Sergeant York

“The Lord sure does move in mysterious ways”

Trasladar la vida de un personaje real al cine, puede plantear el problema de perderse en los hechos que se narran, y que éstos, pierdan interés, a medida que transcurre el metraje, hasta convertirse en una sucesión de imágenes que se alejan del lenguaje y tiempo cinematográfico, para convertirse en una caricatura tópica del personaje en cuestión.
El Sargento Alvin Cullum York, fue el soldado estadounidense, más condecorado en La Primera Guerra Mundial.
Nació el 13 de diciembre de 1887, en un caserío llamado Pall Mall, en el Condado de Fentress, en el corazón rural de Tennessee, en 1878.
Nacido en una familia de agricultores, Alvin pasó gran parte de su juventud, cayéndose de borracho, y buscando pleitos en los bares de la localidad.
Alvin quedó huérfano de padre a muy temprana edad y, a diferencia de su progenitor, quien nunca bebía, ni desaforaba, se dedicó en sus años mozos, a buscar la compañía de borrachos y prostitutas en los bares y burdeles de la demarcación entre Tennessee y Kentucky.
Cazador y ávido tirador, como muchos de sus coterráneos, el futuro Sargento York, afinaba la puntería en las gallinas de los vecinos.
Era un “natural” en el uso eficiente de las armas de fuego, y Alvin, rara vez fallaba, aún bajo los efectos del alcohol.
Disipado e iconoclasta, el patán de Tennessee, no demostraba respeto por el prójimo, o su propiedad.
En otras palabras, Alvin, quien tenía como modelo humano a Jesse James, prometía un futuro gansteril.
Pero fue cuando uno de sus amigos, fue asesinado en una de esas peleas, dejó el licor y se volvió pacifista.
En 1917, Alvin recibió una notificación de servicio militar obligatorio, e intentó evitarlo, reclamando su derecho a negarse a realizar el servicio militar, pero la petición le fue rechazada, y fue enviado al entrenamiento básico.
Un año más tarde, formaba parte de un comando de 17 soldados, designados para asaltar una ametralladora fortificada, en un campamento de vigilancia de un ferrocarril alemán.
A medida que se acercaban, los artilleros los descubrieron, y abrieron fuego, rompiendo a 9 de los hombres del comando en pedazos.
Los escasos sobrevivientes del ataque, faltos de pelotas, abandonaron a Alvin York bajo el fuego de 32 ametralladoras pesadas.
Como dijo en su diario:
“No tuve tiempo de esconderme detrás de un árbol, o de perderme entre la maleza, ni siquiera tuve tiempo de arrodillarme, o acostarme.
No tuve tiempo de hace nada más que ver las ametralladoras alemanas, y dar lo mejor que tenia.
Cada vez que veía a un alemán, yo sólo lo “bajaba”
Al principio, estaba disparando en una posición prona, acostado, lo hacía como si estuviera disparando a los objetivos en las partidas de disparos en las montañas de Tennessee; era la misma distancia, pero los objetivos aquí eran más grandes, simplemente no podía fallar a la cabeza, o al cuerpo de un alemán.
Y no lo hice”
Después de matar a los primeros 20 hombres, más o menos, un teniente alemán, recluto a 5 soldados para tratar de eliminarlo por uno de sus perfiles.
York sacó su Colt .45, con 8 balas, y los mató a todos, usando según él, una técnica de tiro que se asemeja a “disparar pavos silvestres de vuelta a casa”
10 minutos más tarde, 132 hombres caminaban, hacia lo que había quedado del batallón de York.
El teniente Woods, superior de York en un primer momento, pensó que era un contraataque alemán, hasta que vio a York, quien lo saludó, y dijo:
“Cabo York reportándose con prisioneros, señor”
Cuando el oficial asombrado, le preguntó cuántos eran los prisioneros, York respondió:
“Honestamente, teniente, no sé”
Parecerá increíble, pero York y sus 7 hombres, tomaron prisioneros a esos alemanes.
Al caer dicho sector, el Regimiento de Infantería 328º, pudo tomar el ferrocarril de Decauville.
Por ello, no es de extrañar, que Alvin C. York fuera ascendido a Sargento.
