Olympus Has Fallen

“I want to speak to the Russians, the Chinese, the British, and the French.
And then I want a press conference.
In That order”

Por más de 200 años, La Casa Blanca ha sido mucho más que la residencia del Presidente de Estados Unidos y su familia.
En todo el mundo, La Casa Blanca es reconocida como un símbolo del presidente, del gobierno, y de los Estados Unidos.
Sin embargo, también la historia permite repasar en estos 2 siglos, algunos incidentes, a los que se suma el último ataque ocurrido en la mañana del 11 de noviembre de 2011, cuando se escucharon disparos cerca de dicha mansión presidencial.
4 días después, fueron encontrados al menos, 2 casquillos, y un impacto en una ventana en el 2º piso, donde reside la familia presidencial.
Tal como algunos recuentos históricos citados por La Asociación Histórica de La Casa Blanca repasan, varios han sido los ataques verificados:
En sus inicios, el 24 de agosto de 1814, en el momento más álgido de La Guerra de 1812, entre Estados Unidos e Inglaterra, tropas británicas ingresaron a La Casa Blanca.
Pero el presidente James Madison y su esposa Dolley, estaban a salvo en Maryland.
16 de agosto de 1841, una multitud furiosa, con la decisión del presidente John Tyler, de vetar una iniciativa del Congreso, de restablecer El Banco de Estados Unidos, lanzaron piedras contra la mansión, y realizaron disparos al aire, y lincharon una efigie del mandatario, a la que prendieron fuego.
Como resultado, El Distrito de Columbia (DC), decidió crear su propia policía.
Posteriormente, medio siglo violento siguió un 01º de noviembre de 1950, los agentes del Servicio Secreto, y de la policía de La Casa Blanca se enfrentaron con disparos con armas de fuego, frente a la Casa Blair, enfrente a La Casa Blanca, donde en ese momento, residía El Presidente Harry Truman y la primera dama Bess, por renovaciones en la mansión presidencial.
Los nacionalistas puertorriqueños Oscar Collazo y Griseleo Torresola, fueron los atacantes.
El agente del Servicio Secreto, Leslie Coffelt murió en el ataque, tras abatir a Torresola.
Collazo fue herido, y condenado a muerte, pero El Presidente Truman conmutó su pena por prisión perpetua, y en 1979, fue liberado después de que el presidente Jimmy Carter, conmutara la sentencia por tiempo cumplido.
El 17 de febrero de 1974, el joven soldado del ejército Robert Preston, quien había sido eliminado de un curso de entrenamiento de vuelo, robó un helicóptero desde un aeropuerto, y voló hasta La Casa Blanca, donde pretendía aterrizar en el jardín sur, para demostrar sus habilidades como piloto.
Los agentes del Servicio Secreto dispararon contra la aeronave, obligando a Preston a aterrizar, tras lo cual, fue detenido levemente herido.
El 22 de febrero de 1974, Samuel Byck, un vendedor desempleado, secuestró un avión DC-9 de Delta, en el aeropuerto Baltimore-Washington, que pretendía estrellar contra La Casa Blanca, tras asesinar a un policía, y luego a uno de los pilotos que le dijeron que no podían despegar.
Finalmente hizo salir a los pasajeros, y después de ser herido por la policía, se suicidó.
El caso inspiró la película de 2004, titulada “The Assassination Of Richard Nixon” protagonizada por Sean Penn.
Los agentes del Servicio Secreto, reconocieron luego, que sabían sobre las amenazas de Byck contra Nixon, pero no consideraron que pudiera llevar a cabo sus amenazas.
El 25 de diciembre de 1974, El Día de Navidad, durante la presidencia de Richard Nixon, un automóvil Chevy Impala, conducido por Marshall Fields de 25 años, quien decía ser “El Mesías”, atravesó los portones de la residencia, y llegó hasta el portal norte, donde amenazó inmolarse con explosivos atados a su cuerpo.
Tras horas de negociación, se entregó y los explosivos resultaron ser falsos.
