con el escandalizado silencio, y la repulsa de sus amigos y vecinos.
Preston, decidido a darle una lección, la saca marcialmente a la pista, clavando unos ojos como dagas, en cualquiera que ose abrir la boca.
Davis interpreta la escena en registro avícola:
Mitad buitre, mitad pavo real.
La cámara sigue a la pareja a lo largo del salón.
Preston mirando iracundo, Julie avanzando con un aire de altanería triunfal, que se tiñe de sorpresa y desolación, cuando percibe la magnitud de su error.
Pide marcharse.
“Pero si todavía no hemos bailado”, contesta el virtuoso Preston.
Mientras bailan, los otros asistentes, se alejan de ellos, hasta que se quedan solos en medio del regio salón…
Querer ser diferente, aunque esa diferencia suponga, un evidente desprecio al acomodo comunal de las reglas de convivencia, sin ganar nada a cambio.
Convencida de convertirse en la estrella, el vacío de sus semejantes, le hace querer dejar el baile, pero su prometido le obligará a aguantar la censura, que ella misma ha provocado gratuitamente.
Por otra parte, hay pocas escenas, más tensas en la historia del cine, como en la que Preston Dillard dice, un definitivo “adiós” a Julie.
Colosal Bette Davis, subiendo las escaleras, asegurando con sus palabras, que él volverá, mientras que sus ojos delatan al espectador, la conciencia inmediata de haber cometido un error irresoluble.
El ayudante de dirección, había destinado medio día de rodaje, a aquella escena de 5 minutos; Wyler tardó 5 días en quedar satisfecho.
Bette estaba cansada pero feliz; Henry Fonda, cansado y exasperado.
No paraba de recordarle a Wyler, que en su contrato había una cláusula especial, autorizándole a dejar el plató, la segunda semana de diciembre, para viajar a Nueva York, donde quería asistir al parto de su mujer:
“Al paso que vamos, no terminaremos a tiempo la dichosa película”, refunfuñaba.
Entre las anécdotas del rodaje, cuentan que William Wyler, le hizo repetir a Fonda una misma toma, hasta 40 veces, y cuando él se volvió, harto ya de reiterar siempre lo mismo, le preguntó:
“¿Qué quieres exactamente que haga?”
El siempre perfeccionista Wyler, le soltó con tranquilidad:
“Sólo que lo hagas bien, de una vez”
Bette no se quejó por la repetición de las tomas, sino que parecía disfrutar con los abusos de Wyler, abusos que, de haber venido de otro director, le habrían incitado a marcharse airadamente del rodaje.
“¡No hay que menear tanto el trasero!”, la riñó una tarde.
En otra ocasión, vociferó sin miramientos:
“¿Quieres que te ate una cadena al cuello?
¡Deja ya de mover la cabeza!”
La actriz no se ofendió.
“Willie me corrigió mis malos hábitos...
Cuando me abochornaba, yo sabía que tenía razón.
Además, había tratado ya a un montón de directores, a quienes la interpretación les importaba un comino, preocupados solo de cumplir el calendario”, dijo la actriz.
Trabajó con tanto ahínco como Wyler debandaba, feliz, sí, pero anhelando también, que le diera alguna indicación, siempre que iba por el buen camino. Profesionalmente, Bette admiraba y respetaba a Wyler.
Personalmente, se estaba enamorando de él…
La presencia de Bette Davis es decisiva, a la hora de valorar Jezebel, convirtiéndola Wyler, en su actriz fetiche, ya que ambos trabajaron juntos, en otras 2 películas, viviendo también, una apasionada y tormentosa historia de amor, la cual, al igual que sucede en Jezebel, fracasó por el carácter de la Davis.
Al margen de esto, Wyler supo sacar lo mejor de Bette, puliendo su talento descomunal, y ofreciéndonos en sus películas conjuntas, algunas de las mejores interpretaciones de todos los tiempos.
Los esfuerzos de Wyler, para suavizar sus gesticulaciones más barrocas, se tradujeron en la caracterización más contenida, y más sobria de su carrera, de tal modo que, los escasos episodios de Jezebel, donde nos muestra su temperamento, poseen aún, mayor impacto.
Cabe resaltar, uno de esos momentos:
Cuando Julie se entera, de que Preston es víctima de La Fiebre Amarilla en Nueva Orleans, solicita permiso para entrar a verle.
