10,000 Km

“Si hay algo que he aprendido es a aceptar lo que deseo, también mis contradicciones”

La distancia, nunca es buena para una pareja de verdad.
Vivimos en un mundo inmediato, en el que todo parece resolverse con un “click”, del que Internet ocupa un enorme espacio, y empequeñece en milisegundos, kilométricas distancias, pero también, nos desvela nuestra incapacidad para satisfacernos plenamente, o sustituir la ya mencionada “relación química y orgánica, plenamente física”
Whatsapp, Instagram, Skype, Facebook, Twitter, webcam… son palabras que inundan muchas de las frases que pronunciamos a diario.
Conversaciones de nuestro tiempo, impensables hasta hace poco, pero ahora habituales en nuestras relaciones interpersonales.
Son herramientas para comunicarse, y tener información de aquellas personas que queremos, o nos interesan, independientemente de la distancia que nos separe.
Este es el mundo que habitamos nosotros.
El drama de las relaciones a distancia, que vive mucha gente hoy en día, impulsado por la crisis económica, ha obligado a muchas parejas a separarse por encontrar un trabajo en otros países.
Nuestro contexto social, no es desde luego, el mismo.
Nuestra manera de relacionarnos, también ha cambiado, la posición de la masculinidad contemporánea, está en continua mutación; pero también, y sobre todo, ha evolucionado la forma en que nos comunicamos.
Y no tanto por lo que nos han absorbido los móviles, las redes sociales, los sistemas de mensajería, y la comunicación en general, como por la manera en la que han mediatizado nuestro contacto con los demás.
¿Amor y distancia son incompatibles?
¿El amor es egoísmo, o es altruismo?
¿Queremos de verdad a nuestra pareja por su bien, o por el nuestro?
¿Hasta qué punto anteponemos nuestros intereses en la relación de pareja? ¿Hasta qué punto es bueno renunciar a lo que somos, con tal de tener contenta a nuestra pareja?
¿Somos capaces de retirarnos, si sabemos que estamos perjudicando a la persona que amamos?
Hay mil debates posibles planteados, como muchas posibles conversaciones, pero si somos sinceros, en el debate, la conversación no será cómoda.
¿Puede el amor sobrevivir a 10,000 kilómetros de separación?
“Siempre veo algo que me recuerda a ti”
10,000 km es un drama español, del año 2014, dirigida por Carlos Marqués-Marcet.
Protagonizada por Natalia Tena y David Verdaguer.
El guión es de Carlos Marques-Marcet y Clara Roquet; y es el primer largometraje de ficción, del director barcelonés, que llega tras una amplia experiencia como cortometrajista y montador; en una exploración detallada, contundente, y profunda del mundo de la pareja, de cualquier pareja que se encuentra con los dilemas habituales, tratados con una sinceridad sobrecogedora, y que al mismo tiempo, engancha sin ser en ningún momento tediosa.
La temática es universal, por supuesto:
El amor.
El amor que todo lo cura, y que tanta alegría nos da; el amor que todo lo pudre, y que tantas penurias provoca.
El paso del tiempo, las relaciones a distancia, las exigencias, el ser feliz a partir de la felicidad del otro.
“Las tecnologías no son ni buenas ni malas para una relación, todo depende de cómo se usen.
Lo que cambia para mí, es la relación con el aquí y ahora en la distancia.
Con Whatsapp o Skype, estás en otro sitio, no estás presente… y nos olvidamos de que la presencia física es insustituible”, cuenta Marques-Marcet, que revela que 10,000 Km, está inspirada en su propia experiencia, cuando se marchó hace casi 6 años a L.A., con una beca, y tuvo que dejar atrás a sus seres queridos.
“Un ordenador, no puede sustituir al tocarse, al olerse, al sexo…”, opina el actor David Verdaguer; de hecho, su pareja en la vida real, vive precisamente a 600 kilómetros de distancia, en Madrid, e intentan llevar la distancia lo mejor que pueden.
10,000 Km fue preseleccionada como candidata española a los Premios Oscar, aunque finalmente, la elegida resultó “Vivir es fácil con los ojos cerrados”
La acción gira en torno a una pareja:
Sergi (David Verdaguer) y Álex (Natalia Tena), quienes llevan mucho tiempo juntos; tanto que su estabilidad como pareja, les ha animado a buscar su primer hijo.
Y entonces, a ella, fotógrafa de profesión, le surge una residencia artística en Estados Unidos.
Un año no es nada, menos aún con las vacaciones de verano de por medio.
Es que él es profesor, y continuaría viviendo en Barcelona.