Resulta curioso su caso, ya que Alvin era pacifista, y antes de enlistarse en La Batalla de Meuse-Argonne, sintió un grave dilema:
La Biblia decía claramente:
“¡No Matarás!”
Y él como cristiano, creía firmemente en no matar a otro ser humano.
Pero en su compañía, estaba su comandante, el Capitán Danfoth, y el Mayor Buxton, ambos cristianos, quienes usando La Biblia, eliminaron las dudas de York.
La clave fue “Ezequiel 33”
De regreso, y después de todos los honores, que incluyeron:
La Medalla de Honor del Congreso, La Legión de Honor, La Medalla Militar con Palmas, y La Cruz de Guerra Francesa, de Montenegro, e italiana, junto a otras 50 más, Alvin regresó a su natal Tennessee, y a su agricultura; y no permitió que le dieran dinero.
Según sus propias palabras:
“Matar gente no era algo de lo que estar orgulloso”
El tuvo que hacerlo, porque era la única manera de acortar la guerra, y evitar más muertes.
En 1941, en vísperas de la entrada de Estados Unidos en La Segunda Guerra Mundial, York consintió en una adaptación de su diario al cine.
Personalmente, escogió a Gary Cooper para representarlo, como un requisito para la filmación.
La película iba a ser aclamada universalmente, como una de las mejores biografías en películas de todos los tiempos, dando como resultado, un Oscar al Mejor Actor para Gary Cooper, y 10 nominaciones más, incluyendo Mejor Película.
Sergeant York era una adaptación directa, de un diario con muy poca ornamentación hollywoodense, el único atractivo era York.
Todo lo que se mostró en Sergeant York, fue su cristianismo renacido, como por ser alcanzado por un rayo en su camino, un enfrentamiento con un rival, mientras que en realidad, simplemente le importaba su reunión con su futura esposa, y enamorarse.
York y su esposa Gracie, tuvieron 8 hijos, 6 varones y 2 mujeres, la mayoría con nombres de personajes históricos de EEUU:
Alvin Cullum, Jr. (1921-1983), George Edward Buxton (1923 - ), Woodrow Wilson (1925-1998), Sam Houston (1928-1929), Andrew Jackson (1930 - ), Betsy Ross (1933 - ), Mary Alice (1935-1994) y Thomas Jefferson (1938-1972)
Alvin Cullum York, falleció el 02 de septiembre de 1964, de una hemorragia cerebral.
Después de un servicio fúnebre en su iglesia de Jamestown, con el general Ridgway Mateo, en representación del Presidente Lyndon Johnson, York fue enterrado en el cementerio de Wolf River en Pall Mall.
Su sermón fúnebre, fue pronunciado por Richard G. Humble, Superintendente General de las Iglesias de Cristo en Unión Cristiana.
Humble también predicó el funeral de la señora York, años después, en 1984.
“Well I ain't never learned Sergeant!
Folks back home used to say I could shoot a rifle before I was weaned, but they was exaggeratin' some”
Sergeant York es una película biográfica, del género bélico con tintes de comedia y drama, del año 1941, dirigida por Howard Hawks.
Protagonizada por Gary Cooper, Walter Brennan, Margaret Wycherly, George Tobias, Ward Bond, Noah Beery Jr., June Lockhart, Joan Leslie, entre otros.
Sergeant York ganó 2 Oscar:
Mejor Actor (Gary Cooper) y Mejor Montaje.
Y recibió 9 nominaciones:
Mejor película, director, guión original, actor de reparto (Brennan), actriz de reparto (Wycherly), dirección artística blanco y negro, cinematografía blanco y negro, sonido, y banda sonora.
La historia fue adaptada para la gran pantalla, por Harry Chandlee, Sam Cowan, Abem Finkel, John Huston, y Howard Koch, del diario que Alvin York escribió, y que fue editado por Tom Skeyhill; y en los libros:
“Sergeant York: His Own Life Story And War Diary” (1928) y “Sergeant York: Last Of The Long Hunters” (1930)
El mismísimo Alvin York, estuvo en un principio en contra de que se hiciera una película de sus experiencias, pero posteriormente cambió de opinión.
