The Fog

“All that we see or seem but a dream within a dream”

La niebla es un fenómeno meteorológico, consistente en nubes muy bajas, a nivel del suelo, y formadas por partículas de agua muy pequeñas en suspensión.
La mayor parte de las nieblas, se producen al evaporarse la humedad del suelo, lo que provoca el ascenso de aire húmedo, que al enfriarse, se condensa dando lugar a la formación de estas nubes bajas.
La niebla conlleva la disminución de las condiciones de visibilidad en superficie.
La dispersión de la luz en las partículas de agua que forman la niebla, favorece la visibilidad en longitudes de onda similares, al amarillo selectivo utilizado en faros, y luces antiniebla.
La niebla reduce la visibilidad, e incluso, causa que aeropuertos, y en ocasiones, carreteras, sean inutilizables, pues la falta de visibilidad, y en algunos casos, visibilidad nula, hacen peligroso el manejo de vehículos.
La niebla restringida a una zona geográfica, como los valles, es particularmente peligrosa, pues puede atrapar por sorpresa a los conductores.
La década de los 80, y buena parte de los 90, fue el período más productivo y admirable del cineasta John Carpenter.
Sus oscuras cintas, son una muestra de los altos niveles de creatividad y frescura, que alcanzó el género en esos años dorados.
Lamentablemente, el fin del milenio, marcó un descenso al parecer irreversible, en la capacidad artística de Carpenter.
“The celebration tonight is a travesty.
We're honoring murderers”
The Fog es una película de terror, del año 1980, dirigida por John Carpenter.
Protagonizada por Adrienne Barbeau, Jamie Lee Curtis, Janet Leigh, John Houseman, Tom Atkins, James Canning, Charles Cyphers, Nancy Loomis, Ty Mitchell, Hal Holbrook, John Goff, entre otros.
En su momento, The Fog fue considerada, un pequeño traspié en la carrera de John Carpenter, pero hoy en día, está considerada como una cinta de culto, y una de sus mejores películas.
Hay que destacar que es un hecho histórico, que en el cine, haya un incremento en la filmación de escenas explicitas, a pesar de que las audiencias son cada vez más cultas, algo curiosamente paradójico.
Este efecto “in crescendo” puede que nos haya acostumbrado a un alto nivel de horror, y tolerancia, y por tanto, a minusvalorar una cinta, porque no expone o expresa, suficiente material para hacernos sentir petrificados.
Tanta fue la expectación que tenia la gente, por ver una película tan terrorífica como “Halloween” (1978), que tuvieron que cambiar el poster promocional de The Fog a última hora, para que saliese Jamie Lee Curtis, y poder promocionarla al nivel de “Halloween” (1978)
De hecho, The Fog es bastante floja, comparada con su antecesora.
Las escenas de “terror” son muy sencillas y anodinas, muy superficiales.
Tanto es así, que las rodaron a posteriori, porque la primera copia no tenía casi ninguna escena de “terror”
Al igual que en la mayor parte de sus películas, la banda sonora fue compuesta por el mismo John Carpenter.
A finales de los 70, y principios de los 90, Carpenter se encontraba en el mejor momento creativo de su vida, y encadenaba una obra maestra tras otra.
The Fog nos muestra, un relato de terror sencillo, lejos de lo sofisticados, y contado con una maestría y elegancia fuera de lo común.
The Fog es una película atmosférica, una atmosfera que te sumerge de inmediato en ese pueblo pesquero, y hasta tienes la sensación de que estas oliendo a mar cuando la ves.
Como dato, “The Fog” es también una novela de terror, del escritor inglés, James Herbert, publicada en 1975; y se trata de una niebla mortal, que vuelve locos a sus víctimas cuando entran en contacto con ella, y que es completamente ajena a The Fog de John Carpenter.
El germen de The Fog, surgió cuando el director presenció, cómo un espeso banco de niebla, avanzaba sobre Stonehenge.