Externamente está serena, pero Bette expresa todo el terror, y la frustración de su personaje, abriendo y cerrando convulsivamente la mano izquierda.
Es una secuencia subyugadora y eficaz, en el máximo grado.
Impresionante, la escena en que Julie conoce a la esposa de Preston, y esa mano que le brinda, y que quita inmediatamente, imposible de soportar la mano de su “enemiga”
Así como ese duelo, en la escalera entre los mismos personajes, cuando Davis suplica que le deje redimirse por sus errores, y defender la vida de su amor en La Isla de Los Leprosos, exponiéndose ella misma a la muerte, sabedora de que Preston no la ama.
La personalidad de los personajes, no solo se refleja en sus actos, sino también en la forma en cómo lucen.
El vestuario siempre va acorde con la personalidad.
Alguna curiosidad, así que comentar...
Cuando entran 2 hombres a un bar de “señores”
Entonces se inicia una discusión.
Aquí lo que más resalta, es el contraste tonal.
Buck Cantrell (George Brent) tiene más poder que el hombre de su derecha, quien se burlaba de él, esto se resalta por el color oscuro de su sombrero.
A pesar de tener un traje más claro que el de Ted, se aprecia su superioridad, ya que su personalidad, en este caso, está simbolizada por su estatura, y porque Ted va siempre detrás de él.
Los planos en esta secuencia, son medios, no hay necesidad de planos más grandes, porque la esencia se concentra en los rostros, y movimientos de manos.
Este criterio, ha sido usado en otras oportunidades, para mostrar la superioridad de unos personajes, respecto a otros de acuerdo a la situación.
En la primera fiesta que da Julie, se ve entrar a 2 mujeres, una de ellas tiene un vestido más oscuro que el de la otra, pues es la madre, y por tanto su hija está subordinada a ella.
En esa misma fiesta, Julie llega a caballo, y con un vestido negro, el cual realza su supuesta superioridad, y fuerte personalidad.
También, está la escena en la que Julie está con su tía, en el carruaje, esperando a Preston.
A pesar de ser Belle la mayor, Julie tiene un vestido más oscuro.
Ella domina a su tía, Belle no tiene autoridad.
Y por cierto, cuando Preston coge la vara, como con intención de “disciplinar” a Julie, me quedé a cuadros...
Cosas de otra época…
Hay una discusión en el cuarto; a pesar de que la vestimenta de Preston supone superioridad sobre Julie.
Es ella quien domina sutilmente, asumiendo una aptitud frágil y desvalida, con la cual, rompe la fuerza de Preston, pues lo va enredando.
Su vestido es blanco, pero lleva un lazo negro, y en todo momento, ella lo sujeta, es su punto su apoyo.
Simboliza que, a pesar de todo, ella sigue dominando, no necesita de un bastón.
La cámara la toma en ángulo contrapicado, para realzar su fuerza, a pesar de la presencia del bastón en la mano de Preston.
Cuando él deja el bastón al borde de la puerta, Julie pasa a tener el control, por eso, en ese momento, le muestra su vestido rojo, sabe que él no lo usará.
De hecho, el vestido rojo que lleva Julie al baile del Olympus, en realidad no era rojo, si no cobrizo, porque quedaba mejor en el blanco y negro.
La escena del principio, en la que nada más llegar de cabalgar, se sostiene el vestido con la fusta, la tuvieron que repetir 45 veces…
La llegada de Amy, al bajar del carruaje; la cámara toma en plano medio, a tía Belle, en contrapicado desde donde está Amy.
Belle baja las escaleras, al hacerlo, elimina cualquier superioridad que podría tener respecto a Amy, y le da la bienvenida.
Además, el color del vestido de Amy, es ligeramente más oscuro, con lo cual nos dice, que su papel será más importante que el de Belle.
Al entrar Amy a la casa, es entregada por Preston a Belle, quien la dirige escaleras arriba; seguidamente, Julie las baja.
El que Amy las haya subido, simboliza que Julie ya no es más la dueña del amor de Preston, ahora ese lugar, le pertenece a su esposa, porque fue Preston quien de alguna forma, incita que Amy suba las escaleras, es él quien la eleva.
El final, con un travelling, la cámara sigue al carruaje en que se encuentra Julie, protegiendo a Preston.