Sergeant York cuenta la juventud disoluta, la conversión religiosa, y la participación bélica, de un héroe de La Primera Guerra Mundial, en La Batalla de Argonne, donde Alvin York mató a más de 20 soldados alemanes, y capturó a 132, obteniendo por ello, muchos reconocimientos, pero lo hace pensando sobre todo, en la guerra, que en 1941 se estaba librando en Europa, todavía sin la participación de los Estados Unidos.
Esto no hace de Sergeant York, programáticamente, un film de propaganda, destinado a convencer a los estadounidenses de la oportunidad de entrar en guerra junto a los aliados, como era evidente, sobre todo, en el tratamiento de guión.
De inicio, el productor Jesse L. Lasky, quiso hacerse con los derechos de la vida del Sargento York, para que él mismo protagonizara una película.
No le convenció, hasta 1940, cuando arguyó, que su ejemplo serviría de inspiración, para los jóvenes que atravesaban la misma crisis de conciencia, que él vivió en su juventud.
York aceptó, cuando Lasky le entregó $50 mil para construir una escuela evangélica, y la doble promesa, de que Gary Cooper le encarnaría en la pantalla.
Gary Cooper, para poder hacer Sergeant York, al estar bajo contrato con Samuel Goldwyn, Warner Bros. tuvo que ceder a la actriz Bette Davis, que protagonizó a cambio, “The Little Foxes” de William Wyler en 1941, para Samuel Goldwyn.
Los hechos y las acciones, los personajes y sus relaciones humanas, incluso la vida y la muerte, aparecen siempre claras y precisas en la pantalla, absolutamente privadas de retórica:
Esto es, algo muy “hawksiano”
Y aunque eso no contribuye a hacer de Sergeant York un gran film, garantiza una indiscutible frescura cinematográfica, haciendo de él, una obra siempre muy agradable de ver, incluso, cuando Hawks parece rodar con la mano izquierda, o deja a otros, la tarea de filmar algunas escenas de enlace narrativo, como parece que sucedió con la secuencia de la entrega de la medalla al héroe, confiada a la diligente cámara de Vincent Sherman.      
Sergeant York suma biografía, historia, drama, romance, y guerra.
Sergeant York es promovido, no sin dificultades, y entre indiferencias, por Jesse Lasky, como medio de propagar en el país, la conciencia de la necesidad de que los EEUU intervinieran en La Segunda Guerra Mundial, en defensa de la libertad, amenazada por el avance del ejército nazi sobre Europa, y el Norte de África, y la debilidad de los países democráticos.
De hecho, Sergeant York parece haber sido realizada, para implicar a la ciudadanía los valores necesarios para prepararse para una guerra.
El estreno de Sergeant York tuvo lugar, 2 meses antes del bombardeo japonés de Pearl Harbour, y la incorporación definitiva de EEUU a la guerra, que propiciaron el éxito de Sergeant York, y la popularidad del mismo, de sus actores principales, y del realizador.
Sergeant York se rueda en escenarios naturales, de Burro Flats, en Simi Hills; Warner Rancho, en Calabazas; y en los platós de Warner Studios, en Burbank, todo en el estado de California.
Sergeant York cuenta con una decorosa fotografía, del operador siciliano Sol Polito, en una película que debería servir de referencia en las filmotecas escolares, y familiares, sobre todo, si existen hijos varones, en los que reflejar el brillo de tan sugerentes fotogramas.
Como dato, Sergeant York fue la más taquillera del año, y puso a la Warner bajo sospecha, ante el aislacionista gobierno estadounidense.
El productor Jesse Lasky, declaró al respecto:
“Quiero enfatizar, que ésta no es, bajo ningún concepto, una película de guerra.
Es, simplemente, una historia que los americanos tenían que escuchar hoy”
Con un sólido guión, se reconstruyeron algunas de las principales batallas francesas, de forma realista y espectacular.
Sergeant York es la historia de un hombre sencillo y puro, que cree poder hacerlo todo por sí mismo, pero que en el fondo, cuenta con la ayuda de Dios para lograrlo.
Es una estampa americanísima del ciudadano medio, al que la fe religiosa anima para las grandes obras, en una historia plasmada desde un vértice humanista, salpicada de inocencia campesina, y reivindicativa de valores, que exhibe a un soberbio Gary Cooper, caracterizado como un hombre de campo, esculpido con el cincel de la necesidad.