Los 2 saben que no será fácil, pero confían plenamente en la fuerza de su amor, y deciden afrontar el reto.
Un año, 2 ordenadores, y un océano entre ambos...
Una situación difícil de aceptar para Sergi, que no acaba de acostumbrarse, mientras él sigue con su vida cotidiana y solitaria; ella se va amoldando a su nueva vida, lejos de casa, y conociendo a nuevas amistades...
La pareja, está segura de que su relación es lo suficientemente fuerte, como para poder superar este obstáculo.
Así, durante meses, se acostumbran a vivir con la imagen virtual del otro, haciendo uso de las herramientas que La Era de La Comunicación pone a su alcance.
Pero no todo es tan sencillo.
Pronto aparecen los celos, la necesidad de hablar a diario, aunque no tengan nada que decirse, la dependencia…
Y la duda de que su relación tal vez no fuese tan sólida, como para superar la distancia.
Real como la vida misma; a veces cuesta verla con distancia, porque uno se siente muy identificado.
¿Quién no ha salido nunca con alguien que estudia/trabaja, y se pasa media vida fuera?
¿Cuál es el rumbo que hay que tomar?
¿Qué camino escoger?
¿Si se va, la relación puede continuar igual?
¿Se debería dejar todo, e irte con tu pareja durante un año?
¿Cuáles son los intereses más predominantes?
Sin duda, son muchas las preguntas y elementos a valorar en una situación como esta.
Y en este caso, nuestros protagonistas, optan por qué un año no es tanto, y con las tecnologías de hoy en día, no pasará nada.
10,000 Km constata que, a pesar de todos los avances que nos permiten estar en contacto permanente con otras personas, mantener una relación de este tipo es, paradójicamente, más complicado ahora, que en el pasado.
“He recibido un e-mail”
10,000 Km es una película en torno a la distancia afectiva, y la imposibilidad de mantener una relación, más o menos estable, cuando esa distancia, la que separa Barcelona de Los Angeles, en este caso, 10 mil devastadores kilómetros, se vuelve algo más que infranqueable.
El debut de Carlos Marques-Marcet, habla pues de la materialidad, y la inseguridad que la pérdida del contacto físico supone, aunque ya antes de que medie esa distancia, antes de que los 2 únicos personajes del relato, la joven pareja formada por Natalia Tena y David Verdaguer, se vean inmersos en una comunicación a través de las redes sociales, y el plano fijo del formato Skype, las grietas que anuncian la separación, quedan en evidencia.
Y con muy poco, se hace mucho:
Un ordenador, una pareja, unos muebles de Ikea, Google Maps…
Todo muy minimalista, muy cine verité; además, esa capacidad para subsumir a los espectadores, en incómodos voyeurs de la intimidad cotidiana…
No resulta baladí, que la primera discusión entre ambos, esto es, el primer dardo a la placidez observada en los instantes iniciales, en ese momento de confesiones, desnudeces, y mutuas entregas, tenga lugar tras la aparición del ordenador:
Ese va a ser el instrumento escénico, que la realización del catalán, va a ungir como primordial en el desarrollo de la historia, pues al mismo tiempo que es el encargado de dar a conocer el acontecimiento que será motivo del temporal distanciamiento físico, también va a quedar inscrito como elemento, al que ambos van a aferrarse, para tratar de mantener a flote la relación, de la que el espectador será testigo.
10,000 Km empieza como un romance de separación, y acaba convirtiéndose en una reflexión casi metafísica, sobre el significado de la presencia, la ausencia, lo virtual, y lo real, en las relaciones humanas.
En el fondo, 10,000 Km concentra la angustia de la separación, la tristeza por lo que se desea, y no se tiene, el vacío que no se puede llenar, la contradicción entre lo individual, que no egoísta, y lo compartido, el intento de una nueva relación, que es una suplencia.
El proyecto en común, de una vida puesta en peligro, el egoísmo de primero, yo expuesto sobre la mesa, la realidad de confrontar el presente, la ignorancia soñada que compartían, el amor como equipaje, en el que abandonas tus sueños por tu amado, renunciar a ti por él, o elegir tu camino a pesar de él, los estragos de descubrir diferencias incompatibles, que la rutina y el contacto diario escondían, lo que la ausencia de la presencia física del otro otorga...
Un proyecto interesante, que abarca mucho espacio, muchas preguntas y cuestiones incómodas, pero que sólo necesita de 2 personas, 2 estancias, y la evolución de una comunicación a menos, a través de la red, el descubrimiento de quién eres, sin la presión de tu compañero, sin el lastre negativo que arrastra el maravilloso sentimiento de querer a otra persona, la valentía de anteponer tu vida personal, a la común; resolver que no existe proyecto compartido, si es que alguna vez los hubo, dejar de ser arrastrado por el otro, para remar con propiedad individual, un montón de consecuencias y lecturas variadas, para un trabajo sencillo, minimalista, y muy loable.
