Paper Moon

“As P.T. Barnum put it:
There's a sucker born every minute”

La colonización del oeste de finales del XIX, La Segunda Guerra Mundial, y el Holocausto, y La Gran Depresión de los años 30, han de ser, casi con toda seguridad, los temas más repetidos en la historia del cine de Hollywood.
Su deslumbrante capacidad para crear mitos, ha hecho que, prácticamente en todo el mundo, a nadie le resulte desconocido, ninguno de estos temas, entre algunos otros.
Es la cosmovisión y la sociología de un pueblo, a través de su cine, en base a su historia, tantas veces repetida.
No todo el cine de Hollywood es así, claro está, pero hay películas que además de tener un importante contenido narrativo y fílmico, contienen información, directa, o indirecta, de las épocas histórico-sociales que entran en juego.
La Gran Depresión, por ejemplo, fue una época de miseria, de miedo a la muerte por hambre, de desahucios, de nómadas con tripas crujientes, de cruces de caminos igualmente desérticos.
También fueron los años de La Ley Seca, del crimen organizado, de la clandestinidad del desahogo, de las huídas hacia otro Estado; la época de un puritanismo fatalista, que vio en la crisis, un castigo divino, provocado por la laxitud moral de los desvergonzados años 20.
Pero también, fue una época de libertad individual, de predominio del hombre sobre la sociedad instituida, de supervivencia frente a las leyes; un terreno abonado para la aventura, para la búsqueda sin mapa, de una fortuna momentánea.
Como al principio de La Edad Media, parecía que el poder político constituido se desmoronaba:
El destino de los hombres, ya no dependía de las jerarquías, sino de sus propios actos, tanto para bien, como para mal; porque además, en esas épocas de incertidumbre y miseria, de soledad y desapego, resulta casi imposible, distinguir la línea que separa los buenos, de los malos actos.
Y la ética entera se transforma…
Años después, en la década de los 70, surge una generación desencantada, tras los años de paz y amor, y el fracaso de los ideales de mayo del 68.
En las postrimerías de La Guerra de Vietnam, la juventud estadounidense comienza a cuestionarse todo.
Atrás queda el optimismo sin límites de la década anterior, y el cine político y de denuncia, vive un verdadero apogeo con cintas como “Paper Moon” (1973)
“I want my two hundred dollars”
Paper Moon es una película de comedia, realizada en 1973, y dirigida por Peter Bogdanovich.
Protagonizada por Ryan O'Neal, Tatum O'Neal, Madeline Kahn, John Hillerman, P.J. Johnson, Jessie Lee Fulton, James N. Harrell, Lila Waters, Noble Willingham, Bob Young, Randy Quaid, entre otros.
El guion fue adaptado por Alvin Sargent, a partir de la novela de Joe David Brown llamada “Addie Pray”
Paper Moon estuvo nominada a 4 premios Oscar:
Mejor actriz secundaria (Kahn), guión y sonido, y fue ganadora como Mejor Actriz Secundaria para Tatum O'Neal.
Un año después, en septiembre de 1974, la cadena de televisión ABC, estrenó una serie con el mismo título, basada en la película, y protagonizada por una jovencita, por entonces desconocida, llamada Jodie Foster en el papel de Addie, y Christopher Connelly en el de Moses Pray, serie que duró apenas unos meses.
Paper Moon está ambientada en la época de La Gran depresión en el estado de Kansas.
Paper Moon nació clásica, filmada en 1973, en blanco y negro, pareciera más vieja, como una anécdota que se pasa de una generación a otra, con una gran manufactura, un gran elenco, unas estupendas actuaciones.
Es algo clásico:
Un interior de un auto, filmado a 60 u 80 kilómetros por hora, perfectamente bien iluminado, y un vestuario que cambia conforme al carácter criminal de los personajes.
Es una comedia de enredos, acción gansteril, escenas sin un solo corte, larguísimas, entre padre e hija en la vida real, y que en Paper Moon también interpretan a un padre, Moses “Moze” Pray, y “una hija” Addie Loggins.