Sergeant York elogia la sencillez, la modestia, la nobleza, la lealtad a los propios ideales, el esfuerzo, la capacidad de sacrificio, el ejemplo de los pioneros, como Daniel Boom (1734 – 1820), el valor, la camaradería, la amistad, y la defensa de la libertad.
Sergeant York es una historia profunda, que extrae a cada fotograma, gotas de sentimentalismo, desnudando la personalidad de un hombre, que depositado en pleno campo de batalla, desde un inhóspito lugar de los Estados Unidos, muestra al espectador, cómo se crece en sabiduría y voluntad, apartando las piedras del camino.
Sargento York también es una película que tiene un elevado sentido moral, y no por ello deja de ser entretenida, dinámica, y romántica.
Además, ensalza el sacrificio, el trabajo, la disciplina, y la honradez como armas fundamentales, para la consecución de los objetivos en la vida, una propuesta alarmantemente poco común en la sociedad de hoy día.
La acción dramática, dividida en 2 partes diferenciadas, tiene lugar en una granja, próxima a un pequeño poblado del Valle Wolf River, de las montañas Cumberland de Tennessee, y en territorio próximo, al que será campo de Batalla de Argonne, Francia, en la ficción del relato.
La acción se prolonga a lo largo de unos 4 años.
El rudo labrador Alvin (Gary Cooper) es un joven de un pueblo de Tennessee, algo rudo, gandul, y bebedor, que parece ir por el camino equivocado, es sin embargo, un buen hijo, y trabajador, como vemos en el esfuerzo de Alvin para conseguir dinero para comprar un terreno fértil, no rocoso como el de la colina, al que impone a la fuerza de su arado, al mismo tiempo que cae enamorado de la joven Gracie Williams (Joan Leslie)
Es tras un concurso de tiro al “pavo”, que consigue el dinero necesario, pero la tierra ya ha sido vendida a un rival, y Gracie le llama, pero él se marcha lleno de desesperación y rencor.
El impulso original de conseguir a Gracie, ha sido reemplazado por la necesidad de superar este desafío, a su orgullo personal.
Todas las escenas de trabajo y esfuerzo, que culminan el concurso de tiro al “pavo” están llenas de belleza.
La relación entre York y su madre (Margaret Wycherly), que se basa en un respeto mutuo, casi mudo, está plasmada de una forma muy bella, solo les basta mirarse para entenderse.
Sin embargo, Alvin vuelve borracho a casa juerga tras juerga.
En una de estas correrías, Alvin se queda sentado en el umbral de la puerta, cuando aparece su madre, que le tira un cubo de agua encima.
Se sientan en la mesa, ella le ofrece sal, se miran y sonríen.
Prácticamente no han pronunciado una sola palabra, toda la acción viene sugerida por el gesto, y la expresión:
La sumisión de Alvin a su madre, y la actitud de la madre hacia su hijo, no es indulgente, sino comprensiva.
El sentido de vida en comunidad, nos es transmitido muy minuciosamente por Hawks.
La narración es realista, natural, verista, y de una grata profundidad humana.
Tras años de películas antibelicistas, Sergeant York adopta una posición que combina una condena de la guerra, y la argumentación de la necesidad de afrontarla, cuando se hallan amenazados los valores de la libertad, la democracia, y la soberanía del país.
Sergeant York muestra la sordidez de la guerra, con especial énfasis en la brutalidad de la misma, la soledad, el fango, el frío, la humedad, etc.
Pero no muestra los males de la guerra visualmente, sino a través de sus consecuencias:
El sufrimiento, el dolor, la pérdida de amigos, etc.
Sergeant York también explora las relaciones de tensión, que se plantan entre creencias religiosas, convicciones pacifistas, patriotismo, y guerra.
Lo hace en términos llanos, próximos, e inteligibles para los jóvenes, y para el público en general.
Lo hace con calidez, convicción, sinceridad, y a partir de un personaje real, y unos hechos ciertos.
No formula una arenga, ni un discurso filosófico.
Glosa la evolución interior de un personaje entrañable, movido por lo que ve, vive y experimenta.