“La atmosfera allí era tremenda.
Mire a mi alrededor, y la niebla lo cubría todo, era fantasmagórica, blanca, y visual, muy visual.
Pensé en la posibilidad, de que saliese de ella, una forma oscura, y viniese hacia mí.
Imagine un pequeño pueblo, con aquel banco de niebla acechando lentamente desde la carretera.
De repente envuelve tu casa, y oyes como llaman a la puerta...” explicó el cineasta.
Aquella inquietante visión, hizo que escribiera el guión a 2 manos, con Debra Hill, sobre un pequeño pueblo costero, sobre el que se cierne una terrible maldición.
Carpenter nos introduce a The Fog, no solo recordando al autor, sino tratando de asemejarse, en cierto modo, a él como narrador de cuentos clásicos de terror, como el que a continuación nos presenta.
Algo que con el paso del tiempo, ha logrado convertirse en uno de los autores cinematográficos, más importantes del cine de género.
Así las cosas, The Fog es una historia de miedo, de las que se cuentan al calor de una buena hoguera, que mezcla lo terrenal con lo místico, permitiéndonos creer, que el mal existe dentro, y más allá del hombre.
The Fog nos presenta esa maldad de tal forma, que  aunque no veamos el rostro del atacante, y por más precarios que sean los efectos especiales, su criterio hace que sin importar el pedazo de plástico, el brillo fluorescente, los ojos superpuestos, uno se sumerja en la tensión y el miedo de los personajes, contraiga cada músculo del cuerpo, se agarre fuerte del sillón, novio o lo que sea que se encuentre al lado, y no pueda apartar los ojos de la pantalla.
Ciertamente, el argumento es uno de los más atractivos que ha dado este cineasta, quedando resumido en el magnífico arranque, donde se cuenta esta leyenda de terror, a unos niños alrededor de una hoguera.
Un momento que, apoyado por la inquietante música, obra del propio Carpenter, como casi siempre, sabe poner los pelos de punta al espectador, haciendo que entremos en ambiente, desde el minuto uno.
The Fog comienza con Mr. Machen (John Houseman) cubierto de pelo facial blanco, y una gorra azul de capitán, contando historias de terror del mar, a un grupo de niños que le escuchan.
Entre estas, figura la historia de una niebla, que cubre a una embarcación, y causa su naufragio y la muerte de todos sus tripulantes.
¿La fecha?
21 de abril, 1880.
¿El navío?
El Elizabeth Dane; pero pronto evoluciona a la historia de un pueblo entero, Antonio Bay, en su centenario, que se celebra el 21 de abril de 1980. ¿Coincidencia?
Conocemos a varios personajes comenzando por el padre Malone (Hal Holbrook) y Bennett, su ayudante (John Carpenter), que descubre entre las paredes de la vieja iglesia, el diario de su abuelo, donde esté explica el pasado turbio del pueblo. Conocemos también, a la joven madre Stevie Wayne (Adrienne Barbeau) dueña de la estación de radio, que emite desde el faro al lado de la bahía, y a su hijo Andy (Ty Mitchell), que no solo está entre los espectadores de Machen, sino además, encuentra en la playa, un viejo pedazo de madera con la palabra “Dane” sobre él, que más adelante, es la fuente de la mejor secuencia del filme, apropiadamente espeluznante.
Está Kathy Williams, matriarca del pueblo (Janet Leigh) y su ayudante Sandy Fadel (Nancy Loomis), ocupadas con los preparativos del centenario.
Está el inversionista marino Nick Castle (Tom Atkins) y su fácil novia autoestopista Elizabeth Solley (Jamie Lee Curtis), así como el meteorólogo Dan O’Bannon (Charles Cyphers) y el Doctor Phibes (Darwin Joston)
Todos estos personajes, se ven afectados por fuertes temblores, vidrios rotos, una densa niebla, y la muerte de algunos vecinos, desde la medianoche hasta la una de la madrugada.