Si bien, al principio, Álex se muestra remisa a comenzar su nueva vida en Los Angeles, y sus conversaciones con Sergi tienen un carácter trivial, poco a poco observamos, cómo es ella la que parece superar mejor la distancia, integrándose en una dinámica que es mucho más atractiva que la que vive su compañero en Barcelona.
Ella, quiere tener a Sergi a su lado, pero no desea renunciar a sus sueños, porque sabe que el conformismo, acabaría con ella.
Ese cambio de actitud, provocará que las charlas empiecen a tener un carácter más profundo, y que en él despierten los primeros recelos.
Allí, Marcet consigue que el espectador, perciba a través de los diálogos que mantienen, las dificultades que supone este tipo de relación.
Entre ellas:
La diferencia horaria existente entre Barcelona y Los Angeles, captada al saturar de luminosidad, las escenas en las que aparece ella, para teñir de una tenue penumbra, las que acontecen en el apartamento barcelonés; las dificultades técnicas, que pueden entorpecer la conexión inalámbrica; y especialmente, el diferente estado de ánimo, que pueden tener los 2 miembros de la pareja, en el momento de entablar la conversación.
“Antes, no era una obligación hablar”, una frase pronunciada por Sergi, que resume perfectamente todos los obstáculos de una relación basada en las conversaciones, vía ordenador.
Es curioso también, el cambio de roles que se hace, siendo el chico el que tiene comportamientos tradicionalmente asociados a la mujer, y viceversa, pues mientras ella es la que se aleja de casa, y busca su destino por ahí, es él el que espera, y el primero que empieza a tener dudas de que aquello vaya a salir bien.
Mientras que Álex tiene un espíritu más artístico, y la beca que recibe, le sirve para despertar en ella, las ganas de ver mundo, de mejorar como persona, y beneficiando a la pareja; que quizás se había adormecido por su relación de pareja.
Mientras Sergi se muestra más doméstico y tranquilo, con ganas de conseguir la estabilidad que, presuntamente, trae consigo el crear una familia.
Quizá por ello es más fácil para el espectador, empatizar con el personaje masculino, el que se queda; mientras que ella, de forma inconsciente, se perfila como receptora de algunas antipatías ya, simplemente, por el hecho de marcharse; aunque muchos lo verán de otra manera, claro está…
Y es que las distancias, y más entre 2 personas, no sólo se miden en kilómetros.
Aunque “la vida no sea como en las películas”, y es justo esta una frase que Sergi le dice a Álex, hay que confiar en que, al final, las cosas van a salir bien.
La correcta mano de Marques-Marcet, hace que todo el conjunto repose en los 2 únicos actores, con una enorme química.
La química entre la pareja de 10,000 Km, es algo que salta a la vista desde el fotograma, del brillante plano secuencia de 23 minutos, con el que arranca, un primer acto, que es puro teatro.
Un plano, que más allá de su dificultad y brillantez a la hora de ejecutarlo, muestra lo que conlleva la convivencia física entre 2 personas:
Fluidez, interacción, cotidianidad/rutina, comunicación, verbal y no verbal; y también sexo.
Y es que, aunque parezca una obviedad, la falta de sexo con la persona amada, es uno de los hándicaps para que prospere una relación a distancia.
Y que existiera esa química entre los protagonistas, fue una condición que puso la actriz británica, para aceptar un papel que le llegó después de que a 6 semanas de empezar el rodaje, se cayera la actriz que estaba previsto que hiciera de Álex.
Los 2 son personas normales, con sus cosas, con sus tiranteces:
Charlan por Skype, usan Facebook, se enseñan las cosas con Google Maps, se relajan, se acercan, se alejan; utilizando de forma plenamente consciente, sus pequeñas sutilezas, los lenguajes ocultos que conocemos todos los que los utilizamos.
Recuerdan que querían un hijo, lo olvidan, lo recuerdan de nuevo…
Llegan los celos, risas, celos, risas, cabreo…
Él, es la viva imagen de la soledad, y la parte más perjudicada de la pareja; mientras que ella, interpreta perfectamente esa adaptación de su personaje, a su etapa en la ciudad estadounidense.
De un lugar oscuro, a un lugar luminoso y abierto.
Todos los personajes, todas las relaciones ajenas, están fuera de campo, porque al director lo que le interesa, no son las mismas, sino cómo afectan a la relación de pareja, que ha escogido como centro dramático.