El protagonista, representa la dignidad y la firmeza, en su preservación y mantenimiento, como lo hacen los héroes de los films del realizador.
La mujer por su parte, ocupa una posición secundaria, en la que suma una gran capacidad de influencia sobre el varón, y una actitud de servicio al mismo.
No faltan los toques de humor característicos, como el cubo de agua fría que la madre echa a la cara de Alvin; el comentario que hace al ver las letras marcadas en el tronco de un árbol a pistoletazos, etc.
Con la habilidad narrativa que le es propia, disimula la inverosimilitud de las proezas de Alvin, dando al relato, un tono exquisito de comedia.
York pasa de un ambiente recalcitrante, y deprimido, a la gloria que da el valor, logrando destruir las líneas enemigas alemanas, acaparando medallas, y cimentando el criterio de la guerra justa.
Hawks no parece admitir el pacifismo gratuito.
En ese sentido, York sufre, nada más llegar al frente, las dudas morales que proceden de la imposibilidad religiosa de matar al prójimo, dispuesto incluso a rechazar un ascenso, cuando sus superiores observan en él, una extraordinaria capacidad de liderazgo, y para manejar el rifle.
Esa vacilación desaparece, cuando durante su bautismo de fuego, se ve obligado a sacar desde dentro, un anhelo heroico, que le lleva a causar innumerables bajas en el enemigo.
Sergeant York, en fin, acoge la necesidad de la guerra, como ingrediente conexo con la propia naturaleza humana.
Trágica sí, pero inevitable al mismo tiempo.
Y puesto que es irremediable, también debe ser afrontada con el valor propio de un hombre, que se precie como tal.
Es justo al final, cuando la guerra termina, y York regresa triunfal a casa, cuando la conciencia del soldado se pone a prueba.
Habida cuenta de la fama conquistada, se le ofrecen numerosos contratos publicitarios, a cambio de importantes sumas de dinero.
El protagonista se muestra inflexible.
No recibirá un solo dólar, a cargo de la muerte de soldados alemanes caídos bajo el fuego de su fusil.
Y es así, como la historia de Sergeant York acaba, hablándonos de dignidad y respeto.
El dilema moral y personal, se resolverá, al final, con un hombre que sabe que matar no está bien, pero que tiene que hacerlo para poder salvar a sus compañeros.
Por su acción, será homenajeado y condecorado, pero él sólo desea volver a su casa, y retomar su vida donde la dejó.
“I ain't a-goin' to war.
War's killin', and the book's agin' killin!
So war is agin' the book!”
Como hemos comentado, en otras ocasiones, Howard Hawks se desenvolvía “como pez en el agua”, en todos los géneros cinematográficos, y el cine bélico no iba a ser una excepción.
Bien cierto es que Sergeant York no es un ejemplar especialmente representativo del género, ya que el componente religioso y social, tienen más peso específico.
A pesar de haber sido tachada de fascista, excesivamente patriótica, y fanática desde un punto de vista religioso, Sergeant York se erige como otra de las obras maestras de Hawks, un director dotado de un ilimitado talento para la narración cinematográfica.
Son obvias las razones por las que Sergeant York fue aclamada en 1941:
Su héroe, una figura de la vida real, que había capturado o matado a cientos de alemanes en La Primera Guerra Mundial, sin perder su ingenuo idealismo del que hablaremos ahora.
A nivel personal, la primera hora de Sergeant York, me parece de lo más brillante que ha rodado su director, Howard Hawks.
En algunas secuencias Sergeant York se llena de vida.
Como dije, Sergeant York tiene 2 partes muy distintas:
La primera trata sobre la vida rural en “La América Profunda”, y la segunda, versa sobre la conciencia del individuo en un conflicto bélico.
Pese a todo, sin duda alguna, lo mejor de Sergeant York aparece en esa primera hora de metraje.
El retrato del joven Alvin York, primero borrachín y pendenciero, y segundo, esforzado trabajador y campeón de tiro, justo hasta que le llega la “iluminación” en forma de rayo que parte su arma, y a él le deja intacto, nos deja memorables escenas como:
La pelea en el bar, que se halla delimitado en el suelo, con tiza, la frontera entre ambos estados, en uno se puede vender alcohol, y en el otro no.