En el transcurso de una hora y media, sabremos que trae consigo la niebla, quien sobrevivirá, y cuál es la verdadera historia del pueblo.
Lo que suena todo bastante tradicional, e incluso esperado, pero en el camino, Carpenter nos esconde sorpresas, tanto satisfactorias como desagradables.
La menos placentera, viene de lo genérico, que acaba siendo el resultado final.
En The Fog, la venganza es la piedra angular que mueve toda la trama, yendo más allá de la muerte, con un rencor que se mantiene vivo, y que pagaran los descendientes de los infames habitantes antiguos del pueblo de Antonio Bay, que se hallaban movidos por prejuicios y codicia.
The Fog resulta, incómodamente predecible en su mayor parte, y por momentos, parece ser el producto de un estudio, y no de un “auteur” que Carpenter sin duda alguna lo es.
Hill y Carpenter deciden, en esta ocasión, entrar a la violencia gráfica con mucho más detalle, para competir con el ya violento mercado:
Apuñalamientos y empalamientos son puestos en escena, con frecuencia con una sospechosa falta de sangre, pero con el sonido para respaldarlo.
“You're just a voice on the phone”
En el apartado actoral, destacar que se trata de una historia coral, donde el protagonismo queda repartido, entre un reparto nutrido de habituales en el cine “carpenteriano”
Entre los actores, se encuentran Jamie Lee Curtis y su madre, Janet Leigh, La Reina del Grito, y una de las mejores víctimas del cine de todos los tiempos.
Adrienne Barbeau, esposa de John Carpenter por aquel tiempo.
El veterano Tom Atkins, otro actor fetiche de la época, es la sorprendida víctima de los extraños sucesos que acontecen en Antonio Bay.
También, hay que destacar la presencia de Hal Holbrook, haciendo del Padre Malone; Holbrook es uno de esos actores de los que te suena la cara, y cuando te das cuenta, ha trabajado en casi todas tus películas, y series favoritas.
Cada una de las apariciones de la niebla, es aterradora y malsana, es una niebla espumosa, luminosa, bellísima, tiene vida propia.
La niebla es la clave, esa blancura espesa y luminosa, es lo natural que oculta lo sobrenatural, eso que el hombre apenas puede entender, y mucho menos controlar.
Lo que no está ahí, enteramente presente ante nuestros ojos, lo que es una sombra o figura apenas discernible, puede alterar una mente sensible, y una no tanto.
En ese lugar todo es posible, el miedo no es ya el producto de una imagen concreta, sino el fruto de lo que nuestra propia imaginación termina de construir a partir de las sombras, o en este caso, de la niebla.
Uno mira hacia el horizonte, y puede ver un manto blanco que se expande y se acerca, se conforta con la idea de un fenómeno meteorológico, que a lo sumo lo privará de visibilidad, así como cuando se produce un apagón, y uno sabe bien que se debe a un mero problema técnico.
Son esas situaciones corrientes, que uno comprende y asume como “normales”
Pero:
¿Qué puede ocurrir cuando no lo son?
¿Qué pasa cuando a medianoche, todo se desmorona sin aparente explicación? ¿Cuando en medio de la oscuridad, alguien golpea tu puerta espaciada e insistentemente, con un golpe seco tras otro?
¿Abrirías la puerta, y te pararías en medio de la niebla?
Curiosamente, iluminar la niebla fue un trabajo complicado según palabras de Carpenter:
“Teníamos que hacerlo desde atrás, y cuando la mezcla se evaporaba, se veían los proyectores”
De hecho, fue un peligro, porque el reparto y parte del equipo se enfermó, ya que los efectos de la niebla eran tóxicos, ya que estaba hecha con una mezcla entre queroseno, agua, e insecticida.
Como dato, y aunque parezca que son más, en The Fog sólo había 3 actores especialistas para hacer de fantasmas, pero con el montaje, daba la sensación que eran muchos.
Como curiosidad, Adrienne Barbeau no aparece junto a otros protagonistas en ninguna escena.