El 22 de marzo de 1984, un joven desempleado de 22 años, llamado Anthony Holbert, luciendo lentes de sol, y abrigado con una cazadora a cuadros, estacionó cerca del portal noroeste de La Casa Blanca, en la Avenida Pennsylvania, y tras desenvainar una espada de samurái, pidió para hablar con el entonces presidente, Ronald Reagan, que estaba en el interior de la residencia, como anfitrión en una recepción por el presidente de Francia.
Los agentes consiguieron convencerlo de deponer su actitud, y rendirse.
El 16 de marzo de 1984, un electricista con problemas de drogas, llamado David Mohonski, al cual el FBI ya tenía bajo vigilancia, por amenazas contra el presidente Ronald Reagan, y que solía rondar La Casa Blanca, fue identificado por agentes durante la noche, frente al ala sur e identificado, tras lo cual, los agentes se acercaron, y al ser amenazados con un arma, fue herido en un brazo, arrestado, y colocado bajo tratamiento psiquiátrico.
El 12 de septiembre de 1994, abrumado por la disolución de su matrimonio, y severamente alcoholizado, un veterano del ejército, y ex conductor de camiones, llamado Frank Eugene Corder, estrelló una avioneta Cessna robada, contra el muro sur de La Casa Blanca.
Corder murió en el impacto.
La Casa Blanca estaba bajo renovaciones en ese momento, y el presidente Bill Clinton y su familia, no estaban en la residencia.
Tras el fallo de seguridad, las medidas de controles aéreos, fueron revisadas.
El 29 de octubre de 1994, 6 semanas más tarde, Francisco Martín Durán, disparó contra La Casa Blanca, en un supuesto intento de asesinato contra el presidente Bill Clinton, que estaba mirando un partido de futbol americano en la residencia.
Los agentes del Servicio Secreto, lograron reducir al atacante de 26 años, que aún se encuentra en prisión.
Una bala ingresó por una ventana del Ala Oeste, sin lesionar a nadie.
El 23 de mayo de 1995, nuevamente, La Casa Blanca durante el gobierno de Clinton, estuvo bajo ataque, cuando un repartidor de pizza y ex estudiantes de psicología, llamado Leland William Modjeski, consiguió saltar la verja, y correr por los jardines con un arma en la mano, que después se supo que estaba descargada.
Un agente del Servicio Secreto consiguió herirlo. Otro agente fue herido en el tiroteo. Modjeski fue internado en una institución para enfermos mentales.
También en este siglo, el 07 de febrero de 2001, apenas 2 semanas después de que George W. Bush asumiera la presidencia, un ex agente del servicio de impuestos (IRS) llamado Robert W. Pickett, con antecedentes de desequilibrios mentales, e intentos de suicidio, sacó un arma ante los turistas, y la policía, frente a La Casa Blanca, y comenzó a disparar al aire.
Un agente del Servicio Secreto, lo hirió en una pierna, y tras ser detenido, Pickett fue internado en tratamiento psiquiátrico.
Lo más reciente, El 11 de noviembre de 2011, se reportaron disparos contra la mansión presidencial.
El presidente Barack Obama, y la primera dama, estaban de viaje en Oceanía.
Ramiro Ortega Hernández, es el sospechoso de aparentemente, haber disparado contra La Casa Blanca, y fue acusado el jueves 17 de noviembre, de intento de asesinato del presidente Barack Obama, o de integrantes de su personal.
Por otro lado, uno se pregunta, qué está pasando actualmente por algunas cabezas de Hollywood, pues parece haber una consigna oficial, sobre la persistencia de la guerra preventiva contra todo tipo de amenazas, algunas factibles, otras más teóricas.
Será porque, desde hace unos cuantos años, tienen en los EEUU, a un presidente demócrata, y afroamericano, para más señas, pecado y delito para algunos, que se presentó como el adalid de la concordia mundial, con premio Nobel de La Paz incluido, y de la transparencia guantanamera, aunque al final, haya sucumbido a la traición de su propia voluntad.