Aquella en la que York borracho, es refrescado por su madre, con un cubo de agua.
O la escena del campeonato de tiro, primero disparando a un pavo, y luego disparando a dianas, realizando 5 aciertos consecutivos.
Esta primera parte, es de lo mejor de Sergeant York.
Impregnada de ese idealismo ingenuo, que los estadounidenses empezaron a perder, una vez acabada La Segunda Guerra Mundial, y que acabaron por perder en los arrozales del sudeste asiático, Sergeant York se trata de un film limpio, casi blanco, a pesar de ser una película con el trasfondo bélico de La Primera Guerra Mundial, donde el personaje interpretado por Gary Cooper, aúna todas las virtudes de “El Buen Americano”, que como he dicho, acabarán perdiendo en las playas de Omaha, o durante la ofensiva del Tet.
Pero no debemos descuidarnos de esta nobleza ingenua, ni mucho menos, porque nosotros, como espectadores, somos deudores y acreedores de ella.
John Ford, Raoul Walsh, y Frank Capra, desprenden esta ingenuidad, que directores como John Huston dilapidarán poco a poco, pero del nos sentiremos para siempre, amantes de esa ingenuidad.
Tras la conversión de Alvin en “San Alvin”, Sergeant York coge un extraño tono moralista, con valores ultra religiosos de una congregación evangelista, llamada Iglesias de Cristo en Unión Cristiana, algo parecido a una doctrina metodista, que acabarán convirtiéndose, en una molestia, tanto para el personaje de York, como para el espectador.
La beatificación del finalmente héroe de guerra, parece más servida para glorificar el biopic de York, que vivía por la fecha en que se realizó Sergeant York, y del que siempre se sintió muy orgulloso, y acabar superponiendo los valores a la patria, a los valores personales del personaje, en un tono pro-belicista, algo vergonzante.
Si bien la primera hora es muy bella estilísticamente con composiciones visuales, fotografía evocadora, o la escena en la que York se sienta al borde de un acantilado, con su perro para leer un libro de historia estadounidense, que le ha prestado su jefe...
La religión se nos presenta, de una forma simple, e ingenua:
La introducción del predicador y tendero Pastor Rosier Pile (Walter Brennan) que es su principal portavoz, adquiere un tono rural y naturalista, en un momento en que Alvin ve la luz, y se adentra en la iglesia donde es recibido, al son de un himno primitivo como “Bringin In The Sheaves”, donde Alvin finalmente es “convertido”
Dicho de otra manera, el bueno y casi santurrón de Alvin York, nuestro héroe descarriado, que ha visto la luz en la parroquia que dirige Walter Brennan, debe comprender, que hay algo más importante que el amor al prójimo, y es el luchar por él, en beneficio de la patria.
Así, la primera parte tiene momentos exquisitamente “hawksianos”, sobre todo en la insistencia de construir los encuadres a la altura del hombre, y por el tono de comedia, como contrapunto de los sermones del pastor Walter Brennan, y de las relaciones entre los 2 enamorados, con ella siempre dispuesta a tomar la iniciativa, ante la reticencia de él.
El resto de Sergeant York, la otra hora restante, nos muestra a las claras, que se trata de una película con un tono claramente propagandístico.
Alvin, una vez convertido en “pacifista convencido” es llamado a filas, a pesar de declararse objetor de conciencia.
Como comentaba más arriba, en una bella escena, Alvin lee la historia de su país, y al final, siente la necesidad de combatir, para defender los ideales de su patria.
Cuando, después de una extraordinaria hazaña bélica, vuelve como un héroe triunfador del frente, héroe a pesar suyo, rechazaría los ofrecimientos que el estado le haría para enriquecerse, y sólo acepto del mismo estado, un terreno fértil para poder definitivamente, casarse con Gracie.
Es así, que una escena tan lograda estéticamente, como la de la meditación del próximamente Cabo York, en lo alto de la montaña, se acabe estropeando ante el conflicto en “off” del personaje, que tiene que debatirse entre Dios y patria, decidiéndose, obviamente, por servir a su país, con el excelente resultado final, de 20 muertos y 132 soldados alemanes presos, a manos del joven York, y su querido rifle.