Cuando Jamie Lee está sentada en la habitación destrozada, y se le viene encima un armario por detrás, le cae una especie de muñeco con máscara, en un claro guiño a “Halloween” (1978)
A pesar de su escueto presupuesto de $1millón, hay que reconocer, que The Fog tiene una lograda estética, que le confiere un aspecto de título más caro.
También los efectos especiales, sencillos y artesanales, cumplen a la perfección, especialmente en lo referente a los momentos, donde la densa niebla hace acto de presencia.
Contemplar la sombra de esos marineros muertos en medio de la neblina, fue una experiencia realmente aterradora, para los que crecimos en los 80.
Lo mejor de The Fog sería para mi gusto, lo logrado de su suspense, que se mantiene álgido “in crescendo” hasta el clímax terrorífico de su recta final.
La primera noche en que la niebla ataca es admirable, no solo por el racionamiento de presupuesto que ha caracterizado a Carpenter en su carrera, sino por su impecable sentido del suspense.
The Fog es una premisa sencilla, pero funciona.
La leyenda de la antigua maldición, es en verdad inquietante, y se expone inteligentemente dosificada en 2 escenas:
Una al comienzo, genial ese lobo de mar rodeado de niños junto al fuego, y otra más tarde, hacia el ecuador, relatada esta vez por el sacerdote del pueblo, que ofrece más detalles, dando a la historia el trasfondo necesario.
The Fog comparte con la novela gótica, muchos de sus motivos más recurrentes.
Uno de ellos, es la importancia del marco escénico en el desarrollo de la acción; en el caso de The Fog:
La iglesia, el faro desde donde retransmite la radio local, y el paisaje, la bahía, o el mar, a los que Carpenter confiere “una mayor espectralidad, una mayor extrañeza, y una sugerencia de grotesco presagio”
El director y su guionista, quieren hacer de la niebla un personaje, siniestro y maléfico, que tiene vida y color, y que esconde algo auténticamente aterrador, porque no puedes darle forma; la idea de un enemigo anónimo y amorfo, contra quien no puedes luchar es aterradora, nos sobrepasa, y evoca los monstruos de fuerzas desconocidas, que nos acechan en las sombras.
El hombre teme sobre todo a lo desconocido.
Su fotógrafo, Dean Cundey, lo describe así:
“John tiene una faceta siniestra, que está en toda su filmografía; es un narrador que construye la diégesis con imágenes, cuenta historias con la cámara; no rueda planos estrafalarios o exagerados, sino que se centra en lo esencial, es su secreto.
En cada plano o secuencia, refleja un momento de la narración, o crea una respuesta emocional, usando todo lo que el cine le permite utilizar:
La imagen, la música, los efectos sonoros, el montaje... todo lo que marca el estilo de The Fog”
Las mujeres van a jugar un papel primordial en The Fog; son mujeres “hawkasianas” fuertes, que priorizan su papel en la sociedad, sobre sus obligaciones en el ámbito privado del hogar, en un cineasta que se complace en mostrar en la pantalla, al anti-héroe.
Desde la mujer que lleva sola la radio en un faro, sin forma fálica, la KAB de Anthony Bay, y que encomienda a otros, la salvación de su hijo, con el objetivo de evitar la hecatombe de su comunidad, hasta la alcaldesa, interpretada por la mítica actriz, Janet Leigh, que aunque preocupada porque su marido no ha regresado a casa, continúa con su agenda oficial.
Y Jamie Lee Curtis, que decide interrumpir su viaje, y colaborar en una acción en la que un solo hombre y un niño participan.
Me resultó bastante acertado, incluir un personaje que condujera a los protagonistas por el camino correcto, a través de una emisora de radio, que emite desde el faro del pueblo.
Así, del mismo modo que un faro orienta a los barcos perdidos cuando hay niebla, la locutora Stevie Wayne, intenta salvar a su hijo, y a quienes le están protegiendo.