En ella, destacará fundamentalmente su equilibrio, el carácter descriptivo de sus imágenes, y el estudio psicológico, e interrelación que desprenden sus 2 personajes esenciales.
Todo ello, antes que el desarrollo de una historia bastante sencilla, y que registra algún bache de ritmo, el realizador confesaba, que al iniciar el rodaje, no tenía nada claro, como sería el final de Paper Moon.
La historia se ubica en la década de los 30, la época de La Gran Depresión en Estados Unidos, concretamente en el estado de Kansas.
Addie Loggins (Tatum O'Neal) es una huérfana que tiene que viajar por toda EEUU, en línea recta, al lado del que podría ser su padre, Moses “Moze” Pray (Ryan O'Neal), en una carcacha de $2, estafando a todo el que se ponga en su camino, tratando de llegar a casa de una tía.
A partir de aquí, y con la eterna duda de la paternidad siempre presente, se embarcan en un viaje de falso antagonismo, de unión, y compañerismo ante el desarraigo, de complicidad por la supervivencia.
Poco después, sabremos que la incorporación de la nueva compañera de viaje, ha sido algo planeado por Moses, ya que en su siguiente parada, irá a chantajear a un hombre, al que le dice que su hermano borracho, atropelló a la mujer muerta, y por eso, le pide dinero como chantaje, si no quiere que vaya a un abogado.
Al final, consigue $200, y es ahí, cuando empezará la relación tan entretenida para el espectador, entre Moses y la pequeña de 9 años.
Ella ha oído toda la conversación de antes, entre los 2 hombres, y reclamará a Moses, que le de esos $200, y esto es un detalle que se irá repitiendo durante la historia, igual que ella crea, que él es su padre por el parecido de su barbilla.
Pero el tema central de la historia, viene debido a la crisis económica que afecta a casi todos los ciudadanos del país, de ahí que Moses se intente ganar el pan, de una forma u otra, aunque más concretamente, se hace pasar por un trabajador de una editora de biblias de Kansas, para timar a las viudas, a las que les vende ejemplares en edición de lujo, dedicada a ellas precisamente, por sus esposos difuntos.
Para ello, Moses mira el periódico, para sacar la información diaria de todas las posibles casas a las que visitar.
Y en ese negocio, Addie se unirá demostrando a Moses, sus artes para el timo, llevando además, todas las cuentas del dinero que van ganando.
Y es que pronto, uno se da cuenta, de que ella es mucho más picarona que él, algo que dará mucho jugo a la historia.
Muchas cosas en el camino, les tapan los ojos, y les van metiendo en aprietos, hasta que de algún modo, luego de escalar un nivel muy alto, en algo parecido a la delincuencia de 5 estrellas, tendrán que verse las caras con algo que no podrán entender nunca, y al final, como una droga que rebota sin el consentimiento de uno, la historia tiene que empezar de nuevo, para poder sobrevivir en un sur, que se traga todo a su alrededor.
La localización de Paper Moon es ideal, con esos parajes áridos, y desérticos de las llanuras del este de Kansas, combinados con las casas de los pueblos, que van encontrando a su paso, sin más banda sonora que la música de la época, que se oye de fondo de la radio de Addie, o de cualquier bar al que entran.
Precisamente, es en esa radio, donde ella oye el programa semanal, que el cómico estadounidense Jack Benny empezó a hacer en 1932, algo que sirve aún más, para ubicar perfectamente la historia en el tiempo, igual que la simpatía que Addie le tiene a Franklin D. Roosevelt, recientemente elegido Presidente de los Estados Unidos, o la parte tan interesante, que veremos más adelante, relacionada con la Ley Seca de entonces.
A partir de su encuentro inicial, ambos correrán diversas aventuras, descubriéndose en la pequeña, una innata capacidad para lograr con Moses, una colaboración que fructifique, en el considerable aumento de los ingresos de ambos.
Moses y Addie son casi personajes arquetípicos, del mito de La Gran Depresión.
El buscavidas que no tiene ni maleta, que gana unos dólares hoy, para gastarlos antes de mañana, en un buen afeitado, un buen almuerzo tras días de ayuno, y tal vez, en alguna alegría para el cuerpo; una cama medio limpia, y el resto, lo reserva para emprender un nuevo negocio, algún otro asuntillo sucio, fuera de la ley.