La actriz, de padre vasco y madre extremeña, también puso como condición, que 10,000 Km se rodara en español, pese a que le costó un poco arrancarse.
“Yo hablaba mejor el español, cuando tenía 16 años, porque hablaba más con mis padres.
Ahora me cuesta varios días acostumbrarme, pero tras 2 semanas de ensayo en Barcelona, ya pensaba en español.
Pero hay palabras que no me salen, y memorizarme el guión en español... puffff, es mucho más difícil”, confiesa Natalia Tena.
Si la actriz hispano-inglesa, llegó de “rebote”; el caso de David Verdaguer, fue aún más casual.
Marques-Marcet, lo encontró en un vídeo de YouTube, subido con el móvil, y que es una parodia de amigos de un sketch de “Faemino y Cansado”, cuando estaba buscando a otro actor.
“Es un vídeo, haciendo el bobo en una gasolinera de Austria, una cosa muy surrealista”, ríe Verdaguer, que recuerda que, pese a que los productores le advirtieron al director que era un actor de comedia en la televisión catalana, le hicieron una prueba, y le cogieron.
Lo sorprendente es lo sencilla y humana que es toda la película, puedes sentir todo lo que sienten, sobre todo si tienes, o has tenido pareja, sabrás qué piensan, sienten, y porque actúan así.
En 10,000 Km, se plasman escenas, que son realidades puras y crudas, y eso me encanta, me hace sentir que no estoy viendo una película, sino una historia real, que le puede suceder a cualquier persona.
En cierta manera, 10,000 Km narra el proceso de destrucción de la relación de una pareja, que no se atreve a levantar la mirada.
Que ignora conscientemente, los efectos destructivos de la distancia, pretendiendo poder paliarlos, a través de todos los recursos comunicativos que ha traído consigo la red 3.0, creyéndose aquello de, “lo nuestro es para siempre”, de “nosotros somos diferentes”, sin calibrar que, una relación, se construye sobre el día a día, sobre el roce a roce, negociación a negociación, y que desde el momento en que 2 caminos vitales, dejan de ser paralelos, están destinados a separarse y, como mucho, entrecruzarse brevemente en algún momento.
A partir de 2 escenas de sexo, que le dan cierta circularidad a la narración, y que definen a la perfección, la evolución de los sentimientos de los implicados, de la calidez y la naturalidad de la primera, que evidencia la complicidad entre la pareja; hasta la sordidez y la melancolía de la segunda, que es un “polvo de despedida” en toda regla.
La primera en idealizar un hijo que amarre a la pareja, como símbolo de unión fuerte; el segundo, un polvo sin amor, más que desquite, sin pensar en el sentimiento de ella, casi a modo de violación/venganza.
10,000 Km desgrana la imposibilidad de que su relación romántica, por mucho que se esfuerzan, sobreviva.
Por eso mismo, y excepto en los mencionados encontronazos sexuales, Marques-Marcet evita que Tena y Verdaguer, compartan pantalla, y los condena a relacionarse, a base de puro y duro plano/contraplano.
O lo que es lo mismo, a no comunicarse de verdad, porque los obliga a existir, literalmente, en planos diferentes.
El director, que sabe hacia dónde los está empujando, y al abismo sentimental al que está guiando al espectador, se intuye el dolor de la experiencia propia en todo lo que ocurre, y remarca así, el progresivo enfriamiento de sus conversaciones, el inevitable alejamiento entre 2 personas, que ya no comparten la vida, más allá de la pantalla de un ordenador.
Muy bien filmada, la tecnología moderna de la comunicación, la urgencia de las redes sociales, alcanza por oposición, sus mejores momentos, cuando la fisicidad, aunque sea dolorosa, suple a la carencia del contacto:
Los 2 protagonistas, se reencuentran momentáneamente, tras meses comunicándose por ordenador, y entonces, el roce de una mano sobre otra, el gesto de un cuerpo al acercarse al deseo del otro, aparece como epifanías, recobradas, aunque no duraderas.
Y es que pese a las facilidades para estar comunicado en la actualidad, hay un elemento importante, que la tecnología no puede substituir, y es la necesidad del contacto físico, no basta solo con verse en una pantalla de un ordenador, las personas necesitan tocarse, sentirse, olerse, e incluso mantener relaciones sexuales, y en la película, hay una escena de sexo online, que muestra muy bien este aspecto, tanto que para alcanzar el orgasmo, es necesario el otro.
10,000 Km tiene muchas escenas memorables, de las que sacan una sonrisa cómplice de identificación, tanto en la rutina de pareja como en los comportamientos (unos más tontos que otros) que podemos tener las personas en una situación complicada.