Stevie se hace los ojos y las orejas de toda la comunidad de Antonio Bay, una ciudad fundada en la violencia y la inmoralidad.
En el primer montaje de The Fog, se percibían aun menos los fantasmas en la niebla, pero la película no funcionaba, por ello, John Carpenter agrego planos más reveladores, para que las escenas sean efectivas.
Las apariciones fantasmales quedan pues muy sugestivas, no distinguimos la apariencia física de los marineros difuntos, el único plan detalle, es un rostro en putrefacción, que aparenta más ser una materia abstracta que una forma conocida.
Esta manera de filmar el terror, puede ser comparada con la percepción de la radio que, escuchada de manera individual, desarrolla más la imaginación, y por consiguiente, nuestras propias pesadillas.
El que escucha, teniendo sólo una señal, la auditiva, ve su mundo transformarse a los sonidos y las indicaciones de la radio, se escucha la radio por miedo de no comunicar, pero su soledad lo confronta con los oscuros e incontrolables pensamientos, que vienen a su espíritu, tal la niebla bajo la puerta.
Stevie está allí para informar y reunir la comunidad, pero finalmente, sólo refuerza la soledad de cada uno, así como la realidad individual, es una manera de recordar, que todos los habitantes son atados por un secreto sórdido, si cada uno se encuentra frente a sí mismo, nada bueno ocurre.
Desde lo alto del faro de Spivey Point, Stevie tiene un papel predominante en la comunidad, casi como un oráculo, como lo demuestran los juegos de luces sobre su cara alumbrada por las luces del faro.
Ella hace el vínculo entre 2 mundos:
El primero donde es madre de familia, preocupada por las andanzas de su hijo, el segundo donde encarna la voz seductora y superficial de la emisión de radio.
Cuando la bruma entra en Antonio Bay, la barrera entre estos 2 mundos cede para dar paso al pánico, en este momento, su voz se hace más grave, y habla directamente a la gente, para tratar de liberarles de su aislamiento y vulnerabilidad.
Cuando la maldición está llegando a su fin, adopta una voz profunda, y casi profética, su mensaje parece ir más allá de nuestra historia de fantasmas vengadores.
Y es que The Fog va más allá de la cinta básica de horror estadounidense, pone en evidencia, una memoria enterrada en una niebla que se espese con el tiempo.
Una metáfora subrayada, en un último mensaje de la voz, que llega como una advertencia a la población:
“No sé lo que pasó a Antonio Bay esta noche.
Algo salió de la niebla, y trató de destruirnos.
En un momento, esto desapareció.
Pero si esto ha sido otra cosa que una pesadilla, y si no despertamos para encontrarnos a salvo en nuestras camas, esto podría venir otra vez.
A los barcos en el mar que pueden oír mi voz, miren a través del agua, en la oscuridad.
Busquen la niebla”
Finalmente, no se trata de saber lo que hay en la niebla, sino de enfrentarse a sus propios fantasmas, en aislamiento total, así como lo señala el meteorólogo a Stevie, poco tiempo antes de su ejecución, ella es sólo una voz en la radio.
Los monstruos son de cada uno, y encender KAB Radio, sólo es una invitación a nuestras propias pesadillas.
Como curiosidad, en el mismo año que se estrenó The Fog, una novela homónima fue publicada, escrita por Dennis Etchison, dicha novela aclara, la implicación en la película, que los 6 que debe morir no eran al azar, y eran en realidad, descendientes de los 6 conspiradores originales.
“12:00, the 21st of April”
Pero, el guión de The Fog tiene serios problemas de personajes.
De hecho, la presencia de un personaje principal es nula, y solo tenemos personajes secundarios vagamente definidos, en donde la mayoría rayan en el estereotipo.