Es un nómada, que ya casi no es capaz de amar, más allá de una noche, que rechaza el apego, porque en esa época, ya nada pertenece a nadie; que no concibe ya un hogar, una familia, ni un futuro estable:
Solo busca estar vivo hasta mañana.
Addie, por el contrario, es la huérfana que nace ya, en esas condiciones.
Conserva en una pequeña caja, cosas que pertenecieron a su madre, pero demuestra enseguida, una astucia innata para desenvolverse en el mundo de Moses, un don mezclado con la inocencia de su corta edad, y de su semblante afligido.
Juntos, formarán una pareja de timo errante, unidos porque Addie descubre a Moses, en su primer engaño:
Apropiarse de los $200 de indemnización, por la muerte de la madre, que la niña le exige sin contemplaciones.
Pronto, se descubre entre ambos, una necesidad mutua, una dependencia lógica que Moses rechaza, pero que entendemos natural en Addie.
Siempre nos quedará la duda, de si era el padre o no, porque Ryan O’Neal construye un personaje tan críptico, que prácticamente lo desconocemos todo de él, y de su pasado.
Pero parece como si debido a la experiencia de haberlo perdido todo, y no sabemos realmente qué, ni cuánto, ni si alguna vez tuvo algo, Moses se negara a creer, que algo pudiera pertenecerle legítimamente, en este caso su posible/presunta hija Addie.
Parece que se resiste a amar, a ser amado, a apegarse a algo, o a alguien:
Una sombría forma de vivir, creyéndose no merecedor de una felicidad, de una familia, o de un mísero hogar errante con su hija.
Ese será el punto de partida, de una convivencia que se establece dentro de un recorrido por lugares y ciudades, de un Kansas traspasado por las miserias de La Depresión, y en cuyo seno, los 2 cómplices, llevaron su escalada de timos, iniciada con la venta de biblias a incautas viudas, solo interrumpida parcialmente, por el efímero romance que Moses mantendrá con la poco recomendable Trixie Delight (Madeline Kahn)
Así, a través de un país en una profunda crisis económica, el tándem de timadores sobrevive vendiendo biblias a fallecidos, robando alcohol, o realizando pequeñas estafas con billetes, todos ellos, timos de guante blanco.
Por el camino, se irán encontrando a unos personajes, que definirán la época por la que se mueven, y a ellos mismos.
Así vemos que, es el comienzo del “New Deal” de Franklin D. Roosevelt, el cómico Jack Benny arrasa en la radio, y La Ley Seca impera en el horizonte.
Todo ello se nos muestra con mano maestra, y gracias a la sutilidad de buen artesano de Bogdanovich.
El motor de la supervivencia de los protagonistas, es siempre la inmediatez, la astucia del momento, la rapidez, la fugacidad, la picaresca del Lazarillo.
Pero cuando empiezan a hacer planes a largo plazo, cuando empiezan a volver a creer en sí mismos, en su fortuna, y en su salvación, vuelven a ser víctimas de las miserables circunstancias.
Pero, no se juzga al delincuente de medio pelo que vive como Moses:
El espectador le autoriza a cruzar, sin castigo ni prejuicio alguno, la línea ética entre el bien y el mal.
Pero la ley presente en la ficción fílmica, sí lo hará.
Es más bien, el castigo por creerse digno de la salvación, digno de formar algo bueno, de merecer la felicidad, y un poco de paz.
Por eso mismo, es tan importante la luz que aporta Addie al relato.
Casi sin la consciencia de haber pertenecido a algo, o a alguien, se lanza en los brazos de su posible padre, incluso, sin darle demasiada importancia a ese detalle, y fomenta entre ellos, una unión basada en la complicidad de un oficio, tan polémico como inevitable en tal situación, de una forma de vida, a la que los 2 se han visto abocados; y basada, como entrañable guiño, en la deuda que, pese a haberse gastado un montón de dinero juntos, aún debe Moses a Addie:
Esos famosos $200 que ya desde el principio, les unió en el camino.