Es entonces cuando, ahora que el negro ha renovado su mandato, tenemos los más deleznables ejemplos de justificación bélica, haciendo las delicias del “Tea Party”
Lo cierto es que llevamos un año que parece más propio de la administración de George W. Bush que del predicador Barack H. Obama, pues con la falsamente ambigua “Zero Dark Thirty” (2012) y la sobrevalorada “Argo” (2012) ha venido a formar equipo, otro vergonzoso pastiche auto justificativo, sobre los peligros de la tibieza en materia de política exterior.
No obstante, todos sentimos un malsano “guilty pleasure” con este tipo de películas.
¿Por qué no reconocerlo?
Aún a sabiendas de su dudosa calidad, de su desquiciado argumento, de su increíble, y epiléptica dirección, todos hemos disfrutado de esas clásicas películas de gran presupuesto, llenas de estrellas de Hollywood, donde se pone en entredicho, la estabilidad de la sociedad occidental, bien sea por medio de un desastre natural, un atentado terrorista, e incluso una invasión extraterrestre.
Y cuanto más rocambolesca sea la situación de la que tiene que salir el héroe de la película, que siempre hay uno, pues mejor que mejor.
¿O es que van a negar, que no has disfrutado con un film de catástrofe, aún a sabiendas de lo malo del guión, lo poco creíble de la situación, con una nave con un ordenador portátil… y lo macarra que se pone la situación?
Pues claro, en el fondo, somos amantes del espectáculo dinamitero, y cuando se le ponen muchos dólares de por medio, el espectáculo es electrizante...
Y es que después del 9/11, lo que puede caer, además de cualquier edificio emblemático, para masturbación del espectador, es poner en peligro a su representante.
Así las cosas, lo que faltaba por ver, otra vez, es que ser Presidente de los EEUU es un trabajo de riesgo, que actualmente puede venirse media Corea del Norte, enemigo actual del país de barras y estrellas, invadirte el espacio aéreo más protegido del planeta, con un avión no precisamente discreto, pisotearte el jardín de La Casa Blanca, y abrir un agujero en la fachada con lanzacohetes y otras armas semiautomáticas, mientras tu servicio secreto se muestra inoperante, y la supuesta reacción militar, es tardía e inútil.
“Lets play a game of “Go Fuck Yourself”, you go first”
Olympus Has Fallen es una película de acción, dirigida en el año 2013, por Antoine Fuqua.
Protagonizada por Gerard Butler, Aaron Eckhart, Morgan Freeman, Dylan McDermott, Ashley Judd, Radha Mitchell, Melissa Leo, Cole Hauser, Angela Bassett, Han Soto, Robert Forster, Rick Yune, Arden Cho, Sean O'Bryan, Tory Kittles, Jason Yee, Amber Dawn Landrum, entre otros.
El guión lo firma Creighton Rothenberger y Katrin Benedikt.
“Lo que me llamó la atención del material, era que se trataba de algo que daba la sensación de que podía suceder.
El título “Olympus Has Fallen” me hacía pensar en El Imperio Romano, y en la idea del mito.
El Monte Olimpo, es el hogar tradicional de los dioses griegos y romanos.
Es un símbolo de poder ilimitado.
En Olympus Has Fallen, La Casa Blanca se desmorona de modo inconcebible.
Tenía mucha resonancia para mí.
Roma, El Gran Imperio, se convierte en Estados Unidos, y su mayor monumento se derrumba”, recuerda Fuqua.
Y es que a Fuqua le encantaba la atrevida premisa del guión:
“Han asaltado La Casa Blanca, y tienen al presidente de rehén.
Mi única pregunta era:
¿Cómo podría suceder algo así, en realidad?”
“Decidió documentarse de manera preliminar, sobre el escenario principal del guión, y se sorprendió mucho al descubrir que era perfectamente posible, para una milicia relativamente pequeña, bien pertrechada, y bien adiestrada, tomar por sorpresa La Casa Blanca, e infligir graves daños en poco tiempo.