Luego, se da un primer plano de Julie, entramos en su mundo, percibimos sus sentimientos y miedos.
Termina con un plano detalle del fuego, que representa lo peligroso y duro que será el futuro próximo de Julie.
El final es flipante... escenas duras, de la gente siendo trasladada a La Isla de Los Leprosos a morir.
Es entendible, porque evidentemente, no pueden hacerle frente a la epidemia de otra manera, que no sea aislándoles, pero indigna bastante, por la charla que les suelta el doctor, en la reunión del banco, precisamente sobre La Fiebre Amarilla, y el escasísimo interés que ponen los peces gordos, en soliviantar los problemas de salubridad de la ciudad, como drenar pantanos, etc.
Desde luego, se podían haber ahorrado muchísimo, si le hubieran hecho caso.
Quizás, uno de los pocos problemas con los que carga la producción, es su falta de ahondamiento en algunos personajes secundarios, y de otros que se encuentran ahí, sólo para remarcar lo obvio; aún con ello, tenemos en el reparto a Henry Fonda y George Brent, con una presencia masculina más que complementaria, necesaria.
Así, William Wyler dirige una película que atrapa al espectador, no sólo en una época, sino también, en la mente de sus personajes, exponiendo distintas ideas, que nos hace preguntarnos:
¿Cuál es la actitud más civilizada dentro de la trama?
La siempre excelente labor en la música de Max Steiner, ayuda a crear el ambiente intenso que exige Jezebel, cuya escena final, con el primer plano del fuego, y la incertidumbre de qué pasará con los protagonistas, deja la puerta abierta a la imaginación del espectador.
Y en este melodrama clásico, subraya los momentos emotivos, con canciones polifónicas de fondo, con un fragmento de Chopin, y varios trazos de marcha fúnebre.
Genial Steiner, creando con sus melodías, mucho más dramatismo aún.
“Oh I'm sorry!
I forgot, I'm a child.
I'm not supposed to know about things like Gallatan street!
I'm just supposed to flutter around in white!”
Jezebel es una magnífica descripción, de una sociedad obtusa, segunda mitad del siglo XX.
Perfecta recreación de los códigos absurdos, que determinaban la hombría.
Impecable definición del sentir de los sureños norteamericanos, frente a La Guerra de Secesión, la de los conservadores y la de los liberales.
Clara, aunque pulida ilustración de ese rol de exclusiva servidumbre, que desempeñaban los negros entre las familias esclavistas, porque queda faltando el deficiente, y en muchos casos, abominable trato que tantas familias les daban.
Objetiva precisión de las ventajas comerciales del norte contra el sur.
Y, sobre todo, una impresionante historia de amor, con una mujer que sabía querer muy hondo, pero luchaba denodadamente, por liberarse de convenciones y atavismos.
Jezebel plasma la verdadera naturaleza humana.
Deja atrás la perfección del héroe, y nos muestra a una protagonista, que constantemente comete errores, que no solo la afectan a ella, sino a quienes la rodean.
No obstante, no puedo dejar de sentir congoja al verla suplicar por perdón.
Es interesante, como a pesar de saber que es egoísta, el personaje de Julie lograr transmitir compasión, y benevolencia.
Jezebel es una película, que nos muestra las alegrías y sufrimiento de las personas.
Muestra que el tratar de hacer algo diferente, a lo que hacen los demás, tiene un precio.
Siempre terminamos pagando por nuestros actos, en algunas ocasiones, el costo es mínimo, pero en otras, es tan alto que nos sobrepasa.
Cuando tomamos una decisión, debemos ser consientes, que esta tendrá consecuencias, y debemos estar preparados para asumirlas, y emendar nuestros errores.
No debemos esquivar los desastres que causamos.
El huir únicamente empeorará las cosas.
Esto es lo que nos demuestra la aptitud y actitud de Julie frente a sus errores.

“I'll make him live, I will.
Whatever you might do, I can do more, 'cause I know how to fight better than you.
Amy, if you knew the horror of that place.
It isn't a hospital.
It's a desolate island haunted by death.
They'll put Pres in an open shed with a hundred others.
You must be there with him day and night, watchin' every breath he draws.
You must bathe him, keep him clean, give him drugs, fight for his food and water.
You must keep the livin' from him and the dead.
Be there by him with your body between him and Death”



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