¿Final edulcorado?
No, no hay lágrimas, ni besos, ni nada de eso....
Addie le dice a Moses, que se va con él, porque todavía le debe dinero, pero no son las palabras lo que importa, sino las miradas.
Es un estupendo final.
“Hurry up, Doctor.
This baby gots to go winky tinky!”
Es interesante ver, cómo a Paper Moon se le ha “homenajeado” o copiado, mil veces, incluso a día de hoy.
El proyecto había estado originalmente a cargo de John Huston, y la idea era, que lo protagonizaran Paul Newman y su hija en la vida real, Nell Potts; pero ellos 2 también se bajaron, cuando Huston lo abandonó.
Bogdanovich, acababa de formar The Director’s Company, junto a 2 de sus compañeros generacionales, Francis Ford Coppola y William Friedkin, una empresa destinada a hacer películas, con un presupuesto limitado, pero absoluta libertad creativa.
Y Paper Moon cayó entonces, en el momento justo, en las manos de un director cinéfilo, y obsesionado con el cine clásico.
Es la época en la que Bogdanovich, estrechaba su famosa y conflictiva relación con Orson Welles, quien entonces, le sirvió como una suerte de consultor, no acreditado, y le dio incluso, consejos para conseguir esa encantadora fotografía contrastada en blanco y negro.
Basada en un libro de Joe David Brown, que fue trasladado en forma de guión por Alvin Sargent, experto en el tratamiento de temáticas, y ambientes rurales estadounidenses, en la adaptación de Paper Moon se hicieron varios cambios.
Por ejemplo:
La edad de Addie se redujo de los 12 años originales, a los 9, para acomodarlos a la edad de Tatum, y se cambió el final de la historia, para acomodarlo al tono de Paper Moon.
También, se cambió el entorno de la historia, desde el sur rural original, a las localizaciones del medio-oeste americano:
Kansas y Missouri.
Aunque el cambio más evidente, fue el del nombre de la película.
Peter Bogdanovich pensó, que “Addie Pray” no parecía el nombre de una película, y empezó a buscar otro nombre.
Mientras seleccionaba la música para Paper Moon, escuchó una canción titulada “It's Only A Paper Moon”, y decidió darle ese título a la película, después de consultarlo con su gran amigo y mentor, Orson Welles.
La respuesta que recibió de Welles, ha quedado para la historia:
“El título es tan bueno, que no deberías hacer la película, sino presentar el título, y olvidarte de ella”
Entonces, Bogdanovich le aplicó un giro de “road movie” a una novela insulsa, y tuvo que cambiarle el nombre, para dejar claro, que las cosas las iba hacer desafiando viejas costumbres estadounidenses, a la hora de hacer cine.
Pensó en una escena, que ni siquiera era contada en las páginas, la estudió, le dio forma, tomó fotografías, se inventó una feria rural de mentiras, y tomó la decisión:
Paper Moon.
El aspecto visual de Paper Moon es definitorio en esa veracidad cinematográfica, que se centra en sus contrastes, su nitidez, y una acusada profundidad de campo.
Todo ello contribuye poderosamente, a superar la situación de que nos encontramos, ante una producción retro de la Paramount, para adquirir una sencillez, autenticidad, y clasicismo, que Peter Bogdanovich acentuará con una narrativa, basada en planos largos, fijos, o en movimiento y, en ocasiones, elaborados re encuadres.
Paper Moon posee esa descripción realmente sombría, basada en el maravilloso blanco y negro fotográfico, de una “América Profunda” en crisis; el constante salpicar de personas necesitadas y arruinadas, que aparecen en Paper Moon sin subrayar afortunadamente, este elemento.
El estilo retro, alcanza hasta los más pequeños detalles, y una persecución por las desérticas y polvorientas carreteras de Kansas, se parece sobre todo, a las de los “Keystone Cops” de Charles Chaplin.
El tono siempre es suave, y hasta en los momentos en que parece que la tragedia va a aflorar definitivamente, el director pisa el pedal del freno, y da una nueva oportunidad a sus protagonistas.