Convencido de que tenía una historia que resultaría apasionante y fascinante, el realizador empezó a documentarse a fondo, tanto sobre La Casa Blanca, como sobre El Servicio Secreto, para asegurarse de que la historia resultara absolutamente auténtica” señala uno de los productores.
Así las cosas, Antoine Fuqua hace realidad, el sueño húmedo de cualquier terrorista que se precie, con Olympus Has Fallen, turbulento disparate de serie B, que retrotrae la mente del espectador, en el más amplio sentido del concepto, ya que de nuevo, los rojos son la amenaza del mundo libre.
Pero a diferencia que la ingenuidad, como aquel entonces, era la nota dominante.
Antoine Fuqua, no se ha limitado con la barbarie, saña, y sangre, para modelar un ataque de una guerrilla norcoreana, al que quizás sea, el lugar más protegido de La Tierra.
Lo que desconcierta no es esa licencia, es el hecho de que EEUU no se haya pronunciado en esta reproducción, más aún, si se añade la situación actual que se está viviendo con Corea del Norte.
Olympus Has Fallen gira en torno a Mike Banning (Gerard Butler) quien es un agente del Servicio Secreto estadounidense que, tras un accidente de coche, en el que únicamente puede salvar la vida del Presidente Benjamin Asher (Aaron Eckhart), decide dejarlo, para trabajar en El Departamento del Tesoro.
Pero cuando un comando coreano, liderado por Kang Yeonsak (Rick Yune) ataca La Casa Blanca, tomando como rehenes al Presidente y su gabinete, Banning se verá obligado a entrar de nuevo en acción.
Asimismo, algunos podrán decir, que Olympus Has Fallen es demasiado exagerada, y que lo que sucede en ella resulta poco creíble.
Eso es lo que pensaba, yo hace varios lustros, de muchos largometrajes de Hollywood…
Sin embargo, después de los execrables Atentados de Septiembre de 2001, creo que por desgracia, la inventiva a la hora de acometer acciones terroristas, va más allá de la fantasía de ciertos guionistas.
Durante buena parte de Olympus Has Fallen, ese sueño se materializa, vía acción “pulp” indiscriminada, y con deudas para con la década de los 80.
El terrorismo norcoreano, irrumpe en Washington, acribillando a la población, los símbolos caen, ese pene de hormigón llamado “Monumento a Washington” se derrumba como una de las torres del World Trade Center, La Casa Blanca es invadida, y el presidente es tomado como rehén a punta de pistola.
En la primera media hora, los estandartes del orgullo estadounidense, a punto están de desaparecer, y queda subrayada la infamia.
El jaque al Olimpo occidental se ha consumado y, a partir de ahí, evidentemente, la premisa es solo la excusa para una restauración patética y orgullosa de los colores de la bandera.
Pero ojo, Olympus Has Fallen hará las delicias para los amantes del cine de acción sin complejos.
Hay sangre, explosiones, disparos, y algún que otro momento karateka.
Una cinta, en la que Morgan Freeman culmina nuevamente, siendo un punto importante en la historia, y haciendo una buena interpretación como tiene acostumbrado al espectador.
Y lo que sigue, es un sinfín de tópicos tras tópicos, personajes planos, sin ningún tipo de matices, donde los buenos se empeñan insistentemente, en dejar en claro, con cada una de sus “sesudas” líneas, lo fieles a la bandera que son, y los malos se presentan, como seres sanguinarios, cuyos objetivos políticos, quedan supeditados a sus ansias por asesinar a todo ciudadano estadounidense que se les cruce frente a las narices.
En el plano actoral, existen secundarios del nivel de Angela Bassett y Robert Forster que palidecen, y un Morgan Freeman completamente desaprovechado; sólo Gerard Butler da la sensación de haberse tomado toda la reserva de licor de La Casa Blanca, para sentirse cómodo en el papel de héroe “forzado” quizás para dejar atrás, las irrisorias comedias románticas que viene haciendo en el último tiempo.
Y es que, el gran problema, viene dado por el mismísimo dipsómano, donde Gerard Butler es un actor con muchas deficiencias, y encima, el tipo de papeles que le dan, no creo que le favorezcan para hacer alguna buena interpretación.