Por ejemplo, ese momento de mandar un email tras una discusión y escribir/borrar continuamente hasta que el mensaje original no tiene nada que ver con el mensaje enviado…
Es curioso cómo decimos una cosa, porque deseamos que fuera así, pero realmente pensamos otra; o los 2 bailando con un portátil; el silencio del WhatsApp; el “coitus interruptus” en la distancia; el día de las oposiciones de Sergi; el sonido de una ducha al fondo; y por supuesto, la más fuerte, la más reveladora, la definitiva escena final.
Los ojos de David Verdaguer, la cara de Natalia Tena, ese sofá, y la canción que resume toda la trama…
Como dato, en el 2º acto de la película, una vez que Álex se muda a L.A., se desarrolla a través de las conversaciones por videoconferencia de la pareja.
Para Marques-Marcet, era fundamental que ambos estuviesen actuando, el uno con el otro, no a través de vídeos grabados, por lo que se prepararon 2 sets de rodaje en 2 pisos de Barcelona:
Uno en el barrio Gótico, y otro en el Latino, con Verdaguer en uno, y Tena en otro, “realmente hablando a través de las pantallas”
Esto conllevaba que, en función del plano, el grueso del equipo, y el director, simultaneasen ambos sets, mientras que en el otro estaba solo uno de los actores, con un técnico de sonido, y un ayudante de dirección, a lo más.
Pero claro, la tecnología juega malas pasadas:
“No sabes las veces que grité “fucking videochat”, cuando de repente se cortaba la conexión”, recuerda Natalia, que añade, no obstante, que eso “también ayudó” porque es “la frustración de la pareja” que no puede estar junta, y los problemas que trae el uso de redes.
“Lo gracioso era que cuando necesitabas que la videoconferencia fuese mal, entonces iba perfecta, por mucho que alejásemos el router, o nos pusiésemos todos a conectarnos a la vez”, suspira el director, que utilizaba un videochat paralelo, para dar las indicaciones al actor, con el que no se encontraba físicamente.
Y, en caso necesario, “cogía la moto, y en 20 minutos me plantaba allí”
“Para los actores era duro, pero una vez acostumbrados, también tenía su rollo trabajar solos, porque se podían concentrar, y encontrar un punto de intimidad que no tienes cuando te rodea un equipo de 30 personas”, considera Marques-Marcet.
Por último, la enorme la banda sonora, compuesta por las canciones:
“Nothing matters when we're dancing”, escrita por Stephin Merritt e interpretada por The Magnetic Fields; “El dolor de la bellesa”, música y letra de Roger Mas, e interpretada por Roger Mas i la Cobla Sant Jordi; “Contra eso lucho”, música y letra de Pablo y Diego Arias, e interpretada por Negritos; y “Quédate aquí”, música y letra de Jorge Andrés Herrera, e interpretada por Hermanos Herrera.
“Tú no quieres estar conmigo, tú lo que quieres es que yo esté contigo”
10,000 Km, es el retrato de uno de los grandes problemas de la juventud actual:
Las relaciones a distancia, que a pesar de ser mucho más fáciles gracias a las nuevas tecnologías, y redes sociales, continúan siendo muy difíciles.
En tiempos de exiliados, y búsqueda de nuevas oportunidades en otros países, las relaciones a distancia, están a la orden del día; como cualquier relación sostenida al abrigo de la cobertura del operador de turno:
Whatsapp, Twitter, Facebook, Instagram, incluso SMS, aunque algunos los consideren más antediluvianos que los “buscadores”
Pedazos, retazos, fragmentos de una existencia fragmentada, que salta de actualización en actualización, de titular en titular; y a la deriva dentro de un mundo globalizado, cuya tecnología nos une, tanto como nos separa.
Todos, a su manera, y en su universo particular, comprendemos de lo que se habla, si bien a saber hasta qué punto comprendemos de qué se trata:
Hablamos de la soledad, una vez cae la noche.
Del falso abrazo de la tecnología.
10,000 Km, es un filme sobre esos personajes, esas pantallas de ordenador, internet como forma, ¿forzada o voluntaria? de comunicación, el revuelo de la estética, y la ética hípster, el cine como vehículo de una cultura, o subcultura cada vez más predominante, de la que también debe terminar convirtiéndose en reflejo, ya que el cine siempre ha sido, desde la era de los primeros del western de Hollywood, un documento de su tiempo.
Pero, mirando atrás, te das cuenta de lo fuerte que eres, de los sacrificios que has estado dispuesto a hacer… y si has llegado hasta aquí, ha valido la pena.

“Los planes de pareja son siempre de 2”



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