En sí, The Fog es una película de terror entretenida, aunque carece del shock de “Halloween” (1978)
El tema pasa porque “Halloween” (1978) estaba construido como una leyenda urbana, y resultaba más cercana al público, al menos al público estadounidense, que contrata niñeras, y tiene el monopolio de los asesinos seriales que existen en el mundo, un detalle interesante de analizar, desde el punto de vista sociológico, mientras que en The Fog todo es bastante rebuscado.
Por ejemplo:
En The Fog tenemos un montón de protagonistas:
La locutora de la radio, el marinero, el sacerdote, la autoestopista que levantó el marinero en la ruta, en donde todos tienen un pedazo de información, sobre el fenómeno sobrenatural que está ocurriendo, y terminan por empalmarlos de una manera poco creíble, en menos de 5 minutos.
Los fantasmas vengativos, pasan por las armas a cualquiera, no sólo a los descendientes de sus victimarios del siglo XIX.
Los fenómenos “poltergeist” que ocurren en el pueblo, parecen realmente descolgados, es como si los fantasmas estuvieran de visita en Antonio Bay, una hora y se fueran, simplemente porque al guión así se le ocurre, ya que todo podría haber ocurrido en un solo día.
Y en general, todo parece ser un show de shocks, muchos de ellos gratuitos, y sin mucha relación con la historia, como la madera que encuentra el hijo de Adrienne Barbeau…
No queda claro, que las víctimas sean descendientes reales de los asesinos, o simples elecciones al azar.
Por otro lado, no se nos muestra como el resto del pueblo afronta la maldición, sino que en los últimos minutos, Antonio Bay parece estar desierto, a excepción de los protagonistas.
El abuelo del cura, el que montó todo el follón, también era cura...
¿Cómo se explica entonces, que dicho cura tuviera hijos?
En ningún momento parece que sean protestantes...
¿Cómo insiste Stevie Wayne en que salven a su hijo, indicando paso a paso, cuando acecha la niebla?
De no creer.
Y sin saberlo, deja de insistir cuando, ya lo han salvado, bueno, hay que ver, si desde el faro ve todo el pueblo…
Una última observación es la anécdota de ver los cristales de un coche romperse.
Los cristales de aquellos días no era de seguridad, y el director comenta en el DVD de The Fog, que fue complicado filmar la escena con tales cristales, como es una “low budget film” a lo mejor no tuvieron dinero para poner “candy glass” en esa escena…
The Fog se debate entre ser una historia de fantasmas, más hacia lo fantástico, capitulada por la narración de Machen, y un “slasher film” en su más pura forma.
The Fog es un filme dividido contra sí mismo.
“Why not six, Blake?
Why not me?”
Edgar Allan Poe escribió un poema muy interesante y es con el que arranca The Fog, el cual fue publicado por 1ª vez en 1849.
El poema costa de 24 líneas, divididas en 2 estrofas.
El poema cuestiona la forma en que uno puede distinguir, entre la realidad y la fantasía, preguntando al final:
“¿No es acaso todo lo que vemos solo un sueño en un sueño?”
El poema llamado “Un sueño en sueño” refleja los sentimientos de Poe, respecto a la vida en esa época, dramatizando su confusión, al ver cómo todas las cosas importantes de su vida, se esfumaban.
El darse cuenta de que, ni siquiera, podía conservar un grano de arena, lo lleva a preguntarse al final, que si acaso no era todo simplemente un sueño.
El poema hace referencia a la “arena dorada”, una imagen derivada del descubrimiento de oro en California, en el año de 1848.
Alternativamente, se puede interpretar a la “arena dorada” como una alusión a las personas que Poe quería, y que cada una se esfumaba inevitablemente, a causa de la muerte, “el vacío despiadado”, sin importar cuánto se esforzara el autor por mantenerlas junto a él.
“¡Recibe en la frente este beso!
Y, por librarme de un peso
antes de partir, confieso
que acertaste si creías
que han sido un sueño mis días;
¿Pero es acaso menos grave
que la esperanza se acabe
de noche o a pleno sol,
con o sin una visión?
Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueno.