Pero no solo el protagonista está mal, sino que Aaron Eckhart, y Dylan McDermott, también lo están.
De este apartado, actoral, solo Morgan Freeman da la cara por Olympus Has Fallen.
A nivel visual Olympus Has Fallen es muy buena, sólo para eso sirven este tipo de films, tanto en la fotografía como los efectos especiales, demostrando que en ese aspecto, Fuqua es un buen artesano.
Con un clásico de la acción, retumbando en nuestra cabeza constantemente, como lo puede ser “Die Hard” (1988), y siguientes, se hace difícil concentrarse en un film bien ejecutado en sus secuencias de acción, gracias al oficio de su director, pero que no propone absolutamente nada que no hayamos visto antes, en miles de ocasiones.
Y es que primero fueron los rusos, luego los árabes, y ahora los norcoreanos, distintos enemigos, misma trama.
¡Qué majadería!
Todas las escenas de acción son violentas, desbocadas, muchas bordean el despropósito, y carecen de verosimilitud, aunque se debe reconocer, que el asalto a La Casa Blanca es una gran secuencia, muy bien diseñada, y resuelta técnicamente, lo que sin duda, será en un goce para palomiteros ávidos de emociones fuertes.
Mientras tanto, los espectadores de más de 30 años, con mucho cine en la memoria, miramos al reloj, y vamos cronometrando los momentos más esperados:
El héroe comprobando, que un viejo amigo se ha desangrado con la pistola en la mano…
El héroe recuperando el ánimo, después de hablar por teléfono con su preocupada esposa…
El héroe haciendo un chiste malo, antes de torturar a un sicario desprevenido...
Siga usted, en su mente.
Ni siquiera, el espectacular reparto de Olympus Has Fallen, consigue nuestra atención, y es que la mayoría están desaprovechados, en papeles muy por debajo de sus cualidades artísticas como:
Morgan Freeman con Oscar, Ashley Judd, Radha Mitchell o Melissa Leo con Oscar.
Es una lástima, que un film con presupuesto, reparto, y un buen director, no tenga un guión más trabajado, que pudiera transcender la tópica historia de un EEUU amenazado por los malos, y el héroe salvador, que ya está muy manido, y nos sabemos de memoria, aunque nadie duda, que funcionará en taquilla.
El peor de los enemigos de Olympus Has Fallen es absolutamente el guión, no hay giros sorpresa, todo se ve venir, está hecho en un molde ya oxidado, de donde ha salido el más pestilente desarrollo, con sub tramas que no se entiende a que vienen, ejemplo:
El prólogo con la muerte de La Primera Dama aporta nada al relato, solo ansia dar profundidad al Presidente, y queda un elemento artificioso, con situaciones dantescas que rozan el surrealismo, o que dejen caer la importancia del hijo, y desaparezca de escena rápido…
O que pinta la esposa de Mike, que parece que va a tener una importancia capital, personajes más planos que una mesa, tanto que son una caricatura bufonesca:
Un bueno buenísimo, que demuestra cero personalidad; y un villano guiñolesco, entre medias personajes estereotipo, con reacciones tan maduras, como las puede tener una niña de 2 años, provocando esto, que nos da igual lo que les pase, y tras eso, seguir disfrutándolo comiendo palomitas…
Sin ir más lejos, el DC10 sobrevolando Washington…
Jamás un avión de semejante envergadura, se podría acercar tanto, en primer lugar.
Segundo:
¿Si dicho avión “tumba” a 2 F-22, porque luego envían solo uno a interceptarlo?
Inclusive, podrían haber enviado Black Hawks para dicho fin… pero bueno, con un solo caza logran el objetivo...
Y eso de que, el presidente no es un veterano aviador de Vietnam, sino un pusilánime, que nada entiende a lo largo de Olympus Has Fallen, y que no compone bien su estatus de estadista.
¿Además de Las Fuerzas Armadas, también la policía local y estatal, tarda “15 minutos” en llegar a La Casa Blanca?
