Sister Act

“No booze!
No sex!
No drugs!...
No Way!”

Las monjas, comúnmente trabajan en hospitales, escuelas, programas sociales, donde se desempeñan como líderes leales y fuertes en muchas de tales comunidades espirituales, contribuyendo así, a reforzar los puntos de vista de la teología cristiana, en medio de discusiones que se presenten.
Si esas monjas fueran a una huelga, muchas de las instituciones de la Iglesia Católica se paralizarían.
Por supuesto, una parálisis como ésa, sería un duro golpe, pero me gustaría verla, cuando, al ver a sacerdotes y a monjas en acción, no dudaría del dominio que un grupo ejerce sobre otro; sería agradable ver a los obispos, encogerse rápidamente, cuando las monjas digan:
“Ya basta”
Es cierto que las monjas tengan una buena razón para actuar de ese modo.
Desde el mes de abril de 2012, se ha desatado esa tempestad, cuando El Vaticano condenó a las monjas estadounidenses, por mostrar su independencia de pensamiento, que difiere del de los obispos, quienes según nos enseña Roma:
“Son los auténticos educadores de la fe y la moralidad”
Es interesante la narración aparecida en el New York Times, del 01 de Junio, 2012, de cómo El Vaticano critica a las monjas, por “enfocar su trabajo, relacionándolo principalmente, con la pobreza y la injusticia económica, mientras mantienen silencio sobre el aborto, y el matrimonio homosexual”
Luego se presenta esta transgresión:
“En el debate sobre la revisión de la salud en el 2010, los obispos de EEUU, se opusieron al plan de la salud, pero decenas de monjas, de las que muchas son miembros de la Conferencia de Liderazgo de Mujeres Religiosas, firmaron una declaración, mediante la cual lo apoyan, apoyo que fue crucial para la administración de Obama, en la batalla por la salud”
Para los pecados graves, como el de “pasar demasiado tiempo con los pobres”, El Vaticano ha encargado a un obispo, no vale decir a un hombre, que se encargue de reestructurar la conferencia de las monjas, repasar el manual, y aprobar o no, a las ponentes seleccionadas, para los eventos públicos, proceso que durará 5 años.
En síntesis, El Vaticano hace una parodia de sí mismo, al desvelar sus posiciones más retrogradas y duplicándolas.
Que El Papa, entonces Benedicto XVI, acuse a las monjas de promover “temas feministas radicales” demuestra su ignorancia acerca del feminismo.
La semana pasada, aún cuando las monjas decidieron protestar públicamente, denominando tal censura como “carente de fundamentos” y “llena de errores”, Roma fue aún más lejos, al condenar un libro escrito por la hermana Margaret Farley, de 77 años.
A pesar de que el mencionado texto, no insiste en condenar las enseñanzas oficiales de la Iglesia, recibió críticas de herética, dada la defensa de que los divorciados, puedan volver a casarse, de la masturbación, ¡el horror!, y para no mencionar más, la relación entre personas del mismo sexo.
La defensa de la libertad de decidir, ha demostrado desde hace mucho tiempo, que los ataques a los derechos de reproducirse, no han detenido el aborto, conforman una cruzada total, contra la anticoncepción, la libertad sexual, y los derechos de las mujeres.
Roma, con ese punto de vista, ha ido demasiado lejos.
En una respuesta punzante, escribió la columnista Maureen Down de Times:
“La denuncia que hace en su libro la Hermana Farley, se basa en el hecho de que, ella se mantiene al día con el mundo moderno; rehúsa alinearse con El Vaticano, que férreamente se mantiene colgado de un mundo impuro, ilusorio, donde mandan hombres, que no permiten a las mujeres manifestarse, donde los homosexuales son objetos de referencias ofensivas, donde hombres y mujeres, no pueden usar anticonceptivos, donde la masturbación es un grave desorden, y el celibato una entronización, aún cuando rugen escándalos relacionados con la pedofilia”
Por supuesto, las hermanas tienen amplia capacidad para hablar por sí mismas.
El 18 de junio, embarcará un grupo en un bus, para hacer una cruzada a través de 9 Estados, donde visitarán los pequeños depósitos de alimentos, los lugares donde se refugian los que no tienen casa, y los ministerios de obras caritativas.
Es una forma impresionante e inusual de desobediencia, en una institución como la Iglesia.
Por su parte, la hermana Simone Campbell, visitó el Colbert Report, para promocionar ese tour en el bus, sosteniendo que la misión es buena, ya que brinda unas oportunidades selectivas al satírico para enviarlas al Vaticano.