La brillante fotografía en blanco y negro, obra de László Kovács, le sienta como un guante a esta historia de aprendizaje, en unos tiempos que, aunque duros, Bogdanovich embellece, dándoles una pátina de nostalgia, que convierte la historia en agridulce.
Reconforta pensar, que personajes como los de la pareja protagonista, saldrán adelante pese a las dificultades, y seguirán buscando su lugar en el sol.
“I need to go to the shithouse”
Paper Moon se mantiene en un término medio, es una película de correrías en los caminos, del pícaro con su lazarillo; con esa tristeza, y esa ternura que dan los niños, que resultan más valientes, que al mayor que siguen con fidelidad.
Pocas, muy pocas veces, se le podrá ver a Ryan O’Neal en un trabajo tan bueno como éste.
El timador, Moses Pray se encontrará con la horma de su zapato, en la figura de su supuesta hija, un retaco de 9 años que fuma, jura en arameo, y estafa como una consumada experta.
La química entre ellos 2 funciona de maravilla, y a ello, no puede ser ajeno que Ryan O’Neal y Tatum, sean padre e hija en la vida real.
Esta pareja de ficción, construye un vínculo amplio.
Es una relación de padre e hija, pero también de compinches, de socios, de pareja.
Ella inclusive, se preocupa por seducirlo, quiere gustarle como mujer, y él la trata como a una niña.
Luego de haberla visto algunas veces, reconocí lo obvio, que los actores eran realmente padre e hija, o sea que estaban jugando todo el tiempo, con esa doble faz, seguramente divirtiéndose como locos.
Ambos consiguen que Paper Moon esté envuelta en encanto y carisma, y descanse sobre unos diálogos que se superan en inteligencia, y describen una relación de cariño, desde la mejor óptica que puede proporcionar el cristal de sus sonrisas o, más bien, de sus desenfados.
Así, poco a poco, ellos se introducen en nuestros corazones, desde el resbaladizo portal de la simpatía y, al mismo tiempo, van dejando un mensaje muy tierno en los bordes del alma.
En medio de ese contexto, contemplaremos la forzosa, pero entrañable relación que se establecerá entre Moses Pray, el simpático timador que encarna Ryan O’Neal, con gran sentido de la comedia, algo que nunca se le ha reconocido, y su apócrifa hija, que nunca se resigna a aceptar, Addie, por la que la hija de Ryan, Tatum O’Neal, logró el Oscar a La Mejor Actriz Secundaria.
Es notable de destacar, las impresionantes dotes interpretativas de la joven Tatum, quien con tan sólo 9 años, y sin ninguna experiencia previa, mostró unas amplias capacidades de trabajo y esfuerzo.
Yo siempre tuve predilección, por una escena que ocurre bastante al comienzo, cuando el tipo y la niña todavía están reconociéndose.
El antecedente es otra escena, maravillosa, en la que Ryan, ya responsable de la niña, intenta sobornar al hermano del tipo que fue el responsable de la muerte de la madre.
Le pide $2mil para no denunciarlo.
El tipo lo piensa y le dice:
“Te doy $200”
“Perfecto”, contesta O’Neal.
La chica, desde afuera, escuchó toda la conversación.
Con esos $200 dólares, el tipo compra un boleto de tren de $20, para despachar a la chica, envía un telegrama a la tía, avisando la llegada, y se compra un auto viejo, pero mejor que el que tenía.
Después, lleva a la niña a tomar algo a un bar, y en ese bar, transcurre mi escena predilecta, una escena brillante.
Tatum le dice que no quiere ir donde la tía, que no la conoce, que nunca se ocupó de su madre.
Él le dice, que su madre era muy buena persona, y que hizo feliz a mucha gente.
La niña le pregunta, si él es su padre, y el tipo se lo niega.
La niña le dice:
“Si no eres mi papá, entonces dame mis $200”
Con toda la comida en la boca, medio temblando, él lo sigue negando, pero la niña empieza a presionar, y a golpear la mesa diciendo:
“¡Quiero mis $200!”
Todo el bar empieza a mirar, y él le dice que está bien, que ese dinero es de ella, pero que a él le corresponde una parte por haberlo conseguido.