Cuando el protagonista destruye al arma ametralladora de la azotea... una vez el acceso despejado:
¿Por qué no se volvieron a enviar más helicópteros de asalto?
¿Y por qué se fue el que quedaba aun?
¿Por temor a que maten al Presidente, estando en juego la supervivencia de todo el país, los comandos no entran al asalto en La Casa Blanca?
Teniendo un presidente interino, que sale en la TV, porque no bombardear de una sola vez La Casa Blanca, porque hay peligro de acceder a los códigos de Cerberus…
O porque los “chinitos” no activaron Cerberus de una sola vez, a sabiendas que saldrán hechos añicos de La Casa Blanca…
Pierden mucho el tiempo en que sucedan las cosas, porque esperan una respuesta  una invitación a comer.
Actúen de una sola vez…
Maldita sea.
Y es que pesar de que la acción se intenta hilvanar y justificar, se plantean muchos interrogantes, que hacen que el argumento sea difícilmente sostenible, por tanto, no veo plausible, que algo así pudiera ocurrir, es ya más de cine “fantástico”
Y lo digo, porque a estas alturas del terrorismo, nadie espera una respuesta, solo se detonan las bombas, y a la mierda lo que piense los demás.
De verdad, estoy hasta el moño, de tener que escudriñar la pantalla, para intentar descifrar los puñetazos, las patadas, y los golpes que se dan los teletubies, y más en Olympus Has Fallen, donde se juega en escenarios con apenas luz, así que el plan es desastroso.
Aquellos a los que la profusión de banderas, escudos, retratos de JFK y otros; como demás símbolos de EEUU, adquiridos como nuestros mundialmente, así como las declaraciones solemnes de fervor patriótico, y religioso, les provoquen urticaria.
“Sorry about the house, Sir!”
Para finalizar, en Olympus Has Fallen vemos terroristas norcoreanos estereotípicos, héroes patrios de cartulina, y un innegable empeño de reciclar la fórmula de acción terrorista en versión ultra nacionalista.
Esos son los ejes, sobre los que se mueve el mecánico espectáculo Olympus Has Fallen.
Huelga decir, que Gerard Butler no es Bruce Willis, que Aaron Eckhart es el presidente EEUU más improbable de la historia, pero que Morgan Freeman y Melissa Leo dan la talla, como siempre.
Así las cosas, antes del 9/11, películas así como Olympus Has Fallen, henchidas de orgullo patriótico, ultranacionalistas, y abiertamente militaristas, no habrían tenido razón de ser.
Pero EEUU atraviesa un período de autoafirmación colectiva, en la que la sacralidad de los símbolos, y la obsesión por poner un rostro a la perpetua amenaza invisible, hace viable este nuevo estado de ánimo, en el que el espíritu patriótico del cine de La Guerra Fría, vuelve a encajar, y a tener un eco social significativo.
Olympus Has Fallen es de esa clase de película.
Dos horas de adrenalina nacionalista, y culto a la bandera estadounidense, a colación de un inverosímil ataque a La Casa Blanca.
Pero la lectura literal es irrelevante, porque en el fondo, Olympus Has Fallen es una parábola de los nuevos tiempos, que focaliza la paranoia antiterrorista norteamericana, en el asalto a los iconos esenciales del poder estadounidense, el Presidente y su residencia.
Lo demás, es un guion de mínimos vertebrado alrededor de:
“Los Estados Unidos de América no negocian con terroristas”
¿Uh?
Indicada solo para fanáticos del cine de acción de serie B, con fachada de serie A, capaces de digerir los mensajes políticos de consumo interno, que hacen de Olympus Has Fallen, tan empalagosamente americana, la nueva propuesta de Antoine Fuqua vende eso, furor y fervor estadounidense.
Lo demás, es un trilladísimo esquema de cine de rescate contra el reloj.
Previsible del primer al último plano, Olympus Has Fallen es de esas películas, que no tiene ni un solo as en la manga:
Sabes cómo termina, desde el momento en que tomas posesión de tu asiento.

“That's all right, it's insured!”



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