Desde su elección como Papa, el propósito de Benedicto XVI, ha sido crear una Iglesia Católica más pequeña, pero, desde su punto de vista, más devota, y obediente, lo cual significa que determinados católicos, no merecen permanecer en la iglesia.
Poco sabíamos que en la búsqueda de purificación, su deseo sería purgar a las mujeres.
Mientras las madres “solteronas” como las calificó recientemente el Papa Francisco, los sacerdotes continúan con sus Mercedes Benz; ah no, también este mismísimo Papa, se ha avergonzado de esas suntuosas actitudes, y creo profundamente, que pronto, los sacerdotes también sudarán la sotana, por primera vez.
“Mary Clarence?
Like Clarence Williams III from The Mod Squad?”
Sister Act es una comedia de 1992, dirigida por Emile Ardolino.
Protagonizada por Whoopi Goldberg, Maggie Smith, Harvey Keitel, Bill Nunn, Kathy Najimy, Wendy Makkena, Richard Portnow, Robert Miranda, Mary Wickes, entre otros.
El guión lo firma Jim Cash, Jack Epps Jr., Paul Rudnick y Joseph Howard.
Posteriormente, Sister Act inspiró una obra musical del mismo nombre.
Sister Act es una comedia blanda y sencilla para todo tipo de público, de hecho, fue coproducida por Disney, y hecha para el lucimiento de la entrañable, y querida Whoopi Goldberg.
En su momento, Sister Act tuvo muchísimo éxito en taquilla, y una gran popularidad, inclusive, las actrices fueron a cantarle a Bill Clinton, vestidas de monjas y todo... en fin.
La trama gira en torno a una cantante brusca y deslenguada, Deloris Van Cartier (Whoopi Goldberg) la cual presencia un asesinato y, desde entonces, su vida corre peligro.
Para protegerla, las fuerzas de seguridad, optan por camuflarla en un convento de monjas, donde se convertirá en la hermana Mary Clarence.
La nueva integrante de la hermandad, no tardará en revolucionar a sus compañeras a ritmo de rock.
Incluso, es capaz de que la Madre Superiora, elimine los prejuicios que todo religioso tiene, más o menos visibles.
Mary Clarence además, cambiará sus prejuicios, y forma de ver la institución eclesiástica y, si antes le producía repulsión el temita de las monjas, ahora admirará la institución.
La música sirve aquí, para unir a monjas y feligreses, y una amistad inesperada, florece entre Mary Clarence, y sus ahora, queridas hermanas.
La idea es, reírnos de ese contraste, que hay entre la austera y conservadora vida religiosa, y el mundanal y libertino acontecer propio de las sociedades modernas.
En ello se basa Sister Act, en mostrarnos ambos estilos de vida, contrastarlos, y así poder provocar risas, al conectar ambas realidades tan disímiles.
Pero Sister Act me parece excelente, para ejemplificar el trabajo que se puede realizar en una comunidad, como lo es el diagnostico, la participación, e intervención social dentro de la misma.
Se evidencia en la comedia 2 comunidades:
La cantante sin conocer el ámbito de la comunidad, se resiste al inicio al cambio y adaptación al contexto, como en la alimentación, vestido, manera de comportarse, es decir, toda la forma de vida llevada allí.
Al transcurrir el tiempo, como nuevo miembro, se va adaptando, y haciéndose parte de la comunidad, esto se debe a su contacto directo, y la participación en las obligaciones, pautas que debía ejecutar; realizando así, exploraciones en las problemáticas que presentaban en la comunidad religiosa, y comunidad adyacente.
Ahora bien, se dio un tipo de tipo de participación comunitaria, que ejercen acciones preventivas, ya que detectaron una problemática, orientada a intervenir, de forma ordenada sobre personas o grupos de personas afectadas, previamente identificados, para reducir su impacto sobre ellas.
En cuanto a la intervención ejecutada, considero que fue de tipo comunitaria, por la participación e interacción activa de todos los miembros, intercambio iglesia-vecindario, el sentido humano, la identidad, transcendencia personal era la base principal para dar un cambio.
Como ejemplos de la participación e intervención comunitaria, esta la organización y coordinación del coro, ir a la calle a conocer la gente del vecindario, y es allí donde comienza el contacto entre ambas comunidades, que se integran, e inician jornadas de limpieza y pintura, creación de murales creativos, creación de guardería, actividades para la recaudación de fondos para la iglesia, etc.