Así, en Sergeant York nos encontramos con algo inaudito en un Hawks, y es que el director, toma partido en un dilema ético, con carácter global, conste que la posición tomada pudiera ser impuesta por productores, o guionistas, pues no sería de extrañar; cuando él siempre ha sido ajeno a cualquier tipo de enjuiciamientos, y cito al mismo director:
“Yo nunca hago juicios.
Nuestro trabajo es entretener.
No tengo la menor intención de tomar partido”
Vemos, en Sergeant York, después, y tras la rápida descripción de la relación de amistad, tema también muy “hawksiano” entre el campesino Alvin, y el joven de New York, el soldado “Pusher” Ross (George Tobias), Sergeant York se abre a la narración de los hechos bélicos, con al menos, una gran escena de acción, que Hawks sabe gestionar muy bien, sobre la línea que separa la tragedia de la comedia, la violencia de la guerra de trincheras, el ataque al puesto enemigo inexorablemente punteada, por la representación de la muerte, con su parodia, la hazaña solitaria de Alvin York, que se encuentra con 132 prisioneros que nadie quiere; gracias sobre todo, a su proverbial culto a la evidencia cinematográfica.
En lo que respecta a las actuaciones, el actor Gary Cooper, dijo sobre su personaje que:
“El Sargento York y yo, teníamos unas cuantas cosas en común.
Los 2 crecimos en las montañas, y aprendimos a montar a caballo, y a disparar como algo normal de nuestra juventud.
El Sargento York me dio un Oscar, pero no es mi película favorita por esto; me gusta por su trasfondo, y porque allí yo encarnaba a un patriota americano firme y bueno”
El Alvin York cinematográfico, sufre una reconversión personal, apareciendo en un primer instante, como agricultor de “La América Profunda”, que en sus ratos de asueto, se dedica a las juergas, y que incluso, llega a incordiar a sus vecinos por culpa de los excesos con el alcohol.
El personaje de Alvin está muy bien tratado, nos expone como el hombre, a fuerza de voluntad, puede superar cualquier obstáculo.
La perseverancia para conseguir cualquier logro.
La fe en un ser supremo, y la creencia en unos valores del alma contradictorios a la guerra; contra los cuales, se habrá de enfrentar en un tortuoso dilema.
Lo mejor, sin duda, es el conflicto interno del personaje.
Por un lado sus creencias, no su fanatismo religioso, le impiden utilizar la violencia, y matar a otros hombres.
Por otro lado, piensa que mantener la libertad, y defender a tu país, exige sacrificios personales, entre ellos, las propias convicciones.
Las contradicciones, entre lo que dice la Biblia, y luego su interpretación a la hora de ponerla en práctica, es prescindible; y es un tema que muchos no osarían tratar, porque puede herir sensibilidades, aunque aquí se opta por la solución patriótica, de “el fin justifica los medios”
Recordemos que York es un granjero del Tennessee profundo, de principios del siglo XX, no un niño urbano imbuido de “educación para la ciudadanía”
Quien no recuerda al mítico actor, chupándose el dedo pulgar, para mojar la mirilla de su fusil, y así acertar en cada uno de sus disparos.
Impagable.
Por otro lado, la actriz londinense, Margaret Wycherly, encarna a la madre del protagonista, una señora anciana, que vela desde el silencio, por la suerte de sus 3 hijos.
Hawks destaca este personaje, con la pretensión de conceder un protagonismo predominante en la trama, dándole toda la importancia que tiene, y que sin duda logra, gracias al excelente trabajo de la actriz inglesa.
El dibujo de una figura maternal plenamente identificada con las del pasado, mujeres que gobiernan su casa, a base de mudo esfuerzo, no es una mera casualidad, en la construcción de Sergeant York.
Tampoco es sólo testimonial, el papel que ejercita el actor norteamericano Walter Brennan, incorporando al Reverendo Rosier Pile, mentor en la transformación moral de York, y valedor de los cauces religiosos, por los que derivará la conducta del protagonista.
El personaje que interpreta la actriz de Detroit, Joan Leslie como Gracie Williams, representa uno de los motivos principales, en base al que un hombre puede cambiar su vida.