Ella dice que no le importa nada, que quiere la plata.
Entonces él tiene que confesar:
“Ya no los tengo”, dice.
“¡Entonces tendrás que conseguirlos!”, dice la niña.
Es la excusa para seguir adelante con él, y poner en evidencia, que ella es ferozmente más inteligente que él.
“She always has to go to the bathroom.
She must have a bladder the size of a peanut.
Well I ain't getting back in the car.
Not 'til she gets out of it”
Al día de hoy, la increíble Tatum O’Neal sigue siendo la actriz más joven, que haya ganado un Oscar jamás, con 9 años, aunque fuera injustamente en la categoría “de reparto”, a pesar de que el peso en Paper Moon, era el de una actriz protagonista...
Sin embargo, muchos creyeron que el tener sólo 9 años, haría que muchos académicos, no la votaran en la categoría de mejor actriz protagonista.
La actriz Madeline Kahn, también fue candidata por Paper Moon, en la misma categoría ese año.
Ese año también, como curiosidad, fue candidata otra joven, en la categoría de mejor actriz de reparto, Linda Blair por su papel en “The Exorcist”
Esta candidatura, junto con la de Tatum O'Neal, abrió el debate, sobre si debían competir niños a los premios, después de que en 1960, se hubiera eliminado el Premio Oscar Juvenil de La Academia.
A partir de estas candidaturas, otros niños han recibido nominaciones, como Jodie Foster en “Taxi Driver” (1976) o Haley Joel Osment por “The Sixth Sense” (1999), e incluso, algunos han ganado el premio Oscar, como la joven Anna Paquin por su papel secundario, en “The Piano” (1993)
Sin embargo, puede que Paper Moon haya sido el último momento agradable, en su turbulenta relación padre-hija, que tocó su punto más bajo en 2011, cuando Ryan sugirió en una entrevista para CNN, que el estrés de estar cerca de Tatum, hizo que su pareja de mucho tiempo, Farrah Fawcett, quien murió en 2009, desarrollara cáncer, mientras Tatum, por años, ha estado entrando y saliendo de centros de rehabilitación, por su adicción a las drogas.
La vida privada de Tatum, tomó el protagonismo gracias a una corta relación con Michael Jackson; su complicado matrimonio con el tenista John McEnroe; el distanciamiento de su padre Ryan O'Neal, y hasta su adicción a las drogas.
Ya en el año 2000, regresó a la industria, apareciendo en series de televisión.
En Paper Moon, es notable además, el papel de la buscavidas, interpretada por Madeline Kahn, propietaria del diálogo más memorable, en el que en un arranque de sinceridad, ruega a la pequeña Addie, que le permita permanecer unos días más con su padre, ya que:
“Al final, todos se cansan, y me abandonan.
No tendrás que esperar mucho”
La curiosidad más notable de Paper Moon, es que la niña de 9 años, fuma con total naturalidad.
En Paper Moon, tenemos una muestra, de lo que es una película que nunca envejece.
Tiene que ser narrada con la ambientación propia de los años 30, pero no importa que se vea dentro de otros 40 años, seguirá tan joven, como esa niña que tiene tanta calidez, y destila tanta belleza por dentro y por fuera.
No es una historia de tremenda intensidad, pero será una maravillosa medicina, para aquellos padres que piensan que no son tan buenos, y para aquellos hijos que creen, que no levantan orgullo en sus mayores.
La sensación que queda, después de todo ello, es de una agradable dejadez, de una especie de suavidad en los dedos, que también se han movido inquietos para mostrar que las manos, también saben sonreír.
Sobre todo, si son rápidas y útiles, y se alargan como serpientes, para coger un mísero dólar, que alargue un día más, el disfrute de la ruta.
La recompensa para los que nos dejamos engañar, es que acompañamos a los protagonistas, sentimos con ellos, y notamos cómo, entre engañifas y trucos, los 2 personajes, entrañables y magníficos, nos van dejando un rastro de pequeñas y alegres lágrimas, en algún rincón de nuestros ojos furtivos.

“You smile, the bubble has a rainbow in it
Say, its only a paper moon”



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