Realmente Sister Act fue una película, que presenta problemáticas existentes en nuestra sociedad actual, y permite reflexionar a las personas, como actores sociales de su contexto, para bordar desde diferentes perspectivas, las problemáticas que afectan el entorno social.
Respecto a las actuaciones, el duelo interpretativo entre Goldberg y Maggie Smith es fantástico.
Pero es todo, un goce poder ver a Whoopi Goldberg en sus mejores épocas, un producto hecho a la medida, de una mujer que ha nacido para hacernos reír, y que se mueve como pez en el agua, con el hábito puesto.
Y ni hablar del coro completo, causando impacto sobre todo, las mayores.
Pero en Sister Act, estoy seguro de que Whoopi Goldberg, ha sido una de las actrices afroamericanas, más populares que hubo en la década de los 80, recreándose, en la figura de una de las grandes divas del Soul, Miss Diana Ross, con más sombras que luces, y en algunos momentos con un play-back horroroso.
La dulce Whoopi Goldberg, encarna a una mujer del “mar vivir” la cual está casada con un mafioso, no es para menos.
Los malos, dirigidos por Keitel, son los personajes más trillados, muy típicos de las comedias, es decir, malos que no le dan miedo a nadie.
Son 2 los momentos de Sister Act que me resultan más conmovedores:
El primero, los ensayos con el coro de la iglesia, que era una desgracia, y la satisfacción de sus integrantes, al darse cuenta del resultado de actuar bajo una dirección, más o menos competente.
El segundo, obviamente, la escena final, en donde se recrea a Juan Pablo II, de espaldas, como invitado de lujo en la iglesia, con actitudes joviales propias de él.
La banda sonora a cargo de Marc Shaiman, aporta canciones y música de influencia góspel y rhythm and blues, que otorga un tono cómico y desenfadado.
“John, Paul, George, and... Ringo!”
Resulta que Sister Act no estuvo exenta de controversia.
Delois Blakely es la monja de Harlem, New York, que se ha atrevido a denunciar a los gigantes Walt Disney, y Sony Pictures, por culpa de la película Sister Act.
La mujer acusa a las productoras, de plagiar su autobiografía, para elaborar el guión de la famosa película que Whoopi Goldberg protagonizó en 1992.
De acuerdo con la religiosa, no fue inspiración divina, la que iluminó al equipo de guionistas, a la hora de escribir la historia de Deloris Van Cartier, la cantante de club, metida accidentalmente a monja que, con sus cantos y su ritmo, revoluciona a toda la comunidad de Saint Katherine, un convento en San Francisco, California.
El exitoso filme, ha sobrepasado la barrera del cine.
Además de motivar una segunda parte, la historia también alcanzó la gloria en Broadway, donde fue presentada como un musical.
Lo cierto es que Delois Blakely, reclama la autoría de la historia, y demanda a Sony y Disney, por apropiación indebida, incumplimiento de contrato, enriquecimiento injusto, y otros delitos.
De acuerdo con el texto de la demanda, reportado por The Hollywood Reporter, los parecidos entre la monja demandante, y la de Sister Act, van más allá del nombre y los hábitos.
Blakely era “una joven monja negra, que cantaba al servicio de la gente de la calle y los jóvenes de Harlem”
Esta mujer publicó en 1987, sus aventuras y desventuras, en “The Harlem Street Nun”, un libro que según dice, envió a diversas personalidades de la industria cinematográfica.
La hermana de Harlem, mandó un resumen de 3 páginas a varias productoras, entre ellas, la productora Tri Star Pictures, Cynthia Bowles, que llegó incluso, a responderle en una carta, en la que expresaba el interés por los derechos de la historia, para llevarlos al cine.
La demandante alega, que más tarde, el productor Scott Rudin, se llevó el proyecto de Tri Star, hasta Disney, para convertirse en productor ejecutivo de la película Sister Act, que recaudó más de $230 millones en taquilla.
Conocida ahora como “Queen Mother Dr. Delois Blakely”, la monja de Harlem, y que se ha convertido en uno de los referentes el movimiento de los indignados de Wall Street, pide en su demanda, una compensación económica por las ganancias de Sister Act en taquilla.
Amén de los beneficios que dio la secuela, y la posterior versión de teatro.
Ni Disney ni Sony han querido comentar la demanda de Delois Blakely.
De mi parte queda decir, que de obtener algún resarcimiento, se espera que la monja Blakely, done el dinero a caridad.

“Brace yourself, sisters.
Spread out and look for Mary Clarence.
Try to blend in”



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