-
Frente a la mar rugiente
que castiga esta rompiente
tengo en la palma apretada
granos de arena dorada.
¡Son pocos! Y en un momento
se me escurren y yo siento
surgir en mí este lamento:
¡Oh Dios! ¿Por qué no puedo
retenerlos en mis dedos?
¡Oh Dios! ¡Si yo pudiera
salvar uno de la marea!
¿Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño?”
Aunque muchas interpretaciones afirmen, que el poema tiene que ver con el desvanecimiento de la vida, del pasado, de la familia, de los hechos de Poe.
En este análisis se propone otra hipótesis:
El hecho de que el hombre, o la mujer, por no decir “el yo poético” le dé un beso en la frente, y no en la mejilla, o en la boca dice mucho.
Desde ahí, se ve la distancia del uno al otro:
El que actúa, y el que es pasivo.
El que da el beso en la frente, es el que abandona sin duda alguna, y el que lo recibe, sin esperarlo ahí, sino en la boca, es el que sufre.
Al parecer, ella le había dicho que sus vidas, en su amor, parecían puestas en un sueño.
Y él le replica con lo mismo:
“Que es verdad, que no se equivoca al decir que su vida era un sueño, pues todo lo que se vive, y lo que se aparenta, hace parte de un sueño dentro de un sueño, del que se puede despertar de un momento a otro, y dejarlo como si nada, en el sueño verdadero”
En un sueño se siente, se ama, se odia; en el despertar, en el otro sueño, podrá considerarse que lo sentido, lo amado, o lo odiado, no era más que una ilusión.
Son 2 los sueños:
El del amor y el de la desilusión.
La realidad no se ve.
La esperanza del amor, se fue de un momento a otro, de la distancia que hay entre el sueño y el despertar, que es el otro sueño.
Y el hecho de que la esperanza se hubiese ido tan rápidamente, no le quita lo que ello conlleva:
El desvanecimiento del amor que sentía.
Ella, por no decir “el segundo yo poético”, por su parte, se siente en una ribera de olas precipitadas, tratando de salvar lo últimos granos de oro, que representan el alma de la relación.
Ve cómo se le escapan los granos de oro, ve cómo se aleja su amado, sin poder hacer nada para evitarlo, lo único que queda, es el llanto.
Y por último, ya cuando las fuerzas humanas no pueden por sí solas, se acude a la ayuda divina, a Dios, con la pregunta:
“¿Entonces, es verdad que todo lo que se ve y parece, es solo un sueño dentro de un sueño?”
Y Carpenter añade:
“Si cuando despiertas, ves que no estás en tu cama, y sigue la visión, ¡Huye!”
La suya es una visión onírica que contamina la realidad, frecuente tópico en la literatura.
Con esta historia, Carpenter reincide en su habitualmente sutil crítica a la sociedad “civilizada”, sugiriendo que muchos asentamientos, sobre todo pesqueros, fueron fundados por criminales o asesinos, por mucho que ahora sean un ejemplo de paz y progreso.
Es una idea muy interesante que aquí está llevada al límite.
¿Un cuento de terror?
No hace falta más que encender una hoguera en la medianoche, tener un público dispuesto a pasar miedo, y contar alguna leyenda, o historia tradicional, para lograr un ambiente terrorífico como el que Carpenter consigue, en el brillante inicio de The Fog.
El cineasta recoge la tradición popular, de contar historias de terror, alrededor de una fogata, y la introduce en The Fog, recuperando su espíritu, y sentando las bases del buen cine del género, creando desasosiego desde la imagen y la palabra.
Carpenter se nos muestra como lo que es, todo un narrador clásico en sus influencias, y su puesta en escena, sencilla, pero terriblemente efectiva.
Y es que no hay más miedo, que el que pasa uno solo en casa de noche, sobre todo, cuando sabes que estás solo.
Miedo escuchando un ruido en la calle, al cerrar rápido una puerta, o encender corriendo la luz.

“There's no fog bank out there”



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