Por otro lado, el matiz moral que Hawks encierra en Sergeant York, puede confundirse con un aparatoso sentido belicista, aunque lejos de conflictos armamentistas, va al grano con el tema de debate, incorporando modelos como el de San Agustín, desarrollando el único aspecto que puede conferir sentido moral a un conflicto armado.
Es relevante también, la presencia de la angelical Joan Leslie, el otro pivote en la vida de York, cuando el amor llama a su puerta.
No obstante, hay muchos detalles, que no resultan creíbles en esta obra, debido a la excesiva idealización que ésta propone hacia su protagonista:
La forma en que se enamora de Gracie, la transformación religiosa tan repentina que experimenta, emulando claramente, a la sufrida por San Pablo, el comportamiento de los altos mandos militares ante su conflicto interior, sus exagerados actos heroicos en el campo de batalla…
Seamos sinceros, mirándolo desde este punto de vista, podríamos estar hablando de Frank Capra, pero no, es una película de Howard Hawks.
Sin lugar a dudas, se trata de una rara avis en su filmografía, ya que no es fácil encontrar en ella, exaltaciones religiosas, ni la creencia en la bondad del ser humano por naturaleza.
Quizás, la historia con respecto al relato real, este un poco idealizada.
Lo más discutible, vendría a ser entonces ese llamamiento que hace al alistamiento, en el ejército estadounidense, y la justificación del asesinato, cuando éste es ejecutado en el frente, aunque el límite a situaciones de defensa propia, de hecho, Alvin York hace todos los prisioneros que puede, en vez de continuar matando enemigos, etc.
Igualmente discutible, es la argumentación que hace el reverendo, justificando el alistamiento de Alvin, tras verse éste obligado a ello.
O bien, la manera como los soldados estadounidenses son representados, como luchadores por la libertad, mientras que los alemanes, son malvados y mezquinos.
Resulta hasta un tanto melosa y dulzona, llagado el punto de casi frivolizar la guerra, el tono es más de comedia que de drama, porque como hemos apuntado, el objetivo es hacer de la guerra algo noble, heroico, y un lugar donde hacer amigos, correr aventuras, y cumplir con tu país, tratando de minimizar, y hasta ocultar su lado oscuro.
Pero en algo hay que tener claro, Sergeant York es una película de 1941, y hay que valorarla bajo esa perspectiva.
Sergeant York puede definirse entonces, como una trilogía:
Madre, padre espiritual, y novia, que ayudan a crecer a un patán, hasta convertirlo en un hombre de provecho.
Por último, la banda sonora, de Max Steiner, se basa en una partitura que combina pasajes melódicos de gran lirismo, y ricos en evocaciones bucólicas, cortes dramáticos, emotivas marchas militares, y cantos corales populares.
“To be free.
Now that's quite a word, “Freedom”
I think that's what he wanted.
I think that's what sent Boone into your Tennessee country”
Resulta que la mayor parte de las películas bélicas, realizadas en el período de entreguerras, tienen un magnífico mensaje pacifista.
Curiosamente, eso provocó que las sociedades democráticas, quedaran desmotivadas, cuando el nazismo comenzó a expandirse, la URSS en cambio, producía joyas propagandísticas y belicistas, y eso explica en parte, la fácil caída de Francia, ante los tanques alemanes.
Los estadounidenses vieron las orejas al lobo, y comenzaron a producir películas, alentando a la lucha contra el fascismo.
Pero fue Sergeant York, la que dio la vuelta a la tortilla.
Estados Unidos aun no había entrado en La Segunda Guerra Mundial, por lo que no es de extrañar, ese tono patriotero.
El hecho de que la historia parezca inasumible para algunos, sin preguntarse siquiera, si dicha historia es cierta o no, explica perfectamente, porque este país consigue una valoración tan baja, cuando se comparan sus niveles educativos con Europa por ejemplo.
Poco importa, digo, porque casi 70 años después, Sergeant York mantiene inalterables sus principios, y sigue hablando, a todo aquel que quiera escucharlo, de la importancia de la familia, y de las convicciones religiosas y humanas; de la necesidad del trabajo duro; del compromiso… y de tantos otros valores que, y esto empieza a ser una costumbre cada vez más extendida, están siendo olvidados por el cine que se hace en nuestros días.

“A higher power than man power guided and watched over me and told me what to do”



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